Queridísima Marie-Laure:
La mayoría de las personas con las que comparto mi celda son muy amables. Algunos cuentan chistes. Aquí va uno: ¿Has oído hablar del programa de ejercicios de la Wehrmacht? ¡Sí, todas las mañanas levantas las manos por encima de tu cabeza y las dejas ahí!
Ja, ja. Mi ángel me ha prometido que te entregará esta carta a pesar del riesgo. Es seguro y agradable estar fuera de la «Gasthaus» durante un rato. Estamos construyendo una carretera, el trabajo está bien. Me estoy poniendo más fuerte. Hoy he visto un roble disfrazado de castaño. Creo que se llama castaño-roble. Cuando volvamos a casa le preguntaré a alguno de los botánicos sobre ese árbol.
Espero que madame, Etienne y tú sigáis mandándome cosas. Dicen que nos permitirán recibir un paquete a cada uno, así que en algún momento tendrán que dárnoslos. Dudo mucho que me permitan tener herramientas pero sería fantástico si lo hicieran. Jamás creerías lo hermoso que es esto, ma chérie, y lo lejos que me encuentro de estar en peligro. Aquí estoy completamente a salvo, todo lo a salvo que se puede estar.
Tu papá