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HOMBRES DE PELÍCULA

Muchas mujeres se avergonzarían al confesar que sus fantasías sexuales más desatadas se inspiran en un actor o personaje famoso. Porque una cosa es decir «¡Qué mono es Justin Bieber!» y otra muy distinta tocarse los genitales pensando en este cantante. Dicho esto, imagino que la mayoría de las lectoras optáis por otro tipo de perfiles masculinos. Aun así, el inspirarse en un famoso para estimular la libido suele tacharse de algo infantil y más ahora que, gracias a Grey, está de moda excitarse a base de zurriagazos. Sea como fuere, las inspiraciones en hombres famosos vienen a ser otra variante de la fantasía del poder y obedece a la importancia que en la sociedad actual se da al hecho de ser conocido.

Generalmente, este deseo hacia el personaje famoso suele despertar no solo por su físico o atractivo, sino también por la «idea» que nos hemos hecho de ellos. Imaginemos que alguien comienza una malvada campaña contra Brad Pitt y se publica que sufre de un desagradable tufo a sudor. Se habla de sus quesos, de sus sobacos y del hedor que desprende a nivel mundial. Incluso aparecen malintencionados testimonios que lo atestiguan… La imagen del pobre Brad cambiaría considerablemente, quizá conservaría seguidoras, pero para otras resultaría un tanto repugnante.

Sí, para mantener esa «idea» del personaje que despierta el deseo, existe una maquinaria de imagen muy importante. Y, ya que hablamos de sexualidad, no podemos olvidarnos de que hasta ahora se habían ocultado aspectos sobre la sexualidad de los sex symbols masculinos que los obligaban a vivir en la clandestinidad. Y todo con el objetivo de seguir siendo «atractivos» para las mujeres. Ya les podían gustar los guardias civiles con bigote que, hasta hace muy poco, se hacía lo imposible por ocultarlo. Gracias a Dios, ahora muchos están dispuestos a decir abiertamente que son gais y que la ilusión de su vida es ser fallera. Por lo general, sus fans siguen fieles y, para algunas, incluso aumenta su atractivo…

Lo mejor de este tipo de fantasías es que el sujeto del deseo tiene un físico atrayente y gracias a sus interpretaciones podemos dotarle de una personalidad que nos motive. En este caso hay una lista interminable de personalidades a elegir, recordemos algunas de las más clásicas y reconocibles:

