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¿En tu casa o en la mía? Aventuras y engaños

Nicolás y Julia se casaron hace cinco años. Después de su luna de miel, describieron su vida sexual como «absolutamente increíble», y «lo hacían como conejos». Cuando Julia llevaba seis meses de su primer embarazo, las cosas empezaron a torcerse. Ella empezó a verse gorda, desaliñada y poco apetecible, y empezó a evitar el sexo diciendo a su marido que no se encontraba bien, que tenía dolor de cabeza o que «quizá mañana». Julia quería hablar con Nicolás de sus sentimientos y emociones, pero él, como su mente masculina no estaba programada para comprender la importancia de hablar con ella y escucharla, estaba convencido de que lo que ella necesitaba era estar sola. Esto hacía que ella creyera que a él no le importaba y que sólo la trataba como un objeto sexual. En consecuencia, Nicolás se sentía rechazado. Su frustración por la falta de sexo comenzó a convertirse en resentimiento, porque ya no le hacía sentir su masculinidad. Además, percibía los arrebatos emocionales de Julia como ataques personales y ella atribuía el enfado de él a lo gorda y desaliñada que debía de parecerle.

Al nacer el niño, las cosas fueron de mal en peor. Julia estaba constantemente ocupada con el bebé y Nicolás empezó a pensar que ella le estaba castigando y relegándolo a un segundo plano, por detrás del niño que ocupaba el primero. Su desilusión era tan grande que, al poco, empezó a pensar que había pasado a ocupar un distante tercer plano, por detrás del perro. A partir de ahí, Nicolás inició una aventura con Alicia, una chica de la oficina, y Julia le dejó. Ahora Julia vive sola con su hijo. Nicolás se las tiene que arreglar para sacar adelante una nueva vida y mantener económicamente a Julia y a su hijo.

En una relación a largo plazo, la idea de que la pareja pueda tener una aventura es una de las grandes preocupaciones de hombres y mujeres, aunque pocos son los que comprenden realmente las razones por las que empiezan estas historias. La ruptura de Nicolás y Julia ilustra un círculo vicioso que experimentan muchas parejas. Nicolás no entendía que la mujer necesita estar de humor para practicar el sexo, que quiere a un hombre con quien hablar de sus sentimientos y emociones, que la escuche con actitud comprensiva y que la acaricie con ternura; cosas, todas ellas, que no forman parte del básico circuito predeterminado del hombre. En el caso de Julia, los cambios hormonales magnificaron los problemas. Su autoestima se estaba hundiendo porque pensaba que estaba gorda y desaliñada. No entendía que los hombres se expresan emocionalmente a través del sexo y que el cerebro masculino puede separar el amor del sexo. Para los hombres, el amor puede ser amor y el sexo, sólo sexo, aunque a veces se dan a la vez. Por eso, Julia culpaba a Nicolás de ser insensible y poco atento. Él la culpaba a ella de ser frígida y manipularle sexualmente. Pronto esto se convirtió en un hábito: él daba por hecho que ella rechazaría sus intentos y ella daba por hecho que él se mostraría distante y poco atento. La realidad es que él se sentía rechazado y solo, y ella se sentía insegura y nada atractiva. Ella empezó a temer el sexo y evitaba a Nicolás. Él empezó a temer el rechazo y dejó de pedirle sexo. Ninguno de los dos entendió el punto de vista del otro y una relación perfectamente viable llegó a su fin.

¿Qué es una aventura?

En este capítulo, utilizaremos el término «matrimonio» para describir cualquier relación de pareja en la que dos personas están dispuestas a serse fieles. Técnicamente, la pareja ha pasado de la fase de lascivia al amor romántico o el compromiso duradero, y se han producido cambios químicos en el cerebro.

El sexo ocasional tiene mucho que ver con la lascivia. Tal como expusimos en el capítulo 1, cuando hay deseo físico, dos partes del cerebro registran gran actividad: el hipotálamo (impulsos primitivos) y la amígdala (excitación). Cuando hay deseo se segrega mucha dopamina, lo que insta a la producción de testosterona, creando el estímulo sexual. Cuando un devaneo ocasional (lascivia) pasa al siguiente estadio (amor romántico), significa que está empezando una «historia». En las mujeres, el cerebro activa el caudato, haciendo que aumenten sus niveles de testosterona y su apetito sexual.

En los hombres, se activan diversas zonas del cerebro, incluido el córtex visual, y aumentan los niveles de oxitoxina, haciendo que se muestren más dulces y cariñosos. Estas reacciones químicas temporales crean en la pareja la ilusión de que ambos están perfectamente compaginados. La principal diferencia entre los hombres y las mujeres es que los hombres suelen permanecer en la fase de deseo mucho más tiempo que las mujeres, lo que significa que, cuando él todavía está ofuscado por el sexo, ella ya ha pasado al siguiente estadio.

Cuando se pide a los hombres que definan una aventura, tienden a describirla como sexo con o sin implicación emocional, del mismo modo que entienden el sexo casual. Los hombres ven la aventura como un contacto físico, sin que tenga que haber necesariamente una implicación emocional.

Sin embargo, las mujeres, ven las aventuras como algo emocional, implique o no sexo. Son lo que se suele denominar «aventuras amorosas emocionales», y incluyen hablar por teléfono, compartir correos electrónicos personales o escritos íntimos, ir a comer o a tomar café, etcétera. Una aventura emocional es una relación entre dos personas, fuera del matrimonio o el noviazgo, que tiene efecto directo en el nivel de intimidad, la distancia emocional y el equilibrio general de la pareja preexistente. El miembro infiel de la pareja puede pasar cantidades inapropiadas o excesivas de tiempo con alguien del sexo opuesto (o del mismo sexo). Todo esto es tiempo, energía emocional y cuidados que no se dedican a la pareja habitual. Él o ella pueden confiar más en su nuevo «amigo» que en su pareja habitual y compartir más sentimientos íntimos y secretos con él. Este tipo de relación no implica necesariamente una intimidad física al principio, pero es casi inevitable que desemboque en una relación física. Aún así, para la mayoría de mujeres, se trata de una aventura. El sexo sólo acentúa el dolor porque demuestra la profundidad de la aventura emocional.

