Capítulo 3: Modelos explicativos de la hipersexualidad

Modelos explicativos de la hipersexualidad

1. Masturbación, menos moral y más ciencia.

2. Modelos explicativos de los comportamientos hipersexuales.

– Modelo Impulsivo.

– Modelo Compulsivo.

– Modelo Adictivo.

– Modelo Aprendido.

3. «Fui a rescatarte y me ahogué.»

4. Intersex: la adicción al sexo en la red.

1. Masturbación, menos moral y más ciencia

El artículo que Manolo había leído era el siguiente:28

Masturbación, menos moral y más ciencia.

Se ruega leer sin prejuicios morales ni religiosos

Me resulta decepcionante que empleemos dinero público (o privado) en promocionar la masturbación como una conducta sexual sana y deseable. Los pediatras, educadores y psicólogos infantiles saben que en algún momento de la maduración de la persona y de su personalidad, puede ser una conducta que esté presente de forma esporádica. Pero me atrevo a afirmar sin sonrojarme que la práctica de la masturbación como un hábito no es beneficiosa para el que la sufre.

Digo que la sufre porque es sufrimiento lo que me trasmiten las personas que acuden a mi consulta por este motivo. No son personas raras ni mucho menos, quizá tampoco están enfermas, pero seguro que tienen un problema que quieren resolver: la masturbación. No es necesario que el médico se lo diga, son ellas las que consideran que es una esclavitud, una pérdida de libertad y piden ayuda.

La mayoría quiere resolverlo porque se encuentra encadenado, porque se da cuenta de que le encierra en sí mismo, porque le dificulta la relación con su mujer y/o con otras personas, porque le genera desorden interior y desasosiego ir perdiendo autonomía y capacidad de decisión.

Algunos pensarán: pero bueno, este médico de dónde ha salido, qué cosas dice, eso no le pasa a nadie. Desgraciadamente atiendo a personas con este problema todas las semanas. Afortunadamente todavía hay personas que no se avergüenzan de pedir ayuda en la búsqueda de su felicidad. Son personas geniales, para quitarse el sombrero, admirables, gente corriente con problemas corrientes como puede ser el de la masturbación.

Cuando hablo de problemas, no me refiero a las tonterías que puedes leer por ahí, que si la masturbación provoca ceguera, epilepsia, parálisis o acné. Eso son inventos, pero no son ideaciones teóricas los malos ratos que pasan aquellos que no pueden ejercer su libertad porque tiene que masturbarse sí o sí, por acumulo de excesiva tensión emocional, por impulsividad, por compulsividad, para compensar frustraciones, por problemas de hipersexualidad, por dificultades en las relaciones interpersonales, por rasgos de personalidad narcisista o evitativa, porque han recibido una educación sexual errónea, porque desarrollaron un aprendizaje conductual simplista basado en la satisfacción del placer o por inmadurez global de su persona. Vemos por tanto que lo interesante no es tanto los problemas que genera dicha conducta, sino por qué esa persona necesita de la masturbación para equilibrar su vida o por qué no puede desarrollar una sexualidad armónica con su proyecto vital. Otros utilizan el alcohol, la droga, la comida…

Es necesaria una labor preventiva que disminuya la incidencia de estos problemas y también que los atienda cuando ya están presente, en vez de promocionarlos o considerarlos en abstracto sin atender a cada persona integralmente de acuerdo con sus necesidades e intereses.

Podemos considerar que ya hemos pasado el pavo sexual, la crisis del 68, la revolución sexual y el destape. Es tiempo de madurar, de buscar la excelencia y ser líderes sexuales de nosotros mismos, sin anclarnos en tabúes, convencionalismos sociales, morales o religiosos ni creernos el adolescente inmaduro que tiene derecho a todo porque es el rey del mambo.

Vivimos en una sociedad hipersexualizada en la que se promueven como normales —probablemente por ignorancia—, conductas que no lo son o que son expresión de problemas psicológicos o psiquiátricos. Algunas semanas los dominicales son auténticos tratados de psicopatología. Ejemplo: Wilma González (ex Miss Playboy TV, actriz de Supervivientes) nos explica «necesito hacer el amor todos los días (…). Esto podría estar muy bien, pero la explicación no me convence del todo: (…) si no, no estoy a gusto. Necesito sentirme deseada». Una bonita explicación de un rasgo patológico de personalidad. No lo hace por propia elección, por disfrutar, por pasar un grato momento, sino por necesidad, no ya de amar, sino de valorarse a sí misma por el modo en que los demás la desean. Guay.

