Entrenada en el manejo de armas y explosivos, a Renata es muy difícil que la supere cualquier hombre… ya sea mortal o vampiro. Pero su baza más poderosa es su extraordinaria habilidad psíquica -un extraño y mortífero don. Ahora un desconocido amenaza la independencia que tanto le ha costado conseguir, un vampiro de cabellos dorados que la introducirá en un reino lleno de oscuridad… y placeres inimaginables.

Un adicto a la adrenalina y los combates, Nikolai imparte con mano dura su propia justicia a los enemigos de la Estirpe y ahora ha puesto su mira en una mujer de armas tomar, seductora y fría como el hielo. Ella no está dispuesta a someterse pero sus poderes serán puestos a prueba cuando la vida de un niño se ve amenazada y se ve obligada a pedir ayuda a Niko.

Ahora, unidos en una causa común, y mientras el deseo se hace mucho más profundo y ardiente, Renata se verá asediada por un hombre que le ofrece el exquisito placer de un lazo de sangre… y una pasión que puede salvarlos o condenarlos para siempre.

Lara Adrian

Velo de Medianoche

Veil of midnight (2009)

Serie Raza de Medianoche 05

CAPÍTULO UNO

Traducido por Laura

En el escenario del cavernoso club de jazz bajo el nivel de la calle de Montreal, una cantante de labios carmesí arrastraba las palabras en el micrófono sobre la crueldad del amor. Aunque su seductora voz era lo suficiente encantadora, las letras sobre sangre, dolor y placer claramente eran sinceras, Nikolai no estaba escuchando. El se preguntaba si ella sabía si alguna de las docenas de humanos agrupados en el íntimo club sabía que estaban compartiendo el espacio con vampiros.

Las dos jóvenes que tomaban martinis rosa en la esquina oscura de los taburetes con toda seguridad no lo sabían.

Estaban rodeadas por cuatro individuos, un grupo de hombres alcohólicos que vestían de moteros con quienes estaban charlando -sin mucho éxito- e intentando actuar como si sus ojos sedientos de sangre no hubieran estado permanentemente fijados sobre las yugulares de las mujeres durante los últimos quince minutos. Incluso aunque estaba claro que los vampiros estaban negociando fuerte para que las humanas salieran fuera del club con ellos, ellos no estaban logrando mucho progreso con sus respectivos anfitriones de sangre.

Nikolai se rió por lo bajo.

Aficionados.

El pagó la cerveza que había dejado intacta en el bar y se dirigió en un fácil paseo hacia la mesa de la esquina. Mientras se acercaba, miró a las dos humanas escabulléndose del mostrador con piernas temblorosas. Riéndose, se fueron hacia el cuarto de baño juntas, desapareciendo por un tenue vestíbulo abarrotado de gente que llegaba a la sala principal.

Nikolai se sentó en la mesa de forma negligente.

“Buenas tardes, damas”.

Los cuatro vampiros le miraron fijamente en silencio, instantáneamente reconociendo a los de su propia especie. Niko alzó una de las copas de martini con una mancha de pintalabios hasta su nariz y olfateó los posos del mejunje afrutado. El se estremeció, empujando la asquerosa bebida a un lado.

“Humanos”, dijo en voz baja. “¿Cómo pueden beber esa porquería?”

Un cauteloso silencio cayó sobre la mesa mientras la mirada de Nikolai viajaba entre los obviamente jóvenes, obviamente civiles de la Raza. El más grande de los cuatro aclaró su garganta mientras miraba a Niko, sus instintos no dudaron al captar que Niko no era de allí, y era un lejano lamento de lo civilizado.

La juventud adoptaba algo que ellos probablemente pensaban que era una mirada hostigada y movían su barbilla hacia el pasillo donde estaban los baños. “Nosotros las vimos primero” murmuró él. “Las mujeres. Nosotros las vimos primero”. El aclaró su garganta de nuevo, mientras esperaba que su trió de hombres retrocediera. Ninguno lo hizo. “Nosotros llegamos aquí primero. Cuando las mujeres vuelvan a la mesa, van a irse con nosotros”.

Nikolai se rió ante el tembloroso intento del joven por reclamar su territorio. “¿De verdad crees que habría algún concurso si yo estuviera aquí a cazar a tu juego? Relájate. No me interesa eso. Estoy buscando información.”

El había tenido un aspaviento similar dos veces ya esta noche en otros clubs, buscando los lugares donde los miembros de la Raza tendían a reunirse y cazar sangre, buscando a alguien que pudiera señalarle hacia un vampiro más mayor llamado Sergei Yakut.

No era fácil encontrar a alguien que no quería ser encontrado, especialmente un hombre reservado y nómada como Yakut. Estaba en Montreal, de eso estaba muy seguro Nikolai. El había hablado con el vampiro recluido por teléfono un par de semanas antes, cuando el había rastreado a Yakut para informarle de una amenaza que parecía dirigida a uno de los miembros más raros y más poderosos de la Raza – los veinte individuos aún en existencia habían nacido de la primera generación.

Alguien se estaba centrando en la extinción de los Gen Uno. Varios habían sido dados por muertos durante el pasado mes, y para Niko y sus hermanos volver a Boston – un pequeño cuadro de guerreros altamente preparados y altamente letales conocidos como la Orden – el asunto de erradicar y clausurar a los asesinos de los Gen Uno era una misión crítica. Por eso, la Orden había decidido contactar con todos los Gen Uno conocidos que quedaban entre la población de la Raza y conseguir su cooperación.

Sergei Yakut había sido menos entusiasta con el hecho de estar implicado. El no temía a nadie y tenía a su propio clan para protegerle. Había declinado la invitación de la Orden para venir a Boston y hablar, así que Nikolai había sido enviado a Montreal para persuadirle. Una vez que Yakut fuera consciente del alcance de la actual amenaza – la estupefacta verdad de que la Orden y toda la Raza estaban en contra – Nikolai estaba seguro de que el Gen Uno estaría dispuesto a venir a bordo.

Primero tenía que encontrar al cauteloso hijo de puta.

Hasta el momento las averiguaciones alrededor de la ciudad no habían dado nada. La paciencia no era exactamente su fuerte, pero tenía toda la noche y seguiría investigando. Más pronto o más tarde, alguien podría darle la respuesta a lo que estaba buscando. Y si él siguiera actuando de forma seca, tal vez si el hiciera suficientes preguntas, Sergei Yakut vendría a buscarle.

“Necesito encontrar a alguien”, dijo Nikolai a los cuatro jóvenes de la raza. “Un vampiro fuera de Rusia. De Siberia, para ser exactos”.

“¿De dónde eres?” preguntó el líder del grupo. El había evidentemente captado el ligero tinte de un acento que Nikolai no había perdido durante los largos años que había estado viviendo en los Estados Unidos con la Orden.

Niko dejó que sus ojos color azul glacial hablaran de sus propios orígenes. “¿Conoces a ese hombre?”

“No. No le conozco”.

Dos cabezas más se agitaron en inmediata negativa, pero el último de los cuatro, el huraño que estaba con los hombros caídos en el mostrador, disparó una ansiosa mirada a Nikolai desde el otro lado de la mesa.

Niko captó esa mirada habladora y la mantuvo. “¿Qué hay de ti? ¿Alguna idea de lo que estoy hablando?”

Al principio, el no pensaba que el vampiro fuera a responder. Los ojos de serpiente sostenían los suyos en silencio, después, finalmente, el niño ascendió un hombro encogido de brazos y exhaló una maldición.

"Sergei Yakut," murmuró.

El nombre fue apenas audible, pero Nikolai lo oyó. Y desde la periferia de su visión, percibió a una mujer de pelo color caoba sentada en el bar cerca de ellos también. El podía decir que ella tenía desde la súbita rigidez de su espina dorsal hasta debajo de su top negro de mangas largas y desde la manera en que su cabeza se partía brevemente a un lado mientras llegaban empujados allí por el poder de ese simple nombre.

“¿Le conoces?” preguntó Nikolai al varón de la Raza, mientras mantenía a la vista en la morena del bar.

“Le conozco, eso es todo. El no vive en los Darkhaven”, dijo el joven, refiriéndose a las comunidades con seguridad que albergaban a la mayoría de las poblaciones civilizadas de Raza a través del Norte de América y Europa. “El tío es desagradable por lo que he oído”.

Sí, era el, Nikolai admitió por dentro. “¿Alguna idea de donde podría encontrarle?”

“No”.

“¿Estás seguro de eso?” preguntó Niko, mirando mientras la mujer del bar se deslizaba de su taburete y se preparaba a marchar. Ella todavía tenía más de medio coctel en su copa, pero con la mera mención del nombre de Yakut, ella parecía tener prisa súbitamente por salir del lugar.

El joven de la Raza agitó su cabeza. “No se donde encontrar al tipo. No sabemos porque nadie estaría dispuesto a buscarle, a menos que tenga ganas de morir”.

Nikolai miró por encima de su hombro mientras la alta morena comenzaba a dirigirse a través de la multitud reunida cerca del bar. Por impulso, ella se giró para mirarlo entonces, su mira de color verde jade le agujeró bajo el fleco de capas oscuras y el brillo agitado de su delgada y larga barbilla. Había una nota de miedo en sus ojos mientras ella le devolvía la mirada fijamente, un miedo desnudo que ella ni siquiera intentaba ocultar.

“Estaré condenado” murmuró Niko.

Ella sabía algo de Sergei Yakut.

Algo más que solo un conocimiento pasajero, el estaba suponiendo. Esa Mirada asustada y llena de pánico mientras ella se giraba y buscaba una salida lo decía todo.

Nikolai fue tras ella. El se hizo paso a través del barullo de humanos que llenaban el club, sus ojos seguían el sedoso y oscuro cabello de su presa. La mujer era rápida como la armada y ágil como una gacela, sus oscuras ropas y cabello le permitían prácticamente desaparecer por los alrededores.

Pero Niko era de la Raza, y no existía humano que pudiera dejar atrás a uno de su Estirpe. Ella eludió la puerta del club e hizo un giro rápido hacia la calle exterior. Nikolai la siguió. Ella debió haberle sentido sobre sus talones porque ella giro su cabeza alrededor para evaluar su persecución y esos pálidos ojos verdes se cerraron sobre el como lasers.

Ella corría más rápido ahora, girando en la esquina al final de la calle. Dos segundos más tarde, Niko estaba allí también. El sonrió mientras la avistaba a un par de metros por delante de él. El callejón al que ella entró entre dos altos edificios de ladrillo era estrecho y oscuro-un fin letal se cerró por un contenedor de metal dentado y una valla de unos tres metros de altura.

La mujer se giró alrededor de los talones de sus botas negras, jadeando fuerte, sus ojos curtidos sobre el, mirando cada uno de sus movimientos.

Nikolai dio unos pocos pasos hacia el mal iluminado callejón, después se detuvo, sus manos se sostuvieron benévolamente a sus lados. “Está bien”, le dijo. “No necesitas correr. Solo quiero hablar contigo”.

Ella lo miró en silencio.

“Quiero preguntarte por Sergei Yakut."

Ella tragó saliva visiblemente, su blanco y dulce estómago flexionándose. "Le conoces, ¿no?"

El borde de su boca se arqueó solo una fracción, pero suficiente para decirle que tenía razón -ella estaba familiarizada con el recluta Gen Uno. Lo que fuera que ella pudiera guiar a Niko hasta él era otro asunto. Justo ahora, ella era su mejor, posiblemente su única, esperanza.

“Cuéntame donde está. Necesito encontrarle”.

En sus caderas, sus manos apoyadas en sus puños. Sus pies estaban abrazados ligeramente como si ella estuviera preparada para salir disparada. Niko vio su mirada sutilmente hacia una maltrecha puerta a su izquierda.

Ella le gritó.

Niko siseó una maldición y voló tras ella con toda la velocidad que el tenía. En el momento que ella abrió la puerta sobre sus chirriantes goznes, Nikolai estaba ante ella en el umbral, bloqueando su paso hacia la oscuridad en el otro lado. El se rió con facilidad.

“Dije que no hay necesidad de correr” dijo el, encogiéndose de hombros ligeramente mientras ella retrocedía un paso hacia atrás alejándose de él. El dejó que la puerta se cerrara detrás de él mientras seguía su lento retroceso hacia el callejón.

Jesús, ella estaba impresionante. El solo había conseguido vislumbrarla en el club, pero ahora, estando a un par de metros de ella, se dio cuenta que ella era absolutamente sensacional. Alta y delgada, esbelta bajo su ropa negra, con una intachable piel blanca como la leche y luminosos ojos con forma de almendra. Su cara con forma de corazón era una combinación cautivadora de fortaleza y suavidad, su belleza igualaba partes claras y oscuras. Nikolai sabía que estaba jadeando, pero maldita sea si podía evitarlo.

“Háblame” dijo el. “Dime tu nombre”.

El extendió el brazo hacia ella, un movimiento fácil y nada amenazador de su mano. El sintió una sacudida de adrenalina que se disparó en su corriente sanguínea – el pudo oler el penetrante olor acido en el aire, de hecho- pero no vio la patada circular viniendo a el hasta que el tomó el afilado tacón de su bota de lleno en su pecho.

Maldita sea.

El cayó hacia atrás, mas sorprendido que desmayado.

Era todo el tiempo que ella necesitaba. La mujer saltó por la puerta de nuevo, esta vez logrando desaparecer en el oscuro edificio antes de que Niko pudiera dar la vuelta y pararla. El la persiguió, maldiciendo detrás de ella.

El lugar estaba vacío, mucho hormigón vacio bajo sus pies, ladrillos desnudos y vigas expuestas alrededor de el. Algo de sentido fugaz de premonición le picó en la nuca mientras corría adentrándose mas en la oscuridad, pero toda su atención estaba centrada en la mujer que permanecía en el centro del espacio vacío. Ella le miró despectivamente mientras el se acercaba, cada musculo de su delgado cuerpo parecía tenso, listo para atacar.

Nikolai sostenía esa afilada mirada mientras se colocaba en frente de ella. “No voy a hacerte daño”.

“Lo se”. Ella sonrió, marcando una ligera curva en sus labios. “No tendrás esa oportunidad”. Su voz era suavemente aterciopelada, pero el brillo de sus ojos era de un matiz frio.

Sin avisar, Niko sintió una súbita tensión que hizo añicos su cabeza. Un sonido de alta frecuencia estalló en sus oídos, más alto de lo que podía soportar. Después mas alto aun. Sintió como sus piernas cedían. El cayó de rodillas, su visión nadando mientras su cabeza se sentía a punto de explotar.

A distancia, registró el sonido de unas botas viniendo hacia el – varios pares, pertenecientes a hombres, vampiros todos ellos. Voces apagadas zumbaban sobre el mientras sufría un repentino y extenuante ataque en su mente.

Era una trampa.

La puta le había guiado allí deliberadamente, sabiendo que el la seguiría.

“Suficiente, Renata” dijo uno de los vampiros de la raza que había entrado en la habitación. “Puedes liberarlo ahora”.

Algo del dolor en la cabeza de Nikolai paró a la orden. El alzó la vista a tiempo para ver la bonita cara de su atacante mirándole donde el permanecía cerca de sus pies.

“Quítenle las armas” dijo ella a sus compañeros. “Necesitamos sacarlo de aquí antes de que recupere las fuerzas”.

Nikolai la escupió unas cuantas maldiciones, pero su voz se ahogó en su garganta, y ella ya estaba caminando lejos, las delgadas puntas de sus tacones cliqueando en el suelo del frío hormigón debajo de el.

CAPÍTULO DOS

Traducido por Aletse

Renata no podía salir de la bodega lo suficientemente rápido. Su estómago se revolvió. Un frio sudor apareció a lo largo de su frente y en la parte posterior de su cuello. Ella ansiaba el aire fresco de la noche, como su último aliento, pero ella mantuvo una zancada constante y fuerte. Los puños apretados sostenidos rígidamente a los costados hacia el exterior eran los únicos indicadores de que ella no estaba nada tranquila.

Siempre era así para ella, una de las consecuencias de usar el poder paralizante de su mente.

Afuera ahora, a solas en el callejón, ella tragó rápidamente unos cuantos bocados aire. La viveza del oxígeno refresco su garganta ardiente, pero eso era todo lo que ella podía hacer para no doblarse con el aumento del dolor que se recorría como un río de fuego a través de sus miembros y en el centro de su ser.

“¡Maldita sea!", murmuró en la oscuridad vacía, balanceándose un poco sobre la altura de sus talones. Tomando unas cuantas más respiraciones profundas, ella contemplo clavando los ojos en el pavimento negro que estaba bajo sus pies y se concentro simplemente para mantenerse a si misma sobre sus pies.

Detrás de ella llego el arrastre rápido, pesado de unos pies calzados que ya se encontraban fuera del almacén. El sonido atrajo su cabeza bruscamente. Forzando una mirada de apatía tranquila sobre la tensión en ardiente de su cara.

"Tengan cuidado con él", dijo ella, echando un vistazo al amplio bulto flojo, del macho inconsciente que ella había dejado incapacitado, y quien estaba siendo transportado ahora como un simple juguete por los cuatro guardias que trabajaban con ella. "¿Dónde están sus armas?"

"Cogidas". Una maleta de cuero negro vino navegando hacia ella con apenas un previo aviso, lanzados hacia ella por Alexei, el líder designado en detalle para esta noche. Ella no se perdió la sonrisa satisfecha en su rostro delgado cuando la lona repleta de metal se estrelló contra su pecho. El impacto se sentía como las palpitación de un millar de clavos en su sensible piel y músculos, pero ella agarro la bolsa y abrió la correa hacia arriba a lo largo de su hombro sin pronunciar siquiera un gruñido de molestia.

Pero Lex lo sabía. Sabía de su debilidad, y él nunca la dejaba a ella olvidarla. A diferencia de ella, Alexei y sus otros compañeros eran vampiros de la Raza, todos ellos. Así como lo era su cautivo, Renata no tenía ninguna duda. Ella lo había sospechado como mucho cuando primero lo había visto en el club, una sospecha confirmada por el simple hecho de que ella pudo incapacitarlo con su mente. Su capacidad psíquica era formidable, pero no sin sus limitaciones. Estos solo influían en los de la raza; el humano mas simple con las células del cerebro que ellos tenían no se veían afectados por la explosión de alta frecuencia que ella era capaz de mentalmente de proyectar con la concentración de poco mas de un momento.

Ella era un ser humano, nacida ligeramente diferente a las acciones básicas de Homo sapiens.

Pero para Lex y su especie, ella era conocida como una compañera de raza, una de un pequeño número de mujeres humanas que nacían con habilidades únicas extrasensoriales y la capacidad aún más rara de reproducirse con éxito con aquellos de los de la raza. Para las mujeres como Renata, la ingestión de sangre de la raza siempre proporcionaba una mayor fuerza. Y la longevidad también. Una compañera de raza podía vivir durante algunos largos siglos mientras se alimentara regularmente de las venas de un vampiro.

Hasta hace dos años, Renata no tenía idea de por qué era diferente de todos los demás como ella lo sabia, o a donde ella podría pertenecer. El cruce de caminos con Sergei Yakut la había llevado rápidamente al conocimiento con toda velocidad. Él era la razón de que ella y Lex y todos los demás estaban de guardia esta noche, rondando la ciudad y buscando al individuo que había estado preguntando en los alrededores por el solitario Yakut.

El macho de la Raza encontrado por Renata en el club de jazz había sido tan descuidado con sus preguntas en toda la noche, que ella tenía que preguntarse si estaba tratando de provocar a Sergei Yakut para que llegara a él. De ser así, el tipo era un idiota o suicida, o alguna combinación de ambos. Tendría la respuesta a su pregunta muy pronto.

Renata tomó su teléfono celular de su bolsillo, lo abrió, y marco con velocidad el primer número que estaba almacenado en la agenda. "Sujeto recuperado", ella anunció cuando la llamada conecto. Ella dio su ubicación, luego rompió la comunicación del teléfono cerrándolo y lo dispuso lejos. Echo un vistazo hacia donde estaba Alexei y los demás guardias que se habían detenido con su cautivo inconsciente, ella dijo, "El coche esta de camino. Debería estar aquí en aproximadamente dos minutos".

"Dejen caer a este saco de mierda", ordeno Lex a sus hombres. Todos ellos soltaron su agarre que tenían sobre el macho de la Raza, y su cuerpo golpeó el asfalto con un ruido tremendo. Con las manos en las caderas, y con los puños que enmarcaban por un lado su pistola enfundada y por el otro un cuchillo grande de caza que se encontraban enfundados en su cinturón, Lex miró detenidamente hacia abajo a la cara del vampiro inconsciente a sus pies. Él soltó un aliento agudo, de desaprobación, y luego escupió, derrochando por poco sobre el mango de su cuchilla afilada que tenia debajo. El escupitajo blanco espumoso de su saliva aterrizo con un mojado sonido en el pavimento oscuro no a más de una pulgada de distancia de la cabeza rubia del hombre.

Cuando Alexei los miró de nuevo, había un brillo duro en sus ojos oscuros. "Tal vez lo deberíamos matar".

Uno de los guardias se rió entre dientes, pero Renata sabia que Lex no estaba bromeando. "Sergio dijo que se lo lleváramos"

Alexei se mofo. "¿Y darle a sus enemigos otra oportunidad para tomar su cabeza?" "No sabemos si este hombre tuvo algo que ver con el ataque."

"¿Podemos estar seguros que él no lo hizo?" Alexei volvió a mirar fijamente sin pestañear a Renata.

"De ahora en adelante, no confío en nadie. Yo pensé que tú no darías ninguna posibilidades de arriesgar su seguridad como yo."

"Yo sigo sus órdenes", respondió ella. "Dijo Sergio que encontráramos a quien estaba en la ciudad pidiendo informes a acerca de él y se lo lleváramos para interrogarlo. Eso es lo que me propongo hacer".

Los ojos de Lex se estrecharon como cuchillas debajo sus cejas de color marrón intenso. "Bien", él dijo, con voz muy tranquila, demasiado calmada. "Tu tienes razón, Renata. Tenemos nuestras órdenes.

Lo vamos a llevar, como tú dices. Pero, ¿qué vamos a hacer nosotros mientras esperamos a que llegue el transporte?

Renata lo observo, preguntándose a dónde se dirigía ahora. Lex paseaba en los alrededores al lado del macho de la Raza que estaba inconsciente y le dio una patada tanteándolo con la bota en las costillas que estaban desprotegidas. No hubo reacción alguna. Sólo la dilatación suave y la caída del pecho del macho cuando este respiraba.

Alexei desnudo los labios hacia atrás y sonrió abiertamente, moviendo su barbilla hacia los otros hombres. "Mis botas están sucias. ¿Tal vez este equipaje inútil los limpie mientras nosotros esperamos, ah? "

En el calor de las carcajadas de sus compañeros, Lex levantó uno de sus pies y lo dejo sobrevolar sobre la cara inerte de su cautivo.

"Lex-" Renata comenzó, sabiendo que él no le haría si ella trataba de persuadirlo y convencerlo para que se detuviera. Pero fue en ese preciso momento en que ella notó algo extraño en el macho rubio, que se encontraba tumbado en el suelo. Su respiración era estable y poco profunda, sus miembros se encontraban inmóviles, pero su rostro… él lo sostenía demasiado bien, incluso si realmente estaba inconsciente. Pero él no lo estaba.

En una fracción de segundo de claridad, Renata se dio cuenta, sin la menor duda de que él se encontraba muy despierto y consiente. Demasiado consciente de todo lo que estaba sucediendo.

¡Oh, Cristo!

Alexei se echó a reír entre dientes ahora, mientras bajaba la pierna cuando él comenzaba a trasladar la suela gruesa de la bota hacia abajo sobre la cara del macho.

"¡Lex, espera! Él no es…-"

Nada de lo que ella pudo haber dicho hubiese cambiado la explosión que resulto de todo ese caos.

Lex todavía estaba en movimiento cuando el macho levantó las manos y lo agarro del tobillo. El lo sujeto con las abrazaderas abajo y lo enrosco con fuerza, enviando a Lex volando hacia él y gritando en agonía en el suelo que estaba cercano. No pasó un segundo antes de que el hombre se enrollara en sus pies, fluido y fuerte, como nada que Renata hubiese visto alguna vez antes en algún guerrero.

Y mierda santa- él tenía la pistola de Lex.

Renata dejó caer la maleta engorrosamente y se enfrentó a su propia arma, una.45mm que estaba oculta en una funda a su espalda. Sus dedos se encontraban todavía engarrotados por su esfuerzo mental antes empleado, y uno de los otros guardias respondió antes de que ella pudiera liberar su arma. El disparo una ronda precipitada, perdiendo a su objetivo que se encontraba a menos de un pie.

Y más rápido que cualquiera de ellos para que pudieran seguirle la pista, el que antes era su cautivo les devolvió el fuego, poniendo una bala directamente adelante del cráneo del guardia. Uno de los guardaespaldas se encogió sobre sus manos, uno de los que más tiempo habían servido a Sergei Yakut cayó sobre el pavimento en un montón sin vida.

¡Oh, Jesús, pensó Renata por la preocupación que aumentaba cuando la situación se dirigía rápidamente al sur. ¿Podría Alexei haber tenido razón? ¿Había sido este macho de la Raza él mismo asesino que había tratado de atacar aquí antes?

"¿Quién es él siguiente?" preguntó él, con un pie plantado en el centro de la columna vertebral de Lex mientras que él con tranquilidad balanceaba las pistolas de los otros dos guardias de Renata. "¿Qué, no hay ninguno interesado de ahora?"

"¡Maten a este hijo de puta!" rugió Lex, retorciéndose como un insecto atrapado bajo el marco del talón pesado que lo aprisionaba dominándolo. Con su mejilla aplastada contra el pavimento, sus colmillos emergiendo por la rabia, Lex lanzó una mirada en destellante sobre Renata y sus hombres. "¡Vuélenle la cabeza lejos, maldita sea!"

Antes de que la orden estuviese totalmente fuera de la boca de Alexis, tiraron del él sobre sus pies. Gritó cuando su peso cayo sobre su tobillo lesionado, pero fue la presencia repentina de su propia pistola que lo acariciaba detrás de la oreja lo que realmente hizo a sus ojos color ámbar volverse locos con pánico. Su captor, por el contrario, estaba tan tranquilo y calmado, como podía ser.

¡Oh, dulce Madre María!

¿Simplemente con quien demonios estaban tratando ellos?

"Ustedes lo han escuchado," dijo el captor de Lex. Su voz era baja y tranquila, sin apuros, y con la mirada fija que penetraba hasta en la oscuridad. Él clavo fijamente sus ojos en Renata. "Vengan adelante, si alguno de ustedes es lo suficientemente hombre. Por otra parte, si ustedes no prefieren ver que su cerebro se salpique todo sobre esta pared del edificio, entonces les sugiero que dejen caer sus armas. Abajo en el pavimento, de forma tranquila y fácil".

Al lado junto a ella en el callejón, Renata registro los gruñidos bajos y jadeos de los machos de Raza transformados. Individualmente, ninguno de los vampiros era físicamente mucho más fuerte que ella; como un equipo, ellos podrían ser más fuertes que el atacante de Lex, aunque ninguno de ellos pareciera dispuesto a averiguarlo. Un suave chasquido de metal semejante al de un arma fue colocado con cuidado sobre el pavimento. Esto dejaba, pues solo un guardia de seguridad con ella. Un segundo más tarde, él entregó su arma también. Ambos vampiros se retiraron un par de pasos lentamente, rindiéndose en el silencio cauteloso.

Y ahora, Renata se quedaba sola frente a esta amenaza inesperada.

Él le dedico una media sonrisa por el reconocimiento, enseñando los dientes y las puntas sus colmillos emergentes. Él se encontraba furioso; esos alargados colmillos era prueba fehaciente de ello. Como lo era la luz ambarina que comenzaba a rellenar sus ojos, cuando también ellos comenzaban a transformarse con sus característicos rasgos de la raza. Su sonrisa se ensanchó, haciendo aparecer unos hoyuelos dobles debajo de sus pómulos afilados como una navaja. "Parece que depende de ti y de mí, cariño. Yo no voy a solicitarlo más cortésmente por mucho más tiempo que me hagas esperar. Pon tu maldita arma bajo el suelo o tendrás residuos él."

Renata rápidamente consideró sus opciones – las pocas que ella tenía en ese momento. Su cuerpo todavía seguía estando tan crudo como un nervio expuesto, las réplicas de su esfuerzo mental todavía la estaban maltratando a ella, golpeándola hacia abajo. Ella podría intentar otro asalto a su mente, pero ella sabía que estaba operando y actuando sobre los humos. Incluso si ella lo golpeara con todo lo que ella tenia, no sería capaz de incapacitarlo otra vez, y una vez que ella estuviera agotada por ese asalto, ella no seria de alguna utilidad para nadie.

Su otra única opción era un riesgo de igual magnitud. Normalmente ella era un águila disparando, con reflejos rápidos y precisos de un francotirador, pero no podía contar con ninguna de sus habilidades cuando ella necesitaba la mayor parte de su atención sólo para mover sus miembros y comandar sus dedos para trabajar. No importaba lo que ella hiciera, ahora mismo consideraba las probabilidades escasas para que Alexei pudiera salir de esto en una sola pieza. Demonios, las posibilidades de ella o de alguien más que no se alejara de esta situación eran de verse nulas.

Este macho de la raza sostenía todas las cartas, y la mirada en sus ojos cuando él la observaba, esperaba por ella para decidir su futuro, pareciendo decir que él estaba muy cómodo en su posición de poder. Él tenia a Renata, a Lex, y al resto de ellos justo donde él los quería.

Pero ella estaría condenada si ella se rindiera sin luchar.