La mayoría de hombres piensan que, como no se están acostando con otra mujer, no están haciendo nada malo.

El corazón infiel

Un estudio de 2006 demostró que la infidelidad era la causa de divorcio más citada en las 150 culturas estudiadas. Nadie sabe realmente cuántos infieles hay, porque si se miente a la pareja, es probable que tampoco se sea sincero en un cuestionario. Por ejemplo, en 2007, un grupo de investigadores de las universidades de Colorado y Texas A&M analizó a 4884 mujeres casadas con entrevistas personales con un entrevistador y cuestionarios anónimos informatizados. En las entrevistas personales, sólo el 1% de las mujeres confesaron haber sido infieles a sus maridos en el año anterior; en el cuestionario informatizado, más del 6% del mismo grupo admitió que había sido infiel.

Los datos más consistentes sobre la infidelidad proceden del Estudio Social General realizado por la Fundación Nacional de la Ciencia de la Universidad de Chicago, que ha estado estudiando las opiniones y el comportamiento social de los norteamericanos desde 1972. Los datos del estudio revelaron que cerca del 10% de las personas casadas (12% de hombres y 7% de mujeres) dicen cada año que han mantenido relaciones sexuales fuera de su matrimonio. En la mayoría de países occidentales y europeos, se estima que entre el 50% y el 60% de los hombres han sido infieles al menos una vez, y en lugares como Francia y Suecia, el porcentaje se sitúa alrededor del 70-80%. Cerca del 40% de estas aventuras se acaban descubriendo y el resto puede que nunca lleguen a ser descubiertas. Cerca del 40% de mujeres casadas ceden también al baile horizontal, pero sólo se descubren un 15% de estas aventuras. El único lugar del mundo donde las mujeres superan a los hombres en número de aventuras es Francia, donde el 87% de las mujeres admiten tener o haber tenido dos parejas a la vez.

La infidelidad va en alza en todos los grupos de edad. En EE. UU., entre 1998 y 2008, aumentó un 20% entre los hombres de más de 60 años y un 15% entre las mujeres. ¿Por qué las generaciones mayores se dan como nunca a la danza horizontal? Por dos razones: en primer lugar, en este grupo se encuentran los del Baby Boom, que rechazaron la moral victoriana para con el sexo y se niegan a envejecer (ven los 60 años como si fueran 45); en segundo lugar, los mayores de hoy en día tienen cosas que otras generaciones no habían tenido: Viagra, terapias hormonales y soluciones para la disfunción eréctil. El grupo de edad comprendida entre los 40 y los 60 años es el último grupo del Baby Boom y, especialmente las mujeres, se están liberando de las restricciones sexuales de su pasado.

La infidelidad también está creciendo entre los menores de 40 años, hecho que se está viendo potenciado por la fácil disponibilidad del porno en Internet, que está cambiando lo que este grupo considera un comportamiento sexual «normal». Las generaciones anteriores jamás escucharon las palabras «fisting», «coprofilia», «MQMF» o «dar por detrás». En el año 2002, los psicólogos Raymond Bergner y Ana Bridges fueron los primeros en mostrar el gran efecto negativo del porno de Internet en las relaciones estables. Descubrieron que la distancia emocional creada por el porno de Internet y las relaciones sexuales online podía resultar tan dañina para una relación como una infidelidad sexual en la vida real.

Estoy muy deprimido. Mi médico se ha negado a recetarme Viagra.

Me ha dicho que sería como poner un asta de bandera en un edificio en ruinas.

George Burns

El doctor David Schmitt de la Bradley University de Illinois, recogió datos sobre los hábitos sexuales de hombres y mujeres de 48 países del mundo y descubrió que los hombres mojaban más el músculo del amor cuando ya estaban a punto de dejar de ser veinteañeros que en cualquier otro momento. Es el momento en que la testosterona masculina ha llegado a su punto álgido y empieza a disminuir. Las mujeres son más propensas a los devaneos sobre los treinta porque su reloj biológico empieza a indicar que su fertilidad disminuye. Las mujeres alcanzan su cúspide sexual entre los 35 y 40 años, momento en que aumentan sus niveles de testosterona. Con esta estrategia, la Naturaleza está empujando a las mujeres a reproducirse antes de que sea demasiado tarde.

Al analizar los resultados de la mayoría de estudios sobre infidelidad, se puede llegar a la conclusión de que cerca de un 50% de hombres y un 30% de las mujeres han echado una canita al aire sin que su pareja lo supiera al menos en una ocasión. Eso es mucha infidelidad. Sin embargo, hay que hacer hincapié en que estas estadísticas también significan que la mayoría de la gente sigue siendo fiel la mayor parte del tiempo.

Un hombre que tenía seis hijos estaba tan orgulloso de sí mismo que, a pesar de las objeciones de su esposa, empezó a llamarla ‘Madre de seis’. Una noche, en un restaurante, el hombre le gritó a viva voz:

—¿Nos vamos a casa, Madre de seis?

Irritada por la indiscreción, ella también le respondió gritando:

—Cuando quieras Padre de cuatro.

Por qué existen las aventuras

Un sondeo realizado en el Reino Unido a clientes de abogados matrimonialistas reveló las diez principales razones que los hombres alegaban para ir de flor en flor:

  1. Lascivia.
  2. Pérdida de la atracción por su esposa/pareja.
  3. Problemas sexuales: quieren más sexo o más variedad, o sufren adicción al sexo.
  4. Mujer preocupada por la familia y los hijos.
  5. Fuerte seducción de otra mujer.
  6. Falta de seducción potente por parte de su pareja.
  7. La emoción del ligoteo.
  8. Discusiones.
  9. Falta de comunicación de la pareja sobre los problemas.
  10. La propia imagen masculina: atractivo sexual, envejecimiento, hinchar el ego.

