22. Sexo en público, sexo en grupo y orgías

¿Quieres ser un putón de orgías? Es una opción. Da igual lo que puedas haber oído, el sexo en grupo no es obligatorio para las relaciones abiertas, y conocemos muchos excelentes y descarados putones que no van a orgías ni organizan tríos ni cuartetos en sus casas. También conocemos parejas monógamas que frecuentan entornos de sexo en público por el puro placer de jugar juntos en un lugar erótico y especial, completado con un público agradecido.

Si has tenido alguna vez una fantasía en la que cinco personas te hacen el amor, o en la que tienes un par de manos extras con las que hacerlo, o de hacerlo delante de un público que se emociona con tus revolcones y alaridos de placer… en otras palabras, si te atrae la idea de las fiestas sexuales, este capítulo es para ti. Aquí te contaremos lo que necesitas saber para pasarlo bien y manejar las adversidades que podrían surgir.

Nosotras creemos que hacer que el sexo no sea privado es fundamentalmente un acto político radical. Mucha de la opresión en nuestra cultura se basa en la vergüenza respecto al sexo: la opresión de las mujeres, de las minorías culturales y de las minorías sexuales. Todos esos tipos de opresión se aplican en nombre de la (presumiblemente asexual) familia. Todo el mundo está oprimido. Nos han enseñado que, de una manera u otra, nuestros deseos, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades son algo de lo que avergonzarse. ¿Qué mejor manera de derrotar a esa opresión que reunirse en comunidades y celebrar las maravillas del sexo?

Ir a una fiesta sexual supone un excitante reto. Es una oportunidad para ir un poco más allá y desarrollarte al enfrentarte al pánico escénico, la ansiedad sobre qué tal lo harás y la tensión maravillosa y aterradora de planificar y prepararse para un sexo muy elaborado en un ambiente intensamente sexual. Todo el mundo siente nervios, y la vulnerabilidad compartida se suma a la excitación. Nos encanta la vertiginosa sensación de victoria cuando conseguimos superar con éxito todos esos obstáculos y creamos un excitante encuentro sexual. No hay mucho sitio para la mojigatería y vergüenza en una orgía, y cuando jugamos en un grupo de personas, obtenemos un poderoso refuerzo de que el sexo es algo bueno y hermoso y que somos personas atractivas y deseables.

¿Por qué sexo en público?

Tus autoras disfrutan del sexo en público y regularmente asisten a lo que llamamos play parties, entornos en los que las personas se reúnen para disfrutar de una amplia variedad de sexo entre ellas. En una atmósfera muy cargada sexualmente nosotras sentimos una especie de excitación sinérgica cuando el deseo de todo el mundo alimenta el nuestro, y nos sentimos conectadas y excitadas por todo ese sexo feliz que está teniendo lugar a nuestro alrededor.

El sexo en grupo ofrece la oportunidad de probar nuevas parejas sexuales en un entorno seguro, junto a nuestras amistades; incluso podemos tener la oportunidad de echar un ojo a una persona que nos excita mientras hace el amor con una tercera persona (puedes verlo como un casting o publicidad, depende de tu punto de vista). El sexo en grupo ofrece la posibilidad de retarnos, sacar nuestra sexualidad al exterior, en primera plana, con mucho apoyo para superar los miedos y la timidez, y un montón de personas agradables para aplaudir nuestros éxtasis.

En un entorno de sexo en grupo podemos aprender nuevos actos sexuales con mucha ayuda: podemos ver a alguien haciendo algo sexual que antes sólo lo habíamos visto en nuestras fantasías, y podemos preguntarles, cuando hayan terminado, cómo lo hacen. Nosotras aprendimos muchas de nuestras habilidades sobre sexo seguro en orgías en las que las barreras de látex son imprescindibles y hay mucha ayuda para manejar esos pequeños trozos de látex y para mantener la seguridad y bienestar de todo el mundo. La mayoría de los espacios para sexo en público facilitan condones, guantes de goma y cualquier otra cosa que puedas necesitar para jugar con seguridad.

Las play parties pueden ayudarte a superar tu mala imagen corporal. Como señalamos antes, las personas disfrutan del sexo a todas las edades y con cuerpos de todos los tipos, y en cualquier orgía las verás haciéndolo. Una buena manera para prepararte para tu primera aventura en una orgía es visitar una playa nudista o un balneario, si no has ido antes, para ver cómo es la gente real sin ropa y tener la experiencia de la desnudez en público. Empezarás a ver belleza en un montón de cuerpos que no se parecen en nada a los de Playboy o Playgirl —este puede ser un buen momento para repetir el ejercicio «El juego del aeropuerto» que aprendiste en el capítulo 17, «Conectando»— y que hay mucho disfrute sensual en la sensación del cálido sol y la suave brisa en todas las partes de tu cuerpo.

Nos sorprende pensar que, después de muchos años practicando sexo en público, la mayoría de la gente en nuestra cultura nunca ha tenido la oportunidad de ver a otra persona disfrutar del sexo. Nos preocupa porque nos parece una gran pérdida. Nosotras nos acordamos de cuando nos preguntábamos y preocupábamos sobre si resultábamos ridiculas con nuestras piernas abiertas en alto y nuestras caras retorcidas en un grito de éxtasis. El sexo en grupo es un gran antídoto para una mala imagen corporal. Te sentirás mucho mejor sobre el aspecto que tienes, sobre cómo lo haces, y sobre quién eres cuando tengas la oportunidad de ver a personas reales teniendo sexo. Mira a tu alrededor: cada persona es preciosa cuando tiene un orgasmo. Eso es por lo que una orgía puede ser un espacio perfecto para el exhibicionismo consensuado. En una fiesta de tipo sexual, todos podemos ser estrellas y brillar más que nunca.