Renata inhalo para reunir su determinación, entonces ella atrajo su arma alrededor y la nivelo en torno al pecho de él. Sus brazos gritaron por el esfuerzo que esto llevó a cabo para hacerlo y mantenerla estable, pero ella absorbió el dolor, y lo empujó a un lado.

Ella tiro del seguro del arma. "Suéltalo a él. Ahora".

El cañón de arma de Lex se mantuvo atrancado hacia arriba apretado detrás de la oreja. "¿Tu no crees que realidad estemos negociando aquí, verdad? Tira. Tu. Arma". Renata tenía un tiro limpio, pero él también. Y él tenía la ventaja añadida de la velocidad sobrehumana. Él podía ser capaz de esquivar su disparo ya que fácilmente lo vería aproximarse. Había una fracción de segundo de retraso entre las rondas del cargador, incluso en su mejor momento. Esto significaba una gran oportunidad para él para abrir fuego, así, si él decidía pegarle un tiro a Lex antes o después de que él la sacara. En otro segundo, todos ellos podían estar comiendo de plomo. Este hombre era de la Raza, con su acelerado metabolismo y su poder de curación, él mantenía una oportunidad decente de sobrevivir llegando los disparos, ¿pero ella? Ella observaba e iba a una muerte segura.

"¿Tu tienes un problema conmigo en concreto, o es a él al que tu realmente quieres ver muerto esta noche? Tal vez sólo odias a cualquier cosa que tenga una polla. ¿Es eso?"

Aunque él mantuvo su objetivo cerrado, su tono era ligero, como si él estuviera jugando sólo con ella. No la estaba tomando en serio en absoluto. Su tono era arrogante. Ella no le respondió, simplemente jalo el gatillo de la pistola hacia atrás y apoyó su dedo índice ligeramente en el gatillo.

"Déjalo ir. No queremos ningún problema de contigo".

"Demasiado tarde para eso, ¿no te parece? Todo lo que tu observas es un problema ahora".

Renata no se inmutó. Ella ni siquiera se atrevió a parpadear por miedo a que este hombre lo pudiese tomar como una debilidad y se decidiera a actuar.

Lex temblaba ahora, el sudor corría por su rostro. "Renata", dijo él con voz entrecortada, pero si él quería decirle que se retirara o que hiciera su mejor movimiento, ella no estaba segura. “Por el amor de Dios Renata… diablos…"

Ella tenía un objetivo estable en el captor de Alexei, sus codos completamente cerrados, ambas manos agarrando su arma. Una brisa ligera de verano comenzó a levantarse, y la ráfaga suave de aire rastrillo su piel hipersensible, como fragmentos irregulares de cristal. En la distancia ella podía escuchar la música pop y la explosión de fuegos artificiales del final del festival que había ese fin de semana, las silenciosas explosiones que vibraban como truenos en sus huesos doloridos. Él zumbido del tráfico y los frenados en la calle fuera del callejón, los motores de los vehículos que lanzaban una repugnante mezcla de gases del escape, de goma caliente, y la combustión del petróleo.

"¿Cuánto tiempo deseas alargar esto, cariño? Porque tengo que decirte, la paciencia no es una de mis virtudes. "Su tono era casual, pero la amenaza no podía haber sido mas evidente. Él atrajo el gatillo de la pistola de nuevo, preparado para llevar a la noche a su final sangriento. "Dame una buena razón por la que no debería llenar este cerebro de gilipollas con plomo".

"Porque él es mi hijo." La voz masculina más baja vino desde la media cuesta oscura del callejón. Las palabras carecían de emoción, pero inquietaban y eran siniestras en su cadencia y densamente acentuadas con la áspera lima de la fría patria siberiana de Sergei Yakut.

CAPÍTULO TRES

Traducido por Laura

Nikolai agitó su cabeza y miró a Sergei Yakut acercarse al estrecho callejón. El vampiro Gen Uno paseaba por delante de sus dos ansiosos guardaespaldas, su escueta e inmutable mirada se movió casualmente desde Niko hasta el macho de la Raza que todavía sostenía con una pistola. Con un asentimiento de reconocimiento, Niko puso el seguro de la pistola de nuevo y lentamente bajó el arma. Tan pronto como el aflojó el agarre, el hijo de Yakut le lanzó una maldición y se alejó de su alcance.

“Insolente bastardo” gruñó él, todo veneno y furia ahora que permanecía a una distancia segura. “Le dije a Renata que este perro era una amenaza, pero ella no me escucha. Déjame matarlo, padre. Déjame hacerle daño”.

Yakut ignoró la petición de su hijo y su presencia, en vez de tomárselo en silencio donde Nikolai permanecía esperando de pie.

“Sergei Yakut” dijo Niko, girando la descargada pistola y ofreciéndosela con un gesto pacífico. “Muchos vehículos de bienvenida tienes aquí. Mis disculpas por tomar a uno de tus hombres. El no me dio elección”.

Yakut meramente gruñó mientras tomaba la pistola tendida al guardia más cercano a él. Vistiendo con una túnica con gasa de algodón y pantalones de piel parecía mas como erosión oculta, sus pelo castaño claro y barba salvaje y demasiado grande, Sergei Yakut tenía el aspecto de un astuto caudillo feudal, siglos fuera de su época.

Entonces, de nuevo, a pesar de su cara sin arrugas y alta, musculosa complexión, que le envejecía en la vecindad en sus tempranos cuarenta al menos, solo los gruesos dermaglifos del macho de la Raza marcando sus desnudos brazos le dieron una indicación de que Yakut era un miembro mayor de la Raza. Como Gen Uno, podía tener mil años o más.

"Guerrero," dijo Yakut con muy malos ojos, su mirada inquebrantable, lasers gemelos se cerraban en el objetivo. “Te dije que no vinieras. Tu y el resto de la Orden están perdiendo el tiempo”.

En su visión periférica, Niko captó las miradas intercambiadas de sorpresa que viajaron entre el hijo de Yakut y el resto de sus guardias. La mujer especialmente – Renata, se llamaba- parecía completamente sorprendida de oír que el era un guerrero, uno de la Orden. Tan rápidamente como la sorpresa hizo aparición en su Mirada, se desvaneció, ida como si hubiera forzado toda emoción de sus rasgos. Ella estaba plácidamente calmada ahora, mientras estaba de pie a unos pocos metros detrás de Sergei Yakut y miraba, su arma todavía en la mano, su postura provisional y preparada para cualquier orden.

“Necesitamos tu ayuda” dijo Nikolai a Yakut. “Y basándonos en que vas a estar cerca de nosotros entre Boston y algún lugar con población de la Raza, vas a necesitar nuestra ayuda también. El peligro es muy real. Muy letal. Tu vida está en peligro, incluso ahora”.

“¿Qué sabes sobre eso?” gruñó el hijo de Yakut a Niko. “¿Cómo demonios puedes saber algo sobre eso? No le hemos dicho a nadie sobre el ataque de la semana pasada…”

“Alexei”. El sonido de su nombre en los labios de Yakut su señor acallaron al joven como si una mano hubiera tapado su boca. “No hables por mí, niño. Sé útil”, dijo el, gesticulando hacia el vampiro que Nikolai había tenido que disparar a matar. “Lleva a Urien a la azotea y déjale allí para que tome el sol. Después limpia este callejón de toda evidencia”.

Alexei miró durante un segundo, como si la tarea estuviera por debajo de él pero no tuvo las agallas de decirlo. “Ya oísteis a mi padre”, gruñó a los otros guardias parados de pie alrededor de él. “¿A qué estáis esperando? Deshaceos de ese inútil montón de basura”.

Cuando comenzaron a moverse ante la orden de Alexei, Yakut miró hacia la mujer. “Ahora Tú, Renata. Puedes llevarme de vuelta a casa. He terminado aquí”.

El mensaje para Niko era claro: El no era invitado, bienvenido a quedarse en los dominios de Yakut. Y, por el momento, despedido.

Probablemente la cosa más inteligente que hacer sería contactar con Lucan y el resto de la Orden, decirles que el había dado su mejor apuesta con Sergei Yakut pero que había sido en balde, después dejar Montreal antes de que Yakut decidiera arrancarles sus partes. El mal genio del Gen Uno había sido peor con otros por pecados menores.

Sí, recoger y marcharse era definitivamente la acción más sabia en este punto. Excepto por que Nikolai no estaba acostumbrado a no tener una respuesta, y la situación enfrentándose tanto a la Orden como a la Raza, humanos incluidos, no marchaba sin duda pronto. Estaba haciéndose más volátil, más catastrófica con cada segundo que pasaba.

Y entonces allí estaba el borrón despreocupado de Alexei sobre un reciente ataque…”¿Qué ocurrió aquí la semana pasada?” preguntó Nikolai, una vez que estuvieron solos en el callejón Yakut, Renata y él. El sabía la respuesta pero formuló la pregunta de todos modos. “Alguien intentó asesinarte…como te avisé que ocurriría, ¿no es cierto?”

El macho anciano de la Raza miró con el ceño fruncido a Niko, sus astutos ojos brillando. Niko sostuvo esa Mirada desafiante, viendo a un tonto arrogante de larga vida que se creía fuera del alcance de la muerte, incluso aunque hubiera estado llamando a su puerta hace tan solo unos pocos días.

“Hubo un intento, sí”. Los labios de Yakut se curvaron en un ligero mohín, un hombro subiendo en un encogimiento de hombros. “Pero sobreviví- tan seguro como tu lo harías. Ve a casa, guerrero. Lucha las batallas de la Orden en Boston. Deja que yo me ocupe de lo mío”.

El movió su barbilla a Renata, y la silenciosa orden la puso en movimiento. Mientras sus largas piernas la llevaban fuera del alcance de oído del callejón, Yakut arrastró las palabras: Mi agradecimiento por el aviso. Si este asesino es lo suficientemente idiota para atacar de nuevo, estaré preparado para él”.

“El atacará de nuevo” contestó Niko con total certeza. “Esto es peor de lo que sospechamos en un principio. Dos Gen Uno más han sido asesinados desde que hablamos por última vez. Eso lleva la cuenta a cinco ahora – menos de veinte de tu generación todavía existen. Cinco de los más antiguos y poderosos miembros de la nación de la Raza, han muerto en el espacio de un mes. Cada uno aparentemente localizado y eliminado por medios expertos. Alguien los quiere a todos muertos, y ya tiene un plan en marcha para que eso ocurra”.

Yakut pareció considerar eso, pero solo un momento. Sin otra palabra, el se giró y comenzó a alejarse.

“Hay más” añadió adustamente Niko. “Algo que no fui capaz de decirte cuando hablamos por teléfono hace un par de semanas. Algo que la Orden ha descubierto oculto en una cueva montañosa en la República Checa”.

Mientras el anciano vampiro continuaba ignorándole, Niko exhaló en voz baja una maldición.

“Era una cámara de hibernación, una muy antigua. Una cripta donde uno de los más poderosos de nuestra especie había estado guardado en secreto durante siglos. La cámara había sido hecha para proteger a un Antiguo”.

Finalmente Niko tuvo su atención.

Los pasos de Yakut se ralentizaron, después se detuvieron juntos. “Los Antiguos fueron asesinados en la gran guerra contra la Estirpe” dijo él, recitando la historia que hasta hace muy poco había sido aceptada por toda la Raza como hecho irrefutable.

Nikolai conocía la historia del alzamiento tan bien como cualquiera de su especie. De los otros salvajes de otro mundo que habían engendrado la primera generación de la Raza vampira en la Tierra, ninguno sobrevivió la batalla con el pequeño grupo de guerreros Gen Uno quienes habían declarado la guerra contra sus propios padres para la protección tanto de la Raza como de los humanos. Estos pocos y valerosos guerreros habían sido guiados por Lucan, quien ese día retuvo su papel como líder de lo que iba a llegar a ser la Orden.

Yakut lentamente se giró para dar la cara a Nikolai. "Todos los Antiguos habían estado asesinados durante setecientos años. A mi propio señor le clavaron una espada entonces – y justamente. Si el y sus hermanos alíen hubieran sido dejados sin restricciones, habrían destruido toda vida en este planeta en su insaciable sed de sangre”.

Niko asintió con gravedad. “Pero había alguien más que estaba en desacuerdo con el edicto de que los Antiguos deberían ser destruidos: Dragos. La Orden ha descubierto pruebas que demuestran que en vez de eliminar a la criatura que lo engendró, Dragos le ayudó a ocultarse. El hizo un santuario para la criatura en una zona remota de las Montañas Bohemias”.

“¿Y la Orden sabe si esto es verdad?”

"Encontramos la cámara y vimos la cripta. Desafortunadamente, estaba vacía cuando llegamos allí”.

Yakut gruñó, considerando aquello. “¿Y qué hay sobre Dragos?”

“El fue asesinado en la Vieja Guerra- pero sus descendientes viven. Así como su traición. Creemos que fue el hijo de Dragos quien localizó la cámara antes que nosotros y liberó al Antiguo de su sueño. También sospechamos que el hijo de Dragos es el único que está detrás de los recientes asesinatos entre los Gen Uno de la nación”.

“¿Y qué gana con eso?” preguntó Yakut, con los brazos cruzados sobre su pecho.

“Eso es lo que tratamos de descubrir. Tenemos unidades de inteligencia sobre él, pero no es suficiente. Ha desaparecido de la nada y va a ser muy difícil hacerle salir. Pero lo conseguiremos. Mientras tanto, no podemos permitirnos dejarle hacer avanzar con el plan que tenga en mente. Eso es por lo que la Orden está tendiéndote la mano a ti y el resto de los Gen Uno. Cualquier cosa que pudieras oír, cualquier cosa que hayas visto…”

“Hay un testigo” dijo Yakut, interrumpiendo a Niko con la abrupta entrada. “Una chica joven, un miembro de mi servicio. Ella estaba allí. Ella vio al individuo que me atacó la semana pasada. De hecho, ella asustó al bastardo lo suficiente para que yo pudiera escapar.”

La cabeza de Nikolai estaba dando vueltas con las inesperadas noticias. El dudaba mucho que una niña pudiera asustar a un hábil y experimentado asesino, pero estaba lo suficientemente interesado para escuchar más. “Necesito hablar con esa chica”.

Yakut asintió vagamente, los labios apretados mientras alzaba la vista al oscuro cielo que había sobre su cabeza. “Amanecerá en pocas horas. Puedes esperar a que pase la luz del día en mi casa. Hacer tus preguntas, hacer tu trabajo para la Orden. Entonces, mañana por la noche, te irás.”

En la medida en que la cooperación continuara, no era mucho. Pero era más de lo que había tenido incluso hace unos pocos minutes desde el gallito vampiro Gen Uno.

“Está bien” contestó Niko, mientras se acercaba a Sergei Yakut y caminaba con él hacia el sedan negro que les esperaba parado en el bordillo.

CAPÍTULO CUATRO

Traducido por Aletse

Renata no tenia ni idea de lo que el desconocido rubio podía haber dicho para persuadir a Sergei Yakut para que lo invitara a su refugio que se encontraba en su recinto privado al norte de la ciudad.

En los años desde que Renata se había introducido en la vida como miembro de la guardia personal de Yakut, nadie fuera de ese pequeño circulo de funcionarios vampiros y del detalle de su guardia privada había sido permitido alguna vez en las tierras del bosque aislado que estaba rodeado por unas verjas.

Sospechoso por naturaleza y solitario, cruel hasta el punto de la tiranía, el mundo de Sergei Yakut era uno de control y desconfianza. Que Dios los ayudara si alguien lo cruzara de cualquier forma, ya que cuando el puño de su rabia golpeaba, este caía lanzándose como un yunque. Sergei Yakut tenía pocos amigos e incluso menos enemigos, ninguno parecía sobrevivir mucho al filo de su sombra.

Renata había llegado a conocer al macho que ella protegía bastante bien, para saber que él no era exactamente susceptible a la idea de la compañía no invitada, pero él hecho de que no hubiese asesinado a este intruso- este guerrero- como se había referido a él allá atrás en el callejón, para otorgarle al menos un pequeño grado de respeto. Si no era por el guerrero en si mismo, entonces era por el grupo al que él pertenecía, -la Orden.

Cuando ella traslado el Mercedes blindado que conducía hasta la entrada de la áspera casa principal construida en madera que estaba al final del largo pasaje, Renata no pudo resistir echar una mirada por el espejo retrovisor a los dos vampiros que se encontraban sentados en silencio en los asientos traseros.

Los ojos azul claro se encontraron con la mirada fija que estaba en el espejo. El no parpadeo, ni siquiera cuando la segunda mirada se extendió más allá de la curiosidad de aquel simple desafío. El estaba lejos de estar enojado, su ego sin duda todavía golpeado por el hecho de que ella lo hubiese engañado en el callejón y conducido a una trampa. Renata fingió ignorarlo cortésmente cuando ella rompió la pesada conexión de su fija mirada y condujo el coche hasta detenerse delante de las puertas.

Uno de los machos de la Raza que estaba de guardia en la entrada bajo las amplias escaleras para abrir la puerta trasera de la berlina. Detrás de él, a unos pasos estaba otro guardia, este tenía un par de galgos rusos- perros lobos- que libero. Sus dientes inmediatamente fuero al descubierto gruñendo, los perros guardianes emitían grandes ladridos y gruñían como unos salvajes hasta el momento en que Sergei Yakut salió del coche. Los animales estaban tan bien entrenados así como el resto del personal del vampiro: una mirada de su maestro y ellos se callaron automáticamente, un silencio sumiso, con sus grandes cabezas sosteniéndose hacia abajo cuando él y él guerrero entraban en la casa.

El guardia que estaba de pie cerca del coche cerro la puerta trasera que había quedado abierta y le disparo una mirada interrogativa a Renata a través del cristal tintado de la ventana.

¿Quién demonios es ese? Era la pregunta evidente que su rostro expresaba pero antes de que él pudiera solicitarle que bajara su ventanilla para poder interrogarla, ella puso en marcha la berlina, dejando atrás solo un simple rastro de humo.

A medida de que ella alejaba el coche del camino de grava y lo llevaba alrededor del garaje que estaba en la parte posterior de la puerta de entrada, el dolor y la tensión que ella había estado sintiendo antes comenzó nuevamente a arrastrase a través de su cuerpo. Ella estaba cansada completamente de la confrontación de esta noche, sus miembros y mente igualmente cansados y doloridos. Todo lo que ella deseaba era su cama y un largo y caliente baño en la tina. A ella realmente no le importaba lo que ocurriera primero.

Renata tenia su propia habitación pequeña en la casa, un lujo que Yakut no les brindaba a ninguno de los machos que le servían. Incluso Alexei dormía con los otros guardias en cuartos comunes, durmiendo sobre jergones de piel extendidos en el sueño, como si fueran una guarnición venida directamente de la edad media. La habitación de Renata era solo ligeramente mejor que eso: un estrecho espacio lo suficientemente grande solo para la cama, la mesita de noche y el baúl que contenía su pobre ropa. Un cuarto de baño acondicionado con una bañera con patas se encontraba en el pasillo y lo compartía con la única otra mujer a cargo de Sergei Yakut.

Las comodidades eran rusticas, en el mejor de los casos, como era el resto de los centenares tablones del recinto, y el mobiliario era también escaso. Por no mencionar un poco repugnante.

A pesar de que Yakut, una vez le comento de que él y su familia solo habían estado viviendo allí por la ultima década, el antiguo pabellón de caza estaba lleno de lo que parecía ser el valor de medio siglo de pieles de animales, y para completar el juego, cornamentas empalmadas. Ella asumía que la decoración de taxidermia, había pertenecido al propietario anterior, pero a Yakut no parecía importarle compartir su casa con toda esa morbosidad. De hecho, parecía que él disfrutaba del carácter primitivo del lugar. Renata sabía que él vampiro siberiano era mas viejo de lo que aparentaba ser, mucho, mucho mas viejo, como aquellos de su Estirpe con frecuencia era. Pero no hacia falta ser un genio para imaginarlo arropado con pieles y mas pieles, y armaduras de acero y hierro, causando sangrientos estragos en indefensas aldeas de las regiones remotas del norte de Rusia. El tiempo no había suavizado ninguno de sus bordes, y Renata podía testificar de primera mano la naturaleza letal de Yakut.

Que ella tuviera que servir a alguien como él, hacia a su estomago retorcerse con pesar. Que ella se hubiese comprometido a protegerlo, a serle leal, tanto en pensamiento como en obra, la hacia sentirse como una extraña en su propia piel. Ella tenía sus razones para permanecer allí, sobre todo ahora – que había mucho que deseaba poder cambiar.

Tanto por lo que todavía podía lamentar…

Ella aparto los pensamientos que eran demasiados peligros dejarlos salir incluso aunque fuera en su mente. Si Sergei Yakut pudiese sentir la más mínima debilidad en su lealtad hacia él, habría repercusiones rápidas, con graves consecuencias.

Renata cerró la puerta después de que ella entrara en su habitación. Se desabrocho las pistoleras de sus armas y coloco las pistolas y sus cuchillas pulcramente encima del antiguo baúl que se encontraba al pie de la cama. A ella le dolía todo el cuerpo, sus músculos y huesos estaban gritando por la utilización más temprana de su mente. Su cuello estaba tenso, lleno de nudos que le hicieron hacer una mueca de dolor cuando ella trato de masajearlos para deshacerlos.

Dios, ella necesitaba un poco de paz del dolor.

Un suave ruido de rasguños se escucha al otro lado de la pared. Este chirrido en sus oídos lo sintió como si fueran uñas en una pizarra, haciendo que su cabeza se sintiese tan sensible como una campaña de cristal.

“¿Rennie?”. La voz de niña de Mira era suave, apenas un pequeño susurro manso llegado a través de los huecos de la madera. “¿Rennie… eres tu?”

“Si, ratón”, contesto Renata. Ella se traslado hasta la cabecera de la cama y apoyo la mejilla contra la madera lisa de la paren. “Soy yo. ¿Qué estas haciendo todavía despierta?”

“No lo se. No podía dormir”.

“¿Mas pesadillas?”

“Uh-huh. Sigo… viéndolo. Aquel hombre malvado”.

Renata suspiro, al oír la vacilación en esa admisión débil. Ella pensaba en el baño calienta que estaba a solo unos pocos minutos fuera de su alcance. Dándole la bienvenida a la solidad que ella necesitaba más que nada en momentos como ese, donde las consecuencias de su capacidad psíquica, – la misma cosa que le había salvado la vida hace dos años en esta remoto lugar, de tierras boscosas, parecía decidida a darle una patada en el culo.

“¿Rennie?”. Se escucho nuevamente la voz tranquila de Mira. “¿Estas ahí?”

“¿Estoy aquí?”

Ella se imaginó la cara inocente a través de las uniones de madera. Ella no tenia que ver a la niña para saber que Mira probablemente había estada sentada allí en la oscuridad todo este tiempo, esperando oír que Renata volviera para que así ella no se sintiese tan sola. Ella había sido bastante sacudida los últimos días -que era comprensible, tomando en cuenta de lo que había atestiguado.

¡Oh, ajustar el maldito baño, pensó Renata severamente. Tragándose abajo el dolor que pasó por encima de su piel, cuando se puso de pie, ella se acercó y sacó una novela de Harry Potter del cajón de su mesa de noche.

"¿Hey, ratón? Yo no puedo dormir ahora mismo tampoco. ¿Y si te caigo de visita y leo a ti por un rato?"

El grito alegre de Mira sonó apagado, como si ella se hubiera tenido que cubrir la boca con la almohada para no alarmar a la familia entera con su estallido.

A pesar de su dolor y la fatiga, Renata sonrió. "Voy a tomar eso como un sí."

Sergei Yakut llevo a Nikolai a una habitación grande y abierta que podría haber sido una sala para banquetes cuando el antiguo pabellón de caza se encontraba en su apogeo. Ahora no había registros de algunas mesas o bancos, sólo un par de sillones de de cuero colocadas frente a una chimenea de piedra imponente en el otro extremo de la habitación y un escritorio de madera maciza rendido cerca. Las pieles de los osos, los lobos y otros depredadores más exóticos se extendían como alfombras en el piso de tablones de madera. Montado sobre la piedra encima de la chimenea estaba la cabeza de un alce con una enorme percha de cornamenta blanca como el hueso, sus oscuros ojos de cristal fijos en un punto lejano en la vasta expansión de la sala. ¿Su deseada libertad se había ido? Pensó Niko con ironía mientras seguía a Yakut a los sillones de cuero junto al hogar y se sentaba con el Gen Uno cuando este le hizo un gesto de invitación.

Nikolai ociosamente echo un vistazo a su alrededor, adivinando que el albergue al menos tenia un siglo de antigüedad, y construido para residentes humanos al principio, aunque las escasas ventanas estaban actualmente equipadas con contraventanas cruciales para bloquear los rayos UV. No era el tipo de lugar en que uno pudiera esperar de un vampiro lo estableciera como su casa. La Raza tendía a preferir lugares más modernos, lujosos, viviendo en grupos familiares o comunidades de Darkhavens llamados así en la mayoría de los casos, muchos de esos lugares equipados con perímetros de alarmas y cercas de seguridad. Como los domicilios de la raza civil estuvieran, del campamento rústico de Yakut lo suficientemente distantes para la buena cantidad de privacidad de los seres humanos curiosos, eso era cualquier cosa menos típico. Entonces nuevamente, no era Sergei yakuto él mismo.

"¿Cuánto tiempo has estado en Montreal?" pregunto Nikolai.

"No mucho tiempo." Yakut se encogió de hombros, los codos apoyados en los brazos del sillón en el que estaba sentado con los hombros caídos. Su postura podía haber parecido relajada, pero sus ojos no habían dejado de estudiar a Niko – haciendo una evaluación de él, desde el momento en que ellos se sentaron. "Me parece a mi ventajoso para mantenerse en movimiento y no ponerme demasiado cómodo en cualquier lugar. Los problemas tienen una manera de ponerse al día cuando usted se queda más tiempo de su bienvenida."

Nikolai considero el comentario, preguntándose si Yakut hablaba de una experiencia personal o, si eso supusiera como una especie de advertencia a su invitado inesperado.

"Cuéntame sobre el ataque contra usted", dijo él, imperturbable, ya sea bien por la mirada fija o por la evidente naturaleza sospechosa del Gen uno. "Y tendré que hablar con esa testigo también".

"Por supuesto". Yakuto hizo señas a uno de sus guardias de la Raza. "Vayan por la niña". El macho alto asintió con la cabeza en el reconocimiento, luego se dirigió a la izquierda para llevar a cabo la orden. Yakut se inclinó hacia delante en del sillón.

"El ataque ocurrió aquí en esta sala. Yo había estado sentado en esta misma silla, revisando algunas de mis cuentas en el momento en que el guardia de adelante que vigilaba escuchó un ruido fuera del alojamiento. Él fue a investigar, y volvió a decirme que eran solamente mapaches que se habían metido en uno de los cobertizos de atrás". Yakuto se encogió de hombros. "Eso no era inusual, por lo que lo envié a sacar a la alimaña fuera. Cuando pasaron varios minutos y él no volvió, supe en ese instante que había problemas. Pero para entonces, sin duda, el guardia ya estaba muerto."

Nikolai asintió con la cabeza. "Y el intruso estaba ya dentro de la casa."

"Sí, él ya lo estaba."

"¿En cuanto a la niña, el testigo?"

"Ella había tomado su cena y estaba descansando aquí conmigo. Ella se había quedado dormida en el suelo cerca del fuego, pero se despertó justo a tiempo para ver que mi atacante estaba de pie justo detrás de mí. Yo ni siquiera pude oír al bastardo moverse, él fue tan sigiloso y rápido."

"El era de la Raza," sugirió Niko.

Yakut asintió con su cabeza en acuerdo. "Sin ninguna duda, él era de la raza. Vestía como un ladrón, todo de negro, la cabeza y el rostro cubierto con una máscara de nylon negro, que dejaba sólo sus ojos visibles, pero sin ninguna duda en mi mente que era de nuestra Raza. Si yo tuviera que adivinar, diría que él incluso podría haber sido hasta un Gen Uno basado por su fuerza y velocidad. Si no fuera por la niña que abrió sus ojos y grito una advertencia, yo habría perdido la cabeza con él en ese instante. Él tenía un alambre delgado enrollado debajo delante de mi desde detrás de la silla. El grito de Mira llamó su atención lejos durante el momento crucial, y yo fui capaz de subir mi mano y bloquear el alambre de cortarme en rodajes a través de mi garganta. Me enrolle de su variedad, pero antes de que yo pudiera saltar sobre él mismo o llamar a mis guardias, se escapó." "Así como así, ¿él dio media vuelta y salió corriendo?" pregunto Nikolai.

“Así como así," respondió Yakut, con una lenta sonrisa burlona en la esquina de su boca. "Una mirada a Mira, y el cobarde huyó."

Niko juró en voz baja. "Usted es un maldito con muchas suerte", dijo él, encontrando difícil conciliar que la mera vista de una niña pudiera causar tal distracción del que tenía que ser un asesino altamente adiestrado, experto. Simplemente no tenia sentido.

Antes de que él pudiera señalarle ese punto a Yakut, el ruido de unos pasos se acercaban desde el otro extremo de la sala. Los que entraron adelante del guardia que Yakut había enviado fueron Renata y una delicada niña desamparada. Renata había desenvainado sus armas en algún lugar, pero ella paseaba junto a la niña protectoramente, su fría mirada fija cautelosa cuando ella llevo a Mira más allá de la habitación.

Nikolai no podía dejar de contemplar el extraño traje de la niña. El pijama de color rosa y las pantuflas de conejito eran inesperados, pero era el velo negro corto que cubría la parte superior de su rostro lo que a él le pareció más discordante. "Renata me estaba leyendo una historia," suministro Mira, su voz suave con un tintineo de inocencia brillando que parecía tan fuera de lugar en el dominio crudo de Yakut.

