8
Quince misterios masculinos que las mujeres no comprenden

La información presentada en los dos próximos capítulos trata sobre los hombres, las mujeres y sus necesidades, deseos y obsesiones. Si es usted mujer, algunos aspectos de los hombres podrían parecerle sorprendentes, chocantes o incluso ofensivos. Es importante entender que hablaremos de modo directo y llano sobre este tipo de cosas y que no las trataremos de endulzar para que sean políticamente correctas o para decir lo que alguien quiera escuchar. Una vez se comprenden estos detalles de un modo realista, el sexo opuesto pasa a ser más fácilmente manejable y la convivencia con él resulta más sencilla.

Hay muchas cosas de las mujeres que irritan, molestan y enfurecen a los hombres, pero la primera de la lista es el sexo. Los hombres quieren sexo en cualquier momento, y a menudo todo el tiempo. Circulan muchas estadísticas que demuestran que un hombre de cuarenta años piensa en el sexo una vez cada cuatro minutos y un hombre de dieciocho años lo hace una vez cada once segundos. El Kinsey Institute de la Universidad de Indiana afirma que el 54% de los hombres piensan en el sexo como mínimo una vez al día, el 43% piensan en él unas cuantas veces por semana y el 4% una vez al mes o menos. Las mujeres, por su parte, tienen fama de pensar rara vez en el sexo —y sólo cuando no tienen nada más en su agenda.

El sexo es frecuentemente el motivo de la tensión que surge entre hombres y mujeres, tanto en el seno de una relación como fuera de ella. Todas las investigaciones muestran que el sexo es el principal problema en parejas que experimentan dificultades de convivencia, ya sea porque sienten distintos niveles de deseo, porque no coinciden sus momentos de deseo sexual o porque simplemente a una persona deja de gustarle la otra. A la hora de quejarse del sexo, los hombres suelen decir que escasea mientras que las mujeres dicen que es excesivo. La pregunta es: ¿la falta de sexo contribuye a empeorar una relación o es la mala relación la que lleva a una disminución del sexo? La respuesta es que ambas opciones son correctas.

Es razonable pensar que los instintos eróticos de un hombre permanecen constantes una generación tras otra, y negar este hecho implica que la expresión de estos instintos provoque tensiones en las relaciones. Estrujar un globo no elimina el aire de su interior, simplemente obliga a ese aire a deformar la superficie del globo en otra zona.

1. Por qué los hombres se despiertan con una erección

Cualquier mujer que haya mantenido una relación con algún hombre sabe que no necesita despertador para levantarse por la mañana —en lugar de eso, en cuanto sale el sol, el pene de él también se levanta y ella lo puede sentir clavado en su espalda—. Esto se produce por dos motivos. En primer lugar, los niveles de testosterona del hombre alcanzan su cota máxima al alba, justo antes de salir a su sesión de caza diaria, y su punto más bajo a la puesta de sol. La naturaleza se asegura así de que tenga una oportunidad de transmitir sus genes antes de partir, por si acaso no vuelve. En segundo lugar, los nervios eréctiles que ordenan al pene que se eleve envuelven la próstata, situada justo detrás de la vejiga. Una vejiga llena ejerce presión sobre los nervios eréctiles y puede provocar la erección. Pese a todo, como al alba un hombre no se excita ni psicológicamente ni visualmente, lo máximo que puede esperar una mujer a esa hora es una relación rápida matutina mientras la Madre Naturaleza completa su tarea matinal.

“A las seis de la mañana, Roberto se despierta y se encuentra a su mujer clavándole la punta del palo de la escoba en la espalda.

—¿Qué haces?

—¡Para que sepas lo que se siente!.

2. Por qué para los hombres el sexo puede ser sólo sexo

Los profesores Raquel y Ruben Gur de la University of Pennsylvania School of Medicine son los pioneros de la IRM que descubrieron que la comisura anterior que conecta el hemisferio izquierdo y el derecho es un 12% más pequeña en los hombres que en las mujeres, y que el cuerpo calloso (la conexión que permite a un hemisferio cerebral intercambiar información con el otro) tiene hasta un 30% menos de conexiones en los hombres que en las mujeres. Esta circunstancia explica por qué a los hombres se les da mejor ocuparse de las tareas de una en una. Imagine el cerebro masculino como un panel de pequeñas celdas, cada una de las cuales contiene una habilidad específica que opera independientemente de las demás. Esta característica es la que provoca que los hombres tiendan a hacer una sola cosa cada vez y el motivo por el cual se pueden concentrar más intensamente que las mujeres en una actividad independiente. El hecho de que su cerebro actúe siguiendo un único camino cada vez hace que los hombres puedan concentrarse intensamente en el sexo o en el amor. El sexo puede ser sólo sexo, y el amor sólo amor, y de vez en cuando se presentan juntos. Esto permite a los hombres hacer algo que las mujeres no entienden: hacer el amor con mujeres que no les gustan.

