PARTE VI
365 + 1 sugerencias

Es mucho más importante ser uno mismo que cualquier otra cosa.

VIRGINIA WOOLF, escritora

Ponte en situación. Imagínate a una tipa atacada de los nervios —esa soy yo—, colgada del móvil y llamando a todas las amigas y conocidas que pudieran aceptar su reto: «Necesito 365 + 1 ideas para mejorar nuestra vida sexual»[90]. ¿Respuestas? «Muy propio de ti», se mofó una. ¿«Tantas»?, se asustó otra. «Hecho», dijeron la mayoría. Pero la mejor, como siempre, fue Z: «¿Tienes papel y lápiz? ¿Sí? Pues apunta». (¡Te desafío a adivinar las suyas!). Total, que en menos de lo que imaginas, dicho y hecho. Moraleja: cuando una se lo propone, pueden ocurrírsele montones de formas de alegrarse la existencia. Y aunque parezca mentira, nos hemos dejado algunas en el tintero. Hubiera bastado, por ejemplo, con proponer una ristra de posturas para tener la tira de propuestas, pero resultaba demasiado fácil. En fin, para dejarte con buen sabor de boca e inspirarte, aquí van estas sugerencias finales. Las hay desde muy inocentonas hasta subidillas de tono. Como siempre, tú decides.

  1. Ama tu cuerpo… y el de quien te comparte.
  2. Lo que opinen o hagan los demás debe importarte un comino. Tienes derecho a tener tus propias ideas respecto al sexo y vivirlo como mejor te convenga (siempre y cuando no utilices a nadie, tampoco a ti misma). No juzgues ni admitas que te juzguen. Tu sexo es tuyo.
  3. Más sensual de lo que imaginas. Bésale la palma de la mano. Suavemente. También puede jugar con tu lengua. Durante una cena fuera de casa, paseando por la calle… Luego, más.
  4. La próxima vez que salgáis, no te pongas ropa interior y coméntaselo casualmente cuando ya estéis en la calle.
  5. También puedes optar por no decírselo y hacer que lo descubra con sus propios ojitos o lo palpe por sí mismo. (Z se limitó a pedirle que extendiera su mano por debajo de la mesa del restaurante. ¿Imaginas dónde depositó su tanga?)
  6. Si tienes un punto exhibicionista y a él no le molesta, la diversión está asegurada. Ojo con elegir bien a tus espectadores. A estos debe gustarles tanto como a vosotros vuestro juego. No se trata de molestar a los demás.
  7. Olvídate del típico «Si me quisiera, sabría lo que me gusta». Es un billete asegurado a la frustración.
  8. Sorpéndele y déjate sorprender. El buen sexo tiene mucho que ver con la actitud. Si eres negativa, miedica, rutinaria, quejica, no te apuntas a nada…, apaga y vámonos. Tampoco sirve de nada la vergüenza. No te digo que puedas superarla de la noche a la mañana, pero sí que te esfuerces en ir poniéndole coto. Mente abierta, ¡muy abierta!
  9. Una idea que has visto mil veces en el cine ¡y ya va siendo hora de que copies!: él abre la puerta de casa y se encuentra un camino marcado con pétalos de flores, velas, incienso… Tú eres el destino. ¿Cómo piensas recibirle? Bastará que cambies algo del encuentro (escenario, vestuario, postura en que te encuentra cuando llega a la meta) para que tengas muchas variantes de juego.
  10. Dale unas vacaciones a la postura del misionero. Ellos suelen ser visuales. No le hagas ascos al coito vaginal desde atrás. Le encantará contemplar tu trasero y dominar la situación…
  11. O móntale y acaríciate el cuerpo para sus ojos.
  12. Preséntate en su casa o ve a buscarle al trabajo con un abrigo y nada más… salvo que sea una botella de buen vino. (Estas escenas tampoco tienen por qué suceder sólo en la pantalla. También tú puedes vivirlas).
  13. No apagues la luz y/o juega con ella. Posibilidades: hazte con lámparas o focos de intensidad graduable (una gran inversión), coloca un par de velas o, mejor aún, ¡decenas!, experimenta con bombillas de colores o logra el mismo efecto usando pañuelos… Vigila que no prendan.
  14. Recíbele vestida con ropa interior sugerente. Si nunca te has puesto un tanga, un corsé o un liguero, ¿a qué esperas? ¡Aunque sólo sea para pasearte por casa! No sólo le gustará a él: sentirte sexy también aumentará tu placer. Si te imaginas sexy y te comportas sexy, te sentirás sexy. Y no leas esto sin más, si no te ves así… ¡date una oportunidad!
  15. Cuando algo te desagrade, házselo saber claramente. De lo contrario él puede creer que te gusta e incurrir siempre en el mismo error. ¿Cuántas mujeres se quejan de que sus parejas les estimulan el clítoris con tanta fuerza que les irrita y sin embargo nunca se lo han dicho? Lo gracioso es que probablemente ellos crean hacerlo de película.
  16. Batalla de almohadas o unas buenas cosquillas para liberar la tensión. De la mesita de noche sacas unas esposas y le preguntas: ¿«Te rindes»? ¡Pobrecillo, en qué trampa ha caído! Juega con su cuerpo hasta que no pueda más. Si prefieres ser tú la detenida, díselo.
  17. ¿Seguimos castigándole? No logras conciliar el sueño y sabes que va para largo. Tu pareja duerme a pierna suelta. ¡Será insolidario! Se merece un castigo: véndale los ojos y desvélale con caricias y una orden tajante de «prohibido hablar o quejarse». Si te apetece, aderézalo todo con una historia. Excítale, pero no le dejes llegar. Ordénale, sin piedad, que vuelva a dormirse… si es que puede. Al cabo de un buen rato —el que aguantes, porque probablemente tú también estés más que dispuesta— vuelve a martirizarle. Ya puedes acabar la misión.
  18. Si no lo has probado todavía: hora de estrenar el chorro de la ducha para autoestimularte.
  19. Hablad de lo que os gusta, de lo que no, de vuestras necesidades, fantasías, etcétera. Ambos seréis más felices en la cama. Si te da corte hablar de sexo, no pretendas conquistar el Everest en un día, pero ve planteándote retos. Si es a él a quien le cuesta, hazle preguntas que le empujen a definirse. Pero siempre con tacto. Sin ofender ni atosigar: no ganarías nada.
  20. Si eres tan vergonzosa que ni siquiera emites sonidos durante vuestros encuentros, empieza por ahí. Cuando estés familiarizada con los «Umm», «Aah», «Ooh», es probable que te atrevas con los «Sí, sí», «Todavía no», «Quiero más» y similares. Luego ve a por más: «Me encantaría que me acariciaras las nalgas», «Me gustaría que me mordisqueases los pezones» o «Quiero que me toques/tocarme el clítoris mientras follamos» (la de mujeres que no pronuncian esta sencilla frase y la amargura que se ahorrarían de atreverse a hacerlo). Extra: tal vez te sientas más cómoda iniciándote durante tus sesiones de sexo en solitario. Háblate mientras te autosatisfaces.
  21. Dile que apoye la palma de su mano en tu clítoris y que, mientras lo estimula mediante presiones, pasee los dedos entre tus labios menores, jugando con el punto U y la entrada vaginal.
  22. Proponle una noche sin televisión. Mejor una semana. Podréis conversar, compartir y seguro que eso beneficia vuestro sexo. Consejo obvio, ¿verdad? Pues entonces, ¿por qué no lo hacéis?
  23. Una ducha sensual. Geles perfumados, esponjas, delicadeza… Enjabónalo, que te enjabone él a ti. También podéis usar la alcachofa de la ducha para masajearos o estimular diferentes partes de vuestro cuerpo.
  24. Si eres de las que cierran los ojos o vuelan lejos con su fantasía, fíjate en lo que hacéis. Conviértete en voyeur (mirona) de vuestros encuentros. Para muchos, no hay porno más excitante que el propio.
  25. ¿Y si os filmarais? Si no os convence, siempre podéis borrar lo grabado.
  26. Salvo que sea una nulidad, no olvides decirle que le deseas, que es el mejor, alaba su miembro y esas cosas… Su ego te lo agradecerá, tu sexo también. Cuando se sienten como reyes, suelen mejorar: no quieren que cambies de opinión. He generalizado. Toca especificar: cuando los buenos amantes se sienten bien, son aún mejores. A los malos (y por malos se entiende egoístas) ya puedes decir lo que quieras, que no hay nada que hacer. Por si quien lee es varón: a nosotras también nos gusta que nos digan que somos las mejores o que nuestros pechos, trasero, lo que sea están de muy buen ver.
  27. Felación. Haz que hoy sea diferente. Cuando haya llegado, mírale y embadúrnate el pecho u otras partes de tu cuerpo con su regalo. Esa imagen le acompañará muchas más veces de lo que te imaginas.
