Capítulo 1: A quién sirve este libro

A todos aquellos que desean vivir una
sexualidad plena, libre y sana.

1. Una nueva enfermedad o un nuevo invento de los médicos.

2. ¿De verdad hay personas que no pueden controlar su sexualidad?

3. El sexo liberado tiene sus riesgos.

4. Ninfómanas de película: ¿liberadas o encarceladas?

5. Hipersexualidad: evasión o victoria.

6. Permítete hablar de sexo.

7. Adicción al sexo, ¿una suerte o un problema médico?

8. Buscaba el amor en lugares equivocados.

9. ¡Qué viene el lobo!

Anexo 1. Resumen del método de búsqueda bibliográfica empleado.

El objetivo de este libro es facilitar que aquellas personas que puedan necesitar ayuda por presentar una conducta sexual desordenada y fuera de control, se animen a solicitarla porque tienen derecho a ella.

«Estoy escribiendo un libro sobre hipersexualidad», le dije a dos psiquiatras, padre e hijo, con los que estaba sentado en la terraza de un bar. El hijo dijo: «estás loco». El mayor, cerca de los setenta, con muchos años de experiencia y trabajo, con un barniz de cinismo protector en sus afirmaciones, cogió su gin-tonic, dio un sorbo, me miró de soslayo, levantó una ceja y pontificó: «La sexualidad no es una cuestión de cantidad, sino de calidad, qué más da que sea mucha o poca. Para hablar de hiper o de hiposexualidad necesitas saber qué es la normosexualidad y eso es muy difícil».

En ese momento los clientes de una mesa cercana se empezaron a quejar porque un perro andaba por ahí. Era el perro del psiquiatra mayor, que se había soltado y molestaba a los demás. Algo así es la hipersexualidad: cuando el sexo está fuera de control y molesta, a ti, a los demás o a todos.

Tenía razón este experimentado médico, es más cuestión de calidad que de cantidad y cada persona tendrá sus medidas que integrará en cada momento en su proyecto vital, en sus circunstancias personales, familiares, sociales y espirituales. La «normosexualidad» podría medirse más con los parámetros del amor, la unidad, el respeto por uno mismo y por los demás que con los números, las frecuencias o las intensidades. Quizá no es o una u otra, sino ambas: amor y frecuencia, respeto e intensidad, unidad e identidad de la persona y marco del proyecto vital y otras muchas variables que en cada persona nos informarán de la salud que aporta cómo se vive la sexualidad.

1. Una nueva enfermedad o un nuevo invento de los médicos

A veces pienso si estaremos inventado una nueva sintomatología, si no me estaré dando cuenta de que he sido abducido por el sistema y creo necesidades en las personas confiadas que leen libros divulgativos, si no seré un «inventor de enfermedades».1

Se critica que las empresas farmacéuticas o los profesionales sanitarios convierten un «deseo» en una enfermedad:

Si tiene usted un deseo sexual hipoactivo debe usted hacer algo, si no tiene ganas de tener relaciones sexuales o no busca con afán el ser sexy es que es usted anormal.2

Así yo mismo al escribir este libro caería en el marketing de inventar una enfermedad para poder recibir más personas en mi consulta o en la estafa de tener un acuerdo con un laboratorio para desarrollar una nueva droga para la hipersexualidad, el deseo sexual elevado o el sexo fuera de control. Ojalá fuera así y ninguna de las historias escuchadas sobre este tema en la consulta hubiera existido. Ojalá fuera así y ninguno de los más de 400 artículos publicados en revistas científicas (Anexo 1) que recogen casos y buscan soluciones fuera necesario. Ojalá fuera así y no se hubiera roto ningún matrimonio ni noviazgo por este motivo. Ojalá fuera así y nadie hubiera gastado ni un euro en pornografía. Ojalá fuera así y nadie hubiera mojado sus sábanas con las lágrimas de Eros que claman por una sexualidad verdadera, sana y libre.

2. ¿De verdad que hay personas que no pueden controlar su sexualidad?

Cuando le dije a una amiga psicóloga que trabaja en un gran equipo de investigación en psiquiatría, que estaba escribiendo este libro, me preguntó inocentemente: «¿y quién se lo va a leer?». Como ella, podemos pensar que esto no le ocurre a nadie. Supongo que es la diferencia entre sentarte todos los días a recibir a personas o investigar con datos estadísticos. Las operaciones estadísticas no tienen sexo, por ahora.