En contraposición a esto, lo que busca la mayoría de mujeres se acerca más a una experiencia religiosa. Quieren ser otra persona distinta a la esposa, madre, hija o empleada. Quieren recibir peticiones que no sean: «Llévame el traje a la tintorería», «¿Me has preparado el desayuno?» o «¿Tengo una camisa limpia para la reunión?». Incluso las mujeres que tienen una carrera profesional fuera de casa y se las respeta en su trabajo, se sienten infravaloradas en su propia casa.

Para algunas mujeres, es una forma de llamar la atención de un hombre, de arrastrarlo de nuevo al romanticismo que tuvieron en tiempos pasados, de recordarle que las mujeres son mucho más que simples amas de casa o de pagarle con la misma moneda una infidelidad. Las mujeres también quieren hincharse el ego, quieren sentirse deseadas, imprescindibles, saber que un hombre piensa que vale la pena arriesgarse por ellas, que merecen el tiempo que se dedica a los preliminares, etcétera. Para las mujeres infieles, la fuerza que las domina no es el sexo, sino la búsqueda de alimento emocional.

Los hombres complementan sus matrimonios con sexo extramarital; las mujeres mejoran sus matrimonios con un poco de alimento emocional, que también incluye sexo.

Debbie Then, Women Who Stay With Men Who Stray

Las diez respuestas más repetidas de las mujeres al contestar a por qué tenían una aventura fueron:

  1. Soledad (el problema más común entre las amas de casa).
  2. Imposibilidad de comunicarse con su pareja sobre los problemas.
  3. Que no las hagan sentir lo bastante deseadas.
  4. Falta de atención del marido.
  5. Un marido demasiado abstraído en sí mismo y cargado de complejos.
  6. Falta de romanticismo y excitación en la cama.
  7. Necesidad de escapar de la rutina diaria.
  8. Querer sentirse tan poderosa en la vida personal como en la profesional.
  9. Aburrimiento por la rutina.
  10. La oportunidad apareció en el momento justo.

Puede ocurrir en todos los niveles

Todos hemos visto a gente famosa y poderosa, que parecía tenerlo todo, arriesgarlo todo por un polvo rápido y aparentemente insignificante. Piense en Hugh Grant, el aclamado actor que estaba con una de las mujeres más deseadas del mundo, Elizabeth Hurley. Lo arriesgó todo por una felación con una prostituta en un coche aparcado en una callejuela de mala muerte. Por no hablar del famoso tenista al que cazaron en el cuarto de las escobas de un restaurante japonés dando a una camarera su ración de uramaki sushi.

El mundo se quedó sorprendido de que Bill Clinton, un hombre poderoso que tenía el mundo en sus manos, quisiera usar esas mismas manos con Monica Lewinsky, una mujer del montón. ¿Por qué iba a jugarse la confianza de los norteamericanos un hombre que parecía tenerlo todo por algo tan estúpidamente insignificante? Por contraposición, la mayoría de mujeres reconocidamente aventureras han sido almas solitarias en busca de algo que parecían no encontrar en sus relaciones: Marilyn Monroe, Janis Joplin y Anna-Nicole Smith, por mencionar algunas. Las acciones de toda esta gente no tienen sentido hasta que se comparan con la lista de razones que da la gente para tener una aventura.

Meryl Streep ilustró perfectamente a la mujer común que se desahogaba por ahí en la película Los puentes de Madison. Estaba aburrida y sola, torturada por la gris rutina de su vida, cuando un espíritu libre, encarnado por Clint Eastwood, le ofreció una emocionante alternativa. Ella la aceptó y supo ocultarla a la perfección. Pero cuando Bill Clinton dijo: «Yo no he tenido relaciones sexuales con esa mujer», y apuntó con el dedo a la cámara, todos supimos que estaba hundido. A pesar de que su esposa le concedió el beneficio de la duda, el mundo entero sospechó de su culpabilidad.

Clinton mintió. Un hombre puede olvidar dónde aparca o dónde vive, pero jamás olvida haber tenido sexo oral, por malo que fuera.

Barbara Bush (ex primera dama de los EE.UU.).

Por qué las mujeres tienen menos aventuras que los hombres

El chiste del hombre que se tiene que desabrochar la bragueta para pensar no está tan lejos de la realidad. La mayoría de mujeres tienen la calculadora capacidad de planear con alevosía sus devaneos, mientras que los hombres raramente lo hacen. El principal problema de los hombres es que no son capaces de utilizar la razón en situaciones dominadas por el sexo. La mayoría de hombres no suelen planear una aventura, simplemente ocurre. Las mujeres son mucho más dadas a tener aventuras que llevan tiempo planeando. Con todo, la cantidad de mujeres que tienen aventuras es menor que la de hombres, si bien están aflorando pruebas que demuestran que las mujeres jóvenes se dan más a este tipo de prácticas que las mayores. Michelle Langley, autora de Women’s Infidelity, realizó un estudio de diez años que reveló que las mujeres engañan tanto como los hombres, especialmente las jóvenes. Pero las mujeres son por naturaleza más maternales y cariñosas que los hombres y tienen niveles más bajos de testosterona, la hormona del impulso sexual, y más altos de oxitocina, la «hormona del abrazo», por lo que su impulso hacia el sexo físico es menor. Además, la mayoría de mujeres viven convencidas de que tendrían que ser lo más importante en la vida de su pareja, porque la mujer siempre pone al hombre en la primera posición.

Muchas mujeres sacrificarán sus propias necesidades para respaldar a su hombre, criar a sus hijos, llevarle la casa y serle leal por encima de todo. Para la mayoría, esto también se extiende al sexo y la idea de que otra persona las toque les parece algo impensable. Las más naíf hasta esperan que sus maridos sientan lo mismo. Un cursillo sobre las diferencias entre hombres y mujeres abriría los ojos a las recién casadas y evitaría que muchos matrimonios acabaran en divorcio, que es como actualmente acaban más del 50%. El problema es que el impulso sexual mueve y consume a los hombres desde el mismo momento en que las hormonas estallan en su pubertad y hasta el fin de sus días. Sin embargo, a medida que el hombre envejece, su mente empieza a hacerse montajes que su cuerpo no puede seguir. La imperiosa necesidad puede disminuir con el paso del tiempo, pero, durante la mayor parte de su vida, el cerebro masculino raramente abandona el tema.