"¿Es eso así?" Él Gen Uno pregunto, una respuesta lenta que parecía dirigida más a Renata que a la niña. "Acércate, Mira. Hay alguien que quiere conocerte a ti. "

El guardia dio un paso atrás una vez que Mira estuvo de pie ante Yakut, pero las botas de Renata se mantuvieron al lado de la muchacha. En primera instancia Niko se preguntó si la niña pudiera ser ciega, pero ella se movía sin titubear, caminando los pocos pasos restantes hacia donde Yakut y Nikolai estaba ahora de parados.

La pequeña cabeza se volvió hacia Nikolai sin error. Ella definitivamente estaba observándolo.

"Hola", le dijo ella, y dio una educada pequeña inclinación de cabeza.

"Hola", respondió Nikolai. "He oído lo que ocurrió la otra noche. Tu debes ser muy valiente." Ella se encogió de hombros, pero era imposible leer su expresión cuando simplemente una parte pequeña de su nariz y su boca eran visibles debajo del dobladillo del revestimiento delantero. Nikolai observo en la joven chica traviesa, a una niña desamparada de “tres y medio pies de alto” que de alguna manera había conducido lejos hacia afuera a un vampiro de la Raza en una misión de matar a uno de los miembros más formidable de la Estirpe. Tenía que ser una broma. ¿Estaba Yakuto burlándose de él de alguna manera? ¿Qué posiblemente podía haber hecho esta niña para frustrar el ataque?

Nikolai contemplo a Yakut, listo para retarlo por lo que tenía que ser una línea de puras gilipolleces. No había ninguna forma en que el infernal ataque pudiera haber tomado, el camino que él había descrito.

"Quítate el velo", instruyo Yakut a la chica, como si él conociera la línea de pensamientos de Niko.

Sus pequeñas manos llegaron hasta el asimiento del borde de la pequeña tira negra de gasa. Ella barrió el velo arrastrándolo fuera de su rostro, pero parecía cuidadosa de mantener sus ojos hacia abajo. Renata se quedó muy quieta al lado de la niña, su expresión apacible, incluso mientras sus dedos se apretaban en puños por los costados. Ella parecía estar sosteniendo la respiración, esperando con un aire de anticipación cautelosa.

"Levanta tus ojos, Mira", le ordenó Yakutia a ella, su boca curvada en una sonrisa. "Mira a nuestro invitado, y muéstrale lo que él desea saber."

Poco a poco la franja de pestañas de color marrón oscuro se elevo. La niña levantó su barbilla, e inclino la cabeza hacia arriba y se encontró con la mirada fija de Niko.

"Jesucristo", él dijo entre dientes, apenas consciente de que él hablaba en voz alta, cuando él tuvo su primer vislumbre de los ojos de Mira.

Ellos eran extraordinarios. Los iris eran tan blancos, ellos estaban tan claros, como si fueran líquidos e indescifrables, como una piscina de agua incolora. O, más bien, como un espejo, él se corrigió, mirando más profundo en ellos porque no podía evitarlo, aproximándose mucho màs cerca por su alarmante belleza, insólita de su mirada fija.

Él no sabía cuánto tiempo se quedó mirando fijamente – no podía haber sido más que un par de segundos a lo mucho, pero ahora sus pupilas se estaban haciendo mas pequeñas, encogiéndose debajo de los diminutos pinchazos negros dentro del circulo infinito de color blanco plateado. El color brillaba, ondeando como si una brisa hubiera patinado a través de la superficie tranquila.

Increíble. Él nunca había visto nada igual. Él miró detenidamente mas profundo, incapaz de resistir el juego extraño de la luz en sus ojos.

Cuando estos se despejaron, Nikolai se vio reflejado allí.

Él se vio a sí mismo y a alguien más… una mujer. Ellos estaban desnudos, sus cuerpos presionados juntos, bañados en sudor. Él la estaba besando acaloradamente, enterrando sus manos en los los hilos lustrosos de su oscuro cabello. Empujándola debajo de él mientras él se hundía profundamente en su interior. Él se vio exponiendo sus colmillos, bajando la cabeza y colocando su boca en la curva sensible de su cuello.

Saboreando la dulzura de su sangre cuando él perforo su piel y su vena y comenzó a beber…

"Santo infierno", él tiro hacia afuera, arrancando su mirada fija de la sorpresa alarmante, toda – aparición – demasiado real. Su voz estaba áspera, su lengua gruesa detrás de la repentina aparición de sus colmillos. Su corazón latía a gran velocidad, y más abajo, su pene se había puesto duro como una piedra. "¿Qué justamente había sucedido?"

Todo el mundo lo estaba mirando a excepción de Renata, que parecía más interesada en ayudar a Mira a colocarse el velo. Ella susurró algo en el oído de la niña, palabras de consuelo, por el tono suave de ellas. La sonrisita baja, que retumbo de Sergei yakuto, fue secundada haciendo eco por las alegres risas de satisfacción de los otros hombres.

"¿Qué justamente me acaba de hacer ella a mí?" exigió Niko, en lo más mínimo entretenido. "¿Qué demonios fue eso?"

Yakut se recostó en el sillón y sonrió abiertamente como un zar que hace una broma publica a uno de sus contendientes. "Dime lo que tu viste".

"A mí mismo", dijo Nikolai lanzándolo, todavía tratando de encontrarle sentido. La visión era tan real. Como si todo eso hubiese realmente ocurrido en ese momento, no el espejismo que tenía que ser. Dios sabía que su cuerpo estaba convencido de que era real.

"¿Qué más has visto tú?" pregunto Yakut alegremente. "Dime, por favor."

Joder esto. Niko silenciosamente negó con la cabeza. Él estaría condenado si él fuera a comentarles la vivencia completamente lujuriosa a cada uno de los que estaban en la habitación. "Me vi a mí mismo… una visión de mí mismo, reflejada en los ojos de la niña."

"Lo que tu viste fue un vislumbre de tu futuro", le informó Yakut. Él hizo unas señas para que la chica fuera a su lado, donde él envolvió su brazo alrededor de sus hombros delgados y la atrajo hacia sí, como un bien muy preciado. "Una mirada a los ojos de Mira y tu ves una visión de los acontecimientos en tu vida que están destinados a venir".

No tardó ni necesito mucho para evocar la imagen de nuevo en su cabeza. Oh, diablos, no, no mucho en absoluto. Esa imagen era tan buena como permanentemente grabada en su memoria y en todos sus sentidos. Nikolai trato de controlar a su pulso para tranquilizarlo. Llamando a su firme fuerza – sobre sus pies. "¿Qué mostro Mira a su atacante la semana pasada?" – él preguntó, desesperado por cambiar la atención de sí mismo ahora.

Yakut se encogió de hombros. "Sólo él puede saberlo. La niña no tiene ningún conocimiento de lo que sus ojos reflejan".

Gracias a Dios por eso. Niko odiaba pensar en la educación que ella podría haber obtenido de otra manera.

"Cualquier cosa que el hijo de puta haya visto", agregó Yakut, "fue suficiente para hacerlo vacilar y darme una oportunidad para escapar de la muerte que él me vino a entregar." El Gen Uno sonrió con satisfacción.

"¿El futuro puede ser alarmante, especialmente cuando uno no lo espera, sí?"

"Sí", murmuró Nikolai. "Supongo que puede ser."

Él acababa de conseguir una dosis decente de aquel conocimiento de primera mano. ¿Sobre todo cuando la mujer que había estado envuelto alrededor de él, desnuda y retorciéndose de manera tan apasionada entre sus brazos? No era otra sino la fría, hermosa Renata.

CAPÍTULO CINCO

Traducido por Laura

Esas imagines carnales, todas demasiado reales, obstinaron a Nikolai durante el siguiente par de horas de luz mientras el merodeaba por las zonas boscosas del recinto, buscando cualquier evidencia que pudiera quedar del ataque abortado a Sergei Yakut. El comprobó el perímetro de la casa principal pero no encontró nada. Ni siquiera una pisada en el suelo arcilloso y de barro.

La pista, si el intruso había dejado una, estaba fría ahora. Aún así, no era difícil suponer como el asaltante podría haberse acercado a su objetivo. Esta profundidad en los bosques, sin vallas de seguridad, camaras, o detectores de movimiento para alertar a la casa de intrusos en la propiedad, el atacante de Yakut podría haberse ocultado en el bosque circundante la mayor parte de la noche, esperando la mejor oportunidad de atacar. O el podría haber elegido una ubicación más destacada, pensó Nikolai, su mirada puesta en un pequeño granero situado a unos pocos metros de la parte trasera del recinto.

El paseó hasta allí, figurando que la fachada sería una adquisición reciente a la propiedad. El bosque estaba oscuro, no de las inclemencias naturales del tiempo como el resto del lugar, pero si de un tinte de nuez que lo hacía combinar en sus alrededores. No había ventanas en ningún lado, y la amplia puerta de paneles de enfrente estaba reforzada con una Z de dos por cuatro y perfilaba una gran cerradura de acero.

A través del hediondo aceite del barnizado bosque, Nikolai podía haber jurado captar un vago olorcillo cobrizo.

¿Sangre Humana?

El arrastró otra respiración, tamizando el sabor de ello a través de sus dientes, sobre las sensibles glándulas de su lengua. Era definitivamente sangre, y definitivamente humana. No mucha había sido derramada en el otro lado de la puerta, y por el débil cosquilleo en sus fosas nasales, juzgó estar demasiado seco y envejeciendo probablemente varios meses o más. El no podía estar seguro a menos que echara una mirada dentro.

Curioso ahora, el encajó la gran cerradura y estaba a punto de tirarla cuando el crujido de una hoja detrás de él captó su atención. Mientras el se giró para encontrar el ruido, extendió el brazo hasta una de sus pistolas-y maldijo al recordar que Yakut estaba todavía sosteniendo todas sus armas.

El alzó la vista para encontrar a Alexei mirándole desde donde el permanecía de pie en la esquina del granero. A juzgar por el desprecio brillante en sus ojos, parecía que su orgullo herido no se había recuperado todavía de su confrontación en la ciudad. No es que a Niko le preocupara. El tenía poco uso para gilipollas civiles pavoneándose, especialmente aquellos con cuestiones de derecho y egos delicados.

“¿Conseguiste una llave para esta cerradura?” preguntó él, su mano todavía curvada alrededor del bulto del acero reforzado. Si el quería, como macho de la Raza, el podía rasgar la cosa con un giro de su muñeca. Más limpio aún, el podía flexionar su mente, y abrir la cerradura con una orden mental. Pero era más interesante fastidiar a Alexei por el momento que estaba. “Te importa abrir la puerta, o quizás necesites tener permiso de tu papa primero”.

Alexei gruñó en la esquina, los brazos doblados sobre el pecho. “¿Por qué debería abrirla para ti? No hay nada de interés ahí adentro. Es solo un granero. Vacío además.”

“¿Sí?” Niko dejó que la cerradura cayera de su mano, el metal golpeo pesadamente contra los paneles de madera. “Huele como si hubieras estado almacenando humanos aquí dentro. Ensangrentados. El hedor de la hemoglobina me golpeó cuanto más me acercaba.” Una exageración, pero el quería ver la reacción de Alexei.

El joven vampiro frunció el ceño y lanzó una cautelosa mirada a la puerta impedida. El lentamente agitó su cabeza. “No sabes de que estas hablando. Los únicos humanos que han puesto el pie en este granero eran carpinteros locales que lo construyeron hace unos pocos años”.

“Entonces no te importará si echo una mirada” apuntilló Nikolai.

Alexei se echó a reír por lo bajo. “¿Qué estás haciendo aquí, guerrero?”

“Tratando de descubrir quien intentó matar a tu padre. Quiero saber como el intruso pudo haberse acercado lo suficiente para atacar y donde el podía haber ido después”.

“Perdona mi sorpresa” dijo Alexei, sin disculpa en su tono, “pero encuentro difícil creer que un ataque fallido-incluso a un anciano de la raza como mi padre- sea suficiente para traer a un miembro de la Orden para una visita personal”.

“Tu padre fue afortunado. Hubo otros Cinco Gen Uno de la población que no fueron tan afortunados”.

La Mirada de suficiencia de Alexei se apagó, sustituida por una sombría gravedad. “¿Había habido otros ataques? ¿Otros asesinatos?”

Nikolai dio un asentimiento adusto. “Dos en Europa, los otros en Estados Unidos. Demasiados para ser al alzar, y demasiado expertos para ser nada excepto el trabajo de un profesional. Y no parece ser un único esfuerzo. Durante las pasadas semanas, una vez que supimos del primer par de asesinatos, la Orden ha estado contactando con todos los Gen Uno conocidos para avisarles de lo que había ocurrido. Necesitan entender el peligro potencial para poder tomar las medidas apropiadas de seguridad. ¿Tu padre no te lo dijo?”

El ceño fruncido de Alexei surcó su oscura ceja. “El no dijo nada de esto. Maldita sea, le habría protegido personalmente”.

Ese Sergei Yakut no había informado a su hijo del contacto reciente de Niko, o de la actual erupción de la caza de Gen Uno, estaba diciendo. No importa como Alexei intentara apoyarse en el brazo derecho de su padre, Yakut evidentemente lo mantenia a distancia cuando llegó a confiar. Sin sorprenderse, dada la naturaleza sospechosa de Yakut. Evidentemente esa sospecha se extendió a su propia familia de sangre también.

Alexei maldijo. “El debería habérmelo dicho. Me habría asegurado que el tuviera protección propia en el lugar en todo momento. En vez de eso, el bastardo que le atacó está todavía libre. ¿Cómo podemos estar seguros de que no volverá a intentarlo de nuevo?”

“No podemos estar seguros de eso. De hecho, será mejor que continuemos con la suposición de que habrá otro ataque. Mi invitado llegará más pronto que tarde.”

“Necesitas mantenerme informado” dijo Alexei, su tono tomando ese borde irritante de título nuevamente. “Espero ser alertado inmediatamente de cualquier cosa que encuentres, y todo lo que tu o la Orden pudieran saber sobre esos ataques. Todo. ¿Entendiste?”

Nikolai dejó que su sonrisita de respuesta se extendiera lentamente sobre su cara. “Trataré de recordar”.

“Mi padre cree que es intocable, ya ves. El tiene a sus guardaespaldas a mano, todos ellos entrenados por el, leales a el. Y el tiene el consejo de su oráculo privado también”.Niko dio un asentimiento de reconocimiento. “La niña, Mira”.

“¿La has visto?” la Mirada de Alexei se estrechó, aunque si con desconfianza o curiosidad básica que Nikolai no podía suponer. “Así Que”, el hijo de Yakut dijo, “el te permitio conocerla, entonces. El te dejo mirar sus ojos de bruja”.

“Lo hizo”.

Cuando la mandíbula de Niko permaneció firme, probablemente rígida, Alexei sonrió. Su voz arrastraba sarcasmo. “Agradable vista la que ella te dio de tu destino, ¿no, guerrero?”

Una repetición instantánea de la visión calurosa se movió a través de su mente como una maleza quemándole desde el interior. El se encogió de hombros con un escalofrío que no sintió. “He visto cosas peores”.

Alexei se rió. “Bien, no me preocuparía si fuera tu. El talento de la pequeña arpía está lejos de ser perfecto. Ella no puede mostrarte todo tu futuro, solo imágenes breves de lo que puede venir, basado en el ahora. Y ella no puede ayudarte a poner todo lo que ves dentro de un contexto. Personalmente, no encuentro a la mocosa tan divertida como a mi padre le parece”. El gruñó, subiendo un hombro junto con la esquina de su burlona boca. “Lo mismo podría ser dicho de la otra mujer que el insiste en mantener protegida a pesar de mis dudas”.

No había pregunta de quien el hablaba. “¿No eres fan de Renata, no?”

“Fan de ella” murmuró Alexei, cruzando sus brazos sobre el pecho. “Ella es arrogante. Piensa en ella misma sobre todos los demás porque ha logrado impresionar a mi padre una vez o dos con su destreza mental. Desde la noche que ella llegó aquí, ha sido demasiado audaz para su propio bien. Estarías en apuros para encontrar a un macho entre todos estos que trabajan para mi padre que no les gustaría verla aumentar de intensidad. Poniendo a la fría y engreída arpía en su lugar, ¿eh? ¿Quizás te sientas de la misma manera, después de lo que te hizo esta noche en la ciudad?”.

Nikolai se encogió de hombros. El estaría tumbado si decía que no le irritaba en algún nivel primario que una mujer le hubiera dejado fuera de combate. Tan crispante como haber estado en el receptor final de su ataque mental, Nikolai no podía rechazar cualquier cantidad de sobrecogimiento. Obviamente ella era una de la Raza, puesto que la naturaleza era reacia a malgastar poderosos regalos extrasensoriales sobre el stock básico de Homo Sapiens.

“Nunca he visto a nadie como ella” admitió a Alexei. “Nunca he oído de un compañero de Raza con ese nivel de habilidad. Puedo ver porqué tu padre dormiría mejor sabiendo que ella está cerca.”

Alexei frunció el ceño. “No estés demasiado impresionado con ella, guerrero. La destreza de Renata tiene sus meritos, te otorgaré. Pero ella es demasiado débil para controlarlo”.

“¿Por qué?”

“Ella puede enviar la ola mental fuera, pero el poder vuelve a ella, como un eco. Una vez que la reverberación la golpea, ella es completamente inútil hasta que pasa.”

Nikolai recordó la debilitada ráfaga de energía mental que Renata le había dado rienda suelta dentro del almacén. El era un macho de la Raza- sus genes alien le daban la fortaleza y resistencia de fácilmente diez hombres humanos- y el había sido incapaz de afrontar el dolor de ese increíble asalto sensorial. ¿Para que Renata atravesara esa misma angustia cada vez que ella usaba su destreza?

“Cristo” dijo Niko. “Debe ser pura tortura para ella”.

“Sí”, estuvo de acuerdo Alexei, sin preocuparse de disimular su tono ligero. “Estoy bastante seguro de eso”.

Nikolai no echó en falta la sonrisa en el flaco rostro del más joven de los Yakut. “¿Disfrutas si ella sufre?”

Alexei gruñó. “No podría preocuparme menos. Renata es inadecuada para el papel que mi padre la ha dado. Ella es ineficaz como su guardaespaldas -un riesgo que temo podría llevarle a ser asesinado un día. Si estuviera en su lugar, no dudaría en echarla sobre su arrogante trasero”.

“Pero tu no estás en el lugar de tu padre” Niko le recordó, si solo porque Alexei parecía demasiado entusiasta imaginándolo.

El vampiro miró a Niko en silencio durante un largo e incómodo momento. Entonces el aclaró su garganta y escupió en el suelo. “Termina tu investigación, guerrero. Si encuentras algo de interés, me informarás enseguida”.

Nikolai meramente miró al hijo de Yakut, sin palabras que apoyaran al civil a contar con su promesa. Alexei no lo presionó, solo giro lentamente sobre sus talonees y se marchó en dirección al recinto.

CAPÍTULO SEIS

Traducido por Aletse

Renata silenciosamente abrió la puerta de la habitación de Mira y miro con atención adentro a la durmiente niña que descansaba pacíficamente sobre la cama. Simplemente una niña normal con una pijama color rosa, su suave mejilla apoyada contra la almohada delgada, soplando el aliento rítmicamente de la boca en forma de querubín delicada. Sobre la mesita rústica próxima a la cama estaba el corto velo negro que cubría los ojos notables de Mira en todo momento cuando ella esta despierta.

"Dulces sueños, ángel", susurró Renata en voz baja, palabras esperanzadoras. Ella se preocupaba por Mira más y más últimamente. No eran sólo por las pesadillas que se habían establecido después del ataque que había presenciado, sino la salud general de Mira por lo que Renata se preocupaba a la mayoría del tiempo. A pesar de que la chica era fuerte, su mente rápida y aguda, ella no estaba del todo bien.

Mira rápidamente estaba perdiendo su vista.

Cada vez que ella era obligada a ejercitar su don de la reflexión pre-cognoscitiva, algo de su propia vista se deterioraba. Esto había estado ocurriendo constantemente durante meses antes de que Mira hubiera confiado en Renata sobre lo que estaba sucediendo con ella. Ella tenía miedo, como cualquier niño lo tendría. Quizá más entonces, porque Mira era sabia más allá de sus ocho años de edad. Ella tenia por entendido que el interés de Sergei Yakut se evapora en el momento en que el vampiro la considerara sin ninguna utilidad mas para él. Él la expulsaría, quizás incluso la mataría si eso le complacía.

Así que en esa noche, Renata y Mira había hecho un pacto: Mantendría la condiciendo de Mira en secreto entre ellas, llevándoselo a la tumba, si era necesario. Renata había llevado la promesa de un paso más allá, jurándole a Mira que ella la protegería con su propia vida. Ella le juró que ningún daño le iba a acontecer a ella, no de Yakut o de cualquier otra persona, ya sea de la raza o humano. Mira estaría a salvo del dolor y la oscuridad de la vida de una manera que Renata jamás había conocido.

Que la niña hubiera sido sacada a exhibir para entretener al huésped no invitado de Sergei Yakut esta noche solo agrego mas irritación a su estado actual de Renata. Lo peor de su repercusión psíquica había pasado, pero aún persistía todavía un dolor de cabeza en los bordes de sus sentidos. Su estómago aún no había dejado de revolverse. Las pequeñas olas de náuseas formaban pliegues en ella como una marea que retrocede poco a poco.

Renata cerró la puerta de Mira, temblando y estremeciéndose un poco con el balanceo de otro pequeño temblor sobre su cuerpo. El largo baño que acababa de tomar la había ayudado a aliviar algunos de sus malestares, aunque aun por debajo de sus pantalones holgados de color grafito y su jersey suave de algodón blanco, su piel todavía seguía zumbando, en carne viva con el chisporroteo de la electricidad que nadaba debajo de su piel.

Renata se frotó las palmas de las manos sobre las mangas de su camisa, tratando de ahuyentar algo de la sensación todavía encendida como fuego que viajaba por lo largo de sus brazos. Demasiado despierta para dormir, ella se detuvo en su propia habitación sólo el tiempo necesario para recuperar un pequeño alijo de láminas de su baúl de armas. El entrenamiento siempre había demostrado ser un punto de bienvenida para su inquietud. Ella disfrutaba de las horas del castigo físico al cual ella se infligía a sí misma, feliz por el entrenamiento riguroso de ejercicios que llevaba a cabo, con temple a levantarse.

Desde la terrible noche en que ella se encontró sumergida en el mundo peligroso de Sergei Yakut, Renata había perfeccionado cada músculo de su cuerpo a su condición máxima, trabajaba servilmente para asegurarse de que ella era tan agudo y letal como las armas que ella llevaba cubiertas en la envoltura de seda y terciopelo que ahora sostenía en la mano.

Sobrevivir. Ese simple pensamiento de guía había sido su faro desde el momento en que ella era una niña incluso mas joven que Mira. Y tan solo… Una huérfana abandonada en la capilla de un convento de Montreal, Renata no tenía ningún pasado, ninguna familia, ningún futuro. Ella solo existía, solo eso.

Y para Renata, eso había sido suficiente. Era suficiente, incluso ahora. Sobre todo ahora, que navegaba por el mundo subterráneo del reino traicionero de Sergei Yakut. Había enemigos a todo alrededor de ella en este lugar, tanto escondidos como visibles. Innumerables formas de que ella diese un paso en falso, para equivocarse. Infinidad de oportunidades para ella de disgustar al despiadado vampiro que sujetaba su vida en sus manos y terminar el sangrando y morir. Pero nunca sin una pelea.

Su mantra de sus días de tempranos de la infancia le sirvió a ella de manera acertada aquí: Sobrevivir otro día. Luego otro y otro.

No había ningún espacio para la blandura en esta ecuación. Ningún derecho de emisión para la piedad o la vergüenza o el amor. Especialmente, no para el amor, de ninguna especie. Renata sabía que su afecto por Mira – que alimentaba el impulso que le daba fuerzas para allanar el camino de la niña, para protegerla a ella como a alguien de su propia familia – probablemente iba a costarle muy caro en el final.

Sergei Yakuto había perdido poco tiempo explotando esa debilidad en ella, Renata tenía las cicatrices para demostrarlo.

Pero ella era fuerte. Ella no había encontrado nada en esta vida que ella no pudiera soportar, físicamente o de otra manera. Ella había sobrevivido a todo eso. Afilada y fuerte, letal cuando ella lo tenía que ser.

Renata salió fuera del alojamiento del albergue y caminó a grandes pasos través de la oscuridad hacia uno de los edificios periféricos que estaban anexos que estaban atrás. El cazador que originalmente había construido el bosque compuesto evidentemente había adorado a sus perros. Una vieja perrera de madera estaba de pie detrás de la residencia principal, dispuesta como un establo, con un amplio espacio que se reducen en el centro y cuatro plumas de acceso controladas alineadas a ambos lados. El techo de viga abierto en donde alcanzaba su punto máximo a unos quince pies de alto.

Aunque pequeño, era un espacio abierto, bien ventilado. Había un granero más grande, más nuevo en la propiedad que permita una circulación más fluida, pero Renata tendían a evitar el otro edificio.

Una vez dentro de ese lugar oscuro, malsano y húmedo era suficiente. Si ella pudiera salirse con la suya, hubiese quemado la maldita cosa hasta cenizas.

Renata encendió el interruptor dentro de la puerta de la perrera y se estremeció cuando la bombilla desnuda en lo alto derramo un lavado de luz amarilla áspera por el espacio. Ella entró, caminando por el suelo liso y apretado de tierra, por delante más allá de los extremos colgados de dos correas largas, trenzadas de cuero que se colocaban alrededor de la viga que estaban en el centro de la estructura. En el extremo mas alejado de la perrera interior se encontraba un poste de madera alto que solía ser equipado con pequeños ganchos de hierro y lazos para el almacenamiento de correas y demás artes. Renata había curioseado y se había desecho de los aparejos hace unos meses, y ahora el puesto funcionaba como un blanco estacionario, la madera oscura marcada con cortes profundos, gubias, y roturas. Renata coloco sus láminas envueltas en un fardo de paja cercano y se lo puso de cuclillas. Ella se quito sus zapatos, entonces camino descalza por el centro del la perrera y se movió hasta alcázar el par de correos de cuero largo que hacia, una en cada mano. Ella enredo el cuero alrededor de sus muñecas un par de veces, probando la holgura de estas. Cuándo lo sintió cómodo, ella se extendió flexionando sus brazos y se levanto del suelo tan suavemente como si ella tuviera alas. Suspendida, con esa sensación de ingravidez, temporalmente transportada, Renata comenzó su calentamiento con las correas. El cuero crujía suavemente cuando se volvió para darse vuelta e intercambio su cuerpo varios pies del suelo. Esta era la paz para ella, la sensación de sus miembros ardiendo, poniéndose mas fuertes y más ágil con cada movimiento controlado.

Renata se dejó a si misma deslizarse en una meditación ligera, sus ojos cerrados, todos sus sentidos entrenados hacia el interior, concentrándose en su ritmo cardíaco y su respiración, en el fluido concierto de sus músculos cuando ella se desperezo de un agarre largo, para mantener la imposición a otro. No fue sino hasta que ella había girado sobre su eje para quedar en una postura con la cabeza hacia abajo, y sus tobillos ahora afianzando bien las correas para sostenerla en lo alto, que ella sintió una leve agitación en el aire a su alrededor. Fue repentino y sutil, pero inconfundible.

Tan inconfundible como el calor de un aliento que exhalaba ahora calentando su mejilla.

Sus ojos se abrieron de golpe. Luchado para enfocarse en los alrededores invertidos y el intruso que estaba de pie debajo de ella. Era el guerrero de la Raza -Nikolai. “¡Mierda!" ella dijo entre dientes, su falta de atención haciendo oscilar un poco el dominio de las correas. "¿Qué diablos crees tu que estás haciendo?"

"Tranquila", dijo Nicolái. Él levantó sus manos como si fuera a estabilizarla. "No estaba tratando de asustarte."

"Tu no lo hiciste". Contesto ella con palabras planas, pronunciadas con frialdad. Con una líquida flexión de su cuerpo, se trasladó a sí misma fuera de su alcance. "¿Te importaría? Estás interrumpiendo mi entrenamiento".

"Ah". Sus oscuras cejas rubias se arquearon hacia arriba mientras su mirada seguía la línea de su cuerpo en donde todavía colgaba de los tobillos. "¿Qué es exactamente lo que tu estás entrenando allí arriba, para el Cirque du Soleil?

Ella no dignifico el pinchazo con una respuesta. No es que él esperara una. Él Giró lejos de ella y se dirigió hacia el poste que estaba al otro extremo de la perrera. Él extendió la mano y sus dedos rastrearon las más profundas de las muchas cicatrices que tenia la madera. Entonces él encontró sus láminas y levantó la tela que las contenía. Metal tintineo al chochar suavemente dentro del cuadrado doblado de seda atado con la cinta de listo y terciopelo.

"No toques eso”, dijo Renata, liberándose de las correas y balanceándose alrededor para colocar sus pies en el suelo. Ella se camino hacia adelante con paso majestuoso. "Te dije, que no los tocaras. Son míos. "

Él no se resistió cuando ella le arrebató la preciada posesión -las únicas cosas de valor que ella podía reclamar como suyas – estaban en sus manos. El aumento en sus emociones le hizo girar la cabeza un poco, los efectos secundarios aun persistentes de la repercusión psíquica que ella esperaba hubiesen pasado. Ella dio un paso hacia atrás. Tuvo que trabajar para mantener estable su respiración. "¿Estás bien?"

No le gusta el aspecto de su mirada de preocupación reflejada en sus ojos azules, como si él pudiera sentir su debilidad. Como si él supiera que ella no era tan fuerte como quería-o necesitaba-aparentar.