Espacios para fiestas

Los locales para sexo son unos entornos muy especiales. San Francisco, donde vivimos, tiene una deliciosamente y amplia variedad de entornos para orgías donde escoger. Hay espacios para fiestas sólo para mujeres, sólo para hombres, para parejas, para entusiastas del SM y amantes de vestirse de mujer y los disfraces, y fiestas especializadas en casi cada práctica sexual en la que puedas pensar; y algunas que hay que ver para creérselas. Puede que quieras ojear internet buscando fiestas de abrazos para encontrar nuevas ideas sobre reuniones y quizás información más segura para contactar con grupos: en las fiestas de abrazos, todo el mundo viste pijamas y se acurruca para explorar la cercanía corporal, sin convertirlo en sexo.

Las fiestas pueden ser anunciadas públicamente, sólo a personas suscritas a una newsletter o en grupos de apoyo, o ser privadas y con invitación. Hay locales públicos, como las saunas gays, que están abiertas veinticuatro horas al día, siete días a la semana, y sitios más pequeños, quizás en un sótano habilitado como sala de juegos, donde se celebren fiestas una o dos veces al mes. Otros amables grupos promueven pequeñas reuniones en el salón de casa de sus miembros.

San Francisco y otras grandes ciudades pueden presumir de tener un buen número de locales para fiestas, en los que una o dos plantas se han dedicado a eventos sociales y salas para play parties. Esos locales para fiestas pueden alquilar su espacio a grupos privados, que pueden organizar fiestas más o menos una vez al mes para su lista de miembros invitados.

La primera fiesta de sexo en grupo a la que asistió Dossie se celebró en un piso comunal en San Francisco, presidida por el genio de Betty Dodson. Quienes vivían allí se dedicaban al feminismo, liberación gay y liberación sexual, y su comuna era un experimento consciente de cambiar radicalmente las condiciones en las que podemos disfrutar del sexo. Quitaron todas las puertas y convirtieron el espacio del desván en una habitación diáfana eliminando el mobiliario. En un día cualquiera podías encontrar varias personas tomando el sol en la terraza, otras organizando la cena, otras dos jugando al ajedrez, una pareja follando, y otra persona en la habitación vibrando en su camino hacia su propio orgasmo. Había fiestas más grandes tres o cuatro veces al año, llenas de personas haciendo el amor en grupo, en pareja o a solas, con muchos masajes, y practicantes de Tantra cantando «Ommmm…» afinando con el zumbido siempre presente de los vibradores. Este espacio y lo que pasaba allí era privado, al alcance de las amistades y amantes de las seis o siete personas que vivían allí.

Los ambientes de sexo en público, sean grandes locales públicos o pequeñas casas para fiestas, tienen en común la función de proveer un espacio agradable en el que puedes ser sexual. Aunque la decoración y mobiliario de los entornos para el sexo en grupo varían tanto como la imaginación sexual humana, hay algunas cosas básicas que encontrarás en la mayoría de los espacios para fiestas. Suele haber una persona en la puerta para registrarte, y puede que te pida que firmes una exención de responsabilidad. Suele haber una zona social, con sitios para sentarse y conocer gente, normalmente con un pequeño buffet con tentempiés y bebidas. El sexo normalmente no se lleva a cabo en la zona social, y así si sientes cierta timidez puedes estar allí hasta que reúnas el valor.

Suele haber taquillas o perchas para los abrigos o estanterías o algún sitio donde poner tu ropa, y ponerte la ropa para la fiesta o simplemente desnudarte. La mayoría de las fiestas son para desnudarse, otras muestran una deslumbrante selección de vestuario para cada fantasía sexual. Encontrarás servicios para el aseo, incluidos cuartos de baño y duchas. Y está la sala, o salas, para juegos.

Las salas para juegos pueden variar desde pequeños cubículos, a menudo organizados en laberintos, con una pequeña colchoneta del tamaño justo para follar, hasta grandes habitaciones con espejos en las paredes y suelos tapizados para abrazarse en grupo, toqueteos en grupo y otras actividades orgiásticas. Puede haber jacuzzis, saunas de vapor y jardines para que busques amantes y descanses. Puede haber una zona para bailar. Casi siempre hay música con un ritmo muy marcado, para despertar tu ritmo natural y para dar un aire de privacidad auditiva de manera que no te distraigas con los jadeos o los gritos de placer de las personas a tu alrededor. La iluminación suele ser tenue, a menudo roja o naranja, y así todo el mundo parece un poco más bronceado y quizás con un poco más de atractivo. Encontrarás salas con mobiliario imaginativamente diseñado para tener sexo en él, como mesas para exámenes médicos, camas con espejos o mazmorras para fantasías SM, o quizás un colchón de agua gigante para quienes les gusta hacer olas.

Recientemente, los hoteles que acogen congresos para diversos grupos que celebran su estilo de vida han permitido zonas para fiestas, incluso mazmorras, construidas dentro de sus salones de fiestas para sus huéspedes. Estas fiestas son gestionadas por el mismo congreso y normalmente atendidas por un amable voluntariado del mismo congreso, con la cooperación del personal del hotel para mantener el espacio privado. A los hoteles les suelen gustar nuestros congresos: no bebemos demasiado, somos amables con el personal, y tenemos un vestuario fantástico. ¡Qué buen ejemplo del acto político radical hacer del sexo algo no privado! Grandes cadenas hoteleras ahora tienen normas sobre play parties, normas que nos apoyan. ¡Hurra!

