4. Tipos de putones

La promiscuidad ética es una casa con muchas habitaciones. Da cobijo a todo el mundo, desde célibes felices a fans de las orgías y mucho más. En este capítulo hablaremos de los muchos tipos de promiscuidad ética que nos han funcionado a nosotras, a las personas que conocemos, y a felices putones a lo largo de la historia. Aunque estas opciones no se adapten a tu caso, esperamos que te den ideas sobre por dónde comenzar tu exploración, o quizás para reafirmarte sabiendo que ahí fuera hay otra gente como tú.

Pioneros de las relaciones

Aunque la expresión «putón con ética» es nueva —Dossie la acuñó en 1995— la práctica no lo es. La aceptación cultural de las relaciones fuera de la monogamia ha sufrido una montaña rusa de altos y bajos desde el reconocimiento a un fuerte rechazo, pero aparte de las opiniones de la Iglesia y el Estado siempre ha habido quienes han encontrado felicidad y desarrollo personal en la apertura sexual.

CULTURAS ANTIGUAS

Podrías pasarte toda tu vida como antropólogo cultural tratando de describir las innumerables vías mediante las cuales los seres humanos han elegido unirse sexual, romántica y domésticamente: desde las prostitutas del templo de la antigua Babilonia a la poliginia mormona y mucho, mucho más. Así, en lugar de tratar de enumerarlas todas, sólo queremos apuntar que los valores culturales dominantes de los Estados Unidos de América del siglo XXI heredados de Europa parecen proceder del Imperio romano y la primera cristiandad, cuando se recomendaba el matrimonio monógamo sólo para quienes no fueran capaces del celibato, el estado ideal. Las culturas sin esas influencias han desarrollado toda clase de maneras para que las personas se unan: poliginia (varias esposas), poliandria (varios maridos), matrimonio en grupo, acuerdos en los que el matrimonio es fundamentalmente una relación doméstica de negocios y los escarceos sexuales suceden en otro lugar, sexo ritual en grupo y cualquier otra configuración de corazones y genitales humanos que puedas imaginarte.

COMUNIDADES SEXUALES UTÓPICAS

La historia está salpicada de experimentos de creación deliberada de utopías sexuales, a menudo con una base filosófica o religiosa. Si sientes curiosidad, lee sobre la comunidad Oneida en el Ohio del siglo XIX, Rajneeshpuram en la India a finales de los años sesenta, Oregón en los ochenta, y Kerista en Nueva York, Belize y San Francisco desde los primeros años sesenta hasta los noventa… por nombrar sólo unos pocos. Esas comunidades son normalmente impulsadas por un líder y pueden decaer cuando éste ya no está. De todos modos, sus filosofías perduran, añadiendo nuevas visiones y prácticas a la cultura mayoritaria. Muchas personas que practican el Tantra en Occidente hoy en día, por ejemplo, pueden rastrear el origen de sus prácticas hasta las enseñanzas de Osho, el espíritu guía detrás de Rajneeshpuram.

ARTISTAS Y LIBREPENSADORES

Es fácil citar artistas y novelistas que han construido sus vidas en torno a la exploración intencionada de las relaciones alternativas. Si tienes curiosidad sobre las maneras en que las relaciones alternativas se desarrollaron en tiempos en los que había incluso menos apoyo del que hay ahora, puedes estudiar sobre el grupo de Bloomsbury en Inglaterra a comienzos del siglo XX, y sobre librepensadores como George Sand, H. G. Wells, Simone de Beauvoir, Alfred Kinsey y Edna St. Vincent Millay. Lo que no podemos saber es cuántos no novelistas estaban construyendo vidas sexualmente abiertas que les funcionaban, porque no hay registro de esas vidas. Nos atrevemos a suponer, de todos modos, que una significativa minoría de personas ha satisfecho siempre sus necesidades mediante relaciones éticas con varias personas a la vez.

