partir de 1960 se desató una verdadera revolución sexual en los Estados Unidos, Europa y algunos países de América Latina, acabando con viejos tabúes y represiones que aprisionaban el pensamiento y la actitud ante el sexo de gran número de personas. Entre otros cambios, este proceso social e individual tuvo como consecuencia la pérdida de inhibiciones en relación al sexo oral.

Desde entonces hasta la actualidad cada vez son más los amantes que disfrutan de este extremo placer que muchos hombres y mujeres consideran que está incluso por encima del coito con penetración, porque alcanzan de este modo orgasmos más intensos.

La llamada felatio o felación, que es la mer, sorber y chupar el pene, y el cunnilingus: excitar del mismo modo los genitales femeninos, son prácticas plenas de sensualidad, capaces de desencadenar un torrente de sensaciones que está presente en las fantasías de todos por igual.

No solo es un modo de dar placer, sino también de recibirlo al mismo tiempo que se está ofreciendo.

HOMENAJEARLA A ELLA

Cuando a una mujer su amante la excita de manera oral disfrutará sobremanera, y asimismo él también gozará al verla y sentir su intensa respuesta erótica.

Si ella participa acariciando su cabeza, guiándolo allí donde quiere sentir sus caricias, expresando con su cuerpo al elevar el pubis para fundirse con el amante, y emitiendo los sonidos o las palabras que le dicte el gozo, él se sentirá incitado y su deseo crecerá a la par que el de ella.

Esto actúa como un acicate para el hombre, que desplegará todas sus artes amatorias para besar y lamer de mil ma neras y en aquellos puntos que va descubriendo que son altamente estimulantes para ella.

Esta zona erógena es muy sensible al tacto y, especialmente, a la caricia de los labios y la lengua. Él nota cómo se estremece ella ante la proximidad de lo que va a ocurrir, pero puede demorar el placer de su amante jugueteando con sus dedos en el pubis, recorriéndolo con leves roces y saboreando la vulva.

Si ella participa acariciando su cabeza, guiándolo allí donde quiere sentir sus caricias, expresando con su cuerpo al elevar el pubis para fundirse con el amante, y emitiendo los sonidos o las palabras que le dicte el placer, él se sentirá incitado y su deseo crecerá a la par que el de ella.

Algunas mujeres prefieren en cualquier ceremonia sexual que la luz esté apagada o que la iluminación ambiente sea muy difusa, sobre todo cuando se trata de una relación reciente. Pero disfrutar del sexo oral a plena luz a él le encanta, porque disfruta viendo ese rincón, oculto habitualmente entre sus muslos, y el botón clitórico asomado y esperando anhelante su contacto, así como el orificio vaginal flanqueado por los labios menores, húmedo y abierto a la caricia.

Si entre los amantes hay una buena comunicación es posible que él pregunte dónde es más placentero el estímulo y cómo: ¿más fuerte, más suave? Con la punta de la lengua golpeteando, como si se tratara de un diálogo de la carne trémula con la punta del clítoris, o lamiendo como si pasara un pincel.

EL SENDERO MÁGICO

En cada mujer, y a veces en cada encuentro sexual, hay que trazar un derrotero irrepetible que la lengua, ese músculo sensible, descubrirá de acuerdo a su propia percepción y a la guía que ofrece ella con su deseo y su creciente excitación.

La imaginación del amante juega un papel muy especial al crear nuevos estímulos cuando al tocar con los labios y la lengua ciertos puntos nota la erección, el temblor con el que responde el placer, la vibración de la piel sensitiva. Esa es la caricia a repetir: el golpeteo, el roce, las lamidas arriba y abajo, de lado, el cambio de ritmo que sorprende y aporta un ardor renovado, el leve soplido sobre la vulva húmeda que produce un escalofrío cosquilleante.

Es importante no insistir en el mismo estímulo si se percibe que ella se retrae o que la misma caricia que mil veces la ha incitado ya no le provoca respuesta.

