De los primeros rollos de Jion Tzu

Nadie sabe cómo alcanzaron los primeros Ojos de Dragón su peligroso acuerdo con los doce dragones de la energía y de la buena suerte. Los pocos escritos y poemas que han sobrevivido al paso de los siglos inician el relato mucho después de que se cerrara el pacto para la protección de nuestra tierra entre el hombre y el animal-espíritu. Sin embargo, se dice que todavía sobrevive un libro donde se relatan los violentos inicios y se predice el catastrófico final de esa antigua alianza.
Los dragones son seres elementales, capaces de manipular la hua o energía natural que existe en todas las cosas. Cada dragón se alinea con uno de los animales celestiales en un ciclo de poder que dura doce años y que se ha repetido invariablemente desde el principio de los tiempos: Rata, Buey, Tigre, Conejo, Dragón, Serpiente, Caballo, Cabra, Mono, Gallo, Perro y Cerdo. Cada dragón es también guardián de una de las doce direcciones celestiales y custodio de una de las Virtudes Mayores.
Cada día de Año Nuevo el ciclo vuelve a comenzar, y el siguiente animal ocupa el lugar dominante. De ese modo, su dragón se convierte en ascendente, y su poder se duplica durante los siguientes doce meses. El dragón ascendente también se une a un nuevo aprendiz que será adiestrado en la magia del dragón, y cada vez que ello sucede, el aprendiz del año anterior pasa a convertirse en Ojo de Dragón y alcanza su poder máximo. El nuevo Ojo de Dragón reemplaza a su maestro, el viejo Ojo de Dragón, que se retira exhausto y fatalmente debilitado tras haber permanecido unido al dragón durante veinticuatro años. Se trata de un pacto brutal, que otorga un inmenso poder al Ojo de Dragón, un poder que le permite desplazar monzones, desviar ríos y detener terremotos. A cambio de semejante control sobre la naturaleza, el Ojo de Dragón debe entregar gradualmente su hua al dragón.
Sólo los niños capaces de ver un dragón de energía pueden aspirar a ser candidatos a Ojo de Dragón. Ver al dragón el año en que naces es un don muy raro, y más raro aún es ver a cualquier otro de los dragones de energía. Cada Año Nuevo, doce niños, nacidos doce años atrás, se enfrentan al dragón ascendente y rezan por que su don sea suficiente para la bestia. Uno de ellos es el elegido y en ese instante de unión —y sólo durante ese instante—, todos los hombres pueden ver al dragón en toda su gloria.
Las mujeres no tienen cabida en el mundo de la magia del dragón. Se dice que la mujer corrompe el arte y que carece tanto de la fuerza física como de la profundidad de carácter necesarias para unirse a un dragón de energía. Se cree también que el ojo femenino, demasiado acostumbrado a mirarse a sí mismo, no ve la verdad del mundo de la energía.