18

TRES NO SON MULTITUD

Hay mujeres cuyos más íntimos pensamientos se inspiran en el sexo en grupo. Un trío HMH, uno MHM, orgías… Pero ¿qué son exactamente estas prácticas? ¿Sirven para dejar el currículum laboral?… Repasemos algunos de estos dicharacheros juegos sexuales:

  • Trío HMH: o también llamado dúplex. Esta práctica tiene como participantes a dos hombres y una mujer. Existen dos versiones diferentes de este trío. En la primera, el sexo se centra en la mujer, siendo ella la reina de la fiesta. En este caso se da la doble penetración tanto anal como vaginal. Si solo con esas posturas se aburren, también pueden practicar el sexo oral. En la segunda versión del dúplex, los protagonistas son los hombres, que practican la penetración entre ellos, situando a la señora como espectadora. En ocasiones también pueden participar en el sexo oral.
  • Trío MHM: dos mujeres, un hombre y toda la imaginación del mundo. Esta fantasía suele ser muy dada entre los caballeros.
  • Gang bang: este término se utiliza principalmente dentro de la industria pornográfica y corresponde a aquella relación en grupo en la que una mujer mantiene relaciones con tres o más hombres. Si es el caballero el que da placer a más de tres señoras, entonces se denomina reverse gangbang. Y si puede con todas, también se suele llamar «¡Milagro! ¡Milagro!»…
  • Orgía: encuentro sexual entre más de cuatro personas.
  • Ménage à trois: no tiene nada que ver con los tríos, ya que se trata de una especie de «acuerdo» doméstico entre las partes. Sería un «triángulo matrimonial», un noviazgo compuesto por tres. Lo bueno de este lifestyle es que, entre otras cosas, hay una persona más para pagar la hipoteca del piso.

Juana. Treinta y dos años. Dependienta

Me gusta pensar que en mi relación de pareja entra otro hombre. No es que piense en otro hombre cuando estoy con mi chico, me refiero a que le incluyo en nuestra relación, participamos los tres del sexo, follamos los tres. No me he planteado jamás el llevarlo a la práctica, y ni siquiera se lo he planteado a mi pareja: por su carácter celoso y su forma de pensar, no aceptaría jamás, así que no merece la pena enrarecer la relación con mis elucubraciones mentales. Me limito a jugar con esa idea en mi imaginación. Si alguien me preguntara el porqué, realmente no sabría responder…

En el autobús que tomo hasta el trabajo hay un conductor joven que me resulta muy atractivo, Jose. Si hay sitio, me siento detrás de él y me quedo absorta mirándole. Supongo que será cosa de esas atracciones incontrolables que surgen a veces y a las que yo no estoy muy acostumbrada. Pienso en que está conmigo y con mi novio en la cama y que ambos me penetran a la vez, uno por la vagina y el otro analmente. Tampoco sabría qué decir sobre ese deseo, nunca lo he probado y no creo que me gustara hacerlo. Fuera de la excitación propia del momento, pensar en que dos hombres me la meten a la vez me resulta muy doloroso, pero, en el momento del acto sexual, es una idea tan ardiente que me lleva al orgasmo. Sí, muchas veces me pregunto el porqué de esta idea… Quizá debería llevarlo a la práctica para que desapareciera. He leído que este tipo de fantasías suelen desaparecer cuando las cumples…

Si la fantasía es una preocupación, se convierte en un problema. Pero, si no es así, ¿por qué no disfrutar de algo que resulta placentero? No se puede negar que una doble penetración necesita de muchos ejercicios previos, paciencia, lubricación y unas ganas tremendas, pero no hay que olvidar que sería mucho más desgarrador encontrarse a dos señores practicando la doble penetración con tu marido. Eso sí que sería realmente doloroso…

Lo que excita a Juana es sentirse deseada por dos hombres, transgredir las normas que la sociedad le ha marcado, o ella misma se ha marcado, a lo largo de su vida. Para ella, esta fantasía con el chófer del autobús le ayuda a duplicar su placer. En cualquier caso, si realmente le supone un inconveniente para su vida, se deberán valorar los pasos a seguir. Para Juana, hay varias opciones:

  1. Confesar a su marido que le gustaría practicar un trío con un conductor de autobuses llamado Jose. Subrayemos que una fantasía no tiene por qué desaparecer por el hecho de llevarla a la práctica, eso no es ninguna regla matemática, como señala Juana.
  2. Seguir con la fantasía y disfrutar de las dobles penetraciones.
  3. Si se considera este pensamiento como un problema, tomar medidas y tratarlo con un especialista.
  4. Cerrar las puertas del autobús y tirarse a Jose, a ver qué pasa.

Si como afirma Juana su novio es un hombre celoso y convencional, no se recomienda la opción A. No solo no aceptaría la propuesta, es posible que quemara el autobús con una garrafa de gasolina súper.

Si fantasear con dobles penetraciones no supone un grave trauma, la opción B es una buena elección. De lo contrario, pasamos directamente a la siguiente alternativa, la C: hablemos con un especialista.

