13. Guía para gestionar los celos

«Deja que los celos sean tu maestro. Los celos te pueden llevar

a los lugares en los que más necesitas curarte. Pueden guiarte

para entrar en tu propio lado oscuro y mostrarte el camino

para realizarte por completo. Los celos te pueden enseñar

cómo vivir en paz contigo y con el mundo entero si les dejas».

Deborah Anapol, Love without Limits

Para mucha gente el mayor obstáculo para el amor libre es la emoción que llamamos celos.

Los celos nos hacen sentir fatal, y la mayoría haremos todo lo posible para evitar sentirlos. De todos modos, tus autoras creen que la mayoría de la gente da demasiado por hecho la capacidad destructiva de los celos, que le dan a sus celos mucho más poder del que merecen. Tras muchos años viviendo libremente y gestionando con éxito los celos, tendemos a olvidarnos que vivimos en una cultura que considera aceptable divorciarse o incluso matar a una pareja que es sexualmente curiosa y que ha cometido el crimen inconcebible de despertar nuestros celos.

Déjanos señalar aquí que la monogamia no es remedio para los celos. Todos hemos tenido la experiencia de sentir unos celos feroces del trabajo que mantiene a nuestra pareja alejada de nuestro lado o de la decisión de nuestra pareja de navegar por internet en lugar de por nuestro cuerpo o del fútbol cada domingo (y viernes y sábado). Los celos no son exclusivos de los putones; es una emoción de la que todo el mundo tiene que ocuparse.

Muchas personas creen que la territorialidad sexual es una parte natural del individuo y la evolución social. Si crees eso, es fácil usar los celos como justificación para perder los estribos y dejar de ser un ser humano razonable, responsable y ético. Bajo la amenaza de los sentimientos de celos, permitimos que nuestros cerebros desconecten con la excusa de que estamos actuando por instinto. Tus autoras no creen que importe que los celos sean parte de nuestra naturaleza o fruto de la educación o ambas cosas a la vez. Lo que importa es que sabemos por experiencia que se puede cambiar. Esta es la historia de la vida de Dossie sobre la lucha para sobrellevar los celos:

Mi amante se está retrasando en volver a casa. Espero que esté bien. Esta mañana se fue llorando. Ayer por la noche las dos lloramos hasta bastante tarde. Espero que no esté muy enfadada conmigo, o que su enfado sea más fácil de soportar que su dolor. Ayer por la noche pensé que mi corazón se iba a romper de sentir su dolor.

Y es mi culpa, mi elección, mi responsabilidad. Le estoy pidiendo que atraviese las llamas por razones que el resto del mundo considera frívolas sino directamente censurables. No puedo —ni quiero— ser monógama.

Hace más de tres décadas abandoné al violento padre de mi hija, luchando para poder salir de esa casa, con cardenales y embarazada, prometiendo lo que fuese, prometiendo que llamaría a mis padres si me hacía falta dinero, mintiendo. Después de escapar de Joe, me envió mensajes con amenazas de suicidio y me amenazó con asesinarme. Una vez prendió fuego alrededor de la casa en la que creía que estábamos. Después de irme, decidí que él tenía razón: soy un putón, quiero ser un putón, nunca volveré a prometer monogamia. No volveré a ser propiedad de nadie, no importa lo valiosa que se considere esa propiedad. Joe me convirtió en una feminista, un putón feminista.

Mi amante ha vuelto. Me ha traído una flor. Todavía no quiere que la abrace. Tiene la sensación de que su casa ha sido invadida por una energía extraña. Fui muy cuidadosa limpiando, todo está muy ordenado, la cena preparada, paz y calma. Haré lo que sea para no sentirme tan mal.

¿Por qué insistí en hacer esto? Mi coautora y yo hemos estado esperando pacientemente para retomar esta parte de nuestra relación cuando mi más reciente y querida amante estuviese preparada. Ha superado los temores al sexo en grupo. Mañana vendrá otra pareja a cenar y a darme mi sesión de azotes de cumpleaños, una celebración que ella misma preparó sin que yo la animase. En el último año, ella ha tenido más experiencias sexuales nuevas de las que tuvo en los cuarenta y ocho años anteriores y se ha aficionado a ello sintiéndose como pez en el agua.

Excepto en lo de su amante teniendo una cita con una tercera persona. Ella odia sentirse dejada de lado y le molesta que esta vez sea en nuestra casa, no en territorio neutral. Quizás esto fue un error. Quizás cometo muchos errores.

Mis amistades y amantes le han dado la bienvenida con los brazos abiertos. A menudo, amantes ocasionales forman redes de cuidado familiar derivadas de sus relaciones sexuales y han empezado a surgir ciertas costumbres, incluso una especie de cultura. Y por eso es habitual, en mi recién estrenada cultura, que amantes de una persona den la bienvenida a amantes más recientes, no como competencia sino como alguien que se suma a la comunidad. Pero esta no es su cultura.

Ahora mi amante está preparada para hablar. Está cabreada. Seriamente cabreada. Está resentida conmigo por cada pensamiento triste y angustiado que ha tenido hoy. Está furiosa por haberle hecho pasar por la cruda experiencia de sus propios sentimientos, y eso no es lo que ella dijo, esa es mi interpretación. Y eso no es lo que dije antes, este no era el momento para ponerse con aires de superioridad sobre límites claros y ser responsable de tus propios sentimientos. Escuché, sin interrumpir, intentando únicamente que supiese que la amo, que comparto su dolor, que estoy aquí para ella. Está furiosa conmigo y no me estoy dando permiso para defenderme y me duele.

Esta historia no tiene un buen final: hablamos durante horas, o quizás escuché, estuve escuchando lo difícil que fue para ella, cómo se sintió invadida, cómo sintió que su casa no era un lugar seguro, cómo se sintió atacada por ella y por mí, cómo temía tantísimo que la fuese a abandonar. No llegamos a frases típicas que resultan en buenas historias para un libro. Nosotras simplemente descargamos nuestra angustia y nos fuimos a dormir exhaustas, y seguimos queriéndonos y trabajando sobre este tema lo mejor que podamos.

Han pasado más de diez años desde que Dossie escribió esta historia y ya no está con esa amante. La relación se terminó por muchas razones, ninguna de ellas debido a los celos en particular. Algunas personas se entristecieron al leer esta historia cuando la incluimos en la primera edición de este libro.

No es precisamente alegre y no tiene un final feliz. Pero la incluimos de nuevo porque pensamos que es importante para quienes nos leen saber que incluso consumados putones luchan con el dolor, problemas de comunicación, deseos que no coinciden, enfados y, sí, celos.

EJERCICIO ¿Cómo experimentas los celos?

