6. Infinitas posibilidades

La primera edición de este libro llevaba el subtítulo «Una guía para infinitas posibilidades sexuales». Ahora que somos más mayores y un poco más sabias, una afirmación tan generosa parece un poco limitadora: la promiscuidad significa infinitas posibilidades de todos los tipos, no sólo sexuales. Si piensas que un «putón célibe» es una contradicción de términos, tenemos algunas sorpresas reservadas para ti: la promiscuidad reside en el cerebro, no entre las piernas, y puede encajar confortable y alegremente en la relación consensuada que sea y en el patrón de relación que tú elijas.

Asexualidad y celibato

La gente que dice «no, gracias» al sexo se está convirtiendo en una minoría cada vez más visible. La asexualidad se refiere a las personas que simplemente no experimentan atracción sexual, y celibato a quienes sienten atracción pero prefieren, por la razón que sea, no actuar en consecuencia. Nosotras pensamos que cualquier clase de libertad sexual debe incluir la libertad de no tener sexo, sin que la persona sea molestada o patologizada.

Tradicionalmente, el celibato ha ofrecido un camino para que la gente se centrase en asuntos intelectuales o espirituales, sin la distracción de la lujuria de la carne. Si estás en una búsqueda espiritual, o trabajando en tu tesis doctoral, o pasando por un cambio importante en tu vida, el celibato a corto o largo plazo puede ofrecerte un medio para delimitar en qué te centras durante un tiempo.

De la misma manera, las personas a quienes el sexo o las relaciones les ha causado problemas pueden elegir un periodo de celibato como un camino hacia el autoexamen: «¿Qué tipo de persona soy cuando soy yo sólo para mí?». Dossie fue célibe por esta razón durante cinco meses, después de abandonar a su pareja que la maltrataba, y luego irrumpió en el feminismo y la promiscuidad consciente.

Algunas personas son célibes pero no por elección: las que están en la cárcel, enfermas o discapacitadas, geográficamente aisladas, socialmente inhábiles o menores de edad pueden tener problemas para encontrar parejas para el sexo consensuado. Otras son célibes simplemente porque no tienen, por la razón que sea, ganas de ser sociables o sexuales durante una temporada, o quizás para siempre.

No vemos «ser un putón célibe» o «putón asexual» como una contradicción en absoluto. Hay infinitas maneras de relacionarse —románticamente, íntimamente, domésticamente, etc.— y si has abierto tu vida y corazón a tantas de esas maneras como sea posible, estás de nuestro lado.

Relaciones platónicas, también conocidas como amistades

Un amigo nuestro nos vuelve locas quejándose: «¡No tengo mu relación… sólo todas estas amistades!». Tenemos noticias para él, y para ti; la amistad es una relación, una relación importante que ofrece tremendas oportunidades para lo que más necesitamos en nuestras relaciones: intimidad, compañía, apoyo en los malos momentos, y otras cosas.

Nos divierten las personas escépticas respecto a la promisciudad, a menudo mujeres heterosexuales, que se sienten horrorizadas por la idea de amar a más de una persona… y quienes de todos modos tienen una amistad del alma, alguien con quien comparten sus secretos más ocultos, que pueden ser una parte tan importante de sus vidas como su pareja o amante. Si tienes una pareja y una amistad del alma que no son la misma persona, ya estás poniendo en práctica muchas de las habilidades de la promiscuidad puesto que manejas las necesidades de cada una de intimidad, tiempo y cariño.

Sexo amistoso

Si una de esas buenas, íntimas amistades se convierte en amante… ¿qué sucede entonces? ¿Estropeará la amistad? ¿Llevará a algo más, algo que amenaza otra parte de tu vida? Estas son las preocupaciones de muchas personas cuando se encuentran con la posibilidad de tener sexo con sus amistades por primera vez.

La prohibición social de tener sexo con nuestras amistades es una derivación inevitable de la creencia de la sociedad de que la única razón aceptable para tener sexo es que conlleve una relación monógama similar al matrimonio. Creemos, por el contrario, que la amistad es una razón excelente para tener sexo y que el sexo es una manera excelente de mantener la amistad.