Estoy totalmente de acuerdo con un internauta que comentaba: «No hay nada peor que andar con miedo y estar reprimido». Efectivamente, no favorece a la persona tener miedo a la sexualidad. Tampoco le beneficia reprimirse —decirse que no por resignación—, por los motivos que sean, y con el significado de negación. Ni tampoco sublimar sin más, en dos sentidos. En primer lugar en el sentido de ordenarla sin vivirla por un bien mayor (moral, religioso, de salud…) y en segundo lugar en el sentido de vivirla sin ordenarla, también por lo que consideramos un bien mayor (placer, disfrute, libertinaje…), en ambos casos se degrada, se invalida y se desvaloriza a la sexualidad.

La sexualidad sana ni se sublima ni se reprime, se integra en el proyecto vital. Para poder integrarla necesitamos tener las competencias necesarias, que a mi juicio son las siguientes: conocimiento personal, orden, pro-actividad, reciedumbre, sentido de pertenencia a un grupo, laboriosidad, confianza en la propia acción, determinación, iniciativa, saber descansar, amistad, razonamiento racional y afectividad rica y abundante.

Frecuentemente los problemas en la vivencia de la sexualidad se acompañan de otras circunstancias que nos pueden servir como indicativos de las competencias que nos interesa adquirir para mantenernos en el camino de la integración.

En fin, todos estos comentarios surgieron con el propósito de explicar por qué no estaba de acuerdo con la idea del consejo de la juventud de la Junta de Extremadura de promover la masturbación entre los jóvenes de su comunidad. Quizá no sean necesarias tantas argumentaciones y baste con leer un titular de la BBC para darse cuenta del absurdo: «It may have the most unemployed young people in Spain but they will be the best at masturbation».

Quizá hoy no habría escrito este artículo así, pero así quedó escrito y tuvo su función. A mí me hizo pensar y a Manolo le permitió acudir a pedir ayuda. Suficiente.

Cuando los profesionales nos preocupamos de la conducta sexual desordenada, fuera de control o excesiva, no lo hacemos por una visión moral de la sexualidad ni queremos que se convierta en una categoría moral que no corresponde a nuestra profesión, sino psicopatológica,29 aunque tenga sus implicaciones morales, al igual que familiares, sociales, de salud pública, éticas, económicas y de otras áreas vitales según qué persona.

No hay acuerdo sobre qué término emplear. Algunos30 sugieren «comportamiento sexual fuera de control» porque se fija más en el control y dirección de la conducta sexual que en altos niveles de conducta sexual y nos evita el tener que averiguar si existe o no la normosexualidad. Otros31 proponen hipersexualidad como término neutro que permite acoger distintos abordajes fenomenológicos como el compulsivo, impulsivo o adictivo.

Como explica el catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de País Vasco, Enrique Echeburúa:

Solo se puede hablar de adicción al sexo cuando hay una pérdida de libertad por parte del sujeto afectado (recurre a ciertas conductas sexuales a su pesar y sin ser capaz de evitarlas), cuando hay ansia y fantasías sexuales recurrentes, cuando el sexo se convierte en el centro de la vida de una persona y cuando supone una interferencia grave en su vida cotidiana (malestar emocional y consecuencias negativas).32

2. Modelos explicativos de los comportamientos hipersexuales

Desde diferentes perspectivas científicas se ha buscado un modelo que explique la naturaleza de las conductas y los pensamientos sexuales fuera de control. Unos insisten en que es algo impulsivo que el sujeto hace sin pensar, otros que es algo compulsivo y consecuencia de la obsesividad de la persona que necesita realizar esa conducta para calmar la angustia, otros que es adictivo y que se desarrolla y promociona casi de la misma manera que las adicciones a sustancias. También hay autores que explican que es consecuencia de un aprendizaje en la sexualidad que desarrolla un hábito.

Quizá depende más de la persona concreta que lo sufre y no tanto de la necesidad de tener un modelo que aplicar a la realidad porque en una misma persona se dan las cuatro expresiones o dos o ninguna. A veces la persona comienza a realizar determinadas conductas sexuales de forma impulsiva, posteriormente la ansiedad y angustia se calma a través de esas conductas, de forma que favorece el desarrollo de conductas compulsivas y progresivamente se genera una adicción al sexo en todo este marco de desarrollo de unas costumbres determinadas. Pero cada uno es cada uno y cada persona un mundo.

En ocasiones hay pacientes en los que tras una entrevista general y una exploración psicopatológica, aprecias que su conducta no cumple los patrones de ninguna patología adictiva, ni compulsiva ni impulsiva, pero presentan este comportamiento y piden ayuda para resolverlo. Puede que hayan desarrollado un hábito o costumbre que no saben cómo cambiar, un aprendizaje, en parte condicionado, que no saben cómo no hacer.

