NUBES NEGRAS

«Nubes negras amenazan con llegar aquí

en silencio con la primavera oscura.

Y un lamento que se acerca lento sobre ti,

sobre tu cabeza suena con violencia».

(«Nubes negras», Duncan Dhu)

He llegado de la maldita oficina y lo primero que he hecho ha sido meterme bajo el chorro del agua fría de la ducha. Estamos atravesando una de esas olas de calor que hacen las delicias de los telediarios. No me apetece hacer nada, cualquier movimiento provoca que empiece a sudar y no puedo separarme de la corriente de aire que me proporciona mi antigua y antiestética torre de climatización. Ha llegado de pronto el verano y de qué manera.

He bajado del metro odiando a la raza humana entera, incluida yo misma, y, ya en casa, las imágenes de felices bañistas en la tele no han ayudado.

Había quedado con Tere para tomar algo, pero lo he anulado por no volver a salir a la calle. Marcos está en Barcelona, de trabajo. Me dice que allí también hace casi el mismo calor de Madrid y que me echa tanto de menos que a veces teme quedarse sin respiración. Cada día que pasa nuestra relación es más ñoña, más cursi y lo peor es que a mí me gusta. No pretendemos ganar un concurso de postureo parejil, simplemente nos queremos como mejor podemos o sabemos y punto.

Después de un par de horas perreando en el sofá y dando buena cuenta de una tarrina de helado de pistacho, por fin me decido a dar dos pasos y me traigo el portátil de la habitación.

Lo primero que hago es curiosear en On Swingers. Marcos ha transformado su perfil de chico solo en perfil de pareja para los dos. Al hacerlo ha perdido todas sus verificaciones, con lo que ha sacrificado su currículo amatorio por mí. Es un detalle que tiene su romanticismo y que a mí no me ha pasado inadvertido y se lo he dicho. Es algo así como casarse en esta web de pervertidos. Y lo de pervertidos lo digo con todo el cariño del mundo.

Tenemos varias solicitudes de amistad. Curioseo y el panorama es:

—Una pareja de cuerpos atléticos, depilados y perfectos. En su bio dicen que para ellos el físico es muy importante. Paso.

—Un chico solo. No muestra fotos de su cara, únicamente de su pene, que, por cierto, es la polla más fea que he visto en mi vida. Y ni siquiera parece grande. Si eso es lo mejor que tienes…, descartado.

—Una chica sola de veinticuatro años, rellenita que se declara bisex. Tiene cincuenta y cuatro verificaciones. Las ojeo y todas son muy positivas. Acepto su solicitud.

También tenemos muchos mensajes privados, la mayoría preguntando a Marcos, el famoso Marcos, que si ahora tiene pareja, y que enhorabuena, y que yo les gusto (y eso que he colgado un par de fotos vestida y sin dar la cara), que si quedamos para conocerme, etcétera. Si atendiese todos los requerimientos y mensajes, me tiraría más de una hora.

Echo un vistazo a algunos vídeos y fotos del personal y cierro la página. Me ha entrado curiosidad por visitar un foro del que me hablaron en la fiesta del Marqués. En esa fiesta una chica me contó que le gustaba practicar dogging. Yo, como soy una ignorante en estos temas, le pregunté qué era eso. Me sonaba a algo relacionado con la palabra dog, y por supuesto, metí la pata:

—¿Es algo de zoofilia? ¿Algo con perros?

—Ja, ja, ja. —La chica estuvo riendo media hora—. No, dogging es cuando vas con el coche a ciertos bosques o lugares apartados y, una vez allí, aparecen hombres y te dejas follar por ellos.

—Joder, casi prefería lo de la zoofilia. ¿Y no te da miedo?

—No. Nunca voy sola, voy con mi marido. Y vamos a sitios donde la gente queda para hacerlo. Es una práctica sexual más. No esperes violadores ni nada de eso.

—¿Como los gais que van con la mochila a la Casa de Campo? Que cuando ven a otro hombre solo con una mochila ya saben que ese es el código secreto para indicar que quiere tema.

—Sí, pero sin mochila. Aquí en Madrid la gente que hace dogging va al Pardo, a un sitio cerca de un parking. También se llama cancaneo. Yo creo que se llama así porque lo hacemos como los perros, ahí no ibas desencaminada. Llegas al parque, te encuentras y te apareas. Mucha gente no lo entiende, pero es muy morboso y excitante. Te sientes como una auténtica perra siendo tomada por el primero que pasa. He conocido gente majísima haciéndolo. Tenemos un foro y todo.