Reserva algún tiempo para la introspección. Recuerda algunas ocasiones cuando sentiste celos, y escribe sobre cómo te sentiste. Puede que te encuentres con tu mente preocupada pensando qué estarán haciendo esas personas. Puede que requiera un poco de paciencia volver sobre tus propios sentimientos: cólera, dolor, desesperación, ansiedad; sensación de sentirte una persona sola, fea, abandonada, despreciable; o cualquier otro sentimiento, como si necesitásemos una justificación apropiada para sentirnos pésimamente. Prueba a sentir alguna compasión por ti cuando te sientes tan mal.

O escribe libremente sobre los celos. Pon un cronómetro durante cinco o diez minutos y simplemente escribe todo lo que te venga a la mente. Cuando hayas terminado de escribir, sé amable contigo. Puede que quieras hacer esto más de una vez, y guardarlo como un diario para leerlo tú o quizás una amistad en la que confías o tu terapeuta.

O escribe una carta a tus celos. Pregúntales qué están tratando de conseguir. Pídeles consejo. Después haz que tus celos te escriban una carta a ti.

¿Qué son los celos?

Nunca dejaremos de hacer esta pregunta. ¿Qué son los celos para ti? ¿Existen realmente?, ¿son lo que creemos que son? Cuando elegimos enfrentarnos al sentimiento de los celos en lugar de huir, podemos ver más claramente qué son los celos realmente en nuestro caso. Los celos no son una emoción. Pueden aparecer como dolor o furia, odio o autodesprecio; los celos son una palabra comodín que cubre una amplia variedad de emociones que podemos sentir cuando nuestras parejas conectan sexualmente con alguien más.

Los celos pueden ser una expresión de inseguridad, miedo al rechazo, miedo al abandono, de sentir que nos dejan de lado, que no somos una persona lo suficientemente buena o que somos ineptos, o nos sentimos fatal. Tus celos pueden estar basados en territorialidad, competitividad o en alguna otra emoción que está gritando para ser oída bajo el ruido de los celos en tu cabeza. A veces pueden aparecer como furia ciega y el que sea ciega puede hacer muy complicado darse cuenta de lo que ocurre.

Dossie, cuando comenzó a pensar sobre sus celos y enfrentarse a ellos, sentía una insoportable sensación de inseguridad, algo parecido a «nadie me va a quererme porque me pasa algo raro y soy indeseable». Descubrió esto sobre sí misma en los primeros años del feminismo, así que coincidió perfectamente con su exploración feminista para trabajar en su autoestima y construir una base para su seguridad que no necesitara estar respaldada por otra persona y que nadie pudiese arrebatarle. Seguramente puedes imaginar lo valiosa que fue esta lección y cuántos otros usos encontró para sentirse segura consigo misma. Gracias, celos; sin esa lección ella no tendría suficiente seguridad en sí misma para estar escribiendo este libro.

Si experimentas tus celos como una cólera absurda, quizás quieras leer algo sobre la ira: cómo otras personas piensan sobre ella, trabajan con ella, manejándola con éxito; quizás podrías apuntarte a un curso de control de la ira. Quizás puedas llegar a un acuerdo con tu enfado. Quizás puedes llegar a un punto en el que tú y tus amantes no necesitéis sentir miedo nunca más. ¿No valdría la pena trabajar por algo así?

Muchas personas encuentran en su interior tipos de celos que son bastante fáciles de manejar: dudas insistentes, cierto nerviosismo sobre cómo van a hacerlo en la cama o sobre la propia imagen corporal. Otras se encuentran a sí mismas cayendo en un torbellino de terror o dolor, al que es incluso difícil mirar, mucho más desgranarlo en sentimientos independientes como el miedo al abandono o el sentimiento de pérdida o de rechazo. ¿Por qué nos sentimos a veces así? Dossie la terapeuta tiene una teoría sobre esto basada no sólo en su propia experiencia sino también en la de muchos pacientes con los que ha trabajado sobre estos temas.

Los celos son a menudo la máscara que utiliza el conflicto interno más complicado que tienes en ese momento, un conflicto que ha estado pidiendo a gritos ser resuelto y tú ni siquiera lo sabes. Como está arraigado tan profundamente puede ser increíblemente difícil prestarle atención cuando los celos aparecen en el horizonte: nos retorcemos intentando no sentirlos. Ese el momento en que nuestras emociones tienen más posibilidades de causarnos dolor; cuando crees que tienes que evitar sentirlas cueste lo que cueste.

Una manera de no sentir un sentimiento es proyectarlo en tu pareja. Proyectar es una defensa psicológica en la que se intenta sacar de ti un sentimiento doloroso proyectando tu película emocional en otra persona. Como si esa persona fuese una pantalla para tus miedos y fantasías y no un ser humano. Puede que esta sea la única definición real de los celos: es la experiencia de proyectar sentimientos incómodos propios en nuestra pareja.

Pero hay buenas noticias. Si te reconoces en algo de todo esto, eso quiere decir que alguna parte de ti ha decidido que eres lo suficientemente fuerte para ser consciente de la emoción subyacente, y eso significa que estás en una posición excelente para curarlo un poco. Utiliza tus celos como una señalización: «¡Trabajar en este sentimiento!». Ve a un curso, únete a un grupo, busca una buena terapia, comienza a practicar meditación, comienza a trabajar en ti. Tienes una oportunidad de oro, así que aprovéchala. Podrías sacar mucho de esto si haces el trabajo que se te presenta por delante: curar viejas heridas, abrirte a nuevas posibilidades, ganar en salud y librarte del miedo… y en algún punto de ese proceso, casi como un plus, alcanzar también tu libertad sexual.

A veces lo que percibimos como celos es en realidad algo más. Repasa los detalles de cómo funcionan los celos en ti. ¿Qué es lo que más te preocupa? ¿Es que no quieres que tu pareja haga esas cosas con otra persona o que quieres que tu pareja las haga contigo? Los celos podrían ser en realidad envidia, y la envidia a menudo es muy fácil de solucionar. ¿Por qué no quedas con tu pareja para hacer lo que acabas de descubrir que te estás perdiendo?

A veces los celos están arraigados en sentimientos de dolor y pérdida, lo que puede ser más difícil de interpretar. Nuestra cultura nos ha enseñado que, cuando nuestra pareja tiene sexo con otra persona, hemos perdido algo. No queremos parecer tontas, pero esto nos confunde: ¿qué hemos perdido? Cuando nuestras parejas vuelven de citas excitantes, a menudo están excitadas y calientes y tienen nuevas ideas que les gustaría probar en casa. No conseguimos ver lo que perdemos en esta situación.

