POSTURAS, PLACER INFINITO

A fin de romper con la monotonía, desde siempre, las parejas han puesto en práctica infinidad de posturas para hacer el amor. Esta búsqueda, sin embargo, debe estar motivada por el propio deseo, por la necesidad de encontrar nuevas formas de placer compartido y no como una práctica gimnástica o reto. La intención es descubrir sensaciones escogiendo libremente prolongar o aumentar el goce. Las posturas no son fórmulas cerradas. Por el contrario, cada pareja debe adaptarlas a sus gustos, modificándolas o recreándoles si con ello se logra darle al acto sexual un nuevo incentivo.

Todas las posiciones que permiten, durante el coito y la penetración, que el clítoris sea estimulado por fricción del hueso púbico del hombre o por la excitación manual de él o de ella misma, facilitan el orgasmo de la mujer. Las que se describen a continuación han sido escogidas teniendo en cuenta la sensualidad femenina y, por supuesto, además de ser placenteras para ambos, son altamente eróticas. De todos modos se han distinguido con una estrella (*) aquellas con las que ella más disfruta.

ARDIENTE ESCLAVITUD (*)

Movido por el deseo, él toma un suave pañuelo de seda y lo anuda atándole las manos a los barrotes de la cabecera de la cama. Luego se sitúa encima de ella que, echada de espaldas, deja ver sus senos. Él los lame con pasión, la mujer entreabre las piernas con las rodillas elevadas y expone a las manos del hombre la vulva húmeda y el clítoris anhelante que él estimula con sus dedos, haciendo que ella disfrute intensamente. Aumenta febril la temperatura de la piel, los labios se entreabren trémulos, las pupilas se dilatan y el jadeo se hace gemido o grito irreprimible. Cuando el deseo no puede esperar más y ambos ya están decididamente encaramados en la ladera del placer, él la penetra sin dejar de acariciarla y lamerla hasta que los sexos de ambos se derraman en un orgasmo de fuerza incontenible.

CADENCIA ÍNTIMA

Recostada sobre su espalda, descansa la cabeza en el brazo de él, que besa apasionadamente su cuello mientras roza con sus dedos un pezón; ella levanta la pierna izquierda y la pasa por encima del muslo del hombre para que la penetre de lado; al hacerlo, su clítoris queda expuesto de modo que puede autoestimularse. También él puede hacerlo alternándolo con caricias en los senos y el vientre. Esta postura produce un intenso placer porque ella puede acompañar los empujes profundos de él con movimientos leves de las nalgas contra el pene masculino, por lo que los roces en la vagina son más completos.

ARDOR A DÚO

Se dispone a disfrutar de pleno tendida de espaldas, sensualmente eleva una de sus piernas y la flexiona apoyándola sobre el pecho de él, incitándolo a que la penetre mientras tiene acceso al centro álgido del goce. Él se sitúa de lado y estimula el clítoris teniendo también su seno al alcance de la boca; la mano de la mujer asciende por el vientre hacia los pezones, luego se detiene en el ombligo con suaves caricias y poco a poco baja hasta apoyarse sobre la del hombre y guiarlo en el ritmo de la estimulación. En el frenesí del deseo roza morbosamente los testículos y el ano. Esta postura permite que el pene entre de manera profunda en la vagina con empujes de ritmo lento, muy satisfactorios, sobre todo para la mujer.

LADO A LADO

Ambos están de lado y frente a frente con todo su cuerpo en contacto y el pene en el Interior de la vagina; una pierna de él se entrecruza con las de ella, una de sus manos la toma por la cintura y al crecer la excitación le acaricia la nuca, la espalda y las nalgas; con el otro brazo se sujeta su cabeza mientras la besa apasionadamente en el cuello, las orejas y la boca. La estrecha Intimidad de esta postura es muy placentera y el estímulo de la penetración se hace lento y excitante pudiendo por momentos el pene salir y acariciar el clítoris y la vulva. Cuando el frenesí llega a su punto máximo los juegos de penetración se hacen más intensos y el ritmo se acelera rozándose el clítoris contra el pubis hasta que ambos lleguen al clímax.

