LOS PROBLEMAS SEXUALES MÁS FRECUIENTES

La mujer que siente molestias durante o después de una relación sexual, lo primero que debe averiguar es si responden a causas orgánicas o si se trata de un problema de origen psicológico.

Hay una serie de pequeños trastornos de tipo orgánico bastante frecuentes y a veces repetitivos, que no revisten ninguna gravedad y se resuelven con tratamientos cortos y sencillos.

Puesto que la vagina es un medio húmedo que está localizado en un área cercana al aparato urinario, es fácil que se produzcan ligeras infecciones, inflamaciones, micosis o inconvenientes similares. Incluso ciertos medicamentos recetados para otros trastornos, a veces provocan entre sus efectos secundarios anomalías en la sexualidad. El diagnóstico del ginecólogo resulta fundamental en estos casos, ya que sólo él puede descubrir el origen del problema.

Si el especialista descarta la existencia de un problema Fisiológico, es muy probable que la dificultad proceda de una somatización provocada por un estado depresivo u otro tipo de factor anímico; en ese caso también debe ser tratado por un profesional para recuperar la calidad de la vida sexual.

AUSENCIA DE DESEO Y ANORGASMIA
Entre los motivos de ausencia de deseo sexual deben considerarse el aburrimiento y la monotonía que a veces se instalan en una relación.

Hay tres tipos de anorgasmia. La primera es no haber tenido nunca un orgasmo; la segunda, si la mujer lo ha tenido pero no lo consigue en cierto período; por último, situacional, cuando sólo lo experimenta en determinadas circunstancias, por ejemplo, al masturbarse y no con el amante.

En los casos en que ella carece de interés sexual, sólo se considera un trastorno si le crea conflicto y no si se trata de una elección personal. Conviene no olvidar que puede tener un origen biológico como son las anomalías hormonales, las insuficiencias orgánicas y los efectos que a veces genera el consumo de fármacos, alcohol o drogas. Sin embargo, las causas más frecuentes de la ausencia de deseo son razones de tipo psicológico o psicosociales.

En este orden, las alteraciones proceden de episodios traumáticos como una violación o un desengaño amoroso, la educación restrictiva que provoca rechazo o temor al sexo, un bajo nivel de autoestima y depresiones o problemas profesionales que producen ansiedad o estrés y no predisponen al disfrute.

También se deben considerar el aburrimiento y la monotonía que, a veces, se instalan en una relación. En este caso, no se trata de pedir ayuda a un profesional, como en los anteriores, sino que son los propios amantes, a través del diálogo en con fianza, quienes han de resolver el problema. Frecuentemente, al remozar la relación introduciendo fantasía y creatividad en las relaciones sexuales, se consigue renovar el placer y recuperar la pasión de etapas anteriores.

La anorgasmia es la dificultad o imposibilidad de alcanzar orgasmos. Está considerada una de las disfunciones más frecuentes en la mujer. Algunas no sienten placer en absoluto y otras disfrutan del sexo pero no consiguen llegar al clímax.

Esto puede deberse al cansancio, a las tensiones, al consumo de determinados fármacos, a problemas psicológicos o a la incorrecta o escasa estimulación, como también -si se trata de anorgasmia circunstancial- del momento y el lugar en que se tiene la relación.

Los modernos programas de ayuda con que hoy cuentan los sexólogos resuelven este trastorno en un 80 % de los casos.

 

COITO DOLOROSO O DISPAREUNIA
Al margen de las causas orgánicas, los aspectos psicológicos puelen incidir en la aparición del coito doloroso.

Ante el dolor coital, la actitud de los amantes suele ser diversa.
Afrontarlo para tratar de hallar una solución es el camino adecuado, porque este trastorno, a la larga, crea en ella la ausencia de deseo.

El trastorno llamado vaginismo puede tener lugar incluso cuando ella está excitada y disfruta del sexo.

Las infecciones o inflamaciones vaginales, el himen rígido o las malformaciones pélvicas o genitales también pueden ser causas –en este caso orgánicas- de que se contraigan involuntariamente los músculos de la vagina.

Si una mujer siente dolor, ardor y una sensación de escozor en la vulva o en el interior de la vagina durante la penetración y el desarrollo del coito, se trata del trastorno conocido como dispareunia. Esto puede suceder siempre o solamente en algunas ocasiones.

Generalmente se debe a una escasa lubricación vaginal derivada de una insuficiencia hormonal o provocada por el uso de desodorantes íntimos; también es consecuencia de enfermedades como la diabetes, las infecciones vaginales, las malformaciones o las cicatrices de partos o cesáreas.

Al margen de las causas orgánicas, los aspectos psicológicos suelen incidir en la aparición del coito doloroso. Una mujer estresada o con tensiones tiene una cierta predisposición a sufrir una retracción de la vagina y no tener suficiente lubricación, al igual que si el pene del amante es demasiado grande, incluso antes de que la penetre, ella teme que le haga daño y contrae automáticamente los genitales.

