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VERBALIZAR EL DESEO

Ya hemos encontrado el punto que buscábamos. Primero hallamos qué despierta nuestro deseo, después la respuesta sexual y ahora llega el momento de dar el paso más difícil: verbalizarlo, e incluso llevarlo a cabo. Generalmente, cuando se plantea un deseo existe un propósito de cumplirlo, es de eso de lo que trataremos.

Hay mujeres que consideran que sus fantasías son inconfesables, difíciles de entender y que pertenecen al ámbito de lo privado. En otros casos, se decide no hacerlo porque temen que al verbalizar su deseo, este desaparezca, algo muy probable bien por repetición o bien por la diferencia existente entre lo imaginado y lo real: fantasear con forzar a tu jefe con un dildo de 55 centímetros no es lo mismo que ejecutarlo, cabría la posibilidad de un fulminante despido.

Pero, en muchas ocasiones, el verdadero clímax llega cuando se han podido verbalizar los deseos, las fantasías. Transmitir lo que realmente excita. Para esas mujeres, este es el verdadero apogeo. El comienzo de una nueva etapa en su vida sexual. Entonces, ¿qué nos impide hacerlo? Puede deberse al pudor, al temor a ser juzgadas por el contenido de dichas fantasías. Ya se sabe: «Si los demás fueran conscientes de lo que me pone, ¿qué pensarían de mí?».

Gracias a esta «nueva liberación», muchas de esas mujeres que hasta hace un tiempo consideraban una demencia verbalizar sus fantasías se sienten más seguras para ejecutarlas; son capaces de poner en práctica aquello con lo que han soñado durante años, quizá décadas. Han decidido dar el paso y olvidar prejuicios.

Por supuesto, a la hora de hacerlo, debemos tener en cuenta muchos factores: la persona con la que deseamos compartir nuestra fantasía; si estamos seguras; si una vez llevada a cabo tememos que desaparecerá; si cumplirla puede «contaminar» la relación… De sospechar que llevarlo a cabo nos afectará negativamente, es recomendable seguir madurando la decisión. Mientras tanto, hay que continuar disfrutando de nuestra propia intimidad, algo también muy satisfactorio.

Otra cosa muy distinta es que poner en práctica lo imaginado se considere necesario para que nuestra vida sexual mejore; entonces sí se podría intentar, pero siempre con la seguridad de que no resultará nocivo. Muchas personas se atreven a cumplir fantasías como el intercambio de parejas o la práctica de un trío para estimular su vida sexual. Sin embargo, en algunas ocasiones, muy lejos de enriquecerla, crea un abismo difícil de solventar. Para hacer realidad estos deseos, tenemos que estar muy seguros de la solidez de la relación, porque cualquier arista puede resultar letal y, muy lejos de mejorar, empeora.

Cada fantasía es un mundo y nosotras hemos de saber dónde se encuentran los límites. Abrirse la gabardina para enseñar los pechos desnudos a jóvenes universitarios puede acarrear ciertos comentarios, sobre todo si eres la profesora de religión.

En resumen, para evitar decepciones, episodios desagradables y frustraciones innecesarias, sería recomendable seguir estos pasos:

  • Análisis de la fantasía: estudiamos la fantasía que nos excita y si tenemos el pleno convencimiento de cumplirla. Contestemos esa pregunta.
  • Su significado: ¿qué significa para nosotras llevarla a cabo? ¿Qué nos va a aportar? Quizá en la pasión por ejecutarla se pierde una fuente de inspiración importante en nuestra sexualidad íntima. O quizá no y hacerlo supone un aumento del placer. Calculemos las consecuencias que puede tener en nuestra propia intimidad.
  • Reacciones externas: a la hora de verbalizar y cumplir una fantasía no podemos olvidarnos de la reacción externa. Si lo imaginado trata de masturbarse en un pasillo del Leroy Merlin, hemos de tener en cuenta la reacción del entorno si fuéramos descubiertas. En el caso de resultar excitante el lamer los pies de tu pareja después de untarlos con salsa de barbacoa, habrá que contar con su beneplácito, por eso es recomendable conocer la personalidad de dicha pareja y si su reacción será satisfactoria o tomará un vuelo a Islandia para no volver jamás.

Estas pautas podrían ayudarnos a tomar decisiones, pero hay quien no desea cumplir su idea, les basta con contarla.