Nos queda la opción D: no recomendada para las mujeres fieles, pero sí podría resultar muy efectiva en aquellas de naturaleza díscola que no ven problema en llevarla a cabo. No sabemos si logrará hacer desaparecer la fantasía, pero seguro que es muy recomendable para amenizar los aburridos trayectos del autobús de línea.

Piti. Cuarenta y tres años. Sastre

Durante unos años estuve saliendo con un tío que era la caña sexualmente. No he conocido a nadie con tanta imaginación. A mí me gustaba mucho y aunque era catorce años mayor que yo, funcionaba increíble, mucho mejor que los hombres con los que había salido anteriormente. Juanjo tenía un pasado bastante completito, que por supuesto me contó. Yo flipaba con sus historias. Por un lado, me gustaba que me hiciera partícipe de su intimidad, incluso me ponía bastante ser su confidente, pero, por otro, yo notaba cómo mi mente iba levantando un muro entre nosotros. Cada día que pasaba, cada juego que practicábamos, cada paso más allá, hacían que yo tuviera claro que, a pesar de aquel sexo tan bueno, le quedaban cuatro telediarios para que le mandara a la mierda. No sabía cuándo, porque sí había un enganche sexual, pero sabía que en mi vida quería un tío normal, que no me sorprendiera un día con algo a lo que yo no pudiera hacer frente y sabía que, con él, ese momento llegaría.

Llegó un fin de semana, cuando, después de follar como locos, me dijo que le gustaría llamar a una puta para hacer un trío. Me quedé de piedra. Muchas veces habíamos fantaseado con historias al oído para excitarnos, sobre todo él. Y yo sabía que Juanjo había hecho tríos en muchas ocasiones, pero nunca pensé que me propondría hacer realidad sus historias, no pensé que me vería teniendo sexo real con él y con otra mujer. Lo que le excitaba era que yo estuviera con ella mientras él observaba y, cuando lo considerara, se incorporaría conmigo. Me jodió bastante aquella proposición, porque nunca pensé que lo haría. Yo me negué en redondo, dije que hasta ahí no podía llegar.

Y lentamente fui alejándome de él, a pesar de sus súplicas. Aquello fue lo que desencadenó el final de una ruptura anunciada.

Pasaron los meses, yo conocí a un comercial de seguros encantador para el que lo más extravagante en la cama era llevar bragas rojas. Por supuesto lo reeduqué y logré que nuestra vida sexual fuera muy satisfactoria. Pero realmente, nada que ver con la que había conocido con Juanjo. Suelo recordar bastante a menudo nuestros encuentros sexuales, echo de menos su lujuria, su energía, su forma de hacer las cosas. Pero, lo llamativo no son los recuerdos, sino que fantaseo con aquella propuesta a la que dije no con tanta contundencia. Siento que me negué por temor a que me gustara demasiado, temor a romper las reglas, a verme sometida a ese tipo de encuentros. Lo desconozco, pero sí pienso en ese trío, en cómo podría haber llegado una chica a la casa, cómo Juanjo me observa desde su sillón mientras juego con ella, cómo practicamos sexo oral, nos tocamos y después se une y me echa un magnífico polvo.

Quizá tenía que haber accedido y que quedara en un recuerdo. Ahora es solo una fantasía que no creo que cumpla nunca.

Ese tipo de hombres maduros tan buenos en la cama deberían estar subvencionados por alguna marca de viagra; no solo hacen gozar durante la relación; según el testimonio de Piti, funciona incluso a posteriori. Es lo que aporta la experiencia… A pesar de todo, nuestra amiga tenía una línea que no estaba dispuesta a transgredir: se negó, probablemente por miedo a quebrantar sus íntimos principios morales. «¿Y si luego me gusta? ¿Qué hago yo con toda la educación y fundamentos que me inculcaron desde pequeña?…» En efecto, el que le agradara aquello que su jovial partenaire le proponía supondría enfrentarse a lo desconocido, a algo que quizá podía salir mal. Hasta el momento, verbalizar el deseo de hacerlo solo suponía un juego, pero la realidad resultaba impensable… Aunque al final se haya quedado con cierta curiosidad que utiliza como fantasía. Si quiere volver a recuperar el tiempo perdido…

