Blanco y Negro (Parte 2)

Schwarz und Weiß (Teil 2)

Palabras

1.        adolescente - Teenager, der

2.       alcanzó - streckte

3.       antes - früher

4.      armario Schrank, der

5.       avaricioso - gierig

6.       caja - Kiste, die

7.       calmarse sich beruhigen

8.      contrató hat angeheuert

9.       conversación - Gespräch, das

10.    cortar - abschneiden

11.     creo – ich glaube

12.    desabrochó - knöpfte auf

13.    desató - band los

14.   distribuyó hat verteilt

15.    drogas - Drogen, die

16.    eligió suchte aus

17.    especial - speziell

18.   extraño - seltsam

19.    favorito - Lieblings-

20.   finalmente - schließlich

21.    gemir - stöhnen

22.   gimió - stöhnte

23.   interrumpir - unterbrechen

24.  ningún sitio - nirgends

25.   paquete - Paket, das

26.   participar - teilhaben

27.   recuperarse - erholen

28.  repetir - wiederholen

29.   resistió - leistete Widerstand

30.   ropa - Kleidungsstücke, die

31.    seguridad - Sicherheit, die

32.   suelo - Stockwerk, das

33.   tranquilamente - ruhig

34.  vías - Gleise, die

 

Blanco y Negro (Parte 2)

 

Después el policía se sentó y encendió un cigarrillo. Sentado mirándolos y fumando, pensaba en algo.

"¿Dónde está el vendedor?" preguntó el policía tras una pausa. Hubo un ruido bajo el mostrador. El policía miró allí y sonrió de nuevo. Sacó el celo de las manos y la boca del vendedor de la farmacia.

"¿Dónde están las drogas?" preguntó al vendedor.

"En esta farmacia no hay drogas," dijo el vendedor, "Solo hay drogas en farmacias especiales."

"¿Quién disparó al vendedor?" preguntó el policía.

"Nadie le disparó," dijo Stravinsky. El policía cogió una especie de bolsa, la presionó contra el vendedor y disparó a través de ella con la pistola que Stravinsky le había sacado al policía cuando volcó el coche. El vendedor empezó a gemir.

"Caja número diez del armario marrón," gimió el vendedor, "No me mate."

"Ellos fueron los que te eligieron. No yo," el policía sacó su teléfono, "Kent, estoy en la farmacia de al lado del aparcamiento. ¡Ven, rápido! Te doy dos minutos." A continuación fue al armario marrón, encontró la caja número diez y empezó a sacar paquetes.

"Las pastillas para el dolor de cabeza no están en esa caja," dijo un hombre con zapatos marrones que avanzó silenciosamente hasta situarse tras él "En mi pistola hay siete pastillas para el dolor de cabeza. Te ayudarán inmediatamente."

El policía se detuvo y giró la cabeza. El hombre de los zapatos marrones lo apuntaba con su pistola: "¿Quieres probarlas?" ofreció.

"¿Ashur?" Rost estaba sorprendido, "¿Cómo nos encontró?"

"Hay sangre vuestra por toda la acera, desde la vía hasta la farmacia. Es extraño que la policía todavía no esté aquí," explicó Ashur.

"¿Qué hacemos con el policía?" dijo Vega.

"Este tiene sus propios intereses," respondió Ashur, "¿Verdad? Eres un policía malo, ¿a que sí?" preguntó Ashur al policía.

"En cinco minutos toda la policía de la ciudad estará aquí," dijo el policía, "Baja la pistola y dámela," añadió, estirando la mano, "Entonces no tendrás problemas."

"¡Levanta las manos y ponte de rodillas!" gritó Ashur, "¡O te daré un par de pastillas ahora mismo!"

"Estás muy nervioso," dijo el policía en voz baja, "Tienes que calmarte. Te conozco. Ya nos hemos visto antes, ¿verdad? Resistirte no te va a ayudar. Yo soy la ley. Ahora soy el poder," miró a todas las personas de la farmacia una tras otra, "Bueno o malo, garantizo seguridad para todos vosotros. Bajad las pistolas y dad tres pasos atrás. Después solo tendréis un pequeño problema." El policía habló despacio, sin detenerse, acercándose a Ashur cada vez más, "Si no lo haces tendrás grandes problemas. Todos los que se me resistieron los tuvieron."