Eso me dijo. Y aquí estoy, echándole un vistazo al foro. Es un foro nacional, y tiene un montón de apartados: por comunidades, quedadas, planos, fotos de fiestas dogging, relatos de experiencias…

Pincho en el hilo de planos y veo un montón de capturas de Google Maps con imágenes aéreas e indicaciones exactas de los lugares de cancaneo. En las fotos de las quedadas veo gente normal, como la que me he encontrado en los pubs, y, aunque yo nunca lo haría, me parece una opción interesante y respetable. Por lo que veo, la mujer suele acudir con su pareja y allí tiene sexo con chicos solos que aparecen de cualquier parte. Tremendo.

En la parte de relatos me detengo en uno que dice ser real. En él una mujer cuenta su visita a un cine porno del centro de la capital. Narra un ambiente bastante sórdido y algo surrealista. Cuenta que los escasos cines que aún siguen abiertos son lugar de encuentro de gais y que tan solo aparece alguna mujer que trabaja haciendo de pajillera. Por lo visto, de vez en cuando alguna pareja se deja caer por allí, en busca de morbo, como fue su caso.

Miro la fecha del relato, es de hace seis años. Creo que leí hace no mucho que acababa de cerrar el último cine X de Madrid. Eso me recuerda a esos sex shops enormes que albergan cabinas para ver películas en su interior. ¿Qué clase de tíos pagan dos euros para ver cinco minutos de película en una cabina con todo el porno que hay en Internet? ¿Por qué no lo ven en su casa o en su móvil? El otro día leí que el doce por ciento de los sitios de Internet son páginas porno.

De pronto la esquina derecha de la pantalla del ordenador reclama mi atención. Tengo un mail nuevo. Abro el correo y me encuentro la bomba: un mail de Javi. Desde una cuenta nueva, claro, porque la suya la tengo bloqueada. Me dice:

Hola, Zoe, soy Javi, sabes que te quiero un montón, pero no comprendo que ahora me trates peor que a un perro.

No quiero que me alejes de tu vida. Respeto que rehagas la tuya con el tal Marcos, pero necesito no perder el contacto contigo, vernos de vez en cuando, que nos preocupemos el uno por el otro.

Ya sé que no quieres saber nada de mí, pero no se puede tirar a las personas a la basura. Y tú lo has hecho conmigo.

Sé que tus visitas a locales y fiestas liberales no son casuales.

¿Tus padres saben algo de este mundo oscuro en el que te has metido? No me gustaría decirles nada, pero me preocupa mucho que te autodestruyas de esta manera, y, sí, me muero de celos pensando que ahora te acuestas con cualquiera. Supongo que en tu trabajo tampoco tendrán ni idea.

Si me viste en la fiesta es porque me preocupaba por ti. Por favor, deja esa vida, a veces me dan ganas de contárselo a tu familia, a ver si a ellos les haces caso. Es por tu bien, no soporto verte así.

¿Por qué no tomamos un café y lo hablamos tranquilamente? Prometo no hacer ni decir nada hasta que lo hablemos y tú decidas.

Aprovecho para pedirte perdón por mi comportamiento del otro día. Había estado bebiendo para vencer los nervios antes de acudir a ese chalet para verte, y se me fue la mano. Lo siento.

Te quiero, Javi.

Hijo de puta. Hijo de puta. Ahora mismo no puedo dejar de repetir estas tres palabras en mi cabeza. Releo el mail para cerciorarme de que no se trata de un mal sueño y trato de serenarme. El muy cabrón me está chantajeando, amenaza con revelarle a mi familia y compañeros de trabajo mi vida swinger si no hago lo que él quiere.

Está claro que no puedo ceder. Si accedo a ese café habrá visto que sus amenazas han tenido éxito y querrá más. Pero si no accedo podría contárselo a mis padres y se llevarían un buen disgusto. Son muy buena gente y también muy conservadores. No les entraría en la cabeza que su niña hiciera esas cosas. Y si por casualidad dice algo en el trabajo…

Podría ir a la policía con el mail, es un caso de acoso… Pero ¡él es la policía! Seguro que sus compañeros tratan de protegerlo y mi denuncia acaba perdida en algún cajón. Además necesito más pruebas. Voy a hacer justo lo mismo que me explicó que hace él cuando quiere detener a un delincuente: darle cuerda hasta que pueda reunir pruebas suficientes para demostrar que el chantaje y el acoso son ciertos y graves.

Javi ha redactado este mail de forma sutil para, amenazándome indirectamente, hacer parecer que tan solo se preocupa por mí y no sabe qué hacer para «ayudarme». Ya sabía yo que nuestro encuentro no había sido casual. Y una vez que ha empezado habrá más si no le pongo freno.

Tengo que hacer dos cosas: lo primero, calmarme, respirar, intentar que esto no me afecte. Lo segundo, idear un plan, una estrategia que me permita reunir más datos y elementos que hagan que Javi no pueda molestarme nunca más.