DANZA ERÓTICA

Ella está sentada sobre la pelvis del hombre con las piernas hacia atrás; él flexiona las rodillas al sentir las provocadoras nalgas femeninas contra sus muslos y responde levantando los brazos para estimular sus senos. Ardiente, ella busca la penetración deslizando su vulva hasta encontrar y abrazar con la vagina el pene erecto; apoyándose en las palmas de las manos elevará y hará descender su cuerpo marcando el ritmo de esta danza sexual en la que alterna ondulantes movimientos giratorios de las caderas con otros de vaivén. La caricia vaginal es intensa y la presión sobre el clítoris muy leve, lo que hace crecer el anhelo por satisfacerse con un orgasmo poderoso.

RITMO ESTIMULANTE

Se ha dejado caer de espaldas en la cama, exhausta por la fuerza de su deseo; uno de sus brazos está echado hacia atrás completamente laxo, el otro roza el muslo de él, que se inclina sobre su cuerpo situándose entre sus piernas mientras sostiene las nalgas para mecerla, más tarde, al ritmo de la penetración. Completamente entregada ella separa y eleva las piernas flexionando las rodillas para abrazarlo por la cintura; la vulva también se abre jugosa por los fluidos que la inundan. Durante el coito, cuando ambos alcancen un ritmo vibrante y el clítoris se vaya erotizando cada vez más al contacto con la pelvis masculina, ella puede acariciárselo para aumentar el goce sintiendo como él besa su boca profundamente o lame sus senos, hasta que una ola de placer inunde los cuerpos por completo.

TRIPLE PLACER (*)

Apoyada sobre las palmas de las manos y en las rodillas, con el rostro hacia abajo, eleva las nalgas y entreabre sus piernas para recibirlo desde atrás. Él se arrodilla y su excitación va en aumento al contemplar sus nalgas hasta que al final la penetra. El deseo de ella crece incontenible a cada empuje del pene en el interior de su vagina, gime por la excitación y su piel es invadida por un leve sudor; le susurra íntimamente y hace crecer el goce de ella inclinándose para lamer su espalda y estimulando con sus manos los senos o pasando una de ellas por delante del muslo y alcanzando el clítoris en un roce apasionado de sus dedos. Esta caricia, realizada con la misma cadencia de las acometidas del pene, le dan placer vaginal y clitoriano al mismo tiempo, que se extiende hacia la zona anal, estallando tras liberar toda la energía contenida.

FUROR SENSUAL

Está recostada sobre la cadera izquierda y él se sitúa por detrás en cruz por el interior de las piernas, sosteniéndole los hombros mientras ella lo sujeta por los pies; por la postura, los cuerpos están estrechamente unidos a la vez que mantienen un sensual equilibrio.

Con los ojos cerrados, sus cuerpos se acercan y alejan en una cadencia apasionada y tensa que aumenta apremiada por el deseo; el pubis de ella se frota contra los muslos de él, a cada embate del pene; a la vez siente como las manos masculinas se crispan en su espalda y eso la lleva a recorrer las pantorrillas del hombre más suave o más intensamente con las uñas, para expresarle todo su ardor, a medida que se acerca el clímax.

SERENO EROTISMO

Ambos están sentados, él sobre una mullida alfombra y ella encima de sus muslos, con las piernas por detrás de la cintura masculina, pasando un brazo por encima de sus hombros y los pies firmemente apoyados. En esta posición de estrecho contacto pueden besarse con ardor en la boca, friccionar los senos contra las tetillas y él además acariciarle sensualmente las nalgas y separarlas para producirle sensaciones muy placenteras en el perineo y el ano. Ella tensa y destensa los músculos de las piernas moviéndose en un vaivén atrás y adelante sobre el pene; esta postura es diferente de otras con la mujer encima, porque no hay una gran libertad de movimientos, lo que añade morbo a la situación.