El matrimonio tiene su parte buena. Te hace aprender lealtad, abstención, tolerancia, contención y otras valiosas cualidades que no habrías necesitado si siguieras soltero.

Seis mitos comunes sobre los engaños

Mito n.º 1: los infieles son principalmente hombres

Los hombres del baby boom (nacidos antes 1962) engañan el doble que las mujeres de la misma época, pero nuevos estudios revelan que las mujeres veinteañeras y treintañeras tienen aproximadamente el mismo número de aventuras que los hombres de su misma edad. En este grupo, hay más mujeres que trabajan y gozan de independencia económica, por lo que están más dispuestas a asumir riesgos en sus relaciones. El 50% de las aventuras se producen con alguien del trabajo.

Mito n.º 2: el perfil del infiel

Si se dan las circunstancias adecuadas, cualquiera es susceptible de engañar a su pareja. No es nada extraño que alguien acabe metido en una aventura sin haber siquiera considerado la posibilidad de ser infiel. Puede que ni siquiera cuadre con el sistema de valores de la persona, pero, si se presenta la oportunidad en las circunstancias y el momento adecuados, la persona puede verse tentada. Puede que un compañero de trabajo dé el primer paso en una conferencia justo cuando la persona se acaba de pelear con su pareja. Puede que esté estresada y un jardinero potente le eche un cumplido. Mucha gente cree que hay un tipo concreto de persona infiel, idea que les confiere una falsa sensación de seguridad. Si bien hay algunos infieles empedernidos, todo el mundo puede tener una aventura. Para los hombres, las aventuras son una cuestión de oportunidad, pero, para las mujeres, suele ser algo planeado. No se engañe pensando que jamás tendrá una aventura. Piense, en cambio, en situaciones o circunstancias en las que pueda ser susceptible y trate de evitarlas.

Mito n.º 3: la monotonía prolongada conduce a la aventura

Hay más gente que tiene aventuras durante los dos primeros años de matrimonio que en cualquier otro momento. Es el momento en que las mujeres se preguntan si han tomado la decisión correcta o si tendrían que haber escogido a otra persona. Hay que pasar al menos dos años viviendo con una persona para llegar a conocerla. Si un hombre es un infiel empedernido, también puede levantar sospechas en este período inicial. Los infieles recalcitrantes suelen actuar impulsados por una combinación de altos niveles de testosterona y ciertas experiencias durante la infancia, que afectan a su modo de ver las relaciones como adulto.

Mito n.º 4: el hombre se ve abocado a la infidelidad cuando no es feliz en casa

En 2007, Shirley Glass, investigadora de la infidelidad y autora de NOT ‘Just Friends’, descubrió que los que jamás pretendieron ser infieles desarrollaban inconscientemente relaciones profundas y apasionadas antes de darse cuenta de que habían cruzado la línea entre la amistad platónica y el amor romántico. Para los hombres infieles, simplemente se presentó la oportunidad y se abandonaron a las reacciones químicas asociadas a la infidelidad. La doctora Glass constató que las mujeres infieles decían que llevaban cerca de un año emocionalmente alienadas antes de iniciar la aventura. Las mujeres también declaraban que habían ido forjando la aventura en sus mentes durante casi todo ese tiempo.

El trasfondo es que cuanta más distancia emocional hay entre usted y su pareja, mayores son las probabilidades de que alguno tenga una aventura. Lo mejor para evitar las aventuras es hablar abiertamente de su relación de pareja.

Mito n.º 5: esta vez lo haré bien

Los que deciden formar una pareja estable con sus aventuras suelen tomar la decisión de «hacerlo bien esta vez». Los cambios químicos que se producen en el cerebro hacen creer a muchos infieles que vivirán «felices y comerán perdices» por siempre jamás. Las estadísticas demuestran que este caso sólo se da en un 25% de los que se casan con sus amantes (el 75% se acaban divorciando), pero la mayoría de los que se vuelven a casar creen que estarán entre ese 25%. Cuando se tiene una aventura, la gente vive en una especie de mundo onírico de fantasía, donde no tiene que pagar facturas ni limpiar el váter. Para los compradores potenciales, un coche nuevo siempre tiene un olor excitante, pero, después de un año, resulta que habrá que seguir limpiándolo cada semana y haciéndole las revisiones necesarias, y no será más que un coche normal.

Mito n.º 6: cuando tu pareja te engaña, lo sabes

Mucha gente permanece ajena al distanciamiento de su pareja durante algún tiempo porque viven en una relación basada en la confianza de que su pareja le será fiel, y no van buscando indicios. Cuando las señales de la infidelidad se hacen patentes, algunas personas prefieren negarla antes que pasar por el disgusto de destapar una aventura. Las mujeres captan mejor las señales, cosa que explica por qué las mujeres fuerzan más del 80% de las rupturas. En El lenguaje del cuerpo, expusimos que los hombres no son tan perspicaces como las mujeres porque el cerebro masculino no tiene la habilidad de cruzar las señales contradictorias entre el discurso y la acción. Por eso hay tantos hombres que se sorprenden al descubrir que sus mujeres les estaban engañando.

Los nueve tipos de aventura

Si su relación experimenta problemas y no sabe cómo solucionarlos, es usted un candidato a tener una aventura que le pueda ofrecer un escape temporal a sus problemas. He aquí los nueve tipos de aventura que tiene la gente.

1. La aventura «¿Aún tengo algún valor de mercado?».

Puede sentir que su pareja ha perdido el interés por usted o que no pasa demasiado tiempo con usted, o quizá cuando se casó era usted joven e inexperto. Sea como sea, se pregunta qué valor debe de tener en el mercado de la búsqueda de pareja. Siente que le falta algo y echa en cara a su pareja que ignora sus necesidades. Ya no sabe si aún conserva algún atractivo para el sexo opuesto o piensa que se ha perdido algo. Sólo quiere tener esta aventura para confirmar o descartar sus dudas. Si tiene una aventura, lo más probable es que, cuando haya comprobado su valor de mercado, la deje atrás. Si se puede contener la tormenta, las cosas en casa suelen mejorar.