Los espacios para play parties tienden a formar comunidades. Las personas prueban las diversas fiestas que hay en su zona y vuelven al grupo, o grupos, que encuentran más amigable. Según se va conociendo la gente y comparten la especial intimidad de la conexión sexual, a menudo surge la amistad y se forman clanes familiares. No es inusual en absoluto encontrarse un club que organiza fiestas sexuales en forma de acto benéfico para uno de sus miembros que ha tenido un accidente o una enfermedad grave. Son comunidades y las comunidades cuidan de sí mismas.

Etiqueta del sexo en grupo

Sabemos que no te enseñaron en el colegio cómo comportarte en una orgía, y estamos seguras que tu madre tampoco te lo explicó.

Se necesita un protocolo particular para los eventos de sexo en público, ya que todo el mundo en esos ambientes ha bajado algunos de sus límites habituales para facilitar el acercamiento mutuo. Normalmente los límites sociales sirven para mantener a la gente a una distancia previsible, de manera que todos nos sentimos a salvo en nuestro propio espacio personal. El sexo en grupo entraña el reto de tener que pensar cómo sentir seguridad y comodidad al mismo tiempo que aumenta la cercanía e intimidad con todo un grupo de presumiblemente agradables y atractivas personas, por lo que se deben desarrollar, aprender y respetar nuevos límites de manera que todo el mundo pueda sentir la seguridad suficiente para jugar.

Muchos espacios para fiestas muestran una lista de reglas según entras o las cuelgan en la pared. Léelas; verás que tienen sentido. La mayoría de los sitios especifica el nivel de precauciones de sexo seguro que exigen, y facilitan condones, guantes de látex, lubricantes, barreras dentales de látex y demás. Incluso si tú y tu pareja tenéis un vínculo de fluidos, puede que te pidan, o que tengas la sensación de que sería de buena educación, usar protección de látex en un entorno público. Los putones con ética obedecen las reglas de las fiestas a las que deciden ir.

La responsabilidad en el voyerismo es indispensable. Puedes mirar lo que la gente hace en lugares públicos, pero siempre desde una distancia respetuosa. Si las personas participantes se dan cuenta de tu presencia, es que estás demasiado cerca. Si es correcto masturbarse o no mientras se mira varía de un sitio a otro, pero siempre es de buena educación mantener tu propia excitación lo suficientemente discreta para que no distraigas a la buena gente que está dando semejante buen espectáculo. Además, probablemente no lo esten haciendo para ti. También sé consciente de que cuando te acercas a personas que están jugando, pueden oírte: este no es el lugar para contarle a tu acompañante lo odioso que es tu jefe o sobre tus recientes experiencias en la consulta proctológica.

El límite entre el espacio social/de charla y el de juego es muy importante. Cuando entras en la zona de juego, entras en un diferente estado de consciencia que tiende a sacarte de tu intelecto y meterte en tu cuerpo muy rápido. Hablar demasiado en la zona de juego puede arrancarte de vuelta hacia la consciencia verbal, no sexual, cotidiana.

Buscar sexo es algo activo pero no debe ser intrusivo. Lo ideal es que una petición respetuosa reciba una respuesta respetuosa, lo que significa que está bien preguntar, y si la respuesta es «no, gracias», eso está bien también. Recuerda, las personas que van a orgías son bastante sofisticadas, y están en ellas porque saben lo que quieren. Si esa persona que te parece atractiva no quiere jugar contigo ahora, tómatelo con calma y busca a otra persona. Insistir a alguien en una fiesta de tipo sexual es algo indescriptiblemente maleducado y hará que rápidamente te ganes una invitación al mundo exterior.

Ligar en fiestas de sexo en grupo no es muy diferente de hacerlo en cualquier otro sitio, aunque quizás de manera más honesta y directa. Normalmente, empiezas presentándote como persona: «Hola, soy Ricardo, ¿cómo te llamas?» es claramente preferible a «Hola, ¿te gusta mi gran polla?». La gente habla durante un rato, flirtea un poco y luego pregunta de forma bastante directa: «¿Te apetecería jugar?». Si la respuesta es sí, lo siguiente es la negociación: «¿Qué te gusta hacer? ¿Hay algo que no te guste? Veamos si tú y yo nos referimos a lo mismo cuando hablamos de sexo seguro y, por cierto, tengo una fantasía que…».

Comunicación no verbal

Ligar mediante el lenguaje corporal también puede funcionar, mientras aceptes tomarte relajadamente cualquier malentendido que pueda surgir. Nosotras creemos que es importante aprender cómo convertir lo que deseas en palabras, por lo que tienes la opción de una comunicación explícita. Luego tú puedes buscar ligar de manera no verbal si te apetece, sabiendo que tus buenas habilidades verbales te respaldarán si las necesitas.

El lenguaje no verbal consiste en atrapar la mirada de alguien, intercambiar una sonrisa, acercar tu cuerpo al suyo, siempre comprobando la respuesta. Si miras a alguien fijamente y mira hacia otra parte, bueno, ahí está tu respuesta. No te lo tomes como algo personal; puede que tenga otro compromiso, o quizás no tiene ganas. Las personas tienen tantas razones para no querer jugar como para querer jugar. Si te metes en el espacio personal de alguien y se acerca algo más, esa es otra respuesta. Ayuda iniciar el contacto en una parte relativamente neutral del cuerpo —el hombro, la mano— y de nuevo, ¿la persona se va o se acerca? Si se quedan inmóviles, probablemente sea una buena idea comunicarte con esa persona con palabras.