"Estoy bien". Renata trasládalo las láminas a una de las plumas de la perrera y las desenvolvió. Una por una, ella cuidadosamente coloco cada una de las cuatro repujadas dagas hechos a mano bajo la cornisa de madera delante de ella. Forzando un tono ligeramente presumido en su voz. "¿Parece que quien debería estar haciéndote esa pregunta debería ser yo, no te parece? Te deje caer bastante muy duro allá atrás en la ciudad".

Ella escucho su gruñido bajo en algún lugar detrás de ella, casi como si fuera una broma. "Nunca se puede ser demasiado cautelosos cuando se trata de extranjeros," dijo ella. "Sobre todo ahora. Estoy segura de que tu entiendes".

Cuando ella finalmente recorrió con su mirada a él, ella lo encontró mirándola fijamente. "Cariño, la única razón por la que tu tuviste la posibilidad de poderme derribar fue porque tu jugaste sucio. Te aseguraste de que yo te notase, fingiendo que tenías algo que ocultar y sabiendo que iba a seguirte fuera de aquel club. Directamente hacia tu pequeña trampa".

Renata levanto sus hombros, sin arrepentimiento. "Todo vale en el amor y en la guerra". Él le dedico una suave sonrisa acompañada por un par de hoyuelos en sus mejillas delgadas. "¿Es esto, la guerra?"

"Es seguro como el infierno que no es el amor."

"No", él dijo, tornándose todo serio ahora. "Eso nunca".

Bien, al menos ellos estaban de acuerdo en algo.

"¿Cuánto tiempo ha estado trabajando tu para Yakut?"

Renata sacudió con la cabeza como si fuera incapaz de recordar eso particularmente, a pesar de que la noche estaba grabada en su mente como si hubiera sido quemado allí. Inundada por la sangre. Imponente. El comienzo de un fin. "No sé", dijo ella a la ligera. "Un par de años, supongo. ¿Por qué?"

"Simplemente me preguntaba cómo una hembra, sin importar que sea una Compañera de Raza con su habilidad psíquica poderosa – termino en esta línea de trabajo, especialmente para un Gen Uno como él. Es extraño, eso es todo. Demonios, es inaudito. Tan solo, dime. ¿Cómo es que tú estas conectada con Sergei yakuto?"

Renata se quedó contemplando fijamente a este guerrero-este forastero, peligroso y astuto, que de repente estaba entrometiéndose en su mundo. Ella no estaba segura de cómo contestar. Ciertamente ella no estaba a punto de decirle la verdad. "Si usted tiene preguntas, tal vez deberías preguntarle a él."

"Sí", dijo él, estudiándola mas estrechamente ahora. "Tal vez lo haré. ¿Y qué pasa con la niña – Mira? ¿Ha estado ella aquí tanto tiempo como usted?"

"No tiene mucho tiempo, no. Apenas hace seis meses.” Renata trató de parecer indiferente, pero un feroz instinto de protección se levantó en ella con la simple mención del nombre de Mira sobre los labios de este macho de la Raza. "Ella ha pasado por mucho en tan poco tiempo. Cosas que ningún niño debería atestiguar.”

"¿Como el ataque contra Yakuto la semana pasada?"

Y otras, más oscuras, cosas, Renata reconoció interiormente. "Mira tiene pesadillas casi aproximadamente todas noches. Ella casi no duerme más que un par de horas en un tiempo".

Él asintió con la cabeza en reconocimiento sobrio. "Este no es ningún maldito lugar para una niña. Algunos podrían decir que no es ningún lugar para una hembra tampoco".

"¿Es eso lo que tu dirías, guerrero?”

Su sonrisita ahogada de contestación ni confirmó ni negó eso.

Renata lo observo a él, mientras surgían en ella preguntas burbujeando en su mente. Una en particular. "¿Qué has visto tu en los ojos de Mira mas temprano esta noche?"

Él gruñó algo por lo bajo en su aliento. "Confía en mí, tu no deseas saberlo".

"Estoy preguntándote, ¿no? ¿Qué te mostro ella?

"Olvídalo". Sosteniendo su mirada, se pasó una mano por los hebras de color oro de su el cabello y luego exhala una maldición fuerte y desvió la mirada de ella. "De cualquier manera, eso no es posible. La chica definitivamente se equivoco."

"Mira no se equivoca nunca. Ella no se ha equivocado ninguna vez, no en todo el tiempo que la he conocido ella."

"¿Es eso así?" Su penetrante mirada azul volvió fijamente de nuevo a ella, ambos calor y frio viajaron a lo largo de su cuerpo con su lenta, y evaluadora mirada. "Alexis me ha dicho que su habilidad es imperfecta."

"Lex". Renata se burlo. "Hazte un favor y no pongas tu fe en nada de lo que Lex te diga. Él dice y no hace nada sin un motivo oculto."

"Gracias por el consejo". Él se recostó atrás contra el poste marcado con cicatrices por las láminas. "Entonces, así pues, no es cierto, lo que él dijo – ¿que los ojos de Mira sólo reflejan los acontecimientos que podrían ocurrir en el futuro, basado en el ahora?"

"Lex puede tener sus propias razones personales para desear que no sea así, pero Mira nunca se equivoca. Todo lo que ella mostró esta noche, esta predestinado a suceder". "Predestinado", dijo él, pareciendo divertido con eso. "Pues bien, mierda. Entonces creo que estamos condenados”.

Él la miró fijamente a ella cuando él pronuncio esas palabras, todo excepto ella la desafiaba para que le preguntara si él deliberadamente la había incluido a ella en su observación. Dado que la idea le parecía a él terriblemente divertida, ella no estaba a punto de darle la satisfacción de pedirle a él que le explicara por que. Renata cogió una de sus láminas y probó el peso de ella en su palma abierta. El frío del acero de la daga se sentía bien contra su piel, sólido y familiar. Sus dedos se morían de ganas por trabajar. Sus músculos ahora estaban flexibles por el calentamiento, listos para ser empujados con una o dos horas de duro entrenamiento. Ella giró alrededor con la lámina en la mano y dirigió una señal hacia el poste donde Nikolai se encontraba apoyado. "¿Te importaría? Yo no quiero juzgar mal mi marca y golpeó accidentalmente en su lugar".

Él recorrió con la mirada el poste y se encogió de hombros. "¿Mas bien no lo haría para ti que fuera mas interesante, el combate de entrenamiento con un oponente real que puede devolverte el golpe? O tal vez para ti funcione mejor con las probabilidades apiladas de forma desigual en tu favor."

Ella sabía que él el estaba poniendo un cebo, pero el brillo de sus ojos era de juguetón, bromista. ¿Estaba él realmente coqueteando con ella? Su naturaleza práctica le hizo erizarse los bellos de la nuca con cautela. Ella pasó su pulgar por el borde de la lámina mientras ella lo miraba, inseguro de qué hacer con él ahora. "Prefiero trabajar sola".

"Muy bien". Él inclinó su cabeza, pero solo hizo un pequeño desplazamiento del camino. Desafiándola con su mirada. "Haz lo que quieras".

Renata frunció el ceño. "Si tu no te vas a mover, ¿cómo puedes estar seguro que no te tomare como objetivo a ti?"

Él sonrió abiertamente, completamente lleno de arrogancia divertida, sus gruesos brazos cruzados sobre su pecho. "Apunta a todo lo que tu quieras. Tú nunca me golpearías. " Ella dejó a la lamina volar sin la mas mínima advertencia.

El acero afilado le dio un mordisco a la madera haciendo una grieta profunda, golpeando en el blanco exactamente donde ella lo había enviado. Pero Nikolai se había ido. Así como así, desapareciendo de su la línea de visión por completo. Mierda. Él era de la Estirpe, mucho más rápido que cualquier ser humano, y tan ágil como un depredador de la selva. Ella no era ningún rival para él con las armas o la fuerza física, ella sabía esto incluso antes de que ella enviara la daga volando por el aire. Sin embargo, ella había esperaba que al menos mermar al arrogante, engreído hijo de puta por incitarla.

Sus propios reflejos afilados por la precisión, Renata estiro su brazo y alcanzó otra de sus láminas en la espera. Pero cuando sus dedos se cerraron alrededor de la empuñadura labrada, ella sintió al aire revolverse detrás de ella, sintiendo el calor a través de la longitud de las hebras de cabello que estaban sobre su barbilla.

El metal afilado de una chuchilla, subió por debajo de su mandíbula. Una dura pared muscular duro le apretaba se columna vertebral.

"¡No me diste!". “Me echaste de menos”.

Ella tragó saliva cuidadosamente alrededor de la prensa ligera de la lamina que estaba bajo se barbilla. Tan suavemente como ella podría hacer, se relajó sus brazos a los costados. Entonces en ese momento atrajo con la mano la daga sobre su eje desde detrás de ella para descansarla significativamente entre sus muslos separados. "Parece que te encontré."

Simplemente porque ella podía, Renata lo golpeó con una pequeña sacudida del poder de su mente.

"Mierda", gruñó él, y en el instante en que su agarre sobre ella se relajó, ella salió de su alcance y se volvió hacia él para enfrentarlo. Ella esperaba la cólera de él, la temía un poco, pero él sólo levantó su cabeza y le dirigió a ella un pequeño encogimiento de hombros. "No te preocupes, cariño. Solo voy a tener que jugar contigo hasta que las repercusiones se activen y te derriben".

Cuando ella lo contemplaba, confundida y afligida por que él pudiera saber acerca del desperfecto que tenia su habilidad, el dijo "Lex me puso al tanto acerca de un par de cosas sobre ti también. Él me conto lo que te sucede cada vez que tu disparas uno de aquellos misiles psíquicos. Componente muy poderoso. Pero yo en tu lugar, no lo gastaría sólo porque te sientes en la necesidad de demostrar un punto." "A la mierda con Lex", murmuró Renata. "Y a la mierda tu también. No necesito tus consejos, y seguro como el infierno no necesito a ninguno de ustedes dos hablando mierda acerca de mí detrás de mi espalda. Esta conversación ha terminado". Enojada como estaba ahora, ella impulsivamente flexiono hacia atrás su brazo y lanzó la daga en su dirección, a sabiendas de que él fácilmente podía salir de su camino justo como antes. Únicamente que esta vez él no se movió. Con un chasquido rápido como un relámpago de su mano libre, él extendió la mano y capturo la lámina que navegaba sobre el aire. Su sonrisa satisfecha totalmente la saco fuera de sus casillas.

Renata arrancó la última daga de su lugar de descanso en la repisa de la perrera y la envió a volar hacia él. Al igual que la otra antes de ésta, éste también fue tomado en el aire y ahora estaban atrapadas en las manos hábiles del guerrero de la Raza.

Él la miró, sin parpadear, con un calor masculino que la debería haber helada, pero excepto que no lo hizo. "¿Y ahora qué vamos a hacer para divertirnos, Renata?"

Ella lo fulmino con la mirada. "Entretente tu mismo. Yo me voy de aquí."

Ella se dio la vuelta, lista para salir con paso majestuoso de la perrera. Apenas había dado dos pasos cuando ella escucho un sonido agudo en ambos lados de su cabeza tan cerca que algunas hebras errantes de su cabello volaron hacia delante de su cara.

Entonces, por delante de ella, observo sobrevolar una mancha borrosa de acero pulido, que estallo hacia el otro extremo de la pared.

Golpe seco – golpe seco.

Las dos dagas que habían navegado por delante de su cabeza con un objeto errático – estaban ahora sepultadas en la vieja madera a mitad de camino de sus empuñaduras. Renata se dio la vuelta, furiosa. “Tu hijo de puta…"

Él se lanzo justo encima de ella, su enorme cuerpo obligándola a irse hacia atrás, sus ojos azules brillando intermitentemente con algo más profundo que la simple diversión o la básica arrogancia masculina. Renata retrocedió un paso, sólo lo suficiente para que ella pudiera equilibrar su peso sobre sus talones. Ella se echó hacia atrás y se giro sobre su eje, su otra pierna que elevo en una patada giratoria.

Unos dedos tan inflexibles como las bandas de hierro se cerraron alrededor de su tobillo, retorciéndolo.

Renata cayó al suelo de la perrera, ásperamente sobre su espalda. Él la siguió hasta allí, extendiéndose así mismo sobre ella y acorralándola por debajo de él mientras ella luchaba agitando violentamente sus puños y ondulando las piernas. Tan solo le requirió todo un minuto para doblegarla.

Renata jadeando por el esfuerzo excesivo, levantándose su pecho, que corrían por la velocidad de su pulso. "Ahora, ¿quién es el que desea demostrar algo, guerrero? Tú ganas. ¿Estas feliz ahora?"

Él se quedo con la mirada fija en ella en un extraño silencio, ni demostrando regocijo o enfado.

Su mirada fija se mantenía estable y tranquila, demasiado íntima. Ella podía sentir su corazón martillando contra su esternón. Sus muslos posados a horcajadas sobre ella, mientras el tenia atrapadas sus dos manos por encima de su cabeza. Él la sostenía con firmeza, sus dedos sujetándose alrededor de sus puños en un suave apretón, increíblemente cariñoso. La mirada fija de él se desvió hasta el agarre de sus manos, con un destello de fuego que crepitaba sobre su iris cuando se encontró con la pequeña marca de nacimiento color carmesí de una lagrima que caía montada sobre una medialuna que había dentro de su muñeca derecha. Con su pulgar acarició aquel preciso lugar, una caricia fascinante-hipnótica que envió calor corriendo por sus venas.

"¿Todavía quieres saber lo que vi en los ojos de Mira?"

Renata ignoró la pregunta, segura de que eso era la ultima cosa que ella necesitaba saber en esos momentos. Ella luchó con fuerza debajo de la molesta losa muscular de su cuerpo pesado, pero él la dominaba con maldito poco esfuerzo. Bastardo. "¡Quíntate de mi!".

"Pregúntame otra vez, Renata. ¿Qué fue lo que vi?"

"Te dije, ¡Que te quitaras de mi!", gruño ella, sintiendo el aumento del pánico dentro de su pecho. Tomó una respiración para calmarse, sabiendo que ella tenía que guardar la calma. Ella tenía que mantener conseguir la situación bajo control, y rápidamente. La última cosa que ella necesitaba era que Sergei Yakut saliera a buscarla y la encontrara clavada e impotente debajo de este otro macho. "Déjame salir ahora."

"¿De qué tienes miedo?"

"De nada, ¡maldito seas!"

Ella cometió el error de levantar su mirada fija hacia él. Calor ámbar incitándose dentro del interior del azul de sus ojos, fuego devorando el hielo. Sus pupilas se comenzaron a estrechar rápidamente, y detrás de la limpia mueca de sus labios, ella observo las puntas agudas de sus emergentes colmillos.

Si él estaba enojado ahora, esa era sólo una parte de la causa física de su transformación; ya que donde su pelvis se posaba amenazadoramente sobre ella, ella sentía la cresta dura de en ingle, de la dilatación muy evidente de su polla presionándose deliberadamente entre las piernas.

Ella se movió, tratando de escapar de ese calor, de la erótica posición de sus cuerpos, pero eso sólo la dejo mas encajada sobre ella. El pulso acelerado de Renata se elevo aun más en un ritmo urgente, y un calor no deseado comenzó a florecer en su núcleo.

¡Oh, Dios!. No es bueno. Esto no esta bien.

"Por favor”, ella gimió, odiando a sí misma por el débil temblor que sonó al momento de pronunciar la palabra. Odiándolo a él también.

Quería cerrar los ojos, rehusándose a ver se ardiente, fija mirada hambrienta o su boca que estaba tan cerca de la suya. Quería negarse a sentir todo lo ilícito que él movía en ella – el peligro de este inesperado, deseo mortal. Pero sus ojos se quedaron arraigados en los suyos, incapaz de apartar la mirada, la respuesta de su cuerpo hacia él era más fuerte el mismo hierro, incluso que su voluntad.

"Pregúntame lo que la niña me mostró esta noche en sus ojos", exigió él, con voz, tan baja como un ronroneo. Sus labios estaban tan cerca de los suyos, la piel suave rozo su la boca cuando le hablo. "Pregúntemelo, Renata. O tal vez prefieres ver por ti mismo la verdad."

El beso paso a través de su sangre como fuego.

Los labios se presionaron juntos con pasión, el cálido aliento apresurándose, mezclándose. Su lengua de exploro las comisuras de su boca, sumergiéndose en su interior ahogando su grito mudo de placer. Ella sintió sus dedos acariciando sus mejillas, deslizándose sobre el cabello se su sien, y después, alrededor de su nuca sensible. Él la elevo hacia él, sumergiéndola más profundamente en el beso que la estaba derritiendo, rompiendo toda su resistencia.

No. ¡Oh, Dios! No, no, no.

No puedo hacer esto. No puede sentir esto.

Renata se separó de la erótica tortura de su boca, volviendo la cabeza a un lado. Ella estaba temblando, sus emociones estaban subiendo a un nivel peligroso. Ella arriesgaba mucho aquí, con él ahora. Demasiado.

Madre María, pero ella tenía que apagar esta llama que él le había encendido dentro de su interior. Estaba derritiéndose, mortalmente. Tenía que apagarlo rápidamente. Sus dedos cálidos tocaron su barbilla, dirigiendo su mirada nuevamente a la fuente de su angustia. "¿Estás bien?"

Ella extrajo sus manos de su asimiento suelto, del puño por encima de su cabeza y lo aparto de un empujón, incapaz de hablar.

El se alejó inmediatamente. Le tomó la mano y la ayudó a ponerse sobre sus pies, ella no quería ninguna ayuda, pero estaba demasiado afectada para rechazarlo. Se quedó allí de pie, incapaz de mirarlo, tratando de reagruparse.

Rezando como el infierno que ella no hubiese acabado de firmar su propia sentencia de muerte.

"¿Renata?" Cuando finalmente encontró su voz, se filtró a través de ella, tranquila y frío, con desesperación. "Acércate a mí otra vez”, dijo ella, "Y te juro que te matare".

CAPÍTULO SIETE

Traducido por Laura

Alexei había estado esperando más de diez minutos fuera de las habitaciones privadas de su padre, su solicitud para una audiencia no daba más consideración que la de cualquiera de los otros guardas de seguridad de Yakut. La falta de respeto – la flagrante indiferencia – no durante mucho tiempo le escocía como le ocurrió la otra vez. El se había movido de ese pasado amargo e inútil de hace años, a favor de cosas mas productivas.

Oh, en el foso mas profundo del estomago de Lex el todavía ardía por saber que su padre-su único pariente vivo- podía pensar aunque solo fuera un poco en el, pero el calor del constante y patente rechazo había llegado de alguna forma a ser menos doloroso. Era así simplemente como eran las cosas. Y Lex era más fuerte por eso, de hecho. El era igual que su padre de maneras que ni el viejo bastardo podia nunca imaginar, caminando encorvado y solo para admitirlo.

Pero Lex conocía sus propias capacidades. El sabía sus propias fortalezas. El sabia sin ninguna duda que el podía ser mucho mas de lo que el era ahora, y anhelaba la oportunidad de demostrarlo. A el mismo y, si, al hijo de puta que lo engendró también.

La muesca del metal cogió la onda mientras la puerta finalmente abierta hizo que los pies de Lex se detuvieran. “Justo a tiempo” le gruñó él al guarda que se puso a su lado para dejarle entrar.

La habitación estaba a oscuras, iluminada solo por el brillo de los leños que ardían en la enorme chimenea de piedra en la pared opuesta. La casa estaba conectada con electricidad, pero era raramente utilizada -no había necesidad real para alas luces cuando Sergei Yakut y el resto de la Raza tenía extraordinaria visión, especialmente en la oscuridad.

Los otros sentidos de la Raza eran también bastante agudos, pero Lex sospechaba que incluso un humano estaría en apuros de echar de menos los olores combinados de sangre y sexo que se fundían con el olor acido del humo de la chimenea.

“Perdonen por interrumpir” murmuró Lex, mientras su padre salía de una habitación anexa.

Yakut estaba desnudo, su pene todavía parcialmente erecto, su rubicunda longitud inclinándose obscenamente con cada movimiento. Asqueado por la vista, Lex parpadeó, y desvió la mirada. El rápidamente pensó mejor en ello, rechazando a dar un débil impulso que estaba seguro seria tenido en cuenta contra el. En vez de eso el miró a su padre entrar en la habitación, los ojos del viejo vampiro brillaban como carbones ámbar colocados en el fondo de su cráneo, con sus pupilas reducidas a estrechas y verticales rendijas en su centro. Sus colmillos eran enormes en su boca, puestos completamente extendidos y afilados como cuchillas. Una pantalla de sudor abrigaba el cuerpo de Yakut, cada pulgada de el lívida de color desde los colores latentes de sus dermaglifos, las únicas marcas de su piel de la Raza que se extendían desde la garganta a los tobillos de los Gen Uno. Sangre fresca- inequívocamente humana, todavía débil l- suficiente aroma para indicar el origen de un Subordinado- manchaba todo su torso y costados. Lex no estaba sorprendido por la evidencia de la reciente actividad de su padre, ni por el hecho de que el trío de voces apagadas en la otra habitación fueran las de su actual grupo de esclavas humanas. Crear y mantener subordinados, algo que solo las estirpes más puras y poderosas de la raza eran capaces de hacer, había sido durante largo tiempo una practica ilegal entre la educada sociedad de la Raza. Sin embargo, así era al menos entre las fracciones de Sergei Yakut. El hacía sus propias reglas, dispensaba su propia justicia, y aquí, en este lugar remoto, el dejaba claro a todos que el era el rey. Incluso Alex podía apreciar ese tipo de libertad y poder. Demonios, el podía prácticamente saborearlo.

Yakut le dirigió una Mirada desdeñosa desde el otro lado de la habitación. “Te miro y veo la muerte ante mí”.

Lex frunció el ceño. “¿Señor?”

“Si no fuera por las restricciones del guerrero y mi intervención en esta noche, estarías acompañando a Urien en ese almacen de la ciudad, ambos cuerpos esperando el amanecer”. El desprecio inundaba cada silaba. Yakut recogió una herramienta de hierro del lado de la chimenea y movió los leños en la hogar. “Te salvé la vida esta noche, Alexei. ¿Qué mas esperas que te de esta tarde?”

Lex se enfadó al recordar su reciente humillación, pero el sabía que el odio no le ayudaría, particularmente no cuando estaba enfrentándose a su padre. El hizo un movimiento deferente de su cabeza, encontrando una maldita dura resistencia a mantener el matiz fuera de su voz. “Soy tu fiel sirviente, padre. No me debes nada. Y no te pido nada excepto el honor de tu continua confianza en mí”.

Yakut gruñó. “Hablas más como un político que como un soldado. No necesito políticos en mis filas, Alexei”.

“Soy un soldado” contestó rápidamente Lex, alzando su cabeza y mirando mientras su padre continuaba moviendo el palo de hierro en el fuego. Los leños se rompían, chispas saltaban hacia arriba, golpeando el largo y letal silencio que caía sobre la habitación. “Soy un soldado” afirmó de Nuevo Lex. “Quiero servirte lo mejor que pueda, Padre”.

Una burla ahora, pero Yakut giro su greñuda cabeza para mirar a Lex por encima del hombro. “Me das palabras, chico. Yo no tengo ninguna obligación de confiar en tus palabras. Últimamente no puedo ver que me hayas ofrecido nada mas”.

“¿Cómo esperas que sea efectivo si no me mantienes mejor informado?”. Cuando esos ojos matizados de ámbar con sus astilladas pupilas se estrecharon afiladamente sobre él, Lex se dio prisa en añadir “Corrí hacia el guerrero en los campos. El me dijo sobre los recientes asesinatos de los Gen Uno. El dijo que la Orden había contactado contigo personalmente para avisarte del peligro potencial. Debería haberme hecho participe de ello, padre. Como capitán de su guardia, merezco ser informado”.

“¿Qué tu mereces que?” la pregunta salió de los labios de Yakut. “Por favor, Alexei…dime solo que es lo que sientes que mereces”.

Lex permaneció en silencio.

“¿Nada que añadir, hijo?” Yakut movió su cabeza en un ángulo exagerado, su boca mostró una sonrisa sarcástica. “Un cargo similar me fue lanzado hace años de los labios de una estúpida mujer que pensaba que podía apelar a mi sentido de obligación. A mi misericordia, quizás”. El se rió entre dientes, girando su atención de nuevo al fuego, para removerlo de nuevo en las brasas. “Sin Duda recordaras que la pasó”.

“Lo recuerdo” respondió con cuidado Lex, sorprendido por la seca situación de su garganta mientras el hablaba.

Los recuerdos se arremolinaron fuera de las ondulantes llamas de la chimenea.

AL norte de Rusia, el fin del invierno. Lex era un chico, apenas tenía diez años, pero era el hombre de su precario hogar tanto como alcanzaba a recordar. Su madre era todo lo que el tenía. La única que sabía como era el realmente, y le quería a pesar de todo.

El se había preocupado la noche que ella le había dicho que iba a llevarle a conocer a su padre por primera vez. Ella dijo a Lex que había sido un secreto que había mantenido-su pequeño tesoro. Pero el invierno había sido duro, y eran pobres. Necesitaban refugio, alguien que les protegiera. El campo estaba en confusión, inseguro para una mujer cuidando a un niño como Lex sola. Necesitaban refugio, alguien que les protegiera. Ella rogó al padre de Lex que se lo proporcionara. Ella prometió que el les abriría sus brazos en forma de bienvenida una vez hubiera conocido a su hijo.

Sergei Yakut les había dado la bienvenida con una fría ira y un terrible e impensable ultimatum.

Lex recordaba las plegarias de su madre a Yakut para que les acogiera…completamente ignoradas. El recordaba a la orgullosa y bella mujer arrodillándose ante Yakut, rogando que si no se preocupaba por ambos que el mirara solo por Alexei.

Esas palabras se clavaban en los oídos de Lex, incluso ahora: ¡El es tu hijo! ¿No significa nada para ti? ¿No merece algo más?

Lo rápido que la escena había perdido el control.

Lo fácil que fue para Sergei Yakut sacar su espada y deslizar esa cuchilla limpiamente a través del cuello de la madre indefensa de Lex.

Lo brutal de sus palabras, que el solo tenía sitio para soldados en su reino, y que Lex tenía una elección que hacer en ese momento: servir al asesino de su madre o morir junto a ella.

Lo débil que la respuesta de Lex había sido, dicha entre sollozos. Te serviré, había dicho, y sintió que una parte de su alma le abandonaba mientras miraba con horror el cuerpo sangrante y roto de su madre. Te serviré, padre.

Lo frío que fue el silencio que continuó.

Tan frio como una tumba.

“Soy tu sirviente” dijo en alto ahora Lex, bajando la cabeza más por el peso de los viejos recuerdos que por respeto al tirano que le gobernaba. “Mi lealtad siempre ha sido tuya, padre. Solo sirvo a tu placer”.

Un repentino calor, tan intenso que se sentía como llamas ardientes apretó bajo la barbilla de Lex. Sobresaltado, el levantó su cabeza, estremeciéndose del dolor con un grito ahogado. El vio el humo salir delante de sus ojos, olio la dulce y enfermiza peste a carne quemada-la suya.

Sergei Yakut estaba de pie ante el, sosteniendo el largo atizador de hierro en su mano. La brillante punta de la varilla de metal ardía, en rojo ardiente excepto por la zona de piel blanca cenizacea que colgaba de el, la cual había sido arrancada de la cara de Lex.

Yakut sonrió, enseñando las puntas de sus colmillos. "Sí, Alexei, sirves solo a mi placer. Recuerda eso. Solo porque mi sangre corre a través de tus venas no significa que me resista a matarte”.

"Por supuesto que no," murmuró Lex, con la mandíbula agarrotada por la devastadora agonía de sus quemaduras. El odio bullía en él por el insulto que el podía tragarse y por su propia impotencia cuando veía al hombre de la raza que le desafió con su ceño fruncido para hacer un movimiento contra el de nuevo.Yakut desistió al final. Arrastró una túnica de lino marrón desde una silla y se encogió en ella. Sus ojos estaban todavía iluminados con hambre y lujuria de sangre. El dejó que su lengua patinara por sus dientes y colmillos. “Como estas tan ansioso por complacerme, ve y trae a Renata. La necesito ahora”.

Lex apretó sus dientes tan fuerte que deberían haberse hecho añicos en su boca.

Sin palabras caminó fuera de la habitación con su mandibula rígida, sus propios ojos centelleaban con la luz ámbar de su indignación. El no perdió de vista la mirada confusa del guarda apostado en la puerta, el rumbo inquieto de los ojos de los otros vampiros mientras el disfrazaba el olor de la carne quemada y el probable calor de la enturbiada ira de Lex.

Su quemadura cicatrizaría- de hecho, ya lo estaba haciendo, su acelerado metabolismo de la raza reparaba la piel quemada mientras los pies de Lex le llevaban a la zona principal del refugio. Renata justo venía de fuera. Ella vio a Lex y se detuvo, girándose alrededor como si ella quisiera evitarle. No era jodidamente probable.

“El te quiere” ladró Lex a través de la estancia, sin preocuparse de cuantos otros guardias le oyeran. Todos ellos sabían que ella era la puta de Yakut, así que no había razón para fingir otra cosa. “El me dijo que te enviara adentro. Está esta esperándote para que le sirvas”.

Los fríos ojos verde jade le demolieron. “He estado entrenando afuera. Necesito lavarme la suciedad y el sudor”.

“El dijo ahora, Renata”. Una orden corta, una que el sabía sería obedecida. Había más que una pequeña satisfacción en ese pequeño y raro triunfo.

“Muy bien”. Ella se encogió de hombros, acolchada sobre sus pies descalzos.

Su insulsa expresión mientras ella se acercaba decía que no la preocupaba lo que nadie pensara de ella, y mucho menos Lex, y esa falta de adecuada humillación solo le hacía querer degradarla más. El olfateó en su dirección, más por efecto que por nada más. “A el no le importará tu mugre. Todos sabemos que las mejores putas son las sucias”.