"¡Levanta las manos y ponte de rodillas!" repitió Ashur despacio.

"No te resistas. Solo dame la pistola y todo acabará bien para todos," seguía repitiendo el policía.

Ashur siguió retrocediendo hasta dar con la espalda en la pared. El policía se acercaba cada vez más y hablaba despacio y tranquilamente. Ashur bajó levemente la pistola. Justo entonces se abrió la puerta de la farmacia y entró Kent. Ashur miró al adolescente. El policía rápidamente le sacó la pistola con una mano y apagó las luces con la otra. El policía y Ashur empezaron a dispararse el uno al otro. En la oscuridad, solo el ruido y los destellos de los disparos señalaban sus posiciones y la dirección en que disparaban. Tras cuatro o cinco segundos todo cesó. Vega encendió la luz. Tanto el policía como Ashur estaban en el suelo y ninguno se movía. Había sangre debajo de ellos. Kent no estaba en la farmacia. Vega se acercó al policía y lo miró atentamente. Después desató las manos de Rost y de Stravinsky. Rost se acercó a Ashur y le desabrochó la ropa. Llevaba un chaleco antibalas, pero tenía el brazo herido. Rodó hacia un lado y se sentó en el suelo. Stravinsky le puso una venda en la herida.

"Sabe, Paul," Ashur miró a  Rost, "Mi padre me hizo ayudarle, pero usted está metiéndose en cada vez más problemas. Si hubiera sabido antes que no tiene control sobre la situación, no le habría contado lo de Pandora," dijo  Ashur, guardando la pistola en el bolsillo, "Creo que no tenemos más de cinco minutos para salir de aquí antes de que llegue la policía. Tengo el coche fuera."

No perdieron tiempo y se fueron rápidamente. En el coche, John Vega miró a Ashur durante largo tiempo. Finalmente empezó a hablar.

"Peter Ashur, ¿puedo hacerle una pequeña pregunta?" dijo finalmente.

"John, ¿quieres hacerme una pequeña pregunta acerca de una gran cantidad de dinero?" respondió Ashur con otra pregunta.

"¡Exacto! ¿Dónde están los cuatro millones de dólares que robé de mi banco?" gritó Vega, "¡Cuatro millones de dólares por los que casi me cortan la mano en Asia! ¡Por los que fui disparado en Libia por los soldados de Lisa Pandora, a quienes contrató con mi dinero! ¡El dinero por el cual me metieron en la cárcel! ¡Y  por el que perdí mi trabajo favorito, Ashur!"

Ashur detuvo el coche al lado del Banco Imperial. Miró a Vega.

"Siento que hayas perdido tu trabajo, John. Hemos repartido el dinero entre los pobres de Libia, a quienes queríamos dar la libertad," explicó Ashur.

"¿Llamas a soldados contratados pobres de Libia?" protestó Vega, "¡Pero yo también quería participar! ¡Yo también quería liberar a los pobres de Libia! ¡Yo, un respetable director de banco, acepté arriesgar todo por los pobres de Libia! ¡Pero tú y Pandora me engañasteis! ¡Tú querías quedarte con todo! ¡Tú y Pandora sois unos asquerosos rufianes avariciosos, Peter Ashur!"

"Siento interrumpir su conversación, Sr. Director," dijo Rost, "Pero ya estamos cerca del banco, Es hora de entrar."

"¡Yo no voy a ningún sitio!" gritó Vega, "¡Ashur debería devolverme mi dinero!"

"Escucha, Vega," Ashur volvió a decir, "Te saqué de la farmacia. ¡Aquel policía te habría matado por las drogas! ¿Merece la pena dar la vida por cuatro millones de dólares?" miró a Vega, "Yo me trabajé ese dinero, ¿o no?"

Vega no respondió. Sentado, miraba por la ventanilla del coche.

"John, el tiempo pasa. En media hora se llevarán el dinero del banco a la oficina central" dijo Rost. Pero Vega no contestó.

