AGRADECIMIENTOS

No habría sido posible escribir esta novela sin tener una tribu de amigas con las que comparto mi vida y que son, a menudo, fuente de inspiración de todo lo que escribo. Por ello quiero dejar por escrito mi más profundo agradecimiento a Marian Coromina, Chiara Arroyo, Ana Manresa, Maria Alejandre, Ana León, Mónica Puga y a la Tere Enrich. A las nuevas, Mar Saez y Manuela Moreno…, y en especial a Clara Tarrero ya que sin ti, Clara, no habría sido posible el personaje de Marina.

También quiero agradecer al equipazo de mujeres de la editorial Planeta, que me han acompañado y aconsejado durante todo el tiempo. Gracias, Nuria Valls, por presentármelas. Gracias, Raquel M. Barrio, por tus sabias aportaciones.

Me gustaría dar mi agradecimiento a las personas que enseguida quisieron ayudarme y cuyas palabras, aunque conversamos poco tiempo, siempre fueron de gran ayuda para hacer avanzar la historia. El primero, Miguel Ángel, propietario de Ca’n Molinas, la panadería de Valldemossa, que fue el motor de esta historia. A Lisi Lluch por un pedacito de León y a la amiga que me presentaste y que deseo que tenga pronto a su hijo entre sus brazos. A Rosa Esteve por las correcciones del mallorquín. A Pere Puig por el Lord Black. Al Avi Llorenç por regalarme sus conocimientos en ginecología.

A mis amigos de la infancia que aún siguen, Marc Mormeneo y David Bazán, por acompañarme hasta hoy. A Javi Oliden por seguir. A Pali Amilibia por ser el amigo de todos. Y a Quique Camín por su inagotable generosidad. Román Loverdos, te perdí la pista, hace quince años demostraste ser un amigo entonces y no lo he olvidado. Gracias, Thomas Schneider, Alemania no hubiera sido posible escribirla sin haberte conocido.

Y mi mayor agradecimiento, mamá, papá, es para vosotros, por cuidar tan bien de mis hijos, siempre que lo he necesitado.

Y el último, a ti, Jaume, gracias, por todo.