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JÓVENES PROMESAS

La iniciación al sexo también es un aliciente importante para la producción de fantasías sexuales. Sobre todo en las más jóvenes. Pero ¿qué es lo que estimula a este grupo de mujeres? En la mayoría de los casos, por su inexperiencia, se inspiran en el entorno más cercano, y suelen enfocar su deseo en individuos concretos como personas con las que mantienen cierto contacto, actores famosos…

Gina. Diecinueve años. Estudiante

Hace unos meses que me masturbo pensando en mi profesor de Introducción al Derecho. Es un hombre de unos cuarenta y tantos años pero que tiene un gran atractivo. Al principio, por supuesto ni me fijé en él, y menos cuando se dirigía a mí por mi apellido con tono inquisidor si alguno de mis trabajos no le gustaban. Gracias a uno de esos trabajos, comencé a fijarme en él como algo más que un hueso duro de roer. Tras entregar un pésimo examen, el profesor me indicó que me quedara al acabar la clase y yo obedecí. En realidad, no sucedió nada, me acerqué a su mesa y allí me estuvo explicando los fallos que había cometido, bastantes por cierto, para acabar en una especie de consejo paternal en el que se incluyeron frases como «Si sigues así, no vas a sacar la asignatura». Por supuesto, yo me limité a asentir y a dejarle claro que mejoraría en mi actitud. Pero me llamó la atención que, a pesar de que había muchos exámenes con nota deficiente, fuera yo la única a la que se dirigiera.

Desde aquel momento, comencé a mirarle con otros ojos. Incluso su físico, hasta entonces invisible, empezó a parecerme «interesante»… Me había hecho sentir «especial» y eso yo lo traduje en una atracción.

Es ahí donde comienzan mis fantasías con él. Casi siempre arrancan como el día en el que me pidió que me quedara tras la clase. La escena es exactamente igual. Lleva la misma ropa y yo también. El lugar es exacto y la conversación se inicia de igual modo… Pero, a partir de un punto, comienza la fantasía.

A veces él empieza a tocarme el culo, metiendo la mano por debajo de mi falda, al principio yo me siento desconcertada e intento disimular. A pesar de que sus dedos comienzan a acariciar mi sexo por encima de las bragas, es como si no sucediera nada, ambos fingimos y seguimos hablando sobre el examen. Pero yo siento cómo me manosea, cómo mueve su mano desde el clítoris hasta el trasero. Y sigue hablando mientras yo me deshago con sus caricias. Cuando aparta la tela de las bragas y sus dedos entran dentro de mi coño, entonces es cuando yo me abandono, abro tímidamente mis piernas y él explora mi sexo con sus dedos. Sutilmente va buscando mi agujero, lo encuentra, se escapa hacia el clítoris, luego vuelve a él y entra despacio. Hasta que me corro.

Otras veces me sienta encima de la mesa y me abre las piernas. Bien separadas, mi tanga queda a la vista y parte de mi sexo también. En esta fantasía él va muy despacio, todo es como a cámara lenta… Comienza a acariciarme desde los tobillos, pasa por mis rodillas, llega a los muslos, a la cara externa. Después a la cara interna. Esto me produce gran excitación, esperar a que él llegue a mi sexo. Y pasa sus manos por mis ingles y después se coloca detrás de mí. Desde allí, baja con su mano por mi cuello. Llega a los pechos, pero no directamente, es como un viaje eterno por mi cuerpo que mantiene mi excitación al límite. Sigue bajando para después subir de nuevo a las tetas, pasa sus dedos por mis pezones y regresa al estómago, desciende al ombligo, al pubis… Introduce su mano por debajo del tanga y, en cuanto acaricia mi clítoris, llego al orgasmo.

En alguna ocasión, he intentado integrarle de otro modo en las fantasías, con felaciones o incluso con coitos, pero enseguida me escapo de esas ensoñaciones; no me excitan las escenas en las que aparece su miembro, más bien me intimidan. Me pregunto por qué; aunque aún no he mantenido relaciones sexuales completas con ningún hombre, no me importaría hacerlo. Lo cierto es que, de momento, me satisfacen este tipo de pensamientos con mi profesor y mis orgasmos ahora son mucho más satisfactorios. ¡Ah!, y la asignatura va viento en popa…

Si en una anterior fantasía una profesora fantaseaba con un alumno, ahora resulta al revés… El interés del profesor por Gina ha provocado en ella una reacción sexual. El maestro parece no haber reparado en ningún otro examen más que en el suyo, es ahí donde nace una especie de vínculo que le otorga el permiso necesario para entrar en la intimidad de la protagonista. Ese movimiento ha despertado su deseo y, posteriormente, lo ha transformado en sexo. Como bien dice ella misma, se siente importante para él.