Pero la cultura monogamocéntrica afecta a todo el mundo. En la vida en soltería, podemos cumplir las normas del Mundo de las Aventuras de Una Noche, en el que te vas a casa con alguien que has conocido esa noche y tienes algo de sexo ardiente; a la mañana siguiente os miráis mutuamente y decidís si la relación tiene potencial de relación para toda la vida. Si no, te vas, con vergüenza, y la regla no escrita es que nunca volverás a estar a gusto con esa persona valorada-en-la-balanza-y-que-no-daba-la-talla. El sexo entendido como un casting es perjudicial para las personas y para las relaciones. Sucede así porque la mayoría de la gente no tiene un guion para la intimidad sexual en el término medio entre una persona completamente desconocida y el compromiso total.

¿Cómo aprendes a compartir intimidad sin enamorarte? Te propondríamos que nosotras sí amamos a nuestras amistades y, particularmente, aquellas con las que compartimos sexo; esos individuos son nuestra familia, a menudo más permanentes en nuestras vidas que los matrimonios. Con la práctica, podemos desarrollar una intimidad basada en la cordialidad y respeto mutuo mucho más libre que la desesperación, necesidad o la locura ciega de enamorarse. De ahí que las relaciones entre «amistades con beneficios» sean tan inmensamente valiosas. Cuando reconocemos el amor, respeto y aprecio que compartimos con amantes con quienes nunca nos casaríamos, la amistad sexual se convierte no sólo en posible sino en la preferida. Así que mientras estás preocupándote de que tu deseo sexual podría costarte tus mejores amistades, un putón más experimentado podría estar preguntándose por qué eres la única amistad a la que no se ha follado.

Dossie, al principio, cuando fue feminista, hizo votos por mantenerse sin pareja durante cinco años para averiguar quién podía ser ella cuando no estaba intentando ser la «señora» de alguien. Tuvo muchas relaciones maravillosas durante esos años, un abanico de intimidades, incluido el compartir la crianza de los niños y la convivencia, y arreglar coches y, por supuesto, una gran cantidad de un sexo maravilloso y mucho cariño. Decidió que si se aseguraba de ser cariñosa, para dejar saber a las personas lo que le gustaba de ellas, la mayoría encontraría la manera de estar cómoda con ella sin necesitad de ser territoriales; y funcionó. Su búsqueda le ayudó a descubrir nuevas maneras de estar en el mundo como mujer, y como ser humano sexual; la base de quien ella es y de lo que enseña hoy en día.

Cada relación busca su propio nivel, y lo encontrará si le dejas. Como el agua, tú y la persona de la que te has encaprichado podéis fluir en unión mientras permitáis que suceda de la manera que os vaya mejor.

Vivir sin pareja

Para algunos putones, no tener pareja puede ser una situación temporal entre relaciones, un período recomendado para reponerse de una ruptura reciente, o un modo de vida a largo plazo elegido voluntariamente. Estar sin pareja es una buena manera de llegar a conocer quién eres cuando no estás intentando encajar como la otra mitad de alguien; aprender a vivir a solas contigo y disfrutarlo te da mucho para compartir con tu pareja cuando decides tener una. La promiscuidad sin pareja tiene sus propias alegrías y retos, por lo que le dedicaremos mucho más espacio más adelante en este libro.

Las personas sin pareja pueden salir con varias personas de diferentes maneras. Una característica distintiva es la distancia a la que mantienes a tus amantes. Por lo que una forma de promiscuidad sin pareja incluye el tener amantes que no tienen interacción, y desde luego nada de información, entre sí. Esto evita complicaciones a costa de limitar ciertos tipos de intimidad, como la oportunidad de apoyo mutuo y el desarrollo de una comunidad.