  28. La pregunta del millón: ¿Cómo distinguir a un buen amante? Si lo supiera, ya hubiera escrito un bestseller y viviría retirada en una isla privada del Caribe. Lo que sí te diré es que las mujeres que aseguramos tenerlo (comentario de una: «Aunque fuera un cabronazo, no lo dejaría; ¿dónde encuentro a otro igual de bueno en la cama?»), convenimos en lo siguiente: lo que distingue a un buen amante, lo que lo diferencia de los del montón, es su disposición a serlo. Todo lo demás se puede aprender. Un hombre curioso, abierto de miras, que quiere descubrirte, disfrutar de ti, compartirse contigo y enseñarte a hacerle gozar a él es ¡el hombre! No aspires a menos.
  29. Ahora bien, de nada sirve que él sea así, si tú no lo eres. Se impone un examen de conciencia. Perfil de una buena amante: se responsabiliza de su placer; conoce su cuerpo y sabe sacarle partido; expresa sus necesidades y se cuida de satisfacerlas, aunque eso pueda suponerle un encontronazo; se masturba si le apetece; no se avergüenza del sexo, lo asume como algo natural; no tiene miedo o, si lo tiene, lo afronta; se reta a probar cosas nuevas o a pedir eso que tanto le apetece pero le da cierto corte; ama su cuerpo y cuida de él… Si crees que no te pareces mucho a ella, no sufras: es posible aprender.
  30. Tú de pie ante un espejo, él detrás de ti sentado. Desnúdate lentamente, de forma que te pueda ver desde dos perspectivas diferentes. A partir de ese punto, juega como te apetezca. Dos posibilidades: siéntate detrás de él y acaríciale el cuerpo y mastúrbale, o arrodíllate entre sus piernas y hazle una felación mientras él siente y observa como pocas veces puede hacerlo.
  31. Cómete un plátano o saborea maliciosamente un polo. Ante sus ojos. «Te gustaría que te hiciera esto, ¿verdad?».
  32. Desnuda a tu pareja muy lentamente. Tómatelo con calma. Hazle rabiar, hazle sufrir… le harás gozar. Si te desnuda él, dile que te deje algo puesto. Por ejemplo, unas medias sin liga, un cinturón, un corsé o el sujetador. En este caso, si el modelo lo permite, puede bajarte las copas para que tus pechos asomen. ¿Y se te compras un sostén sin ellas?
  33. No descuides tus kegels. Mañana, tarde y noche. No te arrepentirás. Mejor con tu bola china puesta.
  34. Apúntate a gimnasia abdominal hipopresiva. Sentirás y sentirá mucho más.
  35. Que se apunte él también a los kegels. Controlará mucho más y son indispensables si quiere ser multiorgásmico.
  36. Aprende a aceptar un no. Y si es del tipo «hoy no tengo ganas», nada te impide autosatisfacerte. Él también debe entender una negativa.
  37. Mañana de un día laborable. Está a punto de salir de casa. Desabróchale la cremallera del pantalón, bésale y/o acaríciale y comunícale que a su vuelta habrá más. Si no quieres esperar tanto y te puedes permitir el lujo, déjate caer en su trabajo y saltaos la comida o aprovechad la sobremesa para hacer una escapada al aseo (de pie, él detrás y tu apoyada en el lavamanos, así os veis en el espejo), al coche (busca un buen sitio en el parking) o a donde sea que se te/os ocurra. Otras formas de anunciarle lo que le espera: escóndele una foto subidita de tono en la americana y adviértele que cuando entre en la oficina meta la mano en su bolsillo («por cierto, salvo que quieras dar explicaciones, sé discreto»), o dile «cielo, antes de irte, necesito un beso más»… ¿Se te ocurre dónde lo necesitas?
  38. Pídele que se masturbe delante de ti y fíjate en lo que le gusta.
  39. Date un gustazo con él como espectador y enséñale lo que prefieres.
  40. No te estanques siempre en lo mismo. No pierdas nunca tu disposición a probar cosas nuevas: si no te gustan, las descartas; ¿que te van?, pues ya sabes, las incluyes en tu repertorio. Recuerda que muchas veces vale la pena repetir antes de cerrarse en banda a algo. Puede que la segunda vez dé mejor resultado. Además, con el tiempo las personas evolucionan y sus gustos pueden variar.
  41. Si aún no los usáis, tenéis que probar los lubricantes. Debería ser ley.
  42. Escríbele una carta explicándole lo que te gustaría que te hiciera. Dásela —incluso mándasela por correo— y, quién sabe, igual tus deseos se hacen realidad. Pídele que te la escriba él a ti.
  43. Hablando de misivas, ¿por qué no mantenéis correspondencia (sea o no erótica)? Aunque viváis juntos, quizá te permita ser más lanzada, más romántica o más pasional. A él también. La mayoría somos más pudorosos de lo que quisiéramos reconocer. Incluso podría ser el inicio de otra relación, de una segunda vida entre vosotros, una que sólo mantengáis por escrito y no os comentéis de viva voz. Es esencial que sea por carta, no Internet, para recuperar la tensión y el misterio que genera la espera.
  44. ¿Qué es lo que no hacéis hace tiempo? Una de las técnicas que suele caer en desuso es la de la estimulación manual. Propuesta para él: ¿qué tal si te vas a la cocina, al baño, al sofá… y le dices algo erótico al oído y empiezas a jugar con su cuello? ¿Responde bien? Pues sigue.
  45. Los juegos de rol dan mucho de sí. Entre otras cosas, porque son la excusa perfecta para comportarte como siempre has deseado: niña inocente, chica pervertidora, geisha sumisa, ama dominante… ¿Quieres seducirle, juguetear con él, tratarle con malicia o tal vez con mimo? Disfrázate de doctora y dale su medicina. Si prefieres ir de paciente, cómprale una bata blanca y que el médico sea él.
  46. Caperucita Roja y el malvado lobo feroz, pero con un ligero cambio: en esta ocasión, ella desea ser comida.
  47. Hazte con un uniforme de servicio doméstico y cuida del señorito. O conviértele en el mayordomo y que se gane el sueldo. ¿Más guiones? Cara: la empleada de hogar que chantajea a su jefe. Nada más efectivo que una amenaza del tipo: «O hace lo que le digo o le explicaré a la señora que ha estado abusando de mí». Le entrega un delantal y el plumero. El señorito ha de limpiar la casa mientras ella le va castigando. Cruz: la señora que es chantajeada por el mayordomo que la ha pillado con otro.
  48. Quizá te vaya más el juego profesor/alumno en sus diferentes versiones. Dos modelos básicos: «O sea, que usted pretende que le apruebe la asignatura sin habérsela estudiado. ¿Qué piensa hacer para lograrlo?» y «Verá profesor/a, ya sé que no merezco pasar, pero he pensado que usted parece muy estresado/a y yo puedo ayudarle a liberar sus tensiones».
  49. Enfúndate en unas botas de cuero y un corpiño de látex y dale su merecida lección al chico malo.
  50. Un cura perverso y una alumna virgen que ha cometido un pecadillo. O viceversa: el padre es un santurrón; ella, una maliciosa Lolita dispuesta a que incumpla sus votos. ¿No te va? Pues, ¿qué tal si ella es la cruel y muy caliente monja superiora y él, el chico más rebelde del orfanato?
  51. Visita una sex-shop y cómprate algo para ti. O para sorprenderle a él. Id juntos y que cada uno elija una cosa. Ya se la mostraréis al otro cuando convenga[91].
  52. En plena acción, uno puede acordarse del amor. Una mirada, una caricia más tierna, coger al otro de la mano, un beso…
  53. Sé espontánea. No lo midas todo, lo planees todo, lo quieras controlar todo. Déjate llevar. Libera tu mente, tu cuerpo la seguirá.
  54. Practica el coito activo. Nada de separar las piernas y punto. Fíjate en si su pene es recto o se inclina en alguna dirección, qué posturas adoptáis y qué partes de tu vagina estimula su miembro. Así podréis colocaros y moveros de la forma que te satisfaga más.
  55. Grábale una cinta con cuentos eróticos para el coche. O contigo explicándole cómo te estás masturbando pensando en él y lo que le harás cuando lo veas.
  56. Cunnilingus. En cualquier sitio. Basta que lleves una falda. Ropa interior optativa. Extra por si estáis en casa o en un bar de copas: para tener la lengua más rugosa, que succione antes una rodaja de lima o de limón.
  57. Píntale el cuerpo y que te lo pinte él a ti. Siéntelo. En las sex-shops encontrarás pintura corporal comestible con sabor a chocolate.
  58. Bailad juntos y dejaos llevar por el ritmo. La de parejas que son incapaces de soportar tanta intimidad.
  59. Regálale una revista erótica y señala las páginas que más te inspiran. Que las marque él.
  60. No te limites a acariciarle. Da un paso más: siente lo que siente tu mano al hacerlo.
  61. Un polvo post pelea. Lo malo: puedes acabar enganchada a las reconciliaciones. ¡Qué bien sientan algunas broncas!
  62. Estás cansada. No te apetece para nada: «Lo que quiero es dormir». ¿Te suena? Pues cede por una vez. Busca una postura que te resulte cómoda y a ver qué pasa: igual reencuentras tu energía perdida.
