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Lo que de verdad quieren los hombres

La mujer perfecta.

Para la mayoría de hombres, las relaciones tienen muy poco que ver con «ser felices y comer perdices» y se basan principalmente en los servicios que la mujer puede ofrecer. Ella quiere recursos y él quiere servicios, de modo que la base de una relación es simplemente un intercambio de bienes y servicios. Cuando se pide a los hombres que describan a la mujer de su vida, no dejan de mencionar los servicios que ella le ofrecería: es buena cocinera, mantiene la casa limpia, es genial con los niños, es una excelente compañía, buena amiga, sexy, tiene un bonito culo, etc. En otras palabras, servicios que, dicho sin rodeos, pueden pagar por horas. Cuando se pide a las mujeres que describan a su hombre ideal, dicen que es un buen proveedor, inteligente, que la hace reír, que tiene un buen trabajo, casa propia, etc. En otras palabras, que le aporta recursos. La sociedad disfraza este intercambio de bienes y servicios bajo el disfraz de la «compatibilidad», porque suena bien y es una forma políticamente correcta de decirlo, pero, en el fondo, sigue siendo un intercambio de bienes y servicios. Los hombres sólo están interesados en el físico de las mujeres y los servicios que pueden ofrecerles.

Si usted es mujer, puede que haya empezado a pensar que estamos pintando a los hombres como seres superficiales e indulgentes consigo mismos. No es nuestra intención. Queremos demostrar que las necesidades y prioridades masculinas son muy simples y que, si usted satisface la adecuada en el momento adecuado, tendrá al hombre feliz. Sin embargo, si se decanta por juzgar los «valores» masculinos por contraposición a los «valores» femeninos, experimentará un conflicto constante y una continua infelicidad.

Los hombres sólo tienen dos emociones: hambre y apetito sexual. Si no está teniendo una erección, hágale un bocadillo.

Mucha gente, en especial las feministas, se enfurecen y se disgustan cuando se habla de los criterios masculinos para valorar el atractivo de una pareja, criterios que clasifican de superficiales. A veces sugieren, llegando a insistir, que el discurso de las investigaciones sobre las preferencias masculinas para sus parejas tendría que censurarse o hasta suprimirse, porque hace que algunas mujeres se sientan mal. La realidad es que las preferencias masculinas han evolucionado a lo largo de miles de años, forman parte del circuito predeterminado de su cerebro y apenas han cambiado en todo este tiempo. El hecho de que las preferencias masculinas se basen en la belleza física y la juventud responde a la necesidad de un avance genético de la raza humana. Es cierto que la sociedad y nuestro modo de vida ha cambiado radicalmente, pero las preferencias masculinas sobre las mujeres no lo han hecho, por más que evolucionaron para un mundo que ya no existe. Negar su existencia y su realidad es como enfadarse con el tiempo porque llueve o disgustarse con los animales carnívoros porque prefieren la carne a una dieta vegetariana.

Intentar cambiar las preferencias masculinas en cuestión de parejas es como decirles que no se dejen barba porque ya no está de moda.

Aceptar que la biología masculina es una fuerza poderosa y arrebatadora que controla sus preferencias de emparejamiento le da la oportunidad de desarrollar estrategias para enfrentarse a ellas. Los peces evolucionaron a lo largo de miles de años para que les gustaran los gusanos. Así, si usted va de pesca, es natural que utilice gusanos como cebo, porque es lo que les gusta a los peces. No tendría ningún sentido intentar alimentarlos con lo que a usted le gusta comer, porque ellos comen gusanos, del mismo modo que no tendría ningún sentido esperar que los peces le saltaran a la barca sólo porque usted así lo desea. Pescar peces implica entender cómo piensan los peces y jugar a su juego. En este sentido, aceptar que el cerebro masculino está programado para actuar como lo hace le permite entender mejor a los hombres y desarrollar estrategias para pescar hombres y lidiar con ellos.

Cómo moldean los medios el punto de vista masculino

Los medios de comunicación, especialmente las revistas femeninas, reciben críticas constantes por promocionar un tipo de belleza femenina a la que, supuestamente, todas las mujeres deberían aspirar. Pero si bien es esto cierto en las revistas femeninas, en las masculinas no ocurre lo mismo. Las revistas femeninas retratan a las famosas, normalmente las más delgadas y de figura más recta. La imagen de la mujer esquelética viene de las pasarelas de la moda, donde las modelos profesionales pasean los nuevos diseños sobre los que los diseñadores ponen todo su énfasis. Sin embargo, los estudios revelan que la figura esquelética no resulta atractiva a la mayoría de los hombres, porque cuanto más delgada y recta es la figura de una mujer, más se aleja del ratio del 70% en la relación cadera-cintura (tema que abordaremos en más detalle en el capítulo 8) y, en consecuencia, menos probable es que vaya a dar a luz un hijo. El cerebro masculino está programado para buscar indicios biológicos fiables del potencial reproductivo de una mujer y se sienten atraídos por las mujeres con figura de reloj de arena. Las revistas masculinas lo saben; sólo hay que mirar las revistas de coches y motos para ver mujeres voluptuosas a su alrededor, mostrando esas señales biológicas. Por eso nunca verá a una mujer que esté como un palo en un anuncio de Harley-Davidson. Más del 80% de la audiencia del concurso de Miss Universo son hombres, mientras que en los desfiles de moda la audiencia masculina no llega ni al 5%.

Mi mujer y yo estábamos en la cama viendo ‘¿Quién quiere ser millonario?’. Yo me volví hacia ella y le dije:

—¿Hacemos el amor?

—No —contestó ella.

—¿Es ésa tu última respuesta? —insistí yo.

—Sí —me dijo, mirándome a los ojos.

—Entonces creo que voy a hacer la llamada….