LA GENERACIÓN DEL AMOR

Dossie llegó a la mayoría de edad con los conceptos utópicos de los años sesenta, y Janet poco después; Ambas nos vimos muy influidas en nuestra manera de pensar por esos días de exploración radical. Muchos ideales de la época —inconformismo, exploración de estados alterados de consciencia, igualdad de raza y género, conciencia ecológica, activismo político, apertura respecto a la sexualidad y, sí, la posibilidad de una no monogamia ética y cariñosa— han permeado la cultura mayoritaria. Dudamos mucho de que hubiésemos podido escribir o publicar este libro en los años cincuenta, así que si lo estás leyendo y disfrutando, dale las gracias a la cultura hippie.

La promiscuidad hoy

Hay putones de tantas formas y estilos como existen seres humanos: hombres y mujeres en todas las culturas, en todas partes del mundo, de todas las religiones y estilos de vida, ricas y pobres, con formación académica o sin ella.

La mayoría vivimos en comunidades de personas que no son putones, con contacto sólo ocasional o limitado con otras personas que comparten nuestros valores. Algunos grupos organizan reuniones y congresos para mitigar el aislamiento y ampliar los círculos íntimos de sus miembros. Estos congresos son muy importantes para poner esos mundos sexuales clandestinos a la vista de quienes están buscándolos y para construir instituciones visibles que puedan apoyar mejor a sus miembros. El barrio de Castro, en San Francisco, es un buen ejemplo de un gueto urbano moderno para minorías sexuales.

Un putón viviendo en la cultura mayoritaria monógamocéntrica en el siglo XXI puede aprender mucho de estudiar otras culturas, otros lugares y otras épocas: no eres la única persona en el mundo que ha intentado esto, sí puede funcionar, otras personas lo han hecho sin resultar dañadas, ni sus amantes, ni su prole, sin hacer, en realidad, otra cosa que disfrutar de sí mismas y mutuamente.

Las subculturas sexualmente vanguardistas con amplias historias documentadas y no documentadas incluye las comunidades de gays y lesbianas, grupos transgénero, bisexuales, las comunidades BDSM, las comunidades swinger y algunas subculturas que se consideran espirituales como la pagana, el movimiento primitivo moderno y Radical Fairies[1]. Y esto es sólo en EE. UU. Incluso si tú no perteneces a ninguno de estas comunidades sexuales, vale la pena echarles un vistazo por lo que pueden enseñarnos sobre nuestras propias opciones según desarrollan maneras de ser sexual, maneras de expresarse sexualmente y maneras de vivir en estructuras sociales y familiares que son una alternativa a las tradiciones norteamericanas con una visión negativa del sexo.

La discoteca favorita de Dossie en 1970 era una microcultivo excepcional de perversidad polimorfa.

Ella recuerda:

The Omni, de «omnisexual», era un pequeño bar de North Beach cuyos dueños eran hombres y mujeres, heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales y, a menudo, transgénero. Los valores sexuales eran muy abiertos, desde hippies fans del amor libre a profesionales de la industria del sexo, y la mayoría íbamos allí a bailar como salvajes y a buscar amantes como locas.

Gracias a la gran proporción de personas transgénero, no había manera de encasillar a la persona con la que te querías acostar dentro tus categorías del deseo. Podías estar bailando con alguien con mucho atractivo y no saber si era cromosómicamente hombre o mujer. Es complicado apegarse a preferencias como lesbiana o heterosexual cuando no sabes el género de la persona con la que estás flirteando. Puede parecer una locura, pero los resultados eran sorprendentes. Frecuentaba The Omni porque era el espacio disponible más seguro para mí. Como no era posible dar nada por hecho, las personas tenían que tratarse mutuamente con respeto. Nadie podía dar por hecho qué tipo de interacción le podía interesar al objeto de su atención, así que no podías hacer otra cosa que preguntar. Y si eras, como yo lo era, una mujer joven en la veintena, el que se te aproximaran con respeto era un alivio muy bienvenido en los entornos sociales heterosexuales donde era costumbre que los hombres demostraran su hombría flirteando de una manera demasiado agresiva, evidentemente con la creencia de que las mujeres que coquetean en bares de gente soltera tenían problemas por su timidez virginal y, en realidad, no quieren decir «no» cuando lo decían. The Omni me proporcionó mis primeras experiencias con respeto auténtico.