OLA SALVAJE

Recostada boca arriba, intensamente excitada por las caricias previas, abre y eleva las piernas flexionadas, para invitar a su compañero a penetrarla. Él se tiende encima y ella abraza su cintura con ambas piernas, de manera que su vulva húmeda y el clítoris reciban una fuerte estimulación mientras lo sujeta con los brazos por los hombros; la pelvis masculina permanece en alto y él se sostiene en equilibrio sobre las palmas de las manos y las rodillas. Esta postura permite movimientos de penetración rotativos y ondulantes en el interior de la vagina, con el pene al mismo tiempo que con el pubis roza las zonas erógenas de la mujer. Poco a poco los cuerpos irán excitándose cada vez con más intensidad y ella se sumará al ritmo trepidante de él, subiendo y bajando las nalgas hasta que alcancen la cima del orgasmo y, saciados, llegue el momento del ansiado reposo.

ABRAZO TOTAL

Apoyada sobre los codos sobre una superficie, mantiene el cuerpo elevado y ofrece las nalgas a la vista del hombre; él la abraza totalmente desde atrás, siguiendo la línea de la figura femenina; el pene penetra en la vagina o en el ano, el pubis queda pegado a su piel y su pecho contra la arqueada espalda. Mientras apoya un brazo, con el otro la abraza hasta alcanzar sensualmente sus senos y se desliza con suavidad por el vientre para enredarse en el vello del pubis y luego estimular el clítoris. Primero la penetra lentamente, entrando y saliendo hasta dejar tan sólo el glande en su interior, para al final embestiría con toda la potencia de su ardor, mientras ella sigue el vaivén con la totalidad de su cuerpo.

PASIÓN IRRESISTIBLE

Acostada boca arriba con la cabeza sobre un almohadón flexiona la mitad de su cuerpo, con sus rodillas toca los senos, los pies se apoyan en la cintura de él y las nalgas están en estrecho contacto con el pubis del hombre, que está arrodillado y le sujeta los muslos. De este modo, él puede penetrarla por el ano de manera profunda y acariciar al mismo tiempo su clítoris e introducir uno de sus dedos en la vagina, haciéndola gozar con intensidad por tres puntos diferentes. Ella, para facilitar aún más el ritmo, se sujeta las pantorrillas o puede también con las manos estimular al hombre, acariciándole las nalgas y las tetillas. En el momento culminante del coito ella empuja las nalgas aún más hacia arriba para facilitar la cadencia del movimiento hasta que estalle trepidante el orgasmo.

FRENESÍ (*)

Prefiere estar acostada de espaldas, porque así el clítoris, centro de su intenso placer, puede ser estimulado; de modo sensual abre las piernas y las flexiona mostrándolo junto con la vulva entera abierta en flor; sus rodillas rozan los senos y sus pies se apoyan en los hombros de él, que se coloca inclinando el torso hacia el cuerpo femenino de tal modo que antes de penetrarla puede lamerle la vulva y con las manos contener los senos. Luego la penetra y la sujeta con una mano por las nalgas para marcar el ritmo y elevarla hasta él en una cadencia incesante que cobra cada vez más velocidad, haciéndole sentir la fuerza de los empujes de su pene, hasta lo más profundo; con la otra mano acaricia su rostro y sus labios hasta llevar al límite la agitación y el deseo.

GOZAR SIN LÍMITES

Insinuante, ella se deja caer boca abajo con el cuerpo ladeado y la cabeza fuera de la superficie de la cama apoyando sus manos en el suelo, también de lado e inclinándose, él la penetra por detrás mientras sus dedos buscan la vulva para acariciarla y hacer crecer la excitación de ambos. Pulsa el clítoris y lo roza al mismo tiempo que intensifica cada movimiento de la penetración; la respuesta de ella marca la velocidad del ritmo hasta que ambos alcanzan el orgasmo. Esta postura da profundo placer si la penetración es anal, ya que el estímulo manual sobre el clítoris al excitaría intensamente la relaja, lo que facilita la penetración y las embestidas del pene.