O la sensación de pérdida que sientes podría ser la pérdida de un ideal, una imagen que has estado guardando en tu mente sobre qué aspecto debe tener una relación perfecta, monógama. Puede ser útil recordar que las relaciones cambian con el tiempo. Las necesidades y los deseos de las personas cambian de acuerdo con su edad y circunstancias, y las relaciones más exitosas a largo plazo son las que tienen la suficiente flexibilidad para redefinirse a sí mismas una y otra vez a lo largo de los años.

De vez en cuando nuestra incomodidad significa que nos estamos dando cuenta a nivel intuitivo que nuestra pareja se nos está alejando, y puede que sea verdad que estemos perdiendo una relación que nos es muy querida. A veces sucede. El hecho de que las personas supuestamente monógamas a menudo dejan a su pareja para irse con alguien a quien creen aparentemente mejor en ese momento no es de mucho consuelo cuando te sucede a ti.

Vimos a una amiga nuestra atravesar sentimientos de profundo dolor y pérdida cuando se dio cuenta de que quien estaba con su pareja estaba intentando, casi con éxito, fugarse con él. En este caso, su dolor sacó a la luz cierta deshonestidad y manipulación por parte de la tercera persona y le dio a su pareja la fuerza para romper con su amante y encontrar otras relaciones que tuvieran un mayor respeto por su relación principal. Por otro lado, esta situación podría haber acabado igualmente en una ruptura. Hablaremos más de rupturas, y cómo gestionarlas éticamente cuidando tus propios sentimientos y los de tu pareja en el capítulo 20, «Los altibajos en las relaciones».

Los celos pueden también estar asociados con sentimientos de competitividad, de querer ser número uno. Hay una razón para que no existan las olimpiadas del sexo: los logros sexuales no se pueden medir. No podemos clasificarnos en una especie de escala jerárquica de quién es más o menos deseable o quién es el mejor trofeo. ¡Qué idea más horrible! Tus autoras quieren vivir en un mundo en el que la sexualidad de cada persona sea valorada por sí misma, y no por cómo se mide respecto a un estándar ajeno a nuestro placer. Si te encuentras algo que te gustaría sumar a tu repertorio, puedes aprender a hacerlo sin perder el tiempo machacándote por no haberlo sabido ya.

El miedo a ser sexualmente incompetente puede sumarse a una herida muy profunda y secreta. Pero déjanos tranquilizarte diciéndote que, al final, cuando consigas llevar el estilo de vida con el que sueñas, tendrás familiaridad con tantas maneras diferentes de expresar la sexualidad que no tendrás que preguntarte cómo es tu sexualidad comparada con la de otras personas; lo sabrás por propia experiencia. Los/las grandes amantes no nacen, se hacen. Puedes aprender de tus amantes, y de amantes de tus amantes, a ser la superestrella sexual que te gustaría ser.

Desaprender los celos

Cambiar la manera en que experimentas un sentimiento requiere tiempo, así que espera que sea un proceso gradual, aprendiendo sobre la marcha, mediante prueba y error. Y habrá pruebas, y cometerás errores.

Comienza por darte permiso para aprender. Permítete no saber lo que no sabes, ser ignorante. En el budismo se le llama la mente de principiante. Debes darte permiso para cometer errores; no tienes elección. Así que tranquilízate: no hay una manera elegante de desaprender los celos. Es como aprender a patinar: tienes que caerte y hacer el ridículo un par de veces antes de llegar a ser tan elegante como un cisne.

El reto es aprender a crear dentro de ti unos cimientos sólidos de seguridad interna que no dependan de la exclusividad sexual o de la propiedad de tu pareja. Esta difícil tarea es parte de la cuestión más amplia de cómo retener tu poder personal y aprender a entenderte y quererte sin una necesidad tan desesperada de que otra persona te dé su aprobación. Te vuelves libre para dar y recibir aprobación de otras personas, pero no por necesidad u obligación, sino por amor y cariño. Te recomendamos encarecidamente que te esfuerces en aprender a valorarte. Créenos, te lo mereces.

Muchas personas lo averiguan conforme van desarrollando sus familias poliamorosas, van obteniendo ese visto bueno de muchas personas y acaban siendo menos dependientes de la aprobación de su pareja. Sus necesidades y fuentes de apoyo emocional se extienden sobre un territorio mayor.

Quitarle poder a tus celos

No podemos decirte cómo hacer que los celos se desvanezcan o exorcizarlos como si fuesen el demonio. Puede ser tu demonio interior, pero no es un cáncer que puedas extirpar. Es una parte de ti, una manera en que expresas miedo y dolor. Lo que puedes hacer es cambiar la manera en que tú experimentas los celos y aprender a gestionarlos como aprendes a gestionar cualquier emoción: trabajando con ella hasta que se vuelve, no insoportable y no exactamente agradable pero tolerable; una leve alteración, una chubasco de verano más que un tifón.

Una mujer con la que hablamos tenía algunas ideas muy buenas sobre qué puedes hacer con los celos:

Noto que los celos vienen y van, dependiendo de lo bien que me siento conmigo misma. Cuando no estoy encargándome de conseguir lo que quiero, es fácil sentirme celosa y pensar que alguien está consiguiendo lo que yo no consigo. Necesito recordar que es tarea mía tener mis necesidades cubiertas. Siento los celos, pero no estoy dispuesta a actuar en base a ellos, por lo que casi siempre desaparecen.

Una vez has asumido el compromiso de negarte a actuar por celos, te vuelves libre para empezar a reducir la cantidad de poder que dejas que tus celos tengan sobre ti. Una manera hacerlo es simplemente dándote permiso para sentirlos. Simplemente siéntelos. Te va a doler, y sentirás miedo y confusión, pero si te sientas sin moverte y escuchas con compasión y apoyo a la asustada criatura en tu interior, la primera cosa que aprenderás es que se sobrevive a la experiencia de los celos. Tienes la fuerza necesaria para aguantar.

Gran parte de las dificultades con los celos viene de nuestros intentos por evitar sentir una emoción que nos da miedo o nos causa dolor. Quizás hace tiempo, cuando éramos niños realmente impotentes en el mundo y con unas herramientas muy limitadas para manejar nuestras emociones, sentimos algo que nos dio miedo y nos dijimos: «No volveré a sentir esto nunca más, es demasiado horrible, moriré, me suicidaré». Así que guardamos ese sentimiento, y el hecho que lo ocasionó, en una especie de olla que tapamos bien fuerte. Según pasan los años, cuando pasa algo que nos recuerda a lo que tenemos en la olla, que hace vibrar un poco la tapa, la apretamos más. «Tengo que mantener tapada la olla», nos decimos, quizás ni siquiera recordemos por qué. Y la presión sube y sube, no tanto por lo que está dentro de la olla como por nuestra lucha frenética para mantener la olla tapada.