Ser hombre es genial porque no te impide disfrutar de un sexo fantástico con mujeres que ni siquiera te gustan.

Para un hombre, puede tratarse sólo de sexo y es algo que puede olvidar inmediatamente. No siente necesidad de dar vueltas al tema, ni siquiera de volver a hablar de ello si no es para presumir ante sus amigos. Cuando una mujer pregunta a un marido infiel los motivos por los que se ha acostado con otra y él le contesta «sólo fue sexo», seguramente dice la verdad. El cerebro de un hombre puede separar el sexo en un compartimento propio e identificarlo como una actividad simple, como afeitarse (una vez te has afeitado, no vuelves a pensar en ello hasta la próxima vez). Sin embargo, una respuesta como «sólo fue sexo» no es creíble para una mujer. Para ella, el amor y el sexo funcionan enlazados en el cerebro y uno es consecuencia del otro. En realidad, generalmente ambas cosas son lo mismo. Para una mujer, el sexo rara vez es sólo sexo; tiene que haber algún sentimiento asociado a él. Si no, es muy probable que lo esté usando para aumentar su autoestima. Aunque una mujer sienta necesidad de sexo sólo por el placer físico, continuará buscando un hombre que aparentemente satisfaga al menos una parte de su lista de características en un amante adecuado. En el caso de los hombres, no ocurre lo mismo: cuando siente esa misma necesidad, lo único que necesita es algo con un agujero. Para los hombres, el sexo y el amor no tienen por qué ir juntos.

Los hombres no pueden hacer el amor y responder preguntas a la vez, así que por favor, señoras, no hablen.

En el fondo, la mayoría de mujeres parecen entender este punto, aunque pese a todo se sienten molestas cuando el aspecto «sólo es sexo» de la conducta masculina se hace patente en actitudes como mirar ávidamente a otras mujeres, hojear catálogos de lencería o ver porno, y protestan diciendo que «él sólo me quiere para el sexo» o que sus peticiones son «de pervertido».

3. El compartimento de la nada

Como hemos mencionado, el cerebro masculino es una especie de panel de celdas y cada uno de estos compartimentos tiene su función específica. Un compartimento puede contener la capacidad especial, el siguiente alberga la función del habla, otro está ocupado por el amor y así sucesivamente. Sin embargo, la mayoría de hombres poseen un compartimento especial que muchas mujeres no tienen y no comprenden: la «estancia de la nada». Su nombre describe perfectamente lo que acontece en este espacio: nada. No sólo está vacío, sino que es una de las estancias favoritas de la mayoría de hombres. Éste es el lugar al que acude la mente de un hombre cuando está pescando, viendo la televisión o simplemente sentado en una silla con una expresión ausente. La «estancia de la nada» tiene un propósito: regenerar la energía mental. Un hombre necesita entre cuatro y cinco breves meditaciones diarias, que realiza visitando la habitación de la nada, para recobrar energías. Como las mujeres no tienen esta misma necesidad cerebral, cuando un hombre se encuentra en este estado, suele preguntar: «¿En qué piensas?», y cuando el hombre contesta: «En nada», la mujer lo interpreta como una mentira y le acusa de ocultarle algo. Él pensaba que iba a relajarse diez minutos y acaba enfrascado en una discusión por no pensar en nada. Cuando un hombre dice que no pensaba en nada, a menudo es cierto. En esos momentos, también está sordo, así que no discuta nada importante con él: escríbale una nota.

4. Por qué los hombres están obsesionados con los pechos femeninos

Las mujeres de todo el mundo se sienten desconcertadas por la obsesión masculina con los senos. Actualmente, el aumento de pechos es una de las operaciones más practicadas en el mundo, lo cual demuestra hasta qué punto están dispuestas a llegar las mujeres para atraer la atención de los hombres.

Las hembras humanas son las únicas que poseen caderas y pechos. El resto de primates femeninos poseen glándulas mamarias en el interior del pecho y unos largos pezones para alimentar a sus crías. La mayoría del tejido de los pechos humanos es grasa, una característica que aparentemente no tiene función alguna, ¿o sí? Al igual que la mayoría de mamíferos, hubo un tiempo en que los machos humanos sólo montaban a sus hembras por detrás, y las caderas carnosas femeninas servían como señal identificativa. Ahora que los humanos se yerguen sobre dos piernas y se sitúan uno frente al otro, la exuberancia de las caderas femeninas ha evolucionado a los pechos para imitar las formas redondeadas que atraen a los machos. Puede que no lo sepan, pero éste es el motivo por el que las mujeres llevan sujetadores que realzan los senos, visten tops y se someten a cirugía para ensalzar su busto. En El lenguaje del cuerpo contamos que habíamos realizado tests fotográficos en los que pedimos a hombres que distinguieran el surco de entre las nalgas del surco de entre los senos. Ningún hombre fue capaz de distinguirlos, pero todos encontraron ambos tipos de surcos muy estimulantes.

Así pues, señoras, ¿deberían tratar de dirigir las miradas de los hombres hacia su busto? No, no es necesario. No necesitan que nadie les guíe. Lo harán de todos modos.

