Capítulo 10: Aceptación de mi realidad

1 Primum vivere deinde philosophari.

2 Antes de elegir tu destino, pregúntate de dónde partes y diseñarás mejor el camino.

3 «Houston, tenemos un problema.»

4 ¿Y por qué quiero resolver este problema?

5 Secretos.

6 La escalera y sus escalones. ¿Qué pasa antes de que pase lo que pasa?

7 El efecto tobogán: mis factores clave en el comienzo de la conducta sexual.

8 Excusas siempre hay.

9 Justifícate, como si no fuera contigo.

1. Primum vivere deinde philosophari

Antes de meterse en camisa de once varas será necesario descartar o confirmar la presencia de patologías médicas y de patologías psiquiátricas que estén presentes para atenderlas y que el proceso de tratamiento avance adecuadamente. Como hemos visto en el capítulo 7, puede ocurrir que la sintomatología de una conducta sexual descontrolada o aumentada sea la expresión una patología médica, infecciosa, demencias, párkinson o alguna otra patología neurológica.

Un caso médico que se difundió también en los medios de comunicación por su rareza, fue el de una mujer india de 28 años casada, que empezó a experimentar un aumento del deseo sexual, de la excitación y una disminución del umbral de excitación. Aumentó el número de relaciones sexuales con su marido, relaciones normales y satisfactorias, pero tanto interés y frecuencia les resultó extraño y consultaron a profesionales sanitarios que, en las exploraciones, no encontraron nada anormal. Sin embargo, en los días siguientes aparecieron otros síntomas que orientaron al diagnóstico de una infección por el virus de la rabia. Un perro pequeño le había mordido hacía dos meses, causándole una herida pequeña a la que no dio importancia144 y le había trasmitido dicho virus.

Habitualmente bastará con una buena historia clínica y, si fuera preciso, con una exploración física y una exploración neurológica básicas, para que el médico sepa si es necesario realizar alguna prueba complementaria más. Las posibles consecuencias físicas de las prácticas sexuales también hemos de tenerlas en cuenta por heridas o infecciones de trasmisión sexual.

Una paciente consultaba angustiada porque se sentía mal respecto a la sexualidad. Esta situación que puede ocurrir en personas con hipersexualidad o con antecedentes de abusos, me escribió lo siguiente porque incluso relatarlo delante de mi le resultaba muy molesto y casi provocativo:

Es bastante habitual que esté molesta, como si tuviese una infección de orina. La ropa interior me molesta. Cuando me ducho, si me lavo bien me hago daño, siento irritación y a veces dolor, por eso lo hago con mucho cuidado. Siempre me siento sucia.

Cuando lo hablamos en la consulta refería además una sensación de peso en los labios menores y de que tuviera siempre ganas de orinar. Ella le daba un significado sexual, por estar en los genitales, pero le pedí que antes de comenzáramos a trabajar este tema acudiera a una revisión con el ginecólogo. A los días me escribió lo siguiente:

El jueves pasado fui a la ginecóloga. La eco dio bien, pero hay infección. Me ha mandado análisis de sangre, me hizo citología (…). Me ha consolado ver que hay causa orgánica, y de hecho estoy mejor.

Con esta paciente además trabajamos las historias del pasado que tenía, el miedo a que su padre la llevara a un descampado y le violara, o los «juegos peligrosos» que había tenido con amigas durante la infancia, pero sin tener infecciones y llamando al pan, pan y al vino, vino.

Es frecuente que la conducta sexual desordenada o incontrolable sea un síntoma o se dé a la vez que una patología psiquiátrica como la Depresión, Ansiedad, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o el Trastorno Obsesivo Compulsivo. También puede ocurrir que la patología de la sexualidad sea la principal y se acompañe de síntomas del estado de ánimo, de ansiedad, de obsesiones o de aumento de la impulsividad.

En cualquier caso es conveniente realizar una exploración psicopatológica completa para detectar la presencia de estos síntomas y tratarlos de forma primaria si fuera necesario o de forma coadyuvante al tratamiento principal.

Como en el caso de Manolo (capítulo 2), aunque presentaba una conducta que tenía todas las características de hipersexualidad, la raíz principal de lo que le ocurría estaba en un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Mientras se mantuvo el tratamiento con medicación y terapia las conductas se redujeron hasta casi desaparecer y estuvo meses en los que podía vivir la sexualidad exclusivamente con su mujer y de forma muy satisfactoria y plena. Seguramente si sólo nos hubiéramos centrado en la conducta sexual, que es lo que habían hecho los médicos anteriores a los que había consultado, habríamos conseguido los mismos resultados, que no eran malos, pero no eran definitivos. La pena es que este paciente abandonó el tratamiento y, aunque con menos frecuencia e intensidad, volvió a presentar los mismos episodios.