En esos casos, hay que detenerse y darle un respiro, besarla en los labios y que ella perciba su propio sabor, que la excitará, y luego volver lentamente iniciando el estímulo en otro punto: el anillo anal, el perineo, los labios menores, hasta que ella misma acerque el clítoris a su boca en busca del contacto directo otra vez.

También puede intentar otros juegos como frotar con su nariz, mordisquear muy suavemente, besar con los labios juntos, antes de volver al punto álgido.

Durante el estímulo lingual de su amante, algunas mujeres sienten un extremo placer cuando él juguetea a la entrada de su vagina como si fuera a penetrarla con su lengua tensa, e igual les ocurre si lo hace a la entrada del ano; mientras que otras gozan más cuando la caricia es prodigada de lleno en el clítoris y son los dedos los que suman placer en otras zonas de la vulva, el perineo o la vagina. Complementar el cunnilingus con un dedo penetrando suavemente en el ano, que al estar ella extasiada en su disfrute se relaja y dilata, así como sumar la estimulación de los pezones, generalmente la conduce hasta un orgasmo de gran intensidad.

HOMENAJEARLO A ÉL

Sentir la calidez y la humedad de la boca de ella, encerrando su pene tenso por la erección, es para muchos hombres sinónimo de placer extremo. Ellos fantasean con ser lamidos y sorbidos por la amante que les practica una felación.

Pero es la sensibilidad femenina la que puede convertir esta práctica en una obra maestra y no limitarse a chupar metódicamente el falo hasta que él esté a punto de eyacular.

Si en cualquier tipo de intercambio sexual la lentitud y la caricia sabiamente dosificada resultan muy estimulantes, en el caso del sexo oral es la manera más excitante de elevar el anhelo.

Cuando se desea intensificar el disfrute debe tomarse suavemente el pene con las manos, rodearlo y llevarlo a los labios y luego al interior de la boca lentamente, lamiendo los lados, jugando con la punta de la lengua en el orificio de la uretra en el centro del glande, de modo pausado y suave, sin exigir una respuesta rápida. Si esta se produce y la erección es evidente, es el momento de acelerar el ritmo y llevarlo hasta el clímax o, cuando por sus gemidos ella note que está a punto de eyacular, recrear la caricia con una cadencia redoblada hasta que alcance el orgasmo.

OTRO PUNTO DE PARTIDA

Iniciar el sexo oral por la zona más alejada del punto erógeno del pene suele ser un buen comienzo.

Besar y lamer suavemente los testículos y sentir que crecen y se endurecen dentro de la bolsa testicular, notando cómo se eriza la piel con este contacto, erotiza sobremanera a muchos hombres. Para ella es un indicio y puede ir lamiendo desde allí hasta la raíz del pene y volver una y otra vez, hasta que él ansíe el contacto directo con el pene.

Entonces es el momento de dedicarse de lleno a lo que él desea: lamer de manera recta o zigzagueando todo el tronco por arriba y por debajo, mientras sostiene el falo con la mano y chupa con fruición y largamente el glande, combinándolo con ligeros movimientos de rotación.

Simular que la boca es una vagina y llevar el pene hacia adentro y hacia afuera, como si se estuviera produciendo una penetración durante el coito, es otro juego intensamente estimulante y si, con mucho cuidado, se rozan ciertas partes del miembro con la base de los dientes, muy suavemente, genera sensaciones de un inefable placer en algunos hombres, mientras que otros lo rechazan.

Todo su cuerpo estará recibiendo las vibraciones erógenas que transmite el sensitivo tejido de su pene, y ella lo percibirá por los latidos de la sangre que corre por su interior en una imparable carrera hacia la cumbre del disfrute.