 

Schwarz und Weiß (Teil 2)

 

Dann setzte sich der Polizist nieder und zündete sich eine Zigarette an. Er saß, schaute sie an und rauchte. Dann lächelte er unfreundlich. Er dachte über etwas nach.

„Wo ist der Verkäufer?“, fragte der Polizist nach einer Pause nach. Es gab ein Geräusch unter dem Ladentisch. Der Polizist schaute unter den Ladentisch und lächelte erneut. Er nahm das Klebeband vom Mund des Verkäufers ab.

„Wo sind die Drogen?“, fragte er den Verkäufer.

„Es gibt keine Drogen in dieser Apotheke“, sagte der Verkäufer. „Drogen gibt es nur in speziellen Apotheken.“

„Wer hat den Verkäufer angeschossen?“, fragte der Polizist.

„Niemand hat auf ihn geschossen“, sagte Stravinsky. Der Polizist nahm eine Art Tüte, drückte sie gegen den Verkäufer und schoss mit der Waffe, die Stravinsky dem Beamten im umgekippten Auto weggenommen hatte. Der Verkäufer begann zu stöhnen.

„Kiste Nummer zehn im braunen Schrank“, stöhnte der Verkäufer. „Bring mich nicht um.“

„Sie haben dich ausgesucht. Nicht ich“, sagte der Polizist und nahm sein Handy heraus. „Kent, ich bin bei der Apotheke in der Nähe des Parkplatzes. Komm her, schnell! Du hast zwei Minuten.“ Dann ging er zum braunen Schrank, fand die Kiste Nummer zehn und begann kleine Pakete herauszunehmen.

„Die Kopfschmerztabletten sind nicht in dieser Kiste“, sagte ein Mann mit braunen Schuhen, der leise von hinten auf ihn zukam. „In meiner Waffe gibt es einige Kopfschmerztabletten. Sie werden Ihnen sofort helfen.“

Der Polizist blieb stehen und drehte langsam seinen Kopf. Der Mann in den braunen Schuhen richtete die Waffe auf ihn. „Möchten Sie sie probieren?“, bot er an.

„Ashur?“, sagte Rost überrascht. „Wie hast du uns gefunden?“

„Der ganze Bürgersteig ist voll mit deinem Blut, von den Gleisen bis zur Apotheke. Es ist seltsam, dass die Polizei noch nicht hier ist“, erklärte Ashur.

„Was ist mit diesem Polizisten?“, sagte Vega.

„Der verfolgt hier seine eigenen Interessen“, antwortete Ashur. „Richtig? Sie sind ein schlechter Polizist, nicht?“, fragte Ashur den Polizisten.

„In fünf Minuten  werden alle Polizeieinheiten der Stadt hier sein“, sagte der Polizist. „Nehmen Sie die Waffe runter und geben Sie sie mir“, fügte er hinzu und streckte seine Hand aus. „Dann bekommen sie keine Schwierigkeiten.“

„Hände hoch und auf die Knie!“, schrie Ashur. „Oder du bekommst jetzt gleich einige Tabletten!“

„Sie sind sehr nervös“, sagte der Polizist ruhig. „Sie müssen sich beruhigen. Ich kenne Sie. Wir sind uns schon einmal begegnet, richtig? Ihr Widerstand wird Ihnen nichts nützen. Ich bin das Gesetz hier. Jetzt bin ich die Macht“, er schaute der Reihe nach alle in der Apotheke an. „Gut oder schlecht, ich garantiere euch allen Sicherheit. Nehmen Sie die Waffe runter und gehen Sie drei Schritte zurück. Dann haben sie nur ein kleines Problem.“ Der Polizist sprach ruhig ohne Unterbrechung und ging näher und näher auf Ashur zu. „Wenn Sie das nicht machen, werden Sie große Schwierigkeiten bekommen. Jeder, der mir Widerstand geleistet hat, hat große Schwierigkeiten bekommen.“

„Hände hoch und auf die Knie!“, wiederholte Ashur ruhig.

„Leisten Sie keinen Widerstand. Geben Sie mir einfach die Waffe und es wird für alle gut ausgehen“, wiederholte der Polizist immer wieder.