Renata no hizo más que parpadear ante el vulgar comentario. Ella podía reducirle con una ráfaga de su poder mental si lo decidiera- de hecho, Lex casi esperaba que lo hiciera, solo para demostrar que la había herido. Pero el rápido giro de su Mirada le dijo que ella no sentía que el mereciera la pena el esfuerzo.

Ella pasó junto a el con una dignidad que Lex no podía incluso comenzar a entender. El la miró-todos los guardias en la zona inmediata la miraron- mientras caminaba hacia las habitaciones de Sergei Yakut tan calmada como una reina de la nobleza en su camino a la horca.

No le llevó mucho a Lex imaginar un día cuando el pudiera ser el único al control de todo quien mandaría sobre este hogar, incluyendo a la altanera Renata. Por supuesto, la puta no sería tan altanera si su mente, voluntad y cuerpo pertenecieran completamente a el. Un subordinado para servir cada uno de sus caprichos…y los de los otros hombres a su cargo.

Sí, Lex reflexionó con muy malos ojos, sería condenadamente bueno ser rey.

CAPÍTULO OCHO

Traducido por Aletse

Nikolai tomo una de las dagas sueltas de Renata del poste grueso de madera donde ella las había lanzado. Tenía que darle crédito, su objetivo hubiese estado muerto. Si él hubiera sido simplemente un humano, no de la Raza, la condenación de los reflejos lentos de los seres humanos, con el entrenamiento de Renata lo hubiesen convertido seguramente en brochetas para asar.

Él se rió entre dientes al colocar la lámina en su envoltura elegante con las otras tres del juego. Las armas eran hermosas, elegantes y perfectamente equilibradas, obviamente, hechas a mano. Niko dejó que su mirada fija vagara sobre el labrado esculpido de las empuñaduras de plata esterlina. El patrón parecía ser un jardín de vides y flores, pero cuando las miro más de cerca, se dio cuenta de que cada una de las cuatro láminas también contenían una sola palabra grabada con amor dentro de su diseño ornamentado: Fe. Coraje. Honor. Sacrificio.

¿El credo de un guerrero?, él se preguntó. ¿O eran ellos los principios de la disciplina personal de Renata en cambio?

Nikolai pensó en el beso que ellos habían compartido. Bueno, al decir que ellos lo habían compartido era un tanto presuntuoso, teniendo en cuenta cómo él había descendido sobre su boca con toda la delicadeza de un tren de carga. Él no había tenido la intención de besarla. Sí, ¿y a quién simplemente estaba tratando de engañar? Él no podría haberse detenido a sí mismo de hacerlo si lo hubiera intentado. No que fuese una excusa. Y no es que Renata le hubiese dado cualquier posibilidad para hurgar o pensar en alguna excusa o disculpa.

Niko aún podía ver el horror en sus ojos, la inesperada pero obvia repulsión por lo que él había hecho. Todavía podía sentir la sinceridad de su amenaza que pronunció justo antes de que ella tempestuosamente saliera fuera del edificio.

La parte abollada de su ego trataba de calmarlo con la posibilidad de que tal vez ella realmente despreciara a todos machos en general. O que tal vez ella era tan fría como Lex parecía pensar, un soldado asexuado, frígida que justamente resultaba tener la cara de un ángel y un cuerpo que conducía a su mente a toda clase de pecados. Demasiados pecados, cada uno más tentador y atractivo que el anterior.

Nikolai tenía un encanto fácil cuando se trataba de mujeres, no era simple alarde, sino una conclusión a la que él había llegado basado en los años de experiencia. Cuando se trataba de mujeres, disfrutaba tranquilamente, de las conquistas sin complicaciones que entre más temporales mejor. La persecución y las luchas eran divertidas, pero lo mejor lo reservaba para el combate verdadero, en batallas sangrientas, con vampiros Renegados y otros enemigos de la Orden. Esos eran los desafíos que él disfrutaba más.

Entonces, ¿por qué él estaba luchando contra este impulso perverso de ir tras Renata ahora y ver si él no podía descongelar parte del hielo que la cubría a ella?

Porque él era un idiota, por eso. Un idiota con una furia peligrosa – y – un aparente deseo mortal.

Tiempo para conseguir regresar sus ojos en la condenada pelota. No importaba lo que su cuerpo le estuviese diciendo – no más de lo que importaba de lo que él vio en la mirada Mira. Él tenía un trabajo que hacer, una misión de la Orden, y eso era la única razón por la que estaba aquí.

Niko cuidadosamente envolvió las dagas de Renata en su estuche de seda y terciopelo y coloco el pequeño bulto en el fardo de paja para esperar por el regreso de ellos y por sus zapatos desechados.

Él abandono el edificio de la perrera y se dirigió a la oscuridad para acumular información de las tierras de la mansión. Una media luna colgaba en lo alto del cielo de la noche, velada por un puñado fino delgado, de nubes grises como el carbón. La brisa de medianoche era cálida, cerniéndose suavemente a través de los pinos altos y robles espinosos de los bosques circundantes. Los aromas se mezclaban en que el aire húmedo del verano: el sabor fuerte de la resina de pino, el sello mohoso del suelo protegido del sol y el musgo, la nitidez de los minerales que rodaban por el agua dulce, en la corriente que evidentemente atravesaba a través de la propiedad no lejos de donde estaba Niko.

Nada inesperado. Nada fuera de lugar.

Hasta que…

Nikolai levanto su barbilla e inclino la cabeza ligeramente hacia el oeste. Algo muy inesperado entro a la deriva a través en sus sentidos. Algo que no podía, no debería, encontrase aquí.

Era la muerte lo que olía ahora.

Sutil, vieja… pero cierta.

Él corrió hacia la dirección que su nariz lo conducía. Más profundo en el bosque. Unos cien metros de distancia de la mansión, la espesura surgió bruscamente. Niko redujo su marcha cuando él llegó al lugar donde sus fosas nasales comenzaban a arder con el hedor envejecido de la descomposición. A sus pies, el suelo estaba esparcido con hojas, enredado por vides que caían lejos por el barranco escarpado.

Nikolai miró hacia abajo por la hendidura, enfermando, incluso ante de que sus ojos se posaran en la carnicería.

"Infierno Santo", murmuró él, bajo su aliento.

Una fosa de muerte se encontraba en el fondo del barranco. Esqueletos de restos humanos. Docenas de cuerpos, sin enterrar, olvidados, simplemente vertidos uno encima de otro, como si fueran basura. Tantos, que tomaría demasiado tiempo para contarlos a todos ellos. Adultos. Niños pequeños. Una masacre que no mostraba ninguna discriminación o misericordia a sus víctimas. Una masacre que podría haber llevado años conseguir.

La pila de huesos blancos brillaba bajo la escasa luz de la luna, las piernas y brazos enredados juntos donde quiera que lo muertos hubiesen caído, cráneos mirando hacia él, con las bocas abiertas en macabros gritos, silenciosos. Nikolai había visto suficiente. Él retrocedió del borde del barranco mientras silbaba otra maldición en la oscuridad. "¿Qué coños ha estado sucediendo aquí?"

En sus entrañas, él lo sabía.

Jesucristo, no había mucho margen para la duda.

Un Club de sangre.

La furia y la repugnancia rodaban a través de él en una onda negra. Él tuvo por un instante, el deseo abrumador de rasgar los miembros de cada vampiro implicado en violar la ley, asesinatos al por mayor de estas personas. No es que él tuviera ese derecho, incluso como un miembro guerrero de la Orden. Él y sus hermanos no tenían a muchos amigos entre las ramas gobernantes de la raza, y mucho menos a la Agencia de Control, que actuaban tanto como policías como políticos responsables de las poblaciones de vampiros en general. Ellos pensaban que la Orden y los guerreros que la servían estaban por encima de la sociedad civilizada. Vigilantes y militantes. Perros salvajes que solo deseaban una excusa para hacerla caer.

Nikolai sabía que él estaba fuera de los límites en esto, pero eso no hacia que el anhelo de prescindir su propia marca de justicia se hiciera menos tentador.

A pesar de que él bullera con el ultraje y la indignación, Niko necesitaba así mismo calmarse. Su furia no ayudaría a ninguna de las vidas que estaban desparramadas allá abajo. Demasiado tarde para ellos. No se podía hacer, salvo mostrarles algún poco de respeto, algo que les había sido negado incluso después de la muerte.

Solemnemente ahora, aunque fuera sólo por unos momentos necesarios, Nikolai se arrodilló en la orilla afilada de la caída del profundo barranco. Él extendió ampliamente sus brazos anchos, invocando el poder luminoso que estaba dentro de él, un talento de la raza que se encontraba únicamente en él, y que en su línea de trabajo en particular, le era de poca utilidad. Sentía el poder encenderse en su interior cuando él lo invoco. El poder se volvió en energía y luz, propagándose a través de sus hombros y hacia abajo en sus brazos, luego en sus manos, esferas gemelas que brillaba debajo de la piel en el centro de las palmas de sus manos.

Nikolai toco con sus dedos la tierra a cada lado de él.

Las vides y zarzas se agitaban a su alrededor en respuesta, zarcillos verdes y pequeñas flores silvestres del bosque se despertaron arriba de el haciendo movimientos. Todo ello aumentando cada vez más en acelerada velocidad. Niko envió los brotes que estaban retoñando hacia el barranco, luego se puso de pie para ver como los muertos estaban siendo cubiertos por un manto de suaves hojas nuevas y flores.

Como un rito funerario, no era mucho, pero era todo lo que él tenía que ofrecer a las almas que se habían dejado allí para pudrirse a la intemperie.

"Descansen en paz", murmuró él.

Cuando el último hueso estuvo cubierto, él se dirigió hacia la mansión en un áspero clip. El granero de almacenamiento en el que él había olfateado la sangre antes ahora captó su atención.

Sólo para confirmar sus sospechas, Niko vigilo por encima y movió el cerrojo suelto. Él abrió la puerta, y miró dentro. El granero estaba vacío, tal como Lex le había dicho. Pero nuevamente otra vez, las jaulas de acero construidas en el interior no habían sido hechas para ningún tipo de almacenamiento permanente. Eran altas plumas, celdas de prisión con cerrojos diseñadas para los prisioneros humanos con el carácter de contención temporal.

Juguetes vivos para ser puestos en libertad para el deporte ilegal aquí en el remoto bosque que Sergei Yakut dominaba.

Con un gruñido, Nikolai salió del granero y se marchó a la casa principal.

"¿Dónde está él?" – preguntó al guardia armado que percibió la atención al instante que atravesó por la puerta. "¿Dónde demonios está él? ¡Dímelo ahora!"

Él no espero por una respuesta. No cuando los otros dos guardias, ambos al corriente que estaban a fuera de una puerta cerrada del gran pasillo, tomaron una postura de batalla repentina. Detrás de ellos, estaban los aposentos privados de Yakutia, obviamente.

Nikolai asalto y empujó a uno de los steakheads de su camino. Él otro tenia un rifle a su alrededor y comenzó a apuntarlo hacia él. Niko rompió el arma en la cara del guardia, y entonces lanzó al vampiro anonado a la pared más próxima.

Él le dio un puntapié a la puerta, astillando los postes de madera vieja y rompiendo el dispositivo engrasado de hierro arrancándolo limpiamente de sus aditamentos. Nikolai camino a grandes zancadas a través de los escombros de la ducha, haciendo caso omiso a los gritos de los hombres de Yakut. Él encontró en el centro al Gen Uno vestido adelante de un sofá de cuero, tendido posesivamente sobre la garganta desnuda de una hembra de cabellos morenos que estaba enjaulada dentro de los brazos del vampiro.

Con la interrupción, Yakut levantó la cabeza de su alimentación y alzo la vista. También lo hizo su anfitriona de sangre…

Renata. De ninguna manera mierda.

¿Ella estaba unida con el lazo de sangre? ¿Podría ser ella posiblemente la compañera de Raza de este monstruo?

Todas las acusaciones que Nikolai tenía preparadas para lanzar a Sergio Yakut tuvieron una muerte repentina en su garganta. Él se quedo mirando fijamente, con sus sentidos de la Raza enturbiados y trinquteados más despiertos al ver la sangre de la hembra en los labios de Yakut y que goteaba de sus enormes colmillos. El aroma de ella llevado a través de la habitación, se cerró con fuerza en el cerebro de Niko. Él no habría esperaba un contraste tan extraño al de su conducta frio, pero el aroma de su sangre era una mezcla caliente, embriagadora e intoxicante de sándalo y la fresca lluvia de primavera. Suave, femenino. Excitante.

El hambre se arremango en el estómago de Nikolai, una reacción visceral con la cual él tenía que luchar maldita duramente para contenerla. Él se dijo así mismo que era simplemente su naturaleza de la Raza sobresaliendo en grandes alturas. Había pocos entre los de su estirpe que podían resistirse a la llamada de sirena de una vena abierta, pero cuando sus ojos se cerraron en la mirada fija sin pestañear de Renata a través de la distancia, un nuevo calor estalló a la vida dentro de él. Incluso más fuerte que la primitiva sed de alimentarse.

Él la deseaba a ella.

Incluso mientras estaba acostada debajo de otro macho, permitiéndole al macho beber de ella, Nikolai tenía hambre de ella con una ferocidad que lo sobrecogió. Unida por la sangre a otro o no, Renata hacia a Niko quemarse por tenerla.

Que, aun con su propio flexible código de honor, sintió deslizarse algo cercano al nivel del desprecio por Yakut.

Niko tenía mentalmente que sacudirse a mi mismo para desprenderse de esa la realización perturbadora, jalando bruscamente su atención a los problemas que tenia a la mano.

"Usted tiene un serio problema ", le dijo dijo él al vampiro Gen Uno, apenas capaz de contener su desprecio. "En realidad, supongo que usted tiene aproximadamente tres docenas de ellos, pudriéndose ahí en su bosque. "

Yakutia no dijo nada, solo el resplandor de su transformada, mirada oscura a una de ámbar de desafío. Un gruñido bajo se ondulo por él antes de que volviera la cabeza hacia su comida interrumpida. La lengua de Yakut se deslizó de entre medio de sus labios para lamer los pinchazos que había dejado en el cuello de Renata, sellando las heridas cerrándolas.

Sólo entonces, cuando la lengua de Yakut recorrió su piel, ella aparto la mirada de Niko. Él creyó ver alguna tranquilidad, algo de resignación, pasar a través de su rostro en los segundos antes de que Yakut se levantara y la liberara. Una vez libre, Renata se trasladó a la esquina de la habitación, tirando de su camisa ceñida de vuelta a una cierta apariencia de orden.

Ella todavía estaba vestida con su ropa de antes, aún descalza, como lo había estado afuera.

Ella debió de haber venido directamente aquí después de lo que había pasado entre Niko y ella.

¿Había corrido ella hacia Yakut por protección? O por simple comodidad?

Jesús. Niko se sintió al igual que un asno cuando él reflexiono por besarla en la forma en que el lo hizo. Si ella estaba unida por la sangre a Sergei Yakut, esa unión era sagrada, íntima… exclusiva. No le extrañaba que ella hubiese reaccionado como lo había hecho. Sus besos de Nikolai habrían sido un insulto y la degradación para ambos. Pero él no estaba allí para pedir disculpas ahora – no a Renata o a su aparente compañero.

Nikolai dirigió una mirada dura hacia el vampiro. "¿Cuánto tiempo usted ha estado cazando seres humanos, Yakut?"

El Gen Uno gruñó, sonriendo.

"He encontrado los corrales de detención en el granero. He encontrado los cuerpos. Hombres, mujeres… niños".

Nikolai silbó una maldición, incapaz de contener su repugnancia e indignación. "Usted ha estado dirigiendo un Club de sangre nocivo aquí. Por el aspecto de ellos, yo diría que usted ha estado en esto durante años”.

"¿Y qué de ello?" Yakut preguntó despreocupadamente. Sin ni siquiera haciendo un intento de mostrar una situación respetable negación.

Y en la esquina de la habitación, Renata permaneció en silencio, con los ojos profundamente arraigados en Niko pero no mostrando ninguna sorpresa en absoluto. ¡Ah, Cristo! Entonces, ella lo sabía también

"¡Maldito enfermo," él dijo, mirando de nuevo a Yakuto ahora. "Todos ustedes están enfermos. A usted no se le permitirá continuar con esto. Lo detiene aquí mismo, ahora. Hay leyes…"

El Gen Uno se rió, con la voz deformada por la transformación de su lado más salvaje. "Yo soy la ley aquí, muchacho. Nadie, no los Darkhavens y su tan alabada Agencia de Imposición, ni siquiera la Orden – tiene algo que decir en mis asuntos. Invito a cualquier a venir aquí e intentar decirme lo contrario."

La amenaza era clara. A pesar del hecho de que todo lo honorable y justo gritaba a Nikolai para que lanzara al presumido hijo de puta sus miembros volando, declarándose a matarlo, aunque este no fuera ningún vampiro común. Sergei Yakuto era un Gen Uno. No sólo dotado de fuerza y poderes inmensamente mayores a los de Niko o cualquier otra posterior generación de la Raza, excepto por los miembros de la rara Estirpe de individuos. De esos, solo había unos pocos en existencia de Gen Unos, menos aún todavía, a raíz de la erupción de los recientes asesinatos.

Tan repugnante como la práctica ilegal de los clubes de Sangre entre la sociedad de la Raza, estaba el intento de matar a un vampiro de primera generación la cual era una ofensa aún más grande.

Nikolai no podía levantar la mano contra el hijo de puta, no importa lo mal que él lo deseaba.

Y Yakut lo sabía como mucho. Él se limpió la boca con el borde de su túnica oscura, frotándose ligeramente la fragancia dulce de la sangre de Renata.

"La cacería está en nuestra naturaleza, muchacho." La voz de Yakut tenía una serenidad mortal, completamente llena de confianza, mientras avanzaba hacia Nikolai. "Usted es joven, nacido de la Estirpe más débil de algunos de nosotros. Tal vez tu sangre este tan diluida con la de la humanidad, tu simplemente no puede comprender la necesidad, en su forma más pura. Puede que si tu tuvieses el gusto de la cacería, fueras menos hipócrita y santurrón con aquellos de nosotros que preferimos vivir como figuraba que tenia que ser."

Niko le dirigió una sacudida lenta con su cabeza. "Los clubes de sangre no son cacería. Ellos son simplemente una matanza. Usted puede sacar y decir sus gilipolleces no importando cuanto usted lo desee, pero al final, sigue siendo una mierda. Eres un animal. Lo que usted realmente necesita es un bozal y un collar para el cuello. Alguien tiene que cesarte."

¿Y tu piensas que tú o la Orden realizaran esa tarea? "

"¿Piensa usted que nosotros no lo haremos?" lo desafío Niko, cierta parte temeraria de él esperando que el Gen Uno le diera una razón para sacar sus armas. Él no se imaginaba marchándose fuera de la confrontación con el antiguo vampiro, pero seguro como el infierno que el no se iría sin una maldita viciosa pelea. En cambio, Yakut retrocedió hacia atrás, con sus ojos de color ámbar brillante, sus elípticas pupilas diminutas astilladas de negro. Él mentón con barba se elevo, la cabeza se irguió completamente hacia un lado. Sus labios se separaron con una salvaje, sonrisa que exponía sus colmillos. De esta manera, no era difícil para todos observar la parte alienígena de él- la parte que lo hacían a él y a todo el resto de la Raza lo que ellos eran: depredadores que beben sangre que totalmente no pertenecen a este mundo mortal pero que nacieron en este mundo.

"Te dije una vez tu no eras bienvenido en mis dominios, guerrero. No tengo ninguna utilidad para ti, o para tu propuesta de alianza con la Orden. Mi paciencia está llegando a su limite, y también lo es su estancia aquí."

"Sí," Niko estuvo de acuerdo. "Yo me jodo por irme de este lugar, y con mucho gusto. Pero no piense que esta es la última vez que usted va a tener noticias de mí". Él no podía dejar de pasar la mirada en Renata como él lo dijo. Aunque desafiante cuando se encontró con Yakut, él no podía sentir la misma clase de furia por ella. Él esperaba que ella le dijera que no sabía sobre los crímenes que tenían lugar en este pedazo de tierra empapada de sangre. Él deseaba que ella le dijera cualquier cosa para convencerlo de que no era en realidad parte del juego que conocía de las prácticas enfermas de Yakut.

Ella simplemente llevo su mirada hacia atrás, con los brazos cruzados sobre el pecho. Una mano se elevo hacia arriba ociosamente para tocar la herida que estaba curándose en su cuello, pero ella permaneció en silencio.

Vigilándolo cuando Nikolai salió por la puerta abierta y por delante de la aturdida guardia de Yakut.

“Devuélvanle sus efectos personales al Guerrero y vean que deje la propiedad sin incidentes", Yakutia encargó al par de hombres armados que se encontraban afuera de su cámara privada.

Cuando los dos salieron para llevar a cabo la orden, Renata comenzó a seguirlos después. Alguna desquiciada parte de ella deseaba poder ser capaz de agarrar a Nikolai en privado y…

¿Y qué?

¿Explicarle la verdad de cómo eran las cosas para ella aquí? ¿Intentar justificar las acciones que ella había visto forzada a hacer?

¿Con qué fin?

Nikolai se marchaba. Él nunca tendría que volver a este lugar, mientras que ella estaría aquí hasta su último aliento. ¿Qué bien podría hacerle en explicar de algo de esto a él, un desconocido que probablemente no la entendería, y mucho menos la protegería?

Y, sin embargo, los pies de Renata siguieron moviéndose.

Ella ni siquiera llego hasta la puerta. La mano de Yakut se cerró fuertemente sobre su muñeca, sujetándosela a su espalda.

"Tú no, Renata. Usted se queda".

Ella lo recorrió con la mirada con una expresión que esperaba estuviese desprovista de la ansiedad y las náuseas que estaba tratando tan duramente de apisonar abajo. "Pensé que habíamos terminado aquí. Pensé que tal vez yo debería ir junto con los demás, sólo para asegurarme de que el guerrero no se decide a hacer nada estúpido en su camino fuera de la propiedad ". "Tu te quedarás". La sonrisa de Yakut la heló hasta los huesos. "Ándate con cuidado, Renata. No me gustaría que tú hicieras nada estúpido tampoco”.

Ella se tragó el nudo repentino de ansiedad frío de su garganta. "¿Perdón?"

“Usted puede encontrarse" le contesto él, cerrando el agarre herméticamente en su brazo. "Tus emociones te traicionan, hermosura. Puedo sentir el aumento de tu frecuencia cardíaca, el muro de adrenalina que atraviesa corriendo por tus venas ahora mismo. Sentí el cambio en ti desde el momento en que el guerrero entró en la habitación. Lo sentí antes también. Con cuidado dime ¿donde estuviste tu esta noche?” "Entrenándome", respondió ella, rápidamente, pero con firmeza. Para no darle ninguna razón para dudar de ella, ya que era esencialmente la verdad. "Antes de que usted enviase a Lex a buscar por mí, yo estaba afuera, ejecutando mis ejercicios de entrenamiento en la antigua perrera. Era una imposición de entrenamiento. Si usted sintió algo en mí, eso es todo lo que era".

Un silencio largo se extendió, y todavía con el agarre rígido adherido encima de su muñeca. "¿Tu sabes lo mucho que valoro la lealtad, ¿no es así, Renata?" Ella realizo una breve inclinación de cabeza.

"La valoro tanto como usted valora la vida de aquella niña que duerme en la otra habitación ", dijo él fríamente."Pienso que esta duda la destruiría a ella pudiendo terminar en el cementerio".

La sangre de Renata se sintió congelarse en sus venas con la amenaza. Ella miró fijamente hacia arriba a los malignos ojos de un monstruo, uno que le sonreía abiertamente a ella ahora con un placer enfermizo.

"Como he dicho, querida Renata. Ándese con mucho cuidado."

CAPÍTULO NUEVE

Traducción Laura

La ciudad de Montreal, llamada así por el gran monte que permitía tales vistas desde el río Saint Lawrence y valle abajo, brillaba como un cuenco de gemas bajo la creciente rodaja de la luna. Elegantes rascacielos. Agujas de iglesias góticas. Avenidas ajardinadas y, en la distancia, un brillante lazo de agua que acurrucaba a la ciudad en su protector abrazo. Era verdaderamente una vista espectacular.

No había duda de por qué el líder del Darkhaven de Montreal había elegido establecer su comunidad cerca de la cima de Monte Real.

Estar de pie en el balcón del segundo piso de la mansión de estilo barroco hacía que la vieja cabaña de cazadores fuera de la ciudad pareciera estar a mil kilómetros de distancia. Mil años lejos de esta educada y civilizada manera de vivir. La cual, por supuesto, era.

La espera para reunirse con Edgar Fabien, el hombre de la raza que supervisó la población vampírica de Montreal, parecía durar una eternidad. Fabien era bien conocido en la ciudad y se rumoreaba que tenía muy Buenos contactos, dentro de los Darkhavens y su grupo de patrulla conocido como la Agencia de la Ley y Orden. El era la elección natural para una situación delicada como ésta. Aún así, era una apuesta que el líder del Darkhaven estaría dispuesto a cooperar. Esta visita tardía y sin anunciar había sido algo espontaneo, y muy arriesgado.

Solo viniendo aquí, el estaba declarándose enemigo de Sergei Yakut.

Pero el había visto suficiente.

Había soportado suficiente.

El príncipe estaba enfermo y cansado de lamer las botas de su padre. Era hora de que el rey tirano cayera.

Lex se giro ante el sonido de pisadas acercándose desde el interior de la recepción. Fabien era un hombre delgado, alto y meticulosamente vestido, como si hubiera nacido en su traje a medida y brillantes mocasines de piel. Su cabello rubio ceniza estaba enmarañado hacia atrás desde su rostro con algún tipo de aceite perfumado, y cuando sonrió a Lex a modo de saludo, sus delgados labios y estrechos rasgos faciales rapaces llegaron a ser incluso más severos.

"Alexei Yakut," dijo el, saliendo hacia el balcón y ofreciendo a Lex su mano. No menos de tres anillos centelleaban sobre sus largos dedos, oro y diamantes que rivalizaban con el brillo de la ciudad afuera. “Lamento haberte hecho esperar tanto. Me temo que no estamos acostumbrados a recibir invitados inesperados en mi residencia personal”.

Lex le dio un tenso asentimiento y apartó su mano de la de Fabien. La casa privada del líder Darkhaven no estaba exactamente yendo a aparecer en las guías de viaje de Montreal, pero unas pocas preguntas hechas a la gente correcta habían guiado a Lex allí sin muchos problemas. "Ven, por favor," dijo el hombre de la Raza, gesticulando hacia Lex para que le guiara al interior de la casa. Fabien se posó sobre un lujoso sofá, dejando espacio para Lex al otro lado. “Debo Admitir, que estaba sorprendido cuando mi secretaria me dijo quien había venido a verme. Una vergüenza que no tuvieramos la oportunidad de conocernos hasta ahora”.

Lex tomó asiento junto al hombre Darkhaven, incapaz de evitar que sus ojos viajaran por el interminable lujo de sus alrededores. “¿Pero sabes quién soy?” preguntó con cuidado a Fabien. “¿Sabes también sobre el Gen Uno, mi padre, Sergei Yakut?”

Fabien dio un dulce asentimiento. "Solo por el nombre, desgraciadamente. Soy negligente al no haber hecho presentaciones formales cuando llegasteis primero a mi ciudad. Sin embargo, los guardaespaldas de tu padre lo dejaron claro cuando mi emisario informó sobre una reunión que tu padre era una especie de ermitaño. Entiendo que el disfrute de una vida tranquila y rural fuera de la ciudad, en contacto con la naturaleza o similar”. Sobre los nudillos de sus dedos, la sonrisa de Fabien no alcanzó suficiente sus ojos. “Supongo que se dice algo de vivir con ese tipo de… simplicidad”.

Lex gruñó. “Mi padre eligió tal vida porque el cree en sí mismo por encima de la ley”.

“¿Perdón?”“Eso es por lo que estoy aquí” dijo Lex. “Tengo información. Información crítica que necesita ser interpretada rápidamente. Secretamente”.

Edgar Fabien se incline hacia atrás contra los cojines del sofa. “¿Ocurrió algo…fuera de la casa?”

“Ha estado ocurriendo durante largo tiempo”, Lex admitió, sintiendo un raro sentido de libertad mientras las palabras salían de su boca.

El contó todo a Fabien sobre las actividades ilegales de su padre, desde el club de sangre y el cementerio lleno de los restos de sus víctimas, hasta el asesinato frecuente y en consonancia de sus Subordinados humanos. Lex explicó, no totalmente sincero, como le había estado carcomiendo mantener este secreto durante largo tiempo y como era su propio sentido de la moralidad- su sentido del honor y respecto para la ley de la Raza- que le obligaba a buscar la ayuda de Fabien para detener el reino privado de terror de Sergei Yakut.

Era el entusiasmo- emoción en el fondo de su valentía- el que hacía temblar la voz de Lex, pero si Fabien lo tomaba como lamento, mucho mejor.

Fabien escuchó, su expresión cuidadosamente estudiada, sobria. “Entiendes, estoy seguro, que esto no es un pequeño asunto. Lo que tú has descrito es…problemático. Tan perturbador. Pero habría ciertos factores que vendrán en juego sobre este tipo de investigación. Tu padres es un Gen Uno. Habrá preguntas que él tendrá que responder, protocolos que necesitarán ser observados.”

“¿Investigación? ¿Protocolo?” dijo indignado Lex. El saltó de sus pies, inundado de miedo e ira. “Eso tomará días o incluso semanas. ¡Un jodido mes!”