Puesto que vemos que algunos de los problemas para conseguir una expresión libre y abierta de nuestra sexualidad individual tiene que ver con el hecho de vivir en una cultura marcada por los roles sexuales, nos ha parecido útil aprender de las personas que han cambiado los límites de lo que significa ser hombre o mujer, o lo que significa elegir parejas del mismo o del sexo opuesto. El pensar sobre diferentes maneras de vivir y amar nos puede ayudar cuando nos planteamos si queremos cambiar algo de cómo vivimos como hombres y mujeres o algo a medio camino.

LESBIANAS

En la comunidad lésbica vemos qué sucede en un mundo que está compuesto casi completamente por mujeres. Para las mujeres, las relaciones pueden confundirse con su sentido de identidad, especialmente porque en nuestra cultura en su forma más tradicional apenas se permite a las mujeres tener ningún sentido de identidad en absoluto. Así, muchas mujeres actúan como si su vida fuera a perder por completo el sentido sin su relación. La secuencia más común de relación, que vemos magnificada en la comunidad lésbica, es la forma de no monogamia conocida como monogamia en serie. A menudo, la conexión con la pareja futura precede a la ruptura con la pareja del pasado, con el drama correspondiente que presumiblemente hace sentirse más segura que el vasto, desconocido y terrorífico vacío de identidad que entraña ser una mujer que vive como un ser humano sin pareja.

Las lesbianas más jóvenes están cuestionando estas tradiciones y, a menudo, cuestionarlas incluye mirar la no monogamia como una manera de formar relaciones menos insulares. El poliamor lésbico se caracteriza por una gran consideración y atención al consenso y, con ello, a una apertura tremenda a procesar sentimientos, un área en la que la comunidad de mujeres está por encima de la media.

Nuestras hermanas lesbianas también tienen mucho que enseñarnos sobre nuevas maneras de desarrollar el papel de la mujer como iniciador sexual. En la cultura heterosexual, a los hombres se les ha asignado el papel de iniciadores, y son educados para ser sexualmente agresivos, a veces hasta la exageración. En el mundo en que las mujeres se relacionan sexualmente con otras mujeres, rápidamente se hace evidente que si todas nos vemos a nosotras mismas como Bellas Durmientes esperando a que venga la Princesa Azul y nos despierte, quizás tendríamos que esperar cien años. Si no, necesitamos aprender a hacer algo nuevo: flirtear con la mirada, tocar el hombro, acercarse un poco más, o directamente soltar: «Creo que eres realmente atractiva. ¿Te apetece que charlemos?».

El estilo de coqueteo de las mujeres —cuando la timidez no se interpone— tiende a ser directo, con respeto por el consenso, y rara vez es intrusivo o agresivo, porque muchas mujeres ya han tenido experiencia de sobra siendo violadas como para querer seguir por ese mismo camino. Las mujeres tienen preocupaciones serias sobre seguridad y, por eso, tienden a avanzar despacio y avisar de sus intenciones. Puede que sean tímidas en los pasos de la seducción, y más atrevidas una vez se cercioran de que son bienvenidas. Las mujeres tienden a querer un permiso explícito para cada acto en concreto, por lo que su manera de comunicarse podría servir como un excelente modelo para negociar el consenso.

Nos gustaría llamar la atención sobre otra esclarecedora diferencia sobre el sexo entre mujeres. Un encuentro sexual entre dos mujeres rara vez incluye la expectativa de un orgasmo simultáneo, como mucha gente cree que debe provocar el coito pene-vagina, por lo que las mujeres se han convertido en expertas en turnarse. Las lesbianas son expertas de primera categoría en la sensualidad y las relaciones sexuales sin penetración, esas maravillosas formas de sexualidad que no se basan en la penetración con el pene. Cuando se desea penetración, se centran en qué funciona para quien la recibe. Aún está por inventar un dildo que esté obsesionado con sus propias necesidades.

Para ti, mujer u hombre o gay o heterosexual, que has considerado estas opciones, ¡piensa en toda la diversión que podrías tener sin preocuparte nunca de embarazos ni enfermedades de transmisión sexual!