FUEGO INDOMABLE

En la urgencia de la pasión toda postura es válida para saciarse y las que se improvisan pueden dar un placer intenso; los cuerpos se funden estrechamente unidos, acoplados uno en el otro. Ella, recostada sobre la espalda, deja caer la cabeza, sus muslos se apoyan en los de él, que permanece sentado con las piernas bien abiertas para poder penetrarla abrazándola con mucha fuerza por los hombros e inclinando el rostro para que su boca se sitúe a la altura de los senos que besa mientras crece el goce de ambos. Las manos de ella lo sujetan con fuerza por la espalda que recorrerán incansables indicando con las caricias cómo se hace más profundo el grado de excitación que siente: al inicio son tiernas, después más intensas hasta llegar a arañarlo cuando se pierda en el orgasmo interminable.

INTERCAMBIO DE PLACER (*)

Él se recuesta en el sofá sobre su espalda y ella toma el mando sentándose encima; como si quisiera sujetarla toma uno de los muslos con su mano que desliza en ardiente caricia al mismo ritmo que los dedos de la otra estimulan el clítoris; ella participa doblemente frotando la vulva contra los dedos del hombre y llevando sus manos hacia atrás para rozarle el perineo y el tronco del pene. En esta posición, la penetración es profunda o superficial, según los movimientos que ella realice alzando y bajando el cuerpo para que el falo entre y salga de la vagina; para muchas mujeres la estimulación del clítoris desde abajo es muy placentera y el orgasmo más intenso al trasladarse en oleadas hacia la vagina y la zona anal.

BALANCEO EXCITANTE

La mullida alfombra es una invitación sensual que arropa a los amantes con su calor, por eso ella se echa sobre la misma y se apoya en los codos; él responde a la incitación sentándose entre sus piernas y abrazándola con las suyas. Mientras le toca el clítoris ella empieza suavemente a balancearse adelante y atrás acariciándole el pene con su vagina. Poco a poco, el deseo une los cuerpos, que se encuentran en un contacto electrizante. Los pechos de ella rozan su piel; a medida que el ansia crece, él se impulsa con fuerza hacia adelante y, tomándola por las nalgas, la acompaña en su balanceo intensificando los movimientos del coito.

JUEGO PASIONAL

Tendida en el sofá, ella ha levantado y flexionado las piernas hasta tocar con las rodillas sus pechos; mantiene los pies en alto y los sujeta con las manos, mostrando la húmeda vulva, él se arrodilla intensamente excitado ante la visión de su vagina que parece llamarlo. Su aproximación es lenta y apasionada; toma uno de los muslos con una mano y, con la otra, conduce su miembro erecto por las zonas de su placer; lo usa para acariciar los labios mayores y menores, recorrer con la punta el perineo y llegar hasta el ano; luego estimula también con el falo el clítoris llevándola al clímax. Sólo entonces la penetra, por el ano o la vagina, mientras usa sus dedos para seguir dándole placer donde ella más lo desea.

VUELO ERÓTICO

Acostado boca arriba se estira completamente, ella se tiende encima boca abajo, cruzando los dedos de las manos con los de él y haciendo coincidir sus senos con el pecho del hombre, los pies con los pies y los pubis juntos en un contacto arrebatador. Ella dirige el juego, subiendo y bajando el cuerpo para que el pene entre y salga de la vagina al ritmo que más la satisface, a la vez que puede friccionar los senos contra su piel o inclinarse y besarlo en la boca. Él tiene limitados sus movimientos, de modo que ella, con el torso levantado, se mueve como un ave, ayudándose con los brazos como si fueran alas. Esta posición íntima y sensual permite una cercanía que invita a realizar movimientos giratorios y ondulantes durante la penetración.

ESTRECHO CONTACTO

Uno o dos almohadones elevan la espalda de ella para mantener la pelvis en alto mientras se sostiene apoyando los pies. Él se coloca entre sus piernas abiertas y se apoya en las palmas de las manos; con el torso inclinado hacia el pecho de la mujer, le besa los senos para excitarla mientras la penetra. En esta postura, ella es la que mantiene la cadencia y el estrecho contacto moviendo las nalgas para no perderlo, porque al mismo tiempo que el pene empuja, el pubis del hombre estimula el clítoris y la vulva, generando un inquietante placer; la penetración es lenta, y si los movimientos son poderosos, se hace cada vez más profunda hasta que ambos alcanzan el clímax.