Fabien asintió disculpándose. "Podría ser, sí."

"¡No hay tiempo para eso ahora! ¿No lo entiendes? Te estoy ofreciendo a mi padre en bandeja -todas las pruebas que necesitarás para un arresto inmediato están allí en su propiedad. ¡Por el amor de Dios, estoy arriesgando mi maldita vida solo por estar aquí!”

“Lo siento”. El lider Darkhaven sostenía sus manos. “Si la situación no es comoda para ti, estaríamos más que dispuestos a ofrecerte protección. La Agencia podría alejarte una vez la investigación comience, llevarte a algún lugar seguro.”

La afilada risa de Lex le cortó. “¿Me envías al exilio? Estaré muerto mucho antes. Además, no estoy interesado en irme y ocultarme como un perro apaleado. Quiero lo que merezco. Quiero lo que se me debe, después de todos estos años de espera por limosnas de ese bastardo.” Era imposible enmascarar sus verdaderos sentimientos ahora. La ira de Lex había llenado el vaso por completo. “¿Quieres saber lo que realmente quiero de Sergei Yakut? Su muerte”.

La Mirada de Fabien se estrechó astutamente. “Esa es una conversación muy peligrosa”.

“No soy el unico que lo piensa” contestó Lex. “De hecho, alguien tuvo las suficientes pelotas para intentarlo justo la semana pasada”.

Más y más estrechos iban esos astutos y pequeños ojos. “¿Qué quieres decir?”

“El fue atacado. Un asaltante robó en la casa y trató de cortarle la cabeza con un cable, pero al final falló. Maldita suerte” Lex añadió bajito. “La Orden piensa que es trabajo de un profesional.”

“La Orden”, repitió Fabien sin aire. “¿Cómo están envueltos en algo de lo que has descrito?”

“Enviaron a un guerrero anoche para reunirse con mi padre. Aparentemente están intentando avisar a los Gen Uno sobre las recientes cacerías entre la población.”La boca de Fabien trabajó un segundo sin formar palabras, como si no estuviera seguro de que pregunta formular primero. Aclaró su garganta. “¿Hay un guerrero aquí en Montreal? ¿Y qué es eso de cacerías recientes? ¿De qué estás hablando?”

“Cinco Gen Uno muertos, entre Norte america y Europa” dijo Lex, recordando lo que Nikolai le había dicho. “Alguien parece querer eliminar la primera generación, uno a uno”.

“Dios mío”. La cara de Fabien era el vivo retrato de la sorpresa, pero algo en el preocupaba a Lex.

“¿No sabías nada sobre los asesinatos?”

Fabien se levantó lentamente, agitó su cabeza. “Estoy aturdido, te lo aseguro. No tenía ni idea. Que horrible”.

“Quizás. Quizás no”, puntualizó Lex.

Mientras miraba al líder Darkhaven, Lex se dio cuenta que una súbita tranquilidad se cernía sobre el vampiro- así que aún así el tenía que preguntarse si Fabien respiraba. Había un tenue pero elevado pánico en sus ojos rapaces. Edgar Fabien sostenía su cuerpo con rígida precisión, pero desde la apariencia en su Mirada cambiante, el miraba como si quisiera salir disparado de la habitación.

Que intrigante.

“Sabes, habría esperado que estuvieras mejor informado, Fabien. Tu reputación en la ciudad te precede como el jugador. Con todos tus amigos policías, ¿tratas de decirme que ninguno de ellos te lo dijo? Quizás no confían en ti, ¿eh? Quizás tienen una buena razón”.

Ahora Fabien se encontró con la Mirada de Lex. Centelleos ámbar iluminaron sus iris, una señal reveladora de un nervio pinchado. “¿Qué tipo de juego estás intentando jugar conmigo?”

“Al tuyo” dijo Lex, sintiendo una oportunidad y saltando sobre ella. “Sabes sobre las cacerías de Gen Uno. La cuestión es, ¿por qué me mientes sobre ello?”

“No discuto públicamente asuntos policiales” Fabien escupió su contestación, inflando su delgado pecho con propia indignación. “Lo que se o no se es asunto mío”.

“Sabías sobre el ataque de mi padre antes de que lo mencionara, ¿no es así? ¿Fuiste tú el único que pidió su muerte? ¿Qué hay sobre los otros que han sido asesinados?”

“Cielos, estas loco”.

“Quisiera estarlo”, dijo Lex. “Cualquier confabulación en la que estés envuelto, Fabien, yo también quiero estar”.

El líder Darkhaven expulsó su respiración bruscamente, después le dio la espalda a Lex mientras caminaba hacia una de las altas estanterías edificadas en la pared color plata. El acarició con su mano la Madera pulida, riéndose ociosamente. “Como nuestra conversación ha sido iluminadora y entretenida, Alexei, quizás debería terminar aquí. Creo que es mejor que te vayas y te calmes antes de decir alguna tontería más”.

Lex avanzó hacia adelante, decidido a convencer a Fabien de que merecía la pena. “Si Le quieres muerto, estoy dispuesto a ayudarte a conseguirlo”.

“Insensato” vino como respuesta siseada. “Puedo chascar mis dedos y tenerte bajo sospecha de intento de asesinato. Puedo aún así, pero ahora mismo vas a irte y ninguno de nosotros dirá otra palabra de esta conversación.”

La puerta de la recepción se abrió y cuatro hombres entraron. Al asentimiento de Fabien, el grupo rodeo a Lex. Sin elección, se fue.

“Estaré en contacto” dijo a Edgar Fabien enseñando sus dientes. “Puedes contar con ello”.

Fabien no dijo nada, pero su astuta Mirada permaneció fijada sobre Lex con severo entendimiento mientras el caminaba hacia las puertas de recepción y las cerraba tenso.

Una vez que Lex estuvo afuera en la calle y solo, su mente comenzó a barajar sus opciones. Fabien era corrupto. Que sorprendente y seguro sería alguna información útil. Con un poco de suerte, no pasaría mucho tiempo antes de que las conexiones de Fabien fueran las suyas también. El no se preocupó particularmente sobre como tendría que conseguirlas.

El alzó la vista hacia la bonita mansión Darkhaven y todo su inmaculado lujo. Esto era lo que el quería. Este tipo de vida por encima de la mugre y la degradación que el habia conocido bajo el tacón de la bota de su padre. Esto era lo que el verdaderamente merecía.

Pero primero necesitaría ensuciarse las manos, si solo fuera una ultima vez.

Lex caminó a lo largo de la serpenteante carretera con arboledas a los lados y se dirigió hacia la ciudad con objetivos renovados.

CAPÍTULO DIEZ

Traducido por Aletse

Nikolai se despertó en la oscuridad total, con su cabeza descansada contra el ataúd de un hombre de Montreal por lo visto aparentemente acaudalado que había estado muerto por sesenta y siete años. El suelo de mármol del mausoleo privado le había servido de poco durante las horas de descanso, pero a Niko le había servido bastante bien. La noche había estado avanzando progresivamente peligrosa cerca del alba, mientras él había dejado el territorio de Yakut, y de lo único que estaba seguro como el infierno es que había dormido fuera de la luz del día dentro de lugares peores que el cementerio que él había encontrado en el extremo norte de la ciudad.

Con un gemido, él se sentó y abrió su teléfono celular para comprobar en la pantalla la hora. Mierda, solo era justo después de la una P.M. Todavía tenía aproximadamente unas siete u ocho horas para esperar aquí antes de la puesta del sol, cuando sería seguro para él estar afuera. Siete u ocho horas más, y él ya sentía la sensación de picor por la sesión de inactividad que tendría por un largo tiempo.

Sin ninguna duda Boston se estaría preguntando por él ahora. Niko golpeó la marcación rápida de la oficina central de la Orden. A mitad de camino del segundo timbrazo, Gideon contesto.

"Niko, carajo. Era hora de que tú dieras un informe.” El ingles vago del guerrero con su acento sonaba un poco áspero. Pero no era ninguna sorpresa, teniendo en cuenta que Niko le llamaba a la mitad del día. "Háblame. ¿Estás bien?"

"Sí, estoy bien. Mi objetivo aquí en Montreal se ha jodido de diez maneras diferentes desde el domingo, pero aparte de eso, todo esta bien".

"No tuviste ninguna suerte para encontrar a Sergei Yakut, lo entiendo?"

Niko rió entre dientes. "Oh, he encontrado al bastardo facilmente. El Gen Uno está vivito y coleando y vive al norte de la ciudad con cierta especie de retroceso en el tiempo hacia Gengis Khan."

Él le dio a Gideón un rápido resumen de todo lo que había sucedido desde su llegada a Montreal – desde la patada en el culo de bienvenida que había recibido de parte de Renata y los otros los guardias, hasta las pocas extrañas horas que él había pasado en el refugio de Yakut, que culminó con su descubrimiento de los humanos muertos desechados en la parte de atrás y su subsecuente evacuación de la propiedad.

Él describió el reciente intento fallido que hubo sobre la vida del Gen Uno y el increíble papel que Mira desempeño para frustrar ese ataque. Niko excluyo dejando aun lado la parte sobre lo que él personalmente había visto en los ojos de Mira. Él no vio ninguna razón para compartir los detalles de la visión, que, a pesar de la insistencia de Renata de que Mira nunca se equivocaba, él tenia aproximadamente cero posibilidades… no, el sabia eso, había exactamente cero posibilidades de que eso sucediera ahora.

Eso debería haber sido un alivio para él saberlo. La última cosa que él necesitaba era mezclarse con una mujer, sobre todo con una obra como Renata. La compañera unida por el lazo de sangre a Yakut. La idea todavía seguía carcomiéndolo, mucho más de lo que debería. Y él no se sentía particularmente bien sobre el hecho de que incluso el más leve recuerdo de aquel beso con ella era suficiente para hacerle ponerse duro como la tumba de granito que lo rodeaba.

El la deseaba a ella, y había habido por una fracción de segundo, cuando dejaba el refugio que pensó que ella podía seguirlo después. No tenía ningún motivo para pensar eso, pero eso había sido un golpe en el estómago, una sensación de que tal vez Renata podría correr detrás de él y pedirle que la sacara de allí.

¿Y si ella lo hubiera hecho? Cristo, él tenia que haber estado bastante idiota solo de considerarlo.

"Entonces," él le dijo a Gideón, mentalmente regresándose así mimo hacia la realidad. "El punto de ello es que no podemos contar con ningún tipo de cooperación de Sergei Yakut. Él básicamente, me lo dijo antes de que me apartara de un empujón, y eso fue antes de que yo lo llamara un jodido enfermo que necesitaba un bozal y un collar para su cuello".

"Jesús, Niko," suspiró Gideón, probablemente, en el otro extremo de la línea, pasándose la mano por el pelo rubio puntiagudo por la frustración. "¿De verdad tu le dijiste eso a él, un Gen Uno? Tu eres un maldito afortunado de que él no te hubiese arrancado la lengua antes de que te sacara de su camino."

Probablemente era cierto, Nikolai reconoció para sí mismo. Y él hubiese perdido más que sólo su lengua si Yakut supiera el tipo de deseos que él había estado sintiendo por Renata. "Tu sabes que yo soy alérgico a besar los culos, aun si el culo en cuestión resultara ser uno de un Gen Uno. Si esto era una misión de relaciones públicas completamente, ustedes escogieron a un mal tipo”.

"Ninguna mierda." Gideón se rió entre dientes alrededor de otra baja maldición. "¿Te regresas de nuevo a Boston, entonces?"

"No veo ninguna razón para quedarme. A no ser que tu calcules que Lucan observara hacia otro lado si yo decido volver y colocar una hoguera en la casa de los horrores de Yakut. Sacándolo del negocio, al menos por un tiempo."

El estaba bromeando… en su mayor parte. Pero el silencio de contestación de Gideón le dijo que su compañero guerrero sabía lo que estaba girando alrededor de la cabeza de Niko.

"Tu sabes que no puedes hacer nada por el estilo, mi hombre. Nada fuera de los límites". "Y no sirve esa mierda," murmuró Nikolai.

"Sí, eso es. Pero este tipo de cosas pertenecen a la Agencia de Imposición, no a nosotros”. "Te cuento cómo es Yakut de diferente de los Renegados que sacamos de las calles, Gid. Diablos, por lo que he visto de él, él es peor. Al menos los Renegados pueden culpar su salvajismo a la Sed de sangre. Yakut ni siquiera puede agarrarse a la adicción de sangre como excusa para cazar a esos humanos allí afuera. Él es un depredador, un asesino."

"Él está protegido," dijo Gideón, firmemente ahora. "Incluso si él no fuera un Gen Uno, el seguiría siendo un civil, todavía un miembro de la Raza. Nosotros no podemos tocarlo, Niko. No sin un montón de mierda que golpearía gravemente al partidario. Por lo tanto, lo que estés pensando, no lo hagas".

Nikolai exhalo bruscamente. "Olvídate de lo que dije. ¿A qué hora debería planear engancharme en un viaje de regreso a Boston esta noche?"

"Tendré que hacer un par de llamadas para presentar el plan de vuelo archivandolo en poco tiempo, pero el jet privado todavía sigue esperándote en el aeropuerto. Te puedo mandar un mensaje de texto con la hora una vez que lo tenga confirmada."

"Está bien. Me tranquilizare y esperare para salir."

"¿En dónde estás tú, de todos modos?"

Nikolai echo un vistazo al ataúd detrás de él, al otro frente a él, y a la urna de bronce que estaba acumulando el polvo en un pedestal contra la pared trasera del oscuro mausoleo. "He encontrado un pequeño lugar tranquilo para tomar un descanso en el extremo norte de la ciudad. Durmiendo con un muerto, de hecho. O con ellos, en todo caso".

"Hablando de muertos," dijo Gideón, "tenemos un informe de otro asesinato de un Gen Uno en el extranjero”.

"Cristo. ¿Seleccionando acabarlos como moscas, no es verdad?"

"O intentado hacerlo, desde la apariencia de ello. Según el desarrollo de Reichen del informe de Berlín. Conseguimos un correo electrónico de él que él ingresara mas tarde hoy con una actualización".

"Es bueno saber que tenemos ojos y oídos en los que podemos confiar por allí", dijo Niko. "Mierda, Gideon. Nunca habría imaginado que yo pudiera darle alguno uso a un Darkhaven civil, pero Andreas Reichen está demostrando ser un aliado muy bueno. ¿Tal vez Lucan debería reclutarlo oficialmente en la Orden?"

Gideón se rió entre dientes. "No creas que él no lo ha considerado. ¡Ay!, somos solamente una barcaza de medio tiempo para la jornada de Reichen. Él puede tener el alma de un guerrero, pero su corazón pertenece a su Darkhaven de Berlín."

Y a una cierta hembra humana, por lo que Nikolai entendía. Según Tegan y Río, los dos guerreros que habían pasado demasiado tiempo con Andreas Reichen en la Oficina Central de Berlín, el líder Alemán Darkhaven estaba románticamente involucrado con la dueña de un burdel llamada Helene.

Era inusual que un varón de la Raza pudiera tener más de un encuentro ocasional, o una breve relación con una mujer mortal, pero Niko no estaba a punto de cuestionarlo porque desde luego Helene también estaba resultando útil en la reunión de información para la Orden desde el extranjero.

"Entonces, escúchame," dijo Gideon. "Espera tranquilamente donde estás, y yo te avisare una vez que tenga la información de tu partida para esta noche. ¿Te suena bien? "

– ”Sí. Tú sabes cómo encontrarme."

El murmullo de una voz femenina aterciopelada, suave por el sueño, fue llevada vagamente a través del receptor.

"¡Ah, infiernos, Gid. No me digas que estás en la cama con Savannah!”

"Yo lo estaba", respondió él, remarcando con fuerza en el tiempo pasado. "Ahora que ella está despierta, dice que se va a lanzar hacia una ducha caliente y una taza de café fuerte."

Nikolai gimió. "Mierda. Dile que lo siento por la interrupción".

"Oye, bebe," Gideón llamo a su amada compañera, unidos por el lazo de sangre hacia aproximadamente unos treinta y tantos años. "Niko dice que él lo siente por ser un bastardo tan grosero y por despertarte a estas horas tan inoportunas". "Gracias", murmuró Niko.

"Eres bienvenido".

"Me reportare contigo de nuevo desde el avión que me lleve a casa."

"Me parece bien," dijo Gideon. En ese momento, con Savannah colocada a un lado: "¿Oye, Amor?: Niko quiere que yo le diga que esta por colgar. Él dice que usted debe regresar a la cama y me permita a mí violarlo a él lentamente desde su inteligente y hermosa cabeza hasta sus deliciosos pequeños dedos de los pies." Nikolai se rió entre dientes. "Suena divertido. Pónganme en el altavoz para poder escuchar por lo menos."

Gideon resopló. "Ni lo pienses. Ella es toda mía."

"Bastardo egoísta", "arrastro las palabras Niko sarcásticamente. "Ya te veré más tarde." "Bien, hasta más tarde. ¿Y Niko sobre la situación de Yakut? En serio. ¿Ni se te ocurra pensar ser un vaquero, ok? Tenemos cuestiones más importantes con las que lidiar que tratar de acorralar a un Gen uno suelto. No es nuestra área, sobre todo no está bien ahora".

Cuando Niko inmediatamente no estuvo de acuerdo, Gideón se aclaró la garganta. "Tu silencio exactamente no me da una cálida tranquilidad, mi hombre. Necesito saber que tú me estás escuchando en esto."

"Sí", dijo Nikolai. "Estoy escuchándote. Te veré Boston más tarde esta noche."

Niko cerró su teléfono celular y lo deslizo de vuelta en su bolsillo.

Por mucho que le irritara pensar hacerse de la vista gorda hacia Yakut y sus enfermos actividades, él sabía que Gideón tenía razón. Lo que es más, él sabía que el líder de la Orden, Lucan, así como el resto de los guerreros en el complejo de Boston iban a decirle la misma cosa a él.

Olvídate de Sergei Yakut, al menos por el momento. Eso era lo mas sabio, la cosa más inteligente que podía hacer.

Y mientras él estaba en ello, sería prudente olvidarse completamente de Renata también. Ella tenía hecha su cama, después de todo. El hecho de que ella evidentemente la había hecho con una sádica sabandija como Sergei Yakut no era ningún asunto de Nikolai en absoluto. La hermosa, doncella de hielo Renata no era su problema, estaba bien alejado de ella.

Bien separado de todo el nido de víboras que él había descubierto en los dominios de Yakut.

Sólo unas pocas horas más para matar antes del anochecer, y entonces el podría dejar todo esto detrás de él.

Ella nunca se había acostumbrado a dormir durante las horas de luz del día, no en los dos años completos que ella había estado viviendo al servicio de un vampiro. Renata estaba en su cama, inquieta, incapaz de relajarse y cerrar sus ojos ni siquiera por unos pocos minutos. Ella se revolvió y dio vuelta colocándose sobre su espalda dejando escapar un suspiro, con su mirada fija hacia arriba en las vigas de madera.

Pensando en el guerrero… Nikolai.

Él se había marchado desde hacia varias horas, hace casi medio día entero, pero aún ella todavía sentía el peso de su desprecio presionandose sobre ella. Odiaba que el hubiese visto a Yakut alimentándose de ella. Le había sido difícil fingir que no estaba avergonzada cuando el sostuvo su mirada desde el otro lado de la habitación. Ella había intentado no parecer afectada, desafiante. Aunque dentro de ella había estado temblando, su pulso martillando casi fuera de control.

Ella no hubiese querido que Nikolai la viera así. Aún peor que él hubiese ilustrado los brutales crímenes de Yakut y claramente sus pensamientos fueron a que ella era parte de ellos también. Ella no podía lograr extinguir, la acusatoria mirada que él le había proporcionado de su cabeza.

Eso era ridículo.

Nikolai era de la Raza, como Yakut. Él era un vampiro, al igual que Yakut. Como Yakuto, Nikolai tenía que alimentarse de humanos para sobrevivir. Incluso con su limitado conocimiento de la Raza, Renata sabía que el beber de seres humanos era la única forma en que la Raza podía obtener su alimento. No aprovechaban utilizar los amigables vampiros los bancos de sangre donde ellos podrían recoger un litro de O-negativo para el camino. No los animales depredadores en calidad de un sustituto de la verdadera cosa.

Sergei Yakut y todo el resto de la Raza compartían el mismo impulso de sed: la necesidad de los glóbulos rojos de los Homos Sapiens, tomados directamente de una vena abierta.

Ellos eran salvajes-letales que resultaban parecer humanos la mayor parte del tiempo, pero que en su corazón – o en su alma, si es que en ellos todavía existía un poco de su humanidad. ¿Por qué ella debería pensar que Nikolai era diferente de lo que la rodeaba a ella.

Pero él había parecido diferente, aunque fuera sólo un poco.

Cuando ella había discutido con él en la perrera-, cuando la había besado, por Dios bien- él en realidad había parecido notablemente muy diferente a los demás de su Estirpe que ella conocía. No como Yakut. Ni tampoco como Lex.

Que probablemente sólo demostraba que ella es una tonta.

Y que ella era débil también. Con que otra cosa se podía explicarse el desgarrador deseo que ella sentía hacia Nikolai ¿Èl la podría haber sacado fuera de este lugar cuando él se había marchado hoy?

Ella a menudo no se permitía caer en esperanzas vanas, o perder el tiempo imaginando cosas que nunca podrían llegar a pasar. Pero había habido un momento… un breve momento, egoísta cuando ella se imagino a sí misma arrancada de la presa irrompible de Sergei Yakut.

Por un instante sin restricciones, ella se pregunto qué podría tener ganas de hacer cuando estuviera libre de él, libre de todo lo que la mantenía allí… y eso se había sentido glorioso.

Avergonzada por sus pensamientos, Renata balanceo sus piernas hacia un lado de la cama para quedar sentada. Ella no podía quedarse allí durante un minuto más, no mientras su estuviera girando con pensamientos que no le haría ningún bien en absoluto.

La verdad del asunto era, que esta era su vida. El mundo de Yakut era su mundo, el recinto y sus muchos secretos grotescos eran su realidad inamovible. Ella no se compadecía a si misma, nunca lo había hecho. No en el orfanato del convento en todos aquellos años cuando era una niña, ni en el día en que ella fue arrojado de su casa con las Hermanas de la Benevolente Misericordia a la edad de catorce años y obligada a marcharse para siempre.

Ni aun en la noche, hacia únicamente dos veranos atrás, cuando ella fue arrancada de las calles en Montreal, y traída con un grupo de otras personas asustadas a los corrales de espera cerrados con llave en el granero dentro de la propiedad de Sergei Yakut.

Ella no había derramado ni una sola lagrima de auto-compasión en todo este tiempo. Ella estaba segura como el infierno que no estaba a punto de comenzar ahora.

Renata se levantó y salió de su modesta habitación. La casa principal estaba en silencio a esta hora, las pocas ventanas del lugar estaban cerradas completamente para desterrar los letales rayos del sol. Renata quitó la barra de hierro gruesa de la puerta exterior y salió andando hacia una gloriosa tarde de verano, cálida y brillante.

Ella se dirigió directamente al edificio de la perrera. Entre todo el drama que se había producido la última noche, tan solo con Nikolai y durante el tiempo después, ella se había olvidado completamente que sus laminas estaban afuera. Él negligente descuidado la molestaba. Ella nunca alejaba las dagas de su posesión. Ellos formaban parte de ella ahora, como lo habían sido el día en que las había tomado. "Estúpida, estúpida", se susurraba a sí misma mientras entraba en la antigua perrera y miró hacia el poste donde ella esperaba encontrar la lamina incrustada que ella había arrojado a Nikolai.

No estaba allí.

Un grito se deslizó por delante de sus labios, de incredulidad y de angustia.

¿Se había llevado el guerrero sus láminas para sí mismo? ¿Si él jodido se las había robado?

"Maldita sea. No"

Renata irrumpió a través del pasillo central del edificio… y entonces hizo una abrupta parada cuando ella llego a la parte posterior del lugar y sus ojos se posaron en el rollo grande de paja cerca del poste de madera con cicatrices.

Cuidadosamente doblado encima de ella y colocada perfectamente a lado del par de zapatos que ella había dejado atrás anoche estaba también la envoltura de seda y terciopelo que contenía sus dagas atesoradas. Ella lo tomo, sólo para tranquilizarse a sí misma de que la funda de tela no estaba vacía. Cuando sintió su peso familiar colocado en su palma – no pudo contener su sonrisa. Nikolai. Él había cuidado de las dagas por ella. Recogiéndolas, envolviéndolas, y dejándolas aquí para ella como si él supiera lo mucho que significaba para ella.

¿Por qué haría él esto? ¿Qué esperaba él que su bondad le comprara? ¿Pensaba en verdad que su confianza podría originarse tan fácilmente, o era justamente la espera de otra oportunidad de imponerse a él del mismo modo que lo había hecho con aquel beso?

Ella realmente no quería pensar en los besos de Nikolai. Si pensaba en su boca sobre la suya, entonces ella tendría que admitir para sí misma que como tan inesperado y sin invitación, había sido el beso a la fuerza era apenas culpable de que esto hubiese ocurrido.

Pero la verdad era, que ella lo había disfrutado.

Santa María, pero sólo de pensar en él ahora se encendía un calor lento, líquido en su corazón.

Ella había deseado más de él, a pesar de que cada instinto de supervivencia en su cuerpo le había estado gritando para que se alejase de él, y escapara rápidamente. Ella tenia hambre de él en ese momento y ahora. Quemando por él, en un lugar que ella había pensado que estaba completamente congelado y muerto. Y que la pequeña admisión que comento él acerca de lo dicho por Mira – la implicación de todo – en lo que él había visto en los ojos de la niña de alguna forma podría envolver a Renata y a él íntimamente juntos, era aún más inquietante. Gracias a Dios él se había ido.

Gracias a Dios que él nunca volvería probablemente después de lo que había descubierto aquí.

Había pasado mucho tiempo desde que Renata se hubiese puesto de rodillas a rezar. Ella no se arrodillaba ante nadie más, ni siquiera ante Yakut en su peor momento, pero ella inclinaba su cabeza ahora y le pedía el cielo mantuviese a Nikolai lejos de este lugar.

Lejos de ella.

Ya no estaba con ánimo para entrenarse, sobre todo cuando los recuerdos de lo que había pasado aquí anoche todavía estaban recientes y nadando sobre su cabeza, Renata tomo sus zapatos y caminó de regreso a la casa. Ella entró, moviendo la barra de la puerta, luego se dirigió al pasillo que conducía a su habitación y lo que esperaba era tener al menos algunas horas de sueño. Ella se dio cuenta de que había algo fuera de lugar, incluso antes de que notara que la puerta de Mira no tenía puesto el pestillo.

Ninguna luz estaba encendida en la habitación de la niña, pero ella estaba despierta. Renata escucho su suave voz en la oscuridad, quejándose de que tenía sueño y no quería levantarse. ¿Más pesadillas? Renata se pregunto, sintiendo una punzada de compasión por la niña. Pero entonces, otra voz siseo entre dientes sobre las protestas aturdidas de Mira, esta frío y áspera, cortada con impaciencia. "Deja de lloriquear y abre tus ojos, pequeña perra."

Renata presiono su mano contra la puerta artesonada y la empujo ampliamente. "¿Qué diablos piensas tu que estás haciendo, Lex?"

Él estaba inclinado sobre la cama de Mira, los hombros de la niña atrapados con un agarre hiriente. Su cabeza giró alrededor cuando Renata entró en la habitación, pero él no dejo ir a Mira. "Tengo necesidad del oráculo de mi padre. Y yo no estoy bajo las ordenes de usted, sea amable y lárguese de joder de aquí".

"Rennie, él me está haciendo daño en mis brazos". La voz de Mira era diminuta, atenazada por el dolor.

"Abre los ojos", Lex le gruñó a ella. "Entonces tal vez deje de hacerte daño".

"Quita tus manos de ella, Lex." Renata se paro al pie de la cama, con las láminas enfundadas con su peso tentador a su alcance. "Hazlo. Ahora”.

Lex se mofó. "No hasta que yo haya terminado con ella."

Cuando él le dio a Mira una sacudida fuerte, Renata soltó una ráfaga de furia mental. Era sólo un hilo de energía, sólo una fracción de lo que ella podía darle, pero Lex aulló, su cuerpo se sacudió como si él hubiera sido golpeado por unos pocos miles de voltios de electricidad. Se tambaleó hacia atrás, dejando caer a Mira y alejándose de la cama, plantado su culo en el suelo.

"¡Perra!" Sus ojos despedían fuego ámbar, sus pupilas fragmentadas fuertemente en su centro. "Yo debería matarte por esto. ¡Debería matar a la pequeña mocosa y a ti- a ambas!"

Renata lo golpeó de nuevo, otra pequeña muestra de agonía. Él se dejó caer, agarrándose la cabeza y gimiendo con la segunda ráfaga debilitante. Ella esperó, mirando como él trabajaba para juntarse en una postura desgarbada en el suelo. El no representaba ninguna amenaza para ella como estaba ahora, pero en algunas horas él estaría recuperado y ella iba a estar vulnerable. En ese momento ella podría tener una pequeña pena que pagar.

Pero por el momento, Mira ya no era del interés de Lex, y eso era todo lo que importaba. Lex la fulmino con la mirada cuando él se arrastró hasta sus pies. "¡Fuera de mí… camino… maldita… puta!"

Las palabras estaban sofocadas, farfulladas entre sus jadeos mientras él torpemente se dirigía hacia la puerta abierta. Cuando él estuvo fuera de vista, con sus pasos arrostrándose a lo largo del pasillo exterior, Renata fue a lado de la cama de Mira y la hizo callar suavemente.

"¿Estás bien, muchacha?"

Mira asintió. "No me gusta él, Rennie. Él me asusta."