  • El vampiro: cara de necesitar un trasplante y pinta de tener muchos problemas de adaptación. Esas dos características vuelven locas a algunas mujeres. ¿Será por su aire melancólico? ¿Quizá por ese sufrimiento que le da la inmortalidad y arrastra tras él desde hace siglos? Lo cierto es que este personaje es uno de los que más fantasías generan. Imaginamos que tiene que ver con la imposible historia de amor entre él y una chica llamada Bella, no olvidemos que la tensión sexual no resuelta suele ser un factor importante para despertar el deseo, aunque a estas alturas de la saga ya tienen un hijo y viven en un adosado. Pero, si este personaje no gozara de la historia que tiene detrás y te lo encontraras en una gasolinera por la noche, llamabas al Samur para que se lo llevaran en ambulancia.
  • El aventurero con látigo: lugares exóticos, escenas arriesgadas, borsalino, látigo y un niño chino que va con él a todas partes. Bien, si quitamos al chino, Indiana Jones tiene todos los complementos para despertar el deseo de las más inquietas. Y, si la mujer en cuestión trabaja poniendo tapones a los botes de Fairy en una cadena industrial, esta fantasía sexual seguro que satisface sus necesidades de aventura. Un encuentro sexual entre las dunas del desierto, un beso apasionado antes de que el malo le arranque el corazón de cuajo o unos magreos tras cerrarse la pirámide para no salir jamás, y el placer está asegurado.
  • El guardaespaldas de la famosa estrella del rock: el amor puede con todo, sobre todo si tiene una buena banda sonora. Podríamos decir que las fantasías inspiradas en el personaje de Kevin Costner en El guardaespaldas son como un videoclip. Del mismo modo que si quitáramos la música al Thriller de Michael Jackson parece el baile de fin de curso de mi sobrino, con este individuo ocurre lo mismo. Eso no impide que haya mujeres que se sientan atraídas por un guardaespaldas muy majo que protege a las damas en apuros. Aunque, en la actualidad y pudiendo elegir, la mayoría de las damas prefieren que las proteja Hugh Jackman vestidito de Lobezno.
  • El duro policía que te alegra el día: para las mujeres que gustan de los duros muy duros que se afeitan a balazos, nada como poner un Harry Callahan en sus fantasías. «Dirty Harry» o «Harry el Sucio», como se le llama cariñosamente en español, es uno de esos hombres íntegros que anteponen la ley y el orden a cualquier cosa. No vamos a decir que Harry es un romántico que regala figuritas de Lladró (de hecho en sus películas no suele aparecer ninguna chica poniéndole los Colacao después de cargarse a medio San Francisco), pero quizá en eso resida su esencia. Es guapo, íntegro, viril, y seguro que no siente remordimientos al apretar el gatillo porque el pobre ha sufrido mucho en su infancia. Pero me temo que a las fans de Harry les importa un pito su infancia. Digamos que es mucho más excitante que te enseñe lo que sabe hacer con su Magnum 357 después de decirle «Harry, porfi…, alégrame el día»…
  • El rico hombre de negocios rescatador de prostitutas: el personaje se repite: ejecutivo rico y solitario que se enamora de una prostituta a la que retira de la calle. Richard salva a la chica, pero ella también le rescata a él de su vacío vital. Todo un clásico, un Grey descafeinado y con hombreras al que no le gusta dar azotes con una fusta, pero tira de tarjeta que es un primor. Para gustos.

Hay muchos más, incluidos señores con muchos músculos que son atropellados por un camión de mudanzas y no se les arruga la camiseta de tirantes, pero nos quedaremos con estos, símbolos clásicos de lo que son los «hombres de película». Decenas, cientos de personajes diferentes y atractivos actores. Son tan variadas las fantasías con personajes famosos que resulta difícil elegir. Entre algunas de ellas, destacaremos la que leí hace muchos años en una revista, en una de aquellas inolvidables secciones llamadas «consultorio sentimental». Me llamó poderosamente la atención el testimonio, porque, para la protagonista, era un problema que la atormentaba hasta el punto de pedir ayuda desesperadamente.

Concha. Cuarenta años. Ama de casa

La verdad es que mi educación fue bastante estricta. Vengo de una familia muy religiosa en la que el sexo siempre ha sido un tema tabú del que jamás se hablaba. Con veintidós años, comencé a salir formalmente con el hijo de unos amigos de mis padres, un bibliotecario de aspecto enjuto con el que me casé en menos de un año. Tengo que decir que, por supuesto, fui virgen al matrimonio y mis conocimientos de la cama eran nulos. Nadie me había explicado nada y lo poco que sabía era por los comentarios sigilosos de mis primas las casadas, que tampoco tenían mucha idea. La primera vez que lo hicimos me sorprendió. No entendía por qué tanto secretismo alrededor de aquello. En realidad, era como dar un masaje en la espalda, o en la rodilla, no tenía nada de interés, al menos para mí.

Cada día, después de fregar, acostumbraba a ver Falcon Crest o Dallas, series repletas de bajas pasiones, líos de faldas e infidelidades. Nunca entendí, y lo comentaba con mis primas, cómo las mujeres podían llegar a hacer ese tipo de cosas, como ser infieles o irse con el primero que aparecía. Y quiero dejar claro que esa forma de pensar no tenía nada que ver con mi educación, yo no lo entendía porque jamás había experimentado el deseo por un hombre. Hasta que de repente me pasó algo… extraño.