O puedes elegir el presentar a tus amantes entre sí, quizás almorzando un domingo. Esto puede parecer una locura, o imposible, o una receta para el desastre, pero no lo critiques si no lo has probado. Tus amantes tienen mucho en común —tú, por ejemplo— y podrían gustarse mutuamente. Presentar a tus amantes ayuda a prevenir uno de los aspectos de los celos que más miedo da, que es esa parte en la que te imaginas que la otra persona que está con tu pareja es más alta, más delgada, más inteligente, más deseable y preferible que tú en todos los sentidos. Cuando conoces a la otra persona o cuando tus amantes se conocen mutuamente, conocen personas reales, con todos sus defectos y muy a menudo el encuentro termina con más sensación de seguridad.

Presentar a tus amantes mutuamente también hace posible el desarrollo de una comunidad, o de una familia extensa, con personas íntimamente conectadas a través de lazos sexuales y personales. A medida que más personas conectan entre sí de maneras distintas, incluyendo la sexual, se forman redes y puede evolucionar hacia algo que recuerda a un clan o a una tribu. En ese momento la cuestión sobre si presentar a tus amantes puede resultar obsoleta, puesto que puede que ya se conozcan entre sí.

Si no tienes pareja y tienes un modo de vida sexual abierto, debes prestar atención a cómo estás cubriendo tus necesidades sexuales, emocionales y sociales. Puedes hacerlo de infinitas maneras. Lo importante es darte cuenta de tus necesidades y anhelos, para así poder cubrirlos siendo completamente consciente de ello. Si finges no tener necesidades de sexo, de cariño, de apoyo emocional, te estás mintiendo: terminarás intentando cubrir tus necesidades a través de métodos indirectos que no funcionan muy bien. Las personas que hacen esto suelen ser llamadas manipuladoras o pasivo-agresivas, términos, en nuestra opinión, para personas incapaces de conseguir que cubran sus necesidades de una manera directa. No dediques tu vida entera a lanzar indirectas y esperar.

Cuando comprendas qué es lo que quieres y lo pidas, te sorprenderás lo a menudo que la respuesta es «sí». Piensa el alivio que podrías sentir cuando alguien te pida apoyo, o un abrazo, o te deje saber de otra manera cómo satisfacerle. Piensa en lo competente y simplemente bien que te sientes cuando de verdad puedes ayudar a otra persona, sea ofreciendo un hombro sobre el que llorar o esa estimulación perfecta que lleva a un orgasmo perfecto. Dale a tus amistades la oportunidad de sentirse bien satisfaciéndote a ti también.

Vida en común

Hay múltiples formas de relaciones abiertas para quienes tienen pareja, incluyendo la monogamia en serie, en la que las parejas que se tienen están separadas en el tiempo, y la tan popular no monogamia no consensuada, conocida también como infidelidad. Nosotras pensamos que estos modos de vida son amor libre inconscientemente, pero tus autoras se sienten más libres y más seguras cuando aman abiertamente.

Es axiomático que las relaciones abiertas funcionan mejor cuando en una pareja se cuidan el uno del otro y de su relación en primer lugar, antes de incluir a otras personas en su dinámica. Por lo que la pareja de putones debe estar dispuesta al trabajo que explicaremos más adelante en este libro para comunicarse bien y manejar los celos, inseguridad y territorialidad siendo plenamente conscientes. Las parejas necesitan saber y comunicar sus límites, llegar a acuerdos y mantenerlos, y respetar sus propias y mutuas necesidades. Las parejas necesitan también asegurarse de nutrir su propia conexión para mantenerla feliz, en buen estado y satisfactoria.

Las parejas pueden tener una relación secundaria aparte de la principal, o un cierto número de amantes sin organizar en ninguna jerarquía. Las relaciones varían respecto a lo estrechas o distantes que son emocional y físicamente, y respecto a cuánto contacto hay. Algunas pueden ser a corto plazo, mientras que otras pueden durar varios años o incluso la vida entera; algunas pueden suponer quedar dos veces a la semana, otras dos veces al año.

Las parejas nuevas en la no monogamia tienden a gastar mucha energía en definir sus límites. Normalmente, al principio se centran más en lo que no quieren que haga su pareja —las actividades que les hacen sentir, por alguna razón, inseguras o directamente aterrorizadas— que en sus auténticos deseos. Para muchas parejas marcar esos límites constituye un primer paso necesario al entrar en el desconcertante mundo de la promiscuidad. De todos modos, según las parejas van perfeccionando su gestión de los límites de la relación, tienden a centrarse más en lo que les gustaría disfrutar, y entonces bus can la estrategia para hacerlo más seguro. Cómo crear y seguir esta curva de aprendizaje se aborda con detalle en el capítulo 16, «Abrir una relación existente».

