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TOYS & COMPLEMENTOS

Detrás del fetichismo hay una gran industria, y no solo nos referimos al cine erótico. Juguetes sexuales, prendas fetichistas y demás complementos han creado un nuevo mercado en el que las mujeres tienen la oportunidad de conocer nuevas sensaciones gracias a la proliferación de firmas que se dedican a este campo. Atrás quedaron las bolas chinas y los vibradores escondidos debajo de la cama. Este supuesto cambio que podría estar transformando la sociedad femenina ha conseguido crear un sofisticado mercado en el que se pueden encontrar los más exquisitos ingenios. Las antiguas sexshops se han transformado en boutiques eróticas, eufemismo que permite a las mujeres entrar en ellas sin los miramientos de antaño y en las que, normalmente, se puede encontrar un amplio catálogo dedicado al sexo de la mujer. No solo eso, en muchas de ellas, además de un corsé de Maya Hansen o un vibrador de platino con diamantes, se suelen realizar conferencias, talleres, encuentros literarios y cursos sexológicos en los que aprender a conocer mejor las posibilidades de cada una. Efectivamente, nada que ver con aquellas sexshops con olor a fluidos corporales a las que se entraba con pudor a comprar un regalito para una despedida de soltera… Ahora, las mujeres pueden comprarse sin pudores aquel enorme vibrador del tamaño de la torre de Pisa con el que fantaseaban. Repasemos algunos de los «greatest hits» de los juguetes eróticos:

  • Smartballs: se refiere a las bolas chinas o Ben Wa. Ahora han dejado de ser una cuerda con varias bolas y un arete y se han convertido en sofisticados mecanismos del placer. De una bola, de dos, de tres, con forma de huevo y que se adapta al calor del cuerpo… Estas bolas tienen dentro otras más pequeñas que, con el movimiento van golpeando a las grandes consiguiendo una vibración que origina el placer. Los precios de este placer pueden ir de los 10 euros a los 400, todo depende de las ganas de experimentar de la usuaria.
  • Plugs: artefacto en forma de cono que se introduce analmente. Al igual que otros toys, sus diseños son muy cuidados y fabricados con materiales de lujo. Las más atrevidas pueden encontrarlo con látigo incorporado. Por supuesto, dentro del grupo de toys para el sexo anal se pueden hallar obras de arte que en lugar de dildos parecen verdaderas esculturas contemporáneas. Una vez más, si te lo pilla tu madre, puedes alegar que es una cosa que compraste en Ikea.
  • Dildos: lo que antiguamente se denominaba «consoladores» y que ya eran utilizados desde tiempos inmemoriales. Ahora se pueden encontrar dildos que son auténticas obras de ingeniería en busca del placer: expertos en punto G, en punto P… Algunos, por su precio, deberían ser capaces de encontrarnos todo el abecedario… Además, los hay de muy diversos materiales. Lejos de aquel plástico del que se componían los antiguos juguetes, ahora se fabrican en silicona, cristal, de madera tallada, de cerámica, de acero quirúrgico… Hasta con incrustaciones de cristales de Swarovski. Eso por no hablar de los dildo-joyas realizados con metales y piedras preciosas. Todo al servicio del placer.
  • Vibradores: desde que lo inventara el doctor Joseph Mortimer Granville para curar la llamada «histeria femenina», allá por el siglo XIX, estos dildos con batería han evolucionado mucho. De ser un reclamo en los balnearios de alta alcurnia a buenos compañeros del sexo. Se pueden encontrar en cerámica y aluminio para poder ser calentados o enfriados, en oro de 24 kilates…
  • Strap-on: actualmente, en lugar de decir «Quiero un arnés con pene» se dice «Ponme un strap-on para llevar». Este artilugio sirve entre otros juegos para que la mujer penetre analmente al hombre (pegging) o a quien le venga bien en ese instante de pasión. Se pueden encontrar en todos los diseños imaginables y suele estar compuesto de dos piezas: el dildo y el arnés. También se llama «pene femenino».

Y, por supuesto, la industria de la juguetería erótica no ha olvidado a Grey. En el mercado se pueden encontrar diversidad de artículos inspirados en las escenas del libro e incluso existe un kit oficial aprobado por la propia autora, compuesto por esposas, vibradores, bolas chinas y anales, antifaces, látigo y paleta, cono anal y kits bondage. Un precioso regalo navideño para los suegros.

Estos son solo unos ejemplos de las sorpresas que nos esperan en las estanterías de las boutiques eróticas. Ahora solo queda atreverse a entrar en la tienda, dar rienda suelta a la Visa y llevar a cabo las fantasías.