5. Por qué los hombres no cuentan a las mujeres la verdad sobre el sexo

Para evitar conflictos, la mayoría de hombres dicen a las mujeres lo que ellas quieren escuchar. A medida que los varones crecen y adquieren experiencia, se van sintiendo cada vez más cómodos mintiendo a las mujeres sobre el amor y el sexo. No es que los hombres quieran mentir, es que las mujeres a menudo se enfadan al escuchar la verdad cuando formulan una pregunta. Aunque la mayor parte de los hombres lo negaría, mentir a las mujeres es algo que se les acaba dando bien y es un juego al que las mujeres les animan a jugar. Desde el punto de vista de un hombre, una mentira piadosa, una media verdad o alguna frase creíble, como que su pareja es la única mujer con la que se quiere acostar en su vida, suele ser una opción segura para no acabar durmiendo en el sofá. Sin embargo, cuando otra mujer pasa contorneándose a su lado y balanceando los pechos, el cerebro de un hombre está programado para absorber la imagen y recibir una dosis de dopamina que le provoca una reacción de optimismo. Si su pareja le acusa de ser un mirón, su primera reacción tenderá a ser la de mentir; mentir y negarlo todo. «Cariño, no la estaba mirando», «Tú eres mucho más atractiva que ella». «¿Para qué la iba a mirar si te tengo a ti?», y cosas por el estilo —ya han escuchado todas las respuestas típicas—. Cuando una mujer sigue esta estrategia acusadora con un hombre, le obliga a mentir para evitar consecuencias negativas para sí mismo y para proteger los sentimientos de ella.

Cariño, no le miraba los pechos, ¡es que me tapaban todo el campo visual!.

Es interesante recordar que los estudios que abordamos en Por qué los hombres mienten y las mujeres lloran sobre las mentiras y el engaño muestran que tres de cada cuatro mujeres admiten haber mentido a un hombre para obtener algo. Mientras que el 73% de las mujeres aseguran que flirtearon con un hombre o usaron señales sobre la posibilidad de sexo para ganar un favor o algún beneficio, sólo la mitad de los hombres declaró ser consciente de que les contaban mentiras de este tipo. Por contra, el 71% de los hombres admiten haber mentido a una mujer para conseguir sexo con ella (por ejemplo, exagerando hasta qué punto era importante una mujer en su vida o diciendo «te quiero» sin sentirlo), aunque el 97% de las mujeres declaran ser conscientes de que ellos cuentan ese tipo de mentiras.

Sin embargo, si una mujer enseña a un hombre a mentir sobre pequeñas cosas, pronto él se sentirá cómodo mintiendo sobre cosas más importantes. Además, tanto si lo admiten como si no, las mujeres se sienten más cómodas cuando los hombres les mienten sobre el sexo. Los hombres aprenden pronto que hablar en términos de valores femeninos conserva a la esposa más tiempo y también la mantiene alejada de sus cosas.

Las diez mayores mentiras sobre el sexo y el amor

Las siguientes mentiras son un recurso para hombres de cualquier procedencia cuando las consecuencias de contar la verdad a una mujer son demasiado graves. De las mujeres a las que pedimos que hablaran de este tipo de mentiras, el 75% dijeron que su pareja nunca las usaría, si bien el 85% de los hombres admiten haber contado algunas de ellas en algún momento de sus anteriores relaciones.

  1. «Yo nunca te engañaría». Si Beyoncé se arrojara desnuda a sus pies, sin duda se plantearía sus posibilidades. Eso no significa que lo haría sin duda, sólo que se lo plantearía con certeza, y las investigaciones demuestran que aproximadamente la mitad de los hombres lo haría. La negación es una opción segura, dado que de todos modos este tipo de oportunidades se presentan muy contadas veces.
  2. «Yo nunca iría/he ido a un club de striptease». A la vista del control al que las mujeres y la sociedad someten a los hombres, esto es algo que no van a admitir. Y sí, a los hombres les gustaría practicar sexo con esas strippers sin lugar a dudas.
  3. «A mí esas cosas no me van». Los hombres usan esta mentira en respuesta a la repulsa que provoca en una mujer cualquier acto sexual repugnante que ve en la televisión o ante una pregunta sobre lo que espera él del sexo. En realidad, a él le encantaría probarlo.
  4. «Nunca he pensado en acostarme con tus amigas». No, sobre todo con la del cuerpo atlético y los pechos grandes. Piensa en ello todo el tiempo, incluso con las feas. Esto no implica que lo vaya a hacer, simplemente que piensa en ello, tanto si a usted le gusta como si no.
  5. «No me gusta el porno». Ya, claro. Así que es el único hombre del mundo que nunca ha accedido al negocio millonario del porno por Internet. El 68% de las páginas Web visitadas son porno, ¿y él nunca ha visto ninguna? Es más fácil creer en Papá Noel que creerse esto.
  6. «Nunca he imaginado a la chica de recepción dándome sexo oral». Al menos, no desde la última vez. El hecho de que usted la llame «zorra barata» hace que le resulte incluso más atractiva porque así es más probable que acepte mantener relaciones sexuales con él.
  7. «No me importa dejar mi vida por ti». Sí, sí le importa, pero a cambio de sexo frecuente, de algunos cuidados, cocina, una casa limpia y menos problemas en su vida, está dispuesto a dejarla hasta nuevo aviso.
  8. «No pienso en el sexo con todas las mujeres que conozco». Él no sólo desnuda mentalmente a todas las mujeres que conoce, sino que imagina todo el repertorio de posturas que podría intentar usar con ellas y a veces piensa en ellas mientras hace el amor con usted. Sin duda, esta verdad la negará siempre.
  9. «Nunca te mentiría». Le dirá lo que sea necesario para evitar las lágrimas o el conflicto con usted. Si pone en duda su mentira, le replicará que era necesaria porque usted no puede soportar la verdad.
  10. «No le estaba mirando los pechos». Seguro que lo hacía, pero miente porque no quiere problemas con usted. Las mujeres no pueden soportar la verdad, ¿recuerda?