VAGINISMO

Se llama así a un acto reflejo por el que se contraen automáticamente los músculos de la vagina ante el intento de penetración, a diferencia de lo que sucede normalmente, que es la distensión de los mismos durante la relación sexual.

La contracción varía notablemente de una mujer a otra; puede desde producir un pequeño estrechamiento del canal vaginal a cerrarlo por completo, generando en uno u otro caso – respectivamente- dolor o imposibilidad de penetración; este trastorno puede tener lugar incluso cuando ella está excitada y disfrutando del sexo.

Uno de los problemas que acarrea es que si la pareja no comprende que se trata de un acto involuntario, puede creer que ella siente rechazo -de forma inconsciente o consciente- ante la sola idea de ser penetrada; lo que obviamente terminará perjudicando a la relación. En ese caso, conviene que un especialista compruebe si hay algún tipo de trastorno en la pelvis y también, para evitar suspicacias, que demuestre a la pareja, introduciendo un dedo en la vagina durante el examen, que se trata de un acto puramente reflejo y que por lo tanto no es una respuesta al acto sexual.

La mayoría de las veces es el producto de una cuestión de tipo psicológico, debido a una vivencia traumática anterior o a miedos Incontrolables, por ejemplo, a la violación o a sentir dolor. Habitualmente se resuelve en un 95 % de los casos, después de un breve tratamiento con un psicólogo, mientras que es raro que la solución sea espontánea.

SÍNDROME PREMENSTRUAL

El intercambio sexual durante la menstruación es un tabú que aún persiste, tanto en la mujer como en el hombre; ella, por considerar que está «sucia» y él, por aprensión a la sangre. Lo cierto es que no existe ninguna contraindicación para el sexo durante este período y, por el contrario, hay mujeres que practicándolo se sienten más excitadas y además alivian los calambres abdominales y los dolores lumbares.

Es fácil que se confundan los síntomas de la clamidia con los de la gonorrea, sobre todo en elhombre, ya que en este caso aparecen secreciones transparentes que luego adquieren una consistencia cremosa, acompañadas de dolor y aumento de la urgencia y la frecuencia en las ganas de orinar.

La sintomatología de la tricomoniasis muchas veces aparece durante o después de la menstruación.

Algunas mujeres, en los días previos a la menstruación, suelen sentirse tensas, irritabas o tener síntomas tales como mareos, dolores de cabeza, hipersensibilidad o dolor en los pechos, depresión y nerviosismo extremo, entre otros.

Sus causas no se conocen con exactitud, pero se asocian a los cambios hormonales, sobre todo a la relación de los estrógenos y la progesterona, así como también a deficiencias vitamínicas y a la retención de líquidos que se producen en el organismo femenino durante esta fase del ciclo menstrual.

Desde la sociedad y, sobre todo, desde la óptica de muchos hombres, se ha considerado el síndrome premenstrual como una, especie de capricho del carácter femenino, pero lo cierto es que éste afecta en realidad a un porcentaje variable pero bastante alto de mujeres -entre un 25 % y un 75 %- aunque sólo un 5 % de ellas ve alterado su habitual funcionamiento vital por este motivo.

Este trastorno, así como el ciclo menstrual propiamente dicho, genera actitudes muy controvertidas. Por un lado, se utiliza como justificante de ciertas conductas femeninas poco sociables pero, por otro, también es la excusa para discriminar profesionalmente a la mujer.

CLAMIDIA

La bacteria conocida como chlamydia trachomatis genera una infección que se transmite por contacto con el tejido mucoso de la vagina, provocando en el cuello uterino de la mujer la dolencia llamada cervicitis. En ocasiones se ven afectados la uretra, el recto y la boca. En el hombre se localiza en la uretra y en este caso el trastorno se denomina uretritis.

Siempre se contrae a través del contacto con una persona infectada. Los síntomas femeninos no son demasiado claros, por lo que a veces resulta difícil determinar el problema, que puede confundirse con otro cuadro clínico.

En todo caso, las expresiones más evidentes de la cervicitis son: secreciones vaginales espesas que a veces tienen un color amarillento y un olor peculiar -diferente del que habitualmente tiene el flujo vaginal- así como dolor en la zona del bajo vientre y molestias al orinar. El tratamiento que se prescribe es de antibi6ticos -tetraciclinas- y es importante la rápida cura de esta dolencia, ya que si progresa puede llegar a provocar esterilidad, tanto en él como en ella.

TRICOMONIASIS

Es una infección vaginal originada por un parásito -trichomona vaginalis- que se transmite por contacto sexual, aunque en ocasiones puede contagiarse compartiendo ropa o toallas húmedas. Pese a que suelen padecería las personas de ambos sexos, en ellos prácticamente no presenta síntomas, si bien en algunos casos puede afectarles la uretra y generar dolor o molestias al orinar.

Muchos especialistas recomiendan como preventivos incluir en la dieta la vitamina C y los alimentos que la contienen, como los críticos o las patatas, porque fortalecen el sistema inmunológico. Con las defensas bajas es más fácil que se produzca una candidiasis.