El profesor Douglas Kenrik y sus colegas de la Universidad de Arizona estudiaron cómo los medios representaban a las mujeres biológicamente perfectas y obtuvieron unos resultados alarmantes. Constataron que los hombres a los que se mostraron imágenes de mujeres sexualmente atractivas consideraban a sus verdaderas parejas menos atractivas y se sentían más insatisfechos con ellas que los hombres a los que se mostraban imágenes de mujeres normales. Lo peor de todo es que los hombres que habían visto las imágenes de las mujeres atractivas se consideraban menos comprometidos, menos serios, menos satisfechos y menos cercanos a sus parejas. Incluso los hombres con parejas consideradas muy atractivas, seguían sintiéndose menos satisfechos con ellas después de estar expuestos a las mujeres sexualmente atractivas. Estos hallazgos son preocupantes porque las imágenes femeninas que se muestran en las revistas y en Internet suelen ser una o dos fotografías seleccionadas entre una gran cantidad de imágenes tomadas para intentar capturar la imagen o pose adecuada. En otras palabras, estas imágenes no reflejan el mundo real en el que vivimos. En tiempos ancestrales, los hombres elegían a sus parejas de entre las disponibles y jamás habían visto imágenes distorsionadas o retocadas de mujeres perfectas de fantasía. Tiene sentido pensar que los hombres primitivos se habrían descrito como más satisfechos con las mujeres que los hombres del siglo XXI, porque los hombres de entonces veían simplemente lo que tenían.

Los cerebros masculinos siguen teniendo programado este proceso evaluativo en la selección de pareja, pero la tecnología moderna, que sobreestimula la respuesta masculina ante los signos ancestrales de fertilidad femenina, les despista. En una analogía, la comida rápida utiliza la tecnología química moderna para engañar a nuestras mentes haciéndoles creer que comemos algo bueno que necesitamos para sobrevivir. Los resultados son diabetes, obesidad y mala salud.

Las imágenes de las mujeres perfectas de los medios de comunicación son un factor que ha contribuido a que los hombres de hoy en día estén menos comprometidos con sus relaciones y sean más propensos a la promiscuidad. Estas imágenes también explotan la necesidad natural femenina de competir para atraer a los hombres y, por consiguiente, llegan a extremos insospechados con la cirugía cosmética, la ropa y el maquillaje para competir por la atención de los hombres.

La belleza se esfuma — los implantes son para siempre.

Lo que realmente quieren los hombres

Hay cuatro cosas básicas que los hombres siempre han querido de las mujeres:

  1. Sexo.
  2. Servicios básicos: la comida, la colada, que hagan de madres, etc.
  3. Que los quieran y ser siempre el número uno.
  4. Tiempo para sí mismos, sin interrupciones.

Así de simple. Los hombres filtran todo lo que dicen y hacen a través de estas cuatro necesidades. Si usted discierne cuál de estas necesidades tiene el hombre en cada momento, podrá manejarlo con bastante facilidad. El problema es que lo que un hombre considera importante suele ser interpretado por la mujer como una prioridad irrelevante, y viceversa. Por ejemplo, un hombre interpretará que trabajar hasta bien entrada la noche, trabajar fuera de horas y tener dos trabajos es un sacrificio por su familia, para poder darles refugio y alimento, pero una mujer puede ver estas cosas como prueba de que el hombre está más interesado en su trabajo que en su familia.

Lo que los hombres quieren que las mujeres sepan n.º 153

Si es posible, di lo que tengas que decir durante los anuncios.

En una relación, la mayoría de hombres harán lo necesario para obtener estos cuatro servicios básicos de la mujer. Y lo necesario incluye cenas románticas, ir a bailar, mostrarle su «lado femenino» hablando con ella y diciéndole que ella es la única, la mujer más maravillosa que jamás ha conocido…, y todo eso que todos sabemos. Sin embargo, su objetivo seguirá siendo conseguir que la mujer le ofrezca uno o varios de esos servicios básicos, y que se lo ofrezca enseguida. Si hablar cariñosamente de un «futuro juntos» es lo que ella necesita escuchar en ese momento, él lo hará. Los hombres también mienten a las mujeres sobre su aspecto para aumentar sus posibilidades de acostarse con ella, porque, para los hombres, eso es una noble y justa causa.

No espere ser lo primero en la vida de un hombre en todo momento. A veces lo serán sus amigos, los niños, su equipo favorito, su coche o su trabajo, y a veces usted.

Lo que hace un hombre por sexo

Los hombres hacen cosas por las mujeres con vistas a un premio sexual u otros beneficios, y las mujeres lo saben. «Llévame de compras», pide ella. «Constrúyeme esto, llévame allí, llévame al cine/a cenar/a casa de mi madre, mete a los niños en la cama, pinta el garaje», y un largo etcétera. ¿Cómo sabemos que el hombre espera un premio en sexo por todas estas cosas? Porque no las haría por otro hombre. Y si las hiciera, significaría que el otro adquiriría una deuda tácita que tendría que compensarle tarde o temprano.

Si un hombre no practica el sexo con una mujer pero está invirtiendo tiempo en hacer cosas para ella, entra en vigor el pacto de la deuda tácita, como si ella fuera un hombre. El hombre quiere que ella le pague sus esfuerzos o bien con sexo o con futuros favores.

David estaba viviendo con Cristina y los dos hijos de ésta. Él y Cristina habían estado juntos más de un año pero su relación se había roto. David estaba desempleado y no tenía dónde vivir. La ayudaba en casa: cortaba el césped, hacía la colada, pasaba el aspirador, sacaba la basura y jugaba con los dos niños de Cristina. Hacía regalos a los niños y los sacaba a los tres a comer fuera una vez a la semana. Pagaba a Cristina un pequeño alquiler, dormían en habitaciones separadas y él no deseaba volver a tener relaciones íntimas con ella, pero Cristina aún le quería y deseaba una relación estable con él. Cuando él le dejó claro que eso nunca ocurriría, ella le pidió que se mudara.

David ya no ha vuelto a ver a los chicos. Consideraba que había saldado todas las deudas que tenía con Cristina y no volvió a sentir la necesidad de acercarse por allí.

Ante la amenaza de perder los servicios de una mujer, cuando una mujer echa de repente a un hombre negligente y poco atento, éste le promete amor eterno y compromiso, y hasta le dice que se casará con ella y que quiere tener hijos con ella. Le dirá lo que haga falta para volver a tener la comida en la mesa, ropa limpia y sexo o para echar a un rival. Afortunadamente para los hombres, la mayoría de mujeres se creen lo que les dicen. La moraleja para las mujeres es disfrutar del discurso pero sin creérselo todo.