"Lo sé, cariño." Renata presiono un beso en la frente de la niña. "Yo no voy a dejarlo que te haga daño. Estás a salvo conmigo. Esa es una promesa, ¿entendido?" Otro gesto de asentimiento, más débil esta vez mientras Mira dirigía hacia atrás la cabeza de regreso a la almohada y exhalaba un suspiro soñoliento. "¿Rennie?" -ella le preguntó en voz baja.

"Sí, ratón?"

"No me abandones nunca, ¿si?"

Renata se quedó mirando fijamente a la pequeña cara inocente en la oscuridad, sintiendo a su corazón oprimiese fuertemente en su pecho. "No voy a abandonarte, Mira. Jamás… justamente como lo prometimos"

CAPÍTULO ONCE

Traducido por Laura

La luna se elevaba alta, proyectando manchas de luz sobre el lago Wannsee en una zona exclusiva a las afueras de Berlin. Andreas Reichen se recostó sobre su silla almohadillada en el césped trasero de su finca privada Darkhaven, intentando absorber algo de la paz y tranquilidad de la tarde. A pesar de la cálida y apacible brisa y la calma del agua oscura, sus pensamientos eran más taciturnos, y turbulentos.

Las noticias del último asesinato de Gen Uno, esta vez en Francia, le dio un duro golpe. Le pareció que el mundo estaba volviéndose cada vez más loca alrededor de él. No solo el mundo de la Raza -su mundo- sino la humanidad también. Tanta muerte y destrucción. Tanta angustia a cualquier lado que mirara.

El tenía el terrible presentimiento, en el fondo de su estómago, que esto era solo el comienzo. Días más oscuros estaban por venir. Quizás ya habían venido hace tiempo y el había estado demasiado ignorante -demasiado atrapado en sus placeres personales- para darse cuenta.

Uno de esos placeres se acercaba por detrás de él ahora, sus elegantes e inconfundibles pasos mientras ella caminaba por los cuidados jardines de la finca y se sentaba sobre el césped.

Los pequeños brazos de Helene rodearon sus hombros. “Hola, cariño”.

Reichen se acercó para acariciar su cálida piel mientras ella se inclinaba sobre él y le besaba. Su boca era suave, persistente, la fragancia de su largo cabello negro con el más ligero rastro de aceite de rosas.

“Tu sobrino me dijo cuando llegué que has estado aquí fuera durante el ultimo par de horas” murmuró ella, subiendo su cabeza para mirar al lago. “Puedo ver por qué. Es una vista encantadora”.

“Es algo más que encantadora”, dijo Reichen, mientras el inclinaba su barbilla hacia arriba y la miraba.

Ella sonrió sin timidez, habiéndose acostumbrado a su adulación.

“Algo te está dando problemas, Andreas. No es como si te sentaras a quejarte de lo injusta que es la vida”.

¿Podía ella conocerle tan bien? Habían sido amantes durante el año pasado, un jugueteo amoroso casual que había de alguna manera girado a algo más profundo si no completamente exclusivo. Reichen sabía que Helene tenía otros hombres en su vida- hombres humanos- al igual que el ocasionalmente tomaba placer con otras mujeres. La suya era una relación plagada de celos o posesión. Pero eso no significaba que sintieran cariño. Compartían una preocupación mutua por el otro, y un vínculo de confianza que se extendía más allá de las barreras que generalmente hacían las relaciones humano y vampiro-raza imposibles.

Helene se había convertido en una amiga y, últimamente, en una compañera indispensable en el importante trabajo remoto de Reichen con los guerreros de vuelta a Boston.

Helene vino frente a la silla y se sentó sobre el amplio brazo. “¿Has transmitido las noticias a la Orden sobre el reciente asesinato en Paris?"

Reichen asintió. "Lo hice, sí. Y ellos me dicen que hubo también un intento de asesinato en Montreal hace unas noches. Al menos ese falló, un milagro del destino. Pero habrá otros. Me temo que habrá muchas más muertes antes de que el humo finalmente se aclare. La Orden está convencida de que detendrán la locura, pero hay veces que me pregunto si la maldad en el trabajo aquí no es más grande que cualquier cantidad de bondad.”

“Estas dejando que esto te consuma” dijo Helene mientras ociosamente apartaba su pelo de la frente. “Ya sabes, si estuvieras buscando algo que hacer con tu tiempo, podrías haber acudido a mi en lugar de a la Orden. Podría haberte puesto a trabajar en el club como mi asistente personal. No es demasiado tarde para cambiar de idea. Y te aseguro, solo los incentivos merecerían la pena."

Reichen se rió entre dientes. "Tentador, de hecho."

Helene se incline y mordisqueó su lóbulo, su respiración cosquilleante y caliente sobre su piel. “Sería solo un puesto temporal, por supuesto. Di veinte o treinta años -un parpadeo de tiempo para ti. Yo estaré arrugada y gris, y tu estarás entusiasta por un nuevo juguete más atractivo que pueda mantener el ritmo de tus salvajes exigencias”.

Reichen estaba sorprendido de oír la punzada de nostalgia en la voz de Helene. Ella nunca había hablado sobre el futuro con él, ni el con ella. Era más o menos comprensible que no podría haber un futuro, dado que ella era mortal con una esperanza de vida finita y él -a menos que prolongara su exposición a los rayos UVA o sufriera un daño masivo corporalmente- continuaría viviendo durante algo más cerca de la eternidad.

“¿Qué estás haciendo malgastando tu tiempo conmigo cuando podrías haber tenido a cualquier otro hombre?” el le preguntó, moviendo sus dedos a lo largo de la suave línea de su hombro. “Podrías estar casada con alguien que te adore, criando a una camada de guapos e inteligentes niños”.

Helen arqueó una impecablemente cuidada ceja. “Supongo que nunca fui de las que tomaría la elección convencional”.

Ni el tampoco, de hecho. Reichen admitía que sería muy fácil ignorar todo lo que el y la Orden habían descubierto hacía unos meses. El podía olvidar la maldad que habían perseguido hasta esa cueva montañosa en las colinas Bohemias. El podía fingir que nada de eso existió, incumplir su oferta para ayudar a los guerreros en su papel como líder de su Darkhaven y volver a sus libertinos y descuidados hábitos.

Pero la única verdad era que, el había crecido cansado de esa vida hace tiempo. Alguien años atrás le había acusado de ser un perpetuo niño egoísta e irresponsable. Ella había tenido razón, incluso entonces. Especialmente entonces, cuando el había sido lo suficientemente tonto para dejar escapar a esa mujer y el amor que ella le había dado. Después de demasiadas décadas de auto-indulgencia, se sentía bien hacer una diferencia. O intentar hacerla, como fuera.

“No esperaba que vinieras esta noche solo para distraerme con besos y atractivas ofertas de empleo” dijo el, sintiendo que la seriedad se había apoderado de Helene.

“No, no lo hice, desafortunadamente. Pensé que deberías saber que una de mis chicas del club puede estar desaparecida. ¿Recuerdas que mencioné a Gina, una de mis chicas más recientes, que apareció con marcas de mordedura en su cuello la semana pasada?”

Reichen asintió. “La que había estado hablando sobre un nuevo novio rico con el que estaba saliendo”.

“Esa es. Bien, no es la primera vez que ella ha faltado al trabajo, pero su compañera de piso me dijo esta tarde que Gina no ha pasado por casa o llamado durante más de tres días. Podría no ser nada, pero pensé que querrías saberlo”.

“Sí” dijo el. “¿Tienes alguna información sobre el hombre con el que se veía? ¿Una descripción, un nombre, algo?”

"No. La compañera de piso nunca le conoció, naturalmente, ella no puede decirme nada." Reichen consideró las numerosas cosas que podían ocurrirle a una joven que se encontraba sin darse cuenta mezclada con uno de su estirpe. Aunque la mayoría de la Raza eran miembros que respetaban la ley de la nación vampírica, había otros que revelaban su lado salvaje. “Necesito que discretamente preguntes en el club esta noche, ver si alguna de las otras chicas oyó a Gina mencionar a este novio suyo. Estoy buscando nombres, lugares a los que ella pudiera haber ido con el, incluso el detalle más pequeño podría ser importante”.

Helene asintió, pero había una nota de interés en sus ojos. “Prefiero este lado serio tuyo, Andreas. Es increíblemente sexy”.

Su mano se deslizó por abajo de la abertura de su camisa de seda, sus largas y pintadas uñas jugando sobre las crestas de su musculado abdomen. Aunque sus pensamientos eran nefastos, su cuerpo respondió a su toque experto. Sus dermaglifos comenzaron a llenarse de color, y su visión se afiló con una ráfaga color ámbar que estaba rápidamente llenando sus iris. Más abajo aún, su pene se puso erecto, creciendo donde ahora descansaba su palma.

“No debería quedarme” murmuró ella, su voz ronca y burlona. “No quiero llegar tarde al trabajo”.

Cuando ella comenzó a levantarse, Reciehn la retuvo. “No te preocupes por eso. Conozco a la mujer que lleva el lugar. Pediré disculpas por ti. Se de buena tinta que le gusto mucho”.

“¿Tu le gustas ahora?”

Reichen gruñó, dejando al descubierto los extremos de sus colmillos con su amplia sonrisa. “La pobre está loca por mí”.”¿Loca por una cosa arrogante como tu?” se burló Helene. “Cariño, no te halagues. Ella podría quererte solo por tu decadente cuerpo”.

“Suficientemente cierto” contestó el, “pero no me oirás quejarme de ninguna manera”.

Helene sonrió, sin resistirse al final mientras el la empujaba sobre su regazo durante un profundo y hambriento beso.

Al anochecer, Lex estaba completamente recobrado de la angustia con que le había tratado Renata. Su ira- su purulento odio por ella- permanecía.

El la maldijo una y otra vez en su mente mientras el se inclinaba sobre una putrefacta pared de una casa infectada de ratas en la peor barriada de Montreal, mirando como un joven apretaba su brazo con un viejo cinturón de piel. La cola suelta mientras cogida entre un chapurreo de dientes decaídos y rotos, el drogadicto clavó la aguja de una mugrienta jeringa en el campo de costras y moretones que recorrían su escuálido brazo. El se quejó mientras la heroína entraba en su riego sanguíneo.

"Ah, joder, hombre," el raspó un tembloroso suspiro mientras liberaba su torniquete y caía hacia atrás contra un podrido colchón en el suelo. El movió sus manos tatuadas sobre su pálida cara llena de espinillas y su cabello castaño y grasiento. "Ah, Jesús…es una excelente mierda, cariño”.

"Sí," Lex dijo, su voz sin aliento en la fría y húmeda oscuridad.

El no había reparado en gastos en drogas; el dinero era poca preocupación para él. Sin duda la vida barriobajera de drogadicto que había elegido vendiendo su cuerpo en la calle nunca había tenido una tan cara. Lex estaba dispuesto a apostar que los servicios personales del joven nunca habían traído una suma tan rica. El tenía todo pero saltó al interior del coche cuando Lex paró y le mostró cien dólares y una bolsa de heroína enfrente de su cara.

Lex movió su cabeza y miró como el humano saboreaba su dosis. Ellos estaban solos en la miserable habitación del abandonado edificio de apartamentos. El lugar había sido invadido por vagabundos y adictos cuando llegaron, pero solo tomó unos minutos a Lex -y una irresistible orden mental, cortesía de su linaje de segunda generación de la Raza- conducir a los humanos fuera para poder llevar su negocio en privado.

Aún así reclinándose sobre el suelo, el drogadicto se quitó su camisa sin mangas, entonces comenzó a desabotonar sus holgados y mugrientos vaqueros azules. El se acarició mientras trabajaba los ojos abiertos y legañosos rodando en su cráneo, buscando apáticamente a través de la oscuridad.

“Así que, ¿quieres que te chupe la polla o qué, tío?”

"No," Lex dijo, asqueado solo con la idea.

El se alejó de su posición cruzando la habitación y caminó lentamente hacia el drogadicto. ¿Por donde comenzar con él? Se preguntó ociosamente. El tenía que agotar esta cosa con cuidado o el estaría de vuelta en la calle, buscando a alguien más. Malgastando tiempo precioso.

"¿Prefieres mi culo, entonces, cariño?" comentó el hombre puto. "Sí quieres joderme, tienes que pagar doble. Esa es mi regla”.

La risa de Lex fue baja, genuinamente divertida. “No estoy interesado en follar contigo. Ya es suficientemente malo que tenga que mirarte, que tenga que oler tu repugnante olor. El sexo no es la razón por la que estás aquí”.

"Bien, ¿qué demonios entonces?" Una nota de pánico afiló el aire viciado, un súbito golpe de adrenalina humana que los sentidos de Lex fácilmente detectaron. “Estás seguro que no me trajiste aquí para una pequeña conversación educada”."No," Lex estuvo de acuerdo con agrado.

"Está bien. Está bien, ¿qué coño parezco para ti, gilipollas?"

Lex sonrió. "El cebo."

Con movimientos tan rápidos que ni siquiera el ojo humano más despierto pudiera seguirles, extendió la mano y derribó de repente al drogadicto al suelo. Lex tenía un cuchillo en su mano. El lo clavó en la demacrado abdomen del humano y destripó una raja a través de su media sección”.

La sangre surgió fuera de la herida, caliente – húmeda y fragrante.

"¡Oh, Jesús!" gritó el humano. "¡Oh, dios mío! ¡Me apuñalaste!"

Lex retrocedió y dejó que el hombre cayera sin vida sobre el suelo. Era todo lo que podía hacer para ocultarse de embestirle en una sed ciega.

La transformación física de Lex fue rápida, traída por la súbita presencia de sangre fresca fluyendo. Su visión se agudizó con la estrechez de sus pupilas, un brillo ámbar lavando la habitación mientras sus ojos cambiaban a los de un depredador. Sus colmillos se alargaron detrás de sus labios, la saliva tragándose en su boca mientras la urgencia de alimentarse crecía.

El drogadicto estaba sollozando ahora, emitiendo sonidos patéticamente mientras apretaba la enorme herida en su estómago. “¿Estás loco, jodido gilipollas? ¡Podrías haberme matado!”

“Todavía no” contestó Lex de manera densa alrededor de sus colmillos.

“Tengo que salir de aquí” murmuró el hombre. “Tengo que conseguir ayuda…”

“Quédate” le ordenó Lex, sonriendo mientras la mente del febril hombre se marchitaba bajo su orden.

El tuvo que obligarse a mantener su distancia. Dejar que la situación jugara mientras el lo intentara. Una herida de estómago sangraba rápido, pero la muerte vendría lentamente. Lex le necesitaba vivo durante un tiempo, el suficientemente largo para que su esencia viajara por la calle y entrara en los callejones de los alrededores.

El humano que había comprado esta noche era meramente compinche para ser arrojado dentro del agua. Lex estaba buscando atraer un pez más grande.

El sabía tan bien como cualquier otro miembro de la Raza que nada percibía un vampiro más rápido, o más seguramente, que el prospecto de una presa humana sangrando. Esto profundo en el punto débil de la ciudad, donde incluso la escoria de la sociedad humana se apuraban dentro de un estado de terror secreto, Lex estaba contando con la presencia de Renegados.

El no fue decepcionado.

Los dos primeros vinieron olfateando alrededor de la casa agrietada en minutos. Los Renegados eran adictos desesperanzados, tanto como el drogadicto que ahora se acurrucaba en posición fetal y barría tranquilamente el suelo mientras su vida se apagaba lentamente.

Aunque pocos de la Raza perdidos en la lujuria de sangre -la permanente e insaciable sed de sangre- los únicos que raramente hacían, si alguna vez, volvían de ello. Vivían en las sombras, salvajes monstruos sin raíces cuyo único objetivo era vivir alimentando su hambre.

Lex se deslizó hacia atrás en la esquina de la habitación mientras los dos depredadores se arrastraban dentro. Ellos inmediatamente cayeron sobre el humano, rasgándole con colmillos que nunca se desvanecían, ojos ardiendo con el color y calor del fuego.

Otro Renegado encontró la habitación. Este era más grande que los otros, más brutal mientras se arrojaba hacia la matanza y comenzaba a alimentarse. Una refriega estalló entre los asilvestrados vampiros. Los tres se giraron sobre sí como perros rabiosos. Los puños palpitando, los dedos rasgando, los colmillos destripando la carne y los huesos, cada macho poderoso luchaba viciosamente para ganar a su presa.

Lex miraba paralizado. Aturdido por la violencia, y borracho de la esencia de tanta sangre derramada, humana y de la Raza.

El miró y esperó.

Los Renegados lucharon uno contra otro hasta la muerte, como los animales salvajes que eran. Solo uno de ellos demostraría ser el más fuerte al final.

Y ese era el que Lex necesitaba.

Después de un día completo de espera hasta el anochecer, ahora tenía otras dos horas para matar antes de poder tomar su vuelo de vuelta a Boston.

Nikolai consideró seriamente saltar la cita del aeropuerto y dirigirse afuera a pie, pero incluso con su resistencia de la Raza y su hipervelocidad, el apenas pasaría el estado de Vermont antes de que el amanecer lo conduciera a ocultarse de nuevo. Y francamente, la idea de dormir en un granero con un grupo de animales agitados no le hacía exactamente morirse por ponerse unas Nikes y pisar la carretera.Así que el esperaría.

Maldita sea.

El y la paciencia nunca habían sido amigos muy íntimos. El había estado lleno de aburrimiento en el momento que el sol se hubiera puesto y el fuera capaz de salir del refugio.

El supuso que era el mismo aburrimiento que le guiaba dentro del húmedo barriobajero de Montreal, donde esperaba encontrar algo divertido para hacer mientras se le pasaba el mal humor. No le preocupaba como usaba el tiempo, pero el había deliberadamente buscado la única zona de la ciudad donde las rarezas de encontrar una razón para que desapareciera con sus nudillos o sus armas eran mejor que bien.

En este particular bloque de callejones infectados de ratas y barrios de bajas rentas, sus elecciones inmediatas eran limitadas para los jefes del crack, traficantes -siendo ellos comerciantes en narcóticos o piel- y prostitutas callejeras de ambos géneros sin discriminaciòn. Más de un idiota le quitó la vista mientras andaba por la calle sin dirección aparente. Alguien era incluso lo suficientemente estúpido para mostrarle el borde final de un cuchillo mientras el pasaba, pero Niko solo se detuvo y le dio al cabronazo desdentado una sonrisa de oreja a oreja enseñando los filos de sus colmillos a modo de invitación y la amenaza desaparecía tan pronto como había aparecido.

Aunque el no se resistía a alguna confrontación de ningún tipo, la lucha entre humanos estaba algo por debajo de él. El prefería más de un desafío. Lo que realmente le animaba a encontrar justo ahora era un Renegado. El verano pasado, Boston había estado hundido hasta la rodilla con vampiros adictos a la sangre. La lucha había sido dura y pesada- con al menos una pérdida trágica en el lado de la Orden- pero Nikolai y el resto de guerreros habían cumplido su misión para mantener la ciudad limpia.

Otras zonas metropolitanas aún así perdían a civiles ocasionales por la lujuria de sangre, y Niko habría apostado su huevo izquierdo a que Montreal no era diferente. Pero aparte de los chulos, camellos, y prostitutas, esta extensión de ladrillo y asfalto se sentía tan muerta como la cripta donde el había sido forzado a pasar el día.

"Eh, cariño." La mujer le sonrió desde el umbral en sombras de una puerta mientras el pasaba al lado.

“¿Buscas algo específico o solo miras escaparates?”

Nikolai gruñó, pero el se detuvo. “Soy un específico tipo de hombre”.

“Bien, quizás tenga lo que necesitas”. Ella le sonrió y se movió de su pose sobre el escalón de hormigón. “De hecho, tengo exactamente lo que necesitas, cariño.”

Ella no era una belleza, con su quebradizo, provocador y descarado cabello, ojos apagados, y piel cetrina, pero entonces de Nuevo Nikolai no esperaba gastar mucho tiempo mirando su cara. Ella olía bien, si desodorante y spray del cabello podían ser considerados flagrancias de olor a limpio. Para los sentidos afilados de Niko, la mujer apestaba a cosméticos y perfumes, con un trasfondo de uso reciente de narcóticos que se filtraba de sus poros.

“¿Qué dices?” preguntó ella, acercándose furtivamente a el ahora. “¿Quieres ir a algún lugar durante un rato? Si tienes veinte dólares, te daré media hora”.Nikolai miró el pulso latiendo en el cuello de la mujer. Habían pasado varios días desde que hubiera comido por última vez. Y el tenía dos horas por delante sin hacer nada…

“Sí” dijo el, asintiendo. “Caminemos”.

Ella tomó su mano y le guió a la vuelta de la esquina del edificio y calle abajo hacia un callejón vacío.

Nikolai no perdió tiempo. Tan pronto como estaban apartados de potenciales mirones, el tomó su cabeza en sus manos y desnudó su cuello para morderla. Su grito asustado fue aplastado al instante de que el hundiera sus colmillos en su carótida y comenzara a beber.

La sangre de la mujer era mediocre -el habitual cobre pesado de las células rojas humanas, pero enlazadas con una acidez dulce y amarga de las pelotas de heroína y cocaína que ella había tenido antes paseando durante su trabajo de noche. Nikolai tragó varios sorbos, sintiendo el flujo de energía de la sangre a través de su cuerpo en una baja vibración. No era raro para un vampiro de la Raza excitarse por el acto de comer. La respuesta era puramente física, un despertar de células y músculos.

Que su pene estuviera completamente erecto ahora y apretando para aliviarse no le sorprendió del todo. Era el hecho de que su cabeza estaba nadando con pensamientos de una mujer con cabeza de cuervo- una mujer a la que no tenía intención de ver de nuevo- que hacía que Niko se pusiera en estado de alarma.

"Mmm, no pares," su compañera humana se quejó, tirando de su boca de vuelta a la herida en su cuello. Ella también estaba sintiendo los efectos de la alimentación, cautivada como todos los humanos llegaban a estar cuando estaban bajo la mordedura de la Raza. “No pares, cariño”.

La visión de Nikolai estaba inundada de fuego ámbar mientras el se abrazaba de nuevo a su garganta. El sabía que no era Renata, pero mientras sus manos pasaban rozando las desnudas piernas de la mujer y por debajo de la falta corta de mezclilla que ella llevaba puesta, el se imaginó acariciando los bellos y largos muslos de Renata. El imaginó que era la sangre de Renata la que le alimentaba. El cuerpo de Renata el que respondía tan apasionado a su contacto.

Eran los febriles jadeos de Renata los que le guiaban mientras el destrozaba la tanga barato con una mano y trabajaba para liberarse con la otra.

El necesitaba estar dentro de ella.

El necesitaba…

Santo Cielo.

Una ligera brisa se arremolinó a través del callejón, llevando con ella la fetidez de vampiros Renegados. Y había demasiada sangre derramada también. Sangre humana. Una condenada cantidad, mezclada con el vil hedor de Renegados sangrando.

“Jesucristo”.

¿Qué coño sucede?

El tiró de la falda de la mujer hacia abajo y barrio con su lengua la herida del cuello, sellando su mordedura.

"Dije que no pararas…"

Niko no le dio tiempo de terminar su pensamiento. Con poner su palma sobre su frente, borró de su mente todo. “Sal de aquí” le dijo.

El estaba ya corriendo por el callejón cuando ella salió de su aturdimiento y comenzó a moverse. El siguió a su nariz hasta un dilapidado edificio no lejos de donde había estado. La fetidez emanaba del interior, un par de pisos por encima de la calle.

Nikolai escaló la escalera de incendios hasta el Segundo piso. Sus ojos estaban prácticamente regando el abrumador olor a muerte que rodaba por debajo de esa planta. Su mano sobre la pistola enfundada en su cadera, Niko se acercó al lugar. No había sonidos al otro de la maltrecha puerta llena de graffitis. Solo muerte, humana y vampírica. Niko giro el pomo y se preparo para lo que encontraría.

Había habido una masacre.

Un aparente drogadicto permanecía en posición fetal entre desechos de jeringas y otras basuras que cubrían el suelo lleno de sangre y un repugnante colchón. El cuerpo estaba tan arruinado que era apenas reconocible como humano, solo dejaba un sexo distinguible. Los otros dos cuerpos fueron atacados ferozmente también, pero definitivamente eran de la Raza, ambos Renegados a juzgar por el tamaño y olor de ellos.

Nikolai pudo suponer que podría haber ocurrido aquí: un forcejeo letal sobre la presa. Esta lucha era reciente, quizás solo unos minutos atrás. Y los dos chupasangres muertos no habrían sido capaces de destruirse el uno al otro tan a conciencia antes de que uno o el otro cayeran.

Había habido al menos un Renegado más envuelto en esta pelea.

Si Niko tenía suerte, el ganador podría estar aún en la zona, lamiendo sus heridas. El lo esperaba así, porque le encantaría dar al bastardo enfermo una probada de su pistola de 9 mm. Nada decía “Que Tengas un buen día” como el riego sanguíneo corrompido de un Renegado yendo a una fusión alérgica de una dosis de titanio venenosa.

Nikolai fue hacia la ventana precintada y tiró de los paneles atornillados crudamente. Si el estaba buscando acción, el la había encontrado a montones. Abajo, en la calle, había un Renegado enorme. El estaba ensangrentado y maltrecho, pareciendo el infierno.

Pero maldita sea…no estaba solo.

Alexei Yakut estaba con él.

Increíblemente, Lex y el Renegado caminaban hacia un sedan que les esperaba y entraron dentro.

"¿Qué demonios sucedia?" Niko murmuró en bajo mientras el coche arrancaba y se deslizaba por la calle.

El estuvo a punto de saltar por la ventana abierta y seguir a pie cuando un grito agudo sonó detrás de él. Una mujer había vagado hasta la zona de la matanza y ahora gritaba de terror, un dedo acusador señalaba en su dirección. Ella gritó de nuevo lo suficientemente alto para despertar a cada camello y comerciante del vecindario.

Nikolai miró a la testigo y la sangrienta evidencia de un forcejeo que parecía cualquier cosa excepto humana.

"Maldita sea," gruñó el, mirando por encima de su hombre a tiempo para ver el coche de Lex desaparecer girando la esquina. “Esta bien” dijo a la chillona banshee (Son espíritus femeninos que, según la leyenda, al aparecerse ante un irlandés, anunciaba con sus gemidos la muerte cercana de un pariente. Son consideradas hadas y mensajeras del otro mundo) mientras el dejaba la ventana y se acercaba a ella. “No viste nada”.

El borró su memoria y la sacó fuera de la habitación. Entonces el tomó un cuchillo de titanium y lo clavó en los restos de uno de los Renegados muertos.

Mientras el cuerpo comenzaba a chisporrotear y disolverse, Niko se prepare para limpiar el resto del desorden que Lex y su insólito socio habían dejado atrás.

CAPÍTULO DOCE

Traducido por Xhiamara

Renata permaneció junto al mostrador de la cocina, agarró un cuchillo libremente en la mano. “Qué tipo de jalea quieres esta noche, uva o fresa?”

“Uva” contesto Mira. “No espera. Quiero fresas esta vez.”

Ella estaba sentada en el borde de la encimera de madera al lado de Renata, sus piernas colgando con los brazos cruzados. Vestida con una camiseta purpura, pantalones azul desgastados, y zapatillas desgastadas, Mira podría parecer como cualquier otra niña de cerca esperando la cena. Pero las niñas normales no eran obligadas a comer lo mismo, prácticamente día a día. La pequeñas niñas normales tenían familias que las amaban y cuidaban. Vivían en casas bonitas, con calles bonitas con arboladas, con cocinas brillantes y despensas almacenadas, y las madres sabían cocinar comidas interminables y maravillosas.

Al menos, eso es lo que Renata se imaginaba cuando pensaba en la representación ideal de una familia normal. Ella no lo sabía por ningún tipo de experiencia personal. Como niña de la calle antes de que Yakut la encontrara y llevara a su guarida, Mira no sabía tampoco sabía lo que era normal. Pero era sana, el tipo de vida normal que Renata deseaba para la niña, aunque parecía un deseo insignificante, de pie en la sucia cocina de Sergei Yakut, junto a un destartalado campo de tiro, que probablemente no funcionaría, aunque tuviera una línea de gas corriendo en ella.

Desde que Renata y Mira eran las únicas en la cabaña que se alimentaban de comida, Yakut había dejado en sus manos que ella y la niña se alimentaran regularmente. Renata no prestaba realmente atención en su alimentación odiaba no ser capaz de tratar a Mira con algo agradable de vez en cuando.

“Un día saldremos y tendremos una cena real para nosotras, una con cinco platillos diferentes. Además del postre,” añadió, untando la mermelada de fresa en una rebanada de pan blanco. “Tal vez tengamos dos postres cada una.”

Mira sonrió bajo el corto velo negro que caía sobre la pequeña punta de su nariz. “Crees qué el postre será de chocolate?”

“Definitivamente de chocolate. Aquí tienes,” dijo, entregándole el plato.

“PB &J, fuertes con la J, y sin costras.”

Renata se apoyó en el mostrador, mientras Mira cortaba un pequeño trozo del bocadillo y se lo comía, como si fuera tan delicioso como cualquier menú de cinco platos que se pudiera imaginar.

“No olvides tomarte tu jugo de manzana.”

“Mmm- está bien.”

Renata clavó el popote en la caja del jugo y lo puso al lado de Mira. Entonces ella quitó las cosas, limpiando el mostrador. Cada musculo tenso cuando oyó la voz de Lex en la habitación.

Se había ido desde el anochecer. Renata no lo había echado de menos, pero no se había preguntado qué era lo que había estado haciendo desde que se había ido. La respuesta se produjo en la forma de una carcajada de una mujer borracha- varias mujeres borrachas, por el sonido de las risas y los chillidos pasando el área principal de la cabaña.

