Agradecimientos
Mi gratitud a todos los que hacen posible que las historias se conviertan en libros.
A mis editores y, en especial, a Virginia Fernández.
También a los libreros y a los lectores que me han acompañado hasta hoy.
A Lola Travesedo, una vez más, por ayudarme a comprender el laberinto de la mente.
Y a Fermín y Álex, por estar siempre cerca.
Durante la escritura de este libro he tenido dos compañeros inseparables: la guía de Alejandría de E. M. Forster y mi querido Argos.