La tercera piedra
Se aloja en un château a las afuera de Amiens, al norte de París. La vieja casa gime en la oscuridad. Pertenece a un paleontólogo retirado y Von Rumpel cree que es aquí donde el encargado de la seguridad del museo de París huyó durante el caos que siguió a la invasión de Francia hace tres años. Es un lugar pacífico, aislado por campos y rodeado de setos. Sube por la escalera hacia la biblioteca. Una estantería ha sido forzada y ve una caja fuerte detrás. El encargado de abrir cajas fuertes de la Gestapo es eficiente: lleva un estetoscopio, no le hace falta ni una linterna, y logra abrirla en pocos minutos.
Dentro hay una vieja pistola, una caja con certificados y un montón de deslustradas monedas de plata. En el interior de una bolsa de terciopelo, un diamante azul cortado en forma de pera.
El corazón rojo en el interior de la piedra se muestra durante un segundo para volverse al siguiente completamente inaccesible. Von Rumpel siente una esperanza impaciente, casi está ahí, las probabilidades están de su lado, ¿no es así? Pero se da cuenta antes de ponerlo bajo la lámpara. La euforia se desploma en su interior. El diamante no es real. También este es obra de Dupont.
Ha encontrado las tres réplicas, se ha acabado la suerte. El doctor dice que el tumor está creciendo de nuevo. Las perspectivas sobre la guerra caen en picado, Alemania se retira a través de Rusia, Ucrania y el tobillo de Italia. Dentro de poco, todos los miembros de la Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg —los hombres que están recorriendo el continente entero en busca de bibliotecas ocultas, escondidos rollos de oración, cuadros impresionistas puestos a buen recaudo— recibirán un rifle y serán enviados al frente. También Von Rumpel.
Mientras la tenga, el poseedor de la piedra vivirá para siempre.
No puede rendirse. Pero le pesan las manos. Siente la cabeza como si fuera una roca.
Una en el museo, otra en la casa de un donante del museo y otra con el encargado de seguridad. ¿Qué tipo de hombre eligieron para el tercer correo? El hombre de la Gestapo le observa, tiene la mirada puesta en la piedra y la mano izquierda apoyada en la puerta de la caja fuerte. No es la primera vez que Von Rumpel piensa en el extraordinario joyero del museo. Es como un rompecabezas. En ninguno de sus viajes ha visto nada parecido. ¿Quién lo habrá diseñado?