Una vez que él ha llegado a un punto alto de excitación y ella desea que se prolongue para retrasar el clímax, puede dejar libre el miembro y retroceder, lamiendo suavemente hasta el final del perineo e internándose en la zona que se esconde entre las nalgas, pasear su lengua lentamente y, al llegar al ano, dibujar el perímetro del anillo anal y lamer gradualmente la zona. Estas caricias también puede hacerlas a la vez que mantiene el pene en su mano, abarcando el tronco en su palma.

A algunas mujeres les provoca arcadas la felación y es importante descubrir si lo que las provoca es de origen psicológico, por ejemplo, que en realidad a ella le desagrada pero lo hace para agradarlo a él o que simplemente no le gusta hacerlo. Si la respuesta es afirmativa, no se debe seguir adelante, nadie tiene que forzarse a hacer algo que no quiera.

En cambio, si se hace por placer, lo mejor es evitar que el pene entre totalmente dentro de la boca porque en muchas ocasiones suele provocar arcadas; hacerlo solo en parte y concentrarse en el glande lo hará disfrutar sin que la amante sienta molestia alguna. Se trata de que ambos lo pasen bien, sin ninguna incomodidad o malestar.

LA CIFRA MÁGICA

Esta popular manera de llamar al sexo oral compartido y al unísono tiene tantos seguidores como personas que la rechazan.

Hay quienes opinan que es una antesala perfecta antes del coito, precisamente por sus posibilidades de brindarse el mismo y mutuo placer.

Sin embargo, otros prefieren ser estimulados y gozar individualmente, sintiéndose protagonistas absolutos, y percibir toda la atención de su amante concentrada en hacerlos gozar al máximo.

También ocurre que a veces la postura de los cuerpos al practicar el 69 hace sentir incomodidad, ya sea por la diferencia de alturas, donde no siempre coincide la pelvis de uno con la boca del otro, porque pierden el ritmo cuando se dejan ir por su propio placer o dejan de sentirlo, al atender al de la pareja. Incluso algunas mujeres sienten temor de lastimar el pene con sus dientes si están muy excitadas.

Todo es válido, porque en el sexo no hay ninguna regla preestablecida, sino que son los amantes con su experiencia quienes deben decidir cómo desean darse placer mutuamente de la manera más creativa e intensa posible.

CONFLICTOS Y REPAROS

Aunque hoy se esté socialmente muy lejos de ciertos tabúes y prejuicios que condenaban la práctica del sexo oral, aún subsisten algunos conflictos y reparos.

Por regla general, se trata de ideas incorrectas inculcadas por una educación social restrictiva que asocia los genitales a zonas poco higiénicas.

Hay personas que, sin haberlo practicado, afirman que el aroma y el sabor del sexo son desagradables, llegando a sentir náuseas ante la sola idea de contacto oral con los genitales de su pareja. Afortunadamente, la pasión se suele imponer a estos prejuicios.

En ocasiones el conflicto femenino ante el sexo oral es ético: a pesar de que les gusta, no consiguen aceptarlo porque consideran que es una práctica inadecuada.

Un conflicto bastante común es que algunos hombres sienten que si una mujer les hace una felación se encuentra sometida a su dominio y no que se trata de un disfrute para ambos. Otros, en lugar de estimular el clítoris, introducen su lengua tensa en la entrada de la vagina. También se cometen errores como lamer la vulva sin un verdadero afán de proporcionarle goce, sino solo por «cumplir» durante unos segundos antes del coito o con el ánimo de ir cuanto antes a la penetración.

Por su parte, las mujeres tienen dudas y temores tanto para ser estimuladas oralmente como para estimular ellas a sus amantes. En su caso por vergüenza, por sentir que su vulva no es bonita, o que el clítoris es de mayor o menor tamaño, e incluso les parece que tienen el pubis poco poblado de vello o demasiado cubierto por el mismo. En síntesis, es el temor al rechazo porque a ellos les desagraden sus genitales. En ocasiones el conflicto es ético: a pesar de que les gusta no consiguen aceptarlo porque consideran que es una práctica inadecuada.

 
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