GAYS

La comunidad masculina gay refleja algunas de las imágenes tradicionales de la sexualidad masculina de una manera más intensa. Mientras que algunos hombres gay están realmente interesados en relaciones a largo plazo y en sentar la cabeza, muchos han batido récords como promiscuos de primera categoría. Las saunas gay son el máximo referente en ambientes acondicionados para el sexo en grupo y los contactos sexuales fáciles.

Dossie aprendió sus normas para el sexo en un grupo hombres gay y se alegra de que fuera así. Nosotras dos, de hecho, siempre nos hemos identificado mucho con los hombres gay. Dossie se ve a sí misma como una drag queen atrapada en el cuerpo de una mujer y Janet se llama a sí misma girlfag, un hombre gay que casualmente tiene pechos y vagina. Puede que esto no sorprenda demasiado, puesto que la comunidad gay masculina ha dado forma siempre a la promiscuidad para que el resto la admirásemos y, quizás, emulásemos.

El sexo masculino gay, como regla general, parte de la presunción de igualdad de poder, sin la dinámica de dominación y negación que tan a menudo impregna las interacciones hombre/mujer. Así, los hombres no tratan generalmente de obtener el consentimiento del otro mediante la manipulación y la presión. Normalmente, la conexión se hace con un acercamiento suave, recibiendo una suave respuesta y sin necesidad de preguntar tres veces. Los hombres gay se fían mucho de su mutua capacidad para decir no, y de que eso es lo que quieren decir cuando lo dicen. Esto hace muy sencillo coquetear, puesto que nunca intentas acercarte por sorpresa y no tienes por qué ser sutil. Se acepta siempre el preguntar igual que se acepta que la otra persona diga no. Esta manera admirablemente directa y simple de aproximarse al consenso no podría ser más recomendable.

Por lo general, los hombres han tenido menos razones que sus compañeras para temer la violación. Aunque sea verdad, y terrible, que hay criaturas de las que se abusa y hombres que son violados, los hombres parecen tener más confianza que las mujeres en su poder para protegerse a sí mismos. Los hombres también tienden a obtener mucho apoyo cultural por ser sexuales. Por lo que aunque el tabú de la homosexualidad puede causarle a muchos hombres gay preguntarse sobre si está bien, o si tienen algún problema u otras formas de homofobia internalizada, ello a menudo no se manifiesta en disfunciones sexuales. Los hombres gay como grupo son realmente buenos a la hora de explorar, y encontrar, qué les hace sentirse bien.

Y son los hombres gay quienes han establecido lo que la mayoría entendemos como sexo seguro. Frente a la epidemia del SIDA, durante la cual mucha gente podía haberse refugiado en una visión negativa del sexo, la comunidad gay se mantuvo firme y continuó creando ambientes donde se pudiese aprender y practicar sexo excitante, creativo y más seguro.

BISEXUALES

A menudo estigmatizadas como «homosexuales incapaces de renunciar a las ventajas heterosexuales» o «heteros explorando su lado salvaje», recientemente las personas bisexuales han comenzado a desarrollar una convincente voz propia y sus propias comunidades.

Observar la teoría y práctica de los modos de vida bisexuales ofrece la oportunidad de explorar nuestras propias suposiciones sobre la naturaleza de la atracción sexual y romántica y nuestro propio comportamiento. Hay bisexuales que han tenido sexo sólo con miembros de un sólo género, pero saben que dentro de sí tienen la habilidad de conectar erótica o emocionalmente con ambos géneros, y por eso se consideran bisexuales; mientras que otras pueden estar teniendo relaciones sexuales con el género opuesto a su elección habitual y aun así considerarse heterosexuales o gays. Hay personas bisexuales que prefieren un tipo de interacción con los hombres y otro con las mujeres, mientras que hay otras que no se fijan en el género. Unas pueden ser sexuales con ambos sexos pero románticas sólo con uno, o viceversa. Y lo mismo a través de todo el espectro de atracciones y elecciones bisexuales. Las personas bisexuales cuestionan muchas de nuestras suposiciones sobre el género, y muchas de ellas te pueden contar la diferencia entre el sexo con una mujer y el sexo con un hombre. Esta información tan interesante y privilegiada nos puede aportar a todo el mundo nuevas historias sobre sexo y género.