La Historia cuenta que Sir Walter Raleigh cubrió un charco con su magnífico abrigo nuevo para que una mujer pudiera atravesarlo. ¿Por qué? Porque había estado quince meses en el mar y necesitaba sexo desesperadamente. Ningún hombre en su sano juicio hubiera hecho eso con su carísima chaqueta.

Los hombres no piensan en las relaciones

Al principio, Dios creó la Tierra y luego descansó.

Entonces Dios creó al hombre y descansó.

Después Dios creó a la mujer.

Y desde entonces, ni Dios ni el hombre han descansado.

Tal como exponíamos en Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas, la mayoría de cerebros masculinos sienten atracción por todo lo relacionado con las dotes de «caza», el sexo y la orientación espacial. Las revistas que compran los hombres reflejan claramente estos gustos: Hobby Consolas, Viajar, Solo Moto, Sport Life, PC Actual, Man, FHM, Playboy y cualquier revista con fotos de mujeres ligeras de ropa. Las revistas para hombres jamás incluirían artículos como:

«Cómo planear el día de tu boda».

«Cómo mantener la fidelidad de una mujer».

«Cómo escoger el vestuario adecuado».

«Cómo encontrar a tu media naranja».

Las revistas masculinas publican artículos como:

«Cómo ganar montañas de dinero».

«Cómo conseguir unos abdominales perfectos».

«Cómo ser un semental en la cama».

«Cómo tener sexo con muchas mujeres».

Las mujeres leen sobre lo relacionado con la gente y las relaciones: Hola!, Clara, Cosmopolitan, Elle, Glamour, Marie Claire, Woman, Vogue y Telva. Pero de los millares de libros sobre relaciones que se encuentran en las estanterías de las librerías, no hay casi ninguno sobre lo que piensan las mujeres, porque a los hombres no suele interesarles. Los hombres sólo quieren que les alimenten, les amen, les den sexo y les dejen en paz. Son pocos los libros sobre relaciones que tocan este tema, porque la mayor parte de libros de autoayuda están escritos por mujeres y más del 90% de sus lectores son mujeres. La razón principal por la cual la mayoría de hombres no son buenos a la hora de construir relaciones con las mujeres es que no piensan demasiado en ello y, cuando lo hacen, suelen imaginarse niños chillando, escasez de dinero, calvicie, broncas, barriga y monogamia eterna.

El mando a distancia perfecto para hombres.

La mayoría de hombres, y especialmente los más jóvenes, interpretan secretamente una relación como algo que les impide aprovechar el sinfín de oportunidades que se les pueden presentar. Si Tommy Lee se hubiera comprometido con la primera fan que le bajó los calzoncillos, jamás se hubiera pegado un revolcón con Pamela Anderson, Heather Locklear y otras muchas rubias despampanantes. Y aunque, en realidad, estas oportunidades sólo se presenten a menos del 1% de los hombres, ninguno de ellos quiere dinamitar sus puentes, por si acaso. Así es como piensa la mayoría de hombres. «Hasta que la muerte nos separe» es un concepto que les asusta.

Lo que los hombres quieren que las mujeres sepan n.º 43

‘Sí’ y ‘No’ son respuestas perfectamente aceptables para casi todas las preguntas.

Cómo descodificar el lenguaje masculino

Los hombres tienen un repertorio de frases estándar que utilizan para convencer a las mujeres para que les presten los cuatro servicios básicos, especialmente sexo. He aquí las diez frases estrella de los hombres y sus traducciones:

1. «Eres bonita/preciosa/despampanante».

«Tienes un rostro despejado y simétrico, que indica que podrías llevar a buen puerto mis genes. Practiquemos el sexo».

2. «Estás magnífica esta noche».

«Quiero tener sexo contigo lo antes posible».

3. «Vamos a ser amigos».

«No me gustas o ya no me interesas. Espero que no me llames ni me mandes cuarenta mensajes al día para saber dónde estoy».

4. ¡Qué sexy estás con ese traje!

«Ese vestido te resalta las curvas y los pechos. El conjunto me revoluciona los circuitos y las neuronas y quiero tener sexo contigo ahora mismo».

5. ¿Quieres pasar a tomar un café?

«Estoy medio borracho. Vamos a practicar el sexo como monos sin luces encendidas que resalten los defectos que puedas tener».

6. «Déjame invitarte a una copa».

«Deja que desate tus inhibiciones con el alcohol y puede que así tengamos sexo». La versión avanzada es: «Tómate otra».

7. «No puedo quedarme hasta tarde: mañana tengo que levantarme muy temprano».

«Gracias por el sexo. ¡Me largo!».

8. «Quiero una relación abierta y sincera».

«Si luego va mal, esta frase me permitirá decir: “Bueno, ya te dije que sería sincero contigo”».

9. «Te llamo/busco cuando cierre la discoteca».

«Si no tengo suerte esta noche, tendré sexo contigo».

10. «No eres tú… Soy yo».

«Eres tú, o sea que largo».

Por cómicas que parezcan estas frases, el problema es que las mujeres quieren creer que hay algo de verdad en ellas y la mayoría animan a los hombres a utilizarlas. Por tanto, pocas son las mujeres que descubren enseguida si un hombre es o no un serio candidato para una relación a largo plazo. Si las mujeres descodificaran estas frases tal como realmente son, podrían separar mejor el grano del trigo.

Los hombres se fijan en el valor reproductivo

Los hombres prehistóricos priorizaban a las mujeres que fueran capaces de alumbrar la mayor cantidad de hijos posible, y esta cualidad se podía determinar según dos factores visibles: la juventud y la salud. Cuanto más joven es una mujer, más hijos es capaz de engendrar. El valor reproductivo de una mujer es elevado a los 20 años, medio a los 30, bajo a los 40 y nulo a los 50. Por eso los hombres de nuestro tiempo han heredado de sus antepasados el gusto por las mujeres más jóvenes —a causa de su mayor valor reproductivo—. Éste es también el motivo por el que cuanto más joven es una mujer, más elevado es el riesgo de que sufra una violación. Las estadísticas indican que en EE. UU., el 85% de las víctimas de violación tienen menos de 36 años, y esta circunstancia está directamente relacionada con el valor reproductivo de la mujer.