2. Antes de elegir tu destino, pregúntate de dónde partes y diseñarás mejor el camino

Antes de comenzar el tratamiento es necesario y conveniente situarse bien y saber dónde estamos. Parece ser que en la cultura maya los puntos cardinales son cinco, sí cinco: norte, sur, este, oeste y el punto donde te encuentras en cada momento. Desde mediados de 2012 en Madrid, para sacar un billete de metro sencillo te preguntan desde qué estación sales y a cuál quieres llegar. Lo mismo podemos hacer al comenzar el camino de la recuperación.

Al principio puede que no esté tan claro ni donde estamos ni adonde queremos llegar. Quizá no sabemos muy bien cuál es nuestra estación de partida ni los puntos cardinales que nos rodean. No pasa nada. Es frecuente que tengamos sensación de niebla, de que creemos saber donde nos encontramos y hacia donde nos dirigimos, aunque las cosas no están tan claras.

En el telediario vi que el teléfono de emergencia 112 ha incorporado una nueva medida para ayudar a las personas que llaman perdidas desde algún lugar del monte. El Grupo Especial de Rescate de Altura les pide que les envíen un mensaje por WhatsApp y reciben sus coordenadas de localización con un margen de 10 metros de error. Al inicio de la recuperación enviaremos todo tipo de mensajes al terapeuta, aunque nosotros no sepamos muy bien, dónde ni cómo estamos, él irá recibiendo coordenadas y nos ayudará a localizarnos.

En el caso de las personas con hipersexualidad también necesitamos saber dónde se encuentra, desde dónde partimos para poder diseñar un plan terapéutico preciso, con detalle y con los elementos necesarios para ayudarle. También viene bien saber cuál es su norte, qué trae a sus espaldas y dónde está su mano derecha y su izquierda. Algunas preguntas que pueden ayudarnos al inicio a situarse, a reflexionar y a considerar qué es lo que se quiere y cuáles pueden ser los focos de atención en los que invertir y que den más rentabilidad a largo plazo (Tabla 1) son necesarias y suelen sorprender. A veces es necesario dedicar varias sesiones a responderlas, repensarlas, hacerse nuevas preguntas que generan nuevas hipótesis.

El psicólogo Patrick Carnes, director de un programa terapéutico para adictos al sexo en Pine Grove Behavioral Center en Hattiesburg (Mississippi) propone también varios pasos previos antes de adentrarse en un tratamiento específico. Aunque más bien el significado de esos pasos previos es que son ya parte del tratamiento. Como me explicaba un paciente:

Poder hablar de ello abiertamente, con vergüenza, sí, pero sin sentirte juzgado ni acusado es ya liberador, genera esperanza y alivia.

Tabla 1. Preguntas para hacerse antes de comenzar.145

1. ¿Qué te da tu conducta sexual? ¿Qué es lo que persigues? ¿Qué te motiva? ¿Qué satisfacción encuentras? ¿Qué beneficio obtienes?

2. ¿Qué te quita? ¿Qué mal te causa? ¿Qué problemas te genera? ¿Qué perjuicios te ocasiona?

3. ¿Por qué quieres dejar de realizarla? ¿Cómo has llegado a este punto en el que quieres cambiar? ¿Qué motiva que quieras hacer un trabajo para modificar tu conducta sexual?

4. ¿Qué pasaría si dejas de hacerlo? ¿Cómo te encontrarás? ¿En qué cambiará tu vida? ¿Mejoraría en algo? ¿Empeoraría en algo?

5. ¿Qué ganarías si dejas de hacerlo? ¿Obtendrías algún beneficio o algún premio? ¿Recuperarías algo perdido?

6. ¿Qué perderías si dejas de hacerlo? ¿Te encontrarías con algún vacío?

7. ¿Qué estás dispuesto a pagar (en términos generales no económicos) para cambiar esto?

8. ¿Cómo has intentado cambiar en ocasiones previas? ¿Qué crees que es distinto en esta ocasión? ¿Qué pudo pasar para que no funcionaran los intentos previos?