Diferencias de género

Vivimos en una sociedad en la que las personas aprenden algunas ideas bastante raras sobre el sexo. Las mujeres aprenden que se supone que no deben ser sexuales sin enamorarse, los hombres aprenden que el sexo es una mercancía que obtienen de una mujer; los hombres incluso pueden aprender que las mujeres mismas son mercancías. A nadie le gusta que le traten como una cosa. Para evitar esos problemas, la mayoría de los ambientes de sexo en grupo que incluyen hombres y mujeres restringe el número de hombres solos que son invitados o insiste en que ningún hombre es bienvenido sin una mujer que le acompañe. Estas condiciones son un triste último recurso para manejar una realidad desagradable, y nosotras estamos bastante de acuerdo en que es injusto que hombres con buenas intenciones paguen por la conducta molesta de hombres que evidentemente no saben hacerlo mejor. Pero así son las cosas, y la única manera en la que vamos a cambiarlo es trabajando en nuestra propia conducta y enseñando a nuestros hermanos y hermanas lo que aprendemos. Los ambientes pansexuales que consideran fundamental incidir en la pluralidad —gay, heterosexuales, bisexuales, transgénero— tienden a alentar más respeto hacia todo el mundo, y en esos ambientes aprendemos de muchas personas cuyas vidas y sexualidades puede ser diferentes de la nuestra.

Buscar sexo es diferente según el género, y esas diferencias se convierten en muy visibles cuando comparas ambientes de hombres gay con orgías lésbicas y ves en qué se parecen y en que se diferencian de los grupos heterosexuales o bisexuales. Los hombres homosexuales parecen sentirse más seguros con el sexo anónimo, y su manera de ligar en saunas o bares es a menudo no verbal. Un hombre puede mirar fijamente a otro, sonreír, cruzar la sala, tocarle un hombro y entonces abrazarse, con poca o ninguna comunicación. Las lesbianas son a menudo más cautelosas y tienden a hablar durante un rato antes de pasar a la zona de juego y ponerse a ello.

Las mujeres en los ambientes de sexo en grupo tienden a ser menos abiertas que los hombres al sexo anónimo y prefieren alguna comunicación y conexión personal primero. Cuando una mujer busca realizar una fantasía de sexo anónimo con varias personas, a menudo una de sus amistades o amantes actua como maestro de ceremonias, controlando el tráfico y susurrando en el oído de la persona desconocida: «A ella no le gusta nada que le hagan cosquillas» o «Creo que le gustaría que la follases más fuerte». La persona que dirige la escena asume la responsabilidad de la seguridad y pone límites para que la estrella pueda sentirse completamente libre. Este respeto por el cuidado probablemente se explica porque las mujeres han tenido razones serias para sentirse menos que seguras en el sexo con quien no conocen y necesitan algo de apoyo para sentirse lo suficientemente seguras para bajar la guardia. No hay una manera buena o mala de hacerlo en esta situación; o lo que hay de malo existe en nuestra historia, lo que difícilmente podemos cambiar. Lo que es importante es que todo el mundo —hombre, mujer, transgénero; heterosexual, bisexual o gay— tenga derecho a sentir seguridad para liberarse y disfrutar del sexo.

Alcanzar el consenso

El consenso es algo imprescindible. Hay personas ingenuas que a veces asumen que cuando dos, o tres, o cuatro personas ya están teniendo sexo, no hay problema en sumarse directamente y empezar a toquetear a todo el mundo. Bueno, pues sí lo hay, porque no pediste permiso y porque no sabes qué desean estas personas o cuáles son sus límites. Por lo que podrías hacer algo equivocado, y las personas a las que te quisiste sumar tendrán que dejar de hacer lo que sea con lo que se estaban divirtiendo para lidiar contigo, y tendrán un enfado justificable.

¿Cómo vas a conseguir llegar a un consenso con las personas que ya están muy calientes follando? ¿Tocarles en el hombro y decir: «¿Podrías parar un momento para poder preguntar si puedo unirme?»?. Prácticamente no existe ninguna manera de unirse a una sesión de sexo que ya ha comenzado a no ser que ya seáis amantes tú y las personas involucradas en esa situación, e incluso en esa situación debes ser prudente. Cuando dudamos si sería buena idea unirnos a nuestras amistades cuando ya han empezado a jugar, normalmente miramos desde una distancia prudencial hasta que alguien nos mira y nos hace señas para que nos acerquemos, o no. Respetar los límites, como dijimos antes, es obligatorio para que todo el mundo sienta la seguridad suficiente para jugar libremente y sin límites. No seas la persona que convierte el ambiente en poco seguro.

Si estás jugando en una fiesta y alguien invade tu espacio, tienes todo el derecho a decirle a esa persona que se aleje. Es también apropiado informar a tus anfitriones sobre las personas invasivas y las insistentes. Quienes organizan fiestas desarrollan habilidades para hablar con la gente sobre cuál es la conducta apropiada y explicarles por qué las normas son las que son, y si la persona no las aprende, tienen el poder de eliminarla de la lista de personas invitadas.

Cuidado con tus expectativas

La mayoría de la gente se acerca a su primera fiesta de sexo en grupo con un torbellino de miedos, fantasías y expectativas desenfrenadas sobre qué podría suceder, o peor, lo que podría no suceder. Te recomendamos enérgicamente que te calmes, reconozcas que, en realidad, no sabes qué va a suceder y vayas a la fiesta con la expectativa de que podrás sentir un orgullo inmenso si eres capaz de cruzar la puerta. Si te quedas durante una hora y miras, consigues una estrella dorada. Si eres capaz de presentarte a alguien y mantener una conversación, puedes colocarte la medalla de honor.

