5. PLACERES ANALES: FIST, DILDOS, POLLAS, CÁRCELES

«Ser un armario es, en el mejor de los casos, una triste ironía, una paradoja divertida, la contradicción de estar siempre a cuatro patas y ser impenetrable».

URRI ORIOLS. «Mobiliario».

De un Plumazo, nº 4

El fist-fucking o penetración anal con el puño (fist) es una práctica que surge en el seno de las comunidades S/M gays. No es evidente que se trate de una práctica S/M, en el sentido de que no es una práctica que experimente con el dolor y, de hecho, no todos los que practican S/M practican fist, ni todos los que practican fist son S/M. Pero sí hay que reconocer un vínculo cultural en los espacios en los que aparece, espacios creados por la comunidad S/M. Gayle Rubin hace una descripción fascinante de estos espacios en su artículo «The Catacombs», dedicado a un club S/M de San Francisco donde en los años 70 florecieron las prácticas de fist.

El fist hace referencia a dos espacios perseguidos, reprimidos, condenados como abyectos: el ano y la mano. El sexo genital no se reprime, se fomenta en imágenes, discursos, programas. Hasta los sexólogos recomiendan hoy en día la masturbación como algo saludable. Porque el sexo genital refuerza la diferencia sexual y la asignación de roles y género: hombre penetrador, mujer penetrada, coherencia o destino de la cópula coño-pene, etc. El fist va a recuperar esos dos espacios proscritos, el trabajo del culo y la mano-brazo como objetos y sujetos de placer. Beatriz Preciado, en su ensayo Manifiesto contra-sexual, ha realizado una rigurosa genealogía del dildo para mostrar que este no procede de una imitación o referencia al pene, sino a la mano. El dildo procede de las técnicas y máquinas diseñadas para reprimir la mano masturbadora. Por eso podemos decir que el fist es una especie de reconquista de un terreno prohibido: solo el médico podía usar la mano «ahí», en el ano y en el recto, para las exploraciones. En el caso de los hombres era una exploración vergonzante y privada, justificada para detectar enfermedades de la próstata. Los fist se apropian de ese espacio privado y «del especialista», y le dan un sentido diferente: de comunidad, de aprendizaje, de placer, de autonomía. Se abandona el centro en los genitales y la dinámica obligatoria erección-eyaculación. Es curioso observar que este abandono del pene aparece en un entorno gay cuando precisamente a los gays se nos identifica siempre como adoradores del falo. (También existen prácticas S/M y de fist entre lesbianas, y entre heterosexuales, pero no entraremos aquí en la genealogía de estas prácticas, que son diferentes).

Como ya hemos señalado en otras partes de este libro, el uso de un espacio abyecto como lo anal está permitido en el cine porno, pero solo si es penetrado por un pene. El fist hace otra cosa, es un porno sin genitales. Como hemos señalado, el código del porno tradicional está saturado por el circuito erección-penetración-eyaculación, donde el eje narrativo es el pene. En cambio, en las películas porno de fist en muchos casos no aparece ninguna erección, es más, no aparecen órganos genitales. El interés se desplaza hacia otras partes del cuerpo:

  • en muchas fiestas de fist, la mano y el brazo son enguantados ceremoniosamente con un guante de látex (esto nos recuerda al guante de Rita Hayworth, pero, a diferencia de Rita en Gilda, aquí lo erótico viene en el proceso de ponerse el guante, no en quitárselo). Vemos aquí otro ejemplo de apropiación y resignificación: del uso inicial del guante en el fist por la necesidad de protegerse de la trasmisión del sida, se pasa a una estilización erótica del propio guante. El brazo penetra en el recto, da placer, pero a su vez él también recibe placer. Y el guante del XVII, diseñado para evitar la masturbación, se ha transformado en un guante que produce placer. El proceso de lubricar la mano y el brazo se transforma también en un acto erótico;
  • el ano como lugar de exploración, de placer y de trabajo; el ano y el recto, lugares tradicionalmente excluidos del placer, son reivindicados de una forma diferente: no como lugar de recepción del pene (órgano que le daba valor de uso dentro del porno), sino como lugar activo, de producción de placer y de apertura del cuerpo. Como dice el estudioso de la cultura S/M José Manuel Martínez-Pulet:

«Meter el puño en un culo hambriento puede ser otra forma de ternura y de afecto. […] En el caso del fist-fucking (o del foot-fucking, variante del fist con el pie), queda bien claro que su finalidad es la producción de placer. Los practicantes pueden jugar horas y horas sin necesidad de correrse, o incluso de tener una erección. Para uno, el placer radica en entregar el culo al otro, lo cual exige mucha confianza. Para el otro, el placer consistirá en colonizar con la mano el interior de otro hombre y sentir desde dentro los latidos de su corazón, para lo cual se requiere mucha responsabilidad y pericia. Como dice G. Rubin, “fistear es un arte que consiste en seducir uno de los músculos más impresionables y tensos del cuerpo”. El puño cerrado, que normalmente define un gesto de agresividad y amenaza, es redefinido aquí como instrumento de afecto y ternura. La cámara se fijará en él, en el Crisco que lo empapa, en el orificio anal que lo espera; captará los movimientos de la mano y las progresivas modificaciones del culo; capturará la complicidad de los participantes manifiesta en las miradas, los gemidos, los gritos, etc. El eje de la narración ya no es, pues, la polla erecta que penetra (más bien el pene, fláccido, retrocede a un segundo plano), sino que se traslada a la periferia, al culo y al puño, en un acción que no tiene ninguna finalidad concreta más que la producción de placer corporal y mental[58]».