En casos en los que hay compulsividad, como en el de Manolo, también se puede detectar la presencia de un marco obsesivo en varias de sus conductas habituales. ¿Cuál es la raíz principal de lo que le pasa?

El interés de saber qué es lo que ocurre por el interior y la mente, cognitiva y emocional, de la persona que lo padece, radica en que, según cómo se origine, puede ser más beneficioso un modo u otros de buscar la solución. Quedarse solo en un modelo y aplicarlo de forma categórica a las personas, parece una visión parcial de la realidad. Así, el Dr. Stein,33 de la Mount Sinai School of Medicine en Nueva York, propone una visión que incluya la presencia de tres dimensiones: desregulación emocional, adicción conductual y descontrol cognitivo, centrándose por tanto más en los diversos ámbitos para entender a la persona, cognición, emoción y conducta, que en el modelo teórico de entender a la enfermedad.

Veamos qué puede haber de válido para entender la conducta sexual fuera de control en los diversos modelos:

Modelo Impulsivo

Según la Association for Methodology and Documentation in Psychiatry (AMDP) los impulsos…

Son la fuerza vital que, independientemente de la voluntad, controlan la realización de las iniciativas psíquicas y su velocidad, intensidad y duración. El impulso es el fundamento de la vitalidad, del ímpetu, de la iniciativa, de la inclinación, de la atención, del dinamismo y de la dedicación. El impulso se traduce en primer lugar en la expresión y en la psicomotricidad.

A veces hay personas, como le pasaba a Juan Antonio, que cuando se saturaba de alguna situación laboral o familiar, explotaba de repente y se iba al ordenador a consumir sexo o cogía el coche y conducía a toda velocidad a un club de carretera cercano. No tenía un ritual, pero sí precisaba calmar cierta ansiedad.

Algunos investigadores propugnan que la hipersexualidad es un «trastorno del control de los impulsos» en el que no se tienen en cuenta las consecuencias de los mismos. Se activarían como una respuesta excesiva al estrés, con déficit en el control de los impulsos y en personas con dificultades para retrasar la gratificación. Pero claro, según este modelo no se podrían planificar los encuentros sexuales ni ocultar señales, porque todo el mundo notaría que nos «ha dado un impulso». Como notan al impulsivo que tiene ataques de ira o atracones de comida. Aunque es verdad que en algunos casos también lo notan o en ocasiones es que no hay nadie para percibirlo, porque trabajan o viven solos.

Quizá este componente impulsivo está presente en personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o con Trastorno Límite de la Personalidad, que pueden desarrollar este descontrol de impulsos también en el área de la sexualidad. Si únicamente se produjera por impulsividad no presentarían rituales de acercamiento a la conducta.

A Anuska le pasaba algo así en algunas de las ocasiones, sobre todo cuando estaba en las discotecas. Ella no bebía alcohol, pero casi todas las noches acababa con alguien. Es más, casi todas las noches, empezaba con alguien, porque muchas veces iniciaba la relación con un beso apasionado, y luego ya preguntaba cómo se llamaba. Esto le ocurría en discotecas «elegantes» no en locales recónditos y de barrios bajos. Otras veces puede ser algo tan «mecánico» y no pensado como una mujer que se masturbaba todas las mañanas en la ducha desde hacía muchos años, como si algo le impulsara a hacerlo y no lo podía frenar aunque preferiría no hacerlo.

Modelo Compulsivo

Las obsesiones y compulsiones de contenido sexual son frecuentes en el trastorno obsesivo compulsivo. Las obsesiones son pensamientos que el sujeto considera propios, que son intrusos, no son agradables, aunque los rechaces vuelven a aparecer y generan ansiedad incitando a la acción para que esa ansiedad pueda calmarse.

Andoni estaba trabajando tranquilamente en su ordenador y de repente le asaltaba el pensamiento de que tenía que tener una relación con la secretaria. Le molestaba pensar esto, no era el momento, ahora estoy trabajando. Lo apartaba y se intentaba concentrar en el informe que estaba redactando. A los minutos, le venían a la cabeza unas imágenes de mujeres desnudas y tenía que buscarlas por internet, a ver si eran unas que trabajaban en el departamento de contabilidad. «Vaya chorrada», se decía, pero le molestaba e inquietaba. «¿Y si alguien sabe que estoy pensando esto? ¿Y si las que trabajan aquí tienen una doble vida? ¿A lo mejor en alguno de los correos que me han enviado hay alguna insinuación? Debería revisar los correos que yo les he enviado para asegurarme de que no he puesto nada que me pueda relacionar con ellas fuera del programa de contabilidad.» «Es absurdo», pensaba, pero no podía quitárselo de la cabeza.

