Órdenes
Werner es citado a la oficina del comandante por un chico de once años vestido de gala. Espera en un banco de madera con una creciente sensación de pánico. Deben de tener alguna sospecha. Tal vez han descubierto algo sobre su origen que ni siquiera él mismo sabe, algo que le puede buscar la ruina. Recuerda cuando el cabo apareció en la puerta del orfanato para llevarle a casa de herr Siedler: esa certeza de que los instrumentos del Reich pueden ver a través de las paredes, de la piel, en el interior del alma de cada individuo.
El ayudante del comandante le llama después de varias horas. El hombre levanta el bolígrafo y mira al otro lado de la mesa como si Werner no fuera más que uno entre una serie infinita de problemas triviales que él debe solucionar.
—Nos ha llamado la atención, cadete, que su edad ha sido registrada incorrectamente.
—¿Señor?
—Usted tiene dieciocho años, no dieciséis como aseguró.
Werner está sorprendido. Evidentemente es absurdo: Werner es más pequeño que la mayoría de los chicos de catorce años.
—Nuestro profesor de ciencias técnicas, el doctor Hauptmann, nos ha llamado la atención sobre este punto y ha dispuesto que sea enviado a una división de tecnología especial de la Wehrmacht.
—¿Una división, señor?
—Usted ha estado aquí bajo unas condiciones falsas.
Su voz tiene un tono untuoso y complacido, su barbilla no existe. Al otro lado de la ventana hacen un ensayo de la marcha triunfal. Werner contempla a un chico de aspecto nórdico que se tambalea bajo el peso de la tuba.
—El comandante ha recomendado una acción disciplinaria, pero el doctor Hauptmann ha sugerido que tal vez usted esté impaciente por ofrecer su talento al Reich.
Al otro lado de la mesa, el ayudante viste un arrugado uniforme gris pizarra con un águila en el pecho y una banda de rango en el cuello. También lleva un casco verde oscuro que evidentemente es de una talla más grande.
La banda suena y a continuación se detiene. El instructor de la banda grita algunos nombres.
El ayudante del comandante dice:
—Tiene mucha suerte, cadete. Servir es un honor.
—¿Cuándo, señor?
—Recibirá instrucciones en un plazo de quince días. Eso es todo.