Cuando crecemos y necesitamos quitar la tapa para poder gestionar nuestra realidad emocional como personas adultas, puede dar miedo de verdad. Pero, sorprendentemente, a menudo cuando miramos lo que está realmente dentro de la olla y lo sentimos, resulta ser mucho más manejable de lo que creíamos. Puedes abrirla, ver lo que está hirviendo ahí dentro y luego volver a poner la tapa. Tus antiguas defensas seguirán funcionando perfectamente cuando quieras que lo hagan.

Hemos oído de putones que se acusan mutuamente de ser celosos como si fuese un crimen: «¿Ves? ¡Mírate! Tienes celos, ¿verdad? ¡No intentes negarlo!». Es particularmente importante que asumas las consecuencias de tus celos, para ti y para la gente más cercana. Si intentas aparentar que no tienes celos cuando los tienes, las otras personas te verán como una persona poco honesta o, peor, pueden creerte y ver que no hay necesidad de apoyarte o protegerte porque estás bien, ¿verdad? Si aparentas ante ti que no sientes celos cuando los sientes, tus emociones pueden intentar encontrar caminos tortuosos para que les prestes atención, manifestándose como una furia completamente irracional, conductas poco razonables, una ansiedad aplastante por todo, rabietas, ataques de llorera o incluso enfermedades físicas.

Cuando te niegas a admitir tus celos, te quitas la oportunidad de tener autocompasión, de darte apoyo y consuelo. Cuando niegas los celos, o cualquier otra emoción complicada, te pones en una situación dura y difícil, llena de trampas y minas. Los arrebatos entrañan hacer cosas que no comprendes, cuando te arrastran las emociones de las que te has negado a ser consciente. Negar tus celos te puede llevar a exteriorizar tus sentimientos de maneras muy duras de las que te arrepentirás más adelante.

A veces la exteriorización toma la forma de plantear ultimátums sobre lo que tu pareja puede o no hacer o, peor, tratar de hacer valer «acuerdos» retroactivos actuando con aires de superioridad moral, indignándose por no habérsele ocurrido que estaba mal ir con Bob al cine a ver la película que tú querías ver, por lo malas y desconsideradas que son esas dos personas. No puedes gestionar constructivamente los celos haciendo sentir a la otra persona que está equivocada. Endosar tus sentimientos a tus parejas es un callejón sin salida; simplemente, no va a funcionar. Los celos son una emoción que nace dentro de ti; ninguna persona ni ninguna conducta puede «hacerte» sentir celos. Te guste o no, la única persona que puede hacer que esos celos duelan menos o se vayan eres tú.

Escuchar a alguien que siente celos puede ser difícil, particularmente cuando los celos se centran en ti. A veces, cuando tu amante está sintiendo celos y sufriendo, puedes encontrar más sencillo enfadarte y apartar a esa persona de tu lado, en lugar de mantenerte cerca, mantener la empatia, escuchar, cuidar. Cuando culpas a esa persona por estar celosa, lo que estás diciendo realmente es que no soportas escuchar a tu pareja decirte lo mucho que sufre cuando sales por la puerta para jugar con otra persona. Esta aparente indiferencia es una manera horrible de evitar enfrentarte a tu propio sentimiento de culpa.

Hay soluciones más fáciles. A los sentimientos les gusta ser escuchados; los sentimientos de otras personas y los tuyos. Cuando comprendas que tú estás haciendo algo constructivo cuando simplemente escuchas, o pides a alguien que simplemente te escuche, puedes sacar esos sentimientos conflictivos a la luz y aprender a solucionarlos. La idea es ser amable con tus sentimientos, darles la bienvenida como invitados, hasta que sienten que han terminado y se vayan.

Si esto te suena familiar, si has experimentado momentos así en tu vida, te recomendamos que practiques la habilidad de estar en silencio con tu dolor y el de tu pareja. Recuerda, no tienes que arreglar nada. Todo lo que tienes que hacer es escuchar, a ti o a la otra persona, y entender que esto duele. Punto.

Janet y su pareja a largo plazo tuvieron un momento complicado cuando ella le dijo por primera vez que estaba enamorada de una de sus amantes:

Había estado viendo a esta mujer durante una temporada y me di cuenta, para mi sorpresa, que mis sentimientos hacia ella habían ido más allá de la simple amistad sexual a una emoción romántica profunda que identifiqué como estar enamorada. Cuando se lo conté a mi pareja a largo plazo, creo que su primer impulso fue sentirse amenazado, inseguro y, sí, celoso. Pude sentir cómo él estaba a punto de estallar. Fue duro para mí no intentar arreglar las cosas, retirar lo que había dicho sobre estar enamorada, o simplemente abandonar la conversación porque me sentí asustada y culpable.

Pero él se mantuvo igual, permitiendo que los sentimientos aparecieran, pero no permitiéndoles llevarle a actuar enfadado o a la defensiva. Me preguntó algunas cosas como qué significaba exactamente esto para nuestra relación, y fui capaz de explicar que no estaba planeando dejarle, que mi amor por ella no era en absoluto una amenaza a mi amor por él, que ella y yo no esperábamos convertirnos en pareja principal, que en realidad nada había cambiado excepto mis propias emociones y las palabras que estaba usando para describirlas. Volvimos a retomar esta discusión de vez en cuando, especialmente cuando nuestros ajetreados horarios me permitían pasar algún tiempo extra con mi amante.

Ella y yo nos fuimos separando bastante fácilmente cuando empezamos a hacer otras cosas en nuestras vidas… y, es más, lo mismo hicimos él y yo, aunque menos fácilmente. Pero las tres personas que estuvimos en ese triángulo particular podemos mirar hacia atrás con orgullo por la manera en que mutuamente nos dimos el espacio y respeto que necesitábamos para procesar un cambio que, al principio, las tres sentimos como una amenaza terrible.

Puedes sentir celos sin actuar en función de ellos. De hecho, montar en cólera y romper toda la vajilla, o llamar al amante de tu amante y colgar cada quince minutos durante tus primeras noches sin dormir, o pelearse con la primera persona que se presente no te ayudará en absoluto a sentirte mejor. Todas estas son cosas que la gente hace para no sentirse celosa, para no sentirse asustada y pequeña. La ira puede ayudarnos a sentirnos con poder cuando queremos alejar nuestros sentimientos de vulnerabilidad pero en realidad no nos hará sentirnos más fuertes o con más seguridad.