Ir a una orgía es todo un reto. Espera sentir nervios. Espera preocuparte. Espera una crisis de vestuario, y date dos horas como mínimo para vestirte. Un consejo útil: que tu atuendo sea de tejidos sensuales —seda, cuero, látex— y así te sentirás sensual tú también. Evita frágiles antigüedades o cara ropa de diseño si quieres follar con ella puesta. Ponte una ropa que te haga sentir caliente, tener buen aspecto y que sea cómoda: ya es suficientemente malo sentir un nudo en el estómago; no necesitas que los zapatos te hagan daño.

Muchas fiestas especifican a qué hora se abren las puertas y a qué hora se cierran, porque si no las personas más nerviosas llegarán más tarde después de haber pasado horas reuniendo valor y preparando la ropa, y así quienes organizan la fiesta no tienen nunca tiempo para jugar.

Si esta es tu primera fiesta, tómate las cosas con calma. Prométete, y a tu pareja también, que os iréis si tu pareja o tú no os sentís a gusto. Acordad una señal —quizás tocar con la mano en el codo— para que tu pareja sepa que necesitas que esté a solas contigo para hablar o que necesitas apoyo. Emplead otra señal —Janet usa «Calgón», del antiguo anuncio de detergente en televisión que decía «Calgon, sácame de aquí»— para comunicarle a tu pareja que te gustaría irte pronto, entendiendo que el miembro de la pareja que está ligando felizmente o flirteando o tonteando puede necesitar un poco de tiempo para terminar lo que esté haciendo para poderos ir.

Ve con el objetivo de conocer a gente nueva y familiarizarte con ese ambiente y con tus reacciones en él. Si te animas a jugar y encuentras a alguien que quiera jugar contigo, perfecto, y si no, perfecto también. Simplemente, entrar en un ambiente de juego por primera vez requiere de mucho valor, así que te puedes sentir orgulloso de ti mismo. Recuerda siempre que esta es tu primera fiesta, potencialmente la primera de muchas. No necesitas cumplir una vida entera de fantasías esta noche. Tienes el resto de tu vida para hacerlo. Sólo necesitas dar los primeros pasos.

Parejas en una orgía

Encárgate de tu relación antes de ir a la fiesta. Esto es importante. ¿Vais a ir como una pareja, para presumir de vuestro increíble atractivo? ¿Estáis a la caza de terceras y cuartas personas?

¿O vais como dos personas separadas, para conocer gente y compartir sexo con ella? Si uno de los miembros de la pareja conecta con una persona atractiva, ¿es bienvenido el otro miembro de la pareja para que se una? ¿Necesitas que tu pareja esté de acuerdo antes de que juegues con nadie? Si necesitas parar por un momento durante un flirteo para comprobar cómo está tu pareja, los putones con experiencia te admirarán por tu consideración e integridad. ¿Tenéis el compromiso de volver a casa en pareja o está bien si un miembro duerme fuera? Y si ambos quieren, ¿qué pasa con la canguro? La razón por la que decidís todo esto por adelantado es porque es mucho más desagradable tener un desacuerdo en público sobre este tipo de cosas, en las que si no estáis de acuerdo, es fácil sentir vergüenza y enfado y montar un escándalo.

Una pareja amiga quedó atascada en un desacuerdo sobre cómo ir a las fiestas sexuales. Ambos miembros querían ir, pero uno para jugar en pareja y el otro para jugar a varias bandas. ¿Qué hacer? Bueno, hay fiestas al menos una vez al mes por aquí, así que decidieron ir un mes como pareja para hacer las cosas en pareja, y la siguiente para apoyarse mutuamente buscando sexo por separado.

Nos gusta mirar a las parejas haciendo el amor en las fiestas. Puedes ver la intimidad, y lo bien que se conocen mutuamente, la manera tan bella de encajar, lo exquisitamente orquestado que puede llegar a ser hacer el amor después de años de práctica. Nos gusta como una experiencia exquisita para voyeurs y porque podemos aprender mucho de mirar a personas que son expertas en la otra. Nos gusta señalar que presumir de vuestra maravillosa belleza en pareja es una publicidad excelente para la próxima vez cuando vengáis a la fiesta esperando dar la bienvenida a más amantes.

Las play parties pueden ofrecer también una oportunidad para procesar miedos y celos respecto a tu pareja. ¿Cómo te sientes al ver a tu pareja haciendo el amor con otra persona? ¿Es realmente horroroso? Te puede sorprender ver que te sientes bastante neutral, como: «¡Vaya! ¡Pensaba que eso me iba a molestar pero la verdad es que no!». Puede que te guste tener la oportunidad de ver a tu amante, lo poderosa que se la ve cuando embiste, que dulce se le ve a él cuando tiene un orgasmo. Puede que incluso te excite. Sin duda es excitante aceptar riesgos. Algunas parejas encuentran que el sexo en grupo puede animar su vida sexual en casa al aportar muchos estímulos, nuevas ideas para probar, y la motivación y energía para hacer su vida doméstica tan excitante como una orgía.

Reacciones y prejuicios

Cuenta con que te provoque reacciones. Espera descubrir tus prejuicios. En una fiesta de sexo en grupo compartirás la intimidad de una manera sin precedentes con un grupo de personas desconocidas, y a veces será complicado. Podrías empezar con un trío con tu novia y otro hombre, que parece excitante pero podría resultar que te provoque alguna reacción. Sí, lo sabemos, los dos empezáis con la idea de hacerle el amor a ella, pero ya ves, con este hombre, comportándote de manera sexual, y probablemente en contacto físico, ¿cómo te sientes?