  63. Cuando tengas dudas o sufras a causa de tu vida sexual, acude a un especialista. Lo mismo vale para él.
  64. Que te acaricie sin quitarte la ropa interior Llega así al orgasmo. Házselo a él.
  65. Acércate a su oído y susúrrale algo sugerente: «Si juegas con mi clítoris y me dejas contenta, muuuuy contenta, yo te haré el mejor francés de tu vida».
  66. Misionero: eleva la pelvis, poniendo una o varias almohadas debajo de tus nalgas. Notarás la diferencia.
  67. Si os gusta comer: una buena cena con un buen vino. Tú vestida sólo con un delantal. (Una advertencia sobre el alcohol: aunque es verdad que ingerir un poco ayuda a desinhibirse, beber demasiado perjudica el disfrute sexual, porque reduce las sensaciones, cuesta más llegar y los orgasmos suelen ser menos intensos).
  68. Llámale a su trabajo y descríbele lo que llevas puesto.
  69. O explícale lo que le harás cuando le veas.
  70. O detállale cómo quieres que te folle esta noche.
  71. Si tiene móvil, puedes decirle que se esconda en algún lugar y montaros vuestra propia línea erótica.
  72. Tú también puedes esconderte en tu oficina y, mientras habláis, jugar con tus manitas y/o algún juguete sexual.
  73. Coge las esposas y detenle por exceso de velocidad. O por hacer contrabando. ¡O por llevar los zapatos sucios! Por supuesto, el cacheo será exhaustivo.
  74. Miradas cómplices. Supongamos que no estáis solos. Habéis ido a pasar el día con unos amigos a su casa de campo. Lánzale mensajes constantes y no sólo con la mirada, de vez en cuando se te puede escapar una manita. Calienta motores para cuando podáis permitiros el lujo.
  75. ¿Y si os perdierais en el bosque, el garaje, el desván o el cuarto de baño? ¿Tienes establo? ¡Qué envidia! Posibilidades: polvo rápido, felatio, cunnilingus, sólo manos…
  76. Comer de los genitales del otro: gelatina con sabor a frutas, yogur natural, nata sin azúcar, fresas, uvas peladas y deshuesadas, incluso helado… También puedes hacerlo de otras partes del cuerpo. ¿Una perla de chocolate, una gominola o un poco de miel en el ombligo o en los pezones? Para complicarlo, véndale los ojos y que adivine qué es[92]. Sugerencia de una lectora: «Con tu boca llena de Peta Zetas, átale y/o véndale los ojos, déjale escuchar el sonido chispeante y ataca. Mejor que sobre a que falte. Otra posibilidad es usar un caramelo Mentos con un sorbo de agua con gas».
  77. Cunnilingus. Dibújale el abecedario. No hace falta que adivine las letras, el objetivo es variar constantemente el movimiento.
  78. Hazte un collar de frutas exóticas, o un tanga, y que coma de ti. O invítale a saborear el plátano con el que previamente te habrás dado placer delante de él. Eso, si es capaz de reaccionar (Acertaste: esta es de Z. ¿He de explicarte que su marido la adora?).
  79. Tal vez prefieras emular a Clinton, porque a tu hombre le vayan más los puros. Humedéceselos tú. Ya sabes cómo. Pero, cuidado, la nicotina podría irritarte.
  80. Una playa de noche. Ojo con la arena. Si hay una silla del vigilante de la playa, quizá hayas encontrado el mejor sitio.
  81. En la cubierta de un barco. No hace falta ser dueño de uno, en algunas playas y puertos se pueden alquilar embarcaciones pequeñas por horas y sin necesidad de titulación. ¡Y si no, alquiláis un patín a pedales!
  82. Uno vestido y el otro desnudo. La sensación de dominio o sumisión, según el papel que te toque, puede ser total.
  83. Regálale un pincel muy fino para estimular tu clítoris.
  84. Observa sus reacciones ante determinadas escenas de películas, temas o situaciones para descubrir lo que le pone, y actúa.
  85. Llega la noche. Rétale a un paseo en coche, sólo que en cueros (También…, esta también lleva la firma de mi amiga).
  86. Léele un cuento erótico o un pasaje que te guste. Si queréis, escenificadlo.
  87. Escríbele un deseo sexual o una propuesta en una cartulina. Decórala si quieres, plastifícala, córtala a modo de rompecabezas y envíasela por correo. La pelota estará en su tejado. De hecho, puedes crear todo tipo de puzles eróticos (fotos tuyas, de ambos, de algo que le guste…). Puedes incluso irle dando piezas (a diario, cada vez que juguéis, siempre que te diga algo agradable…) y «cuando lo completes, tendrás tu premio».
  88. Pídele que te indique dónde quiere que le muestres tus pechos o tu cuerpo desnudo o le hagas un striptease… ¡fuera de casa!
  89. Jugad a cartas. Perder equivale a despojarse de una prenda. O a complacer al otro con algún tipo de servicio.
  90. También hay juegos de mesa eróticos para parejas, como Diabólicus, Pacto de Amor o Kamasutra, y para grupos, como Noche de juerga.
  91. Un polvo rápido cinco minutos antes de la llegada de los invitados… O de vuestra familia en pleno.
  92. Si un viaje de trabajo os separa durante unos días, prometeos abstinencia total (nada de autosatisfacerse), pero calentaos a diario de todas las maneras que se os ocurran: leyendo literatura erótica (podéis elegir el mismo libro), revistas, conversaciones telefónicas… Ya os desquitaréis a la vuelta.
  93. Si nunca os separáis, pactad un tiempo sin sexo. Un tiempo que suponga un esfuerzo. Objetivo: morirse de ganas. Durante ese período de ayuno también podéis chincharos de todas las maneras que se os ocurran: una caricia furtiva, un relato oral, una película que os guste…
  94. Otra variante: podéis apuntaros a los ejercicios de focalización sensorial.
  95. Regálale un aro para el pene y una felatio.
  96. Bésale, tócale, dile palabras hermosas, pero no sólo en la intimidad. Las relaciones se cultivan las 24 horas del día.
  97. Pide por esa boquita. E insisto: si tú das, tu pareja no y sus razones no te convencen, ¿crees que él vale la pena? Y corresponde. Muéstrate dispuesta a escuchar lo que quiere, a hacer lo que pide (siempre que no te produzca rechazo), a aprender lo que le gusta. A veces resulta muy difícil confesar nuestros deseos más íntimos. Dale pie a hacerlo y no le juzgues o te rías. Espera lo mismo de él.
  98. Alquila una peluca, ponte ropa diferente a la que sueles llevar, maquíllate de otra manera y secuéstralo en un párking o abórdale como si no le conocieras en una tienda, la salida del gimnasio o el restaurante donde come al mediodía.
  99. ¿Te atreves/se atreve a probar unas bolas anales? Tirad de ellas en el momento cumbre. También podéis usar un pañuelo.
  100. Báñate con una botella de cava y anímale a secarte con la lengua. Bébelo de su axila, ombligo, bajo abdomen, es decir, cualquier parte cóncava de su cuerpo. Es probable que tengas que retarle a superar las cosquillas.
  101. Llámale a la oficina, ha de haber gente cerca suyo, y cuéntale algo muy caliente.
  102. Explícale lo mucho que te excita, lo caliente que estás… Ya verás cómo se pone él.
  103. La anticoncepción es cosa de dos; el sexo seguro también.
  104. Estrategia si sois pareja con hijos: mandad a los niños a casa de los abuelos o intercambiadlos de vez en cuando con amigos («Este fin de semana os quedáis a los nuestros, el próximo nos llevamos a los vuestros»), para que dispongáis de 24 horas —mejor si son más— a solas. Nada como tener tiempo.
  105. Niños o no niños, invítale a un fin de semana loco. Todo pensado para que el otro disfrute: una ciudad que le apasione, una playa paradisíaca, una carrera de motos si es eso lo que le va… La felicidad genera pasión.
  106. Hielo en la boca y a jugar con su cuerpo. Puedes probar con uvas o bolitas de melón congeladas.
  107. Si quieres probar a introducirte un hielo en la vagina, empieza con un trozo pequeño y lamido previamente. Otra opción: colocarlo en el preservativo. Ojo.
  108. Agua caliente y fría y una buena felación.
  109. Llena tu boca de gelatina o nubes (en tiendas de golosinas) y ve a por su miembro.
  110. Y no os olvidéis de la combinación sexo oral-crema de menta o lubricante mentolado. También valen los caramelos, la pasta dentífrica y el elixir bucal. Con cuidado.
  111. Y tú ¿qué? Si no se le ocurre a él, dale un empujoncito: tus genitales también merecen probar estas cosas.
  112. Las conversaciones con doble sentido —sea con él o con quien sea— siempre inspiran.
  113. Hablar de sexo con una amiga sana y atrevida, como Z, también (Ojalá tengas una Z en tu vida. La sazonan. ¡Y de qué manera!).
  114. Busca tu punto G. Ya sea con tu mano, la suya, su pene o un juguete sexual o similar. Recuerda que debes estar ya excitada y no renuncies si no lo consigues a la primera.