A corto plazo será necesario en muchas ocasiones buscar el modo de interrumpir las conductas para no ahondar en el daño y sufrimiento. Esto no es nada fácil ¿Cómo pasar de consumir pornografía y masturbarse a diario a no hacerlo? Un chico joven con una conducta sexual fuera de control se desahogaba:

Si fuera tan fácil como decirlo aquí en la consulta ya lo habría dejado yo por mi cuenta. Cuando se lo he contado a algún amigo me dice: pues deja de hacerlo… ¡Como si fuera tan sencillo!.

La desconcertada madre de una paciente quien le acompañó a la primera cita, con lágrimas en los ojos, suplicaba ayuda:

Mire doctor, yo ya le dije que eso no era bueno para ella, que estaba bien que fuera con chicos, pero que qué necesidad tenía de acabar con ellos en la… bueno, doctor, usted ya sabe. Pero ella tampoco lo entiende, no sabe qué pasa, y luego lloramos juntas, por eso le dije que pidiéramos ayuda, a ver por qué lo hacía. Si ella es una chica muy buena, no sé qué le puede pasar o qué necesita.

No es tan fácil no. El sexo ordenado es una actividad sana. No está tan claro como cuando consumes cocaína o algún tóxico. Las adicciones comportamentales «engañan» porque ya sean las compras, el sexo, el juego, el deporte u otras, la actividad inicial no es mala en sí misma, como sí lo es consumir cocaína o éxtasis.

Un amigo al que pides ayuda te agarra fuerte para ayudarte a salir. Tú estabas muerto de miedo. Así estabas al iniciar la primera sesión. Empezó la terapia. Expusiste la realidad. El psiquiatra fue marcando objetivos muy concretos y exigiéndolos con tozudez.

El Sr. Pérez después de haberse casi recuperado describe la evolución como si hubiera sido ligera y casi sin darse cuenta, pero no olvidemos que le costó muchísimo, y que la evolución pasó también por el duro periodo de prevención de recaídas.

El avance suele hacerse «en espiral», esto quiere decir que pasas y repasas muchas veces por el mismo sitio, por el mismo pensamiento, por la misma conducta, por la misma situación que te hace ponerte en disposición de entrar en el ciclo de conducta o de adicción. Vas afinando y cada vez que pasas por ahí eres más capaz de conocer cuáles son las salidas que te permitirán no entrar en el ciclo o salir de él.

Algo así pasa cuando visitas la torre Eiffel y subes andando. Vas pasando por los mismos sitios, pero cada vez los ves con más perspectiva y con dimensiones diferentes, puedes apreciar distintos matices y vas tomando distancia. Pasas y vuelves a pasar, pero cada vez que pasas lo ves con una perspectiva distinta, vas viendo matices nuevos, las disposiciones son diferentes, las herramientas que tienes para afrontarlo se han enriquecido, el conocimiento que tienes de ti mismo y de los peligros es mucho mayor, la capacidad de ver cómo salir de ese atolladero es mejor, el engaño y la justificación que te acecha es más frágil y más fácil de desarmar.

Propongo aquí algunas ideas para un avance en espiral. No son unas ideas de avance lineal sin más. Se recorren una y otra vez y todas las que hagan falta hasta que se cojan las riendas con soltura y se dirija la vida de uno mismo hacia donde se quiera.

3. «Houston, tenemos un problema»

Sabemos que tenemos un problema y estamos llamando a la torre de control para pedir ayuda. ¿Cuál es el problema? Parece que está claro. Por distintos motivos la conducta sexual está descontrolada o más bien ella ha tomado el control. Pero quizá no ha tomado el control de todas las situaciones y hay ámbitos de nuestra vida, de relaciones, de disposiciones, de pensamientos o de áreas en las que ni siquiera está presente o en las que se «comporta bien».

Podemos hacer una lista de situaciones problema en las que me encuentro «envuelto» y no sé salir. Nos puede ayudar a enmarcar bien cuáles son las situaciones problema, dónde estoy, cómo me encuentro, qué ha pasado antes, cómo me siento, en qué cosas pienso, si ocurren todos los días u ocurren sólo algunos días determinados, si me pasa cuando me ha sucedido algo relacionado conmigo mismo, con otras personas, con problemas de cualquier tipo o con dificultades del trabajo o en la familia.

Jordi se pasaba noches enteras conectado a internet mirando pornografía y masturbándose. No era todas las noches, solo le pasaba en algunas. Ese era el problema que él contaba. No sabía por qué le ocurría. Sólo sabía que quería resolverlo porque le parecía absurdo, porque al día siguiente tenía mucho sueño, estaba irritable y trataba mal a su familia, además se le quedaba sensación de no tener libertad y estar como dominado durante esas horas. Su percepción era que eso ocurría sin más.