Cuando permanezcas inmóvil con tus celos, verás que es posible sentir algo complicado sin hacer nada que no hayas decidido hacer. Habrás dado tu segundo paso quitando poder a tus celos. Le habrás dicho a tus celos que no les permitirás que te hagan hacer nada que pueda destruir tus relaciones afectivas.

Khalil Gibran escribió algo realmente profundo sobre la naturaleza del dolor: «Tu dolor es la destrucción de la cáscara que encierra tu comprensión».

RAFTING EN AGUAS BRAVAS

Así que aquí estás, con la cáscara rota, zozobrando en el dolor. ¿Qué puedes hacer? Ponte cómodo y observa cómo puedes aprender a navegar en esas olas en lugar de ahogarte en ellas. Reúne el valor para sentir lo que estás sintiendo. Explora tus sentimientos, arrópalos, aprécialos: son la parte más esencial de ti.

Trátate bien y recuerda que la parte más importante del amor no es amar la belleza, fuerza y virtud de alguien. La verdadera prueba de amor es cuando alguien ve nuestras debilidades, nuestras estupideces, nuestras pequeñeces y aun así nos quiere. Este amor incondicional es lo que queremos de nuestras parejas, y no debes esperar menos de ti.

Experimentar sentimientos dolorosos no es un asunto moral: no está «mal» en ningún sentido sentir lo que sientes y querer lo que quieres. Sólo las acciones pueden ser un delito. Déjanos repetirlo: las emociones nunca son equivocadas; sólo las acciones pueden ser equivocadas. Las emociones son la expresión de una nuestra verdad emocional, y la verdad nunca puede estar equivocada. Ni necesitan estar justificadas. Sólo necesitan ser sentidas.

Recuerda, cuando te mires, mírate con cariño y recuerda que no estás haciendo un balance de tu cuenta bancaria. Cualquier cosa que veas que no te gusta, o que quieres cambiar, no es una deuda que debes restar de tus virtudes. Cuando aprendes a reflexionar sobre tus fortalezas, se hace más fácil mirar a tus debilidades aceptándolas con compasión. Mantén tus virtudes en su máximo valor y aprécialas.

Empieza por ponerte la tarea de pasar un corto período de tiempo con tus celos, por ejemplo, una noche o una tarde cuando tu pareja puede que esté con otra persona. Haz un pacto contigo mismo de que te mantendrás en conexión con tus sentimientos, sean los que sean, durante ese breve período de tiempo. Si una tarde o una noche entera parecen demasiado, empieza con cinco o diez minutos, y luego organízate para distraerte viendo una película o lo que sea.

PODRÍA SER MÁS SENCILLO DE LO QUE PENSABAS

Una de las consecuencias posibles, y realmente habitual, será que tu pareja se irá a su cita con su amante y te sentirás simplemente bien. ¡Sorpresa! Tus expectativas pueden haber sido mucho peores que el hecho real. A menudo los putones con ética experimentados se encuentran con que sólo sienten celos muy de vez en cuando. Cuando experimentan celos, examinan esas experiencias en concreto para ver qué pueden aprender sobre sí mismos y para pensar en estrategias para hacer este tipo de situación algo más seguro y sencillo.

Una pareja con la que hablamos estaba trabajando para mantener su relación principal en medio de una situación difícil: uno de los miembros de la pareja está de negocios fuera de la ciudad la mayoría del tiempo, con lo que mucha de su actividad con otras personas tiene lugar en situaciones que no les permite reconectar físicamente después. Uno de sus acuerdos es que hablan por teléfono cada noche, independientemente de dónde estén o de lo ocupados que estén. A menudo, sus conversaciones tienen lugar después de que uno de ellos haya pasado algún tiempo conectado con una de sus parejas externas. Uno de ellos señala que durante esas conversaciones:

Él permite mis sentimientos. No dudo en decir lo que quiero; de hecho, él me anima a hacerlo. He visto que simplemente pudiendo decir esas cosas, hablar de mis celos y tristeza, de alguna manera los desactiva. Pierden mucho de su poder porque no encuentran resistencia por su parte; el sólo los escucha y no los cuestiona.

SIENTE TUS SENTIMIENTOS

Los sentimientos dolorosos, incluso los más intensos, tienen una tendencia a seguir su curso si les dejas, por lo que una estrategia inicial es ponerte a gusto, relajarte todo lo posible y esperar. Localiza tus sentimientos de celos —dolor, enfado o el que sea— y déjalos circular a través de ti, como un río. Tu mente puede que esté acelerada con pensamientos desagradables, con enfado, echando culpas, centrándote en un detalle del que no tienes ninguna duda en que esas personas obraron mal, obsesionándote con creer que alguien se está aprovechando de ti o haciendo caso omiso de tus emociones desnudas. ¡Te duele mucho, así que seguro que es culpa de alguien! Pero a veces hay un dolor muy grande y no hay villano. Déjanos tranquilizarte: todo el mundo pasa por esto. No te mueras de vergüenza, solamente deja que estos pensamientos también pasen a través de ti.

Los sentimientos, una vez destapados, se pueden entender mejor reflexionando sobre ellos. Es útil tener estrategias para la autoexploración. Escribir un diario, preferiblemente sin importar en absoluto ni la ortografía ni la sintaxis, puede ser una buena manera de soltar sentimientos y aprender sobre ti al mismo tiempo. Está bien el cubrir páginas de tu diario con ¡MIERDA MIERDA MIERDA ODIO ESTO!, con tinta roja; si ves que te sienta bien, te recomendamos conseguir un diario extra grande. Prueba a escribir una lluvia de ideas, es decir, escribir cualquier cosa que se te pase por la cabeza, tenga sentido o no, a ver qué consigues. A menudo de esta manera se encuentran tesoros, joyas del autoconocimiento.

Puedes conseguir un gran bloc de dibujo y pastel al óleo, que son los lápices de colores de las personas adultas. Estos grandes lápices de colores estimulan la expresión con colores vivos y disuaden de obsesionarse demasiado con los detalles (son demasiado gruesos como para enfadarse por eso). A veces cuando dibujes te saldrán garabatos, y eso está muy bien; por poco que puedas conseguir siempre te ayudará a permanecer inmóvil durante un rato y a despotricar con los colores. Otras veces te puedes sorprender dibujando algo que tiene mucho significado para ti. Nosotras dos usamos mucho el dibujo para dar salida a nuestros sentimientos más fuertes y descubrir cosas sobre nosotras mismas. Dossie dejó de fumar de esta manera, y Janet lo usó como una herramienta importante para salir de la zona residencial y recuperar su promiscuidad; y te aseguramos que ninguna de las dos es una gran artista.