  115. Pregúntale si quiere que busques el suyo.
  116. Para tentarlo, puedes jugar con su periné. Masajéalo frotando o presionándolo con la yema de tu pulgar y utilizando las falanges o nudillos de tus dedos índice y corazón.
  117. Apaga la luz, dale una linterna y que te enfoque donde quiera. Tú ya sabes lo que le gusta, pues adelante, y si no, pídele instrucciones.
  118. Gime si te apetece. A él le sonará a gloria. Escúchate. Gemir, respirar, hablar. Goza de tu propia excitación.
  119. Escúchale. Cómo respira, lo que murmura, si gime. Si permanece en silencio, rétale a soltarse, puede que no se deje ir porque le dé corte, pero no pretendas obligarle: hay personas calladas, muy calladas, que gozan tanto o más que quienes dejan sorda a su pareja.
  120. Llámale y explícale que no puedes concentrarte en tu trabajo porque te lo has imaginado rompiéndote la blusa y comiéndote los pechos. Advertencia: cuando os reencontréis, lleva una que no te entusiasme demasiado.
  121. Coito en una piscina. Aprovecha una de las boquillas de impulsión de agua para estimular tu clítoris. También puedes experimentar en una bañera de hidromasaje.
  122. Juega al son de la música. Imposible cuando tú eres una romántica empedernida y a él le va el rock duro. Pones a tu cantante llorón favorito y gozas como una loca mientras él piensa que eres una cursi de cuidado. No mola. Pero ¿tanto cuesta llegar a un consenso? Hay discos pensados para relajarse que son perfectos para los encuentros sexuales.
  123. Restaurante. Cena con amigos. Escríbele una propuesta sexual en la servilleta y pásasela. Un ejemplo: «Ponme sin que se den cuenta».
  124. Repasa tu armario y tira todo lo que no te haga ir pisando fuerte. Mejor tener poco y bueno que amontonar lo que te desmerece. Pon especial atención a tu ropa interior: ha de ser todo lo exquisita, sexy, incitante que te puedas permitir. Recuerda: no es por él, es por ti.
  125. No sólo has de desterrar tus pijamas cursis. Descarta los suyos que no te gusten. ¿Que a él le encantan? Pues culpa al perro o a la lavadora.
  126. Y, aunque siempre se hable de las nuestras, sus prendas íntimas también nos influyen. Si no te gusta la ropa interior que usa, regálale algo que te atraiga o rétale a comprarse algo más coqueto.
  127. ¿Se te ha ocurrido pensar que cuando te vistes o desvistes, él puede estar mirándote? (Sé de una que tardó doce años en darse cuenta de que su pareja la miraba a hurtadillas cada mañana, porque —según confesó— le gustaba imaginarla así mientras no estaban juntos. Ella se tiraba de los pelos pensando en la de ocasiones que se había puesto cualquier cosa: «A veces ni siquiera llevaba el sujetador y las bragas a juego». Ahora hasta le hace pases de modelitos).
  128. Mastúrbale usando mucho lubricante. Mejor aún, con guantes de látex embadurnados en lubricante. Podrás hacerle lo inimaginable.
  129. Misionero: agárrale del trasero con ganas. Hay algo en ese gesto que suele derretirlos.
  130. Rétate. Rétate a menudo. Sé osada. Nada peor que renunciar sin probar a hacer locuras (que no impliquen jugarse la salud).
  131. En medio de lo que sea que estéis haciendo, detén tus pensamientos y fíjate en lo que está sucediendo entre vosotros. Toma conciencia del momento.
  132. Mírale a los ojos cuando llegues o llegue él.
  133. Caja de los deseos. Cada uno anota los suyos en diferentes papeletas (una para cada anhelo): «Sexo oral», «Que me azotes», «No tener que hacer nada», «Follar en la bañera», «Darte por detrás»… Sacáis una al azar y ese es el plan. Evidentemente, nadie está obligado a algo que no desee.
  134. Cada uno puede tener su propia caja y cuando el otro quiera tener un detalle, bastará con que coja una papeleta y actúe en consecuencia.
  135. Despiértale acariciándole. Mucho mejor que la alarma del despertador.
  136. Lo mismo, pero antes le habrás atado. Qué pena me da.
  137. O desnúdate, coge su mano y paséala por tu cuerpo.
  138. Si siempre lo hacéis el mismo día de la semana y a la misma hora, ¿no crees que va siendo hora de variar?
  139. Besos. Sólo besos. Sin más propósito que besarse. Uno tras otro, como adolescentes que no se atreven a más.
  140. Besos con detalle. Compartir una aceituna, una fresa o un bombón. Empapa de miel tus labios y dile que no encuentras una servilleta, que lo sea su lengua. ¿Más? Uno de los dos se pone sal en la boca; el otro azúcar.
  141. Bolas chinas u otra cosa. Te las colocas delante de él y os vais a la boda de tu prima. ¿En qué crees que pensará él?
  142. O no se lo dices hasta que, en medio de la fiesta, demandas su ayuda para quitártelas.
  143. No te cortes. No te cortes. No te cortes. A ellos les suelen gustar las mujeres que saben lo que quieren. No te confundas: lo que les asusta es la agresividad, no que sepamos lo que nos gusta. Si el tuyo no soporta que tengas tu propia opinión, chica, tú misma: si te va bien su manera de ser, perfecto, si te parece un anticuado, pues demuéstrale que en la variación está el gusto. Y si te corta las alas, ¡puerta!
  144. Manda él. Sus deseos son órdenes para ti.
  145. Mandas tú. Véngate por lo mal que te trató.
  146. Podéis complicarlo un poco más: el esclavo es atado, por ejemplo a la cama (cuidado, no todo el mundo lo soporta), donde se pasará el tiempo que pactéis —¿un día?— a merced del otro. Su amo puede darle de comer, permitirle asearse o asearle, lo que queráis, y, por supuesto, utilizarlo cada vez que lo pida el cuerpo. El que espera desespera, pero de excitación, y el que manda disfruta de su poderío.
  147. Cuando estés a punto de llegar, frénate y vuelta a empezar. Retrasa tu orgasmo tanto como quieras o puedas; es probable que cuando te lo permitas sea más potente. Proponle lo mismo a él.
  148. Dile que te regale un cinturón de castidad… y úsalo para ir a trabajar o una noche en que salgas sola con tus amigas. O regálaselo tú.
  149. Lávale los pies. Sus dedos entran en el grupo de los grandes olvidados. Para mucha gente, el pie es una fuente de enorme placer. Al fin y al cabo, está plagado de terminaciones nerviosas. Compruébalo usando tus manos y tu boca. Juega con sus dedos, sobre todo el gordo, para ponerle a tono. Úntalos con algo apetecible y lámelos uno a uno, lentamente.
  150. Otra que tal: la cabeza. Masajea su cuero cabelludo. Lávasela. Un gustazo.
  151. Volver a su infancia. Regálale un cochecito para que conduzca por todo tu cuerpo. O recorre tú el suyo. Y cómete muchas infracciones.
  152. Invierte en una buena cama. No sólo importa el colchón, la estructura puede daros mucho juego: con dosel y cortinajes, mucho misterio y cuatro esquinas para jugar; de somier articulado (incluso con motor y mando a distancia) para probar todo tipo de posturitas, con una cabecera o pie de cama, ¡o ambos!, de barrotes para dar rienda suelta a vuestros juegos de dominio y sumisión.
  153. Cuando estés muy excitada adopta una postura que permita que su pene presione tu cul-de-sac o tu cérvix, como el coito desde atrás o contigo encima. Tócate o que te toque el clítoris a la par. Si no lo consigues a la primera, no tires la toalla.
  154. Mándale un emilio. Las posibilidades son muchas. Por ejemplo, cuéntale una historia que él deberá seguir. ¿Adónde os lleva? ¿Qué ocurrirá cuando os veáis?
  155. Sexo oral y barba de varios días: puede ser un mal cóctel. Mensaje para él: si es así, ten un detallito, ¡ya te crecerá! Mejor, piel suave. Vosotros también tenéis cremas, lociones y colonias.
  156. ¿Quieres hacerla feliz? Respeta su ritmo. Jamás inicies un coito si no te da permiso o captas señales, ¡muy claras!, de que está preparada o con ganas. Recuerda: lubricación no es igual a excitación. Lo que buscas es una gran hinchazón genital y una clara indicación de que ella quiere más.
  157. Deja de practicar el sexo pisando el acelerador a fondo. Cuanto más tiempo se le dedica, mejor suele ir.
  158. Podéis citaros en un bar y ligar como si fuerais desconocidos. Si le dais a vuestra imaginación, os lo creeréis.
  159. Este juego de rol es ideal para unas minivacaciones. Podéis pasar un fin de semana, ¡y más!, jugando a ser otras personas. Inventad una personalidad totalmente diferente, una vida entera con su historia y su morbo.