La creciente visibilidad de la bisexualidad ha llevado al cuestionamiento de algunas definiciones tradicionales de la identidad sexual. En concreto, estamos teniendo que observar el hecho de que nuestras atracciones sexuales pueden decir una cosa, mientras que nuestra conducta sexual puede decir otra, y nuestra identidad sexual decir otra tercera cosa diferente. Preguntas como estas están diluyendo algunos de los límites tradicionales que ponemos en torno a identidad sexual, para desesperación de puristas de todas las orientaciones. Tus autoras, putones como somos, disfrutamos con este tipo de fluidez y agradecemos la oportunidad para jugar como nos apetece con quien nos guste sin renunciar a nuestras identidades sexuales fundamentales.

El camino de Janet hacia su identidad actual como bisexual ha sido confuso. Fue casi una década después de haber empezado a tener sexo con mujeres cuando empezó a sentirse cómoda empleando el término para definirse a sí misma:

Me repugnaba lo de moda que estaba la «deseada chica bisexual[2]» y bajo la presión de tener que reclamar una identidad que yo no sentía como apropiada para mí. Y al mismo tiempo, escuchaba algunas opiniones realmente crueles por parte de heterosexuales y homosexuales sobre las personas bisexuales.

Añádele a eso la dificultad que tenía mientras ponía en orden mis propios sentimientos —sabía que mis sentimientos hacia las mujeres eran diferentes de los que tenía hacia los hombres, y no estaba segura de lo que eso significaba— y las cosas se volvieron muy confusas. Fruto de todo eso, no fue hasta que supe seguro que era capaz de tener sentimientos sexuales y románticos hacia hombres y mujeres —y hasta que me sentí lo suficientemente fuerte para reclamar la identidad frente a todos aquellos comentarios negativos— que finalmente empecé a llamarme a mí misma «bisexual».

Ahora miro atrás en mi vida y veo que generalmente he expresado mis necesidades domésticas hacia los hombres pero mis sentimientos románticos y sexuales tenían las mismas posibilidades de ser inspirados por un hombre, una mujer o alguien entre lo uno y lo otro. La comunidad bisexual también ofrece más apoyo que heterolandia y gaylandia para mi manera tan ambigua de presentar mi género: algunos días me gusta ponerme lápiz de labios rojo y tacones y otros días pantalones de hombre y zapatos de cordones. Por lo que «bisexual» es la identidad que mejor se adapta a mí, y donde espero estar.

HETEROSEXUALES

En décadas pasadas había relativamente pocos modelos para las relaciones heterosexuales en la cultura popular. El hogar tradicional, monógamo, patriarcal, y centrado en el conformismo y crianza de la prole, se nos presentaba como un ideal sexual y romántico. Tus autoras están muy contentas de haber sobrevivido a esa época.

La heterosexualidad moderna ofrece una plétora de opciones para una feliz promiscuidad, desde triadas en v a largo plazo —donde dos personas tienen relaciones sexuales con una tercera persona que las conecta, pero no entre sí— a sexo lúdico orgiástico, con muchas posibilidades entre medias, incluyendo relaciones abiertas, parejas secundarias, grupos poliamor y familias extensas íntimamente conectadas que a veces llamamos «constelaciones».

En el pasado, las interacciones heterosexuales no monógamas se llamaban «intercambio de esposas», un término con un sesgo machista implícito que nos parece ofensivo. Hoy en día, las personas heterosexuales que buscan sexo sin ataduras fuera de su relación principal recurren a menudo a la comunidad swinger. Vale la pena echar un vistazo a estos grupos por lo que tienen que enseñarnos sobre cómo hombres y mujeres heterosexuales pueden interactuar fuera de los límites del «deber ser» de la cultura mayoritaria y monógama.

