EXCITACIÓN

La respuesta al estímulo sexual comienza en la mente y se va trasladando a los sentidos, que dan claras señales a través de los cambios que se reflejan en el cuerpo. El ritmo de la respiración se acelera al igual que el pulso y los latidos del corazón, y la piel se enciende al activarse la circulación sanguínea. Desde ese instante, las respuestas fisiológicas son múltiples: los labios toman una coloración más subida, las pupilas se dilatan y los pezones se endurecen y se tensan; la piel se cubre de gotitas de sudor por el aumento de la temperatura corporal.

Por más experiencia sexual que tenga un hombre, siempre hay algo que puede aprender sobre el arte de excitar a una mujer.

Lo ideales que ella diga abiertamente qué es lo que le da más placer, pero si no se atreve puede guiar la mano de él hacia la zona que desea que le estimule y que ambos disfruten de ello. El amante no es un adivino y la sexualidad femenina es intensamentecompleja.
Poco a poco se va perdiendo el sentido de la realidad porque la mente está completamente concentrada en los estímulos sexuales que recibe. Aumenta la turgencia de los pechos y la mujer siente crecer el deseo a medida que los dedos rozan la vulva por encima de la ropa y los fluidos vaginales comienzan a humedecerla. Los labios menores y mayores de la vulva se hinchan y su tonalidad se vuelve más intensa. Más lento en reaccionar, el clítoris se endurece y crece a medida que aumenta la excitación. Los besos, chupeteos y mordiscos leves en los pezones transmiten sensaciones placenteras que van creciendo con las caricias directas en el clítoris con los dedos o la lengua.
Cada mujer tiene un perfil erótico que marca el tiempo de estímulo más o menos prolongado necesario para estar completamente excitada, desear la penetración o alcanzar el orgasmo; puesto que no hay reglas fijas, es el amante quien deberá ir descubriéndolo por sí mismo o guiado por ella.

EL ARTE DE EXCITAR A UNA MUJER

Por más experiencia sexual que tenga un hombre, siempre hay algo que puede aprender sobre cómo excitar a una mujer, ya que no todas reaccionan de la misma manera a los estímulos y tampoco es posible despertar su deseo repitiendo caricias que en ocasiones anteriores han sido placenteras. En cada nuevo encuentro, él debe aprender a leer las señales que emite el otro cuerpo.

La excitación no es sólo un proceso mecánico de estimulación de las zonas erógenas, sino que para ellas tiene mucha importancia la esfera emocional y el ambiente erótico en que se da la relación sexual. Aunque hay puntos recónditos especialmente sensibles a la sensualidad, que envían al cerebro las señales que Indican el deseo, las zonas erógenas primarias son las que estimulan la libido y están en los genitales. Al estallar las chispas del erotismo todo el cuerpo se vuelve receptivo.

La lengua y las yemas de los dedos detectan el ardor que Invade las zonas de sensibilidad distinguiendo, como verdaderos censores, las reacciones que provocan y dan placer. Desde el clítoris el goce se extiende en olas concéntricas hasta el cerebro; si las caricias se reparten por todos los puntos álgidos, van despertando la alta sensibilidad femenina. Así sucede con el lóbulo de la oreja, el cuello, la nuca, el hueco de las axilas y los lados del cuerpo próximos al nacimiento de los senos, al igual que el ombligo, Ya que todos ellos son precisamente los centros que más rápido responden a la estimulación.

El suave contacto con el interior de los brazos y muslos, coxis, caderas y nalgas también desata sensaciones y cosquilleos sumamente placenteros. El roce en la piel de la cara posterior de las rodillas que desciende hacia las piernas y los pies hacen que la mujer se estremezca y enerve por el deseo que la invade.

A ella le gusta que él le diga cuánto le desea y cómo se excita al verla y descubrirla, mientras la desviste lenta y sensualmente.
Los sentidos se encienden cuando él le roza los senos o el pubis a través del tejido de la ropa.