Es habitual que acudan a la consulta de psiquiatras y psicólogos personas que demandan ayuda para resolver problemas relacionados con alteraciones de su conducta en el área de la sexualidad: consumo de pornografía, masturbación, relaciones sexuales con muchas personas distintas, gastos de dinero en prostitución y otras que veremos más adelante. La presencia de estas conductas de forma esporádica tienen su valor personal, moral, afectivo, familiar, social y de salud. Cuando las conductas se generalizan y además se encuentran fuera de control y campan a sus anchas por la vida de esas personas, destrozan lo construido y arruinan los proyectos en marcha, adquieren además un valor clínico que reclama una atención específica.

Generalmente no acuden al inicio de los problemas cuando parece que se controla, como con los tóxicos o con el juego de azar, sino al cabo de años de esfuerzo infructuoso por resolver la cuestión, motivado por problemas legales, económicos o por dificultades con su pareja. También pueden acudir aconsejados por personas que les quieren, amigos, familiares o cónyuge, que conocen su sufrimiento, el de los que les rodean, desean ayudarles a disminuirlo y a resolver la situación.

Por lo que leemos en los periódicos o escuchamos en los medios de comunicación, parece que está más de moda acudir al médico por problemas y dificultades para alcanzar «el nivel óptimo» en nuestra «vida sexual», como si no superáramos el listón previsto por alguien, que no se sabe quién es. Vemos anuncios en los periódicos, incluso en la portada u ocupando toda una página. Pero puede ocurrir que la conducta sexual sea excesiva y altere nuestra vida.

3. El sexo liberado tiene sus riesgos

En mayo de 2011 en una de las sesiones de un curso internacional sobre Sexualidad y Salud Mental en Salamanca,3 el psicólogo y catedrático de Sexología de la Universidad de Salamanca Félix López, repasó algunos de los mitos respecto a la sexualidad. Me llamó la atención que repitió en varias ocasiones que muchas personas creen que en cuestión de sexo todo vale o que cualquier sexualidad es normal. Parece ser que no, que no todo vale, que hay límites, que no todo es sano.

Hace unos años un grupo activo y muy bien intencionado liberó en unas granjas de Galicia a miles de visones. Afirmaban en una nota que ellos creían en la liberación. Hasta ahí, sin contar el delito, todo parecía muy bonito y loable. Pero resulta que los visones comenzaron a morir de hambre y atropellados porque no estaban en su medio natural. Los que sobrevivían lo hacían dañando a las especies autóctonas. La liberación total no causó el efecto esperado, que era la «felicidad» de los visones.

Algo así nos ha podido pasar con la liberación sexual y el fin de la represión y encarcelamiento de la sexualidad. ¡Claro que la sexualidad ha de estar libre y no reprimida! ¡Claro que la sexualidad ha de estar en su medio natural, en su ambiente, en su sitio y allí es donde nos dará felicidad! Pero por ahí suelta, sin orden ni control, sin saber adónde va y alimentándose de lo que pueda, puede morir envenenada, atropellada, o puede matar a otras áreas del ser humano como la amistad, el amor o el trabajo.

La «liberación total», el «todo vale», el «aquí te pillo aquí te mato», el «en tu casa o en la mía», el «hablemos de sexo» como quién habla de cualquier cosa banal, ha facilitado un avance en la comprensión y entendimiento de la sexualidad. También ha desarrollado sus mitos y leyendas.

Estos mitos o creencias falsas pueden provocar que personas con problemas en su vida sexual, con dificultades en la integración de su deseo sexual con su proyecto vital o con conductas sexuales que les generan malestar y problemas, no se atrevan consultar a los profesionales. Puede ser por temor a que no les entiendan, a que los tomen por puritanos o reprimidos, por creer que como «todo vale» o que como «toda conducta es normal» el problema no tiene solución o es que son unos bichos raros.

En la alimentación se pueden dar problemas por pérdida del apetito y delgadez y también por exceso de apetito y obesidad. En el sueño es posible tener problemas de insomnio o exceso de sueño durante el día. En la sexualidad también hay alteraciones en su intensidad, calidad y funcionalidad respecto a la anatomía y fisiología normal del aparato genital y también respecto a la armonía con el desarrollo personal, social y familiar de cada uno.

