Epílogo


Es evidente que tenía unas cuantas razones para lanzarme a la aventura de escribir este libro. Sin embargo, es probable que me hubiera callado si no fuera porque cierta noche me escuché decirle muy solemnemente a mi hijo, entonces aún niño: «Tener miedo no significa ser cobarde. Ser cobarde es no afrontarlo».

¡Quién fue a hablar! Igual son palabras de alguien conocido, me disculpo de antemano por apropiármelas, pero en ese momento pensé: «Querida, has estado brillante, pero ¿a quién pretendes convencer?». Y, ¡claro!, tuve que atenerme a las consecuencias y sentarme ante el ordenador.

Ahora, cuando releo lo escrito, me doy cuenta de que he sido más dócil de lo que me proponía. Pero me perdono. Al fin y al cabo, tengo un par de ovarios: no todo el mundo se atrevería a firmar este libro, pero, a estas alturas de curso, creo que mi sexo es bastante mío —por suerte, siempre quedan territorios por conquistar, entre otras cosas, soy extremadamente tímida— y, aunque sigo teniendo miedo, me niego a ser cobarde. Por favor, hazte un regalo:

¡No lo seas tú!

Si, por cualquier motivo, deseas ponerte en contacto conmigo, entra en www.sylviadebejar.com o escríbeme a: [email protected]