  160. Otra posibilidad: anúnciale que, tal como había pactado con la agencia de acompañantes, le esperas en la habitación X del hotel Y. ¿Adivinas tu papel?, ¿no? Pues recíbele como más pueda provocarle. No te olvides de cobrarle. Con ese dinero, le invitas a cenar otro día (prolongas el efecto de tu sorpresa).
  161. Tal vez prefieras ser tú la que haya contratado sus servicios. En ese caso, dale instrucciones a tu chico de alquiler. Y págale para que te compre algo que te recuerde vuestra aventura.
  162. Métele mano mientras cenáis en un restaurante, en el cine, en el coche o en cualquier lugar público que garantice el morbo. Advertencia: serio riesgo de accidentes si él es quien va conduciendo.
  163. O ve desabrochándote botones, subiéndote la falda, bajándote la ropa interior.
  164. ¿Más? Pues tócate para sus ojos. Insisto en lo del peligro que corréis si vais en coche. Además, salvo que seáis exhibicionistas, atentos a los camiones: su altura puede convertiros en protagonistas de una historia porno.
  165. ¿Eres un poquito vaga? Pues lo dicho, pero que sea él quien te toque.
  166. Véndale los ojos y que use su olfato. Tus pechos huelen a menta, tu cuello a jazmín, tu pubis a sándalo… Ojo no se vaya a marear.
  167. La misma historia, pero tú eres la que no ve. Puede alimentarte, desvestirte y hacer que le desvistas, tocarte, hacer que le toques… Lo que le plazca.
  168. Los dos con los ojos vendados. Solos o en compañía de algún juguete o instrumento sexual.
  169. Compartir una cabina de vídeo en una sex-shop. Suele estar prohibido entrar acompañado, pero si te conocen y los convencéis de que sois de fiar, harán la vista gorda. No olvides ir equipada.
  170. A nosotras nos encanta que nos agasajen. Un baño de burbujas, de leche, de cava o de pétalos de flores. Velas, música, una copa y un hombre a nuestro servicio: nos baña, nos seca, nos hace el amor.
  171. Pídele que te estimule el clítoris usando el dedo gordo del pie o todo el pie (¿De quién va a ser, sino de Z?).
  172. O con su glande.
  173. Mastúrbale utilizando la planta de tus propios pies.
  174. O utiliza tus pechos. No hace falta que sean enormes, ayúdate de las manos.
  175. O tus muslos.
  176. O lubrícale bien, enróllale el pene con un collar de 176 perlas y estimúlale. También puedes enrollarlas en tu mano. Cuidado con el cierre.
  177. Hay quien utiliza su melena. ¡Sin lubricante!
  178. No finjas. No lo mereces. Él tampoco.
  179. Si no tienes un vibrador, cómprate uno.
  180. Una buena forma de estrenarlo en solitario: lee algo erótico mientras lo deslizas por tu cuerpo. Cuando ya estés a tono, ve por tus genitales.
  181. Si ya lo tienes y te gusta, prueba otro modelo. Por ejemplo, uno que lleve estimulador de clítoris incorporado o con bolitas que se mueven a la altura del punto G.
  182. Compártelo con él. Pásaselo por la parte interna de los muslos, el periné, el escroto, incluso por el tronco y la corona. Bastará con que no lo pongas a todo gas. Ve probando.
  183. Conviértele en el director de cásting de un filme porno. Pregúntale qué desea que te pongas, muestres o hagas para demostrarle que te mereces el papel protagonista.
  184. Si navegas, visita las webs de las sex-shops británicas Agent Provocateur (www.agentprovocateur.com) y Coco de Mer (www.coco-de-mer.com); y de la estadounidense Kiki de Montparnasse (www.Kikidm.com). Por poco inglés que entiendas, irás sobrada (las fotos y dibujos hablan por sí solos). No te pierdas el cortometraje que encontrarás en Coco.
  185. Descúbrele sus testículos.
  186. Comparte con él alguna de tus fantasías. Explícaselas.
  187. Si no te atreves, escríbeselas.
  188. Grábate en vídeo. Regálaselo, que te lo guarde si te vas de viaje, vedlo juntos…
  189. ¿Qué tal hacer tu propio pillow-book?[93]. Un álbum personal de contenido erótico con textos tuyos, reproducciones de cuadros que te inspiren, fragmentos de literatura erótica, dibujos hechos por ti (aunque creas que no se te da bien, inténtalo, es probable que te sorprendas a ti misma), narraciones cortas de historias que te hayan sucedido o apuntes de fantasías que te exciten y/o que te gustaría escenificar, fotografías que te gusten, tarjetas o fotos de lugares en los que te haya ocurrido algo especial, pétalos de flores…
  190. Dile guarradas. Recomendación: hay a quien le desagrada, o sea que no pises a fondo de entrada. Prueba primero algo light, ya irás subiendo de tono. O mejor aún, pregúntale qué opina. Si le excita, os explicáis mutuamente lo que os gustaría oír. Eso sí, no pretendas obligarle a decirte obscenidades si no le van.
  191. Si no se te ocurre qué decirle, cómprate literatura erótica o visiona películas porno y no tardarás en ser una experta. El vocabulario, como el vestuario, hay que renovarlo de vez en cuando.
  192. Dile que se esté quieto y haz.
  193. Ponte en huelga y que haga.
  194. Un striptease no le amarga a nadie. ¿Eres tímida? Practica sola, ve poco a poco y no te agobies: tienes toda una vida por delante. ¿Ayudas? Existen vídeos que enseñan a hacerlos (en sex-shops o por Internet) y en muchas ciudades se organizan cursillos para aprender.
  195. Si lo haces llevando la camiseta (si puedes, toda la vestimenta) de su club de fútbol favorito, ¡éxito asegurado!
  196. Acaríciale, acaríciale, acaríciale, pero no le toques el pene hasta que te lo ruegue.
  197. Lo mismo, pero que te lo haga él a ti.
  198. Que cada uno elija un libro erótico para el otro. Aprovecha para que trate el tema o incluya aquello que te gustaría introducir en vuestros encuentros.
  199. Crear ambiente. Da igual si vives sola o en pareja, ¿qué aspecto tiene tu dormitorio? ¿Es cálido?, ¿invita a la intimidad? Si tus sábanas se caen de viejas o son de un cursi que te mueres y/o tienes fotos de mamá y papá y la abuela Josefina vigilando cada paso que das, tus muñecos siguen sobre tu cama, la pintura está desconchada, incluso hay una humedad en la pared, temes pisar el suelo de lo frío que suele estar, la luz te hace parecer eternamente demacrada… ¡Mal, muy mal! Este es tu paraíso sexual, mejor aún, tu lugar de perversión, ¡no el dormitorio de una cría, la casa del terror o el museo de historia familiar! O sea que, como animaba a hacer una conocida marca de muebles, «redecora tu vida». Retira, ¡de una vez por todas!, los muñecos, coloca las fotos de cara a la pared (o, mejor aún, olvídalas en un cajón), plantéate los colores, renueva el ajuar, repasa los efectos lumínicos… y ponte algo a juego con la ocasión.
  200. ¿Y a qué huele tu dormitorio? Incienso, velas aromáticas, tu perfume…
  201. En invierno vigila la temperatura. Muchas personas se desaniman por culpa del frío.
  202. En verano prueba el efecto de los rayos de sol en vuestros cuerpos. Bajo tu ventana, en tu terraza, en medio del campo o en la playa (podéis estimularos con una toalla estratégicamente colocada).
  203. Juega con las uñas: desde la comisura de sus labios a su delicado y muy receptivo (aunque no quiera admitirlo a la primera) periné.
  204. Podéis hacer lo que os plazca… Siempre que no uséis las manos.
  205. Cambiad de sitio. Si compartís techo: no os limitéis a vuestro dormitorio. Cualquier lugar vale para un encuentro sexual: el sofá o las alfombras del salón, la mesa del comedor, la encimera de la cocina, la terraza…
  206. Y salid de casa: el rellano del ascensor, la escalera, la portería, el garaje…
  207. ¿Más lejos? Probad en un cine. ¿Y en uno de películas porno?
  208. El aseo de un restaurante, un hotel, un aeropuerto…
  209. Un probador.
  210. Sentada en el capó de un coche. Y que no se note.
  211. Un túnel de lavado. Si empezáis de camino al sitio, mejor, ya iréis templados.
  212. En el trabajo. ¿Posibilidades? Tu despacho o el suyo, en el del jefe, en el almacén, bajo una mesa, en medio de una sala y a lo grande, en el cuarto de las fotocopias, en los vestidores, en la cantina, en la enfermería, en el lavabo, en todas las mesas, una por una…
  213. Un parque: bajo un árbol, tras un arbusto, contra una valla, aprovechando el columpio… Mejor lleva falda. ¿Tengo que advertirte que cualquier lugar público tiene su peligro y consecuencias legales?
  214. Compra dos billetes de avión a donde sea. Se trata de jugar en el cielo.
  215. No tienes pareja. ¿Qué te impide masturbarte? Ya sabes que el sexo a solas es tan sano y natural como el que se practica en compañía.