Hay gente que prefiere expresar sus sentimientos con su cuerpo y pueden hacerlo corriendo, haciendo ejercicio en el gimnasio, limpiando la cocina o cavando en el jardín. Nota sobre seguridad: si a tus sentimientos les gusta expresarse físicamente de manera intensa, deberás mantener una parte de tu mente alerta sobre el hecho de que estás bajo el efecto de mucha adrenalina y puedes sentirte más fuerte de lo que realmente eres, así que presta un poco de atención a lo que puedes hacer sin sufrir lesiones. Una vez Dossie que estaba completamente estresada y subió caminando una colina muy alta y se sentía maravillosa y poderosa. Recuerda haber pensado que debía estar en mejor forma de lo que creía. El día siguiente fue una agonía física, con dolores musculares y las articulaciones inflamadas.

Prueba a buscar música que coincide con tu estado de ánimo, furiosa, triste, frenética, y expresa tus sentimientos bailando. Puede ser muy satisfactorio comprar una raqueta de tenis barata y golpear el sofá con ella. Arrodíllate delante del sofá, sube la raqueta sobre tu cabeza y golpea con todas tus fuerzas. Mantén los ojos abiertos, imagina sobre el sofá lo que sea con lo que tienes ese enfado (excepto contigo) y grita bien alto cómo te sientes.

Cuando te expresas, te conoces mejor y gestionas parte del estrés más intenso de manera constructiva. Lo peor que puede ocurrir es una cocina limpia, y podrías sentirte realmente bien tras regalarte una tarde en la playa.

NADIE ME QUIERE

Prueba a centrar tu atención en los sentimientos de tu cuerpo: ¿Dónde sientes esas emociones?, ¿en la garganta, en el pecho, en la barriga? Dirigir tu atención hacia las sensaciones físicas puede intensificarlas y hacerte llorar, pero pasarán incluso más rápidamente si te permites sentirlas a nivel físico. Si tienes un brote de ira, puedes golpear una almohada. Si empiezas a llorar, déjalo salir, recuerda la sensación de alivio que aparece después de expresar llorando una emoción intensa. A Janet le gusta buscar un libro o película lacrimógena que le ayude a hacer brotar esas lágrimas cuando siente que no es capaz de llorar (La Fuerza del Cariño no ha fallado hasta el momento).

Algunas personas no son capaces de hacer esto porque les han enseñado que está mal sentir lástima de sí mismas. ¿Entonces por quién debes sentir lástima? Sintoniza contigo: te sientes mal, así que sé amable contigo.

Puedes hablar con alguna de tus amistades, o de tus amantes, asumiendo que has llegado a acuerdos de confidencialidad con todo el mundo al que podría importarle si cotilleas sobre el tema. Janet tiene un acuerdo con una de sus amistades para recibir apoyo por teléfono. Ella puede llamarle y pedirle cinco minutos de «pobrecita mi niña» y, si está disponible, no dice nada más que —lo has adivinado— «pobrecita mi niña» hasta que ella ha terminado de soltar todos sus sentimientos. Este diálogo puede parecer tonto, pero no lo rechaces sin haberlo probado. El consuelo es una buena cosa en momentos difíciles.

EJERCICIO Tranquilizar.

Este es un ejercicio que puedes hacer con tu pareja para aprender a decirse «pobrecita mi criatura» mutuamente incluso cuando es un momento difícil.

Haz una lista de las diez cosas que tu pareja podría hacer para consolarte. Evita las abstracciones, céntrate en las conductas, no las emociones. «Quiéreme más» es una emoción y, por tanto, bastante difícil de llevar a la práctica: ¿cómo vas a saber que tu pareja te quiere más? «Cómprame una rosa» es una conducta que cualquier persona con un euro puede hacer. Escribe tu lista en privado, tu pareja puede hacer lo mismo, y luego os podéis reunir y echar una ojeada a la lista de pareja. Te sorprenderás lo fácil que es dar consuelo cuando tienes una lista.

Esta tarea puede ser más complicada de lo que parece. Pueden venirte muchas preguntas a la cabeza: ¿cómo voy a pedir eso? ¿No debería saberlo ya mi pareja? Si tengo que pedirlo yo, ¿cuenta realmente? Si mi pareja me quisiera ¿no debería estar sucediendo esto ya?

Si estás teniendo pensamientos como estos, imagínate qué sensación podría dar que tu pareja te pidiera consuelo. ¿No sería una buena sensación saber cómo puedes ayudar? No tenemos telepatía, pero nos preocupamos por la otra persona, y podemos ayudar una vez que sabemos cómo.

¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Según vas aprendiendo a encontrar y expresar tus sentimientos, puedes probar una tarea más exigente. Mira si eres capaz de escribir sobre tus sentimientos, o contárselos a alguna de tus amistades, sin echar la culpa a nadie: ni a tu amante, ni al amante de tu amante y, especialmente, tampoco a ti. Este ejercicio no es fácil. Te sorprenderás de lo rápido que cualquiera pasa a culpar a alguien, pero vale mucho, mucho la pena aprender a tener sentimientos sin endosárselos a otra persona.

También ayuda prestar atención a cómo atribuimos intenciones: «Estás haciendo esto para que me enfade». ¿Cuántas veces crees que eso es realmente cierto? Prácticamente nunca hacemos enfadar a alguien a propósito; el resultado, normalmente, no es agradable. Es fácil inventarse las intenciones de las otras personas para darle sentido a lo que tú estás sintiendo… pero puede ser muy duro para ellas hablar de sus verdaderas intenciones si alguien les está acusando de tener unas intenciones que nunca tuvieron.

Sólo cuando estamos en disposición de asumir las consecuencias de nuestras emociones, y dejamos a nuestras amistades y amantes tener las suyas, todo el mundo tiene el poder para cambiar y evolucionar.

MÍMATE

Cuando tus emociones son abrumadoras y caóticas puede ayudar el preguntarse si hay algo que podrías hacer que te ayudase a sentirte sólo un poquito más a salvo. No te preocupes de la foto completa. Quizás todo el asunto es demasiado grande para llegar a comprenderlo por completo ahora mismo. Respira hondo unas cuantas veces, relaja conscientemente algunos músculos, pon música relajante. Prueba a envolverte en una manta suave. Puede que no parezca mucho pero, una vez que eres capaz de hacer algo que mejora las cosas aunque sea en algo microscópico, te estás moviendo en la dirección correcta para tener la confianza de que puedes aprender a gestionar tus sentimientos de celos.