Más adelante veríamos que había muchos signos que avisaban antes de que esto fuese a pasar y cómo lo podía ir atendiendo, pero al principio este era el problema «Me engancho con internet por las noches». El de Anuska: «Me acuesto con chicos que luego no me interesan para nada»; el de el Sr. Pérez: «Una prostituta me quiere extorsionar porque tengo una doble vida»; el de Menchu: «Me masturbo por las noches y me siento sucia».

Cada uno tendrá su problema y sabrá cuál es el centro de atención, qué es lo que le preocupa, cómo ve las cosas. ¡Y también qué áreas ve que no están afectadas y en las que se encuentra seguro y capaz para vivir libre! Que serán muchas y nos ayudarán a apoyarnos en ellas para crecer.

4. ¿Y por qué quiero resolver este problema?

En términos generales las consecuencias de una conducta sexual sin control pueden ser devastadoras. Cada persona tendrá las suyas. A cada uno le puede ayudar hacer una lista de los problemas concretos y consecuencias que le generan estas conductas.

Matt no podía mirar a una mujer sin imaginársela desnuda y esto le desagradaba notablemente. Jacobo se sentía estúpido e inútil, con baja autoestima y sensación de derrota total, ya que nunca podría ser «una persona normal». Manolo tenía una gran desazón espiritual, además de que todas esas conductas estaban en contra de su proyecto vital, de sus creencias religiosas y la moral y ética que pretendía practicar y enseñar a sus hijos. Anuska había sido despreciada en muchas ocasiones por chicos que se habían aprovechado de ella, le trasmitieron la sífilis y le hicieron heridas en los genitales. A Sarah le transmitieron otras enfermedades más comunes pero no menos desagradables. A Petra le pidieron hacer cosas que no deseaba. A Pablo, su hijo dejó de hablarle cuando se enteró.

A Carmelo le echaron del trabajo por consumo de pornografía tras repetidos avisos. El Sr. Pérez tenía unos gastos que le exigían hacer malabares financieros. A John le llegaron unos cargos a la tarjeta de crédito que supondrían ajustarse mucho en los próximos meses.

José Antonio tuvo que engañar a su mujer y a su familia durante años para ocultar todos los gastos que le suponía mantener ese nivel de visitas a prostíbulos, cuando saltó la alarma ya era muy tarde para poder recuperar la confianza de su mujer. Sonia no sabía tener un amigo, o no podía, la realidad es que iba más allá antes de que ella supiera si eran personas de confianza o no. Jorge destrozó a su novia, con la que quería un noviazgo virgen hasta el matrimonio, cuando empezó a buscar relaciones con prostitutas, tras llevar años consumiendo pornografía sin control. Gonzalo dejaba de salir por quedarse en casa viendo películas pornográficas.

Todos se encontraban mal personalmente, perdían tiempo, horas de sueño y energía en estas actividades. Pero cada uno en particular, con su vida, sus experiencias, sus ilusiones, sus deseos, sus proyectos, sus ideales, sus relaciones familiares, de pareja y sociales, sus trabajos, sus necesidades económicas y sus motivaciones, sabrán cuáles son las consecuencias negativas que les genera esta conducta sin control y por qué para ellos es un problema.

Pararse a pensar con detalle y respeto a la vez, con perspectiva, con sinceridad y sin enjuiciarse ni condenarse puede ayudar a situarse en dónde estamos. También sirve hacer un listado de las complicaciones que vienen de la mano de estas conductas, de las molestias que me generan a mi o a mi alrededor.

A su vez, puede ser de utilidad hacer una lista de las consecuencias que mis conductas tienen en mi, en mi trabajo, familia, grupos e instituciones a las que pertenezco, en mi estado de salud, en mi estado emocional personal, en la identidad de mi mismo, en cómo me encuentro conmigo mismo, en satisfacción personal, en mis relaciones sociales en general, con amigos concretos, con personas del trabajo o de otros ámbitos (club social, deportivo, gimnasio, asociación, parroquia, ONG), en la relación con mi familia de origen (padres, hermanos, primos), en la relación con mi familia actual (cónyuge, hijos), en mi economía (gastos, deudas) en mi situación legal (delitos, juicios).

También puede ayudar, aunque da un poco de susto y miedo, pensar qué podría ocurrir si se enterase mi familia, mi pareja, mi trabajo, mis amigos. Este ejercicio, un poco «castigador», también nos puede ayudar a proporcionar la dimensión de lo que estoy haciendo y a dirigir libremente mi conducta hacia donde considere que es mejor y más beneficioso para mí.