Los hombres preferirían contar la verdad absoluta a las mujeres en temas de sexo, pero no quieren cargar con las consecuencias de hacerlo.

Cualquier mujer que lea las mentiras de la lista a un hombre, generalmente obtendrá por respuesta un: «¡No! ¡Eso no es verdad en mi caso! ¡Los autores se equivocan!». No… Nosotros hemos llevado a cabo una investigación, y uno de nosotros (los autores) es un hombre. Al hablar entre ellos, la mayoría de hombres admiten que estas mentiras son ciertas y bromean sobre ellas, pero nunca admitirán que mienten de este modo a ninguna mujer de la cual pueden obtener algo.

En resumen, la mayoría de hombres harán y dirán lo que haga falta para tener contentas a las mujeres, para sacárselas de encima y para conseguir más sexo. Exhibirán las dosis de ternura, sinceridad, cumplidos, atención, amabilidad y romanticismo necesarias para lograr la atención de una mujer y aplacarla. Las mujeres pueden considerar que esta característica masculina es falsa, conspirativa y manipuladora, pero para los hombres es simplemente una estrategia de defensa propia. No se trata de algo bueno o malo, sino de una realidad, así que lo más conveniente es aceptarlo y tratar con los hombres dentro de los confines de estas actitudes. La conclusión más importante es que una relación siempre se basa en un intercambio de bienes y servicios.

6. Por qué a los hombres les fascinan las mujeres con curvas

La silueta de «avispa» ha sido el eje del arte durante miles de años y lo más importante son las curvas femeninas, no el peso de la mujer ni la grasa que posea.

Durante la pubertad, un aumento en los niveles de estrógenos provoca que se formen depósitos de grasas en las caderas y en los muslos de las chicas, que tienen por objetivo servir como fuente de alimento en caso de que corran malos tiempos y para poder amamantar a sus bebés. En una serie de doce pruebas, la psicóloga Devendra Singh descubrió que una proporción de 0,67 a 0,8 entre las caderas y la cintura es un indicador preciso de la situación reproductiva de una mujer y, por lo tanto, es la proporción que resulta más atractiva a los hombres. Esta proporción supone que la medida de la cintura equivale a un 70% de la medida de sus caderas. En estos estudios, Singh comprobó el grado de atracción de los hombres por las distintas siluetas femeninas y descubrió que la proporción de 0,7 entre las caderas y la cintura era, sin lugar a dudas, la más atractiva, independientemente de la cantidad de grasa corporal que poseyera una mujer. En otras palabras, aunque la mujer sufriera sobrepeso, continuaba pareciendo atractiva si presentaba la proporción adecuada.

Singh analizó treinta años de fotos de las páginas centrales de Playboy y descubrió que pese a que las mujeres del póster central eran cada vez más delgadas con el paso de los años, la proporción del 70% entre las caderas y la cintura se mantenía constante. La proporción por encima del 70% revelaba un menor nivel de salud y fertilidad, y lo mismo sucedía con las proporciones menores. Una proporción equivocada implicaba que una mujer tenía significativamente menos probabilidades de quedarse embarazada y transmitir exitosamente los genes del hombre.

Analizamos los cuadros de los maestros de la antigüedad y descubrimos que aunque las mujeres que pintaban eran mucho más gruesas que las modelos de hoy en día, la proporción del 70% entre las caderas y la cintura seguía siendo una constante.

En la encuesta British Safeway realizada a quinientos personas, el 87% de los hombres dijeron que les gustaban las mujeres con curvas y un peso adecuado a su altura, y la inmensa mayoría de los hombres preferían a las mujeres con curvas antes que a las delgadas. Sólo el 8% preferían las mujeres «muy delgadas, rozando la falta de peso», mientras que el 92% se sentían atraídos por las mujeres «voluptuosas». Es interesante constatar que la respuesta fue prácticamente idéntica entre las mujeres, dado que el 88% de ellas pensaban que las mujeres con curvas resultaban más excitantes para los hombres que las delgadas. Así pues, en lo referente al atractivo de un cuerpo femenino, por lo que a los hombres respecta lo importante es la forma, no el peso.