4. Ninfómanas de película: ¿liberadas o encarceladas?

Viendo la televisión un día aparecía también el catedrático Félix López con palabras cargadas de sentido común:

Pero han aparecido nuevos mitos. Uno de ellos, el que más me preocupa, es esta especie de creencia de que la sexualidad es como el comer o el beber. En el sentido de que entonces la sexualidad se convierte en una obligación. Claro, entonces presionas a que a todo el mundo que no cumple con esa obligación se le critica. Hay una presión sobre los adolescentes y jóvenes y muchas veces trabajamos con ellos como si todos fueran sexualmente activos y la mitad no lo son hasta los 17-18 años, al menos la mitad. También se presiona incluso sobre las personas mayores… «usted no puede, pues se toma una Viagra o se toma un no sé qué o se toma un no sé cual». Lo que hemos de aprender todos es que no estamos obligados a tener actividad sexual.4

Es frecuente que en los medios de comunicación y en las películas se propongan unos modelos de sexualidad que luego son difícilmente trasladables a la vida real de uno. Excepto algunos casos esporádicos, ni en las noticias ni en las películas se muestran los problemas ni las dificultades ni el malestar personal que genera una vida sexual que no es armónica con un proyecto de vida coherente, ordenado y los intereses personales.

En una de estas películas en las que el problema se muestra y se acepta como si fuera algo estupendo, casi al final aparece la protagonista con cara de ser una mujer liberada de tabúes y sin ataduras para su propia identidad, dispuesta a comerse el mundo y hacer con su vida lo que le parezca oportuno. Ojalá todas las personas fueran así, sin embargo hay un pero.

En la última secuencia se oye una voz que va narrando en primera persona:

Soy una mujer promiscua, sí, porque pretendo utilizar el sexo como medio para encontrar lo que todo el mundo busca: reconocimiento, placer, autoestima y, en definitiva, amor y cariño. ¿Qué hay de patológico en eso? Si queréis ponerme un nombre, adelante no me importa, pero sabed que lo que soy en realidad es una nereida, una ninfa sencillamente.

¿Cuál es el «pero»? Si te paras a reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido en su vida antes de que diga estas palabras, te das cuenta de que se olvida del maltrato por parte de varios hombres, las agresiones sufridas en distintas relaciones, el sufrimiento que le han generado, el aborto voluntario, el desprecio recibido en su cuerpo y en su persona, los insultos verbales y morales, las rupturas sentimentales, que ha cobrado por sexo, las vejaciones a las que ha sido sometida, las lágrimas, el aislamiento y todo el malestar que le ha generado su conducta promiscua hasta ese día que aparentemente «se libera» para recibir amor y cariño.

Si su actividad sexual descontrolada le hubiera servido como medio para encontrar ese amor y cariño que busca y que menciona en otro momento de la película «el amor llena las neveras, y la mía lleva mucho tiempo vacía», estaría muy bien desde una perspectiva psicológica, pero resulta que hasta ese momento casi todo lo que le ocurre es desastroso y va de sufrimiento en sufrimiento.

5. Hipersexualidad: evasión o victoria

También en los medios de comunicación se han dado a conocer casos de personajes públicos con problemas generados por sus conductas sexuales. Al no conocer con detalle la evolución de esas conductas no podemos evaluarlas adecuadamente, pero nos llama la atención como pueden poner en peligro todos sus esfuerzos por no controlar y dirigir adecuadamente su conducta sexual.

Es difícil mantenerse al margen de la avalancha de imágenes que buscan llamar nuestra atención y, a través del valor sexual de las personas, llevarnos a otro lado y condicionarnos, como al perrito de Pavlov: compra este coche porque va Claudia en él, lávate con este champú y los hombres caerán a tus pies. Las imágenes no siempre dicen la verdad aunque sean reales. Esta generalización del uso de los valores sexuales como cebo publicitario y comercial podría considerarse una victoria, y lo es en cierta medida, pero tiene el riesgo de convertirse en un anestésico para la creatividad, para la conciencia, para el criterio personal.

Observemos el primer reportaje de una conocida supermodelo con 16 años. También fue portada de esa revista. Aparece de distintas maneras, vestida, semidesnuda y desnuda completamente, pero como si fuera un juego en la playa en la que parece que se lo está pasando estupendamente. Aparece sonriente, juguetona, con risas, con miradas complacientes. Podríamos pensar: «Yo también me lo quiero pasar tan bien como ella, esto debe estar genial».

Si le preguntamos a ella, como hicieron en Vanity Fair en el año 2012 dice lo siguiente:

Veo a una chica de 16 años ahora y pedirle que se quite toda su ropa sería realmente raro. Pero ellos eran como: si no lo haces, no vamos a llamarte de nuevo. Así que me encerré en el baño y lloré y luego salí y lo hice. Nunca me sentí muy cómoda. Y odiaba mis pechos porque era plana.