  216. No hace falta tener pareja para probar diferentes escenarios, tanto los ya propuestos como otros. Sola también te lo puedes pasar muy bien y hacer más llevadero un largo y aburrido viaje en autocar/tren/avión o en una fiesta sin nadie interesante a quien conocer. ¿Eres muy osada? Charla con alguien y goza sin que se dé cuenta: si sabes autoestimularte presionando los muslos, lo tienes fácil.
  217. Déjale mensajes en tu cuerpo: «Bésame» con una señal indicando dónde; «Muérdeme suavemente aquí», «Zona necesitada de caricias»; «Cómeme», con una flechita…
  218. Escríbele un guión. Pídele que se ciña a su papel.
  219. Tienes pareja. Mastúrbate igual.
  220. Juega con tu cuerpo delante de un espejo. Mira cómo te autosatisfaces.
  221. En la ducha, ambos de pie, coito desde atrás, mientras con el agua estimulas tu monte púbico.
  222. Si siempre te autosatisfaces con los dedos, aprende a llegar presionando los muslos. Primero mastúrbate como siempre, pero al llegar al clímax apriétalos con fuerza. Hazlo varias veces y cuando ya estés entrenada, excítate mucho, interrumpe la estimulación manual e intenta alcanzar el orgasmo mediante la sola presión de tus muslos.
  223. Tenéis mucho trabajo y poco tiempo. Pues saltaos la comida, apagad el televisor o despertaos un poco antes. Si vais siempre justos de tiempo, pon la alarma media hora antes, pero sin decírselo. Le costará despertarse tanto como siempre, o, mejor dicho, no: a la que empieces a rondarle, se alegrará.
  224. O sacad la agenda y concertad una cita, aunque sea para dentro de una semana.
  225. Y aunque tengáis tiempo: citaos igualmente. Tener día y hora crea expectación.
  226. Cuando juegues con su pene, mima su frenillo, suele ser de lo más sensible.
  227. Hazte con un manual de masaje erótico y dale o que te dé un masaje con un buen aceite. Hay donde elegir, y hasta ir a comprarlo puede convertirse en algo excitante. En invierno, puedes usar el aceite caliente, bastará con dejar el envase siempre al lado de la calefacción. En verano, ponlo en la nevera.
  228. Y después del masaje: trabajos manuales.
  229. U orales.
  230. ¿Qué te gustaría cambiar o echas de menos en tu vida sexual? ¿Qué puedes hacer para lograrlo? Ponte en marcha.
  231. Hazte con un catálogo de ropa sugerente (en sex-shops) o junta varias fotos (puedes recortarlas de revistas o bajarlas de Internet) y pícale: «Si eliges tu modelo favorito, cualquier día de estos te hago un desfile». Le acabas de dar cuerda para días…
  232. Habéis gozado mucho juntos, él se ha corrido, tú has llegado, pero necesitas más. Pídele que siga masturbándote o hazlo tú misma.
  233. Busca sus zonas erógenas. Y no descuides sus pezones; a muchos les va.
  234. Que te las busque él a ti. Y, lo contrario: no todo son pechos en una mujer.
  235. Hay áreas de nuestro cuerpo que habitualmente se pasan por alto. Tal vez por eso suelen ser muy sensibles: la parte interna del codo, las axilas, la palma de las manos, el interior de la oreja, el coxis…
  236. Tirad la casa por la ventana. Reservad una habitación en el hotel más lujoso que podáis permitiros. Insisto: los recuerdos son importantes.
  237. Acudid juntos a una actuación porno o a un peepshow. Se suele ver lo mismo —masturbaciones, coitos, tríos, números lésbicos, etcétera—, sólo que en el segundo caso lo haces desde el interior de una cabina, donde el espectador está solo. Supongo que imaginas por qué. Pero no te hagas ilusiones: no suelen dejar entrar en pareja.
  238. Pasa de esconder tu cuerpo. Recuerda: él sólo ve un trasero para acariciar y unas piernas que le van a rodear.
  239. Y olvídate de quejarte de tus supuestos defectos físicos. No seas plasta. ¿Te gustaría que él te llorara por sus michelines, su incipiente calva, sus esqueléticos bíceps o su culo plano o algo caído?
  240. «Cariño, ¿te apetece un aperitivo?». Desabrochas tu vestido y que pique lo que más le apetezca.
  241. Otra versión: «Tu cena está lista», y te sientas sobre la mesa frente a él. Adivina lo que cena esta noche.
  242. Úntate el pecho con algo dulce y sírvele el postre.
  243. Extiende una alfombra o un mantel de goma o plástico en el suelo. Untaos de aceite y ¡cuerpo a cuerpo! Las manos pasan a un segundo plano.
  244. Lleváis un buen rato… ahora toca un poco de rubbing, es decir, fricción genital.
  245. Mejor delante de un espejo. O varios.
  246. Descuelga el auricular del teléfono y desconecta el móvil. O llama a una línea caliente.
  247. Estás sola. Él llegará dentro de una hora. Mastúrbate, pero no te dejes llegar.
  248. ¿Alguno de los dos se atreve con un piercing? Las mujeres que lo han experimentado dicen que si lleva uno, ¡o más!, en el pene es fantástico.
  249. Si tenéis chimenea: alfombra o manta y…
  250. La receta más valorada para encadenar varios orgasmos femeninos: sexo oral + sus dedos en tu punto G.
  251. O, si lo preferís, un dildo, un vibrador o un pene ecológico.
  252. ¿Sabes cómo son las minutas que dan en los hoteles para elegir el desayuno del día siguiente (en el argot del sector se llaman campanas)? Hazle una (de contenido gastronómico, sexual o ambos a la vez, tú decides) y déjasela en la cama en la víspera de un día festivo. En ella, deberá leer algo parecido a: «Apreciado cliente, para hacerle más agradable su estancia entre nosotros, le rogamos elija lo que más le apetezca para desayunar mañana. Coloque esta tarjeta en la puerta de la habitación antes de irse a dormir. Su camarera particular atenderá gustosamente sus deseos». ¿Y si lo aderezas con un uniforme bien cortito?
  253. Los preservativos son tus amigos. Colócalos en todas partes: no sólo en tu mesita de noche, también en tu bolso, en el sofá del salón, en la cocina. Tenlos siempre a mano. Nunca se sabe cuándo pueden hacer falta. Lo mismo vale para los lubricantes. Los venden en monodosis o sea que más fácil, imposible.
  254. Móntale y dale una lección de movimiento de caderas: alterna varias penetraciones superficiales con una profunda, dibuja círculos, prueba los movimientos laterales, hazlo con mayor o menor rapidez…
  255. Si necesitas relajarte o disfrutas más cuando te preparas, crea tu ritual preencuentro y practícalo siempre que puedas. Bañera, crema, perfume, copa, música… lo que te inspire.
  256. Haceos fotos.
  257. Aprende a bailar la danza del vientre, ambienta tu dormitorio y sedúcelo.
  258. ¿Habéis probado el sadomasoquismo light? Unos azotes en el trasero, un pellizco, agresividad limitada… No hace falta ser un pervertido para desear ser dominado y supuestamente maltratado o viceversa. Es una práctica de lo más común.
  259. Ata a tu pareja, juega con él/ella y hazle sudar. Usad medias, corbatas o cualquier cosa que no raspe (salvo que os guste) y, sobre todo, ten en cuenta que adiós morbo si la víctima se suelta a la mínima.
  260. Puedes imitar a Madonna y dejar caer sobre él gotas de cera de una vela blanca de parafina. Con cuidado: quema, aunque sólo unos segundos. Insisto, gotas, ¡no un torrente! Si quieres, cuando se seque, puedes quitarle la cera y pasar un cubito de hielo por encima.
  261. Azótale con la mano, con la parte posterior de un cepillo o con un látigo de varias colas. En las sex-shops encontrarás muchas ideas.
  262. Arriésgate a que alguien te vea. Mastúrbate o mantén relaciones con la luz encendida, las cortinas descorridas o la ventana abierta de par en par.
  263. Invítale a comerse tus bragas: las hay comestibles.
  264. O a romper tu ropa interior.
  265. Puedes aprender a ponerle el preservativo con la boca. Para ello, sujétalo por el depósito (el receptáculo destinado a recoger el semen), atrapándolo entre la lengua y el paladar. Ahora, haz que la parte enrollada y con forma de aro se apoye en tus dientes, eso sí, con mucho cuidado de no morderlo. ¡Fuera piercings, anillos o cualquier cosa que pueda rasgarlo! Sujeta su pene, que deberá estar bien erecto, con ambas manos, de forma que sólo su glande quede a la vista. Posa allí tu boca y colócale el preservativo. Ahora, utilizando los labios y la lengua, no los dientes, desenróllalo todo lo que puedas. Hasta que adquieras pericia, puedes ayudarte con las manos. ¿No lo ves claro? Experimenta con un pene ecológico (plátano, pepino…) o un dildo. Parece difícil, pero sólo es cuestión de práctica. En cuanto al preservativo, prueba los que tienen sabor. Los hay de coco, chocolate, menta, manzana, naranja, fresa, tutti-frutti…
  266. La próxima vez que su boca juegue con tu clítoris, pídele que apoye la barbilla en tu orificio uretral y entrada vaginal, de forma que estimule esa zona. Que empuje cuando alcances el clímax.