5. Secretos

Muchas de las personas que padecen el sufrimiento de tener hipersexualidad lo mantienen en secreto durante muchos años. También puede pasar que nunca hayan podido comentar con nadie lo que les ha ocurrido. Parece que sufrir esta adicción o conducta fuera de control, es vergonzoso y es menos revelado en las consultas, lo que lleva a la soledad y a un intenso sentimiento de culpa. Suele haber mentiras necesarias para adaptarse y mantener en equilibrio otras áreas vitales, hasta el punto de llevar una doble vida.146

A veces son situaciones muy difíciles desde cualquier perspectiva que se vean y que tienen una solución compleja, como la historia de abusos intrafamiliares de Menchu, la violación de Anuska o la exposición prematura a sexo durante la infancia, ya sea en la calle, en la familia o en otros ambientes.

Otras son situaciones sencillas pero que, por algún motivo que habrá que ver, se les ha dado un valor excesivo como ver a un compañero de clase desnudo en el vestuario, excitarse sexualmente mientras se jugaba con unas amigas con 8 o 9 años, descubrir unas revistas pornográficas en un cubo de basura pueden tener fácil solución o no tienen un valor absoluto, aunque para el que pide ayuda lo tenga como «con 12 o 14 años creo que me masturbe por primera vez». Esto era para él un secreto importante.

Entre medias suelen estar las situaciones habituales, que son normales, pero lo que importa es más la vivencia que se ha tenido de ellas: una primera relación, un juego en el límite de lo sano cuando se era pequeño, unas imágenes de sexo explícito en una película «normal» o «rolletes» de bares nocturnos, pero que marcan mucho por el momento en el que ocurren.

En cualquier caso vale la pena hacer una lista de secretos, tanto de lo que nos ocurrió o de aquello a lo que atribuimos cierta culpa de lo que está pasando, como de conductas realizadas, pensamientos y ocurrencias por muy «bestias» que me parezcan, deseos y fantasías sexuales. En la Tabla 2 podemos ver un ejemplo de secretos, muy corrientes, pero secretos, «mis secretos», de una persona que consultó por estos motivos.

Tabla 2. Ejemplo de listado de secretos de un paciente.

Me pone nervioso recordar los secretos porque vuelvo a juzgarlos en mi conciencia y puedo generar culpa.

- Con 12 o 14 años creo que me masturbe por primera vez, o eso creí. Pensándolo ahora creo que no llegue a eso. Durante unos meses después de aquello creo tener mala conciencia de algo, pero que no recuerdo. Creo que tiene que ver con películas o con la imaginación, aunque no lo sé simplemente es una sensación.

- Unos años después en bachillerato, un compañero de pupitre me tocaba la pierna en plan de broma por debajo de la mesa, yo le tocaba a él. Este juego duró un tiempo pero lo corté cuando yo le toque a él sus partes para terminar con la broma. Lo sentí y lo consentí. Jugando con un niño de 8 o 10 años del roce también me excité. No tengo culpa de aquello y no me gustan los tíos, pero si entendí por entonces que tenía facilidad para excitarme.

- Cuando terminé la carrera salía con un grupillo y me daba por beber pero sin emborracharme. Una noche empecé a jugar con una chica y ella siguió el juego de roces y tocamientos hasta que me dio un beso. Tuve una reacción, se me bajó la borrachera y corte la situación en medio del bar. Le partí el corazón, porque yo no esperaba más que diversión y ella esperaba una relación. Tengo conciencia de haberle quebrado su conciencia en ese momento, porque después sé que empezó a salir y acostarse con otros individuos, cosa que antes no hacía.

- Durante una época de 2 o 3 años quedaba con una amiga todos los días, nos apuntábamos a cursillos para estar juntos. Ella me gustaba pero tenía novio, aunque siempre quedaba conmigo y pasaba más tiempo conmigo que con él. Yo buscaba el roce o el abrazo porque la deseaba. Fue una situación absurda que corté cuando ella dejó al novio y le di a elegir entre yo como novio o nada. Le hice daño pero nos seguimos hablando aunque no quedamos.

- Desde los 22 me quedaba dormido estudiando y mi atención en las clases era baja. En esos momentos siempre ha habido un desbordamiento de la imaginación y una excitación. La primera vez que ocurrió era mayo y tenía examen ese día. Estaba estudiando, había dormido mal, había empezado ya, a tener los mismos problemas al dormir que al ponerme a estudiar, empezaba la imaginación y terminaba en excitación, sólo que aquel día, en la ventana de enfrente vi a una chica que levantaba la persiana e iba desnuda. Estaba cansado, nervioso, excitado y la imaginación encontró lo que estaba buscando. Desde entonces el nervio, la imaginación y la excitación acaban en conductas conmigo mismo.