Cuando la acción se lleva a cabo se llama compulsión según la AMDP las «obsesiones y pensamientos obsesivos son contenidos obsesivos y persistentes del pensamiento. Es característica la imposición y la constancia de las representaciones contra las que el enfermo se resiste sin lograr rechazarlas totalmente y que no tienen por qué carecer de un sentido. Lo que puede parecer sin sentido es su penetrancia y persistencia».

Ante la resistencia a la obsesión aparecerían los impulsos obsesivos para llevar a cabo determinados actos, que serían las compulsiones. Como explica Josean, «al principio el deseo se hace cada vez más fuerte y si me voy a la cama, dejo de luchar contra él para poder dormir, la masturbación me relaja y me quedo dormido».

En el típico comportamiento compulsivo no hay una gratificación más allá de la compulsión. En las conductas sexuales sí habría esa gratificación en la conducta en sí a diferencia de otras compulsiones como el lavado de manos, acumular cosas o comprobar que el fuego está apagado. En el Trastorno Obsesivo Compulsivo se produce un sufrimiento y un rechazo de las conductas que proponen los pensamientos obsesivos que son considerados desagradables. Perico, dentro de su ritual nocturno antes de acostarse, tenía que masturbarse. «Es una esclavitud y me parece patético, pero no puedo no hacerlo, si no, no me duermo y estoy como intranquilo y angustiado.»

Diversos autores proponen que el trastorno hipersexual es una variante del Trastorno Obsesivo Compulsivo34 por el modo en el que se presenta, sin impulsos y con un objetivo claro de reducir la ansiedad con esa conducta, no tanto de obtener un placer genital. Álvaro necesitaba ver todas las imágenes pornográficas de una determinada persona y bajarse todos los videos de una determinada revista pornográfica, pasando la noche en vela con esta actividad. Pero lo mismo le pasaba otras noches con temas profesionales, se pasaba también noches en vela descargándose todos los números de una determinada revista o viendo todas las obras de un determinado autor, si no lo hacía se encontraba angustiado y con ansiedad. Paco tenía necesidad de comprobar y verificar que era capaz de tener relaciones, esa duda con necesidad de comprobación le llevaba a múltiples relaciones, al igual que otros comprueban si han cerrado o no la puerta del coche.

Modelo Adictivo

Se podría considerar35 la conducta sexual fuera de control como adictiva al reunir características similares a las adicciones químicas, pues persiste durante un largo período de tiempo, al menos 12 meses, y de forma excesiva en frecuencia e intensidad. Esto les pasa a la mayoría de los pacientes, como al referido Sr. Pérez o a Manolo, que además no consultan al inicio de la situación, sino cuando ya llevan varios años, les ha causado daño y los remedios no han sido efectivos.

En las adicciones se produce una pérdida de control sobre dicho comportamiento por la duración, frecuencia, intensidad o el riesgo que conlleva su práctica. Esta sensación es referida por casi todos ellos, no para todas las situaciones ni en todo momento, pero sí en términos generales y para algunas circunstancias en particular, con más motivo.

En la sexualidad, la recompensa fisiológica viene dada por la propia actividad y se activan las vías nerviosas del sistema de recompensa. La dopamina, serotonina y noradrenalina desempeñan un papel importante en la conducta sexual humana36 que facilita el efecto de recompensa.

No está claro que se desarrolle una tolerancia con características físicas que requieran más intensidad del estímulo al igual que con sustancias químicas, pero sí parece que se quieren cosas nuevas y con más riesgo, que añadidas al estímulo facilitan una mayor excitación. También es habitual que se empiece por prácticas sencillas y poco tiempo y que progresivamente se vayan aumentando, complicando y elaborando rituales, al igual que en otras adicciones.

En muchas ocasiones el comportamiento pasa a ser desagradable. Aunque esto es muy discutible y se da una ambivalencia en muchos casos. Aunque se obtenga un cierto placer con la conducta, también lleva aparejado una sensación de pérdida de control, una desazón por no saber cómo dirigir la acción propia de otra manera, sentimientos de culpa y vergüenza.

A algunos pacientes les ocurre que presentan una urgencia irresistible para ejecutar el comportamiento, pero otras personas hacen realmente rituales preparatorios, asegurándose que no van a ser descubiertos o que sólo lo pueden hacer cuando se dan determinadas circunstancias. Esto es coherente en parte con el modelo adictivo, pero al igual que con las adicciones a una sustancia, cada uno lo expresa de una manera personal.