Algo similar le ocurre en una de sus primeras campañas publicitarias en las que también aparece semidesnuda:

Tuve una crisis nerviosa cuando tenía 17 o 18 años, cuando tenía que ir y trabajar con (…). No me sentía yo misma. Me sentía realmente mal por sentarme a horcajadas sobre aquel tipo. No me gustaba». «No me moví de la cama en dos semanas y de verdad pensaba que me iba a morir.5

¡Oh, vaya! Resulta que una mujer que ha recibido premios por ser la mujer más «sexy» del año, que se gana la vida con eso, que puede estimular la genitalidad y la sexualidad lo estaba pasando realmente mal en esas sesiones fotográficas. ¿Queremos mujeres liberadas de este tipo para estimular a varones liberados y promover cultura de esta libertad en nuestra sociedad?

Un afamado fotógrafo llevó a cabo un trabajo en 2012 con mujeres desnudas realizando actos sexuales. Así visto desde fuera podría ser interpretado como una expresión libre de la sexualidad, del amor libre, de la autonomía y belleza de la mujer que se expone al objetivo fotográfico revelador de su auténtico yo sin trabas ni censuras.

En una entrevista revela el verdadero significado de esta serie fotográfica:

Esta serie es el resultado de una carencia. La mujer que amo se fue a vivir al otro lado del mundo la primavera pasada y su ausencia se me hacía insoportable. En vez de buscarme otra pareja, decidí proponer a distintas mujeres que vinieran de noche a disfrutar del sexo a mi estudio de Montreuil (afueras de París), solas o acompañadas, mientras yo las fotografiaba. Era mi manera de no olvidar a mi amada ausente, de acercarme a ella.6

Pero la exposición y el libro que recoge las imágenes ¿Trasmiten la necesidad y la soledad del fotógrafo, su pena, su angustia y su frustración? ¿O trasmite unas imágenes pornográficas que estimulan la imaginación? Supongo que dependerá del espectador.

El valor de lo sexual está presente y hay grupos que lo emplean como un grupo de feministas ucranianas que quieren reivindicar los derechos de la mujer contra el turismo sexual con un curioso lema Llegó, se desnudó y venció y como explican ellas mismas, nadie nos haría caso si no nos desnudáramos. Emplean los mismos argumentos contra los que luchan.

En España no nos libramos de esta doble realidad. En las manifestaciones en torno al Congreso de los Diputados en Madrid en septiembre de 2012 andaba el ambiente reñido. Se discutía si podían o no estar ahí, si unos pegaban a otros, si tenían derecho a manifestarse o no, si les dejaban quemar el parlamento o no. Todo esto a porrazo limpio, con heridos en los dos bandos.

En medio de esta batalla campal una chica decide desnudarse y ponerse a rezar a la diosa Iris en medio de ellos. Claro, la batalla se interrumpió. Los valores sexuales se impusieron a los valores de la palabra o de la fuerza. Todo un ejemplo de solidaridad, indudable. ¿Y cómo acabó la historia? La chica que protagonizó el acto pacífico y espiritual fue la siguiente portada de Interviú. Así es la vida, que parece rosa, pero es lila.

En una conocida película española de 1992, se pueden ver imágenes de unos chicos jóvenes disfrutando del sexo. ¡Qué bien!, podríamos decir, el sexo es bueno. Claro que sí, totalmente de acuerdo. Pero ¿qué estaban viviendo realmente esas personas reales que actuaban? Le preguntaron a una de las protagonistas que contó lo siguiente:

Me provocó un fuerte rechazo a cualquier cosa que tuviera algo que ver con lo sexual o lo sensual. Me corté el pelo a lo chico y no hice ninguna escena de amor, ni tan siquiera con besos, durante varios años.7

Pues vaya fiasco, pobrecilla. Sexo sí, pero no así.

A veces nos extrañamos enormemente de cosas que ocurren y saltan a los medios de comunicación, como este titular: «Un niño de 12 años violó a una niña de 9 tras ver porno en Internet en Reino Unido».8 Según informa el periódico, el niño británico violó a una niña de tan solo nueve tras tener acceso a webs pornográficas en Internet. Las investigaciones permitieron concluir que el niño imitó algunas de las prácticas que había visto en la red. Tras conocerse la sentencia, la madre de la niña señaló que espera que el niño pueda recibir ayuda para poder disfrutar de una vida adulta normal con relaciones normales

6. Permítete hablar de sexo

Es frecuente que cuando exploro la sexualidad en la consulta, las personas que están sentadas frente a mí se asombren de las preguntas que les hago, porque nunca se las han hecho y quizá han acudido al médico ya muchas veces. Aunque parezca que estamos ya de vuelta, que sabemos todo sobre sexualidad, no es habitual que se pregunte sobre la sexualidad en la consulta médica.