También puede ser de ayuda realizar con el terapeuta o supervisor una lista de intenciones secretas, planes y proyectos de conductas que sólo yo o «mis compinches» saben (nuevas webs, sitios a conocer, personas concretas, fiestas en las que participar) a desarrollar, que me activan y motivan a buscar nuevas experiencias y sensaciones. O quizá el secreto no está tanto en lo que voy a hacer, sino en lo que me imagino y con lo que fantaseo mientras lo hago.

En cualquier caso, mostrar mis cartas, o por lo menos las que yo conozco de mi mismo, servirá para que la persona que me ayude dé unas indicaciones más precisas y podamos diseñar herramientas efectivas para la prevención de las amenazas reales.

6. La escalera y sus escalones. ¿Qué pasa antes de que pase lo que pasa?

¿Por dónde llego al tobogán que me lleva velozmente y sin freno? Quizá subo a él poquito a poco, escalón a escalón hasta que llego arriba del todo, y luego me siento y cojo impulso y empiezo a deslizarme.

A lo mejor no es tan abstracto o tan impulsivo o tan repentino, y sí existen escalones que voy subiendo. Para cada uno esos escalones serán de un tipo: cansancio, angustia, ansiedad, falta de cuidado personal, consumo de alcohol o de otros tóxicos, excesos con la comida, falta de planificación y dirección en las acciones con desorden en las ocupaciones como explica Javier en un punto más avanzado de la terapia en la que empieza a discriminar:

No siempre, pero habitualmente mis problemas con la pornografía y masturbación vienen por la falta de organización. Otras veces por hábito en esto y no saber cambiar de pensamiento y otras veces porque quiero hacerlo y punto.

Cada persona puede conocer si existen factores que le ponen en el disparadero de las conductas sexuales descontroladas. Pueden ser factores biológicos, como no haber dormido bien, comer de más o tener hambre, momentos del ciclo menstrual determinados o tiempo pasado desde la última relación sexual. También puede ser psicológicos como estados de ánimo, reacciones ante acontecimientos que me alegran y excitan o que me entristecen y piden consuelo, estado de enfado o tras haber recibido desprecio que piden una autoafirmación personal a través de la sexualidad. Saberlos nos dará ideas para un mayor conocimiento personal.

Podemos también aprender a conocer qué estímulos promueven y alimentan mis conductas sexuales. No tienen por qué ser estímulos directamente sexuales o pornográficos. Pueden ser anuncios en la calle, mujeres en el metro, una serie de televisión, canciones que ponen en la radio, olores concretos que activan o traen recuerdos, conversaciones con personas concretas, playas, gimnasios, hoteles, viajes, estar solo en casa, determinados lugares de salidas nocturnas. En fin, el listado podría ser infinito. Lo interesante es que cada uno sepa cuáles son los estímulos favorecedores, desencadenantes o estimulantes que le llevan a subir escalones hacia el culmen del tobogán antes de lanzarse y coger velocidad.

Más adelante se trabajará con esas situaciones para conocer su significado, su asociación con la sexualidad, por qué generan esa respuesta en la persona y desarrollar así estrategias y habilidades que permitan afrontarlas con normalidad.

Pueden darse también situaciones reales y que son «mentira», no son verdaderas, sí son reales, y también son engañosas y distorsionan mi realidad. Pueden ser situaciones sociales como la que me contaba un amigo al que su jefe a la salida de una reunión complicada y exitosa le llevó a un club de carretera. Le estaba poniendo en una situación embarazosa, pero en la que tenía derecho a decirle que no, con riesgo de perder el trabajo, claro. Desde fuera se ve nítido que por muy jefe que sea, nadie puede obligar a otro a consumir cocaína. En situaciones de adicción al sexo, un club de alterne es como para un toxicómano ir de fiesta a casa de unos narcotraficantes.

Si un buen amigo te empieza a susurrar al oído frases que harían enrojecer a Marilyn Monroe, quizá no te las está diciendo a ti, sino a su aparato genital masculino y lo que debes hacer es salir corriendo. Pero claro, es tu amigo y si haces eso a lo mejor le pierdes. Entre que decides o no, dudas de si le dices algo o no, ya estás en sus «puercas garras».