La mano recorre el interior del sostén y uno de sus dedos se desliza por el borde de la bombacha en su recorrido por el cuerpo, haciendo que sus pezones se endurezcan y que la vulva y la vagina se humedezcan.

LOS JUEGOS PRELIMINARES

Ella no considera los juegos previos como una mera preparación para el acto sexual, sino como el momento erótico que la introduce gradualmente en el disfrute de las sensaciones. Tanto si la mujer ya siente deseo como si se trata de provocarlo, el juego erótico de acariciar, besar y lamer el cuerpo es muy sugerente y agrega morbo a la sexualidad si se vive en plenitud, sin prisas y deteniéndose en cada detalle y en cada punto que pueda dar placer.

A ella le gusta que él le diga cuánto la desea y cómo se excita al verla y descubrirla, mientras la desviste lenta y sensualmente, o tomar una actitud insinuante desvistiéndose ella misma poco a poco. Los sentidos se le encienden cuando él le roza los senos o el pubis a través del tejido y entonces ansía exponer su piel desnuda a un contacto más directo e intenso. Él lo advierte porque su aliento se vuelve más rápido y comienza a moverse con voluptuosidad buscando su cuerpo. Ése es el momento en que lentamente empieza a desabrochar los botones y quitarle algunas prendas; a medio vestir introduce ya su lengua por entre la ropa sobre la piel.

El acto de desvestir sensualmente a la mujer no es excitante sólo las primeras veces sino siempre, sobre todo si en cada encuentro se despliega mayor fantasía y se da rienda suelta a la imaginación. Además, muchas de ellas prefieren tener una relación sexual semivestidas o con la bombacha puesta, secretos que él irá conociendo si está atento a sus reacciones.

Los juegos preliminares no tienen límites ni pueden ser planeados de antemano. Algunas veces son tan excitantes que durante la estimulación previa la mujer puede llegar al orgasmo o situarse en el punto en que desea ardientemente la penetración.

EL ORGASMO

Cada instante de la excitación incrementa la temperatura y el deseo por llegar a la máxima sensación de placer. Antes de alcanzarla se produce el clímax, un momento álgido que nace de la necesidad de satisfacer el cuerpo y liberarlo de la tensión haciendo estallar el goce.

Hay tres tipos de orgasmo femenino. El «resolutorio»: clímax intenso que libera tras la fase de deseo y excitación; «de meseta o de cresta de laola»: es menos fuerte que el anterior pero se prolonga por más tiempo en oleadas sucesivas de placer; el «secuencial o múltiple»: son varios orgsmos sucesivos.

Un instante antes del orgasmo, el clítoris endurecido se retrae, la vagina se estrecha y late abrazando el falo.
La capacidad multiorgásmica es una condición exclusiva de la sexualidad femenina.

Hay mujeres que nunca experimentan el orgasmo múltiple, pero esto no significa que su sexualidad esté limitada, ya que pueden gozar igualmente mucho del orgasmo que alcancen. Plantearse metas en una relación sexual es la manera más eficaz de anular la líbido.

Las areolas se dilatan, aumenta el tamaño de los pechos todavía más, los músculos vaginales se hacen elásticos y se abren para recibir el pene. Al mismo tiempo, los labios menores crecen hasta desbordar los mayores mientras la pasión sigue en aumento. Un instante antes del orgasmo, el clítoris endurecido se retrae, la vagina se estrecha y late abrazando el falo durante el coito y la zona anal también se contrae espasmódicamente.

Por la ardiente temperatura de la piel, en algunas mujeres aparecen manchas de rubor en los pechos, la espalda, el cuello y la cara, los músculos se tensan al extremo, la respiración se agita y los latidos de¡ corazón se aceleran por la presión de la sangre y es entonces cuando todo su cuerpo se estremece en un vibrante orgasmo.

El punto máximo de goce sexual es como un estallido que produce violentas contracciones incontroladas y en algunas mujeres tiene tanta fuerza que incluso pueden perder la conciencia momentáneamente. Cuantos más espasmos se producen, más intenso y prolongado es el placer.