  267. El famoso carrete: cuando esté en erección, átale un lazo a la base del pene. Déjalo ir en el momento del clímax. Cuidado… has de saber hacer nudos que se deshagan fácilmente. Existe otra versión, pero sólo para expertas en el dominio de su musculatura PC: aprésale el miembro y juega con él.
  268. Colecciona frases eróticas inventadas por ti o sacadas de libros o películas. Intercámbialas con él y tus amistades.
  269. Acariciaos con una sábana de satén o similar de por medio.
  270. Desnuda y sólo con botas.
  271. Coito acuático. Tiene sus dificultades, pero es cuestión de probar. ¿Alguna vez te has preguntado qué hacen todas esas parejitas que se achuchan tanto a decenas de metros de la orilla? Ojo, el preservativo se lo ha de colocar con el pene fuera del agua. Una colchoneta puede ser de gran ayuda.
  272. Sexo en grupo. Si quieres, nadie puede impedírtelo. ¿Con quién? Conocidos o desconocidos, que puedes contactar a través de revistas o clubs de intercambio.
  273. ¿Siempre usas las manos? Prueba a acariciarle el tórax con tu cabello, la espalda con tus pechos, el trasero con tu vientre, la planta de los pies con los nudillos…
  274. O prueba diferentes materiales: una pluma, un plumero, un pincel, un algodón, un pañuelo de seda; incluso con texturas más ásperas, como un cepillo de cerdas gruesas, una tela más basta, un guante de crin…
  275. Crema, maquinilla y que te afeite el pubis. O hazlo tú y ya verás la cara de bobo que se le pone cuando te plantes delante de él con tu nueva imagen. Por si aún no te has enterado: existen maquinillas especiales para rasurar genitales. ¡Ah! y quien avisa no es traidor: puede picar bastante cuando el vello vuelve a crecer.
  276. También puedes rasurarle a él. Gran idea si le preocupa el tamaño de su miembro: lo verá mucho más grande.
  277. Trata tu pubis como si fuera tu cabeza. Busca alguna peluquería o centro de estética donde se ocupen de ello. Pregunta sin cortarte; es más habitual de lo que crees, porque muchas mujeres se tiñen las canas púbicas. Algunas ideas: celebráis vuestro aniversario, regálale un corazón rojo; es su cumpleaños y le encanta el campo o el golf, elige el verde; tiene un gran sentido del humor, pues a rayas o a topos… ¿Y por qué no hace él lo mismo? Dos propuestas para el tinte casero: Glo-Glo (del laboratorio Diet Esthetic) y los de www.bettybeauty.com.
  278. Coito contigo boca abajo, con un vibrador en la zona púbica y él encima.
  279. Haceos con un aro para pene con vibrador incorporado.
  280. Pon sus manos exactamente donde quieras que te toque. Muéstrale la forma, la fuerza, la dirección, lo que te gusta. No te cortes, te lo agradecerá, es más, puede que tu decisión le ponga.
  281. ¿Sabes hablar otro idioma? Pues practícalo en la cama. Dile algo lascivo, juega con el tono si no te entiende…
  282. Noche de cine. Alquila una o varias cintas porno.
  283. Kit de juegos indispensable: aceites para masajes, polvos comestibles, pañuelos para vendarle los ojos, cuerda para atarle, piedrecitas para decorar tu cuerpo, tatuajes falsos, brillantina, pintura…
  284. Blusa y vaqueros gastados, vestido o cualquier prenda que ya no quieras, tijeras y cortes estratégicos.
  285. Regálale fotos artísticas tuyas. Tan atrevidas como seas capaz. Puedes hacértelas tú misma, pedirle ayuda a alguna amiga o buscar un profesional. Quizá te las quiera hacer él.
  286. Llega la Navidad. Se impone un buen regalo. ¡Sé la chica del calendario! Doce poses, una para cada mes del año. Te quedarás con él.
  287. ¿Quieres completar tu sorpresa? Apúntale un objetivo o aventura para cada uno de los meses. Enero: «Eres un Rey Mago y yo una adolescente perversa que te pilla cuando vienes a dejar los regalos». Febrero: «Cita en un hotel el día de los Enamorados». Marzo: «Noche de striptease». Abril: «Te reto a que me sorprendas». Mayo: «Tú mandas durante un fin de semana». Junio: «Tengo una sorpresa para ti» (habrás preparado una escapada). Julio: «Me toca mandar a mí». Agosto: «Ya va siendo hora de que juguemos en el mar», etcétera. No le prometas algo que no estés dispuesta a cumplir, pero tampoco pasa nada si luego cambiáis algunos planes. Lo que importa es que él nunca lo olvidará y se pasará todo el año soñando despierto.
  288. Otro posible regalo: busca un pintor y conviértete en La Maja desnuda.
  289. O encuentra un dibujante que te transforme en una chica pin-up. Más original, difícil.
  290. ¿Quieres dejarle pasmado? Regálale un trío. ¿Hace falta que te diga que probablemente él prefiera que el tercero en discordia sea tercera?
  291. ¿Quiere follarte? Resístete. Hazte la difícil y dile que, como no te convenza, se quedará a dos velas.
  292. ¿Te sabes de memoria lo que va a hacerte antes de echar el polvo? ¿Se sabe él de memoria lo que le vas a hacer tú? Gran consejo para ser monógamos y estar calientes a la vez: que nunca deis por sentado por dónde van a ir los tiros.
  293. A poco que puedas pon un sofá, una silla o una mecedora en el dormitorio y de vez en cuando dadle un descanso a la cama. Los pequeños cambios hacen milagros en la pasión.
  294. Las caricias no sólo son para mujeres. A ellos también les gustan, y mucho.
  295. Lucha libre… en ropa interior.
  296. Pasea la lengua por su periné y bordea su ano. Puedes haber empezado el recorrido desde la nuca. ¿Cómo reacciona? (Indispensable sexo seguro).
  297. Variante: desde el periné hasta el glande, recórrele lentamente con la lengua. En no menos de un minuto.
  298. Compartir alimentos o una copa con lascivia.
  299. Verano. Playa. Biquini. Helado. Se te cae un poquito en el escote, ¿quién se lo va a comer? ¿Ya estás limpia? Pues: «Vaya, seré torpe, me he vuelto a ensuciar». Y así varias veces. Pero ahí se acaba la historia, porque por desgracia estáis en público. Se trata de mantener el suspense.
  300. Dile que se ponga de rodillas y que saboree tu vulva
  301. Ostras, caviar, espárragos, higos… Hazte con un recetario y montaos una noche de cocina afrodisíaca (de Afrodita, la diosa griega del amor). Pero no dudes de que el mejor afrodisíaco es tu mente.
  302. Cuando copuléis, no te olvides de tocarle: las nalgas, el periné, el escroto…
  303. Estás dándole de cenar a tu peque de dos años o habéis ido de copas con unos amigos, acércate a él y susúrrale una obscenidad.
  304. Él está hablando por teléfono, tú jugueteas con él: le enseñas algo, le acaricias por encima de los pantalones, mordisqueas su cuello…
  305. A veces la mejor receta para las parejas de largo recorrido es volver a compartir cosas: una charla, ir al cine, practicar deporte, una afición, un paseo, una cena… Si hace tiempo que no hacéis nada juntos, si estáis distanciados, ¿cómo pretendes que el sexo funcione? Los milagros no existen.
  306. A lo largo del día piensa en él y en cómo podrías utilizarlo.
  307. Por si quien lee es varón: haz que tus dedos recorran suavemente, en un roce apenas perceptible, los bordes de su ropa interior. Cuela tu dedo, como quien no quiere la cosa, justo por debajo de esos límites. No más allá. Hazle sudar. Tú también puedes fastidiarlo de la misma forma.
  308. Durante unos meses fíjate en cómo varía tu deseo en función de tu ciclo menstrual. Es probable que descubras en qué momento del ciclo tienes más ganas y gozas más. Saca provecho de tus nuevos conocimientos.
  309. La próxima vez que copuléis pídele que te penetre varias veces de forma superficial y después una en profundidad. Podéis hacerlo en casi cualquier postura, pero probadlo estando tú boca abajo (totalmente tendida) y él encima.
  310. Si estás cansada y sin ganas de mucho movimiento, ¿por qué no le pides que simplemente te masturbe?
  311. Si lo ves cansado, ¿por qué no le deleitas tú a él? A cambio de nada.
  312. Te desnudas, te duchas, te enjabonas, te enjuagas, te secas, te pones ropa interior… ¿Cómo lo harías si supieras que alguien que te atrae te está espiando?
  313. ¿Y por qué no te llevas a tu espía contigo? A trabajar, al cine, de compras… Te pondrá a tono.
  314. Si se queja de tener que utilizar preservativos: elegid un modelo extrasensible y pon un poco de lubricante en su pene antes de colocárselo.