Leyendo una web en la que se calificaban de expertos, un chico de 14 años preguntaba: «¿Es normal que necesite masturbarme cuatro veces al día?». El supuesto «experto» sin preguntar nada más contestaba alegremente: «Sí, es totalmente normal».

Supongo que era experto en cometer errores. Se quedaba tan tranquilo. Una atención especializada y experta habría explorado de forma más detenida cómo era esa conducta de un chico de 14 años en la que la masturbación puede ser una expresión de exploración de la sexualidad, pero «cuatro veces al día» y como «necesidad» no es en absoluto normal. ¿Desde cuándo tiene esa necesidad? ¿Cómo son sus relaciones con los demás? ¿Se relacionan con otros estados personales de preocupación, de tensión, de obsesividad? ¿Tiene relaciones con chicas? ¿Es tímido?

Un diario general resumía una investigación realizada en la Universidad de Chicago con 1154 ginecólogos y obstetras9 y explicaba:

Aunque la sexualidad es una de las claves más importantes de la salud física y psicológica de las mujeres, lo cierto es que ni muchos especialistas preguntan a sus pacientes por ella y muchas de sus pacientes prefieren seguir sufriendo en silencio sus problemas sexuales.10

Todavía tenemos miedos y tabúes, tanto por temor a entrar en un terreno de la intimidad que nos está vedado, como por la creencia de que no se puede evaluar clínicamente la vida sexual de los demás, porque todo vale. No se trata de juzgar y criticar, ni de imponer unos patrones determinados, sino de ayudar desde una perspectiva científica, médica, psicológica, antropológica y social, con respeto por la vida de cada persona, por su proyecto vital, sus intereses y sus creencias. Existen conducta sexuales que no son buenas para la persona, que le hacen daño, que son perniciosas en sí mismas.

7. Adicción al sexo: ¿una suerte o un problema de salud?

Me gustaría que todo aquel que tiene problemas de exceso de conducta sexual que le genera dificultades en su trabajo o en la relación con su pareja o con los demás o que le provoca malestar personal, sepa que puede recibir ayuda, que tiene derecho a ella, que la exija, con una atención médica y psicológica especializada. Que no es un bicho raro, que es algo conocido y que se puede solucionar.

¿Pero esto existe? Sí y a lo largo del libro se expondrán algunos casos reales que ayudarán a ilustrar y conocer cuáles son las dificultes que genera la hipersexualidad. Lo que viene a continuación es muy crudo y escribirlo quizá nace de mi rebeldía ante la superficialidad con la que se trata la sexualidad, pero cuando alguien con una doble vida se ha acostado con más de 1000 mujeres distintas durante 30 años, cuando te persiguen hasta casa para acostarse contigo y te transmiten la sífilis, cuando te despiertas habitualmente en casa con un chico distinto al que no quieres, cuando necesitas salirte de las reuniones de trabajo para masturbarte o cuando te echan del trabajo por consumo de pornografía a través de internet, es que está pasando algo más que una «vida sexual distinta». No es sin más que hayas decidido, como la protagonista de aquella película, buscar el amor y el cariño a través de la sexualidad, sino que la sexualidad ha tomado el control de tu vida y está arrasando tus posesiones.

Tener hipersexualidad no es algo divertido. Cuando te pasa no es gracioso, no es un chiste para comentar mientas te tomas unas copas. Como explica el doctor Josep Maria Farré, especialista del Institut Universitari Dexeus de Barcelona y experto en materia de sexualidad:

Muchos pueden pensar que la adicción al sexo es una suerte, más que un problema de salud. Sin embargo, hablamos de personas que ven peligrar su estabilidad emocional, las relaciones familiares y sociales, trabajo o medios económicos por causa de un impulso imposible de frenar.11

Parece que en esta época de crisis también estamos en crisis sexual. En medio de la marea de pornografía habitual en las televisiones y a la sombra de las superventas de novelas «pornorománticas», que no eróticas, nacen asociaciones de personas que defienden «orientaciones» como la asexualidad.