Ashur ging immer weiter zurück, bis er mit dem Rücken an der Wand stand. Der Polizist kam immer näher und sprach ruhig und langsam. Ashur senkte die Waffe leicht. In diesem Moment öffnete sich die Tür der Apotheke und Kent kam in die Apotheke. Ashur schaute den Teenager an. Der Polizist griff mit einer Hand schnell nach seiner eigenen Waffe und machte mit der anderen das Licht aus. Der Polizist und Ashur begannen auf einander zu schießen. In der Dunkelheit verrieten nur der Lärm und das Aufblitzen der Schüsse von welchem Ort und in welche Richtung diese abgefeuert wurden. Nach vier oder fünf Sekunden wurde alles still. Vega machte das Licht an. Der Polizist und Ashur lagen auf dem Boden und bewegten sich nicht. Unter beiden war Blut auf dem Boden. Kent war nicht mehr in der Apotheke. Vega ging zum Polizisten, der auf dem Boden lag, und schaute ihn aufmerksam an. Dann band er Rosts und Stravinskys Hände los. Rost ging zu Ashur und knöpfte seine Kleidung auf. Er trug eine kugelsichere Weste unter seiner Kleidung. Ashur begann sich zu erholen. Sein Arm war verwundet. Er drehte sich auf eine Seite und setzte sich auf. Stravinsky verband die Wunde.

„Weißt du, Paul“, sagte Ashur und schaute Rost an, „Mein Vater hat mich dazu gebracht dir zu helfen, aber du bringst dich selbst und alle anderen nur in noch mehr Schwierigkeiten. Wenn ich früher gewusst hätte, dass du die Situation nicht unter Kontrolle hast, hätte ich dir nicht von Pandora erzählt“, sagte Ashur und steckte seine Waffe in seine Jackentasche. „Ich glaube, dass wir nicht mehr als fünf Minuten Zeit haben hier zu verschwinden, bevor die Polizei eintrifft. Mein Auto steht draußen.“

Sie verloren keine Zeit und gingen schnell. Als sie im Auto saßen, sah John Vega Ashur sehr lange an. Schließlich begann er zu sprechen.

„Peter Ashur, darf ich dir eine kleine Frage stellen?“, sagte er schließlich.

„John, möchtest du mir eine kleine Frage über großes Geld stellen?“, antwortete Ashur mit einer Gegenfrage.

„Genau! Wo sind meine vier Millionen Dollar, die ich aus meiner eigenen Bank gestohlen habe?“, schrie Vega. „Vier Millionen Dollar, derentwegen mir beinahe meine Hand in Asien abgeschnitten wurde! Derentwegen ich in Libyen von Pandoras Soldaten angeschossen wurde, die sie mit meinem Geld angeheuert hatte! Das Geld, weshalb ich ins Gefängnis gesteckt wurde! Und weshalb ich meinen liebsten Job verloren habe, Ashur!“

Ashur hielt das Auto in der Nähe der Kaiserlichen Bank an. Er schaute Vega sehr lang an.

„Er tut mir leid, John, dass du deinen Job verloren hast. Wir haben das Geld in Libyen unter den armen Leuten verteilt, weil wir ihnen Freiheit geben wollten“, erklärte Ashur.

„Du meinst, dass die angeheuerten Soldaten die armen Leuten von Libyen sind?“, protestierte Vega. „Aber ich wollte auch daran teilhaben! Ich wollte den Armen Libyens auch die Freiheit geben! Ich, ein ansehnlicher Bankmanager, habe alles riskiert, um den armen Leuten Libyens die Freiheit zu geben! Aber du und Pandora, ihr habt mich betrogen! Ihr wolltet alles selbst haben. Du und Pandora, ihr seid beide gierige und widerliche Schurken, Peter Ashur!“

„Es tut mir leid, dass ich Ihr Gespräch unterbreche, Herr Manager“, sagte Rost. „Aber wir sind schon in der Nähe der Bank. Es ist Zeit in die Bank zu gehen.“

„Ich gehe nirgendwo hin!“, schrie Vega. „Ashur soll mir mein Geld zurückgeben!“

„Hör mal, Vega“, sagte Ashur und drehte sich noch einmal zu ihm. „Ich habe dich aus der Apotheke herausgeholt. Der Polizist hätte euch alle für die Drogen getötet! Ist dein Leben keine vier Millionen Dollar wert?“, sagte er und schaute Vega an. „Ich habe das Geld abgearbeitet, oder etwa nicht?“

Vega antwortete nicht. Er saß da und schaute aus dem Autofenster.