Date permiso para cuidar bien de ti mientras aprendes a superar los celos y otros sentimientos complicados. Aprende a cuidarte. ¿Qué cosas encuentras reconfortantes? Concédetelas. ¿Un chocolate caliente? ¿Una toalla caliente después de un largo baño? ¿Una larga sesión con tu película favorita o con un videojuego? ¿Tu oso de peluche favorito? Un autocuidado efectivo sucede a menudo a un nivel de percepción corporal, por lo que las experiencias físicas —masajes, baños calientes, cremas corporales, pijamas de franela— pueden dar la sensación de consuelo y seguridad incluso cuando tu mente está preocupada y tus pensamientos hechos un lío. Date permiso para cuidarte lo mejor posible. Te lo mereces.

Cuando prevés que vas a sentir celos, haz planes para estar haciendo algo. Puede ser demasiado pedir que siempre tengas una cita excitante exactamente al mismo tiempo que tu amante: los horarios de la mayoría de la gente son demasiado complicados, por lo que ¿qué haces cuando la cita de tu pareja se enferma de gripe? ¿Cancelas la tuya? Las personas con las que tienes esas citas puede que cuenten contigo, el tiempo que pasan contigo puede ser importante para ellas, y sus sentimientos pueden resultar heridos. Las terceras personas también tienen derecho a cierta predictibilidad en sus vidas.

Pero incluso si no puedes concertar una cita romántica, probablemente puedas quedar con alguna de tus amistades para ir al cine, hablar obsesivamente (con la debida atención a la confidencialidad, por supuesto) por internet, apretar los dientes, comer galletas, morderte las uñas, en fin, lo que sea que funcione. No recomendamos beber y drogarse, porque el subidón puede perfectamente aumentar la intensidad de tu alteración y desinhibirte lo suficiente para que olvides tu compromiso de experimentar los celos sin actuar en base a ellos. Una cierta dosis de evasión está bien, pero si te anestesias para no sentir nada en absoluto, perderás la oportunidad de desarrollar la capacidad de gestionar todos los sentimientos que estás teniendo.

Adquirir estas habilidades requiere práctica, como la meditación o aprender a patinar. Al principio te da vergüenza y te preguntas por qué lo estás haciendo, y no funciona muy bien. Pero si practicas cuidando bien de ti, después de un tiempo tu visión del mundo cambia un poco y este se vuelve un lugar mucho más amigable y acogedor porque tú lo has creado así.

EJERCICIO Quince maneras con las que puedes ser amable contigo.

Haz una lista de quince cosas sencillas que puedes hacer para ser amable contigo. Por ejemplo, «ir a la tienda y regalarme una flor» o «meter los pies en agua caliente y darles un masaje». A veces ayuda que te preguntes: «¿Qué podría hacer para sentir un poco más de seguridad, o para sentirme mejor, o con más cuidados?». Escribe los puntos de tu lista en tarjetas. La próxima vez que te sientas a disgusto y que agradecerías algo de cariño, elige una de las tarjetas y haz lo que pone.

CUANDO TÚ ERES LA TERCERA PERSONA

Todas estas ideas sobre cuidarte se aplican tengas pareja o no, pero esas personas que vivimos solas tenemos que prepararnos especialmente para evitar sentirnos aisladas con nuestros sentimientos. (Hemos escrito mucho más sobre esto en el capítulo 19, «El putón soltero»). Necesitas contactar con amistades cercanas o quizás ir a un grupo de apoyo o a una quedada en tu zona. Ponte de acuerdo con tus amistades para escuchar mutuamente vuestros sentimientos. Y no olvides reservar algún tiempo para tener una comunicación profunda con la pareja con la que no convives. La soltería, o ser otra cosa que la pareja a largo plazo, no significa que nunca sentirás celos o cualquier otro sentimiento complicado. Cuando estamos saliendo con alguien, sea con la intensidad que sea, rara vez reservamos tiempo para hablar en serio sobre nuestros sentimientos, nuestras diferencias o, lo que es más importante, cómo cada cual entiende y valora la relación que estamos teniendo.

Para tener ese tiempo, muchas de las personas poliamor conceden un valor especial al hecho de dormir juntas y compartir el café, despertarse poco a poco, e incluso disfrutar de un típico desayuno de toda la vida. Si cada vez que conectas con tu amante es con la intención de tener sexo intenso, puede ser complicado hacer un hueco para una simple conversación, hablar de sentimientos, escuchar los sentimientos de la otra persona. Si nunca duermes con tu amante, intentad juntaros para el almuerzo o el brunch en otro momento, quedad para ir a caminar por el monte o para pasear por la playa, visitad un jardín botánico o un museo.

Aguantar el tipo

Cuando no hay un plan mejor, no pasa nada por apretar los dientes, aguantar y esperar ahí hasta que todo haya pasado. Dossie recuerda su primer reto después de haber decidido que nunca más sería monógama:

Habia estado saliendo de manera informal con un hombre joven y le había contado con mucho detalle que no estaba disponible para tener pareja y que no tenía intención de volver a ser nunca monógama. Vino a visitarme a casa cuando mi mejor amiga estaba allí, fumamos algo de marihuana y él la sedujo. Ella pensaba que él le gustaba y no sabía que yo estaba con él, así que empezaron a besarse en medio de mi salón. ¡Oh! Mis pensamientos se aceleraron mientras les miraba, pensando: «Bueno, no es que quiera casarme con él, y no tengo ganas de unirme a lo que están haciendo, y aparte de eso, creo que mi amiga no es bisexual, así que ¿qué hago?». No tenía una varita mágica para esta situación. Por un momento me quedé sentada helada, si digo la verdad, y finalmente pensé para mí: vale, puesto que no hay un guión, tendré que inventarme uno. ¿Qué estaría haciendo yo si mi amiga y mi nuevo amante no estuviesen rodando por el suelo con los brackets enganchados? Supongo que estaría terminando de tomar notas del libro de tarot que estaba leyendo. Así que subí y estudié, apretando los dientes. El centrarme en mis notas me supuso al menos un pequeño alivio ya que ocupó mi mente. Al final se fueron, y pasé una noche extraña y solitaria, no sintiéndome precisamente bien, pero al menos orgullosa de mí misma por haber sobrevivido. No me sentí herida, me sentía realmente bien. Lo que había conseguido controlar era mi propia fuerza, así que… por raro que fuese, esta fue mi primer paso exitoso a través de los celos.

VE A DONDE DUELE

He aquí una buena pregunta para hacerte cuando intentas entender tus celos: «¿Cuáles son las imágenes concretas que me alteran más?». Es probable que ya te lo estés imaginando mientras lees estas líneas, así que no te sentirás peor pensando a propósito sobre las cosas que te asusten.