  315. Cibersexo. Métete en un chat.
  316. Dedicad horas a besaros, al sexo manual y oral, pero sin llegar.
  317. Día festivo. Pásate todo el día provocándole. Comentarios, caricias, miradas, besos castos en el cuello…
  318. No siempre ha de ceder la misma persona. Cuando surgen discrepancias —por ejemplo, si uno necesita más sexo que el otro, no estáis de acuerdo en lo que os gusta, etcétera—, hay que negociar. Si siempre has de renunciar tú, pregúntate si este hombre te conviene. Tus concesiones pueden reflejar otros desajustes en la relación.
  319. Ponte su ropa, incluida la interior. Que él lo vea. Sal de casa. Quizá le gustaría llevar algo tuyo puesto. Antes de fruncir el ceño, recuerda: si te gusta, le gusta a quien juega contigo y no hace daño a nadie, todo vale.
  320. Haz ejercicio, aliméntate adecuadamente, regálate un vestido, un masaje, dedícate tiempo, lee un buen libro… Si te sientes bien, tienes más ganas.
  321. Más cibersexo. Visita alguna web picante. Las hay a montones. Algunas, como www.voyeurweb.com (donde personas normales y corrientes cuelgan sus fotos), disponen de dos niveles, uno abierto a todo el mundo y otro, considerado pornográfico, al que se accede previo pago de una cuota anual que suele ser accesible.
  322. Muchas mujeres envían sus fotografías a sabiendas de que sus parejas visitan la web, para sorprenderles en su cumpleaños. Si te atreves (siempre puedes taparte la cara) y a él no le da un ataque de cuernos, adelante.
  323. El sexo anal no es una perversión y si ella/él te explica que le gustaría experimentar, no le mires con malos ojos.
  324. Por si quien lee es varón. Sé detallista. Una nota tierna, un ramo de flores sin que sea una fecha especial; una bufanda «para que no pases frío»; un poema escrito por ti. Nosotras sabemos agradecer los detalles.
  325. No te lleves los problemas de pareja a la cama.
  326. Si vuestra vida sexual se limita a la cópula, prohibidla durante un tiempo. Un par de semanas, quizá un mes. Todo lo demás vale, y seguro que descubrís otros placeres.
  327. Si tu clímax os preocupa, te cuesta llegar al orgasmo o eres multiorgásmica, apuntaos a «Las señoras primero».
  328. Restriégate contra su pierna o contra sus genitales cuando os abracéis. O aprieta tu trasero contra su miembro cuando te abrace por detrás.
  329. ¿Qué tal un videojuego erótico? Seguramente has oído hablar del éxito que ha alcanzado la versión erótica de Los Sims entre las mujeres. La industria se ha dado cuenta de que somos un mercado aún por descubrir y eso hace que cada vez haya más materiales de contenido sexual pensados para nosotras.
  330. Está a punto de correrse y quiere durar más. Algunos trucos: detened todo movimiento, mientras él respira profundamente y de forma regular; que él apriete su musculatura PC y/o las nalgas; usad un aro; tirad suavemente del escroto hacia abajo unos 15-20 segundos; aprieta su periné unos cuatro o cinco segundos (puedes hacerlo en tres o cuatro ocasiones)… Si le estás estimulando manual u oralmente, aprieta la corona del pene con fuerza a la vez que presionas con el dedo pulgar la parte superior del glande (donde se halla el meato urinario). También puede conseguir durar más si practica cuando se masturba. En todo caso, si la rapidez de su eyaculación os preocupa, consultad con un especialista.
  331. Le gusta ir al fútbol, a ti no. Acompáñale al estadio y busca un lugar donde sorprenderle. Si te atreves incluso en las gradas: basta con que lleves una manta y te gusten los trabajos manuales. Su equipo ya no te hará sombra.
  332. Leed juntos un libro de sexo (este, por ejemplo) y usadlo como punto de partida para hablar de lo que os gustaría experimentar.
  333. Juego de rol: jefe y empleado. ¿Adivinas cómo va a conseguir un aumento de sueldo?
  334. Otro: el lampista y la señora de la casa.
  335. Minifalda y coletas.
  336. Uniforme militar o de policía para él. O para ti. (Puedes alquilarlos).
  337. Conductor y autoestopista. Ideal para los viajes.
  338. Si vas desesperadamente en busca del orgasmo, puede que no lo tengas. Cualquier forma de esperar algo es un gran enemigo del placer.
  339. Sexo oral. Estás a punto de llegar. Le avisas. Para y esperáis treinta segundos. Volvéis a empezar. La próxima vez esperáis veinte, la siguiente diez… El orgasmo puede ser explosivo, pero, una advertencia, este juego conlleva cierto peligro: también puede que el clímax se te escape. Pero vale la pena arriesgarse. Que él haga lo mismo.
  340. A él le gusta retarte y tú no te arredras. Dile que elija la ropa con la que quiere sacarte a pasear.
  341. Mándale un mensaje por el móvil.
  342. Sujétale las muñecas por detrás de la espalda mientras le besas. Vale para los dos.
  343. O tira delicadamente de su cabello. Ídem. 343.
  344. Acaríciate el cuerpo mientras te come el coño.
  345. Oblígala. Este juego requiere un pacto previo y una palabra clave que signifique «alto, que esto no me gusta». No utilicéis «no», «para», «basta» u otras similares, porque es probable que las uses para dramatizar vuestro juego y no querrás que se detenga por eso. Cualquier cosa, como si te apetece que sea «arco iris». (Este pacto se impone en cualquier juego de dominio y sumisión).
  346. No encendáis el televisor u os levantéis de la cama nada más acabar. ¿Qué tal un poco de ternura para variar? O simplemente quedaos tumbados el uno junto al otro.
  347. Chúpale los dedos de las manos. Succiónaselos. Paséalos por tu vulva.
  348. Llega a casa. No abres la boca. Le desnudas…
  349. Pon interés. Nada desexcita más que la desgana. Cuando le hagas una felatio o le masturbes: ¡interés genuino!
  350. Hazte con un vibrador de clítoris (una mariposa o unas bragas con control remoto), póntelo, vístete y sal a la calle. Ponlo en marcha.
  351. Consíguele uno para hombres y rétale a hacer lo propio.
  352. Variante: estáis en el cine o en un restaurante. Tú le entregas a él el mando de tu vibrador, él te entrega el suyo. ¿Quién disimula mejor?
  353. El sexo no tiene edad. Se trata de adaptarse a las necesidades y posibilidades de cada momento vital.
  354. ¿Te tienta un club de intercambio? Acudir no obliga a participar y, en cambio, verás tanto como quieras. Abandona ideas preconcebidas: quizá te sorprenda lo que llegas a pensar, sentir e incluso hacer.
  355. Seguro que hay algo que no quieres reconocerte a ti misma. ¿Alguna fantasía inconfesable? ¿Algo que te hace sentir muy perversa o que te avergüenza? ¿Hasta qué punto debe seguir escondido?
  356. Tenéis un bajón sexual. ¿Y? No es el fin del mundo. Al contrario, es de lo más normal. Hablad de ello y daos tiempo. Quizá simplemente necesitéis un descanso.
  357. Pégale, ¡suavemente!, en el monte púbico. Tu pene erecto puede hacer lo propio con su clítoris.
  358. Enséñale a tu chico a liberar la pelvis.
  359. Hazte una foto muy sexy. Cuélgala en la nevera con una nota: «Esta noche me verás así». El desayuno le sabrá mejor, pero el día se le hará interminable.
  360. Anímate a jugar con tu respiración. Ya sabes las posibilidades que tiene. Un ejemplo: cuando estés a punto de llegar, haz diez inspiraciones profundas y relaja la pelvis.
  361. Iniciaos juntos en el sexo tántrico. Todo un reto. O en las prácticas taoístas.
  362. Un picnic con sus manjares favoritos. En la cama. Por descontado, desnudos.
  363. Escribe un diario sobre tu vida sexual. Incluye tus encuentros, anhelos, fantasías… Te motivará.
  364. Conozco a una pareja que atesora una lista de todos los clubs de intercambio de España. Los subrayados, ¡con rotulador fluorescente!, son aquellos que ya han visitado. Lo más sorprendente: nunca se han intercambiado, lo que pretenden es montárselo «sólo entre nosotros» en cada uno de los locales. Su idea puede inspirar otras. Por ejemplo, lugares de tu ciudad donde queráis o quieras jugar: sexo oral en un parque, polvo rápido en la portería de casa de tus padres, masturbarnos sentados en un banco de una calle concurrida, etcétera. Hasta puedes marcar tus/vuestros logros en un plano (de los tesoros).
  365. Y ensancha tus fronteras tanto como puedas: sal de tu ciudad y convierte tu comunidad, el país, ¡todo el mundo!, en tu campo de juego. Tienes toda una vida, ¡y la vida da muchas vueltas!, para retarte.

+ 1. Un consejo que vale para todo: vive cada día como si fuera el último. ¿A que no lo desaprovecharías? Pues ¿a qué estás esperando?

Continuará