GOCE PROFUNDO

Ella se tiende de espaldas, el deseo hace que su cabeza descanse sensualmente y sus ojos se cierren por el placer que siente; abre y flexiona las rodillas mostrando la vulva abierta y él se recuesta boca abajo entre sus piernas, con el cuerpo ladeado para acercarse tomándola por los hombros; cuando él se aproxima, la mujer lleva el pene hasta la entrada de su vagina; de ese modo puede estimularlo acariciándole las nalgas en círculos o presionar la cintura como si lo empujara cada vez más profundamente hacia su interior, mientras con la pelvis él excita su pubis y el clítoris. Esta posición da un goce intenso a ambos porque él la penetra hasta lo más hondo y ella es quien incremento el ritmo a su voluntad para recibir una estimulación clitórica más intensa.

TREPIDANTE CABALGATA

Él está tendido, recuesta su cabeza y su torso, elevando y doblando hacia arriba las piernas; ella se sienta encima del pene casi acuclillado y toma las manos del amante, que descansan a los lados de sus muslos. Él siente curiosidad y morbo al descubrir que es ella quien domina la situación subiendo y bajando, alejando su vagina hasta que sólo permanezca la punta del glande en el interior y luego cayendo para que el pene la penetre entera; por momentos, frota su clítoris con el miembro viril lo que le da un goce intenso y luego vuelve a cabalgarlo como una ardiente amazona que va cambiando de ritmo para su mayor disfrute, primero con lentitud y, finalmente, galopando para dar rienda suelta a la marea de placer que la invade.

DIFÍCIL ELECCIÓN

Boca abajo, se apoya en los antebrazos y la cabeza descansa en uno de ellos, ofreciendo el cuerpo elevado con las nalgas abiertas al hombre que, arrodillado, la penetra desde atrás mientras sus manos se acercan a los senos para acariciarlos, o descansan en la cintura para hacer que el cuerpo femenino acompañe el ritmo; desde allí también sus dedos pueden alcanzar el clítoris. Los amantes sienten que una fuerza primitiva los empuja el uno hacia el otro y tienen que decidir, arrastrados por su intensa excitación, por dónde establecer el contacto: él puede darle y sentir placer vaginal o anal, ésa es la disyuntiva.

Cualquiera de las opciones provoca un intenso disfrute en esta postura, él goza porque puede penetrarla en profundidad y ella, porque sus puntos álgidos pueden ser intensamente estimulados. MÁXIMA EXCITACIÓN (*)

Arrodillada, con las piernas flexionadas hacia atrás y el torso elevado, ella se sienta de espaldas encima del pene, descansando los muslos sobre los de él, que se sostiene con las palmas de las manos. Mientras el amante besa sus hombros y su espalda con los labios y la lengua, ella hace movimientos lentos impulsando la penetración y estimulándose el clítoris llevada por su ardiente deseo. De vez en cuando puede detener los movimientos y abrazar estrechamente el pene haciendo latir la vagina con la contracción de sus músculos pelvianos, transmitiendo al mismo tiempo su placer clitórico a la vagina y el ano y dándole un goce intenso al miembro viril, que responde pese a lo limitado de sus movimientos con empujes cada vez más potentes.

INTENSIDAD FEBRIL

Ella se recuesta enteramente con las nalgas apoyadas en los muslos del hombre, que está sentado sobre sus propias piernas; con una de sus manos él dirige el miembro hacia la vagina para penetrarla, después de haber recorrido con el glande la vulva y el clítoris. Al principio es superficial y de movimientos rápidos para que ella se vaya excitando con este contacto y con el recorrido que por su cuerpo traza él con la otra mano, estimulando el monte de Venus, el vientre y los senos, pellizcando los pezones con los dedos untados en saliva y volviendo al clítoris para acrecentar el deseo. Ella lleva uno de sus dedos hasta la boca de él y la recorre por dentro en sensual caricia. A medida que sube la temperatura del cuerpo femenino por la pasión y su respiración se vuelve agitada y tensa, él aumenta la profundidad y velocidad de su ritmo.