2. La aventura de la crisis de la mediana edad

Ha llegado a la mediana edad y se empieza a plantear el sentido de su vida, si se habrá perdido algo o si habrá malgastado la vida. Los amigos de su edad, o incluso menores, han empezado a enfermar o a morir, y usted está empezando a notar los efectos de la gravedad. Su impulso sexual disminuye. Empieza a vislumbrar el final de su vida en el horizonte y siente la necesidad de hacer algo memorable o grande. Le invade el pánico y quiere hacer alguna «locura» para justificar su existencia. Lo que necesita no es una aventura, sino orientación para saber envejecer y fijarse nuevos objetivos en la vida.

3. La aventura por comparación

Es una aventura común en los primeros años de matrimonio o de relación estable. La persona candidata a este tipo de aventura experimenta molestas dudas sobre si ha tomado o no la decisión correcta. ¿Sería más feliz con otra persona? ¿Desaparecerían los problemas de su actual relación si estuviera con otra persona? Si usted tiene una aventura de este tipo, debe identificar el aspecto concreto de su relación que quiere aclarar y emprender las acciones necesarias para resolver las dudas. Para hacerlo, no necesita ninguna aventura. Si descubre lo que necesitaba saber con su aventura, déjela y vuelva a la vida real.

4. La aventura de la bomba de relojería

Esta aventura empieza cuando usted no quiere enfrentarse a su pareja y decirle que ya no puede más. Ni siquiera está seguro de lo que necesita o de lo que no encuentra en su matrimonio y cree que dinamitándolo todo tendrá la oportunidad de volver a reconstruirlo mejor. Va dejando pruebas por todas partes para que su pareja descubra la aventura, lo que le ahorrará tener que reunir el coraje necesario para dar explicaciones. Usted tampoco necesita tener esta aventura, lo que necesita es sentarse cara a cara con su pareja y poner las cartas sobre la mesa. Enfocar así las cosas resulta menos doloroso y menos costoso que tener una aventura. La aventura del tipo bomba de relojería se suele considerar una salida fácil, pero no lo es.

5. La aventura de compensación

Su pareja le ha engañado y usted se ha tomado la revancha con otra aventura para equilibrar el marcador o demostrar a su pareja lo que se siente. No se ha metido en una aventura para tener una experiencia sexual o emocional; lo ha hecho por despecho. Este tipo de aventura puede provocarle sentimientos de culpa y odio a sí mismo, y es una forma de hacer daño, tanto para usted como para su amante (a menos que sea un hombre, y en tal caso estará contento por el sexo). Si se encuentra que ha entrado en una aventura de este tipo, recuerde que su objetivo era vengarse y no quedar a merced de la maraña emocional del despecho. Busque un asesor personal y aprenda a canalizar su rabia.

6. La aventura del hombro sobre el que llorar

Sabrá que se ha metido en esta aventura cuando pase más tiempo abriendo el corazón a la persona con la que se ha liado que practicando el sexo con ella. De hecho, el sexo, por importante que sea, parece algo casi accidental comparado con el beneficio que obtiene de esta relación: una terapia gratuita. Se siente comprendido por la otra persona y ella le respalda y le anima. Pero usted tampoco necesita esta aventura, lo que necesita es terapia profesional. Sale más a cuenta.

7. La aventura de la mejor oferta

Esta aventura se da o bien cuando su valor de mercado ha aumentado porque ha obtenido un trabajo mejor, ha perdido peso, ha mejorado su aspecto o ha obtenido un título académico, o bien cuando ha disminuido el valor de su pareja porque se ha dejado o se ha relajado con la relación. Cuando se casó, su pareja era la mejor que podía conseguir en ese momento. Ahora es mayor que antes y tiene más experiencia, tiene una amplia perspectiva sobre las relaciones y cree que podría tener algo mejor. En ese caso, hable con su pareja de sus sentimientos contradictorios y fíjense nuevos objetivos para que ambos puedan llegar a tener el mismo valor de mercado. Cada vez que mejora algo en su vida, suele invertir mucho más en su nuevo papel y perder mucho del pasado. Puede que lo que necesite sea un buen lavado de cara para renovar su actual relación.

8. La aventura «no puedo satisfacer mis necesidades».

Su pareja se niega a hacer algo que usted dice que realmente necesita, ya sea un vínculo emocional, hablar de sentimientos, sexo oral, sexo anal, sexo en una montaña rusa o utilizar algo que funciona a pilas. Así que usted lo arriesga todo para conseguir eso en otra parte. Un buen sexólogo puede ayudarle a desarrollar estrategias para solucionar estos temas o puede que realmente su necesidad sea más importante que la relación. En tal caso, lo mejor que puede hacer es marcharse.

9. La aventura involuntaria

Tal como dijimos antes, cuando se da el momento, las circunstancias y el lugar adecuados, casi todo el mundo puede acabar metido en una aventura. En realidad, no acaba de saber cómo se metió en ella, ni por qué, pero ¡qué demonios, es genial! No sabe cómo ponerle fin y le carcomen la angustia y el sentimiento de culpabilidad. Se pregunta por qué lo está haciendo y no encuentra una respuesta. La aventura involuntaria indica que a su relación le faltaba algo y usted o su pareja lo estaban negando. Descubra qué es y abandone la aventura.

Por qué la «aventura perfecta» es sólo una fantasía

No existe la aventura ideal. Tener una aventura implica utilizar mentiras, dar explicaciones y cargar con algún sentimiento de rabia o de culpa. El infiel suele sentirse culpable y, en ocasiones, ofende verbal o físicamente a su pareja. Si usted está teniendo una aventura, respétese a sí mismo y respete a su pareja, pida consejo matrimonial o abandone la aventura.

El asesor matrimonial mandó a la pareja enfrentada al jardín de atrás para que buscaran la mejor manera de resolver sus problemas y se encontraron con un pozo de los deseos. La mujer se inclinó sobre él, le pidió un deseo y lanzó una moneda. El marido también decidió pedir un deseo, pero se inclinó demasiado, cayó al pozo y se ahogó. La mujer se quedó pasmada, pero después sonrió y susurró: ‘¡Funciona!’