Aun así los factores de esta respuesta pueden ser muchos. Por ejemplo, el poder del que ya hemos hablado —no olvidemos que es un profesor—, y podría existir el deseo subconsciente de tenerlo «sometido» para su propio placer… Si su reacción correspondiera a este último punto, se entendería en parte la ausencia del miembro de él. Ella es la que domina la situación y él es solo un instrumento que le da placer sin obtener nada a cambio. Pero no nos fiemos de esta teoría, quizá en la fantasía él es un hombre que solo encuentra placer en masturbar a jóvenes y pizpiretas estudiantes de Derecho…

Con todo, existen fantasías de iniciación con más personajes en la trama. A continuación presentamos a una gran «exploradora» de los placeres…

Saray. Dieciocho años. Estudiante

De mi clase me gustan por lo menos cuatro tíos. Y sé que lo normal es decir que te mola uno, que sientes algo superespecial por él y chorradas de ese estilo, pero si me gustan cuatro ¿qué hago? Pues me callo la boca y digo que mi amor verdadero es Robert Pattinson y va que chuta, porque, si digo la verdad, me convierto en la guarra más famosa del campus. Y paso. Si tuviera que puntuar a mis cuatro chicos preferidos, quedarían de esta manera: Josean un 9, Andy un 7, Lolo un 7 y Jorge un 6 porque está un poquito fofo. El 10 aún no lo he llegado a dar porque estoy esperando a un tronco que se lo merezca… Y ese… ¡No se me escapa!

Yo no soy virgen, de hecho tuve una etapa en que lo hacía bastante, aunque la verdad es que siempre estaba tan pedo que no me acuerdo ni de la mitad. Era una niñata, pero desde que entré en la uni he madurado y no me voy con cualquiera. Es más, incluso he salido durante cuatro meses con uno de Económicas… Solo que me aburría mazo con él. Muy coñazo todo, así que le dejé.

Ahora estoy sola y fenomenal, me lo paso guay con mis amigas, salimos, nos reímos y espero encontrar pronto a un tío que me mole de verdad. Pero hasta entonces no me voy a quedar de manos cruzadas, ¡no soy una monja! Me encantan los tíos y no tengo problema para enrollarme con el que quiera. De los que más me gustan de clase me he enrollado con tres, me falta Josean, el del 9, pero me ha dicho una compañera que en cuanto me lo trinque bajará a un 3 raspao. Pero esta muyyyy bueno, se parece a Mario Casas.

Los cuatro me gustan más o menos parecido y paso de follar con ellos, eso son palabras mayores, así que me consuelo con montarme mis pajas mentales… Mentales y de las otras, claro.

Como más o menos los tengo controladitos, pienso en que estoy con tres en la cama, en pelota picada y me chupan por todos los sitios. A Andy yo le hago un karaoke pero no le dejo acabar. Y luego de uno en uno me van follando hasta correrse. Primero Jorge, que tiene pinta de durar poco, luego Lolo y después Andy… Y al final aparece Josean, superguapo y con unas tetas alucinantes. Me ponen muy cachonda sus tetas, siempre las marca debajo de la camiseta, ¡qué cuerpo tiene el tío! Y entonces me la mete y yo por fin me corro. La verdad es que los otros desaparecen en cuanto llega él… Pero ¿para qué los voy a dejar allí aguantando la vela? Pues que se den el piro. Y me mola esta fantasía. Por supuesto que no cuento nada, ya lo he dicho antes… Si les contara a mis compis mis pajas mentales, al día siguiente me llamaban del Sálvame, menudas son. Ahora solo me queda hacérmelo con Josean, no sea que en lugar de un 3 conmigo saque un 10. Como dice él: «No hay hombres impotentes, sino mujeres inexpertas…».

Desde luego, Saray no pierde el tiempo, ni en su vida real ni en sus fantasías sexuales. Le atraen cuatro hombres y mantiene relaciones con los cuatro, lo que se dice una gran exploradora… Es evidente que la suya no tiene nada que ver con la anterior historia, no se siente sucia ni tiene ningún sentimiento de culpa: ha decidido que no quiere mantener relaciones sexuales reales con estos hombres que le atraen, y los utiliza para sus fantasías. Para ella, el deseo de sentirse muy deseada e imaginar cómo los cuatro se disputan sus favores convierten la escena en un excitante harén. Aunque podría resultar que la mujer que se excita con esta fantasía tenga problemas de autoestima y necesite de atención…, no parece que sea el caso de Saray.

Lo preocupante quizá sea que, a pesar de ser una mujer abierta, se ve incapacitada para verbalizar sus pensamientos entre las propias amigas por miedo a que la etiqueten; por desgracia, algo mucho más común de lo que parece. La pregunta puede ser demagógica, pero ¿qué ocurriría si un hombre relatara una fantasía en la que se lleva a la cama a cuatro mujeres y mantiene relaciones sexuales con todas? Sobra la respuesta.