El swinging o intercambio es un término amplio que se usa para definir un amplio abanico de interacciones que varían desde las relaciones de dos a dos de parejas a largo plazo hasta las más salvajes orgías de sábado por la noche. Los swingers suelen ser heterosexuales; aunque la bisexualidad femenina es relativamente común, la bisexualidad masculina está mal vista. A menudo son parejas, y más clásicos en sus opiniones políticas, estilos de vida y valores personales que otros tipos de putones. Algunas comunidades swinger se limitan a la interacción sexual y disuaden de mantener conexiones emocionales fuera de las parejas principales, mientras que otras animan a toda forma de relación romántica y sexual.

El swinging ha ofrecido a muchas mujeres heterosexuales su primera oportunidad de explorar la sexualidad con avidez y libre de culpa. De hecho, a menudo oímos sobre mujeres que van a su primera fiesta swinger con una actitud muy reacia, a la segunda con dudas y a las siguientes con expectación. Nos gusta también la sofisticación con la que muchas comunidades swinger han desarrollado sistemas de símbolos y conductas para comunicar interés sexual sin ser intrusivo. Un local swinger ya cerrado tenía un fascinante código de abrir puertas y ventanas para comunicar cosas distintas: «No os acerquéis», «Podéis mirar pero no tocar» o «Venid y unios».

COMUNIDAD TRANSGÉNERO Y GENDERQUEER

Las personas transgénero se agrupan en diferentes comunidades, y todas tienen mucho que enseñar a quienes se plantean trascender la programación del rol de género. Dossie, en los primeros años de su feminismo, tuvo amistades y amantes transexuales de hombre a mujer que supusieron para ella maravillosos modelos de cómo ser mujer, a menudo realmente ultrafemenina, y aun así ser reafirmativa y poderosa.

Lo que todo el mundo puede aprender de las personas transgénero es que el género es maleable. De las personas que toman hormonas para expresar el género masculino o femenino aprendemos que algunas conductas y estados emocionales pueden tener una relación hormonal. Personas que han vivido partes de su vida en ambos géneros, psicológica y culturalmente, tienen mucho que enseñarnos sobre qué cambia respecto a las hormonas y qué no, y qué características del género se mantienen como algo que se elige voluntariamente sin importar lo que diga el sistema endocrino. Las personas genderqueer —quienes deciden vivir sus vidas en algún punto intermedio entre los géneros habituales— están difuminando los límites del género y demostrando cómo puede ser la vida sin un género binario.

Si piensas que esto no tiene que ver contigo, que no tienes ninguna duda con tu género y que es algo inmutable, por favor, ten en cuenta que muchas personas nacen con características de ambos géneros. Dependiendo de la definición que emplees, entre 2 y 17 bebés de cada 1000 nacen con cromosomas y/o genitales que les sitúan en algún punto entre los extremos del continuo del género. Normalmente no somos conscientes de que esas personas están a nuestro alrededor porque habitualmente se altera su apariencia mediante cirugía en los primeros estadios de la vida. Pero parece que la Madre (¿Padre?). Naturaleza no cree sólo en dos géneros, y tampoco tus autoras. Y sin embargo, una gran cantidad de gente cuyos genitales y cromosomas están completamente alineados con las normas biológicas cree firmemente que viviría más feliz y adecuadamente si se presentara con un género diferente del que el hospital le asignó al nacer. Puede que haya personas así entre tus amistades y familiares sin que lo sepas; a no ser que decidan contártelo.

Las personas transexuales pueden contarnos mucho sobre lo diferente que te trata otra gente si te ven como hombre o como mujer. Forzosamente, las personas transgénero se convierten en expertas en vivir en un mundo muy hostil. Hay que ser una persona con ideas muy claras para enfrentarse a la rigidez de nuestra cultura sobre «hombres de verdad» y «mujeres de verdad». No hay otra minoría sexual con más probabilidades de sufrir las agresiones contra personas LGBT. Fueron en su mayoría personas transgénero, lesbianas butch y drag queens quienes se rebelaron contra la brutalidad policial en los famosos disturbios de Stonewall de 1969 que dieron pie al movimiento de liberación gay. Las personas transgénero nos pueden enseñar mucho sobre la determinación de ser libre.