Una de sus impulsoras la defiende con los siguientes argumentos:

Estamos inmersos en una sociedad donde el amor, el sexo y la intimidad son inseparables la una de la otra. Si no tienes sexo es difícil imaginar cómo acceder al amor y, mucho menos, tener intimidad con alguien. En nuestra comunidad pensamos que la intimidad es un factor importante dentro de una relación, y afortunadamente, hay más vías para generar intimidad aparte del sexo. A la hora de compartir tiempo, espacio y energía en común con una persona, son muchas las actividades que se pueden hacer: comer un helado, bailar, tener una agradable conversación o compartir una cama, son cosas que a todos nos genera satisfacción. En un mundo cada vez más sexualizado, parece ser que el número de personas que disfrutan más de una intimidad no-sexual está aumentando y allí hay un terreno rico a explorar para las personas asexuales.12

Lo que me deja asombrado es que parece que está hablando de la amistad sin más, pero para exigir que respeten su intimidad, que no le agredan sexualmente —que le dejen en paz, ¡vaya!— han necesitado agruparse y asegurarse que pueden tener relaciones afectivas, emocionales, en las que compartan intereses e ilusiones, sin necesidad de relacionarse a través de la sexualidad. Una expresión más del efecto péndulo y de cómo las especies autóctonas del ser humano como la amistad, la intimidad y la afectividad, se defienden de los que no entienden el sexo como un valor positivo y enriquecedor de la persona, sino como una actividad mecánica que les proporciona placer.

8. Buscaba el amor en lugares equivocados

La revista Newsweek le dedica un reportaje en noviembre de 2011 a este tema: «La epidemia de la adicción sexual».13 Recoge algunos testimonios como el de Valerie que afirma que «tratando de remediar la soledad y de superar el miedo a no ser querida, buscaba el amor en lugares equivocados» y estima que hasta un 6% de la población podría tener este problema.

En una investigación publicada en 2012 en el Journal of Sex Research, PJ Wright de Indiana University, entrevistó a 14000 hombres y encontró que en los últimos 35 años, el porcentaje de consumidores de pornografía había aumentado de un 26% a un 34%. Estos varones tenían un mayor número de parejas sexuales y con más frecuencia pagaban por las relaciones sexuales, estaban más a favor de las relaciones antes de tener un compromiso, las relaciones fuera del matrimonio y las relaciones sexuales entre adolescentes. Esto nos puede parecer que no tiene por qué asustarnos. Es su forma de entender la vida. Es verdad, ni nos asusta ni nos escandaliza, pero no somos indiferentes, por las repercusiones personales, familiares, sociales y de salud pública que tienen esas conductas.14

«Aunque mi forma de ser es alegre y suelo divertir a los demás (me lo dicen constantemente), vivo con un profundo estado de insatisfacción que durante años he intentado llenar con las compulsiones sexuales que, por el contrario, me han ido dejando más vacío y con más sentimientos de culpa, por no hablar de las consecuencias negativas con mi esposa», dice un consumidor de pornografía entrevistado en la revista Newsweek.

Quizá la mayoría de los consumidores de pornografía no han llegado a este extremo, pero han comenzado a andar ese camino. Parece que nos hemos acostumbrado a ver anuncios pornográficos, a que en quioscos, librerías y gasolineras haya revistas y vídeos «insinuantes». Intentan colarnos el gol de: «no es pornografía, es erotismo». Puedes elegir si consumes pornografía o no. Pero no lo hagas a ciegas, el erotismo tiene amor, respeto, orden, afecto y libertad.

La pornografía es mercadeo, dinero y desprecio a la persona. «Algunos parientes mayores dejaban a vista de los niños material pornográfico que desfiguraba por completo el valor de la sexualidad.» Esto me escribe una de las personas que han pedido ayuda por estos motivos en mi consulta. Para ella ver pornografía de niño no le resultó indiferente. Lo que vino después: promiscuidad, abusos, abortos, humillaciones, gastos de dinero y mucho sufrimiento personal, no se lo desea ni a su peor enemigo. Quizá llegue el día que veamos que se denuncia y se exigen responsabilidades a las empresas que hacen negocio con pornografía, al igual que ha ocurrido con las tabacaleras.

9. ¡Que viene el lobo!

¿Por qué escribo sobre esto? ¿Por qué es necesario consultar a especialistas sobre nuestra vida sexual? ¿No estamos psiquiatrizando un problema ético, social o moral?

Este libro pretende facilitar de forma divulgativa información científica a personas normales de la población general, para que aquel que necesite ayuda tenga más elementos de juicio para pedirla y exigirla en su centro de salud. Que no se quede con la sensación de bicho raro y pueda ordenar su sexualidad.