Una mujer que conocemos tiene un estilo de vida que consiste en tener dos parejas principales a largo plazo, una de cada género, tejiendo una red inmensa con sus otras parejas y las parejas de sus parejas principales. Sus relaciones han durado muchos años, desde criar su prole, y sus ex parejas son aún miembros activos de su familia extensa.

En algunas relaciones abiertas, cada miembro de la pareja busca amantes por su cuenta, a menudo llegando a acuerdos sobre quién y cuándo va a ligar a qué discoteca, o teniendo cuidado para evitar encontrarse mutuamente en internet o en anuncios de contactos. Pueden hablar de sus aventuras entre ellos y, ocasionalmente, presentar sus amantes a la pareja con la que conviven.

Otras parejas buscan parejas similares de manera que puedan jugar juntas, sea como cuarteto o intercambiando parejas, con personas que han conocido y elegido a la vez. Muchas parejas poliamor llevan bien un estilo de vida buscando relaciones con parejas que se parezcan a ellas, que compartan sus principios y límites. Estos emparejamientos de parejas pueden convertirse en relaciones para toda la vida y generar a la vez sexo ardiente y una interconexión auténticamente familiar.

Más de dos

Las personas pueden comprometerse con otras en números mayores de dos. El nivel de compromiso puede variar, como cuando una pareja ya existente adquiere un compromiso con una tercera persona, o incluso una cuarta. Las relaciones que suman e inevitablemente pierden miembros con el tiempo tienden a formar estructuras muy complejas, con nuevas configuraciones de roles familiares que generalmente inventan mediante los aciertos y los errores. Los individuos que se unen como trío o cuarteto pueden encontrar sus roles según la familia se desarrolla, crece y cambia en el tiempo: la persona que se siente como la «madre» del grupo este año, con el tiempo, puede convertirse en «criatura» o «papá», o con cada una de las relaciones.

Las tríadas permiten a tres amantes de uno o ambos géneros formar una unidad familiar. Algunas personas crecen en familias triádicas o cuadráticas según se involucran más profundamente con uno o más de los miembros que empezaron como relaciones externas. Otras buscan activamente miembros para matrimonios en grupo, para satisfacer su ideal del tipo de familia en el que quieren vivir. Hemos oído de personas que se identifican como «trisexuales» por lo compenetradas que están con la idea de vivir y amar como parte de un trío.

El equilibrar tríadas puede requerir de mucho esfuerzo, como en los ménage à trois, donde hay realmente tres parejas, A y B, B y C y B y A, y cada una de esas relaciones será diferente. En una tríada, como con la prole de una familia, no todas las relaciones estarán al mismo nivel al mismo tiempo; hemos oído hablar de largas discusiones sobre qué miembro de una tríada debe ir en el asiento de atrás del coche. Si te bloqueas en forzar las relaciones a que sean exactamente iguales entre sí, puede que te oigas sonando igual que una criatura llorando porque a su hermana le dieron un trozo más grande de pastel (o, en nuestro mundo adulto, el primer orgasmo). En todas las formas de la promiscuidad ética, pero quizás especialmente en las tríadas, resulta vital encontrar maneras de trascender la competencia: hay suficiente de todo para todo el mundo.

Jerarquías y alternativas

A muchas personas poliamor les gusta usar la terminología jerárquica para definir sus relaciones; las que viven en una situación similar a un matrimonio son «principales», las personas a las que quieren pero con quienes no viven son «secundarias», las personas con quienes disfrutan (a menudo sexualmente) pasando el tiempo, pero de quienes no están necesariamente enamoradas, son «terciarias».