Daniela. Treinta y nueve años. Abogada

Me excito pensando en enormes dildos. Dildos que no tienen un tamaño normal, cuanto más exagerado es su tamaño más me excito. Un día se lo conté a mi novio durante un polvo, como algo provocativo para excitarnos en plena faena. Poco después me regaló un consolador de 35 centímetros que le costó una pasta y que estaba hecho en acero inoxidable y llevaba grabada la frase «Tu placer es el mío, te amo». Por supuesto, lo que para él era un elegante, romántico y enorme dildo, para mí era un trozo de metal que no me producía ningún deseo. Estaba bien para ponerlo en la salita, o en la habitación de invitados, pero no era exactamente lo que ocupaba mi imaginación. Lo llegamos a probar varias veces, pero realmente no encontraba ninguna excitación en él, era algo inerte que me resultaba muy ajeno, como si en lugar de jugar con mi pareja estuviera haciéndome una citología… Con aquel acero frío, sin vida… Además, no se trata de meterme un falo. Yo no se lo conté con la intención de que lleváramos a la práctica la fantasía, solo fue una forma de provocar más excitación en pleno acto sexual. Por supuesto, el dildo de 300 euros ha acabado en el fondo de una maleta y nunca más lo hemos vuelto a usar. Porque yo no busco llevar a cabo mis pensamientos, me excita la imagen: imaginarme que soy penetrada con esos colosales aparatos, sin la existencia de mi novio ni de nadie, es una imagen en la que me gusta pensar para excitarme, e incluso verbalizar. Es más, creo que, si lo trasladara a la realidad, me resultaría muy doloroso y tan frío… Por eso me pregunto por qué tengo esos pensamientos tan extraños.

No es excepcional que muchas mujeres verbalicen sus fantasías en medio de la vorágine sexual, pero eso no quiere decir que estén dispuestas a cumplirlas. Como ella cuenta, no tiene ninguna intención de introducirse vaginalmente un autobús de línea, tan solo le excita imaginarse que lo hace… Pero ¿por qué esta fantasía? El factor visual es muy importante a la hora del estímulo, y, si a eso se le añade que un pene grande simboliza en nuestra sociedad una gran virilidad, estos pueden ser algunos de los motivos que generan esta idea, aumentando el placer que siente Daniela. Aunque resulta curioso, una vez más la protagonista borra de la escena a su compañero, y se centra únicamente en su representación, en este caso jugando con un objeto inanimado, en algo que carece de lazos afectivos, de entrega. Se utiliza para el placer y después, se abandona. Sí, muchas son las teorías que podríamos apuntar, pero lo único cierto es que ella disfruta doblemente del sexo gracias a esta fantasía XXL.

Dildos aparte y teniendo en cuenta lo solícito que es el novio de Daniela, sería recomendable que, la próxima vez que verbalice una fantasía, comente que le excitan mucho los Audi A3… A lo mejor aparece con uno…

Trini. Cuarenta y un años. Administrativa

He cumplido todas mis fantasías sexuales, soy una mujer que jamás ha tenido problemas con el sexo y he actuado con absoluta libertad para plantear mis deseos y llevarlos a cabo. Y las experiencias han sido siempre muy satisfactorias, aunque he de reconocer que suelo sentir más placer ideando las fantasías que haciéndolas realidad. Pero existe una que aún no he logrado cumplir: penetrar analmente a un hombre con un arnés. A pesar de que la mayoría de ellos no han tenido problemas en que juguemos a todo lo imaginable, a la hora de llevar a cabo este juego se han negado; consideran que es una especie de violación de su «hombría». Tampoco mi fantasía es algo demasiado descabellado: yo me he dejado penetrar analmente decenas de veces, incluso sin encontrar ningún placer en ello, por el mero gusto de verlos gozar a ellos.

Pienso en cómo sería meter mi polla a un hombre y se me ponen los pelos de punta, es una sensación de dominio que me excita sobremanera, ser yo la que embiste, la que manda. Supongo que la sola idea de tener pene ya me suele poner bastante. El pene es para mí un símbolo de poder, nada parecido a una vagina, aunque en ocasiones el poder de un coño haya destruido imperios. Un pene erecto, tener un descomunal miembro, me pone muy cachonda. En un viaje a Ámsterdam con uno de mis ex, estuve a punto de comprar uno de esos aparatos; verlos en la estantería ya me excitaba. Pero, una vez más, mi pareja no estuvo de acuerdo y prefirió hacerse con unas pelis porno en oferta. Suelo entrar en Internet y mirar en las webs de artículos eróticos los diferentes tipos de arneses que se venden. Realmente, hay verdaderas maravillas, algunos tienen un diseño tan sofisticado y bonito que me lo compraría solo por tenerlo, para estar preparada por si un día… Aunque, en realidad, el hecho de no cumplir esta fantasía no me preocupa, tampoco es malo tener una fantasía por cumplir.

Esta fantasía es frecuente, al igual que es habitual que la pareja se niegue por los motivos que cuenta Trini en su relato: les puede resultar una profanación de lo que consideran «su virilidad». Lo más probable es que, si hiciéramos un sondeo sobre el hecho de que una mujer les penetre analmente con un arnés, nueve de cada diez hombres heterosexuales se negarían a hacerlo por esta cuestión. La mayoría siente que se transgrede su masculinidad y eso les provoca un rechazo total hacia este juego. No entraremos en debatir qué resulta más o menos viril en un señor, pero podemos asegurar que por rechazo, educación o vergüenza, si en una final Real Madrid-Barça se preguntara por megafonía a los asistentes, ninguno levantaría la mano para dejarse penetrar. Por supuesto, hay muchos hombres heterosexuales que se excitan siendo sodomizados, pero no suelen hacerlo público por miedo a que se les juzgue.

Pero ¿qué placer encuentra Trini en esta práctica? Físicamente puede suponer placer, puesto que con el pegging se suele estimular la vagina con la base del dildo. Aunque el placer más poderoso está sin duda en el cerebro, ese gran instrumento sexual: para ella es sumamente excitante cambiar los roles y hacerse con el mando de la situación: llevar las riendas. Es posible que en su cotidianidad Trini resulte una mujer acostumbrada a que sea el otro quien toma decisiones, pero gracias a esta fantasía, libera esa opresión y encuentra la satisfacción sexual.