7. Por qué el punto G es como un OVNI

Un OVNI es un objeto mítico del cual han escuchado hablar la mayoría de hombres pero que ninguno de ellos parece ser capaz de encontrar. El punto G es un grupo de terminaciones nerviosas que cubren unos tres centímetros cuadrados y que generalmente está situado en la parte delantera superior de la vagina. Es el punto de intersección de las terminaciones nerviosas del clítoris, y aunque en algunas mujeres es intenso, en otras puede provocar reacciones suaves o no provocar ningún tipo de respuesta. Lo «descubrió» el doctor Ernst Grafenberg en 1950 —nunca explicó cómo lo había hecho—. Debido a su ubicación en la zona delantera superior, la postura del perrito suele ser la más adecuada para que lo estimule el pene.

La postura sexual más habitual en los matrimonios es la del perrito. El marido se sienta y lloriquea. La mujer se tumba y se hace la muerta.

Como la mayoría de hombres no tienen muy claro siquiera qué es eso del punto G, las mujeres encuentran incómodo explicarles dónde está y qué deben hacer con él.

8. Por qué es tan importante para los hombres que las mujeres inicien el sexo

El acercamiento a una mujer comporta enormes riesgos y la mayoría de hombres tienen egos frágiles dado que el rechazo se contempla como un fracaso por su parte. Si una mujer rechaza a un hombre, puede hacer que se sienta hundido. En el reino animal, la mayoría de machos no tienen más que enseñar sus órganos sexuales a las hembras de su especie para iniciar el sexo. Entre animales, es raro que la hembra se ría, se de la vuelta o diga que tiene dolor de cabeza. Sin embargo, los hombres tienen que enfrentarse regularmente a este tipo de rechazo, y la experiencia no facilita las cosas. Éste es el motivo por el que a la mayoría de hombres les encantaría que la mujer de su vida diera el primer paso mucho más a menudo. Así se verían liberados de la obligación de iniciar el sexo y se sentirían deseados e importantes. Los hombres a menudo pueden lograr esta reacción siendo mucho más atentos y cariñosos con la mujer de su vida, una actitud que la hará sentir más inclinada a iniciar el sexo. Si los hombres actuaran con sutileza, acabarían logrando lo que desean más a menudo que si sólo se limitan a pedirlo.

La mayoría de mujeres desearían que sus maridos entendieran las pistas que les dan, pero pocas mujeres lo dicen directamente. Aparentemente, las mujeres creen que los hombres entienden de algún modo sus indicios sutiles, pero lo único que consiguen es desconcertarlos.

Un hombre es como un buen vino. Comienza siendo algo simple como las uvas, y la mujer debe pisotearlo y mantenerlo en la oscuridad hasta lograr que madure y se convierta en algo con lo que a ella le gustaría cenar.

9. Por qué los hombres lo malinterpretan todo en los locales nocturnos

Las mujeres que bailan de un modo provocativo en un local nocturno lo hacen para que los hombres sepan que pueden estar disponibles para la persona adecuada. Los hombres, sin embargo, interpretan que está disponible para cualquier persona o para todo el mundo. Esta circunstancia provoca grandes conflictos, debido a que los hombres y las mujeres perciben la disponibilidad de una mujer de un modo distinto. El problema es que los hombres actúan según sus presunciones y pueden confundir la amabilidad con la disponibilidad sexual. Estudios antiguos realizados en 1982 por la doctora. Antonia Abbey, del Departamento de Medicina Comunitaria de la Wayne State University, Detroit, y estudios posteriores dirigidos por los psicólogos Saal, Johnson y Weber, de la Kansas State University, confirman este punto. Con la ayuda de actores, llevaron a cabo un experimento en el cual reproducían la visita de una joven al despacho de un superior maduro para hablar de los plazos de un negocio. Se pidió a los actores que actuaran con cercanía pero sin ninguna connotación romántica. A continuación, se pidió a los sujetos de la investigación que vieran el vídeo y explicaran las intenciones de los actores. Las mujeres que vieron la interacción entre ambos dijeron que la actriz sólo trataba de ser amistosa (92%) y no sexy o seductora (27%). Los hombres también la juzgaron amistosa (87%), pero también la consideraron sexy o seductora (55%). En otras palabras, los hombres tienen el doble de tendencia a deducir intenciones sexuales que no existen y a actuar según estas deducciones. Visto desde un enfoque evolutivo, esta estrategia tiene sentido porque aunque un hombre sólo acertara un bajo porcentaje de las veces en sus deducciones, seguían aumentando sus opciones de perpetuar sus genes. Otro estudio demostró que si un hombre descubre que una mujer lleva un preservativo en el bolso, su presunción de las intenciones sexuales de ella se cuadruplica. Muchas mujeres son conscientes de este tipo de «deducciones exageradas» y pueden sacar partido de ello jugando con un hombre para obtener beneficios. Esta actitud se conoce comúnmente como de «calientabraguetas».