A escala universal, todos los hombres prefieren que sus esposas tengan entre dos y cuatro años menos que ellos, y cuanto mayor se hace un hombre, más joven prefiere a su esposa. En un estudio sobre las edades preferidas de las mujeres para los hombres, los profesores universitarios Kenrick y Keefe descubrieron que los hombres de 20 años prefieren a las mujeres de 18, los varones de 35 prefieren a las mujeres de 30, los de 48 a las mujeres de 37 y los que tienen más de 50 desean una mujer que tenga al menos veinte años menos que ellos.

Al parecer, los hombres entienden instintivamente la relación existente entre los recursos y la capacidad de atraer a mujeres más jóvenes. El etnólogo alemán Karl Grammer analizó un servicio de citas por ordenador en el que participaban 2638 hombres y mujeres y descubrió que cuanto mayores eran los ingresos de los hombres, más jóvenes eran las mujeres que buscaban. Por ejemplo, descubrió que un hombre que ganaba 10 000 a al mes quería una mujer entre cinco y quince años más joven que él, mientras que si ganaba 1000 a al mes quería una mujer hasta cinco años más joven que él. Cada 1000 a mensuales más se traducían en una reducción de un año en la edad ideal de la mujer para él[4]. Dicho de otro modo, los hombres son conscientes de que cuanto mayores sean sus recursos, más cantidad de parejas pueden atraer y con mayor valor reproductivo. Si un hombre está dispuesto a dedicar todos sus recursos a una mujer en concreto, también aumentan sus opciones de conseguir una pareja de gran calidad, ya que las mujeres deseables pueden exigir aquello que quieren: el compromiso a largo plazo de un hombre.

¿Quiere esto decir que una mujer de más de 50 años sin ningún valor reproductivo está condenada a quedarse sola? No, significa que, igual que las mujeres jóvenes, una mujer mayor necesita conservar un aspecto atractivo si quiere continuar activa en el juego del cortejo. Las revistas femeninas están llenas de artículos sobre mujeres maduras y sobre cómo pueden mantener un aspecto juvenil. Lo que atrae a los hombres de cualquier edad es el aspecto juvenil que se obtiene cuidándose, y no el hecho de poder tener hijos. Piense en Joan Collins, Cher, Ivana Trump o Madonna.

Lo que los hombres quieren que las mujeres sepan n.º 22

Si algo que hemos dicho se puede interpretar de dos maneras y una de ellas os hace sentir tristes o enfadadas, queríamos decir lo otro.

Ninguna de estas preferencias masculinas parecerá justa, sensible, políticamente correcta o razonable a las mujeres, pero son la realidad, independientemente de si nos gusta o no. Comprender el origen de las preferencias masculinas y percatarse de que forman parte del mecanismo de su cerebro, ayuda a hacer más comprensible la conducta de los hombres y, por lo tanto, facilita el trato con ellos.

Yendo al grano

Lista a largo plazo de los hombres

Ésta es la relación de características que buscan los hombres en las relaciones a largo plazo:

  1. Personalidad
  2. Atractivo
  3. Cerebro
  4. Humor
  5. Buen cuerpo

Si la compara con la siguiente lista de preferencias de la mujer para una pareja a largo plazo, se dará cuenta de que es muy similar a la de los hombres, y que la personalidad ocupa el primer lugar en ambas. La principal diferencia es que las mujeres quieren un hombre sensible, mientras que los hombres prefieren que una mujer tenga buen aspecto.

Lista a largo plazo de las mujeres

Ésta es la relación de características que buscan las mujeres en las relaciones a largo plazo:

  1. Personalidad
  2. Humor
  3. Sensibilidad
  4. Cerebro
  5. Buen cuerpo

Las mujeres primitivas nunca contaron con una lista tan extensa porque solamente necesitaban un hombre con la suficiente motivación para conseguir alimentos y repeler a los agresores. El hombre primitivo no necesitaba ser divertido, jugar al ajedrez o entender los sentimientos de una mujer para impresionarla. Las mujeres primitivas también tenían muchas menos dificultades para encontrar una pareja que las del siglo XXI, dado que el maquillaje, los sujetadores de diseño o la cirugía estética no estaban a su alcance. Las reglas de juego de nuestros antepasados eran mucho más equilibradas para todos.

Hay un detalle que la mayoría de mujeres desconocen: los hombres tienen dos listas a la hora de encontrar pareja; la mayoría de mujeres sólo tiene una. Una mujer sigue los criterios de la mencionada lista de evaluación tanto si busca una pareja a largo plazo como si persigue una relación breve. Sin embargo, los hombres tienen una lista a largo plazo y otra para las relaciones a corto plazo o esporádicas.

La lista a corto plazo de los hombres

Ésta es su lista a corto plazo:

  1. Atractivo
  2. Buen cuerpo
  3. Pechos
  4. Trasero
  5. Personalidad

Como puede comprobar, la lista se basa ampliamente en aspectos visuales que provocan actividad hormonal en el hipotálamo y la amígdala cerebral, por lo que la lista a corto plazo de los hombres se basa en el deseo. David Buss enumeró 67 características nombradas por hombres y mujeres que resultaban deseables en una pareja ocasional. Entre ellas se contaban la lealtad, la sociabilidad, la honradez, la riqueza, la amabilidad, la inteligencia, el carisma, la buena formación, la generosidad, la responsabilidad y la capacidad de cooperación. Se percató de que los hombres valoraban espectacularmente menos que las mujeres estas características en una pareja ocasional. A los hombres también les molestaban significativamente menos en una pareja puntual las características negativas tales como la promiscuidad, el alcoholismo, la mala educación, la bisexualidad o el acoso psicológico. Sin embargo, los hombres valoraban estas características como manifiestamente negativas en una pareja a largo plazo. En las relaciones a largo plazo, los hombres se mostraban interesados por la capacidad de compromiso y el atractivo físico, mientras que entre las características indeseables incluían el vello excesivo y la baja apetencia sexual. En una relación a corto plazo, los hombres valoraban como altamente indeseable que la mujer les pidiera compromiso, pero consideraban muy importante esta misma característica en una pareja a largo plazo o con vistas al matrimonio. Incluso puntuaban mejor una amante ocasional casada que una soltera, porque era más improbable que una mujer casada les exigiera compromiso.

La lista a corto plazo de un hombre es la que entra en acción en los locales nocturnos, los pubs, los bares, la playa, el gimnasio y allá donde va. Se trata básicamente de una lista física porque, tal como demuestran los escáneres cerebrales, los hombres son muy visuales y lo primero que centra su atención es la cara y el cuerpo de una mujer. Esta lista a corto plazo es la que las mujeres tratan de satisfacer la mayor parte del tiempo. Nos guste o no, sin embargo, esto es lo que los hombres buscan en una pareja de una noche o en una relación a corto plazo, no en una relación estable. Una mujer que constantemente se viste como una prostituta trata de cumplir los criterios de esta lista. Las minifaldas, las blusas muy escotadas, el maquillaje excesivo y el comportamiento vulgar son respuestas a la lista a corto plazo masculina. Éste es el motivo por el que las mujeres que se presentan de este modo pasan mucho tiempo en relaciones breves con hombres. Si desea atraer a un hombre a una relación a largo plazo, una mujer debe estudiar su lista a largo plazo y vestirse y actuar acorde con ella, a la vez que debe saber cuándo actuar según su lista a corto plazo para conservar su atención inmediata.

Revelaciones de la sección de contactos

La sección de anuncios breves de contactos, en los que la gente busca pareja, destaca claramente la diferencia de prioridades entre hombres y mujeres. Los hombres se anuncian entre tres y cuatro veces más que las mujeres buscando una pareja físicamente agraciada y atractiva, mientras que las mujeres tienen los recursos como objetivo principal, es decir, un hombre que como mínimo tenga trabajo, coche y vivienda.

El psicólogo Mark Mason del Nene College de Northampton, analizó 2200 anuncios de contactos para determinar qué se pide más en ellos y qué anuncios son los más eficientes para obtener respuesta. La fórmula que halló consistía en hablar el 70% sobre uno mismo y el 30% sobre lo que se desea.

El siguiente anuncio ha demostrado ser efectivo para los hombres que se anuncian como disponibles para una relación:

Hombre, 28 años, buenos ingresos, sincero, auténtico y divertido busca mujer joven, atractiva y cariñosa para relación estable.

Funciona porque ofrece a las lectoras lo que ellas desean (recursos) y pide lo que desea él (juventud y salud, lo que equivale a valor reproductivo).

Contraste este anuncio con las peticiones típicas de una mujer, también extraídas de un anuncio de la sección de contactos que funciona muy bien:

Mujer, atractiva, delgada, cariñosa y sensible, busca hombre de altos ingresos con sentido del humor, independiente y sincero para relación estable.

En este anuncio, la mujer ofrece activos físicos y cuidados a cambio de recursos.

Cualquier debate sobre lo que realmente quieren los hombres y las mujeres levanta, inevitablemente, las protestas airadas de algunos, e invoca historias sobre alguien a quien conocen que se anunció de un modo diferente y pese a ello se las apañó bien. Conviene tener presente que en este libro hablamos sobre los principios básicos que son efectivos para la mayoría de gente, y no sobre minorías o excepciones.

Por qué el atractivo ha cobrado tanta importancia

Un estudio intergeneracional sobre las parejas realizado a lo largo de un período de cincuenta años e iniciado en 1940 investigó los criterios de hombres y mujeres a la hora de encontrar pareja. En cada intervalo de diez años analizado, los hombres consideraban que el atractivo era muy importante en una mujer, mientras las mujeres opinaban que era algo deseable en una pareja, pero no muy importante. Llegados a 1990, tanto los hombres como las mujeres concedían un 50% de importancia al atractivo físico, y esta cifra se elevaba al 65% más para los hombres de 2008 que para el mismo grupo encuestado en 1940. Esto se debe a que a finales del siglo XX la globalización era más marcada y el abanico de parejas potenciales era más amplio, sumado al hecho de que los medios de comunicación de todo el mundo se obsesionaron con las imágenes de hombres y mujeres perfectos. Estos resultados también ponen de relieve que la importancia que otorgamos al atractivo no es algo marcado en nuestros genes de modo permanente, sino que es una característica que podemos alterar para adaptarnos a las circunstancias. Desgraciadamente, pese a todo, actualmente somos más exigentes con la perfección que nuestros antepasados.

El estudio también demuestra que se trata de un fenómeno humano que no está limitado geográficamente. Los hombres lituanos desean atractivo físico, igual que los griegos, los islandeses, los chinos, los marroquíes, los esquimales y los zulúes. La predilección de los hombres por las parejas físicamente atractivas lleva operativa cientos de miles de años, y esta preferencia masculina es la responsable absoluta del surgimiento de las industrias multimillonarias de la cirugía plástica y los cosméticos. Estos sectores comprenden qué tipo de señales disparan la actividad hormonal en el cerebro masculino, por lo que sus productos y servicios prometen otorgar ese tipo de señales a las mujeres para que puedan atraer a los hombres.

Una mujer está de pie, desnuda, mirándose al espejo del dormitorio. Como no le gusta lo que ve, le dice a su marido:

—Me siento fatal. Me veo vieja, gorda y fea. Necesito un cumplido ahora mismo.

El marido contesta:

—Tienes una vista absolutamente genial.

Y entonces empieza la bronca….

Los hombres también buscan el atractivo en la mujer porque quieren un escaparate visible de su capacidad de controlar recursos. Una mujer atractiva agarrada del brazo de un hombre se considera un testimonio de su habilidad para conseguir recursos. Ésta es la explicación de la figura de la «mujer trofeo». Una pareja femenina atractiva se puede comparar a una obra de arte cara, los coches deportivos, los relojes de oro y los títulos honorarios, por lo que el atractivo de ese hombre también aumenta de cara a otras mujeres potenciales. La investigación del doctor Buss llevó a descubrir que, independientemente de la cultura a la que se pertenezca, una pareja poco atractiva disminuye el estatus social de un hombre, pero la situación contraria tiene entre poco y nulo impacto en el estatus de una mujer, aunque su pareja parezca Mike Tyson en un mal día. Si el hombre tiene dinero, poder y recursos, se le considera una buena captura aunque tenga forma de manzana y parezca que le ha pasado un autobús por encima de la cara.

Qué significa «atractivo»

Atractivo significa que una mujer ha invertido tiempo y cuidados para dar a sus activos el mejor aspecto posible y minimizar sus defectos. Una mujer atractiva siempre se presenta con buen aspecto, y cabe recordar que lo primero que estimula a los hombres es lo que ven, no la realidad. El atractivo físico de una mujer está directamente relacionado con su estado de salud, motivo por el cual los hombres siempre han primado el aspecto físico de la mujer. Cuando una mujer mayor se viste bien y se maquilla, se la puede describir como una mujer atractiva, pero en realidad está imitando la apariencia y los rasgos de una mujer más joven y capaz de engendrar hijos. La mayoría de mujeres entienden este concepto y las industrias involucradas en la cosmética, la pérdida de peso, la ropa y la conducta les prometen que podrán cumplir con estos criterios masculinos.

El psicólogo Paul Rozin llevó a cabo un experimento en el cual preguntó a hombres y mujeres cómo percibían que debía ser la figura femenina ideal. Les mostró imágenes de cuerpos femeninos que iban desde extremadamente delgados a extremadamente gruesos. Todas las mujeres sin excepción elegían los cuerpos más delgados como los más atractivos y como «aquéllos a los que me gustaría parecerme». Los hombres, sin embargo, consideraban que las mujeres con un cuerpo normal eran las más deseables en términos de atractivo. Esta situación pone de manifiesto que las mujeres modernas creen equivocadamente que los hombres desean a las mujeres más delgadas. En general, las mujeres prefieren a las mujeres de medidas entre medias y algo superiores a la media con silueta de reloj de arena. Más adelante examinaremos el porqué.

Es interesante observar que el profesor Donald Symons, del Departamento de Antropología de la Universidad de California, en Santa Barbara, fue uno de los primeros en constatar que en una sociedad donde el alimento es abundante, como en EE. UU., los hombres se sienten atraídos por las mujeres más delgadas, mientras que en los países donde la comida escasea, los hombres prefieren las mujeres más rechonchas. Comprobó que la percepción mental de la comida era más importante que el alimento en sí mismo.

Una hoja del Amazonas

Las mujeres de algunas tribus del Amazonas y de África llaman la atención de los hombres dejando sus pechos al descubierto y llevando una especie de cinturón tipo tanga que pasa entre los labios de la vagina y entre las nalgas. Las mujeres del mundo civilizado se escandalizarían ante esta estrategia, pero en realidad esta táctica no dista mucho de la empleada por las mujeres «civilizadas» para atraer a sus hombres. Las mujeres modernas se ponen maquillaje para mostrar una piel perfecta y sana, máscara para que sus párpados parezcan más largos, pintalabios para imitar la irrigación sanguínea de los labios, se tiñen el pelo de rubio para simular ser más jóvenes y poseer un nivel de estrógenos mayor, se someten a cirugía estética para que sus rostros parezcan más jóvenes y tersos como la piel de un bebé y llevan sujetadores que realzan sus pechos, minifaldas, medias de nylon, tacones altos y se aplican Botox en la cara —todo ello herramientas de consumo diseñadas para satisfacer las preferencias masculinas respecto a las mujeres jóvenes y sanas—. Como ya hemos dicho, esto también explica por qué los hombres se enamoran más deprisa que las mujeres —los rasgos visuales son instantáneos.

Con esto no queremos decir que no haya que hacer este tipo de cosas; simplemente explicamos por qué las hacemos.

Lo que los hombres buscan en la belleza

Los animales no poseen el concepto de belleza. Ningún perro, gato o elefante se ha extasiado jamás ante la belleza de una puesta de sol, un Monet o una cascada. No existen los monos, los gatos o los caballos feos. En el mundo animal, el atractivo y la belleza funcionan a un nivel muy simple —si está en celo, está buenísima.

El modo como calibramos la belleza en todo aquello que nos rodea, sin embargo, es una herencia de nuestros antepasados. Un cuadro o una imagen nos resultan atractivos cuando imitan cosas del mundo en el que evolucionaron nuestros antepasados —agua, animales, tiempo, conflicto y refugio.

A la vuelta de una revisión, Juana, de 45 años, dice a su marido:

—El médico dice que tengo los pechos de una joven de veinte años.

El marido contesta:

—¿Te ha dicho algo de un culo caído de cuarenta y cinco?

—No, no hemos hablado de ti.

Los hombres también consideran que la belleza física de una mujer también da pistas sobre su capacidad reproductiva. Entre estos rasgos indicadores se cuentan la piel tersa, el cabello sano y brillante, un buen tono muscular, los ojos claros y los altos niveles de energía. Éstas son todas las características que prometen otorgar los productos de maquillaje, los champús, los acondicionadores, las cremas y las esponjas faciales. Este tipo de rasgos indican juventud y salud, lo cual equivale a valor reproductivo. Desde el punto de vista de la evolución, las mujeres jóvenes y sanas podían producir más descendencia, lo cual concedía a un hombre mayores opciones de que su linaje genético sobreviviera. Consecuentemente, las mujeres que exhiben una gran higiene se consideran universalmente más atractivas, mientras las que tienen una apariencia sucia se consideran poco atractivas a escala universal porque la suciedad está directamente relacionada con la enfermedad y, por lo tanto, con una menor posibilidad de supervivencia de sus hijos.

El profesor Randy Thornhill, un biólogo evolucionista de la Universidad de Nuevo México, dirigió un experimento en el que pidió a hombres y mujeres que puntuaran el atractivo de los rostros femeninos que aparecían en unas fotos. Cuanto más viejo era el rostro de la mujer, menor puntuación obtenía por parte de ambos sexos, y los observadores varones le otorgaban una puntuación significativamente menor que las mujeres. Esto demuestra que las mujeres también comprenden instintivamente el funcionamiento de este principio, lo cual explica la popularidad de los liftings.

Nuestro concurso de belleza universal

El mundo se ha convertido en un enorme concurso de belleza entre todas las mujeres y entre prácticamente todas las culturas. Actualmente se invierte más dinero en belleza femenina que en cualquier momento de la historia. La belleza femenina ocupa las portadas de revistas femeninas actuales en el 94% de los casos, en comparación con sólo el 18% de la década de 1940, cuando los temas principales eran la ropa, la comida y los consejos prácticos para el hogar. Actualmente, en EE. UU., los ingresos generados por las industrias de la cirugía estética, la cosmética y los productos dietéticos superan los cien mil millones de dólares anuales. La industria cosmética no inventó la imagen de las mujeres que los hombres desean; simplemente la explotó tanto como pudo. Las feministas argumentan que las mujeres que ceden a la industria de la belleza en realidad son tontas ingenuas que se limitan a bailar al ritmo que más complace a los hombres o que se dejan lavar el cerebro por los medios de comunicación. Sin embargo, la realidad es que las industrias de los cosméticos y la cirugía estética han evolucionado simplemente como resultado de la urgencia competitiva de las mujeres por atraer a los hombres. Las mujeres saben instintivamente que hacer este tipo de cosas aumenta las posibilidades de conseguir lo que desean. El problema más preocupante de esta situación es que los medios de comunicación promocionan un nivel de belleza que la mayoría de mujeres no pueden alcanzar. La consecuencia de este hecho es que reduce la autoestima de millones de mujeres, dado que también ignora el resto de características principales que los hombres buscan en una pareja a largo plazo, como la personalidad, el sentido del humor y la inteligencia.

Nuestra reacción ante los rostros atractivos es innata

En el año 2003, Judith Langlois y sus colegas de la Universidad de Texas, en Austin, demostraron con su investigación que la respuesta humana a los rostros atractivos es innata, y no algo aprendido a través de la cultura o de la educación, como se pensaba anteriormente. Mostró fotografías de personas con distintos grados de atractivo a bebés de entre ocho y doce semanas y a un segundo grupo de entre seis y ocho meses y descubrió que ambos grupos pasaban más tiempo mirando las caras atractivas y menos con los rostros poco agraciados. En un segundo experimento, dejó jugar a bebés de un año con muñecas que presentaban un abanico de rostros, desde atractivos a feos, y comprobó que los bebés jugaban más tiempo con las muñecas más atractivas y les sonreían más a menudo.

Cuando un hombre mira a una modelo desnuda del Playboy, no se pregunta si sabrá cocinar o tocar el piano, ni si tendrá una personalidad maravillosa.

Es interesante apuntar que estudios interculturales también han descubierto que existe una fórmula universal de la belleza. Es decir, que prácticamente todo el mundo coincide en lo que es un rostro bello y lo que no. En Por qué los hombres mienten y las mujeres lloran comentamos que cuanto más simétrica es la cara de una mujer, es decir, cuanto más se parece una mitad a la otra, más atractiva resulta. A medida que una persona envejece, su rostro pasa a ser menos simétrico, motivo por el cual los rostros jóvenes son más atractivos.

Lo que pone a los hombres — la proporción del 70% caderas-cintura

Hemos mencionado esta proporción varias veces debido al significado que tiene para los hombres. Los hombres están programados para buscar esta proporción (la silueta de reloj de arena) y se ha demostrado que las mujeres que la poseen son las más fértiles y las que tienen más posibilidades de concepción. Esta proporción se utiliza en casi todos los anuncios en los que una mujer trata de vender un producto a hombres. Por otra parte, esta proporción atrae a los hombres aunque a una mujer le sobre peso. Lo que cuenta es la proporción del 70%, no el peso en sí. Esto se debe a que una proporción del 70% entre las caderas y la cintura marca una mayor fertilidad en una mujer, y un mayor volumen de grasa corporal —almacenado principalmente en el trasero y los muslos— es un indicador de que una mujer puede amamantar bien a un bebé.

Muchos hombres creen que cuanto más grandes son los pechos de una mujer, menos inteligente es ella. En realidad, cuanto más grandes son, menos inteligentes se vuelven ellos.

En general, a los hombres les gustan las partes del cuerpo femenino porque son lo contrario a las suyas. Donde ella tiene curvas, él tiene ángulos. Donde ella tiene la carne suave, él la tiene dura. Así pues, en lo que respecta a las diferencias físicas, los opuestos se atraen sin duda.

Lo que no pone a los hombres de las mujeres

Una mujer que se queja constantemente sobre lo que ella considera que son imperfecciones de su cuerpo acaba con la libido de la mayoría de hombres. Por ejemplo:

«Tengo los muslos demasiado gruesos».

«Tengo el trasero demasiado grande».

«Tengo demasiada celulitis».

«Soy demasiado gorda/alta/baja».

«Tengo el pelo demasiado fino/oscuro/revuelto».

«Se me ven mucho las arrugas».

«Tengo los pechos demasiado pequeños/caídos/torcidos».

«Odio mis estrías/mi barriga».

Cuando un hombre está con una mujer, generalmente se siente motivado por sus características físicas más destacables y está ciego a sus imperfecciones. Si va a tomar algo o a cenar con ella, trata de ser romántico y la corteja, generalmente la dopamina y otras hormonas le tienen tan drogado que cualquier defecto que ella puede creer que tiene deja de existir para él.

Los hombres son criaturas muy primarias cuando se trata de las mujeres. Lo que desencanta a muchos hombres no es el tamaño o la forma del cuerpo de una mujer; es el tamaño de la inseguridad de la mujer sobre cómo percibe ella su propio cuerpo. Un estudio australiano llevado a cabo en 2008 entre mujeres de 13 a 28 años demuestra que el 86% de ellas se mostraban descontentas con su aspecto y se plantearían cualquier opción, incluida la cirugía, para cambiar las cosas. Los hombres de hoy en día están cansados de escucharlo y simplemente ha dejado de importarles. Cuando un hombre está caliente, sus estrías son suaves y sexys, sus grandes muslos son hermosos y su cabello revuelto es perfecto, pero una mujer que se queja de sus defectos no le resulta atractiva. Es así de simple.

Elecciones físicas de gays y lesbianas

Elizabeth Hill, profesora adjunta de psicología en la Universidad de Detroit, en Mercy, y su colega William Jankowiak pidieron a hombres y mujeres heterosexuales y homosexuales que puntuaran el atractivo físico de una serie de fotografías de personas. Descubrieron que los hombres homosexuales y los heterosexuales presentaban unos resultados prácticamente idénticos en cuanto a que priorizaban la juventud y el aspecto físico de sus parejas potenciales. Las mujeres heterosexuales y homosexuales, por su parte, daban poca importancia a la juventud a la hora de valorar su atractivo. En su análisis de anuncios de contactos publicados en revistas, Hill y Jankowiak descubrieron que los hombres y las mujeres heterosexuales y los gays coincidían en que exactamente una de cada tres pedía una foto de sus parejas potenciales, mientras que sólo una de cada ocho lesbianas solicitaba una. A la hora de exponer los activos físicos en los anuncios, tales como el peso, la altura, el color de los ojos, la complexión y el estado de forma, tres de cada cuatro hombres tanto heterosexuales como homosexuales los incluía en su presentación y una de cada cinco mujeres se describía de este modo. Sólo una de cada catorce lesbianas ofrecía esta información.

En otro estudio, Blumstein y Schwartz analizaron a 12 000 parejas, entre las que había 969 parejas de gays y 788 de lesbianas, y descubrieron que estos criterios continuaban siendo consistentes en las relaciones estables. Observaron que el 57% de los gays y el 59% de los hombres heterosexuales consideraban que era importante que sus parejas tuvieran una apariencia sexy, comparado con el 35% de lesbianas y el 31% de las mujeres heterosexuales. La conclusión es que los gays y los hombres heterosexuales comparten los mismos gustos por la pareja; la única diferencia estriba en el sexo de la misma.

Cómo se han transformado los gobiernos en el nuevo marido

La castidad y la fidelidad de las mujeres están directamente relacionadas con su dependencia de los recursos de un hombre. En los países donde los gobiernos ofrecen programas de bienestar social sólidos para las mujeres abandonadas, como ocurre en el Reino Unido, Australia o Suecia, las mujeres dependen menos de los recursos del hombre porque el gobierno se ha ocupado de desempeñar ese papel —es decir, estos gobiernos las abastecen de recursos—. Éste es uno de los principales motivos por el que los índices de sexo premarital o extramarital son exacerbados en los países con un alto nivel de bienestar social, y también explica por qué el sexo fuera del matrimonio es tan infrecuente en los países que proporcionan poca ayuda social, como en el caso de China o India. En estos lugares, los hombres tienen los recursos y las mujeres no quieren perderlos.

Andrés va a la oficina de la Seguridad Social para pedir una pensión de vejez. La mujer del mostrador le pide el carné de conducir para comprobar su edad, pero como se ha dejado la cartera en casa, dice a la mujer que tendrá que ir a casa y volver más tarde.

Entonces la mujer dice:

—Desabróchese la camisa.

El hombre se abre la camisa y deja al descubierto el pelo blanco y rizado del pecho.

—El pelo blanco de su pecho me parece una prueba suficiente —dice la mujer, y le tramita la solicitud.

Al llegar a casa, el hombre cuenta a su mujer lo sucedido.

—Te tendrías que haber bajado los pantalones —dice la mujer—. A lo mejor también te hubieran declarado discapacitado.

Resumen

Casi todos los estudios efectuados a lo largo de los últimos sesenta años orientados a discernir lo que desean los hombres llegan a la misma conclusión que han alcanzado los pintores, poetas y escritores de los últimos seis mil años: el aspecto y el cuerpo de una mujer, y lo que puede conseguir con eso son aspectos que a los hombres les resultan más atractivos que su inteligencia o sus virtudes. Y todo ello a pesar de la época políticamente correcta en la que vivimos. El hombre del siglo XXI busca en una mujer lo mismo que sus antepasados: los rasgos que indican la capacidad de transmitir sus genes y de alimentarlo a él y a su descendencia. En una pareja a corto plazo busca salud, juventud y disponibilidad. Sin embargo, en una pareja a largo plazo, da prioridad a la personalidad, el sentido del humor, la inteligencia y una actitud atenta.

Desafortunadamente, en una semana típica, un hombre corriente se ve expuesto a más de quinientos imágenes de mujeres «perfectas» aparecidas en revistas, periódicos, carteles publicitarios y la televisión. La mayoría de estas imágenes son el resultado del maquillaje y la tecnología, como el bronceado con aerógrafo, el retoque informático o los efectos de iluminación especiales. Sólo muestran personas reales en contadas ocasiones.

Lo que de verdad quieren las mujeres:

Que las quieran y las respeten, que confíen en ellas, que las necesiten, las mimen, las halaguen, las abracen, les digan piropos, las apoyen, las consuelen, las hechicen, las protejan y las adoren.

Lo que de verdad quieren los hombres:

Entradas para la final.

Por último, llegados al sexo, ¿qué quieren los hombres realmente? La respuesta es: todo. En cualquier momento, en cualquier lugar y prácticamente bajo cualquier circunstancia. Una mujer puede encontrar una pareja para el sexo en cualquier momento porque ella es la propietaria del óvulo. Los hombres, por su parte, evolucionaron como seres obligados a competir por el sexo con otros varones, y en tiempos ancestrales actuaban impulsados por el objetivo último de propagar sus genes apareándose con tantas hembras como les fuera posible. Éste es el motivo por el que los hombres se convirtieron en oportunistas sexuales. La mujer de hoy en día todavía necesita un motivo para hacer el amor; el hombre de hoy en día sólo necesita un lugar. Ahora veamos lo que hombres y mujeres esperan de las relaciones breves y el sexo ocasional.

  • Aunque no sean conscientes de ello, los hombres buscan mujeres que puedan prestarles servicios: sexo, cuidados, cocina, capacidad de alumbrar, etc.
  • Los hombres responden a estímulos visuales. Nos guste o no, el aspecto es importante para los hombres.
  • Los hombres de hoy en día, al igual que sus antepasados, buscan en una mujer juventud, fertilidad y salud, esto es, señales que indican que puede perpetuar sus genes.
  • Lo peor para la libido de un hombre es una mujer insegura con su cuerpo.