Esas imágenes perturbadoras, las que realmente te molestan, no te están diciendo lo que tu pareja está haciendo: la verdad es que no sabes qué está haciendo tu pareja. Las imágenes que ves en tu mente son el reflejo perfecto de tus propios miedos. Una manera de llegar a un acuerdo con tus miedos es aceptarlos: «Sí, tengo miedo de eso». Puedes incluso llevarlo más allá y trabajar tus miedos imaginando las peores perspectivas posibles. Venga, regodéate en ello. Entra en detalles hasta que resulte ridículo. Quizás el otro hombre tiene una polla kilométrica; esa chica es una réplica perfecta de una Barbie viviente. Quizás puedes reírte de tus miedos; eso les quitará el peligro. Ridículo es lo opuesto a poderoso, así que quítales poder.

La realidad es casi siempre menos terrorífica que la ficción. Puedes contrarrestar tus miedos haciendo una prueba en la realidad. Nuestras mentes, como la naturaleza, no soportan el vacío. Nos ponemos de los nervios. Piensa en la última vez que querías que alguien te devolviese una llamada o que un familiar se retrasó considerablemente en la hora de volver a casa ¿Llamaste a la policía? ¿Enviaste mensajes frenéticamente? ¿Imaginaste cosas terribles que podían haber pasado? Todos lo hacemos. Janet y su pareja tienen un acuerdo de llamarse antes de salir de la casa de su amante para volver a su casa, precisamente para evitar este tipo de preocupaciones.

Cuando no sabemos qué está pasando, pocas personas somos capaces de decir simplemente «No lo sé» y dejar de pensar en ello. Rellenamos los espacios en blanco, y para hacer eso, nos inventamos algo. Lo que ves cuando rellenas los espacios sin tener nada que ver con la realidad, es la fotografía de tus peores miedos. Así que ahora ya sabes de qué tienes miedo y nada de lo que está sucediendo realmente.

Presta atención también a las cosas que imaginas que son menos peligrosas, menos fruto de la ansiedad. Ahí es donde sientes algo más de seguridad. Puede sorprenderte el darte cuenta que imaginar a tu amante teniendo sexo intenso con otra persona te da menos miedo de lo que pensabas, o quizás las imágenes en que se besan te molestan menos que en las que hay penetración, o lo que sea. Intenta escribir lo que te imaginas en tarjetas, y ponías en orden de las que te dan más miedo a las que menos. Así sabrás qué partes te asustan más y cuáles te hacen sentir algo mejor. Ahora tienes algo en lo que centrar tu atención para sentir algo más de seguridad, lo que es un primer paso en el camino para llegar a una comodidad completa.

PIENSA EN LAS COSAS BUENAS QUE VALORAS

Haz una lista de todo lo que valoras en tu relación y guárdala para un día lluvioso. Sé optimista, concéntrate en el lado bueno de las cosas. Valora lo que tienes y lo que te da tu pareja: el tiempo, la atención, y el amor, las cosas buenas que te llenan. Evita ser pesimista centrándote en lo que falta, la energía que se escapa. Esa energía no se resta de lo que tú recibes; en las relaciones no se controla el saldo como en una cuenta bancaria. Así que cuando sientas carencias, recuerda todas las cosas buenas que obtienes de tu relación.

EJERCICIO Tesoros.

Haz una lista de diez o más razones por las que tienes suerte de tener la pareja que tienes. Haz una lista de diez o más razones por las que tu pareja tiene suerte de tenerte. Intenta llevar esas listas contigo a todas partes unos días y añadir cosas según se te vayan ocurriendo. Quizás tu pareja y tú podéis hacer listas y compartirlas.

Compartir

Tu pareja y tú necesitáis practicar hablar sobre los celos. Cuando intentas aparentar que eres tan perfectamente excelente que nunca sientes celos, te estás negando la oportunidad de trabajar en tus sentimientos y compartir el apoyo con tu pareja. Y cuando intentas protegerte a ti y a tu pareja de los celos, te estás involucrando en un engaño que sólo puede llevar a más distanciamiento y que nunca podrá acercaros.

Una pareja que conocemos nos contó que había desarrollado un acuerdo en su relación por el que cada uno podía pedir lo que esta pareja denomina un «momento gelatinoso». En ese tiempo dices qué es lo que te está molestando. Quizás sientes miedo y celos, sientes nervios a la hora de despediros para el fin de semana, te sientes una persona insignificante y ridicula, y sientes tus rodillas como si fueran, bueno, gelatina. El compromiso de tu pareja es escuchar, tener empatia y aceptarlo. Esa es la respuesta, no «De acuerdo, cancelaré mi cita con Blanche», sino, «Oh, cariño, siento que te sientas mal. Te quiero, estaré pronto de vuelta».

Cuando le contamos a nuestras parejas que tenemos celos, nos estamos haciendo vulnerables de una manera muy profunda. Cuando nuestras parejas responden con respeto, nos escuchan, aceptan nuestros sentimientos, nos apoyan y tranquilizan, sentimos que nos cuidan mejor que si las complicaciones no hubiesen surgido. Así que recomendamos firmemente que tu pareja y tú os deis la profunda experiencia de la vinculación emocional que entraña compartir vuestras vulnerabilidades. Todos y todas somos seres humanos, somos vulnerables y necesitamos aceptación.

Tus estrategias para sobrevivir a períodos de celos te serán muy útiles para el resto de tu vida, y usarás lo que aprendas sobre ti con esto una y otra vez. Todas las técnicas explicadas hasta aquí son aplicables a otras situaciones complicadas, como entrevistas de trabajo o la redacción de tu currículo. Ahora no sólo tienes un repertorio de maneras para manejar los ataques de celos sino también para gestionar otras emociones dolorosas que te puedes encontrar. Así que, cuando llegues tan lejos, felicítate. Celebra tu éxito; escribe «Soy genial» dos docenas de veces con un montón de colores vivos. Cómprate algo bonito. Has trabajado muy duro, y te mereces una recompensa.

¿Un camino espiritual?

Cuando evolucionas más allá de tus celos, al pasar por el proceso de curación que tus celos te estaban pidiendo, también estás abandonando los viejos paradigmas y típicas suposiciones para entrar en lo desconocido, lo que también da miedo. Trabajar para cambiar tus emociones requiere que te abras, disponerte a sentir, retrocediendo cuando haga falta para ser más consciente. ¿No es eso la espiritualidad, una consciencia abierta y expandida?

Los celos pueden convertirse en tu camino, no sólo hacia la curación de viejas heridas, sino hacia la apertura del corazón: abrir tu corazón a tus amantes y a ti, igual que abres tus relaciones para acomodar todo el amor, sexo y satisfacción que realmente está disponible para ti.

Una nota final sobre el amor: un remedio para el miedo a que no nos quieran es recordar lo bien que sienta querer a alguien. Si no sientes que te quieren y quieres sentirte mejor, quiere a alguien y mira lo que sucede.