10. ¿Cuándo está listo un hombre para el compromiso o el matrimonio?

Hablando en términos biológicos simples, el hombre del siglo XXI se convertirá en Don Perfecto cuando sus niveles de testosterona comiencen a decaer. Esto se produce hacia los veintisiete años. Las generaciones pasadas de hombres se casaban muy jóvenes dado que el sexo era uno de los beneficios del matrimonio. Hoy en día, los hombres jóvenes (y mayores) no tienen problemas para obtener grandes dosis de sexo. Está disponible en cualquier parte, a cualquier hora y con un abanico de mujeres distintas. Consecuentemente, muchos jóvenes de hoy en día piensan, ¿para qué me voy a estancar en la monogamia perpetua si puedo extender la semilla a lo largo y ancho del mundo?

A partir de los veintisiete, aproximadamente, un hombre comienza a ser más atento y pasivo, dado que su proporción de hormonas masculinas y femeninas comienza a cambiar de sentido. Se siente más interesado por las relaciones a largo plazo y comienza a pensar más con la cabeza grande que con la pequeña. Puede llamar a una mujer sin un motivo concreto e incluso puede cancelar una reunión con sus amigos para ver deporte para ir con ella a algún sitio. Durante la fase lasciva y de amor romántico de una relación, los hombres tienen niveles altos de hormonas masculinas y tienden a ser impetuosos o excesivamente entusiastas con una mujer en su contacto inicial; le manda enormes ramos de flores a su lugar de trabajo para que se entere todo el mundo, reserva cenas románticas en restaurantes caros y usa expresiones caducas para manifestar su amor. Sin embargo, tras el sexo, el mismo hombre siente la necesidad urgente de levantarse de la cama cuanto antes mejor y hacer algo, lo que sea: ver la televisión, llamar a alguien, reparar el coche, mandar correos electrónicos, cocinar o, si no puede hacer nada de este tipo, dormirse. Lo que sea salvo permanecer emocionalmente en la cama con la mujer. Su cerebro pasa a su estado por defecto, que le grita: «Aquí ya hemos cumplido con nuestro trabajo —¿qué hay que hacer ahora?».

Esta situación suele presentarse tras cinco sesiones de sexo con la misma mujer porque su cerebro interpreta que, desde un punto de vista estadístico, con cinco veces basta para que la hembra conciba. Éste es el motivo por el que, si no la considera una pareja a largo plazo, comienza a perder el interés en ella hacia la sexta sesión, independientemente de lo acrobática que pueda llegar a ser ella. Si conoce a otra mujer que le gusta, inmediatamente volverá a estar listo para el combate.

Tras cinco encuentros sexuales, Don Inadecuado pierde el interés en una mujer, tal y como ocurre con los machos de otras especies animales.

Este fenómeno de las «cinco sesiones» también se aprecia en otras especies, como las ovejas, las vacas y los cerdos. Una vez han copulado una media de cinco veces con una hembra, los machos tienen problemas para animarse a repetir. Aunque se disfrace a las mismas hembras con alfombras, perfumes y colocándoles bolsas en la cabeza, los machos siguen sin poder copular. Sin embargo, si se añade una nueva hembra a la situación, el pene del macho se elevará inmediatamente. La madre naturaleza sabe lo que se hace. Dice: «Después de cinco veces has hecho todo lo que has podido. Ahora ve a buscar otra hembra y ayuda a perpetuar tu especie». Éste es el motivo por el que Don Inadecuado pierde pronto el interés, deja de esforzarse y se hace patente que vuelve a pensar sólo en sí mismo.

Cuando una mujer se casa, espera las tres S: sensibilidad, sinceridad y solidaridad. ¿Qué consigue? El ESA: eructos, sudor y aliento a cerveza.

Los hombres que buscan relaciones a largo plazo a menudo comienzan igual que los que buscan una relación ocasional, pero cuando experimentan los sentimientos del compromiso a largo plazo, empiezan a permanecer más tiempo en la cama, a hablar, tocar o a dar muestra de otras típicas conductas femeninas.

11. Por qué los hombres maduros llevan bañador en público y exhiben orgullosamente la panza

La falta de conciencia masculina sobre su aspecto en público siempre ha sido un misterio para las mujeres. La mayoría de mujeres son expertas en encoger el estómago en público y en evitar sentarse en un ángulo de noventa grados cuando llevan bikini por si acaso se les ve un pequeño michelín. Sin embargo, es muy habitual ver a un hombre que parece embarazado de nueve meses dedicar sonrisas y miradas a una mujer situada al otro lado de una habitación o a un hombre vestido con un bañador de natación conversando con varias mujeres, aparentemente ajeno al hecho de que nadie ha enseñado a su bañador que señalar es de mala educación.