De forma similar que con las sustancias, el consumo de sexo puede tener la función de regular las emociones y/o el estado de ánimo. Sí que ocurre y produce, además del placer sexual, serenidad, o permite quedarse dormido, o tranquiliza, o quita la tristeza o desenfada. La liberación de diferentes sustancias químicas en el orgasmo puede facilitar la regulación fisiológica de otros estados.

La actividad sexual se lleva a cabo con una esperanza de efecto. Para algo se lleva a cabo la conducta, que es la de obtener un refuerzo positivo determinado. Pero quizá no se busca tanto el placer sexual como la calma de la ansiedad y angustia. Como refiere el catedrático Echeburúa:

La adicción al sexo, a diferencia de la hipersexualidad normal, se caracteriza porque la conducta no es intrínsecamente de índole sexual, sino que con ella se trata de reducir la ansiedad o de escapar de un desasosiego interno. El sexo se convierte en un remedio para reducir el malestar emocional y la actividad sexual en algo morboso y obsesivo. De este modo, se utiliza el sexo como una estrategia de afrontamiento.37

Presenta una preocupación excesiva acerca de la conducta:

En este sentido el adicto al sexo es como un alcohólico que se caracteriza por una hipersexualidad que, al no saciarse, está permanentemente presente en el sujeto, que prescinde por completo de la ternura en la relación íntima y que manifiesta una pérdida de control.38

En muchas ocasiones se da una percepción inadecuada de los diferentes aspectos de la conducta excesiva y pueden presentar síntomas de abstinencia psicológica y física. En este punto algunos pacientes no parece que presenten un claro síndrome de abstinencia cuando ha pasado un tiempo determinado, pero sí parece que se activa el proceso psicológico de abstinencia y como dicen algunos «se me pone el cuerpo raro» o «doy un cambio de 180 grados en la dirección de mi voluntad y no vuelvo hasta que me he calmado».

También estaría de acuerdo con el modelo adictivo el hecho de que continúa la ejecución de la conducta excesiva a pesar de las consecuencias negativas en la salud, trabajo o relaciones sociales. Como hemos visto en este capítulo, este es uno de los criterios diagnósticos y como veremos en el capítulo 6, las consecuencias negativas de esta conducta pueden llegar a ser devastadoras.

Puede ser que se produzca una respuesta condicionada y aprendida en relación con estímulos, como afirma Enrique Echeburúa:

En los adictos al sexo muchos estímulos no sexuales adquieren un valor erótico por un proceso de condicionamiento. Así, para ciertos adictos lo importante es el ritual: la conducción del coche durante horas hasta dar con la prostituta buscada o la vigilancia paciente detrás de una ventana a oscuras a la espera de espiar una relación sexual en la casa de enfrente. Todas estas conductas previas generan una gran excitación al sexoadicto.39

Cada una de las personas que con sudor y lágrimas han puesto todas las cartas boca arriba en su problema con el sexo, han mostrado que una de ellas era el sufrimiento. Precisamente una actividad placentera se vuelve una fuente de amargura, de esclavitud, de motivo para la desesperación por las consecuencias tan desastrosas en la familia, la estima o la economía personal. «Es más, el sexoadicto llega a cosificar a las personas y a considerarlas solo como objetos sexuales».40

El Dr. Carnes hace caer en la cuenta de que la adicción al sexo se solapa con otras muchas adicciones y en un estudio con 1600 personas observa que aproximadamente el 75% de ellas presentaban otras adicciones simultáneamente: al alcohol, otras sustancias, cafeína, gastos, comida, nicotina, actividades de riesgo, trabajo excesivo, lavado, ejercicio físico, acumulación de objetos y juego.

Casos como el adicto al sexo que compra cocaína a la prostituta con la que está en ese momento y sigue un patrón ritualizado; el exitoso trabajador compulsivo que sustituye el trabajo por la sexualidad compulsiva; el alcohólico que precisa beber para poder llevar a cabo sus fantasías sexuales; la víctima de abusos sexuales que cuando está bebida se embarca en compulsivas relaciones sexuales de riesgo pero cuando está sobria evita cualquier tipo de contacto sexual; el uso de éxtasis y viagra (sextacy) en una peligrosa combinación; el adicto a la cocaína que ve pornografía en internet a la vez que la consume; el adicto que cuando consume cocaína se masturba compulsivamente durante 12 horas y cuando consume alcohol mantiene relaciones con dos o tres mujeres; el obeso adicto sexual que desesperado por su comportamiento sexual lo calma con una sobreingesta que le hace engordar pero la vergüenza que le hace sentir su imagen física al engordar le lleva a buscar actividades sexuales para aliviarla o el adicto sexual que juega compulsivamente en internet a un juego en el que el premio es una noche con una «acompañante» en Las Vegas.41