Me lo ha dicho un pajarito

La sospecha de que la pareja se está viendo con otra persona puede ser peor que la verdad. Muchas mujeres se lo negarán, mientras que la mayoría de hombres buscarán pruebas y querrán tener la certeza absoluta.

Es muy raro que ocurra lo que sale en la tele: pocas personas son las que descubren que su pareja está teniendo una aventura porque se los encuentra en plena acción. Y eso, a pesar de que una gran mayoría de hombres escogen la cama de su propia casa para echar una canita al aire. A veces, el engañado se entera porque alguien se lo cuenta. A menudo, los amigos de los engañados se enfrentan a la agonía de si deben o no contar que su pareja le está engañando. El síndrome del «no matar al mensajero» es muy real y algunos amigos tienen mucho más que buenas intenciones cuando tiran de la manta. La mayoría de mujeres escogen contarlo, por temor a poder ser también ellas algún día las últimas en saberlo, creyendo que a ellas les gustaría que un amigo se lo contara.

La forma más común de descubrir el engaño es a través de pruebas escritas. Puede ser una factura de hotel situando al infiel donde no debiera haber estado, recibos de regalos o flores que no pueden explicarse, llamadas de teléfono, cargos en la tarjeta de crédito, correos electrónicos o números de teléfono anotados en un papel.

Ocho signos clásicos que delatan al infiel

A falta de pruebas contundentes, amigos charlatanes o el dinero necesario para pagar a un detective privado, existen muchos signos universales que dan pie a empezar a hacer preguntas. Prepárese para la ira que despertará en usted la falta de confianza de su pareja al intentar rebatir sus sospechas, pero prepárese también para las consecuencias que puede traer la respuesta que no quiere escuchar.

Un hombre llegó a casa y se encontró a su mejor amigo y a su esposa en la cama, así que mató a su mujer y dio una reprimenda al perro.

Cuando un hombre o una mujer tienen un nuevo interés amoroso, el aumento de la actividad hormonal en el cerebro provoca cambios en el comportamiento. Pueden ser cambios sutiles en sus hábitos diarios o nuevos hábitos destinados a disfrazar la rutina diaria.

  1. Cambios en la rutina — cualquier cambio en comportamientos que han formado parte de su vida de pareja puede indicar que existe una influencia fuera de casa: un hombre que se empieza a lavar la ropa, un adicto a la tele que se apunta al gimnasio, la pareja deja de llevar el anillo de boda o empieza a cerrar los cajones…
  2. Cambios en el sexo — pueden ser cambios sutiles en la regularidad o el estilo de hacer el amor, pero no deben ignorarse. Si su pareja quiere probar cosas que nunca antes ha hecho con usted, puede que haya alguien más que le está enseñando o empujando a explotar una recién descubierta pasión, sensibilidad o experiencia. También puede producirse una desgana total a la hora de practicar el sexo.
  3. Cambios en el aspecto — dietas, ropa nueva, una ducha nada más llegar a casa, afeitarse dos veces al día, hacerse un nuevo corte de pelo.
  4. Viajes de negocios — un aumento de los viajes, mayor número de noches fuera, no invitar a la pareja a eventos del trabajo, secretismo o vaguedad sobre la agenda, no revelar información del vuelo o el hotel, no estar donde se supone que debe de estar. También puede ser que empiece a quedarse hasta tarde en el trabajo o que sus compañeros de trabajo se sienten incómodos cuando están con usted.
  5. Reacciones nerviosas — cuando suena el teléfono o cuando usted menciona a alguien en concreto de su trabajo. Vigile también si habla en sueños, si tiene cambios bruscos de humor o muestra una actitud más crítica con usted.
  6. Cambios en la conversación — en el caso de un afer en el trabajo, alguien a quien mencionaba de pasada aparece más a menudo en la conversación («He comido con…» o «Hoy he estado hablando con…») o desaparece completamente del mapa. Los hombres suelen repetir las mismas historias, porque olvida a quién las ha contado.
  7. Cambios tecnológicos — empieza a percibir que su pareja prefiere comunicarse con usted por correo electrónico que por teléfono. Cuando le llama, las conversaciones son escuetas, finalizan abruptamente o se producen entre susurros, signos de que puede haber alguien a su lado. Siempre encuentra excusas para salir a la calle con el móvil (por ejemplo, que hay mala cobertura donde están) o va al baño demasiado a menudo y permanece allí demasiado rato. Cuando están juntos, no quiere responder a ciertas llamadas con usted delante. Está siempre en Internet, hasta cuando está con usted, leyendo correos electrónicos, y si usted se acerca, cierra la ventana del explorador inmediatamente. Nunca deja su BlackBerry donde usted pueda verla. Su ordenador y su teléfono tienen nueva contraseña.
  8. Nuevas amistades — tiene amistades nuevas del trabajo que usted no conoce. Se llaman de vez en cuando, pero siempre son llamadas breves: dicen que volverán a llamar o que en ese momento no tienen la información a mano. Si descubre que esas amistades son infieles, puede que se trate de un grupo de infieles que se atraen como imanes.

Los indicios listados suelen observarse más en los hombres que en las mujeres. Las mujeres son más sutiles en el arte de la ocultación y a los hombres se les suele dar peor reconocer los indicios (como detallábamos en El lenguaje del cuerpo). A menudo son pruebas que vería hasta un perro ciego, pero, aún así, muchos hombres siguen sin darse cuenta. Por ejemplo, una retirada completa del afecto por parte de ella, que le sugiera que se marche el fin de semana, que lleve preservativos en el bolso de viaje, distancia emocional y que ella se preocupe por todo menos por él. Las mujeres que están teniendo una aventura suelen suprimir la intimidad y el sexo en el matrimonio, porque la duplicidad se les hace muy dura. La mayoría han evolucionado para tener a un solo hombre en el corazón.

