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HUELE QUE ALIMENTA

Un título muy gráfico para definir esta fantasía en la que los aromas y fluidos corporales son lo que provoca la excitación. Para la mayoría de las fetichistas, el olfato sería el sentido más importante, del que no podrían prescindir: el aroma de una prenda, su perfume, cómo huele un cuerpo determinado, el sudor… Lo que para algunas puede resultar repulsivo para otras tiene un intenso atractivo, en eso reside el secreto. Gracias a estas «perfumistas» por fin podemos contestarnos a la eterna pregunta que nos surge cuando un compañero de oficina apesta a sudor: «Pero ¿su mujer no le dice nada?». Quizá su mujer ha encontrado precisamente el punto en ese hedor insoportable…

Tere. Cuarenta y ocho años. Camarera

No sé si será una manía, pero me suelen excitar bastante los hombres que huelen bien. Pero no todos, no puede ser cualquier olor, me gustan suaves, dulces, casi femeninos; el olor a tarro de colonia de 3 euros el litro me parece asqueroso. Aunque, paradójicamente, la excitación más poderosa que he sentido es con un hombre que conocí y que utilizaba Brummel, un perfume bastante fuerte que yo solo hubiera empleado para quitarme el esmalte de uñas. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que su atracción no era motivada únicamente por el perfume, que era la mezcla de olores lo que me incitaba. Sí, después de muchos años estoy convencida de que mi excitación aparece al sentir una combinación entre el olor corporal del tipo y el aroma que se pone. En alguna ocasión, cuando me he topado con un hombre que huele como a mí me gusta, le he preguntado por su perfume, pero no suele ser habitual que coincida mi reacción inicial con la que aparece al ponérselo otra persona. Es una mezcla de factores. Muchas veces suelo masturbarme ayudada por un perfume que más o menos se acerca a lo que me gusta: impregno un pañuelo u otra prenda con este aroma y me excito oliéndolo, me masturbo imaginando que estoy con esa persona, pero no es lo mismo. Por eso, cuando me acuesto con algún hombre anodino, cuyo olor no me provoca demasiado, suelo inspirarme en los olores que he sentido con anterioridad y, aunque parezca extraño, soy capaz de reproducirlos, es como si los tuviera fijados en mi mente…

No es extraño, nuestra mente es capaz de fijar olores, recuerdos… Y, en cuanto a estos últimos, puede ocurrir que a través de un olor nuestro cerebro recupere un recuerdo casi desaparecido en el fondo de la mente o logremos relacionar un aroma con alguien concreto. Por ello son muchas las terapias que utilizan los olores para relajar, calmar, tonificar e incluso transportar a otros instantes vividos… A Tere le excita el olor a perfume, pero deja claro que ha de existir una combinación de este con el aroma corporal del individuo. Cada uno de nosotros segrega una química silenciosa a través de los poros de la piel, las llamadas feromonas, algo que para su privilegiado olfato resulta de gran utilidad: al percibir la combinación de perfume y feromona se produce la reacción. Quizá la particularidad de Tere no esté aún catalogada, pero hay muchas otras que sí. Conozcamos algunas de ellas:

  • Renifleurismo: excitación con el olor de la orina.
  • Olfactofilia u osmolagnia: la excitación con olores que emanan del cuerpo, especialmente de las áreas sexuales.
  • Antolagnia: excitación que se relaciona con el olor de las flores.
  • Ozolagnia: respuesta sexual ante los olores fuertes.

Curiosas tendencias. Por supuesto y como dijimos antes, cuando esta afición se convierte en una obsesión que nos impide practicar sexo con normalidad y se transforma en el único «objeto» de deseo para provocar la respuesta sexual, es recomendable estudiarlo.