Sin embargo el modelo adictivo no explicaría totalmente las conductas y comportamientos de estas personas, se solaparía con otros comportamientos, y los síntomas de abstinencia y tolerancia no están claros.42

El Dr. Carnes, autor del primer libro sobre adicción sexual y director de diversos programas de recuperación de la adicción al sexo propone los siguientes criterios diagnósticos para la Adicción Sexual (Tabla 1):

Tabla 1. Criterios diagnósticos de la Adicción Sexual (Carnes, P., 2012).43

Deberá presentar tres o más de los siguientes síntomas:

1. Fracaso persistente en resistirse al impulso de llevar a cabo una conducta sexual.

2. Frecuentemente dedica a la conducta sexual más tiempo del previsto o de forma más intensa de la deseada.

3. Deseo persistente y esfuerzos infructuosos para parar, reducir o controlar los comportamientos sexuales.

4. Dedicación de un enorme gasto de tiempo para obtener la conducta sexual, dedicarse a ella o recuperarse de ella.

5. Preocupación por la conducta sexual o las actividades rituales previas.

6. Frecuentemente participa en conductas sexuales cuando debería atender obligaciones laborales, académicas, domésticas o sociales.

7. Continúa con su conducta sexual a pesar de que es consciente de que tiene un problema social, económico, psicológico o físico que es causado o aumentado por la conducta sexual.

8. Necesita aumentar la intensidad, frecuencia, número de veces o riesgo de la conducta sexual para conseguir el efecto deseado, o disminuye el efecto de la conducta sexual cuando se realiza con el mismo nivel de intensidad, frecuencia, número de veces y riesgo.

9. Abandona o limita sus actividades sociales, laborales o de ocio por culpa de la conducta sexual.

10. Presenta malestar, ansiedad, inquietud, irritabilidad si no puede llevar a cabo la conducta sexual.

Modelo de aprendizaje

Hay personas que cuando te relatan cómo se ha ido gestando su conducta sexual fuera de control y realizas una exploración completa de lo que ocurre, no hallas componentes psicopatológicos claros en la base de dichas conductas, sino que percibes que se ha desarrollado un hábito. No tienen una enfermedad psiquiátrica ni médica, no tienen una «personalidad adictiva» ni se dejan llevar por impulsos. Sí presentan unos hábitos que se han enraizado y ahora no saben cómo quitar. El psicólogo Rory Reid que investiga en este campo, encontró en un grupo de varones hipersexuales que no existían alteraciones en las funciones neuropsicológicas de control ejecutivo e impulsividad y con gran sorpresa descubrió que no había diferencias con los varones sanos.44 Habían acudido a la consulta, pedían ayuda para reducir la conducta sexual y no tenían patología.

La actividad sexual placentera es un buen candidato para el desarrollo de un hábito, por el refuerzo que genera. Puede ser que la persona haya comenzado con curiosidad a realizar actos que se vean reforzados por el placer sexual y que además se queden vinculados a procesos internos del pensamiento, sentimientos de excitación y conductas. Cuando escribí al Dr. Reid con motivo de esta investigación para comentarle que en mi consulta habíamos tenido la misma experiencia, aprovechó para decirme que quizá su muestra no era válida del todo porque ninguno de sus pacientes tenía creencias morales o religiosas consolidadas que pudieran modular la conducta sexual en alguna dirección. En el grupo de pacientes a los que yo ayudaba sí que había personas cuyas creencias facilitaban que en ocasiones disminuyeran la frecuencia o intensidad de las conductas, pero igualmente habían desarrollado una conducta sexual fuera de control.

Desde una perspectiva del aprendizaje, el comportamiento asociado con los pensamientos y la excitación fisiológica son fácilmente desencadenado por estímulos externos. También puede ocurrir que se queden fuertemente asociados y condicionados con numerosos estímulos desencadenantes fácilmente disponibles en el medio ambiente y no directamente sexuales, con su peculiaridad muy particular como ciertas horas del día (o de la noche), estar solo en casa, estar en el ordenador o en el teléfono, despertarse en mitad de la noche, ir a casa de unos familiares cuando no hay nadie o muy distintas situaciones que a cada uno se le han podido quedar vinculadas a la activación sexual. Así lo explicaba Augusto:

Con películas el deseo empieza con vehemencia cuando estoy viendo alguna película por la noche, primero la imaginación, después excitación, luego buscar alguna película o página web, pueden ser muchas veces. Lo relaciono más con hábito exacerbado y épocas de más estrés, si se dan dos o más causas de las de antes. Pueden llegar a ser 4 o 5 episodios seguidos. Mentalmente relaciono la noche, exámenes, problemas, falta de relaciones sociales y afectivas a masturbación.