„John, die Uhr tickt. In einer halben Stunde werden sie den Großteil des Geldes der Bank in das Zentralbüro bringen“, sagte Rost. Aber Vega antwortete nicht.

 

Repaso de Nuevo Vocabulario

1

- Primer Ministro, ¿podría decirme si estamos en junio o en julio?

- Hoy ya es uno de agosto, Señor Presidente. Ya llevamos una semana en la cárcel.

- El tiempo vuela. Pronto habrá terminado el verano y empezará el otoño. Por cierto, ¿sabe qué vamos a desayunar hoy?

- En la cárcel solo dan desayunos los domingos. ¿Se ha olvidado?

- No, no lo he olvidado. ¿A qué clase de idiota se le ocurriría una idea así?

- Fue idea suya, Sr. Presidente.

2

- ¿Por qué es la gente tan avariciosa? Especialmente los pobres.

- No sé, Sr. Presidente, ¿por qué lo pregunta?

- Los pobres siempre están pidiendo. Piden colegios, hospitales mejores salarios.

- Sí, los pobres son muy avariciosos, Sr. Presidente.

- Yo, por ejemplo, nunca pido nada. Por cierto Primer Ministro, lleva media hora tumbado en el colchón, y solo tenemos un colchón en la celda. ¡Déjeme tumbarme a mí también!

3

- Disculpe, Sr. Presidente, pero aquí hay una cola para cenar. Usted también tiene que ponerse a la cola.

- Escuche, prisionero, soy el Primer Ministro. Él se pondrá a la cola por mí. Y no iré a ponerme a la cola porque hoy están dando mi comida favorita: ¡pescado!

- No soy prisionero. Soy guarda. ¡Y tengo una porra! Es un objeto especial para calmar a los prisioneros demasiado listos.

- Disculpe, Sr. guarda, estaba de broma. ¿Quién es el último para la cola del pescado?

4

- ¿Qué tipo de ejército es más eficaz: uno obligatorio o uno contratado,  Primer Ministro? ¿Qué opina?

- Si es para luchar contra otro país, cualquier tipo, Sr. Presidente. Y si es para luchar contra su propia gente, los soldados contratados son mucho más eficaces. Especialmente soldados contratados de otros países.

5

- Nuestro guarda es una persona muy desagradable. ¿No está de acuerdo, Señor Ministro?

- ¿Nuestro guarda? Suele ejecutar prisioneros. ¿Por qué lo pregunta, Señor Presidente?

- Hoy me miró de una forma muy rara.

- Dicen que su padre y su abuelo también trabajaron en esta cárcel. También ejecutaban prisioneros.

- ¿De veras? Lo de ejecutar prisioneros… ¿también fue idea mía?

- No. Siempre se ha ejecutado prisioneros en nuestro país. Pero no puede decapitar a tres prisioneros de un solo golpe, así que cálmese, Sr. Presidente. Es un gran profesional.

- Pero decapitar no es moderno.

- Por eso es exactamente por lo que usted encargó una nueva silla eléctrica de América hace medio año, Sr. Presidente, ¿recuerda?

- ¿También fue idea mía?

- No, esta vez fue idea mía. Usted sabe que adoro todo lo americano: películas, coches, sillas eléctricas. ¿Recuerda hace una semana cuando nos dieron la comida?

- Claro que me acuerdo. Pata de camello asada. Por cierto, ¿cómo asaron un camello? Esa no es comida típica de nuestro país.

- ¡Lo ejecutaron! El camello orinó ilegalmente en suelos de nuestro país, Sr. Presidente. Nuestro guarda necesitaba practicar con la silla eléctrica y para ello utilizó al camello.

- Creo que deberíamos arriesgarnos y huir de la prisión lo antes posible.

 

Wiederholung des Neuen Vokabulars

1

- Premierminister, können Sie mir sagen, ob Juni oder Juli ist?