A veces encuentras personas que por rechazo a la «hiperexposición» de lo sexual, niegan aspectos normales y saludables de la sexualidad. La distorsionan porque ya no saben qué es sano, qué no, qué supone afecto y respeto y qué es intrusivo o agresivo. Ante la duda, prefieren no arriesgar y se pierden la riqueza de una dimensión importante de la persona. Otros, por otros problemas más complejos, se convierten en «anoréxicos sexuales».

Estamos en una buena época para dar a la sexualidad un equilibrio adecuado, que se fundamente en la libertad y en la dignidad de las personas. Que esperemos de la sexualidad lo que nos puede dar, como explica también el profesor Félix López:

Sin duda alguna la sexualidad está supravalorada e infravalorada. Supravalorada en el sentido de que a veces se espera del sexo lo que no puede dar (…) infravalorada en el sentido de que muchas veces se tiene actividad sexual con mucha banalidad o superficialidad, con lo cual no le das valor. Sin embargo no se tiene en cuenta su enorme riqueza, porque el ser humano es el único ser vivo que puede tomar decisiones sobre su sexualidad. Puede decir sí o puede decir no, y esto es lo que dignifica la sexualidad humana.15

Anexo 1. Resumen del método de búsqueda bibliográfica empleado

El método de búsqueda desarrollado para obtener los artículos empleados para documentar las afirmaciones y algunos casos presentados en este libro consistió en la búsqueda por palabras clave como «Hypersexuality», «Sexual addiction» y «Sexual compulsivity» en las bases de artículos científicas: ScienceDirect, PUBMED, Academic Search Index, PsycINFO, MEDLINE, Sicence Citation Index, Psychology and Behavioral Sciences Collection, Social Sicences Citation Index, Publisher Provided Full Text Searching Files, entre otras, como más representativas.

Al introducir el término Hypersexuality en ScienceDirect, la búsqueda informa de un total de 1705 artículos, de los cuales 1400 son comunicaciones (artículos, cartas al editor, noticia corta) en revistas científicas y 305 son capítulos de libros.

Las revistas que más artículos recogen con este término son: Parkinsonism & Related Disorders con 146 artículos es la que ocupa el primer puesto de la lista seguida por Journal of Affective Disorders (47), Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psichiatry (46) y Journal of the Neurological Sciences (46).

Filtrando la búsqueda según el tema general del artículo que contiene la palabra Hypersexuality, el primer puesto lo ocupa el Parkinson (96), seguido del Trastorno Bipolar (75) y Comportamiento Sexual (65).

Si filtramos por año de publicación, observamos que el 2009 con 159 artículos relacionados y 2012 con 150 artículos han sido los años con más artículos publicados. También se aprecia una tendencia ascendente de números de artículos publicados desde 2000 (con tan solo 33) hasta 2009 con 159, poniendo de manifiesto el aumento del interés científico en este síntoma.

Al realizar la búsqueda del término Sexual Addiction en esta misma base de datos, obtenemos un total de 13.698 artículos. De todos ellos, las revistas con mayor número de artículos con este término: Drug and Alcohol Dependance (799), Journal of Substance Abuse Treatment (623), Addictive Behaviors (593), Social Science & Medicine (356).

La temática general de los artículos que más presenta Sexual Addiction como palabra clave es VIH (562) seguido por abuso de sustancia (382) y salud mental (188).

Filtrando por año se observa la misma tendencia de aumento de investigaciones en este tema desde el año 2000 (449) hasta 2012, que con 1416 publicaciones, ha sido el año con más investigaciones publicadas.

Con el término Sexual Compulsivity, se encuentran 502 referencias, de los cuales 442 son artículos. Las revistas que más artículos han publicado al respecto son: Psychiatric Clinics of North America (19), Sexologies (19), Child Abuse & Neglect (17) y Neuroscience & Biobehavioral Reviews (17). Mientras que los términos más tratados con este término clave son Trastorno Obsesivo Compulsivo (49), Comportamiento sexual (23) e Internet (19).

Con este término también se demuestra el creciente interés científico en este tipo de comportamientos con un creciente número de publicaciones desde 2000 (12 artículos) hasta 2012 (81 artículos, máximo número de publicaciones en un año).

Atendiendo a la misma búsqueda de términos pero en un metabuscador, se obtuvieron los siguientes resultados:

Para el término Hypersexuality se hallaron 2460 entradas correspondientes a artículos científicos. La publicación con mayor número de artículos fue Sexual Addiction & Compulsivity (404) seguida por Journal of Sexual Medicine (61) y Archives of Sexual Behavior (48).