Puedo tener relaciones afectuosas y amistosas que sin saber muy bien cómo, terminan en sexo y me las cargo. En toda relación está presente el componente sensual-sexual y si no lo vemos y captamos, lo dirigimos y lo ordenamos cómo deseemos nosotros y la otra persona, podemos ser movidos exclusivamente por los valores sexuales. Este hecho puede hacer que, sin darnos cuenta, tomen la delantera y se carguen la relación afectuosa que quiero mantener con esa amiga, con ese compañero de trabajo, con esa prima, con ese tipo que acabo de conocer y que me cae tan bien.

Este tipo de situaciones, totalmente reales, pero que no tenemos «obligación» de vivir, pueden ayudarnos a pensar cómo he llegado hasta allí, por qué no he podido poner límites antes.

Es necesario que conozca mis límites y mis limitaciones y que sea tremendamente sincero conmigo. Puede parecernos ridículo o exagerado no tener internet en casa o en el teléfono pero si ahora lo necesito así, ni es ridículo, ni es exagerado. Hay personas que no pueden tomar un determinado alimento porque les sienta mal y no por ello son menos personas. Tampoco es que el alimento sea malo en sí, es que le sienta mal.

7. El efecto tobogán: mis factores clave en el comienzo de la conducta sexual

Hay ocasiones en las que la sensación que tiene el afectado por la hipersexualidad es que ya no hay nada que hacer. Parece que estuviera cayendo por un tobogán muy resbaladizo y fuera imposible agarrarse a ningún asidero. Sólo frenará cuando llegue al final y caiga al suelo. Sólo frenará cuando lleve a cabo las conductas necesarias y cuantas veces sea necesario para calmar el ansia, el deseo sexual exacerbado, la angustia o la sinrazón. Una vez en el suelo manchado con el barro del charco que había al final del tobogán, lo que ha ocurrido parece una tontería, que no era para tanto, pero mientras te deslizas cuesta abajo la sensación es que no hay manera de parar.

Para conocer cuáles son «mis toboganes» puedo hacer un listado de situaciones ante las que me encuentro impotente: estar en el ordenador en casa y que aparezca un anuncio, salir de la oficina tras un día agotador y no tener plan para ese viernes, llegar a casa y que mi mujer me regañe y me eche la bronca por detalles que no son importantes, estar una discoteca y que se me acerque un chico que me atrae, ir a dormir y no conseguir conciliar el sueño y que se me ocurra levantarme para ver «qué echan en la tele».

Cada quién, tendrá sus situaciones en las que parece que la única salida es llevar a cabo la conducta sexual. A veces de forma impulsiva, aquí te pillo aquí te mato, sin pensarlo ni reflexionar. Otras como única manera de resolver la situación, de forma más obsesiva y compulsiva, parecen que exclusivamente se arreglará si hago eso. Puede darse también en contextos de otras adicciones y si he bebido alcohol o consumido cocaína, el siguiente paso «sólo puede ser ese». También puede ocurrir favorecido por aprendizajes condicionados: «Es que si voy a casa de mi hermana a cuidar a sus hijos por la noche, siempre acabo en la televisión».

Podemos hacer por tanto un listado de impulsos o cadenas incontrolables, que nos ayude a distinguir a día de hoy, en el momento y época en que me encuentro entre sucesos controlables y no controlables. Puede generarnos desesperación el percibir que hay acciones que no controlamos o hacernos sentir frustrados y también nos podrá ayudar a ir aceptando que existe una conducta en mi que no controlo, para la que necesitaré herramientas nuevas y distintas de las que empleo actualmente.

Con estos listados puede ocurrir que se nos ponga delante el fracasado proceso de lucha para evitar o disminuir esas conductas y que nos sintamos indefensos. Se pasa mal, se sufre, te quedas con sensación de que no puedes y que cualquier intento de salir de ahí va a ser, de nuevo, inútil y motivo para una mayor angustia y desesperación, para aumentar el sentimiento de culpa y de estupidez, la sensación de estar atrapado y que es mejor no moverse, que me quede como estoy.

Pero percibir esa indefensión, esa esclavitud y ese entrampamiento, nos permitirá resituarnos y observar con mayor finura por dónde podría escapar del dictador que me tiene esclavo, por donde puedo romper la trampa porque tiene truco y queremos descubrir cuál es.

8. Excusas siempre hay

En los comienzos del camino para abandonar las conductas que esclavizan es muy frecuente que se dé un «querer sin querer» o un «quiero pero no puedo», que el cuerpo se queje, que la cabeza de todo tipo de argumentos, o que se diga en alto: no quiero dejarlo.