Desde el clítoris -que es el punto en que nace el orgasmo- se irradia una sensación que se va trasladando a la vulva y a la vagina, en una ardiente oleada de calor que comienza en la zona pélvica y puede extenderse a todo el cuerpo.

EL ORGUMO MÚLTIPLE

Cuando en un breve lapso de tiempo una mujer tiene una serie de orgasmos que se producen uno detrás de otro, se dice que es multiorgásmica. Es una condición exclusiva de la sexualidad femenina. En efecto, el hombre, después de llegar al clímax, entra en un período refractario y en una fase de relajación de la que ha de recuperarse para volver a sentirse excitado. Sin embargo, ella, por sus diferencias hormonales y fisiológicas, no lo necesita. Por eso, siempre que se la siga excitando cuando ya ha tenido su primer orgasmo, se sucederán otros más.

Si está pendiente del momento en que ella alcanza el clímax, el amante puede potenciar el orgasmo múltiple, manteniendo y aumentando la estimulación sin detenerse. Una vez que se ha conseguido el primer orgasmo múltiple, lo que no siempre sucede desde el inicio de la vida sexual, se puede volver a tenerlos. De este modo, la capacidad orgásmica de una mujer no tiene límites, salvo cuando su cuerpo demanda descanso y su energía se agota porque el placer la ha dejado exhausta.

EL PLACER VAGINAL
Se ha insistido en hacer una división entre orgasmo clitórico y vaginal, creando un mito y generando ideas falsas acerca de la sexualidad femenina.

Algunos especialistas sostienen que el orgasmo femenino tarda más en llegar que el del hombre, pero esto no es siempre así. En cambio, todoscoinciden en que es mucho másrico en sensaciones.

Aunque las mujeres tienen sensibilidad en la vagina, el centro de su excitación y placer se localiza sobre todo en el clítoris y en otros puntos erógenos de su cuerpo. Sin embargo, con frecuencia se ha insistido en establecer una división entre orgasmo clitórico y vaginal, creando un mito y generando ideas falsas acerca de la sexualidad femenina que, en muchas ocasiones, pueden provocar que ellas se sientan limitadas o llevarlas a creer que son raras. Si no tienen orgasmos vaginales.

Lo cierto es que el deseo y la pasión que se despiertan en la mujer estimulada se transmiten a toda la zona de la vulva, y el contacto durante la penetración es grato por la intimidad que supone, aunque al frotar el pene las paredes de la vagina la mujer no tenga una sensación directa de placer, ya que es una zona pobre en terminaciones nerviosas.

En el aumento de la sensualidad de la vagina interviene el músculo PC o pubococcígeo. Éste se encuentra en la base pelviana y se extiende desde el pubis hasta el coxis. Si se adquiere la costumbre de contraerlo y relajarlo varias veces al día, se fortalece y la vagina se vuelve más elástica. Asimismo, al tensar voluntariamente los músculos de la pared vaginal, se conseguirá abrazar el pene con más fuerza, lo que provocará mayor placer en los genitales femeninos y masculinos.

En realidad el ansia que se genera en el clítoris asciende hacia la vagina y ésta gana en sensibilidad sexual, por eso, en cuanto se tiene un orgasmo clitoriano, se extiende esa sensación de placer a la vagina penetrada.

LA EYACULACIÓN FEMENINA

Cuando están excitadas, todas las mujeres producen un fluido, en mayor o menor cantidad, porque los vasos sanguíneos se dilatan y presionan las paredes de la vagina. Este líquido sirve para lubricarlas y facilita la penetración, creando la humedad y el ambiente propicios para el disfrute durante la relación sexual.

Según algunos especialistas hay también mujeres que al estimularles el punto G eliminan a través de la uretra -durante el orgasmo- un líquido semejante al semen, que puede ser tan abundante que resulta preciso recogerlo para no empapar las sábanas. Pero, teniendo en cuenta que no siempre es posible localizar este punto, la gran mayoría de ellas nunca eyacula.