En la televisión acababan de estrenar Magnum, una serie de acción que le encantaba a mi marido. Yo, entre recoger las cosas de la casa, darle sus medicinas para la hipotensión y mis novelas, no solía acompañarle. Pero un día me puse a doblar calcetines sentada a su lado y, cuando apareció aquel adonis, algo se removió dentro de mí. El protagonista era un hombre guapísimo, un hombre HOMBRE. Moreno, muy varonil, con una camisa floreada que dejaba ver el nacimiento del pelo de su pecho… Tom Selleck había conseguido que el estómago me diera un vuelco, como si me agitara en la montaña rusa. Realmente yo nunca había sentido aquello, así que me asusté. Me levanté aturdida, tomé una manzanilla y me fui a la cama.

Pero, a pesar de los malos ratos que pasaba, desde entonces no me perdía la serie ni un solo día, esperaba a que apareciera con su atractivo bigote y esos brazos tan fuertes… Era tan diferente a mi marido… Tan delgado el pobre… Con ese tono de piel casi transparente, esa calva incipiente a pesar de su juventud y esos ojos escondidos entre las lentes de cerca y las lentes de lejos… No, aquel hombre no tenía nada que ver con Tom, la verdad es que parecían de especies diferentes. Y poco a poco se produjo en mí una suerte de «revolución», me di cuenta de que necesitaba hacer el amor, que mi cuerpo estaba… nervioso.

Por las noches, cuando mi marido llegaba a la cama, yo me arrimaba, le ponía el trasero cerca de sus partes pudendas, y él cumplía como podía, pero, en mi mente, yo me imaginaba que quien estaba conmigo era Tom Selleck… ¡Yo me estaba entregando a Tom, no a mi marido!

Desde entonces es inevitable, no puedo pensar en otro hombre cuando hacemos el amor y lo peor es que, jamás me había ocurrido, pero, a veces, cuando subo de la compra y estoy sola me toco pensando en él, algo que me hace sentir una mujer horrible. Me encuentro fatal cuando lo hago…

¿Qué puedo hacer? Intento olvidar el tema, pero es que lo que he descubierto me gusta y no puedo evitar buscarlo, incitar a mi marido a que participe en esta fantasía sin saber que le engaño vilmente… Como una fulana. Jamás debí sentarme junto a mi marido a doblar calcetines…

Una cosa queda clara en la historia de Concha: Tom Selleck representa todo lo contrario a su marido: Tom es un excombatiente reciclado en detective que vive en la paradisíaca Hawái y tiene un cuerpo de escándalo. Su marido es un bibliotecario de 45 kilos de peso, calvo y con frecuentes bajadas de tensión. Eso no tiene por qué resultar un hándicap en la relación, sin duda hay hombres con esas características que pueden resultar atractivos. Pero aquí llega el problema real: a Concha no le atrae físicamente su marido, no despierta su deseo y, por ende, su respuesta sexual es nula. De ahí que, antes de que apareciera Magnum sacando su pistola, nuestra protagonista comparara el acto sexual con un masaje de lumbares.

Y aunque ella insista en que la educación que le inculcaron no tiene nada que ver con su concepto del sexo, lo cierto es que en ese «sentirse horrible» subyace un componente educacional importante. No disfruta de su nuevo descubrimiento, se mortifica convencida de que es una mala mujer que está traicionando a su esposo. Cuando realmente está siendo una mujer demasiado permisiva con su situación al aceptar una relación en la que falla un elemento primordial para una sana vida de pareja: la atracción.

No sabemos qué sucedió con Concha, pero, si al final logró superar sus prejuicios, es probable que decidiera dejar a su marido y viajar a un lugar con cocoteros y daiquiris en busca de un punto que le pusiera a punto…

Lo bueno de los hombres famosos es que son excelentes canalizadores para alcanzar el placer. Y, como en un catálogo de Venca, tú elijes tranquilamente desde el sillón de tu saloncito. La diferencia es que no te lo suelen llevar a casa, una pena, sobre todo porque un George Clooney quedaría monísimo encima de la mesita de noche… Pero no solo los actores remueven las entrañas sexuales de las mujeres. Renovarse o morir.