- Heute ist bereit der erste August, Herr Präsident. Wir sind bereits seit einer Woche im Gefängnis.

- Die Zeit verfliegt. Bald wird der Sommer vorbei sein und der Herbst beginnen. Übrigens, können Sie mir sagen, was es heute zum Frühstück gibt?

- Im Gefängnis gibt es Frühstück nur an Sonntagen. Haben Sie das vergessen?

- Nein, ich habe das nicht vergessen. Was für ein Idiot würde sich so eine Vorschrift ausdenken?

- Es war Ihre Idee, Herr Präsident.

2

- Warum sind die Leute so gierig? Vor allem die armen Leute.

- Ich weiß es nicht, Herr Präsident. Warum fragen Sie?

- Die Armen fordern immer irgendetwas. Sie fordern Schulen, Spitäler, große Gehälter.

- Ja, die Armen sind sehr gierig, Herr Präsident.

- Ich, zum Beispiel, fordere nie etwas. Premierminister, Sie liegen übrigens seit einer halben Stunde auf der Matratze. Wir haben nur eine Matratze in unserer Zelle. Lassen Sie mich auch darauf liegen!

3

- Entschuldigen Sie, Herr Präsident, hier gibt es eine Schlange für das Abendessen. Sie müssen sich auch anstellen.

- Hören Sie, Gefangener, das ist der Premierminister. Er wird sich für mich anstellen. Ich werde nicht in der Schlange warten, denn heute gibt es mein Lieblingsessen - Fisch!

- Ich bin kein Gefangener. Ich bin ein Gefängniswärter. Und ich habe meinen Knüppel dabei! Es ist ein spezieller Gegenstand, um Gefangene zu beruhigen, die zu schlau sind.

- Entschuldigen Sie, Herr Gefängniswärter. Ich habe nur Spaß gemacht. Wer ist der letzte in der Schlange für den Fisch?

4

- Welche Art von Heer ist effektiver: ein gesetzlich vorgeschriebener Wehrdienst oder Soldaten, die bezahlt werden? Premierminister, was denken Sie?

- Wenn man gegen ein anderes Land kämpft, ist es egal, Herr Präsident. Und wenn man die eigenen Bürger bekämpft, dann sind bezahlte Soldaten viel effektiver. Vor allem bezahlte Soldaten aus anderen Ländern.

5

- Unser Gefängniswärter ist ein sehr unfreundlicher Mensch. Finden Sie nicht, Herr Premierminister?

- Unser Gefängniswärter? Normalerweise richtet er die Gefangenen hin. Warum fragen Sie, Herr Präsident?

- Er hat mich heute sehr seltsam angesehen.

- Man sagt, dass sein Vater und sein Großvater auch in diesem Gefängnis gearbeitet haben. Und sie haben auch Gefangene hingerichtet.

- Wirklich? Gefangene hinzurichten - war das auch meine Idee?

- Nein. Gefangene sind in unserem Land immer schon hingerichtet worden. Aber er kann drei Gefangene mit einem Hieb köpfen. Sie sollten sich also beruhigen, Herr Präsident. Er ist sehr professionell.

- Aber Köpfen ist nicht modern.

- Genau deshalb haben Sie vor einem halben Jahr einen neuen elektrischen Stuhl aus Amerika bestellt, Herr Präsident. Erinnern Sie sich?

- War das auch meine Idee?

- Nein, damals war es meine Idee. Sie wissen ja, dass ich alles aus Amerika mag: Kino, Autos, elektrische Stühle. Erinnern Sie sich, was wir vor einer Woche zum Mittagessen bekommen haben?

- Natürlich erinnere ich mich. Gebratene Kamelbeine. Warum haben sie eigentlich ein Kamel gebraten? Das ist nicht Teil unserer nationalen Küche.

- Es wurde hingerichtet! Das Kamel hat illegaler Weise auf Ihr Palastgrundstück gepinkelt, Herr Präsident. Unser Gefängniswärter hat Hinrichtungen mit dem elektrischen Stuhl geübt und dazu das Kamel verwendet.

- Ich glaube, wir sollten das Risiko eingehen und so schnell wie möglich aus diesem Gefängnis ausbrechen.