La mayoría de hombres tienen una mejor impresión de su cuerpo que las mujeres.

Aunque no lo digan, los hombres son conscientes de que su valor en el mercado del apareamiento depende principalmente en su capacidad para lograr recursos, no en su aspecto. Para una mujer, cualquier éxito que pueda tener puede ser considerado una amenaza por un hombre, mientras que su aspecto físico y su potencial para engendrar descendencia se consideran un punto a favor. Mientras ella tiene que llevar falda negra para que su trasero siga pareciendo pequeño, él sólo necesita un Rolex o un BMW para compensar una tripa enorme.

12. Los hombres y sus fetiches

Un fetiche es un estímulo externo que establece una conexión entre una experiencia mental pasada y los sentimientos sexuales. Gran parte de esta conducta procede de la infancia y la adolescencia. El fetiche desencadena el impulso sexual y hace que la persona desee revivir el escenario del fetiche. Se puede tratar de una prenda relacionada con él, un olor, un color, una tela, la obesidad o la vejez. Piense en cualquier cosa que se le ocurra (un zapato, un salmón, un tobillo o un cepillo de dientes) y en algún lugar habrá un tipo para el que es un fetiche. Cuando los hombres fantasean, imaginan partes del cuerpo, formas y posturas —no visualizan si una mujer es una gran ama de casa, si sabe cantar o si desea la paz mundial—. Las páginas porno de Internet están inundadas de imágenes fetichistas de cualquier tipo imaginable, y se considera que el 99% de los usuarios de estas páginas son hombres.

Como las imágenes visuales estimulan tanto a los hombres, más del 90% de las conductas clasificadas como «desviaciones» son masculinas. Aproximadamente un 97% de todas las condenas de Estados Unidos por espiar a través de la ventana de alguien son a hombres. Por el mismo motivo, los hombres van a locales de striptease y hojean revistas femeninas.

Erase una vez un hombre que pidió a una mujer que se casara con él. Ella contestó: ‘¡No!’, y él vivió feliz para siempre, jugó mucho al golf, bebió cerveza, fue de pesca y se tiró pedos siempre que quiso.

13. Lo que preocupa a los hombres

Al igual que las mujeres, los hombres se preocupan por sus defectos, pero no dejan que controlen sus vidas como hacen las mujeres. Esto es lo que más preocupa a los hombres:

¿Tengo la tripa demasiado grande?

¿Parezco demasiado joven/viejo?

¿Parezco lo bastante masculino?

¿Se me cae el pelo?

¿Tendré éxito?

¿Puedo satisfacer sexualmente a una mujer?

¿Tengo el pene demasiado pequeño?

¿Podré mantener a mi familia?

¿Tendré alguna vez dinero suficiente?

¿Me querrá alguna mujer tal y como soy?

Los hombres piensan y se preocupan por estas cosas, pero rara vez lo dicen a nadie. Y nunca escucharéis a un hombre decir a sus amigos: «Escuchad, chicos, ¿os parezco un perdedor acabado, calvo y gordo que se viste fatal y la tiene pequeña?». A los hombres no les gusta hablar de sus defectos con nadie. Usted tampoco debería mencionárselos, ya que podría ser devastador para el ego de un hombre y puede crear tensión en la relación.

14. Por qué a los hombres les cuesta decir «Te quiero»

Para la mayoría de gente, un «te quiero» es algo que se balbucea hacia el principio de una relación, cuando ambos integrantes de la pareja tienen las hormonas disparadas y probablemente tienen dificultades hasta para recordar cómo se llaman. Entre las mujeres, es común que inicien actitudes hogareñas, como por ejemplo elegir cortinas, acunar ositos de peluche, cocinar para él (si no lo han hecho ya), fijarse en las parejas con hijos por todas partes y hablar en términos de «y fueron felices y comieron perdices». Esta actitud suele llegar a atemorizar a un hombre, que puede acabar lamentando haber dicho «te quiero», dado que tiene que vivir de acuerdo con esa afirmación hoy, mañana y quizá para siempre. Así que, a menos que desee sexo con una mujer y las hormonas le devoren, evitará decirlo.

Regla de la vida para hombres n.º 39

Nunca te unas a las críticas a un amigo de tu novia o tu esposa a menos que el sexo dependa de tu respuesta.

Una mujer alarga una relación con un hombre inadecuado bajo la ilusión de que él cambiará junto a ella o que «el amor lo puede todo». Se niega a aceptar que la trata mal o que en realidad no la quiere. Ni siquiera se da cuenta de que ha sustituido el «preciosa princesa» por un «zorra» en tan sólo seis meses. Si una mujer no está segura del amor de un hombre siempre puede consultar a sus amigas más cercanas e insistirles para que sean sinceras. En otras palabras, llamar a una amiga o consultar al público. Si bien a muchas mujeres no se les da bien detectar defectos en sus propias relaciones, son excelentes captando los de las relaciones ajenas. Muchas mujeres no se dan cuenta del poco amor que había en una relación hasta que salen de ella, pero las amigas de una mujer pueden «ver» la verdad, así que es conveniente consultarles.

