INTRODUCCIÓN

ESFÍNTER

Espero que mi viejo, que mi buen ojo del culo resista

En 60 años no se ha portado nada mal

Aunque en Bolivia una operación de fisura

Sobrevivió al hospital de altiplano —

Poca sangre, ningún pólipo, ocasionalmente

Una leve hemorroide

Activo, anhelante, receptivo al falo

Botella de coca, vela, zanahorias

Plátanos y dedos —

Ahora el sida lo vuelve cauteloso, pero

Aún servicial —

Fuera el mal rollo, dentro el condón

Amigo orgásmico —

Aún elástico músculo,

Descaradamente abierto al placer

Pero en 20 años más, quién sabe,

Los viejos sufren todo tipo de achaques

Cuello, próstata, estómago, articulaciones —

Espero que mi viejo orificio se conserve joven

Hasta la muerte, dilatado

ALLEN GINSBERG

Este es un libro sobre el culo, un libro alrededor del culo, un libro escrito desde dentro del culo. Pero no es un libro que busque ninguna verdad sobre el placer anal, ni es un manual de autoayuda anal, ni un acercamiento antropológico ni científico al sexo anal que ofrezca un saber para consumo de miradas curiosas sobre el «otro». No vamos a descubrir una nueva tribu para los antropólogos de hoy en día, ni vamos a crear unas nuevas taxonomías al servicio de una sexología moderna, progresista y hasta queer. No es un libro que tenga esperanza en una supuesta «liberación» sexual por el culo, o que ensalce el sexo anal como lo natural y lo sano, o como la panacea del placer y la felicidad entre los seres. No vamos a pedir a nadie que prometa con nosotros votos de amor en una especie de chakra Muladhara anal que nos llevará a la iluminación y la paz. Tampoco es un libro de confesiones o narraciones personales sobre nuestros culos o sobre quienes han estado o han deseado estar allí.

Más bien se trata de ver lo que el culo pone en juego. Ver por qué provoca tanto desprecio el sexo anal, tanto miedo, tanta fascinación, tanta hipocresía, tanto deseo, tanto odio. Y sobre todo revelar que esa vigilancia de nuestros traseros no es uniforme: depende de si el culo penetrado es blanco o negro, si es el de una mujer o el de un hombre o el de un/a trans, si en ese acto se es activo o pasivo, si es un culo penetrado por un dildo, una polla o un puño, si el sujeto penetrado se siente orgulloso o avergonzado, si es penetrado con condón o sin él, si es un culo rico o un culo pobre, si es católico o musulmán. Es en esas variables donde veremos desplegarse a la policía del culo, y también es ahí donde se articula la política del culo; es en esa red donde el poder se ejerce, y donde se construyen el odio, el machismo, la homofobia y el racismo.

El culo parece muy democrático, todo el mundo tiene uno. Pero veremos que no todo el mundo puede hacer lo que quiera con su culo.

Queremos explorar un órgano o un lugar que desafía la definición actual de lo que es el sexo y lo genital. No partimos de una hipótesis represiva. Siguiendo el análisis de Foucault en su Historia de la sexualidad, no creemos que exista un poder que reprima el placer o el sexo, ni siquiera en este caso, el placer del sexo anal. La penetración anal forma parte del dispositivo de sexualidad desde hace mucho tiempo; hoy en día se muestra frecuentemente el sexo anal, está en casi todas las películas porno (heteros y gays), está en las novelas eróticas, en las tiendas de juguetes sexuales, en el postporno, en las consultas sexológicas de la televisión y de la prensa, está en el arte, la fotografía, la pintura… Hay numerosas guías didácticas y vídeos sobre el sexo anal[1].

No, el sexo anal no se reprime, o al menos no de una manera uniforme. No hay unidad en el dispositivo represivo. Lo que veremos aquí precisamente son las incoherencias que existen en torno al culo, en qué medida estas contradicciones cuestionan el régimen heterocentrado y machista en que vivimos, y hasta qué punto subvierten el dispositivo de sexualidad actual.

Para empezar, planteamos un simple ejercicio a quien lea este libro: abre tu culo y se abrirá tu mente.