Geno. Cuarenta y dos años. Empresaria

Mi vida es la de una mujer que tiene un negocio de moda, un marido con pasta y una hija. Sin embargo, cuando paseo por la calle, miro a mi alrededor y me pregunto si los que me rodean sospechan cuáles son mis fantasías. Cuando hablo con mi madre, lo pienso. O cuando lo hago con mi marido. Y es que, sin ser una fantasía propiamente dicha, suelo tener un sueño reincidente que viene de hace mucho tiempo. Sucedió hace muchos años. Quedamos en mi casa de verano un grupo de jóvenes, mientras mis padres estaban de viaje. Realmente no recuerdo cómo sucedió todo, pero el alcohol había corrido a raudales y todo se comenzó a complicar. Una amiga había venido acompañada de una chica mucho mayor que el resto y que, pasados unos chupitos, propuso un juego: teníamos que ir por las terrazas de la playa e invitar a chicos y chicas a una orgía. Un juego sin importancia que a todos nos resultó divertido. Y lo llevamos a cabo. Recuerdo que de pronto mi casa estaba llena de desconocidos y desconocidas, en su mayoría en busca de alcohol y fiesta. Los que llegaban interesados en el sexo tenían que subir al piso de arriba y lo que había comenzado como un juego pronto empezó a tomar forma. En una de las habitaciones, la más grande de la casa, la chica mayor se lanzó al sexo con tres hombres, al grupo se sumó una joven que jamás había visto y pronto aparecieron más desconocidos. Yo abandoné la estancia en cuanto un niñato con la cara sudorosa me puso la mano encima.

Bajé a la planta inferior y, mientras intentaba poner orden, me preguntaba qué estaría ocurriendo en aquella habitación que había abandonado minutos antes. Poco a poco, la casa se fue vaciando, a algunos borrachos los eché yo misma y otros se fueron protestando por la falta de bebidas. Pero nadie bajaba del piso superior. Me resultaba violento abrir la puerta de la habitación. No sabía cómo había ocurrido, se había desatado el sexo y todo sucedía dentro, en la cama de mis padres. Subí y acerqué mi oreja a la puerta. Se podían escuchar los gemidos y las risas, a lo lejos alguien insultaba obscenamente a otra persona, hasta mí llegaba el hedor de lo que allí pasaba. Quería entrar pero me frenaba, ¿qué podía sucederme dentro? Solo tenía que dejarme llevar… Puse mi mano en el pomo de la puerta dispuesta a entrar. Pero alguien llamó desde la planta baja. Entonces en mi cara apareció un gesto de indignación y corrí hacia las escaleras: era mi amiga.

—Muy fuerte lo de esa amiga tuya, ¡está follándose a todos en la cama de mis padres!

Con esta frase, volví a recuperarme y mi amiga entró en la habitación dando gritos y amenazando con llamar a la policía. Todos salieron corriendo escalera abajo y la casa quedó desierta en menos de diez minutos.

Desde entonces, sueño con lo que estaba sucediendo dentro de aquella habitación. Y no, no es una fantasía, siempre llega cuando estoy durmiendo y hasta me produce cierta excitación, porque yo participo de la orgía. Me dejo tocar por el niñato sudoroso y comienza el juego. Luego me entrego a otro, y cuando él acaba paso a manos del siguiente. Y veo como algunos hacen cola para penetrar a la chica mayor. Nadie está fuera, todos participan.

Despierto antes de llegar al orgasmo, aunque suelo estar a punto casi siempre. De forma consciente jamás utilizo esos pensamientos para excitarme, no podría. No sé por qué sigo recordando aquel día, ni siquiera fue una buena experiencia para mí. Aquello lo enterramos y nunca ninguno de los que estuvimos presentes volvió a sacar el tema. Pero parece que, para mí, nunca se enterró del todo…

La historia de Geno se debería titular «Sé la que montasteis el último verano». Por el relato de Geno, todos los asistentes eran muy jóvenes y seguro que la mayoría guardará un recuerdo imborrable de aquel encuentro bucólico-pastoril. Como experiencia de iniciación al sexo es bastante procaz, pero eso no tiene por qué resultar negativo, a no ser que tu padre sea el jefe de la Guardia Civil y regrese a casa antes de lo previsto. Gracias a Dios no sucedió, de haber sido así el «sueño» tomaría unos tintes muy diferentes con tiros incluidos… Probablemente, el episodio vivido sucedió en un momento en el que Geno era demasiado joven y su sexualidad aún estaba en fase de búsqueda, de ahí que le marcara. Y en cuanto a dicho sueño, quizá resulte mejor consultarlo, sobre todo si en él nunca logra llegar al orgasmo. Pasarse la vida de orgía en orgía sin alcanzar el clímax no debe de ser demasiado bueno para la tensión arterial.

Esta práctica representa la seguridad total en la pareja. Como en otras disciplinas, los dos miembros han de estar de acuerdo, se han de seguir unas normas y tener en cuenta siempre los límites del otro. Según los expertos en estas artes, antes de entrar en el juego, los tres miembros han de tener claras esas reglas, tanto si se trata de una pareja y una tercera persona foránea, como si son tres individuos libres de vínculos. En el caso de que dos de los practicantes sean pareja, se pueden dar los celos, algo que resultaría negativo en la experiencia. Si una de las partes es de naturaleza celosa, habrá que procurar tratarla con atención, procurando que no se sienta desplazada en ningún momento. En definitiva: hemos de tener muy claras las consecuencias que puede traer a la pareja este juego, respetar unas reglas y, sobre todo: respetar los deseos de los otros jugadores.