Aunque esta terminología es la dominante, y a veces útil para resumir, a nosotras nos preocupa un sistema que clasifica de manera inherente a las personas que hay en nuestra vida. Janet dice: «E es mi pareja a largo plazo y Dossie mi coautora. Si me voy a comprar una casa, E es la persona más importante; si voy a escribir un libro, lo es Dossie. Cada cual tiene su propio lugar en mi vida. ¿Por qué tengo que clasificarlas?».

Círculos y tribus

Círculo es la palabra que usamos para el conjunto de conexiones dentro de un grupo de personas que realmente podría parecerse más a una constelación, con algunas personas cerca del centro y conectadas con otras, y otras cerca del exterior y conectadas sólo a una o dos y, quizás, siendo también parte de otra constelación. (Nos gusta la palabra constelación, ¡porque en una constelación todo el mundo es una estrella!). Estas constelaciones pueden ser informales o pueden convertirse en un clan familiar, con medidas previstas para la crianza de la prole, ganarse la vida, cuidar de las personas enfermas o mayores y comprar propiedades.

El doctor James Ramey, en su maravilloso libro Amistades íntimas, documentó sus observaciones de que la no monogamia tendía hacia la formación de lo que él describió como redes de parentesco, comunidades unidas por la intimidad de sus conexiones sexuales, quizás desempeñando las mismas funciones que tuvieron las aldeas cuando el mundo era más pequeño. Algunas de nosotras le hemos tomado gusto a referirnos a nuestros grupos como tribus.

Los círculos de amistades sexuales son habituales: los hombres gay llaman a esos amigos «follamigos». Esos círculos pueden ser abiertos y dar la bienvenida a nuevos miembros, normalmente traídos por otros miembros. Cuando formas parte de uno de esos círculos, las nuevas relaciones de cualquier miembro son potenciales amistades y miembros de tu propia familia, con lo que el foco pasa de la competencia y la exclusividad a un sentido de inclusión y bienvenida, a menudo realmente acogedor.

Otros círculos son cerrados, es decir, los nuevos miembros son bienvenidos si los miembros existentes están de acuerdo. A veces los círculos cerrados se crean como estrategia de seguridad frente a la infección por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, y para gestionar la alienación en un mundo superpoblado. En un círculo cerrado, la idea es que puedes jugar con cualquiera en el círculo (todos han llegado a acuerdos mutuos sobre sexo seguro y, quizás, se sabe el estatus de VIH de todo el mundo), pero que no tienes sexo con nadie fuera del grupo. Así, puedes jugar con varias relaciones a la vez y aun así mantenerte dentro de un ámbito limitado. Ese estilo de vida es conocido a veces como «polifidelidad».

Sexo en público

Putones de cualquier tipo pueden disfrutar del sexo en grupo. Hay espacios para orgías, casas para fiestas, clubs para sexo, espacios para swingers, saunas gay o los glory holes están disponibles en muchas ciudades grandes, de muchas formas y prestan servicio a todas las preferencias sexuales. Te contaremos todo sobre ellas más adelante. Un espacio para el sexo en grupo puede resultar un terreno seguro para que una pareja no monógama pueda explorar. Pueden asistir a fiestas las dos personas juntas o por separado, ligar una de ellas sola o ambas en pareja, conocer a sus amistades mutuas, y jugar con variedad de personas mientras mantienen entre sí la conexión con la que se sienten a gusto. De esta manera, el sexo fuera de la relación principal se define por el entorno en el que tiene lugar.

Los espacios para sexo en grupo desarrollan a menudo sus propias familias, personas que acuden regularmente, se conocen, y pueden compartir otras actividades, como enormes comidas el Día de Acción de Gracias. La película Servicios muy personales nos muestra una acogedora y maravillosa reunión en Navidad de una familia así en un prostíbulo británico dedicado al sadomasoquismo.

Estas son algunas de las maneras en las que los putones han elegido organizar sus vidas y amores. Puedes elegir una, o varias, o inventar la tuya propia. Las estructuras de las relaciones deben ser diseñadas para que se adapten a las personas, en lugar de elegir a las personas que encajen en una idea abstracta de lo que es una relación perfecta. No hay una manera correcta o equivocada de hacerlo, mientras todo el mundo se lo esté pasando bien y tenga sus necesidades cubiertas.