Prólogo

Ángel Luis Montejo González. Prof. de Psiquiatría de la Universidad de Salamanca. Director Científico de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental.

La adicción al sexo es un fenómeno complejo de identificar y aún más de tratar. No en vano ha sobrevivido durante mucho tiempo a la voracidad de las clasificaciones diagnósticas internacionales para ser etiquetada como enfermedad o alteración de la normalidad. La actividad sexual frecuente y la consecución exitosa de parejas sucesivas no suelen constituir un problema de salud para la mayoría de las personas que lo persiguen infatigablemente. La búsqueda del placer intenso e inmediato seguido de una gratificación poderosa y repetida proporcionan a quienes lo persiguen todos los ingredientes de la adicción.

La necesidad imperiosa y compulsiva de buscar satisfacción sexual cada vez más novedosa, experimentando sensaciones irrepetibles, conducen inevitablemente a una escalada de fracaso y frustración con el paso del tiempo. Las consecuencias negativas de esta conducta de promiscuidad desprovista de todo vínculo y la búsqueda agotadora y continua de novedades conducen sólo a unos pocos a buscar ayuda. Lamentablemente suelen pasar muchos años de sufrimiento hasta que se recibe si es que se busca.

Los profesionales de la salud y la población general necesitan un mayor conocimiento de este drama personal y colectivo. Sin duda resultan de gran ayuda iniciativas como la de este libro que se ha escrito de forma amena, valiente y sin prejuicios, llena de casos reales y aportando una visión constructiva de la sexualidad. Se trata de un valor que puede enriquecernos como seres humanos o por el contrario destruirnos si escapa de nuestro control.

Los ejemplos de vida, como los que aquí se relatan, son los mejores testimonios sobre los que podemos construir el conocimiento sensato y profundo de una experiencia sexual nacida para hacernos más humanos y crecer como personas. Ya en el título el autor nos recuerda con el término «atrapados» que estamos ante un drama humano disfrazado de placer sexual carente de vínculo afectivo. Es precisamente el rechazo del vínculo, de la otra sexualidad no «testosterónica» la que conduce a la gran mayoría de quienes lo sufren al abismo de la soledad y el vacío emocional. Nada es bueno para ellos si no proporciona satisfacción inmediata, creciente y diferente a la anterior.

Pero afortunadamente hay palabras de esperanza en este libro. «Dispuestos a amar» es una de sus partes finales tras la búsqueda de una sexualidad plena, libre y sana. Es la libertad la que nos hace disfrutar de la plenitud del sexo «oxitocínico», aquél que crece con la relación entre dos personas, sin tener que perseguir nuevas sensaciones, ya imposibles, entregadas por personas sin rostro y sin afectos.

Para nuestra desdicha vivimos en una sociedad hipersexualizada donde los estímulos eróticos iniciales han tomado el control de la sexualidad en sí misma y donde el tabú ya no es el propio sexo, explícito hasta la extenuación, sino el compromiso y la relación emocional con la pareja sexual. Estamos aquí porque la naturaleza nos ha dotado de la posibilidad de establecer lazos sexuales y a la vez emocionales entre nosotros que nos permiten una evolución posterior hacia los cuidados mutuos a través de no pocas frustraciones y renuncias que en poco se parecen al modelo de la adicción sexual. Quizá el problema sea la imposibilidad de amar de aquellos que quedaron atrapados en las fases iniciales de la atracción sexual y que no pudieron dar el salto hacia el estado más gratificante que puede observarse en el ser humano: amar y ser amado por un semejante.

Salamanca, febrero de 2013.