A los hombres les encanta conocer mujeres que comulgan con ese «el amor lo puede todo», porque eso significa que con una buena dosis de «frases románticas» adecuadas en el momento preciso, les será fácil llevárselas a la cama.

15. Las cinco preguntas que asustan a la mayoría de hombres

  1. «¿En qué piensas?»
  2. «¿Me quieres?»
  3. «¿Me ves gorda?»
  4. «¿Crees que es más guapa que yo?»
  5. «¿Qué harías si muriera?»

Lo que hace que estas preguntas sean tan complicadas para un hombre es que sin duda llevarán a una gran discusión si da la respuesta equivocada, es decir, si responde la verdad. A continuación ofrecemos el análisis de cada pregunta junto con algunas respuestas posibles.

Pregunta 1: «¿En qué piensas?».

La respuesta correcta es: «Disculpa si estaba un poco distante, cariño, sólo pensaba en lo tierna, maravillosa, considerada y atenta que eres y en la suerte que tengo de tenerte en mi vida». Evidentemente, esta respuesta no guarda ningún parecido con la realidad, que seguramente se corresponde a una de las siguientes contestaciones:

a) «En nada».

b) «En el fútbol».

c) «En Angelina Jolie, desnuda».

d) «En lo gorda que estás».

e) «En cómo me gastaría el dinero del seguro si murieras».

Pregunta 2: «¿Me quieres?».

La respuesta correcta es: «¡Sí! ¡Estoy loco por ti!». Entre las respuestas inadecuadas encontramos:

a) «¡Claro! ¡Un montón! ¿Ya podemos hacer el amor?».

b) «¿Te sentirás mejor si te digo que sí?».

c) «¿Cómo definirías la palabra “amor”?».

d) «Soy tu marido, es mi trabajo».

e) «A fin de cuentas me acuesto contigo, ¿no?».

f) «¿Quién? ¿Yo?».

Pregunta 3: «¿Me ves gorda?».

La respuesta correcta es un enfático: «¡Ni hablar! ¡Estás perfecta!». Entre las respuestas equivocadas tenemos:

a) «¿Comparada con qué?».

b) «Yo no diría que estás gorda, pero tampoco estás exactamente delgada».

c) «Unos kilos de más te quedan bien».

d) «He visto mujeres más gordas».

e) «No. He puesto una pesa de veinte kilos en la báscula sin que te dieras cuenta cuando te has pesado».

f) «¿Me puedes repetir la pregunta? Estaba pensando en cómo me gastaría el dinero del seguro si murieras».

Pregunta 4: «¿Crees que es más guapa que yo?».

Una vez más, la respuesta correcta es un enfático: «¡Ni hablar!». Entre las respuestas incorrectas tenemos:

a) «Sí, pero me gusta más tu personalidad».

b) «No es más guapa, pero sí está más delgada».

c) «No es tan guapa como tú cuando tenías su edad».

d) «Define la guapura».

e) «¿Me puedes repetir la pregunta? Estaba pensando en cómo me gastaría el dinero del seguro si murieras».

Pregunta 5: «¿Qué harías si muriera?».

Diga lo que diga un hombre, esta pregunta no tiene buena respuesta. La respuesta verdadera es: «Comprarme un Ferrari y un barco», pero a continuación ofrecemos una muestra de cómo puede abordarse esta pregunta:

MUJER: ¿Te volverías a casar?

HOMBRE: ¡Claro que no!

MUJER: ¿Por qué no? ¿No te gusta estar casado?

HOMBRE: ¡Sí! ¡Me encanta estar casado!

MUJER: ¿Entonces por qué no te volverías a casar?

HOMBRE: De acuerdo, entonces… Me volvería a casar.

Mujer: (Con una expresión ofendida). ¿Te volverías a casar?

Hombre: Bueno… eh… ¡Tú me lo has preguntado!

Mujer: ¿Dormirías con ella en nuestra cama?

Hombre: ¿Y dónde íbamos a dormir si no?

Mujer: ¿Sustituirías mis fotos por fotos de ella?

Hombre: Bueno… Parece lo más correcto.

Mujer: ¿Y le dejarías usar mis palos de golf?

Hombre: No le sirven. Es zurda.

  • El cerebro de un hombre es capaz de distinguir el amor y el sexo. En algunas ocasiones ocurren simultáneamente.
  • Los hombres mienten a las mujeres para evitar conflictos. Nunca pregunte nada a un hombre si no quiere escuchar la verdad. En caso contrario, simplemente le estará entrenando para mentir.
  • Si quiere que el hombre de su vida sea feliz, inicie el sexo más a menudo.
  • Los defectos provocan tanta inseguridad en los hombres como en las mujeres; simplemente no les gusta hablar de ellos. Nunca hable de los defectos de un hombre; sólo logrará crear tensión y herir su ego.