Por razones que ya hemos comentado en este libro, el hombre suele pensar que algo de acción aparte añade un punto picante a su vida sexual en casa y, como el cerebro masculino puede separar el sexo del amor, estar con dos o más mujeres a la vez no le supone ningún problema.

¿Por qué tienen los hombres un cerebro más grande que los perros? Para no agarrarse a las piernas de las mujeres en cualquier fiesta.

Cómo tratar al infiel

La noche en que el príncipe Carlos de Inglaterra concedió su famosa entrevista televisada y admitió su larga historia con Camilla Parker-Bowles estando casado, la princesa Diana se puso su vestido negro más sexy y se exhibió delante de todo el mundo en un acontecimiento social de altos vuelos. No debió de ser nada fácil para ella, pero fue mejor que quedarse sentada en casa con una caja de pañuelos de papel. Ante una traición, los hombres sufren menos porque, en la mayoría de casos, aparecen emociones agresivas, sentimientos de rabia y orgullo herido que perduran. El problema para los hombres es abrirse emocionalmente, hablar con sus amigos y comunicar su dolor y sus miedos.

Por regla general, una mujer pasa por diversas fases distintas, empezando por la rabia y el dolor, aunque los efectos a largo plazo suelen ser mucho más profundos. Tendrá una crisis de confianza y le bajará la autoestima; se aferrará más a sus hijos y notará el peso de tener que mantener a la familia unida sin muchas opciones donde escoger. También es posible que se responsabilice de algún modo de que su pareja se haya fijado en otra mujer. Los efectos secundarios más comunes en las mujeres traicionadas son la depresión y enfermedades físicas, porque los altos niveles de estrés minan su sistema inmunitario y dejan su cuerpo desprotegido ante infecciones y enfermedades. Lo tendrá todo: desde el catarro de sus hijos al dolor de espalda provocado por la tensión y la rigidez que se apoderan de su cuerpo día y noche.

Muchas mujeres culpan a las demás mujeres de la infidelidad de su pareja, lo cual forma parte del síndrome de la negación. No pueden creer que el hombre al que aman y alrededor del cual han construido sus vidas pueda herirlas y abandonarlas así. A menudo las mujeres deciden quedarse después de una reconocida serie de canitas al aire de su marido, muchas incluso se quedan después de conocer la existencia de largas aventuras, que ellos prometen que van a terminar; y algunas se quedan incluso años coexistiendo con una sucesión de polvos de una noche y amantes de mucho tiempo.

Algunos piensan que la hierba es más verde al otro lado de la valla. Es cierto: ahí es donde desemboca la alcantarilla.

Lo hacen por diferentes razones: porque le quieren, porque quieren a sus hijos, porque les gusta la vida familiar y la posición social que les otorga tener pareja e hijos. Lo más importante, no quieren perder sus recursos, su casa y sus ingresos. La autoestima de estas mujeres cae tan bajo que creen que nadie volverá a amarlas jamás y, por ello, algunas deciden que el hecho de que el hombre salga a golfear es el precio de tener una bonita casa, dinero y un cierto nivel de vida. En otras palabras, la mujer se queda por los recursos. Pero una mujer que decide quedarse puede correr un gran riesgo emocional y físico, y además no tiene ninguna garantía de que no tenga que acabar marchándose. Dicho esto, es raro que un hombre abandone una relación porque no es feliz. Se quedará donde está simplemente porque no tiene ninguna oferta mejor. Si el hombre decide que la nueva mujer vale la pena para pasar por la agonía de abandonar su actual relación, un lío de una noche puede convertirse en amor romántico o un compromiso a largo plazo.

Si un hombre descubre que su mujer estaba teniendo una aventura secreta de la que nadie sabía nada, es muy probable que se quede con ella. La aventura de una mujer deja el orgullo masculino tremendamente dañado. Que la aventura se haga pública hace que el hombre se sienta mal y su instinto primitivo le hace ver que su paternidad ya no está garantizada. Como hemos señalado, a menos que tenga una oferta mejor, el hombre suele quedarse y tratar de solucionar las cosas, si es que ella no le echa.

La realidad de salir adelante después de decidir quedarse puede se más difícil que hundir el barco y empezar de nuevo. Muy pocos son los que consiguen dar salida al dolor y la rabia contenidos mientras tratan de esconder ese dolor y se niegan a aceptar que su pareja les es infiel. La mejor manera de dar salida a la rabia y el dolor es canalizarlos contra la persona que los ha causado, la pareja, y no contra la persona con quien está teniendo la aventura.

En la vida, tienes dos opciones: te puedes quedar soltero y ser desgraciado o casarte y desear haber muerto.

Bob Hope

Las personas que se enfrentan a su pareja infiel también tienen sentimientos de odio contra sí mismos por haberse dejado caer al nivel de muchos amantes despechados: gritar en la calle, pelearse, chafar coches, tirar ladrillos a las ventanas, escribir notas de venganza en blogs de Internet o cortar las mangas de la ropa.

Algunas personas ven en las aventuras por venganza su única opción, pero pueden ser un arma de doble filo. Al principio les hincha el ego, pero, después, pueden sentirse mal y volver a experimentar la sensación de que han sido utilizados. Además, una aventura por venganza sólo les pone al mismo nivel que la persona que les traicionó.

Hacer las cosas bien

Un infiel empedernido no es un buen elemento para el matrimonio y, si alguna vez quiere mantener una buena relación a largo plazo, necesitará asesoramiento y una reevaluación personal. En lugar de intentar llevar una vida feliz con un infiel incurable, lo mejor que puede hacer su pareja es tratar de empezar de nuevo sin él. Si nadie buscaría intencionadamente a un delincuente o un estafador para que fuera su pareja, ¿por qué ir detrás de un infiel?

La persona que está teniendo una aventura duradera puede verse forzada a elegir. Para alguien que escoge quedarse con una pareja que le engaña, realmente, no existe un futuro, aparte de la enfermedad y la depresión. Si la situación no se resuelve, sólo puede terminar mal y con un alto coste emocional para todos.

El mayor reto al que se enfrentan los que quieren resolver sus problemas y resucitar su relación es dejar el estropicio atrás y construir con su pareja una relación mejor que la que tenían.