La temática más presente en artículos con esta palabra clave es Adicción Sexual con 650 artículos seguida por Comportamiento Compulsivo (226) y por Enfermedad de Parkinson (209).

Al igual que en ScienceDirect, la búsqueda realizada con el término Sexual addiction es la que mayor número de resultados aporta (12394 artículos), de los cuales 4578 están relacionados con el abuso de sustancias y 897 con VIH.

La publicación que más artículos ofrece con sexual addiction como palabra clave es Sexual Addiction & Compulsivity(1507) seguida por Addiction (841), Substance use & misuse (376) y British Journal of Addiction (299).

En lo referente al término «Sexual compulsivity» la búsqueda ofrece un total de 2681 entradas de las cuales 1876 son publicaciones en revistas científicas. Las publicaciones con mayor número de entradas son: Sexual Addiction & Compulsivity (1182), Archives of Sexual Behavior (44) y Journal of Sex Research (41).

La temática más empleada en los artículos que contienen esta palabra clave son: Adicción sexual (616), Comportamiento compulsivo (519) y sexualidad humana (235).

En cuanto a la base de datos de la Biblioteca Nacional de los Institutos Nacionales de Medicina de Estados Unidos, PUBMED, el número de artículos por término son: Hypersexuality (368), Sexual Addiction (1324) y Sexual Compulsivity (76).

De todas las búsquedas realizadas se realizó un filtro muy importante basado en la orientación y temática del libro: se desestimaron todos los artículos que trataran la hipersexualidad como una alteración directamente relacionada por el consumo de cualquier sustancia o como un síntoma más de una enfermedad médica. Con esta acción se eliminaron más del 80% de artículos hallados en todas las búsquedas.

Pese a que el número de artículos consultados pueda resultar muy inferior al número de hallados en las diferentes búsquedas, incluso al realizar el filtrado, es necesario tener en cuenta que la mayoría de los artículos contienen como palabra clave los tres términos en los que se ha basado la búsqueda. Por lo tanto, esos artículos aparecerían por triplicado en nuestro cómputo de búsqueda general.

No se realizó ningún tipo de filtro a los documentos consultados por su estructura. Libros, artículos, cartas a editores o pósters, han sido tenidos en cuenta. A su vez tampoco se puso filtro a la fecha de los artículos, si bien es cierto que el número de artículos que tratan la hipersexualidad como un posible trastorno antes del año 2000 son poco abundantes. Es a partir de esta fecha, cuando el número de publicaciones empieza a ser considerable. En cuanto al idioma, se aceptaron artículos en español, inglés, francés e italiano.

1. Blench, J. Los inventores de enfermedades. Barcelona: Destino, 2006.

2. Jutel, A. Framing disease: «The example of female hypoactive sexual desire disorder.» Social Science & Medicine 70 (2010): 1084-1090.

3. VI Curso de Sexualidad y Salud Mental. Salamanca. Mayo 2011.

4. Declaraciones de Félix López en Documentos TV. «El sexo en el siglo XXI». Emitido el TVE el 28 de junio de 2011.

5. http://www.vanityfair.com/online/daily/2012/10/kate-moss-years-of-crying-johnny-depp (31 de octubre de 2012).

6. http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/08/cultura/13523736 09.html (8 de noviembre de 2012).

7. http://www.thesun.co.uk/sol/homepage/woman/4032164/Penelope-Cruz-What-my-mother-taught-me.html (2 de febrero de 2012).

8. http://www.teinteresa.es/mundo/anos-violo-nina-porno-Internet_ 0_710929141.html (1 de diciembre de 2012)

9. Sobecki, J.N., Curlin, F.A., Rasinski, K.A., Lindau, S.T. «What We Don’t Talk about When We Don’t Talk about Sex(1): Results of a National Survey of U.S. Obstetrician/Gynecologists.» J Sex Med May 9,5 (2012): 1285-1294.

10. http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/03/29/noticias/ 133 3006077.html (1 de abril de 2012).

11. http://noticias.terra.es/2012/ciencia-y-tecnologia/0118/actualidad/cuando-verguenza-es-sombra-del-sexo.aspx (12 de mayo de 2012).

12. http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/06/11/noticias/ 1339399830.html (11 de junio de 2012).

13. «The Sex Addiction Epidemia.» Newsweek, 25-XI-2011.

14. Wright, P.J., Randall, A.K. «Internet pornography exposure and risky sexual behavior among adult males in the United States.» Comput Hum Behav 28 (2012): 1410-1416.

15. http://www.revistafusion.com/2004/octubre/entrev133.htm (13 de julio de 2012).