A nosotras nos gusta asistir a fiestas pansexuales de sexo en grupo, lo que significa que las personas que asisten pueden identificarse como gays o lesbianas, o bisexuales, o hetero, o transgénero, pero generalmente se sienten cómodas y alegres jugando al lado de personas cuyos deseos e identidades pueden ser completamente diferentes de los suyos. Siempre nos encontramos con temas relacionados con lo desconocido: la lesbiana que nunca ha estado desnuda delante de hombres; el hombre gay que teme ser juzgado por las mujeres o la violencia del hombre heterosexual; la mujer transgénero que se pregunta si la persona a la que le atrae tanto sabe qué tiene ella bajo la falda; ¿y le importa? Y si le importa, ¿qué va a hacer?

Sean cuales sean tus prejuicios —la gente en esta fiesta es demasiado mayor, demasiado joven, demasiado masculina, demasiado femenina, demasiado queer, demasiado heterosexual, demasiado gorda, demasiado delgada, demasiado blanca, demasiado étnica, etcétera— es realmente bueno para ti desarrollarte más que tus prejuicios. Y también resulta sexy.

Todas esas cosas vergonzosas que nunca pensaste que harías en público

En nuestras fantasías nos unimos tan suavemente como Fred y Ginger, yendo en volandas con la música en una marea creciente de pasión, y a veces será así. Pero probablemente necesitarás practicar antes, justo como Fred y Ginger. Tu erección puede negarse a cooperar según te acercas al momento de la verdad, especialmente cuando de repente recuerdas que tienes que ponerle un condón. Puede ser más complicado centrarse en el orgasmo en un ambiente ruidoso con una pareja desconocida. ¿Qué pasa si empiezas a jugar con alguien y resulta que eres incapaz de excitarte?

Si ves que entras internamente en pánico, te recomendamos que respires. Cálmate. Recuerda que no estás en una carrera, y que no tienes prisa. No tienes nada que probar y tú y tu nueva pareja estáis comenzando a hacer cosas que os gustan con vuestros cuerpos. Tocar sienta bien. Acariciar sienta bien. Tomarte tu tiempo sienta bien. Baja el ritmo lo suficiente de manera que puedas sentir realmente lo que estás haciendo. Preocuparte por el futuro no te va a ayudar a llegar. Concéntrate en lo que estás sintiendo en el momento. Las erecciones y los orgasmos pueden venir, pueden irse, pero nunca te equivocas si haces lo que te da placer.

El ruido y la energía frenética de una fiesta pueden llevar a la gente a acelerarse, cuando ir más lento es la mejor manera de conectar con tu excitación. Las personas no se excitan mágicamente, al menos no muy a menudo, o de manera fiable. Y diferentes personas se excitan de maneras muy diferentes. Un tipo de autoconocimiento muy importante será útil en estos momentos. Conoce qué te excita. Sea mordiendo el cuello o lamiendo las corvas, cuando sabes qué hace que tus jugos fluyan puedes pedirlo, y entonces tu pareja sabrá qué te excita y se sentirá más libre para decirte lo que la excita a ella, y antes de que te des cuenta estaréis muy calientes flotando en la corriente de un río de lujuria desenfrenada.

Terminaremos este capítulo con una historia auténtica de amor descubierto durante sexo en público, sólo para darte algo de inspiración para explorar:

June nunca había estado en una play party antes. Eso es obviamente lo que llaman a las orgías en California, pensó. Bueno, al menos es una orgía lésbica. ¿Cómo demonios —se preguntaba— he terminado siendo la invitada de honor de una orgía?

En realidad, ella sí sabía cómo había ocurrido. Estaba visitando a su querida amiga Flash en San Francisco, y Flash anunció que podía usar la casa del campo durante el fin de semana, y que quería hacer una fiesta y presentar a June a sus amigas. Sonaba divertido, pensó June… y entonces Flash empezó a hablar de hacer una fiesta de chicas para celebrar la llegada de la primavera colocando colchones y material para sexo seguro en medio del salón.

June había discutido y, al principio, rehusado asistir. Pero Flash la convenció, señalando que ella no tenía por qué tener sexo con nadie si no quería. June finalmente accedió, añadiendo que si no lo podía aguantar se daría una caminata hasta el café del barrio con un libro. Así que Flash arregló la casa para dedicarla al placer sexual, y June se escondió en la cocina preparando salsas, una de las funciones en la fiesta que al menos entendía.

Según empezaron a llegar las invitadas, June empezó a preguntarse si sería capaz de quedarse en el evento. Le presentaron un desfile de las lesbianas más extravagantes que hubiera visto nunca, femmes y butches, como pájaros con su brillante plumaje, luciendo prendas exóticas diseñadas para mostrar una galería de tatuajes, con joyas brillando aquí y allí colocadas en partes del cuerpo sobre las que June no quería pensar. ¡Y eran todas tan jóvenes! June sintió todo el peso de sus cuarenta y ocho años. Pensó que no podía hacerlo mal si se mostraba educada, así que pronunció los mismos hola-cómo-va que pronunciaría en cualquier otro sitio, preguntándose cómo respondería si una de estas entusiastas bacantes realmente le contase cómo iba la cosa.