Belén. Treinta y ocho años. Dependienta

Conocí a mi novio con trece años, a los veinticinco nos casamos y ya tengo dos niños y un gato que se llama Sarita. Soy muy feliz, mi vida sexual es genial y amo a mi familia con locura, pero me tengo que tragar todos los partidos del Real Madrid… Da igual que sea un amistoso con seis jugadores en el campo, que un encuentro en Yemen, hay que verlo y ya. Y para mí, a pesar de que llevo toda mi vida aguantando mecha, ver un partido de fútbol es como escuchar un discurso en coreano: ni papa. Mira que me lo han explicado, pero no sé ni lo que es un córner, ni un penalti, ni un fuera de juego… Lo que digo: prefiero ver una peli vietnamita sin subtitular, que la pillo mejor. Pero en mi casa no se ve otra cosa, así que me tengo que aguantar. Menos mal que desde hace un año tengo mi «secretillo»… ¡Quién me lo iba a decir a mí!… Yo no sé qué me pasó, porque ¡mira que me caía mal el tío!: prepotente, chulo, borde, maleducado… Yo siempre terminaba discutiendo con mi marido por su culpa.

—¡Que no! ¡Que es un profesional que sabe lo que hace y solo se defiende de los ataques! ¡Y cállate, que tú no entiendes de fútbol!

Pues sí, aquel gilipuertas que me ponía de los nervios terminó «poniéndome» de otra forma. Estoy hablando de Mourinho. José Mourinho. Al principio me parecía un tío insoportable, pero, hija, de repente, no sé qué me pasó ¡que le vi hasta guapo! Me encanta su personalidad, su rollito machirulo… Así que yo veo el partido con mi marido. Me gusta mucho fijarme en el banquillo, ¡qué energía tiene! Cuando se levanta enfadado, es increíble cómo maneja el cotarro. Yo no sé lo que quiere decir, pero hace un gesto con las manos, pega un grito y el partido ganado. Bueno, siempre no, pero casi siempre…

Así que, cuando llega el momento del mondongueo con mi churri, yo ya estoy dispuesta a darlo todo y hasta me imagino que estoy con él. Con la energía que tiene ese hombre… Cómo lo hará, ¿verdad? ¡Tiene que ser la bomba! Pues con esa idea me voy al catre y, mira, ahora lo hago con más ilusión.

Claro, mi marido está alucinado porque me ve más forofa que nunca y hasta le he pedido que me lleve a algún entrenamiento… A este paso termino de comentarista en Carrusel Deportivo…

Lo describe muy bien Belén en una pregunta: ¿cómo será en la cama un hombre tan vigoroso y apasionado? Este individuo le resulta atractivo porque ve en él claras dotes de mando y un carácter masculino y viril.

Este tipo de hombres «desafiantes» suelen provocar bastante respuesta sexual. Y, aunque en las listas de los más sexies aparezcan siempre los mismos (David Beckham, Brad Pitt, George Clooney, Johnny Deep, Antonio Banderas…), existen muchos otros nombres populares que levantan pasiones. En concreto, el protagonista de este relato genera bastante atracción, y coincide con mujeres liberadas e intelectualmente ricas. El denominador común en estos casos es que el carácter enérgico del entrenador ha generado en esas mujeres una imagen de «empotrador», palabra coloquial que define al hombre con gran vigor sexual.

En el caso de Belén, además de mejorar su vida sexual, ha servido para no tener que poner una tele en la habitación. Eso que se ahorra.

Este tipo de fantasías con personajes conocidos están inspiradas en hombres que, aunque quizá inalcanzables, son reales, existen físicamente. Pero también encontramos aquellas en las que el personaje inspirador pertenece a la historia universal o está sacado de la ficción. En ese caso, no podemos olvidarnos de uno que seguro que os suena: Christian Grey.