Una guía para recuperarse después de un engaño

  1. Comuníquese. Si no habla de lo que ha sucedido, y de por qué y cómo ha sucedido, jamás podrá seguir adelante. Hay que ser sincero y no tener miedo de preguntar, aunque sepa que no le va a gustar la respuesta. Estas respuestas son lo único que puede desbloquear el futuro.
  2. Hable abiertamente. Si usted ha tenido una aventura, admita que fue un error y deje claro que realmente quiere salvar su relación. Puede que le asusten las consecuencias, pero la confesión le dará más oportunidades de arreglar las cosas que si su pareja se entera por otro lado. Tenga en cuenta que revelar que ha tenido una aventura a menudo puede ser lo que necesitaba para empezar a arreglar su matrimonio, porque a menudo supone un golpe lo bastante fuerte como para que la gente se pare a pensar, se autoexamine y mejore.
  3. Evite culpar al otro de lo que usted hizo o dejó de hacer. Es una manera negativa de enfocarlo y no le ayudará a destapar y arreglar los problemas que le llevaron a la aventura.
  4. No tome decisiones precipitadas. Deje pasar un tiempo para que la impresión se diluya. Eso le permitirá hacer un balance lógico y razonado de la situación. Después de una semana aproximadamente, se sentirá más calmado y podrá tomar decisiones importantes sobre el futuro de su relación.
  5. Acepte un período de duelo. La relación que usted conocía ha desaparecido y no volverá jamás. Poner «buena» cara ante el mundo no significa que pueda convencerse de que todo volverá a ser como antes.
  6. Si no puede decirlo, escríbalo. Está probado que resulta muy útil para los hombres que tienen dificultades para comunicar sus sentimientos y sus miedos. Hablar no es uno de los puntos fuertes del hombre, así que déjese de analizar intensamente la aventura. Cíñase a lo importante.
  7. Haga una lista. Usted y su pareja deberían hacer una lista de lo que hay que cambiar o enfatizar para arreglar la relación. Resulta sorprendente ver lo simples y directas que suelen ser las cosas que aparecen en una lista. Es un misterio por qué no se detectan a simple vista antes de la aventura, pero el problema es que esas cosas quedan sepultadas bajo la avalancha de la vida familiar.
  8. Sean flexibles. Dense un respiro con las tareas que no sean absolutamente necesarias, o las hagan tan a menudo, si ello repercute en la calidad del tiempo que pasan juntos haciéndose sentir bien.
  9. Trabajen juntos la autoestima. Después de una aventura, el único matrimonio salvable es el que incluye un buen arrepentimiento por ambas partes, pero no deje que eso les supere. Intenten convertirlo en algo positivo. La mejor forma de librar se del sentimiento de culpabilidad es aceptar su parte de culpa en el problema y eliminarlo enmendando las cosas.

Cuatro estrategias clave para evitar convertirse en infiel

  1. Haga de su pareja su prioridad número uno. Las relaciones en las que ambos se centran en su carrera profesional, los negocios o los niños corren un alto riesgo de incurrir en aventuras. Si bien estos aspectos son importantes, nunca deje que sean lo primero en su vida.
  2. Comparta sólo con su pareja algunas confidencias. No comparta con los demás pensamientos privados o íntimos que no haya discutido antes con su pareja.
  3. Comuníquese con su pareja diariamente. Las parejas que invierten tiempo en hablar de lo que piensan a diario presentan el menor índice de infidelidades y gozan de una mayor sensación de seguridad.
  4. Evite situaciones que puedan provocar una aventura. Evite cualquier circunstancia en la que pueda verse temporalmente atraído por otra persona. Eso no significa que tenga problemas en su relación o que tenga que tomar medidas; significa solamente que debe apartarse de esas situaciones.

Resumen

La infidelidad es lo que más temen las personas que tienen pareja, pero casi siempre se dan señales de advertencia cuando la pareja no es feliz o tiene tendencia a descarriarse. Hablando y comunicando sus sentimientos y temores a su pareja, y teniendo presente el núcleo de la relación, puede levantar una barrera a posibles infidelidades.

Las aventuras raramente solucionan los problemas; siempre crean otros nuevos. Una persona nueva viene con nuevas necesidades y, cuanto mayor sea la diferencia de edad, más complicados serán los nuevos problemas. Muchas personas infieles confunden la pasión y la emoción de lo desconocido con el amor. Una aventura es un tiempo que se dedica egoístamente a otra persona sin tener en cuenta la realidad de la vida —quién limpiará el váter, quién llevará los niños a clase de piano o quién sacará la basura—. Aun cuando alguien se casa con su amante, la mayoría de hormonas del deseo que les llevaron a juntarse desaparecen en el 90% de los casos después de 12-24 meses, cuando la emoción del descubrimiento del otro ha pasado y la vida vuelve a convertirse en algo rutinario.

La gente que cae en una aventura suele perder el 50% o más de sus contactos sociales con el divorcio y la misma cantidad de recursos, además de tener que hacer malabarismos entre su nuevo amor y los hijos, hermanos, hermanas, padres, ex parejas y compañeros de trabajo de su vida anterior, con el agravante de que algunos de ellos rechazarán a su nueva pareja.

Relate, la principal organización de asesoramiento de relaciones, constató que el 50% de las parejas que terminaban una relación duradera se arrepentían de haber tomado esa decisión. Una aventura no tiene por qué ser el fin de una relación pero puede dar un toque de atención sobre un problema existente que el infiel o ambos miembros de la pareja querían negar. Cuando un hombre o una mujer son infieles, es porque la relación necesita algún cambio.

Un asesoramiento de parejas regular puede encarrilar la mayoría de problemas que llevan a tener aventuras.

El hombre que se casa con su amante deja ese puesto vacante.

Oscar Wilde

  • Las aventuras son algo que puede pasar a cualquiera que tenga una relación.
  • Las aventuras no arreglan los problemas; simplemente crean problemas nuevos.
  • Aborde los problemas sin tapujos con la ayuda de asesores matrimoniales.