Al fin llegó una pareja de mujeres de una mediana edad no disimulada. Una de ellas, Carol, era para June el vivo retrato de su tía abuela Mary, si es que la tía abuela Mary hubiese alguna vez elegido vestirse con el modelo completo de butch incluido botas y sombrero de vaquero. June se sintió relajada por haber encontrado una mujer con la que podría sentirse identificada. Entonces Carol sonrió con una sonrisa deslumbrante y declaró que le gustaría poner su mano en el coño de June.

June, sobrecogida pero resuelta y educada, dijo que no se sentía preparada del todo para eso, y Carol le contestó con alegría: «Muy bien entonces, volveré a ver cómo estás más tarde». Diosas del Olimpo, pensó June, no hay escapatoria. June sabía sobre el fisting, había aprendido a hacerlo con una amante a la que Je gustaba. Sabía que era seguro cuando se hacía correctamente; pero parecía una manera un poco rara de conocer a alguien cuyo nombre acabas de saber hace media hora.

Luego entró Lottie, de una edad similar a June, pero que no vestía como ella. Los llameantes rizos rojos, obviamente teñidos, de Lottie hacían resaltar un vestido de raso negro a través del que se podían ver unas largas medias negras, un corsé de cuero negro y una buena cantidad de voluptuosa piel pálida. ¿Cómo es capaz de mantener el equilibrio en esos zapatos?, se preguntó June mientras Lottie abrazaba, besaba y hablaba en su camino a través de la progresivamente menos vestida masa de participantes en la fiesta. June pudo escuchar cómo Lottie agradecía a varias mujeres su participación en una orgía anterior para celebrar su cincuenta cumpleaños ¿Alguna vez se reúnen y no tienen sexo?, se preguntaba June.

Se empezaron a amontonar en el suelo enfrente del sofá donde estaba June sentada: montones desordenados de mujeres besuqueándose y toqueteándose, sonriendo y riéndose, Lottie y Carol visiblemente entre ellas. June decidió retirarse a la terraza, donde quizás podría disolver su miedo con un baño caliente.

El jacuzzi estaba más tranquilo, y June pudo charlar con un par de mujeres y se empezó a sentir un poquito más cómoda. Luego reapareció Lottie. Enseguida se quitó el vestido, la medias y los zapatos. June se encontró preguntándose cómo se sentiría si pudiera ver el coño de Lottie e instantáneamente se preguntó si alguien había notado que estaba mirando. Lottie se metió en el agua caliente e inmediatamente le preguntó a June si le podía frotar la nuca, porque se sentía un poco tensa. «Por supuesto», se oyó diciendo June, «Me encantaría hacerlo». Oh, no, pensó, ¿en qué me estoy metiendo?

La piel de Lottie se notaba cálida y sedosa bajo sus dedos, y June la frotó y relajó. June se sintió relajada por el ritmo del masaje y más segura según Lottie conversaba de cosas completamente normales: su trabajo y el de June, sus filosofías de vida, el budismo de June, el paganismo de Lottie. Al final, la nuca de Lottie se relajó y el jacuzzi empezó a parecer demasiado caliente, y Lottie alegremente sugirió que fueran a averiguar qué estaba pasando dentro. Salió del jacuzzi, se puso sus medias y tacones, y entró como una flecha. Bendita Minerva, pensó June, ¿puedo seguirla ahí dentro? No, decidió firmemente, no puedo. June encontró una mesa en la esquina del patio y decidió admirar las estrellas.

Lottie, mientras, vio que tenía una o dos cosas sobre las que pensar también. En el salón sus amigas estaban divirtiéndose alegremente sobre los sofás, sillones y enfrente de la chimenea, pero Lottie estaba pensando en June. ¿Qué es lo que tiene que me excita tanto? ¿Le gusto? ¿Jugaría conmigo? No parece que esté acostumbrada a las fiestas; ah, bueno, siempre hay una primera vez. ¿Y ahora dónde ha ido esa chica?

Lottie escaneó visualmente el salón, pero allí no estaba June. La verdad es que el salón estaba bastante interesante y Lottie contempló la posibilidad de abandonar la persecución y encontrar una amiga con la que jugar, pero le venció la intriga. Se fue hacia la cocina, caminando entre varias personas felices y quedándose un poco aquí y allá para apreciar alguna actividad particularmente excitante. En una pausa para probar las salsas y recuperar su nivel de azúcar, Lottie miró por la ventana y allí estaba June, escondida en el patio.

Ah, ahí está la oportunidad, pensó Lottie mientras colocaba algunas cositas de comer en un plato y salía rápido a compartirlas fuera con June. Pero, aunque estaban hablando amigablemente, Lottie sentía que no estaba conectando. Sus incursiones de flirteo no encontraban respuesta alguna: June, petrificada, sólo respiraba profundamente y se mantenía, conscientemente, lo más quieta posible. Lottie, frustrada, se decidió por la aproximación directamente. «Creo que eres realmente atractiva. ¿Te gustaría jugar conmigo? ¿Qué tipo de cosas te gusta hacer?». June, acorralada de nuevo, titubeó: «Creo que no estoy preparada para tener sexo en público, lo siento mucho».

Justo en ese momento, Carol, sin su sombrero de vaquero pero aún con las botas puestas aunque parecía que había perdido su camisa en alguna parte, se dio un paseo hasta la mesa y se sentó. Mientras June se preguntaba cómo podía desaparecer entre los arbustos sin parecer socialmente rara, Lottie saludó a Carol colocando su muslo —que Carol, siendo una mujer que sabía cómo comportarse, rápidamente acarició y admiró— en el regazo de Carol. Lottie, no como venganza sino simplemente porque no quería desperdiciar una fiesta estupenda, le preguntó a Carol: «¿Tienes muchas candidatas esta noche? ¿Hay sitio para mí?».