3. «Fui a rescatarte y me ahogué»

Cuando tenía 13 años lo pasé muy mal. Descubrí a lo que se dedicaba mi padre por las noches en el ordenador. Todas las noches después de acostarnos oía a mi padre hasta muy tarde, no sabía lo que hacía y me intrigaba mucho. Un día al encender el ordenador me saltaron varios links de un chat y personas con nombres curiosos. empezaron a decir cosas que me sonrojaron.

Mi horror, mi susto, mi parálisis, como si me hubiese quedado sin aire, lo que pasó en ese momento por mi cabeza no lo podría describir. ¡Qué es esto! ¿Era esto a lo que se dedicaba mi padre? No puedo explicar el horror que había dentro de mí. Me moría. ¿Qué se suponía que debía hacer yo entonces? Se me pasó de todo por la cabeza. En casa no se hablaba nada de esos temas, nunca me han dicho palabra. En el cole nos habían hablado, pero a mí me quedaba aún lejos.

Todas las noches iba mi padre al ordenador, yo lo oía y lo pasaba fatal. No se lo podía decir a nadie, era horrible. Empecé a dormir fatal, a soñar de todo. Y lo peor era lo que me imaginaba, porque si había descubierto eso, ¿qué sabía yo si había algo más detrás?

A los pocos días volví a entrar en el ordenador y me pasó lo mismo, así varias veces. Mi reacción era la misma siempre, el horror y cerrar. ¿Qué clase de gente era? Siempre me preguntaba el por qué y para qué. ¿Por qué no está contento en casa? ¿Por qué necesita a otras? ¿Es que ya no quería a mi madre? ¿Y a nosotros? Me venían mil preguntas a la cabeza.

Me dije: si a mi padre le atrae todo esto, por algo tendrá que ser. Quería entender lo que hacía, así que empecé a investigar sobre el tema, necesitaba saber por qué mi padre lo hacía. Estaba hecha un lío, me veía acorralada, no se lo podía contar a nadie. El caso es que me metí en páginas al principio, me daba muchísimo asco lo que allí veía, tenía arcadas y lloraba al ver todo eso.

No entendía qué tenía de atrayente. Me dije: no puede ser que esto le atraiga tanto y le guste, así que empecé a probar a hacer lo que veía hacer. Me enganché y mucho. Me sentía fatal.

Esta época fue horrible todas las noches escuchaba a mi padre, yo no podía hacer nada, yo hacía de todo, casi todos los días, por lo que me sentía fatal. En casa solo recibía gritos y todo era mi culpa. En el cole por parte de los profesores era una vaga e inútil. Sacaba malas notas porque no estudiaba, era incapaz de concentrarme. No hablaba con nadie, y cada vez iba a peor.

Empecé a hablar con un profesor del colegio. Aunque estuve un año contándole tonterías y sin decirle nada, tuvo paciencia para seguir hablando conmigo. Me enseñó a controlar un poco mi genio. Me ayudó en el cole con las amigas a hablar un poco más. Hizo que me levantara un poco de mi situación y le acabé contando parte de lo que pasaba.

Al final, tras pasarlo mal durante todo el curso y después de un verano en el que estaba muy triste, decidí hablar con mi padre. Obviamente me negó todo, pero era evidente. Bueno yo ya se lo había dicho, que era lo importante.

Las páginas al principio me daban asco, luego también me enganché a ellas. Tanto las páginas como lo otro, lo tuve que probar varias veces hasta que me enganché. Lo malo es que luego estuve enganchada muchísimo tiempo, había épocas que más y otras que menos, pero casi durante cuatro años seguidos. Como ves, yo no supe manejar nada de esto y acabó siendo todo desastroso. El sentimiento de culpa de ahora cuando hago algo mal que considero que es «gordo» es el mismo con el que me quedaba después de hacer estas cosas.