Además del área genital, las micosis afectan a otras zonas de mucosas en el organismo, como son la cavidad bucal y la lengua, los ojos, el esófago, y los espacios interdigitales de los pies o lasmanos.

En las mujeres, que inicialmente tampoco tienen una sintomatología clara, las molestias tardan en aparecer entre una y cuatro semanas, aunque algunos investigadores afirman que es posible que sean portadoras del parásito a lo largo de los años sin manifestar ninguna evidencia del mismo.

Sus síntomas son muy evidentes: consisten en picazón e irritación de la vulva y la vagina, flujo vaginal purulento -de color amarillo intenso y de olor desagradable-, además de generar un intenso dolor genital al mantener relaciones sexuales.

Los tratamientos de la tricomoniasis son eficaces, prescribiéndose antibióticos que deben tomar ambos miembros de la pareja y, para el alivio de las molestias localizadas en los geniales, se recetan productos antisépticos específicos en forma de óvulos o paliativos tales como soluciones, que se introducen en la vagina con jeringuillas especiales.

CÁNDIDA

Como en la tricomoniasis, afecta con mayor frecuencia a la mujer, mientras el hombre no presenta síntomas. Pero en este caso el responsable es el hongo candida albicans. Puede contagiarse por contacto sexual, ropa, toallas, objetos que se intercambian, entre otras vías. Asimismo, el uso prolongado de antibióticos, el estrés o la diabetes favorecen la aparición y proliferación de las infecciones por cándida.

La evidencia de haberla contraído se materializa en el aumento de la secreción vaginal, que aparece en forma de flujo viscoso muy espeso, de color blanco, intensa e insistente picazón y olor mohoso; en ocasiones puede extenderse la infección a las vías y la vejiga. En el caso de que el hombre presente sintomatología -cosa infrecuente- se percibirá por el enrojecimiento del glande y prurito en el pene.

Aunque no es una enfermedad peligrosa, si es molesta y dolorosa. Una vez contraída conviene desinfectar cuidadosamente las prendas íntimas porque la cándida puede resistir varios lavados sin desaparecer. El tratamiento indicado deben realizarlo por igual ambos integrantes de una pareja y mantener relaciones sexuales con preservativo hasta su total curación.

MICOSIS

Se denomina de este modo y en general al grupo de infecciones generadas por hongos. Si bien en la mayoría de los casos no son trastornos graves, las micosis están muy extendidas y actualmente han adquirido gran importancia porque afectan a personas con el sistema inmunológico deprimido. La cándida y las tricomonas, tratadas en puntos anteriores, se incluyen en este tipo de micosis vaginales, y se encuentran entre las más frecuentes.

Para que el diagnóstico y posterior tratamiento resulten certeros es preciso determinar, a través de cultivos o por exposición al microscopio de una muestra de flujo o del tejido afectado, exactamente qué hongo produce la infección. Las micosis se suelen remitir con un tratamiento de antibióticos funguicidas que, dependiendo de la extensión y gravedad de las mismas, se administran por vía oral o endovenosa. También se combinan con pomadas o cremas de aplicación tópica y una esmerada higiene, tanto de la zona genital como de las prendas que están en contacto directo: ropa interior, sábanas y toallas.

HISTERECTOMÍA

Consiste en una operación quirúrgica en la que se extrae el útero y, si es necesario, en ciertas ocasiones, también los ovarios, lo que provoca -cualquiera que sea la edad de la mujer a la que se le practique- el consiguiente proceso menopáusico.

Tal como hemos explicado, la sexualidad no tiene que ver únicamente con el funcionamiento o la presencia de determinados órganos y, la sintomatología que puede presentarse en la mujer a la que se le ha practicado una histerectomía completa, se resuelve eficazmente con los adecuados tratamientos hormonales. Éstos están destinados a sustituir las hormonas que el organismo produce de manera natural durante la edad fértil -ya sea ingiriéndose en forma de cápsulas o pastillas, parches u otras preparaciones específicas-, para que se cumplan sus funciones de lubricación vaginal e intensificación de la excitación, aunque ésta procede fundamentalmente de la esfera psicológica y del estímulo sexual que se produzca entre los amantes. En este aspecto, la peculiar sensualidad femenina es una aliada, ya que no se centra exclusivamente en respuestas físicas ni depende de factores mecánicos, como sucede con la erección masculina. De manera que es posible mantener relaciones sexuales placenteras después de esta intervención.

Pese a todo, hay hombres y mujeres que asocian la histerectomía a la pérdida del apetito sexual femenino; como también puede suceder que ellas se sientan deprimidas por haber finalizado antes de tiempo su ciclo de fertilidad. Si es así, conviene que busquen ayuda psicológica y, al cabo de un breve espacio de tiempo, verán cómo recuperan la calidad de las relaciones sexuales, en muchos casos incluso con mayor intensidad que en el pasado.