Carol preguntó qué le apetecía y Lottie sugirió que se moría de ganas por un suave puño, y Carol dijo que estaría encantada de acceder pero que antes debía preguntar a Susie sobre un plan que tenían para después. Las dos se fueron caminando alegremente, y dejaron a June sola. ¿Estaba aliviada?, se preguntó. Bueno, no exactamente.

Al volver al salón, Lottie se sorprendió al encontrar a Carol y a June sentadas en el sofá de la ventana, las espaldas en los lados, los pies en el centro. Lottie, nunca lenta para lanzarse a por una oportunidad, zigzagueó por la habitación, se subió en los dos pares de pies y proclamó «¡Aquí estoy!». Carol, con práctica en la manera de comportarse de las femmes, pidió guantes y lubricante y empujó con firmeza a Lottie en el regazo de June: «¿Serías tan amable de sujetarla para mí, por favor?». June abrió la boca, pero nadie esperó a su respuesta; lo siguiente que estaba haciendo era sujetar el cuerpo de Lottie mientras se retorcía suavemente. Alucinante, pensó June, simplemente alucinante. Sujetó bien a Lottie, respiró profundo y se dejó llevar.

June se concentró en mantener las apariencias e intentar no darse cuenta de varias mujeres sonrientes que se habían parado para mirar la acción del sofá de la ventana, mientras Carol se dedicaba por completo a excitar a Lottie, a lubricarla y lograr que tuviese un orgasmo. Oh, Dios mío, pensó June, ¿cómo voy a poder pasar por esto? Estoy tocando los pechos de esta mujer y prácticamente no la conozco. Quizás, pensó, puedo imaginarme que es alguien con quien ya he hecho el amor.

Lottie rodeó con su pie el hombro de Carol contra el marco de la ventana y comenzó a mover su cuerpo enérgicamente contra la mano de Carol. Dejó salir un gran gemido cuando la manó se deslizó dentro, y las dos empezaron a follar fuerte y a hacer ruido. June hizo todo lo posible para evitar que Lottie se le escurriese y se cayera al suelo. Lottie finalmente llegó al orgasmo —haciendo ruido, notó June, mucho ruido— y June se dio cuenta de que no había respirado durante un buen rato y tomó una gran bocanada de aire. Las tres dejaron que sus cuerpos se relajaran en el sofá de la ventana y dedicaron unos momentos simplemente a sentirse bien.

La realidad al final se impuso. Lottie se sentó y educadamente ofreció a Carol follarla en agradecimiento. Carol dijo que no, gracias, que ya se lo había prometido a Susie, y Lottie y Carol se fueron en direcciones diferentes, dejando a June sola en el sofá de la ventana sintiéndose un poco pasmada. Debo haber caído en otro universo diferente, pensaba June atónita. ¿Quienes son estas mujeres, de todos modos? Aunque en parte fue divertido, y creo que lo he hecho bien. Pero aun así ha sido demasiado. Creo que mejor me voy a dormir.

Pasó un día. De vuelta a casa, Lottie se encontró que no podía dejar de pensar en June. Llamó a Flash y se enteró de que June había abandonado San Francisco esa mañana. Dos días después, June recibió esta carta.

Querida June:

Hace una bonita mañana aquí en la montaña, el sol se cuela entre las secuoyas, el cielo está, muy azul con pequeñas nubes; ayer, caminando por la cresta de la montaña, vi una liebre enorme. Los lirios ya se han ido, y es el momento de las campanillas, rododendros y un montón de pequeñas flores, coloridas y bellísimas, que no me han presentado formalmente. ¿Vives en la ciudad? Si te hago la boca agua hablándote de las montañas ¿vendrías a visitarme?

¿Y, por cierto, quién eres tú? Escríbeme y cuéntame de ti. Estoy especialmente interesada en saber cómo tú, como budista, gestionas el deseo y la pasión. He estado pensando un poco sobre esto desde que nos conocimos y me he dado cuenta de que no soy budista porque, aunque he sacado mucho de mis conexiones con el zen, incluyendo aprender mucho sobre dejar fluir el deseo libremente, mi camino espiritual se centra en atrapar el deseo (aquí pasión podría ser una palabra más apropiada) como si fuera un buey y cabalgarlo[9] como vehículo de comunión con el Tao. Me preocupa que esto pudiera ser una práctica inaceptable para ti. Aunque estoy acostumbrada a ser la personificación del anatema para varias personas, preferiría no serlo para ti.

Me gustas de verdad. Me gustó mucho cómo conectamos en casa de Flash, y espero que tengamos la oportunidad de explorarlo más. Así que escríbeme y descúbrete para mí. ¿Cuales son tus ideas sobre el sexo, la conexión, el arte, la naturaleza? ¿Cuáles son tus fantasías? Tengo muchas ganas de saberlo. Apuesto a que fantaseas con estupendas historias antes de dormir.

Ojalá estuvieses aquí; escribirte me hace sentir nerviosa y me gustaría recibir un abrazo. Según releo la carta decidiendo hasta dónde ir, me doy cuenta de que probablemente ya he ido demasiado lejos. Oh, bueno, siempre lo hago.

Con amor,

Lottie

Ocho meses y, aproximadamente, tres mil dólares en facturas de teléfono más tarde, sin mencionar algunos impulsivos billetes de avión, June puso todos sus bienes materiales en su camión, Lottie voló para encontrarse con ella, y condujeron a lo largo de las Montañas Rocosas hasta llegar a una dulce y pequeña casa en el campo, donde vivieron juntas durante muchos años felices.