«Es que sé que debería decir que quiero dejarlo, pero la realidad es que no quiero», decía el Sr. Pérez, no al principio, sino en la fase de la prevención de recaídas, cuando sus antiguas compañías le miraban con nostalgia y se le había olvidado el riesgo de que se descubriera todo.

Para trabajarlo mejor, conocerme mejor y saber cómo ayudarme y cuidarme mejor, me puede servir hacer una lista de excusas para no cambiar de conducta, no dejarla del todo, motivos por los que debo seguir y razones que me digo a mí mismo por las que necesito y me viene bien hacerlo.

A veces, puede ocurrir que transformamos el «no puedo» a «no quiero». Es menos frustrante, menos culpabilizador, nos da cierta coherencia aparente con nosotros mismos, en la superficie no machaca nuestra estima sino incluso parece que nos afirma en nuestras decisiones.

En el testimonio de este paciente se puede apreciar el doble pensamiento que presenta, cómo capta aspectos de excusas y justificación, y a la vez se ponen de manifiesto necesidades reales e ideas para diseñar herramientas adecuadas para ese momento:

Supongo que me doy pena, consuelo, compensación de mi mismo aunque el componente de nerviosismo es una constante ahora. No sé si es por adicción o por no saber relajarme y dejar de controlarlo todo. Tengo que estar lúcido para ejercitar el señorío de mí mismo y no lo estoy por cansancio. Siento que voy acelerado, lo noto en el pulso y los ejercicios de respiración no me funcionan.

Otro paciente recurría a que si su mujer lo hacía, pues él también:

Me contó que aprovechando que yo no estaba en casa o que me había acostado antes que ella había hecho una serie de cosas. Es una tontería, pero a mí me sirvió de justificación para mis desahogos.

9. Justifícate, como si no fuera contigo

Quizá no se hace sexoadicto, o no pierde el control sobre la conducta sexual el que quiere, sino el que puede. Si te paras a pensar y si miras con comprensión a la persona que lo padece, se te ocurrirán razones que pueden justificar o explicar la presencia de esos problemas. De este modo no cargaría la culpa sobre sus espaldas, aunque la responsabilidad de los actos pasados y de la recuperación presente siga siendo suya.

Luego habrá que ver si son verdad o no, en qué medida, qué matices tienen, pero hacer una lista de justificaciones del comportamiento, de motivos que permitan entender por qué ha llegado hasta aquí, puede darnos mucha luz en cada momento de avance de la terapia.

Estaba con un paciente que acudía a clubes de alterne. Casado y con hijos. En principio matrimonio feliz y con un proyecto común. Le llamé la atención sobre la baja frecuencia de relaciones sexuales con su mujer, de acuerdo con la edad de ambos y el gusto de él por el sexo. Pero este hecho a él no le parecía una «justificación», lo cual tenía mayor significado todavía que la frecuencia en sí. Cada persona es un mundo y es en ese mundo en el que queremos adentrarnos.

Las justificaciones son tan dispares como personas e incluso variables y contradictorias en una misma persona. Vale le pena escucharlas, luego ya se verá si se les hace caso o no: «Mi pareja no me satisface», «Es una forma de usar a los hombres y luego humillarles», «El sexo es libre y para disfrutar, en el fondo no veo que sea malo para mí», «Si no lo hiciera me subiría por las paredes» y otras tantas.

Intenta separarte un poco de tu vida y de tus conductas, piensa que es la vida de un amigo tuyo y haz de «tu abuela» y «quiérete» en el sentido de justificarte y decirte: pobrecito, no pasa nada, cómo no vas a hacer esto si…

… cuando estoy nervioso y cansado, algo somnoliento, empieza la imaginación y sigue el proceso hasta la masturbación. Los nervios pueden venir por trabajo pendiente, mi relación con el jefe, un amigo que me pide un favor, un evento social, un viaje, ir al médico, aguantar un dolor, tomar una medicación a una hora, e irme a la cama pensando que no debo masturbarme.

Esto decía un paciente. Se entiende y a la vez nos da mucha información de por qué flancos ataca el enemigo.

144. Senthilkumaran, S., Balamurgan, N., Sweni, S., Menezes, R., Thirumalaikolundusubramanian, P. «Hypersexuality in a 28-Year-Old Woman with Rabies.» Arch Sex Behav 40 (2011):1327-1328.

145. Chiclana, C. «Hipersexualidad…» Op. cit.

146. Echeburúa, E. «¿Existe realmente la adicción al sexo?» Op. cit.