4. «Intersex»: la adicción al sexo en la red

Para algunos autores como el Dr. Carnes, constituye un subtipo de la adicción al sexo y para otros sería un subtipo de adicción a internet. Aunque el DSM-IV-TR no la contempla como trastorno, hay acuerdo en la presencia de tres criterios: compulsividad, mantenimiento de la conducta a pesar de sus consecuencias adversas y obsesión con la actividad. Se podrían añadir una alta frecuencia de uso de internet con fines sexuales, la tolerancia o incluso el síndrome de abstinencia.45

La red ofrece multitud de variables, es accesible, anónimo y la inmediatez en el acceso a imágenes favorece el enganche adictivo y fomenta la fantasía y su uso como vía de escape y evasión. Algunos autores afirman que el 1% de la población mundial tiene serios problemas de control sobre su conducta sexual en la red.46

Los síntomas de adicción a internet serían:

a) Pasar muchas horas en los chats pornográficos o «pornorománticos» o buscando cibersexo.

b) Buscar personas desconocidas para desarrollar las fantasías sexuales que habitualmente no se realizan en la vida con personas que conocemos.

c) Alternar el uso de internet para consumo de cibersexo con el uso de teléfonos eróticos.

d) Masturbarse mientras se está en un chat pornográfico o pseudoerótico.

e) Preferir obtener el placer sexual a través de internet antes que en la relación con la propia pareja.

Se ha desarrollado un cuestionario específico que, para evaluar la presencia de adicción al cibersexo recoge circunstancias habituales en las personas que se enganchan al sexo a través de la red.

Las personas con estos problemas suelen tener algunos sitios sexuales de internet marcados como favoritos porque entran en ellos habitualmente, pueden pasar más de cinco horas a la semana usando el ordenador con fines sexuales para consumir pornografía o chatear con otros internautas que buscan también la excitación sexual y masturbarse.

Pueden también estar suscritos a páginas sexuales para conseguir acceder a material sexual online, comprar productos sexuales online a veces gastando demasiado dinero y más del planeado, habitualmente empleando una identidad que no es la suya, con nombres falsos. Suele ocurrir que el sexo en internet ha interferido alguna vez con ciertos aspectos de la vida, como a Leonardo que le echaron del trabajo o a Silvia que fue insultada y extorsionada tras participar en un chat sexual, pues a veces se incrementan los riesgos de estar online al facilitar el nombre y número de teléfono o por conocer a gente fuera de la red que no sabes realmente quiénes son.

A veces puede ser tan «necesario» el recibir la dosis diaria de sexo en la red que se conectan a estos sitios de forma poco prudente, en el trabajo o en casa de otras personas de modo que si no consigue acceder a información sexual online se siente ansioso, enfadado o decepcionado. En muchas ocasiones guardan un secreto absoluto sobre esta conducta, nadie sabe que usan el ordenador para propósitos sexuales e intentan ocultar lo que hay en su ordenador o monitor para que otros no lo vean.

Adrián sale de casa dispuesto a atender en clase, quiere ser abogado como su padre. Entra por la puerta de la facultad y enfila el largo pasillo que le llevará hasta su aula. Le llevará si sigue por él, pero en su mente empiezan a aparecer posibilidades. Me puedo ir a la sala de ordenadores que ahora está vacía y pillar el ordenador de la esquina, ahí nadie ve la pantalla y me puedo bajar videos para verlos en casa después. Ya no hay pasillo hacia el aula. Adrián camina por el corredor de la muerte intelectual, social y familiar hacia la sala de informática.

Se estrecha el pasillo, al igual que su vida. Gira en las esquinas. ¿Con quién se encontrará a la vuelta? Murmurará excusas baratas: es que tengo que bajar unos apuntes, ahora voy para clase voy a imprimir un trabajo que quiero entregar. Escollos en su camino hacia el placer consentido sinsentido. Las personas reales le molestan, hacen preguntas, se interesan por él. ¡Bien! El ordenador está libre y además he traído el pen drive grande.

Buenos días —saluda al encargado del aula—. ¿Sospechará algo? Bueno, pondré el filtro en el historial para que si accede parezca que estoy en la web del alumno. El pen drive se llena de videos, miles de imágenes que impactarán en su cerebro dejando marcas de metralla sexual en su identidad.

El consumidor de sexo en la red puede permanecer despierto muchas horas para acceder a material sexual online y utilizar internet para experimentar con diferentes aspectos de la sexualidad o tener su propio sitio web con algún material sexual.

A veces se prometen a sí mismos dejar de usar internet con fines sexuales, lo usan como premio por haber conseguido algo, acabar un proyecto, un día estresante o se castigan si lo han utilizado con no utilizar el ordenador o cancelar la suscripción a internet.

Hay estudios que muestran cómo las imágenes pornográficas afectan al rendimiento cognitivo,47 por ejemplo en la memoria de trabajo, necesaria para entender, razonar, resolver problemas aprender y desarrollar un discurso o para la toma de decisiones.

Esta realidad la encontramos en sitios tan dispares como los congresos científicos y académicos o las letras del grupo Las Supremas de Móstoles que tienen una canción titulada «Eres un enfermo». Podría ser sin más una letra chabacana y graciosa, pero lamentablemente es la expresión popular de un problema real. La letra de la canción dice así: