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Lo que de verdad quieren las mujeres

Sin darse cuenta, muchas madres educan a sus hijos para que sean unos novios y maridos desastrosos. El niño aprende que su madre le querrá independientemente de lo que haga o deje de hacer. La madre le enseña que no hace falta que recoja la ropa o le pregunte qué tal le ha ido el día. El hijo no tiene la obligación de invitarla a cenar; ni siquiera de hablarle con respeto. Su madre le está demostrando que, con una mujer, el amor puede ir en una sola dirección y que nadie espera que él haga nada por ella para que siga siendo feliz. Por eso, cuando remite el torrente de hormonas asociadas a una nueva relación (algo inevitable), se desvanece el romanticismo, desaparece la pasión y disminuye el sexo. Como no tenía que estar demostrando continuamente a su madre que la quería, porque ella ya lo sabía, el hombre no entiende por qué esa mujer que acaba de llegar a su vida necesita pruebas constantes de ese amor. El momento en el que se hace patente que ese nuevo amor ha aceptado el papel de madre es cuando empieza a lavarle la ropa, a decirle lo que tiene que comer y a incordiarle con lo que no está consiguiendo en su vida. Y a ningún hombre se le pasa por la cabeza tener sexo con su madre. Hay que entender que el único momento en el que una mujer puede cambiar a un hombre es cuando todavía es un bebé.

Cuando una mujer trata de cambiar a un hombre, asume el papel de su madre, y ella le obligaba a comer espinacas y hacer los deberes.

Los cambios en las necesidades de las mujeres

Las mujeres de hoy en día esperan de una relación mucho más de lo que sus antecesoras podían haber llegado a imaginar. Para demostrar cuánto han cambiado las cosas, aquí tenemos unas líneas sobre sexo extraídas de un libro de texto titulado Home Economics [Economía doméstica], que fue escrito en 1963 por una mujer e iba dirigido a mujeres jóvenes:

Cuando os retiréis al dormitorio, preparaos para la cama lo más rápido posible. Si bien la higiene femenina es de vital importancia, vuestro marido cansado no quiere tener que esperar para ir al baño a hacer sus necesidades. Pero recordad que tenéis que iros a la cama con el mejor de los aspectos. Tratad de encontrar un punto atractivo pero sin ser demasiado obvio. Si os tenéis que aplicar cremas faciales o rulos, esperad a que él se haya dormido, porque ver eso a última hora de la noche le puede resultar impactante. Cuando exista la posibilidad de mantener relaciones íntimas, es importante recordar vuestros votos matrimoniales y, en concreto, vuestro compromiso de obedecerle.

Si a él le apetece dormirse de inmediato, que así sea. En todo, guiaos por los deseos de vuestro esposo; no le presionéis de ningún modo para provocar relaciones íntimas. Si vuestro marido os sugiere acción, consentid humildemente sin olvidar que la satisfacción del hombre es más importante que la de la mujer. Cuando alcance su momento de satisfacción, un pequeño gemido vuestro bastará para contentarle y revelar cualquier placer que hayáis podido sentir. Si vuestro esposo os sugiere alguna práctica de lo más inusual, sed obedientes y no os quejéis; canalizad vuestras reticencias guardando silencio.

Es posible que vuestro esposo se duerma rápidamente después del acto, de modo que aprovechad para arroparlo, asearos y aplicaros la mascarilla de noche y los productos capilares. Después, podéis poner el despertador para poder levantaros un poco antes que él por la mañana. Así podréis tenerle su taza de té a punto cuando él se levante.

Al leer esto, algunos hombres desearían volver a esos tiempos. De hecho, algunos hombres piensan que el texto que hemos leído es justo y razonable. Sin embargo, las mujeres del siglo XXI buscan más cosas en una relación que sus antepasadas, porque las circunstancias de entonces eran distintas. Aunque las mujeres de hoy en día aún se rigen por sus preferencias ancestrales predeterminadas en lo que se refiere a los hombres, han evolucionado dejando atrás las características que definían a sus predecesoras. Sus cerebros continúan anclados en el pasado, pero ahora la sociedad moderna les permite y les exige tomar decisiones y opciones de las que las generaciones precedentes no tuvieron que preocuparse.

Las madres siguen diciendo a sus hijas que lleven ropa limpia y mudas sin manchas ni agujeros, por si tuvieran algún accidente. ¿Es que las madres se creen que sus hijas llegarán inconscientes al hospital y el personal las desnudará y se reirá de sus mudas?.

Mamá me dijo: «Vete de compras»

En la década de 1950, el 60% de las mujeres perdía su virginidad con el hombre con el que estaba comprometida o casada. Hoy, ese porcentaje es de sólo un 1%. Una de cada cinco mujeres nacidas en Occidente o Europa a partir de 1960 no tiene hijos —antes de 1960, las mujeres que podían concebir lo hacían, pues no habían demasiados anticonceptivos disponibles— y, en China, más de dos millones de mujeres se separan cada año. Hoy, es tan probable que una veinteañera lleve un condón como un pintalabios en el bolso. Actualmente, las mujeres que buscan sexo suelen hacerlo para alimentar su autoestima.

En EE. UU., el 42% de mujeres con un sueldo elevado no tienen hijos, y el 14% dice que no quiere tenerlos.

Al llegar a los treinta años, la mayoría de mujeres ya han tenido como mínimo tres parejas sexuales. Estas mujeres utilizaron el tiempo entre los veinte y los treinta para descubrirse a sí mismas, en lugar de sentar cabeza y formar una familia. La mayoría de revistas femeninas retan a las veinteañeras con preguntas sobre su sexualidad y sus técnicas. Rara es la revista femenina que no incluya las palabras «sexo» u «orgasmo» en su portada, y ahora también hay máquinas de preservativos en los servicios de mujeres. Sin embargo, las series televisivas aún presentan a un matrimonio con seis hijos, sugiriendo que el matrimonio es la validación del amor y el romanticismo. El dilema ante el que se encuentran las mujeres de hoy en día es que la mayoría de hombres a penas han cambiado y se parecen a los hombres representados en el cine y la televisión. Muchos hombres aún muestran actitudes y valores similares a los de sus padres y abuelos, y no están dispuestos a abandonar su cómodo entorno masculino ocupado por el trabajo y los deportes.

El mensaje que los medios de comunicación hacen llegar a las jóvenes de hoy en día es que participar en lo que antes se denominaba promiscuidad está bien, pero, al mismo tiempo, esas mujeres están demostrando interés, o hasta obsesión, por las relaciones permanentes y nunca parecen cansarse de las noticias sobre parejas de famosos como la Spice Pija y David Beckham, o Brad Pitt y Angelina Jolie.

Lo único que quieren las chicas es diversión

A pesar de todo, las mujeres que están liderando la revolución sexual actual no son veinteañeras: son cuarentonas. Tienen una carrera profesional que consolidaron cuando eran treintañeras y suelen tener hijos mayores e independientes. Muchas mujeres han decidido que ya no necesitan seguir casadas y que estar atrapadas en relaciones aburridas y sin amor no es para ellas.

Para muchas mujeres, el matrimonio ya no es para toda la vida. La vida es demasiado larga. El matrimonio es para disfrutar del amor.

El matrimonio tradicional ofrecía a las mujeres un estatus social y un nivel de seguridad, porque, hasta la década de 1970, la mayoría de familias tenían a la cabeza un hombre que se ganaba el pan y, así, la mujer recibía un beneficio económico. El matrimonio tradicional ya no aporta estas cosas a las mujeres, porque hoy en día ellas pueden tener sus propios recursos y conseguir un estatus por sí mismas. Por eso el matrimonio puede acabar de un día para otro.

En EE. UU., un tercio de las mujeres ganan más dinero que sus maridos.

Además de las nuevas circunstancias sociales en las que están sumergidas las mujeres actuales, comprender cómo evolucionaron sus antepasadas puede darles una amplia perspectiva de cómo piensan, reaccionan y valoran sus relaciones las mujeres de hoy en día. Las mujeres siempre ponen el amor por encima de cualquier otra cosa de la vida y miden su éxito y valía por la solidez de sus relaciones. Los hombres, por su parte, miden su éxito y valía por sus logros y hazañas. En el pasado, las mujeres evolucionaron como cuidadoras y amantes de los hombres porque necesitaban la seguridad que ellos les ofrecían en lo referente a comida, protección y supervivencia. Éste era el intercambio básico. La mujer que no podía conseguir un hombre que la amara podía ser expulsada de la caverna y quedar a merced de enemigos y animales salvajes. Las mujeres amaban y alimentaban a sus hijos y así sacaban adelante a la siguiente generación de portadores de genes. Algunos hombres no volvían de las cacerías o las guerras, y las mujeres tenían que dar y recibir amor de otras mujeres; necesitaban un grupo de apoyo para sobrevivir.

Durante cientos de miles de años, éste fue su modo de vida y, en términos evolutivos, esta situación ha cambiado de un día para otro. Por primera vez, la introducción de la píldora anticonceptiva permitía a la mujer escoger entre trabajar o tener hijos. El movimiento feminista de la década de 1960 dio a la mujer la oportunidad de pensar y actuar independientemente para tomar sus propias decisiones. La lucha por la igualdad de oportunidades de las décadas de 1980 y 1990 colocó a las mujeres en nuevas posiciones de poder e influencia. Sin embargo, la mente de la mujer independiente y autosuficiente del siglo XXI todavía carga con los impulsos primitivos de querer a un hombre que la haga sentir segura y completa. Este impulso primitivo siembra la inseguridad, las dudas y el sentimiento de culpa en la mujer de la nueva era, pero ella no tiene la menor idea de cuál es la causa. Y ahí es precisamente donde reside el problema: para que el circuito predeterminado del cerebro de la mujer evolucionara hasta dar las respuestas que da hoy en día ha tenido que pasar cerca de un millón de años, pero los cambios en la posición que ocupa en el mundo se han producido en poco más de cincuenta años. Ahora la biología femenina no casa con su entorno.

El hombre con éxito es el que puede ganar más dinero del que su mujer pueda gastar. La mujer con éxito es la que encuentra a ese hombre.

La verdad sobre lo que las mujeres quieren

Finalmente, los investigadores han descubierto las cosas que realmente quieren las mujeres de sus hombres, cosas que no siempre son las que dicen querer las mujeres de hoy en día. Lo que la mujer del siglo XXI quiere realmente de los hombres es básicamente lo mismo que querían sus antepasadas de los suyos: buenas dotes de caza y los recursos necesarios para que las alimenten y las protejan, a ellas y a sus hijos. En definitiva, las mujeres de hoy quieren hombres con dinero, cultura, sentido del humor, posición y autoridad, síntomas todos ellos que hablan de unos buenos recursos. Por eso las mujeres se sienten atraídas por hombres ambiciosos, inteligentes, trabajadores, motivados y respetados por los demás.

Las mujeres de hoy quieren exactamente lo mismo que han querido siempre: recursos.

Antiguamente, las mujeres querían hombres que fueran altos, más mayores que ellas, con torsos esculpidos y coordinación física; características que ponían de relieve su habilidad para cazar y protegerlas. Incluso en nuestro supuestamente igualitario y políticamente correcto siglo XXI, las mujeres siguen prefiriendo a los hombres con pechos y hombros desarrollados (aunque tampoco demasiado, porque podría ser muestra de egoísmo o hedonismo masculino), y unos abdominales de tableta de chocolate siempre dan puntos. Todo esto sería útil para perseguir y cazar un búfalo salvaje o para trajinar grandes pesos o matar arañas, pero son vastamente irrelevantes en la vida diaria de los hombres del siglo XXI.

La atracción femenina hacia esos atributos físicos demuestra que su circuito predeterminado cerebral todavía persigue las mismas cosas que perseguían las mujeres primitivas. En otras palabras, las mujeres quieren hombres con recursos. Y lo que es más: las mujeres se sentirán atraídas por los hombres que compartan esos recursos con ella y con sus hijos.

No es sólo cosa de monos

En 2009 se descubrió que otras hembras del orden de los primates también se inclinan por los machos que comparten sus recursos. Cristina Gomes y su colega Christophe Boesch del Instituto Max Planck Institute de Antropología Evolutiva, estudiaron a los chimpancés del Parque Nacional de Tai, en Costa de Marfil, y constataron que los chimpancés hacen «tratos» en los que intercambian comida por sexo. Observaron a los chimpancés machos durante la caza y monitorizaron las veces que copulaban. Los machos que compartían la carne con hembras que no estaban «en celo» se aparearon el doble de veces con ellas. Eso incrementaba las posibilidades de fertilizar a las hembras y éstas ingerían más alimentos. La doctora Gomes sostenía que este estudio revelaba por fin la relación entre las buenas dotes de caza y el éxito reproductivo entre los primates. [Referencia de prensa: (Journal reference: PLoS One DOI: 10.1371/journal.pone.0005116)]

Pero la mujer necesita tiempo para evaluar si un hombre tiene o no esos recursos. Puede necesitar tres citas, tres semanas o tres meses. Por eso las mujeres se enamoran más lentamente que los hombres, pero, a causa de sus altos niveles de oxitoxinas, se enamoran más profundamente. Olvidémonos del concepto del hombre metrosexual que va a la peluquería, se hace la manicura, llora con Titanic y disfruta hablando sin parar de su vida sentimental. Ese hombre será un gran amigo, pero no da la talla como pareja estable de por vida. El fondo de la cuestión es que las mujeres quieren hombres que puedan aportar recursos.

La mujer actual sigue queriendo un hombre que la pueda mantener y proteger. En otras palabras: que tenga recursos.

Tener recursos es el criterio principal para medir el atractivo de un hombre y la preferencia motivadora femenina más antigua y poderosa de todas. Es en las mujeres algo tan poderoso como su miedo innato a las serpientes y las alturas.

El doctor David Buss, profesor de psicología de la Universidad de Texas, dirige el área de Psicología Evolutiva y Diferencias Individuales. En su revolucionario trabajo sobre el emparejamiento humano, llevó a cabo el examen intercultural de las preferencias de pareja más extenso del mundo al recoger las respuestas de 10 047 personas de 37 culturas. Tomó referencias de culturas modernas y primitivas y de culturas que se regían por el socialismo, el comunismo, el capitalismo, la monogamia, la poligamia y las creencias religiosas. Constató que en todas partes las mujeres valoraban el doble que los hombres los recursos de la pareja. Su estudio confirmó lo que han mostrado todos los demás tests desde 1930: las mujeres valoran las posibilidades económicas del hombre dos veces más que los hombres las de las mujeres.

Las mujeres siempre han tenido la necesidad de identificar indicios sobre los recursos de un hombre o su potencial para adquirirlos. Buss también realizó el mismo test a 1491 norteamericanos y halló los mismos resultados que en los tests realizados en la década de 1930: las mujeres valoran los recursos del hombre. Nosotros estudiamos 1295 anuncios de las columnas de contactos de revistas y periódicos y constatamos que las mujeres anotaban los recursos como requisito deseable de la pareja once veces más que los hombres. Mientras que los hombres pedían salud y juventud a las mujeres, ellas buscaban recursos y «sinceridad», lo que se traduce en dedicación de sus recursos a ella.

Las que se sienten atraídas por los hombres con una elevada posición es porque el estatus es un signo claro de la habilidad del hombre para controlar sus recursos. Por eso es tan común ver a un campeón del boxeo con la cara hecha un mapa rodeado de mujeres jóvenes y atractivas. Tampoco es necesario que sean mujeres inteligentes, basta con que sean jóvenes y atractivas, es decir, potencialmente buenas portadoras de genes. Piense en Hugh Hefner (propietario de Playboy), en la Mansión de Playboy.

Todas las investigaciones realizadas en el campo de las preferencias masculinas y femeninas en la selección de pareja muestran que las mujeres conceden una alta puntuación al estatus, el prestigio, el poder, la posición y las perspectivas económicas del hombre, mientras que el hombre da una puntuación muy baja a estos atributos cuando se trata de encontrar pareja[2]. Las mujeres consideran que son unas características muy deseables en una pareja a largo plazo, pero no lo son tanto en una pareja sexual ocasional. Estos estudios también constataron que las mujeres dan un gran valor a la cultura como indicador de recursos, validando así el viejo cliché que defendía que las mujeres prefieren casarse con médicos y abogados. En otras palabras, piensan que ahora no tienen recursos, pero los tendrán pronto. Buss descubrió que las mujeres de todas las culturas valoraban los recursos de una pareja potencial mucho más que los hombres. Era un 38% más importante para las mujeres alemanas, un 63% para las taiwanesas y un 87% para las indias.

Las mujeres buscan recursos, los hombres no.

En todas partes, las mujeres se quejan poque hay pocos buenos partidos disponibles. Sin embargo, en las cafeterías, restaurantes, discotecas, clubs y edificios de oficinas, trabajan hombres solteros que resultan invisibles a los ojos de éstas. Eso se debe a que la idea femenina de un «buen partido» es un hombre soltero con los recursos suficientes (o el potencial para conseguirlos) para mantenerla a ella y a sus hijos, y pocas son las mujeres que creen que pueden encontrar a ese hombre sirviéndoles un café en la cafetería, de modo que tienden a no fijarse en este tipo de hombre.

Las mujeres suelen ser ciegas a los hombres con trabajos mal remunerados.

Los hombres ricos provocan más orgasmos a las mujeres

En 2008, el psicólogo evolutivo Thomas Pollett de la Universidad de Newcastle y su colega, el profesor Daniel Nettle realizaron un estudio que descubrió que el placer que obtienen las mujeres al hacer el amor está directamente relacionado con la cuenta bancaria y los recursos de su pareja. Constataron que cuanto más rico es el hombre, más orgasmos experimenta su pareja. Pollett y Nettle entrevistaron a 1534 mujeres chinas con pareja masculina y analizaron en profundidad los cuestionarios sobre su vida personal, incluyendo preguntas sobre su vida sexual, ingresos y otros factores.

Constataron que 121 de estas mujeres (7,9%) siempre llegan al orgasmo durante el acto, 408 de ellas (26,6%) llegaban a menudo, 762 (49,7%) llegaban algunas veces y 243 (15,8%) llegaban en pocas ocasiones o nunca. Estas cifras se aproximan mucho a las reveladas por mujeres de países europeos y occidentales. También descubrieron que la frecuencia del orgasmo femenino solía aumentar dependiendo de los ingresos o riqueza de su pareja. Si bien había otros aspectos que también afectaban al índice de orgasmos, el dinero era el más poderoso.

Cuantos más ingresos y recursos tenga un hombre, más frecuentes serán los orgasmos de la mujer.

Estos hallazgos se corresponden con lo que expusimos en El lenguaje del cuerpo. En él tratábamos el índice de orgasmos femeninos en relación con la simetría y el atractivo del cuerpo masculino, y el estudio de Pollet-Nettle muestra que los recursos de un hombre son incluso más poderosos que su aspecto. Pollett, Nettle y David Buss creían que los orgasmos femeninos evolucionaron para permitir que la mujer se ligara emocionalmente a hombres de alta calidad dejando patente al hombre que está sexualmente muy satisfecha y que, por tanto, es poco probable que vaya a buscar sexo con otros hombres. De este modo, él tendría que invertir en ella y en sus hijos. El fondo de la cuestión es que los hombres con más recursos son las parejas más deseadas y hacen que las mujeres experimenten un mayor número de orgasmos.

Las cinco cosas que las mujeres quieren de los hombres

Las mujeres siempre han querido hombres con recursos o con el potencial para poder conseguirlos, de modo que han desarrollado estrategias no sólo para evaluar si un hombre puede conseguir esos recursos sino para saber si los compartirá con ellas. Básicamente lo que las mujeres han desarrollado es una lista mental de comportamientos que muestran que un hombre puede estar dispuesto a compartir sus recursos con ella. Los hombres son los únicos machos que comparten sus recursos con las mujeres. Las demás hembras de primate tienen que buscarse su propia comida y protección.

Los biólogos y psicólogos evolutivos que estudian las estrategias de emparejamiento de los humanos han descubierto que las mujeres de todas partes del mundo suelen coincidir en unas cuantas características importantes que desean de sus hombres. He aquí las cinco cosas que más suelen pedir las mujeres de un hombre:

  1. Amor
  2. Fidelidad
  3. Ternura
  4. Compromiso
  5. Cultura e inteligencia

1. Amor

Si observamos los elementos de la lista, veremos que todos complementan lo que las mujeres definen como «amor». Una mujer quiere sentir cada día que la quieren y la adoran, y necesita que el hombre se lo demuestre con palabras y hechos. La lista favorita de las cosas que a las mujeres les gusta escuchar incluyen un «te quiero», dicho de todas las maneras posibles, como por ejemplo, «qué bonita eres», «has cocinado un menú magnífico», «lo has hecho muy bien» o una llamada inesperada de él para decirle que está pensando en ella. Mostrar aprecio por cualquier cosa que la mujer haga en la casa también se descodifica como una expresión de amor, y el amor implica que el hombre compartirá sus recursos con ella. En caso de divorcio, las mujeres suelen decir que los hombres se creen que las tienen seguras y jamás muestran ningún aprecio por los esfuerzos que ellas hacen en casa. Eso es porque el hombre siente que el esfuerzo que él realiza para ser el principal sostén de la familia (como la mayoría de los hombres), arreglar lo que se rompe en la casa, solucionar problemas o cambiar bombillas ya es prueba suficiente de su aprecio y amor.

Las mujeres creen que si un hombre realmente ama a una mujer, tendría que demostrárselo a diario con palabras y hechos. Las mujeres quieren una demostración diaria de amor. He aquí un concepto complicado para los hombres, porque ellos demuestran su amor «haciendo cosas» por ella. El hombre segará el césped, pintará la casa, le arreglará el coche, la llevará al cine, irá a trabajar y pagará la hipoteca. El cerebro masculino está organizado para medir su propia valía y contribución de acuerdo con lo que hace o consigue, no por lo que dice o siente.

Anoche, cuando llegué a casa, mi mujer me pidió que la llevara a algún sitio caro.

La llevé a una gasolinera y empezó la discusión.

En Por qué los hombres no se enteran y las mujeres necesitan más zapatos, expusimos que el cerebro femenino está mejor organizado para el lenguaje que el masculino y que, para las mujeres, las palabras son un juego preliminar. Los hombres deben comprender que las mujeres necesitan escuchar palabras de aprecio y amor para creer en su sinceridad, y lo necesitan cada día. Recordar fechas importantes como cumpleaños y aniversarios es también algo muy valorado por las mujeres al medir el amor de un hombre. Que le traigan regalos, aunque sean pequeños, revela a la mujer el amor del hombre —y cuanto más simples, mejor: una flor del jardín y una nota escrita a mano o una tarjeta son los detalles más aclamados—. La clave está en los hechos, y no en el regalo en sí. Sin embargo, la mayoría de hombres creen que los regalos tienen que ser grandes o caros, porque así es como ellos valoran los regalos. Para una mujer, que le regalen una flor del jardín tiene mucha más repercusión que recibir una tostadora eléctrica. Una docena de rosas se podría interpretar como un elemento decorativo para la casa, pero la mente femenina no alberga ninguna duda sobre el significado de una sola rosa.

2. Fidelidad

La fidelidad conlleva la promesa de que el hombre seguirá compartiendo sus recursos con la mujer, pero la definición de infidelidad de una mujer es muy distinta de la de un hombre. A un hombre le preocupa que ella pueda tener sexo con otro hombre, lo que puede comportar que esté invirtiendo su tiempo en criar al hijo de otro. La principal preocupación de una mujer es la conexión emocional entre su hombre y su aventura. Por eso, la primera pregunta que ella siempre hace es: «¿Quieres a esa mujer?». En otras palabras: «¿Le entregarás a ella tus recursos?». El sexo que haya podido tener con ella no es la principal preocupación de la mujer. Si el hombre responde: «No, ha sido sólo sexo», ella difícilmente le creerá, porque una mujer no entiende cómo puede practicarse el sexo con alguien sin haber establecido antes una conexión emocional. Pero, para los hombres, es fácil. Ellos pueden compartimentar la lascivia y el amor en su cerebro de modo que el sexo es sólo sexo y el amor es amor. Para las mujeres, el sexo es igual a amor, lo que equivale a un desvío de los recursos del hombre. Si un hombre dice que será fiel, la mujer entiende que él no compartirá sus recursos con nadie más.

3. Ternura

De acuerdo con la investigación del doctora Buss, la ternura es la tercera cosa más deseada por las mujeres de treinta y dos culturas, porque también simboliza el compromiso. La reproducción es el elemento clave que puede ofrecer una mujer, de modo que escogerá a quién entregarlo, y el amor, la sinceridad, la generosidad y la ternura son sus requisitos previos. Las mujeres primitivas preferían a los hombres generosos y evitaban a los tacaños, porque los generosos les aportarían recursos y protección, a ellas y a sus hijos, aumentando así sus probabilidades de supervivencia.

Las mujeres que cuentan con sus propios recursos, posición y poder siguen buscando a hombres con recursos. Buss constató que casi todas las mujeres, independientemente de la cultura, mostraban gran preferencia por los hombres económicamente pudientes y que las mujeres económicamente pudientes todavía se mostraban más inclinadas a este tipo de hombre porque querían un hombre más fuerte que ellas. Por eso raramente se ve a una mujer rica, poderosa y triunfadora con un perdedor. Sometimos a un cuestionario a 624 mujeres ejecutivas europeas y el 86% dijeron que no les interesaban los hombres con menos éxito que ellas, el 9% dijeron que se lo podrían plantear y el 5% dijeron que eso no importaba.

¿En qué medida se ajustan las estrellas del cine que envejecen y se juntan con hombres mucho más jóvenes que ellas? Suelen ser mujeres triunfadoras y mayores con una serie de hombres más jóvenes y con menos éxito. En primer lugar, desde un punto de vista evolutivo, estas uniones no tienen ningún valor, porque las mujeres no tienen un valor reproductivo, mientras que las de un hombre de 60 años con una mujer de 25 sí lo tienen. Por cada cinco mujeres de 60 años, sólo hay tres hombres de una edad similar disponibles, de modo que las elecciones de las mujeres mayores están más limitadas, porque los hombres mayores prefieren a las mujeres jóvenes, y si es posible, mejor una de 35 que una de 60. Una mujer mayor puede volver a sentirse joven con un amante joven, pero un hombre joven entrará en este tipo de relación por el beneficio que pueda obtener de ella: dinero, poder, fama y notoriedad. En otras palabras, ella tiene recursos (dinero, posición, contactos y poder) y a él le gustaría tener unos cuantos. Esto no quiere decir que una pareja compuesta por una mujer mayor y un hombre joven no pueda durar, algunas lo hacen, pero la mayoría no.

“Regla del amor para los hombres n.º 17

Debe mostrar públicamente preocupación sincera y tristeza por la muerte del gato de su novia, aunque fuera usted quien le prendió fuego en secreto y lo lanzó al ventilador del techo”.

En cambio, la famosa unión entre Anna-Nicole Smith y su multimillonario marido de 87 años sí tenía sentido: él se metió en ella por el glamour y el sexo con una rubia pechugona y ella por el poder el prestigio y los recursos de él. Él le dijo que la amaba y, casándose con ella, le demostró su ternura y le prometió fidelidad. Es muy poco probable que ella se hubiera casado con un hombre de 87 años que cobrara una pensión pública y viviera en un geriátrico. Si ese anciano hubiera tenido algún recurso, probablemente se habría casado con una pensionista de 87 años, principalmente para tener compañía. Lo interesante es que todos los estudios demuestran que los hombres de todas partes del mundo muestran poco interés por la posición económica de las mujeres y es probable que el director general de una empresa se sienta atraído por la misma mujer que el recepcionista. Piense en Bill Clinton y Monica Lewinsky.

4. Compromiso

Un hombre que promete compromiso se compromete a seguir aportando recursos. Las mujeres de todas partes acusan a los hombres de tener fobia al compromiso y huir del amor. Si consideramos qué significa el compromiso desde el punto de vista ancestral de las mujeres, esto tiene mucho sentido. La relación sexual implicaría para ella un compromiso de 10-15 años para dar a luz y criar a un hijo hasta que pudiera valerse por sí mismo. Sin embargo, para un hombre, la misma relación sólo le comportaría la inversión de una pequeña cantidad de tiempo, quizás unos minutos, y después iría en busca de una nueva aventura. Puesto que el hombre está programado para extender sus genes tanto como le sea posible, muchos hombres temen comprometerse con una mujer y sienten pánico ante la idea de una monogamia eterna. Además, muchos hombres comprenden que el compromiso significa compartir sus recursos.

«Quiero que me demuestre su compromiso» es la demanda de la mayoría de mujeres. Una mujer tiene que invertir nueve meses en la gestación de un bebé y al menos cinco años más para criarlo hasta que alcance un nivel básico de independencia para sobrevivir. Comparemos esto con lo que necesita un bebé chimpancé, que puede sobrevivir sólo después de las seis semanas de vida. Por eso, el cerebro de las mujeres está programado para buscar hombres que se comprometan a estar cerca un mínimo de seis años y que participe en la alimentación y protección de madre e hijos. A nivel subconsciente, hombres y mujeres reconocen este fenómeno al que se suele denominar «deseo de siete años». Es perjudicial para la supervivencia del niño que una mujer se empareje con un hombre que la deje embarazada y se vaya o no le ofrezca apoyo. Por eso, las mujeres están programadas para examinar detenidamente qué pude ofrecerles el hombre para criar a su descendencia. Para la mayoría de mujeres, el matrimonio aún es el paso definitivo que un hombre puede hacer para demostrar que se compromete. Por eso para las mujeres la confianza es un factor tan importante en la relación.

Desde un punto de vista biológico, la mujer no quiere que un hombre participe en la procreación y la sustentación del hijo de otra mujer, sino que quiere que dedique todos sus esfuerzos a sus hijos. Por eso la monogamia es un requisito previo a la relación para casi todas las mujeres de las sociedades contemporáneas. Cuando se traiciona la confianza de una mujer, puede resultar muy difícil reparar la relación, y las mujeres que sufren varias rupturas pueden volverse cínicas sobre la confianza que merecen los hombres.

Muchas mujeres jóvenes utilizan ahora la palabra ‘lealtad’ en lugar de ‘monogamia’.

Actualmente resulta más fácil obtener información sobre los recursos actuales o posibles de un hombre, pero si no está preparado para dedicarlos a una mujer y a sus hijos, se considera un impedimento, porque sin el sustento, ella tendrá que arreglárselas sola. El principal criterio que empleará una mujer para medir el potencial de un hombre para comprometerse es… el amor. Como hemos dicho antes, las investigaciones sobre el amor han demostrado que existe en todas las culturas del mundo en las que se han realizado estos estudios. En su estudio, Buss elaboró una lista de 115 «demostraciones de amor» descritas por las mujeres de la muestra. El número uno de la lista era cualquier demostración de amor que implicara compromiso. Se incluía evitar o abandonar relaciones románticas con otras mujeres, hablar de matrimonio e hijos, escuchar los problemas de la mujer, estar a su lado para darle apoyo emocional cuando lo necesitara y hacerle regalos.

La sinceridad es el atributo más buscado por las mujeres en sus anuncios para buscar pareja. Las mujeres piden sinceridad hasta cuatro veces más que los hombres, y el compromiso supone la promesa de recursos.

5. Cultura e inteligencia

Un hombre con un alto nivel cultural e intelectual se considera más capaz de conseguir recursos. Un alto nivel cultural significa la posibilidad de ocupar lugares más cualificados en el trabajo y, por tanto, disponer de más poder, estatus y recursos. Un alto nivel intelectual promete un gran potencial para los mismos objetivos. Si bien las mujeres actuales siguen programadas para sentirse atraídas por hombres con una seguridad económica, también se esfuerzan para conseguir su propia estabilidad económica. En anteriores generaciones, esto ni se planteaba, porque el matrimonio era para siempre y el hombre siempre iba a estar ahí para sustentar a la mujer y a sus hijos. Y como las anteriores generaciones tenían familia numerosa, la mujer también se beneficiaba de una gran red de apoyo. Hoy en día, no existen garantías de que mañana el hombre permanezca al lado de la mujer. Por ejemplo, en Gran Bretaña, el número de familias capitaneadas por una madre sola es del 19,67%, esto es, una de cada cinco familias[3]. Este dato contrasta con el 2,16% de familias con un hombre sólo al frente, de modo que la seguridad económica se ha convertido en un verdadero problema para las mujeres.

Esto no quiere decir que todas las mujeres quieren casarse con millonarios, pero lo que definitivamente no quieren es a un hombre que se dé al juego, tome riesgos innecesarios con el dinero o gaste demasiado en sí mismo. Las generaciones anteriores de mujeres no tenían muchas más salidas aparte de tolerar las imprudencias económicas de sus maridos y «permanecer a su lado», pero las mujeres del siglo XXI consideran que ese comportamiento es irresponsable y lo interpretan como un signo de que el hombre ni las quiere ni las respeta.

Compromiso — Por qué un hombre tiene que regalar a una mujer un anillo impresionante

Cuando un hombre quiere capturar el corazón de una mujer a largo plazo, lo hace con un anillo. Y cuanto más grande y más caro es el anillo, más claro está para ella (y para todas las demás) que el hombre pretende compartir sus recursos con ella. En otras palabras, las mujeres interpretan que, cuanto más espectacular es el anillo, mayor es el compromiso económico del hombre con esa mujer. Incluso si el hombre va corto de recursos, es mejor que pida un préstamo y compre un anillo importante a la mujer que regalarle uno pequeño o insignificante. Éste es un tema que muchos hombres no comprenden. La mujer se mira los anillos a menudo y le recuerdan el compromiso del hombre con ella. Entre amigas, también se miran los anillos para calcular el compromiso de los hombres. Aunque la pareja viva en un hogar modesto y conduzca un coche viejo, el anillo fue comprado específicamente para ella y las mujeres lo ven como una declaración pública del amor y el compromiso de su pareja.

Tomás entendía cómo operaban estos criterios sobre el amor en la mente de una mujer, así que regaló a su esposa unas cuantas joyas impresionantes. Tomás sólo llevaba el anillo de oro de la boda y algún reloj de vez en cuando, porque no le gustaba llevar joyas caras. No sentía la necesidad de utilizar las joyas para reafirmar nada.

El hermano de Tomás, Marc, aplicaba esta misma razón a su esposa Anabel, y raramente le regalaba alguna joya. Cuando lo hacía, solía ser alguna pieza pequeña y mala que había comprado en Tailandia o en algún mercadillo. No se daba cuenta de que su actitud estaba minando la fe de ella en su compromiso con ella, porque sabía que su marido se podía permitir comprarle mejores piezas. Marc también creía que comprar flores a una mujer de forma regular era tirar el dinero a la basura porque las flores se morían a los pocos días. Para su mente lógica masculina, tenía mucho más sentido regalarle una planta con su tiesto porque duraría más. Un día, le compró un tiesto con un rosal. «La flor del amor», le dijo. Además, le dijo que podría cortar esquejes y vender las rosas para sacarse algún dinero. ¡Si hasta podría dedicarse al negocio de las flores! Pero para la mente femenina de Anabel, el hecho de que un ramo de flores muera representa una nueva oportunidad para que Marc le regale otro ramo y le vuelva a demostrar su compromiso con ella.

Ayer, el proctólogo de Marc le retiró el rosal de sus posaderas y le ha dicho que podrá volver a andar en unos días.

Para la mente lógica masculina, una planta es mucho mejor regalo que un ramo de rosas, pero, por eso mismo, ese hombre duerme solo.

Puesto que las demostraciones de amor señalan el compromiso de los recursos, es algo que se sitúa muy arriba en la lista de las mujeres. Casi todos los estudios sobre la importancia del amor como requisito para una relación a largo plazo muestran que, en todo el mundo, entre el 80 y el 90% de las mujeres dicen que necesitan amor para casarse o mantener una relación estable. Un estudio llevado a cabo por Sue Sprecher, coautora de The Handbook of Sexuality and Close Relationships, y sus colegas reveló que el 89% de las mujeres norteamericanas decían que no se casarían con alguien a quien no amaban (un 11% sí lo haría), mientras que el 41% de las mujeres rusas decían que sí se casarían con alguien a quien no amaran. El resultado ruso es significativo porque en Rusia hay escasez de hombres disponibles y puesto que hay muchas mujeres donde escoger, los hombres se sienten menos inclinados a comprometerse. En Kiev, Ucrania, la esperanza de vida media de los hombres en 2009 era de 56 años y por cada hombre de 20 años, había cuatro mujeres disponibles. Caballeros, los billetes a Kiev esperan en su agencia de viajes.

Así pues, nuestro consejo para los hombres: puede escatimar en muchas cosas pero no escatime nunca en una buena joya para una mujer. Si regala un anillo pequeño a una mujer en los inicios de una relación porque no va bien de dinero, cómprele otro más caro tan pronto como le sea posible. Le guste o no, eso puede afectar a su vida amorosa y las demás mujeres se guiarán por ello para juzgar su grado de compromiso. Hemos constatado que las únicas que discutirán este punto son mujeres a las que el hombre regaló joyas baratas o microscópicas y jamás mejoró el regalo.

Las últimas diez cosas que diría una mujer

  1. ¿Podríamos tener una relación más física? Estoy cansada de que sólo seamos amigos.
  2. Vete y deja la tapa subida. Me encanta el tacto frío y húmedo de la porcelana.
  3. Creo que un culo peludo es realmente sexy.
  4. ¡Guau, menudo tufillo!
  5. Por favor, no tires esa camiseta vieja. ¡Los agujeros de las mangas son monísimos!
  6. ¡Ese diamante es demasiado grande! Ah, y ya tengo bastantes zapatos…
  7. ¡Llévate esa tableta de chocolate!
  8. Me da igual que esté de rebajas: 300 a es mucho dinero para un vestido de diseño.
  9. ¿Esto no me hace el culo muy pequeño?
  10. Me voy a dar una vuelta. ¿Por qué no llamas a tu ex?

Siete cosas simples que las mujeres encuentran atractivas en los hombres

Los siguientes siete puntos también forman parte de la lista de criterios que aplican las mujeres para valorar el atractivo de un hombre y aportan indicios sobre la capacidad de un hombre para conseguir recursos. No están en ningún orden concreto, pero una cosa sí es segura: las mujeres se sienten atraídas por hombres que pueden, o podrán, hacer estas cosas.

1. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que las hacen reír

Un hombre con sentido del humor está en la primera posición, o muy cerca, de casi todos los sondeos sobre lo que una mujer encuentra atractivo y se suele mencionar en los anuncios de contactos. Cuando una mujer se ríe, su cerebro ordena al cuerpo que libere endorfinas, una sustancia química similar a la morfina, que hace que la invada una sensación agradable de hormigueo. Las endorfinas es uno de los principales analgésicos naturales del cuerpo; forman parte del sistema inmunitario y nos protegen de las enfermedades. La risa provoca una reducción del estrés de las hormonas, como el cortisol, y también hace disminuir la presión sanguínea, lo que a su vez reduce el riesgo de cardiopatías. Los altos niveles de cortisol suprimen el sistema inmunitario, de modo que hacer disminuir la presencia de esta hormona es beneficioso para la salud.

A nivel subconsciente, las mujeres entienden que un hombre que puede ver la parte buena de la vida resultará beneficioso para su salud, su bienestar general y su supervivencia a largo plazo. Por ello, evitará a los hombres que se muestran constantemente negativos o desgraciados y a los que parecen andar siempre con el agua al cuello. Los hombres también son conscientes del poder del humor y compiten entre ellos para contar los mejores chistes. Saben que el tipo que se gana más risas consigue el mejor estatus, porque el humor atrae a las mujeres.

2. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que se comunican

En lo más alto de todas las listas femeninas se encuentra el hombre dispuesto a escuchar los problemas y sentimientos de la mujer sin interrumpirla ni ofrecerle soluciones. Si usted es hombre, cuéntele algún detalle personal cuando ella le esté contando algo sobre ella. Esta clase de cosas crean compenetración y llevan más rápidamente a la intimidad. Eso no significa que un hombre deba comportarse como una mujer, sino sólo escucharla con empatía y no darle ninguna solución.

Hay dos teorías a la hora de discutir con una mujer. Ninguna de las dos funciona.

3. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que cocinan

Durante cerca de un millón de años, los hombres se han dedicado a cazar para conseguir comida que entregaban a las mujeres. Incluso en el siglo XXI, el hombre que cocina para una mujer remueve los instintos primitivos de la fémina. Por eso, a una mujer, el hecho de que la lleven a cenar le parece muy seductor, aunque no tenga hambre. Es la demostración de que el hombre está dispuesto a suministrarle recursos alimenticios. Si usted es hombre, apúntese hoy mismo a clases de cocina.

4. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que bailan

El único fin del baile es atraer la atención de los demás con una motivación básica: el sexo. Cuando las parejas bailan, se suelen agarrar e imitar los movimientos del otro, tal como hacen las demás especies animales antes de aparearse. Sólo uno de cada ocho hombres viene equipado con un «interruptor de ritmo» en el cerebro que le permite sentir los tiempos y acompañar la melodía con el chasquido de los dedos. Sin embargo, la mayoría de mujeres lo llevan incorporado. Al bailar, el objetivo de la mayor parte de mujeres es atraer la atención de posibles parejas, nada más y nada menos, y cualquier hombre que se atreva a participar será bien recibido y nunca le faltarán citas. Si usted es hombre, inmediatamente después de terminar con las clases de cocina, apúntese a clases de baile.

El baile es la expresión vertical de un deseo horizontal.

George Bernard Shaw

5. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que las hacen sentir seguras

Las mujeres se sienten inseguras sobre tres cosas: su aspecto, su economía y si las quieren o no. Una mujer quiere que le digan que está guapa, que huele bien, que sabe bien y que es suave al tacto. Que el hombre no se percate de que lleva un peinado nuevo o unos zapatos nuevos significa que no se fija en ella. Decirle lo bonita que está y alabar su estilo o su ropa hace que la mujer se sienta sexy y pueda plantearse practicar el sexo. Un hombre que llega tarde o no le cuenta su rutina provoca las sospechas de la mayoría de mujeres, alimentando sus inseguridades. Por eso, un hombre que llama para decir dónde está o que vuelve enseguida o que la echa de menos sofoca los temores de la mujer.

—¿Este vestido me hace el culo gordo? —preguntó ella.

—No —respondió él—. Lo que te hace el culo gordo es la tarta de chocolate”.

6. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres a los que les gustan los niños

La razón por la que una mujer quiere meterse en una relación es formar parte de una unidad en la que se sienta segura, tranquila y cómoda. La capacidad de crear vida es el as en la manga de la mujer, por eso, cualquier hombre que indique que le gustan los niños jugando con ellos, haciendo muecas, siendo simpático o contándoles cuentos a la hora de acostarse tendrá una muy buena puntuación en los rankings de atractivo.

7. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres de aspecto saludable

Las mujeres de todo el mundo valoran muchísimo la buena salud del hombre en su lista de cualidades masculinas deseables. Esto obedece a dos razones: en primer lugar, si el hombre tiene una salud delicada, podría morir pronto o quedar impedido, lo que repercutiría negativamente en sus recursos; en segundo lugar, podría transmitirle alguna enfermedad, a ella o a sus hijos, a través del contacto físico o los genes. Un hombre con buena salud viene con la promesa de una descendencia potencial sana y la disposición de recursos a largo plazo. Las mujeres suelen considerar indicios de una mala salud que el hombre tenga una pobre forma física, y tienen una cruzada contra el mal aliento o unos hábitos de cepillado inadecuados.

La buena salud se puede observar en una buena forma física, una piel limpia y unos altos niveles de energía marcados por unos andares y movimientos rápidos y una actitud enérgica (características también de individuos con un alto estatus). Se considera que los hombres tranquilos y de movimientos lentos viven más años pero se les considera también carentes de motivación y ambición y, por tanto, son pobres candidatos en lo que se refiere a conseguir recursos a largo plazo. Así que si usted es hombre, empiece a ir al gimnasio a entrenarse antes de hacerle la cena a una mujer y salir a bailar con ella.

Por qué las mujeres no quieren un perdedor

Estudios realizados en todo el mundo revelan que los hombres carentes de ambición son del todo indeseables a ojos de las mujeres, y que ellas darán por terminada una relación con un hombre que se vuelva perezoso, pierda su trabajo o no tenga ambición. Por eso, el hombre que trabaja duro y tiene metas profesionales resulta más deseable para la mayoría de mujeres. En cambio, los mismos atributos en una mujer suelen ser irrelevantes para la mayoría de hombres, porque, tal como expondremos en el capítulo siguiente, los hombres ven al sexo opuesto como un contenedor sano para sus genes.

Esto puede hacer que a algunas mujeres les haga pensar que los hombres son fríos e insensibles, pero entender el significado de este concepto da a la mujer mucho margen a la hora de negociar con ellos en el juego del amor.

—¿Nos cambiamos los papeles esta noche? —dice él, entre risitas.

—¡Buena idea —replica ella—. Tú te quedas planchando y yo me siento en el sofá a tirarme pedos!.

Por qué las mujeres siempre querrán recursos

Todas las guerras las comienzan los hombres y la guerra sólo tiene un objetivo: capturar los recursos de los otros. Los recursos se presentan en dos formas: tangibles, como tierra, aceite y ciudades; y reproductivos, es decir, mujeres. A lo largo de la historia, los guerreros han invadido el territorio de otros hombres, les han robado sus propiedades, han acabado con sus vidas y las de sus hijos y han violado o secuestrado a las mujeres. Raramente se han matado mujeres, porque presentaban a los conquistadores la oportunidad perfecta para traspasar sus genes.

La necesidad del hombre moderno de reunir y controlar recursos evolucionó a causa de la preferencia femenina por los hombres que podían controlarlos. Las mujeres suelen criticar a los hombres porque dedican más tiempo e interés a su trabajo que a su familia. Se quejan de que a los hombres les preocupa más echar a los demás hombres del juego para quedarse con el premio que pasar más tiempo en casa con sus familias, pero si las mujeres no prefirieran a los hombres que pueden hacer estas cosas, los hombres de hoy en día no desearían acumular recursos. Los hombres lo hacen porque saben que es lo que las mujeres quieren.

El nuevo símbolo internacional del matrimonio.

Resumen

Las mujeres primitivas examinaban detenidamente los atributos de una posible pareja a largo plazo porque una mala elección podía haberlas llevado a pasar hambre, o sufrir abusos o un abandono. Por consiguiente, éstos son los mismos criterios básicos por los que se rigen las mujeres del siglo XXI en sus elecciones. Las mujeres de hoy en día siguen sin querer ser explotadas, abandonadas o maltratadas. Esto no significa necesariamente que la motivación de todas las mujeres sea el dinero que tiene un hombre, pero lo cierto es que les motivan más los hombres que demuestran tener cualidades para conseguir recursos a largo plazo, como por ejemplo inteligencia, posición social y ambición. Eso no quiere decir que las mujeres acaben siempre con hombres que poseen estas cualidades; significa que los prefieren. Si un hombre no tiene recursos o carece de ambición, la mayoría de mujeres no mostrará interés por él a menos que crean que tiene la capacidad de conseguir esos recursos. O sea que si se trata de un chaval de 22 años sin un céntimo que está estudiando para convertirse en cirujano cerebral, abogado o médico, ella le considerará un buen partido.

La Asociación Norteamericana de Psiquiatría ha publicado un nuevo estudio sobre las mujeres y cómo ven ellas sus traseros, y los resultados son reveladores:

  1. Sólo el 5% de las mujeres encuestadas creían que su trasero era demasiado grande.
  2. Cerca del 12% de las mujeres encuestadas creía que tenía el trasero demasiado pequeño.
  3. El 83% restante dijeron que les daba igual, que le querían, que era un buen hombre y que se hubieran casado con él igualmente.
  • Las mujeres buscan en los hombres las mismas cosas básicas que sus antepasadas: dotes de caza y recursos. Puede que la sociedad haya evolucionado, pero no las necesidades de las mujeres.
  • La pereza y la falta de motivación son las dos cosas que más disgustan a las mujeres, porque significan que el hombre no tiene capacidad para ofrecer recursos.
  • Las mujeres quieren a alguien que les pueda dar sustento, que sea bueno con los niños y que pueda hacer que todos se sientan seguros.