TANTRA Y PRACTICANTES DE SEXO ESPIRITUAL

El celibato no es la única práctica sexual de las personas proclives a la espiritualidad. Los ejemplos tempranos de comunidades religiosas basadas en la no monogamia son la Iglesia mormona, la comunidad Oneida, las prácticas del maithuna y karezza del yoga tántrico, y las prostitutas sagradas de los templos de los primeros adoradores de diosas en el Mediterráneo. El tantra, tal y como lo conocemos hoy en día, es una versión occidentalizada de la práctica tántrica clásica que se enseña en talleres en la mayoría de las grandes ciudades y en muchos libros y vídeos excelentes. Otras tradiciones espirituales/sexuales clásicas se han actualizado para el consumo occidental en prácticas como el Tao curativo y el Quodoushka. Practicantes del paganismo y Radical Faeries se encuentran en festivales y reuniones para celebrar antiguos ritos sexuales como Beltane, o crear sus propios rituales adaptados a estilos de vida actuales, como la sexualidad abierta de las reuniones Faerie o el erotismo más sutil de las danzas sagradas y los tambores.

Estas personas practicantes entienden que el sexo está conectado con lo espiritual. Como dijimos en un libro anterior, «cada orgasmo es una experiencia espiritual. Piensa en un momento de perfecta plenitud, de ti mismo en perfecta unidad, de una consciencia expandida que trasciende la separación de cuerpo y mente y que integra todas tus partes en una consciencia extática… Cuando aportas conciencia espiritual a tus prácticas sexuales, puedes llegar a ser directamente consciente de —conectado a— la divinidad que siempre fluye a través de ti… Para nosotras, el sexo es siempre una oportunidad para ver a dios».

PROFESIONALES DEL SEXO

A pesar de lo que hayas oído en televisión o la prensa amarilla, quienes trabajan en el sexo no son todas personas drogadictas desesperadas, mujeres degradadas o depredadoras cazafortunas. Muchas personas —mujeres y hombres— trabajan sanas y felices en la industria del sexo, haciendo un trabajo esencial y positivo curando las heridas que provoca la visión negativa del sexo de nuestra cultura. Son nuestras amistades, amantes, colegas, novelistas, terapeutas y educadores, además de actores, actrices y artistas. Esta gente tiene mucho que enseñarnos sobre establecer límites, comunicación, negociación en el sexo, y maneras de conseguir el desarrollo, la conexión y la satisfacción fuera de la relación monógama tradicional. No imagines que esas conexiones entre profesional del sexo y cliente son necesariamente frías, impersonales o degradantes, o que sólo las personas fracasadas frecuentan la prostitución. Muchas de las relaciones cliente/profesional del sexo se convierten en fuentes de una enorme conexión, calidez y cariño para las dos partes, y duran muchos años. Las personas que practican la profesión más antigua del mundo nos ofrecen la sabiduría de una historia de comprensión, aceptación y satisfacción de nuestros deseos. Son las auténticas expertas sexuales.

Diversidad cultural

Cuando miremos a la diversidad sexual, debemos recordar que vivimos en una sociedad multicultural y que cada cultura en el mundo, cada subcultura, cada cultura étnica tiene sus propias maneras de crear las relaciones, de conectar en el sexo y de construir familias. Todas esas vías son válidas y valiosas.

Uno de los grandes placeres de vivir como un putón es la oportunidad de tener conexiones íntimas con personas cuyas experiencias han sido muy distintas. Cuando lo hagas, te descubrirás tropezando, con algo de vergüenza, con muchas diferencias, igual que Dossie y sus amistades japonesas tropezaban entre sí al pasar por una puerta en Japón, donde los hombres pasan primero. Acostumbrarse a las diferencias puede resultar incómodo, pero cada vez que sucede has aprendido algo nuevo sobre cómo las personas se manejan siendo seres humanos.

Quizás algo que aprendas sea precisamente algo que has estado buscando y que echabas en falta en tu propia cultura. Dossie viene de un pequeño pueblo de New England que había intentado, con poco éxito, convertirla en una joven buena y respetable. Cuando llegó a Nueva York, descubrió culturas en las que las mujeres fuertes eran aceptadas y respetadas: consiguió tener chutzpah[3]. Eso sí que era abrir un abanico completo de posibilidades.

Los límites en la comunicación, la conexión y las relaciones varían de una cultura a otra. La distancia personal también varia enormemente. Dicen que puedes reconocer a una persona euroamericana en una fiesta latinoamericana: es la que está constantemente dando un paso atrás cada vez que alguien se le acerca a hablar porque no deja de situarse demasiado cerca. El volumen varía también: algunas culturas valoran el empleo de un tono bajo y tranquilo, otras son dramáticamente expresivas y, bueno, más ruidosas.

Te recomendamos que busques esas diferencias y dejes de lado tus prejuicios. ¿Esa persona que parece que habla demasiado alto es en realidad capaz de ser más expresiva que tú? ¿Se da cuenta de más cosas esa persona tranquila? ¿Qué inteligencia tiene la persona que no ha leído muchos libros pero entiende cómo funciona tu coche o tu ordenador? ¿Quiénes son esas personas con una increíble confianza en sí mismas que hacen propuestas sexuales abiertamente y con entusiasmo pero que se sienten realmente confundidas cuando las acusas de ligar con demasiada agresividad? Quizás esas personas tienen maneras de conectar de las que podrías aprender.

Es triste, trágico de verdad, que tantas de nuestras comunidades sexuales fallen a la hora de dar la bienvenida a personas de toda la variedad de culturas, razas, géneros, y sexualidades. Cuando ves a las personas a tu alrededor y las descartas —o peor todavía, asumes que sabes todo lo que tienes que saber sobre ellas— por su color de piel, género, manera de hablar, manera de vestir, religión o país de origen, nunca llegarás a oír ninguna de las nuevas y fascinantes cosas que esas personas tienen que contar. Nuestro amigo Jaymes dice: «Creo que cada persona con la que conectas en este planeta tiene algún tipo de mensaje que darte. Si te aíslas del tipo de relación que sea que quiere formarse con esa persona, estás fallando a la hora de recibir tus mensajes…». ¡Y sería una lástima!

Cuando sentimos atracción por alguien que viene de un entorno diferente al nuestro, y no logramos tener esa diferencia en cuenta, estropeamos lo que podría haber sido una gran conexión. Nosotras creemos que aprender de culturas diferentes a la nuestra nos ayuda a aprender a pensar diferente y que ensalzar la diversidad puede expandir enormemente nuestras posibilidades de elección en nuestra propia vida.

Te recomendamos que, cuando estés en compañía de lo desconocido, busques la sabiduría desconocida. Encontrarás mucha, y te enriquecerá.

¿Qué puedes aprender?

Si pensar sobre todo esto te inquieta un poco, no nos sorprende. Lo que estás experimentando es lo amenazante que resulta cuando los límites habituales que das por hecho, y que crees que se aplican a todas las situaciones sociales y sexuales, son muy diferentes de los que acostumbras a tener. No hay unos límites de género o atracción entre personas adultas aceptados universalmente, y los límites de la exploración sexual no nos fueron entregados en tablas de piedra por una autoridad superior.

Cuando ves a personas que tienen el nivel de felicidad y éxito que tú buscas y ves que no se han conformado con los estándares habituales de una relación de pareja heterosexual monógama para toda la vida, empiezas a ver cómo esas cosas pueden ser posibles para ti también, incluso si esas personas no lo están haciendo de la misma manera que tú quieres hacerlo. Reconocer otras culturas sexuales ofrece la oportunidad de ser consciente de tus propias ideas preconcebidas e incertidumbres. Escucha a tus miedos: Tienen mucho que enseñarte sobre ti.

Piensa en The Omni, la vieja discoteca de Dossie. No saber qué es qué puede provocar miedo, pero piensa en ello como una oportunidad para desechar tus ideas preconcebidas y empezar desde cero. Sólo reconociendo todas las posibilidades que existen puedes realmente elegir las que funcionan para ti. Será entonces cuando tendrás la libertad para pensar dónde quieres poner los límites en tu vida, cuáles son tus límites personales y si alguna vez querrás expandirlos.

Aprender y establecer tus propios límites es una gran oportunidad y una gran responsabilidad. El llevar a cabo esa tarea alucinante te hará libre para explorar más allá de tus sueños más descabellados.