Lex traía a menudo mujeres humanas a casa para servir a su ejército de sangre y entretenimiento general.. A veces las mantenía por varios días. Ocasionalmente compartía su botín con los otros guardias, todos ellos las usaban y borraban el ataque de sus mentes antes de botarlas de nuevo a sus vidas. El estar bajo el mismo techo que Lex cuando estaba de humor fiestero la enfermaba, pero no más de lo que enfermaba a Mira, ya que era expuesta – incluso en la periferia – a sus juegos también.

“Qué está pasando allí afuera, Rennie?” preguntó.

“Termina tu sándwich,” Renata le dijo a Mira cuando dejó de comer para escuchar el alboroto en la otra habitación. “Quédate aquí. Enseguida regreso.”

Renata salió de la cocina y atravesó el pasillo hacia el alboroto.

“Beban, señoritas!” gritó Lex, dejando caer una caja de botellas de licor en el sofá de cuero.

El no consumiría alcohol, ni se favorecía de los favores de la fiesta que conseguía. Un par de bolsas claras, enrolladas, cada una tan rellena, con lo que probablemente era cocaína, y las arrojó sobre la mesa. El sistema de sonido se encendió, un bajo crepitando fuertemente por debajo de la letra de la canción de hip-hop.

Lex agarró a la morena curvilínea con la risa frívola y la colocó bajo su brazo. “Te dije que tendríamos la diversión con nosotros! Ven aquí y muéstrame una gratitud adecuada.”

Ciertamente el estaba en un raro estado de ánimo, de buen humor. Y no era un milagro. Regresó con un buen botín: cinco mujeres vestidas con tacones altos, diminutos tops, y micro faldas. Al principio, Renata adivinó que eran prostitutas, pero viendo más de cerca, que estaban demasiado limpias, demasiado dulces bajo todo ese maquillaje pesado para ser parte de la vida de las calles. Probablemente eran solo ingenuas chicas del club, sin darse cuenta de que el persuasivo, y atractivo hombre que las recogió era en realidad como algo salido de una pesadilla.

“Vengan a conoces a mis amigos,” Lex les dijo al grupo de mujeres mientras se movía hacia los otro machos de Raza para ver la captura de la noche. Hubo un momento de aprensión palpable mientras los cuatro guardias fuertemente armados miraban lascivamente a sus aperitivos humanos. Lex empujó a las tres mujeres hacia los ansiosos vampiros. “No sean tímidas, chicas. Esta es una fiesta, después de todo. Vayan y digan hola.”

Renata se dio cuenta de que el estaba reteniendo a las dos chicas más bonitas. Típico de Lex, obviamente había reservado lo mejor para él. Renata estaba a punto de girarse y volver con Mira a la cocina – a tratar de ignorar la orgía sangrienta que estaba a punto de comenzar- pero antes de que pudiera dar dos pasos lejos, Sergei Yakut apareció atronador de sus aposentos privados.

“Alexei.” La furia vibraba fuera del vampiro mayor en ondas de calor. Miró a Lex, con ojos brillantes color ámbar. “Has estado fuera durante horas. Dónde estuviste?”

“He estado en la ciudad, padre.” Intentó con una sonrisa generosa, comodiciendo que su tiempo fuera de sus obligaciones no hubiera sido enteramente para servir a sus propias necesidades. “Mire lo que le traje.”

Lex puso una de las mujeres lejos de su resguardo para que Yakut la inspeccionara. Yakut ni siquiera le dio una mirada al premio que Lex le ofrecía. Solo miró a las dos mujeres que Lex guardaba para él mismo.

El Gen Uno gruñó. “Escarbaras la mierda de tus talones y me dirás que es oro?”

“Nunca,” respondió Lex. “Padre, yo nunca lo consideraría.”

“Bien. Estas dos serán,” dijo, indicando a las mujeres de Lex.

Furioso como debería de estar, humillado como él debió sentirlo como un pinchazo a su orgullo. Lex no dijo ni una palabra. Dejó caer su mirada y esperó en silencio a que Yakut recogiera a sus dos compañeras y se dirigiera con ellas a sus aposentos privados.

“No esperamos ser molestados,” Yakut ordenó sombríamente. “Por ninguna razón.”

Lex dio un asentimiento de reverencia contenida. “Si padre. Por supuesto. Cualquier cosa que desee.”

Nikolai oyó música y voces antes incluso de que estuviera a quinientos metros de la cabaña. Se acercó, moviéndose a través del bosque como fantasma, el carro de Lex estaba estacionado en la parte de atrás, el capó (cofre) todavía estaba caliente por el viaje a la ciudad.

Niko no estaba seguro de lo que iba a encontrar. No se esperaba una maldita fiesta, pero eso era lo que parecía que había adentro de la casa principal. El lugar estaba iluminado como árbol de navidad, las luces que salían de las ventanas de la sala donde alguien estaba entretenido con un número de hembras. Rap pesado básico vibraba por todo el camino de tierra por debajo de las botas de Nikolai mientras él se acercaba a un lado del edificio y echaba un vistazo a dentro.

Lex estaba ahí, muy bien. El y el resto de los guardaespaldas de Ykut, reunidos todos en una sala rustica. Tres mujeres jóvenes bailaban en las alfombras de piel en ropa interior, todos ellos claramente embriagados, basado en la cantidad de bebidas alcohólicas y estupefacientes extendidos sobre la mesa más cercana. Los cuatro guardias de Raza aullaban y las animaban, los vampiros probablemente estaban a segundos de abalanzarse sobre las hembras ingenuas.

Lex, mientras tanto, estaba sentado encorvado en un sofá de piel, los ojos oscuros fijos en las mujeres a pesar de que sus pensamientos parecían estar a kilómetros de distancia. No había ninguna señal del pícaro Lex que había estado coqueteando en la ciudad. Sin señales de Sergei Yakut tampoco, y el hecho de que la seguridad entera estaba ilimitada con este pequeño espectáculo hizo que los instintos de Niko cambiaran a alerta roja.

“Qué demonios estas haciendo?” Niko pronunció por lo bajo.

Pero el sabía la respuesta incluso antes de que comenzara a moverse por la parte posterior de la cabaña, donde Yakut tenía sus aposentos privados. Cuando un sutil, pero persistente olor confirmó las sospechas de Niko de su peor temor.

Maldita sea.

El renegado estaba aquí.

Nikolai olió sangre fresca derramada también, proveniente de humano, el aroma era casi abrumador cuanto más se acercaba a la habitación de Yakut. Sangre y sexo, para ser exactos, como si el Gen Uno hubiera estado dando un atracón el solo por un tiempo.

Un grito repentino irrumpió en la noche.

De mujer. Un sonido de terror total, procedente de dentro de las cámaras de Yakut.

Después, disparos amortiguados.

Pop, pop, pop!

Nikolai voló a través de la puerta trasera del refugio, sin sorprenderse al encontrarlo desbloqueado desde fuera y parcialmente abierto. Irrumpió en el cuarto de Yakut, su pistola semi-automática en su mano lista para ser descargada la carga completa de de balas de titanio reforzado.

La escena que lo saludó era una carnicería total.

En la cama estaba Sergei Yakut, tendido desnudo sobre una mujer atrapada bajo su cuerpo sin vida, con la garganta desgarrada donde el vampiro se había estado alimentado de ella apenas unos segundos antes. Ella no se movía, y no había color en la piel de la mujer o el pelo, porque la mayoría de ella estaba cubierta de la sangre de Yakut y la propia. Faltaba la mitad de la cara del Gen Uno. La cabeza de Sergei Yakut era poco más que pedazos de hueso, tejido y sangre del trio de balas que habían sido disparadas a quemarropa en la parte posterior de su cráneo. Estaba muerto y el rengado que lo mató fue también presa del ansia de sangre para darse cuenta de la presencia de Nikolai. El hijo de puta había dejado la pistola que había utilizado para matar a Yakut y actualmente estaba ocupado con otra mujer desnuda que había sido atrapada en la esquina de la habitación. Sus ojos estaban girados hacia atrás y no se movía. Mierda, no estaba respirando bien, aunque el renegado seguía bebiendo de ella, su cuello desecho por los colmillos enormes.

Niko se movió por detrás del hijo de puta y puso el cañón de la Beretta contra su cabeza desgreñada. Apretó el gatillo – dos muertos- con titanio – con explosiones en el cerebro del canalla. El renegado cayó al piso, retorciéndose y con espasmos a causa del golpe. El titanio hacia efecto rápido y el vampiro moribundo lanzó un frito tan fuerte y de otro mundo que sacudió las viejas vigas de madera de la cabaña como un trueno.

Renata salió volando de la cocina con su pistola en ristre. Sus sentidos de batalla habían sido tensados como cuerda de piano, crepitar de disparos distantes y el aullido inhumano que siguieron, procedentes de otro lugar del refugio. La música seguía sonando en la gran sala. Lo visitantes de Lex ya no estaban vestidos y seguían estridentes con el continuo flujo de drogas y alcohol. Las mujeres estaban todas sobre los guardias y estos igual también, y por la mirada hambrienta de los machos de Raza no hubieran notado si una bomba estallará en el cuarto de al lado.

“Idiotas,” Renata los acusó por lo bajo. “Ninguno de ustedes escuchó eso?”

Lex levantó la vista, la preocupación oscureció su expresión, pero ella realmente no estaba esperando una reacción por parte de él. Ella corrió hacia el corredor de la cámara privada de Yakut. El pasillo estaba oscuro, el aire espero. Todo muy silencioso. Demasiado todavía.

La muerte colgaba como un velo, casi asfixiante mientras ella se acercaba a la puerta abierta del alojamiento del vampiro.

Sergei Yakut ya no estaba vivo; Renata sintió la verdad en sus huesos. La pólvora, sangre, y un abrumador, olor dulzón de podredumbre le advirtió que ella caminaba hacia algo terrible.

Aunque nada podría haberla preparado realmente para lo que ella vio cuando giró la chapa de la puerta, el arma levantada y la sostuvo con ambas manos. Lista para matar a quien estuviera en su camino. La vista de tanta muerte, sangre y gore [1], la tomó por sorpresa. Ello estaba por todas partes: la cama, suelo, paredes.

Y también lo fue el asesino aparente de Sergei Yakut.

Nikolai estaba en el centro de la carnicería, su rostro y camisa oscura salpicada de color escarlata. En su mano tenía una gran pistola semi-automática, la punta del barril todavía humeante por su reciente utilización.

“Tú?” la palabra se deslizó de sus labios, la conmoción e incredulidad como una bola de hielo en su intestino. Miró el cuerpo de Yakut -sus restos eliminados- tendido sobre la cama en la parte superior de la mujer sin vida. “Dios mío,” ella susurró, sorprendida de verlo aquí en el pabellón de nuevo, pero aun más sorprendida por el resto de lo que estaba viendo. “Tu… tu lo mataste.”

“No.” El guerrero movió la cabeza sombríamente. “Yo no, Renata. Había un renegado aquí con Yakut.” Indicó la gran masa de humeantes cenias en el suelo, la fuente del olor ofensivo. “Yo maté al renegado, pero era demasiado tarde para salvar a Yakut. Lo siento,”

“Baja tu arma,” ella le dijo, sin interesarle las disculpas. Ella no las necesitaba. Renata sintió lastima por el final violento de Yakut, un sentimiento de incredulidad la sorprendió de que el realmente estaba muerto. Pero no había dolor. Ninguno que absolviera a Nikolai de su aparente culpa. Apuntó firmemente a su objetivo y se adentro un poco más en la habitación. “Baja tu arma. Ahora.”

El matuvo el control firme en su pistola 9mm. “No puedo hacer eso Renata. No lo haré, no tanto Lex siga respirando.”

Ella frunció el ceño confundida “Qué pasa con Lex?”

“Este asesinato fue obra suya, no mía. El trajo al renegado aquí. El trajo a las mujeres para distraer a Yakut y a los guardias, para que el renegado se pudiera acercar lo suficiente para matarlo.”

Renata escuchó pero mantuvo su objetivo en la mira. Lex era una víbora, seguro, pero un asesino? Realmente tomaría medidas para matar a su propio padre?

Solo entonces, Lex y los otros guardias se acercaron desde el pasillo.

“Qué pasa? Ocurre algo malo adentro-”

Lex se calló cuando llegó a la puerta abierta de la cámara de su padre. En su visión periférica Renata lo vió mirar el cuerpo de Yakut en la cama y después a Nikolai. Se tambaleó hacia atrás – un paso, no mucho más que un respiro. Entonces explotó, mucha rabia. “Hijo de puta! Maldito asesino hijo de puta.”

Lex se lanzó, pero fue un intento a medias, que abandonó completamente cuando la pistola de Nikolai giró en su dirección. El guerrero no flaqueaba, ni su mirada ni un solo músculo. Estaba completamente en calma mientras miraba a Lex por el cañón de su arma, incluso cuando el arma de Renata y la de los guardias apuntaban a él. “Te vi en la ciudad esta noche, Lex. Yo estaba ahí. The Crakhouse*. El cebo que utilizaste para atraer a los vampiros renegados. El hijo de puta que trajiste esta noche… los vi a todos.”

Lex se burló. “Vete a la mierda tú y tus mentiras! No has visto tal cosa.”

“Qué le prometiste al renegado a cambio de la cabeza de tu padre? Dinero no les importa a los adictos a la sangre, la vida de quién le ofreciste como premio- la de Renata? Tal vez esa pequeña niña problema en su lugar?

El pecho de Renata se apretó ante el pensamiento. Se atrevió a dar un rápido vistazo a Lex y lo encontró fríamente burlón ante el guerrero, dando una lenta sacudida de cabeza.

“Dirás cualquier cosa en este momento para salvar tu cuello. No funcionará. No cuando tu mismo amenazaste la vida de mi padre no hace más de veinte horas.” Lex se giró para ver a Renata. “Tu también lo escuchaste decirlo tanto, no es cierto?”

Ella asintió de mala gana, recordando como Nikolai le dio a Sergei Yakut una advertencia muy pública de que alguien necesitaba detenerlo.

Ahora Nikolai había regresado y Yakut estaba muerto.

Madre María, ella pensó, mirando una vez más el cuerpo sin vida del vampiro que la mantuvo prácticamente prisionera por los últimos dos años. El estaba muerto.

“Mi padre no estaba en ninguna clase de peligro hasta que la Orden entró en juego.” Lex estaba diciendo. “Un intento fallido en su contra, ahora,, esto un baño de sangre. Tu esperaste para hacer tu movimiento. Tu y el renegado que trajiste contigo esta noche, esperando una oportunidad para atacar. Solo pudo adivinar que viniste buscando matar a mi padre desde el principio.”

“No,” dijo Nikolai, un destello de luz ámbar en sus ojos azules invernales. “El que estab esperando para matarlo eras tu, Lex. “

En una fracción de segundo, solo mientras ella veía los tendones en su arma flexionarse mientras su dedo comenzaba a presionar el gatillo del arma, Renata disparó a Nikolai con una explosión mental fuerte. Con un pequeño afecto que sintió por Alexei, que no podía colocar esta noche. Nikolai rugió, columna vertebral arqueada, la cara retorciéndose de dolor.

Más efectiva que las balas, la explosión lo tumbó sobre sus rodillas en un instante. Los cuatro guardias irrumpieron en la habitación y tomaron su arma y el resto de sus armas. Los cañones de cuatro pistolas fueron colocadas en la cabeza del guerrero, en espera de órdenes de matar. Uno de los guardias ladeó el martillo, ávido de derramamiento de sangre, aunque la habitación estaba repleta.

“Bájenlas,” les dijo. Miró a Lex, cuya cara estaba repleta de ira, sus ojos azules y brillantes, sus colmillos afilados visibles entre los labios entreabiertos. “Diles que se retiren, Lex. Matarlo no hará nada más que hacernos a todos nosotros asesinos a sangre fría también.”

Increíblemente, Nikolai comenzó a reírse. Levantó la cabeza, con un esfuerzo evidente, mientras la explosión todavía lo sujetaba. “él tiene que matarme, Renta, porque no puede arriesgarse con un testigo. No es cierto, Lex? No puede alguien caminar por ahí sabiendo tu sucio secreto.”

Lex sacó ahora su propia pistola y se dirigió directamente a Nikolai y le puso el cañón de la pistola contra la frente del guerrero. Bruñó, su brazo temblando por la ferocidad de su rabia. Renata estaba inmóvil, horrorizada realmente de que apretara el gatillo. Ella estaba desecha, una parte de ella quería creer lo que Nikolai dijo – que él era inocente- y temerosa de creerle. Lo que había dicho de Lex simplemente no podía ser verdad.

“Lex,” ella dijo, el único sonido en el cuarto. “Lex… no hagas esto.”

Ella estaba a menos de un respiro de golpearlo con algo como a Nikolai cuando el arma lentamente bajó.

Lex gruñó, finalmente dejándolo tranquilo. “Me gustaría una muerte más lenta para este bastardo que la que soy capaz de darle. Llévenlo a la sala principal y conténgalo.” Les dijo a los guardias. “Después alguien y encárguese de cuidar el cuerpo de mi padre. Uno de las hembras en el otro cuarto y sáquenlas de la propiedad. Quiero todo este caos sangriento limpio inmediatamente.

Lex se volvió con una mirada oscura hacia Renata cuando los guardias comenzaron a arrastrar a Nikolai fuera de la habitación. “Si el trata cualquier cosa, dale todo lo que tienes al hijo de puta.”

CAPÍTULO TRECE

Traducido por Aletse

“Pardonnez-moi, Monsieur Fabien. Hay una llamada telefónica para usted, señor. De un Monsieur llamado Alexei Yakut".

Edgar Fabien hizo un gesto despectivo al macho de la Raza que le servía como su secretario personal y continuó admirando el corte nítido de sus pantalones ligeros hechos a la medida en el espejo del armario. Él estaba siendo equipado para un traje nuevo, y, en este momento, nada de lo que Alexei Yakut tuviera que decirle era lo suficientemente importante como para justificar una interrupción.

"Dile que estoy en una reunión y no puede ser molestado".

"Discúlpeme usted, señor, pero ya le he informado de que usted se haya disponible. Él dice que es un asunto urgente. Uno que requiere su inmediata atención personal”.

Con una cavilación Fabien miro hacia atrás furiosamente por debajo de sus pálidas, cejas arregladas. Él no intento ocultar los signos externos de su irritación creciente, que se mostraron por el destello color ámbar de sus ojos y en la repentina, agitación de los colores de sus dermaglifos que se arremolinaban y formaban un arco sobre su pecho desnudo y hombros.

"Basta", él lanzo un golpe al experto sastre enviado de los almacenes de Givenchy del centro de la ciudad. El humano se echo hacia atrás inmediatamente, recogiendo sus alfileres y la cinta de medir y obedientemente alejándose a las órdenes de su maestro. Él pertenecía a Fabien – uno de los muchos Subordinados que el vampiro de la Raza de segunda generación empleaba alrededor de la ciudad. "Fuera de aquí, ustedes dos."

Fabien se bajo de la tarima del armario, y se acercó a su teléfono que estaba en el escritorio. Él esperó hasta que ambos sirvientes habían abandonado la habitación y la puerta estuvo cerrada detrás de ellos.

Con un gruñido, tomó el auricular y pulsó el botón que parpadeaba para así conectarse a la llamada propiedad de Alexei Yakut. "Sí", susurró él con frialdad. "¿Cual es este asunto urgente suyo que simplemente no puede esperar?"

"Mi padre está muerto."

Fabien se balanceó sobre sus talones, realmente tomado con la guardia baja por la noticia. Él exhalo un suspiro con la intención de sonar aburrido. "¿Qué tan conveniente para usted, Alexei. ¿Tendré que ofrecer mis felicitaciones, junto con mis condolencias?"

Él heredero forzoso de Sergei Yakut ignoró el pinchazo. "Había un intruso en la mansión esta noche. De alguna manera él se las arregló para colarse sigilosamente en el lugar. Él mató a mi padre en su cama, a sangre fría. Oí la perturbación y trate de intervenir, pero… bueno. Por desgracia, era demasiado tarde para salvarlo. Estoy desconsolado, desde luego-"

Fabien gruñó. "Por supuesto".

"- pero yo supuse que usted querría ser notificado del crimen. Y también sospeché que usted y la Agencia de Imposición querrían venir aquí inmediatamente para detener al atacante de mi padre."

Cada célula en el cuerpo de Fabien se detuvo. "¿Qué estas diciendo – que tu tienes a alguien en custodia? ¿A quién?"

Una sonrisa baja se escucho en el otro extremo de la línea. "Veo que finalmente tengo su atención, Fabien. ¿Qué dirías si te dijera que tengo a un miembro de la Orden sometido y esperando por usted aquí en el albergue? Estoy seguro de que hay algunas personas que tendrían en mente que un guerrero menos alrededor para luchar, seria excelente."

"¿Tu no estás realmente tratando de convencerme de que este guerrero es responsable de la muerte de Sergei Yakut, verdad?"

"Yo solo estoy diciendo que mi padre esta muerto y estoy al mando de sus dominios ahora. Te digo que tengo a un miembro de la Orden en mis manos, y estoy dispuesto a entregarlo a usted. Un regalo, si usted quiere."

Edgar Fabien guardó silencio durante un largo momento, considerando el inmenso premio que Alexei Yakut le presentaba. La Orden y sus miembros activos tenían a pocos aliados dentro de la Agencia de Imposición. Menos aún dentro del círculo privado al cual Fabien pertenecía. "¿Y qué espera usted a cambio de este… regalo?"

"Ya lo he dicho, cuando nos conocimos antes. Quiero entrar. Quiero un parte en cualquier acción de lo que usted esta tratando de hacer. ¿Una parte grande, usted entiende?" El rio entre dientes, tan lleno de sí mismo. "Usted me necesita a su lado, Fabien. Creo pensar que eso es obvio para usted ahora."

La última cosa que Edgar Fabien o cualquiera de sus socios necesitaban a su lado era aun codicioso mierda como Alexei Yakut. Él era un cabo suelto, uno que tendría que ser tratado con cuidado. Si Fabien tuviese que elegir, el optaría por una exterminación rápida, pero tendría que ser alguien mas en ultima instancia el que tuviese que hacer aquella elecciòn.

¿En cuanto al miembro cautivo de la Orden? Ahora, eso era intrigante. Era una buena bendición digna de considerar, y las muchas atractivas posibilidades que esto representaba hacia que el corazón de cuatrocientos años de edad de Fabien – latiera un poco más rápido.

"Tendré que hacer unos cuantos… arreglos", dijo él. "Esto puede llevarme una hora o menos para alinear los recursos y hacer el viaje hasta el recinto para recuperar al prisionero".

“Una hora", Alexei Yakut aceptó ansiosamente. "No me hagas esperar más tiempo de ese".

Fabien se trago su respuesta de ácida y terminó la llamada con un conciso "te veré entonces".

Él se sentó en el borde de su escritorio y miró hacia fuera por la línea del horizonte nocturno que brillaba intermitentemente en la distancia más allá de su finca Darkhaven. Entonces él se dirigió hacia su caja fuerte y torció la cerradura de la combinación, tomando el mango de manivela para abrir la asegurada caja de almacenamiento. Adentro había un teléfono celular reservado solo para llamadas de emergencia. Él golpeó en un número programado y esperó a que la señal cifrada se conectara. Cuando la voz asfixiante del otro extremó contesto, Fabien dijo, "Tenemos una situación".

Las cadenas pesadas rodeaban su torso desnudo, atándolo a una silla de madera tallada. Nikolai sentía restricciones similares en sus manos, que estaban agarradas detrás de él, y en sus pies, que estaban atados por los tobillos y sostenidos con fuerza contra las patas de la silla.

Él había recibido un infierno de la paliza, y no sólo de la ráfaga mental debilitante que él había obtenido por cortesía de Renata. Gracias a ese golpe demoledor, él había estado dentro y fuera de la conciencia durante algún tiempo, luchando sólo para levantar sus párpados, incluso ahora. Por supuesto, parte del problema allí era que su rostro estaba golpeado y arruinado, con los ojos hinchados, sus labios reventados y amargos con el sabor de su propia sangre. Él había estado demasiado débil para presentar una verdadera lucha cuando Lex y sus guardias habían trabajado con él como un saco de boxeo mientras ellos le quitaban hasta su ropa interior y lo llevaban arrastrando hacia el gran cuarto de la residencia para esperar por su destino.

Nikolai no sabía cuánto tiempo él había estado sentado allí. Tiempo suficiente para que sus manos se sintiesen entumecidas por la falta de circulación. El tiempo suficiente para haber notado cuando Renata había pasado por el cuarto hace un tiempo, protectoramente conduciendo a Mira lejos de la completa repugnante escena. Él le había observado un mechón de su cabello empapado en sudor, viendo el dolor y la tensión en su rostro cuando ella había lanzado una mirada siniestra en su dirección.

Su reverberación era probablemente golpearlo muy duro ahora, él adivinaba. Niko se dijo a sí mismo que la punzada que él sintió era solo otro músculo gritando por el abuso; él probablemente no podía ser tan estúpido como para sentir ningún tipo de simpatía por el sufrimiento de la hembra. Él probablemente no podía ser tan estúpido como para preocuparse por lo que ella pensara de él- eso que ella en realidad podía suponer que él había hecho cuando Lex lo acuso de-, pero maldita sea, a él realmente le importaba. Su frustración por no poder hablar con Renata sólo amplificaba su dolor físico y su furia.

Al otro lado de la habitación de él, los cuatro guardias estaban examinando sus armas y las rodas de titanio hechas a mano con las puntas huecas que eran una de las creaciones personales de Nikolai. Ellos tenían todos sus dispositivos tendidos sobre una mesa de caballete, bien fuera de su alcance. Él teléfono móvil de Niko-, su vínculo y enlace con la Orden- estaba hecho pedazos en el suelo. Lex había tenido el gran placer de aplastarlo bajo su bota antes de que se marchara dejando a Nikolai a la supervisión de sus guardias.

Uno de los machos fornidos de la Raza dijo algo que hizo reír a los otros tres antes de que el girara a su alrededor con la semiautomática de Niko y apuntara en su dirección. Nikolai no se estremeció. De hecho, él apenas respiraba, mirando desde dentro de la de hendidura hinchada de su ojo izquierdo, todos sus músculos desplomados como si él todavía estuviese inconsciente e ignorante de su entorno.

"¿Whattaya dice que lo despertemos?" bromeó el guardia con el arma en la mano. Él la contoneo hacia Niko, tentadoramente dentro del alcance de su mano, cuando los brazos de Niko no habían sido fuertemente asegurados de tras de él. La boquilla de la 9mm bajo lentamente, hasta más allá de su pecho, luego entonces, por delante de su abdomen también. "Yo digo que castremos a este pedazo de mierda de asesino. Quitémosle sus pelotas y dejemos que la Agencia de Imposición se lo lleve en pedazos".

"Kiril, deja de ser un asno", uno de los otros lo advirtió. "Lex dijo que no podíamos tocarlo".

"Lex es un coño." Él pulido acero negro chirrió con la fría muesca cuando Kiril amartillo una ronda. "En dos segundos, este guerrero va a ser solamente un coño también."

Nikolai se mantuvo muy quieto cuando el arma se presiono cómodamente en su ingle. Parte de su paciencia nació del verdadero temor, ya que él era bastante aficionado a sus partes viriles y no tenia ningún deseo de perderlas. Pero era incluso más primordial que él entendiera que las oportunidades de revertir la situación a su favor eran pocas y breves. Él se había sacudido la mayoría de los efectos internos del talento de Renata, pero él no podía estar seguro de su fuerza física a menos que él lo intentara.

Y si él lo intentaba ahora y fallaba… bueno, él no quería contemplar las posibilidades de alejarse con su virilidad intacta si él intentaba escapar de sus ataduras y lograra sólo excitar un disparo impulsivo de Kiril.

Una dura palma golpeo un lado de su cráneo. "¿Estás ahí, guerrero? Tengo algo para ti. Hora de despertarse."

Con los ojos cerrados para ocultar su cambio de color azul al ámbar, Nikolai dejo que su cabeza callera deshuesadamente con el golpe. Pero dentro de él, la furia comenzaba a encenderse en su vientre. Él tenía que mantenerla a raya. No podía dejar que Kiril o los otros vieran el cambio de sus dermaglifos y arriesgarse a comunicarles del hecho de que él estaba completamente despierto y consciente y totalmente cabreado.

"Despiértate", gruño Kiril.

Él comenzó a levantar la barbilla de Niko, pero entonces un ruido fuera del recinto llamo su atención. Grava salpicando y crujiendo debajo de neumáticos de vehículos que se aproximaban. Una flota de ellos, por el sonido de ella.

"La Agencia está aquí", uno de los otros guardias anuncio.

Kiril se apartó de Nikolai, pero él se tomó su tiempo para desarmar la pistola. Afuera, los vehículos reducían la velocidad, hasta llegar a detenerse. Las puertas se abrieron. Botas golpeando el camino de grava cuando los Agentes de la policía Darkhavens volcaron fuera. Nikolai conto más de media docena de pares de pies moviéndose hacia la casa.

Mierda.

Si él no salía de este desastre bastante condenadamente rápido, él iba a despertarse en las manos de la Agencia de Imposición. Y para un miembro de la Orden, ese mismo grupo de la Agencia había deseado desde hace mucho tiempo extinguirlos, la detención por ellos haría que Lex y el tratamiento de sus guardias pareciera como un viaje a un spa. Si él caía en las manos de la Agencia ahora, especialmente cuando lo acusaban de asesinar a un Gen Uno- Niko sabia sin lugar a dudas que él iba a darse también por muerto.

Lex saludó a los recién llegados como si él fuera la corte de los dignatarios visitantes. "Por esta camino," él indico desde algún lugar fuera del recinto. "Tengo al hijo de puta contenido y esperando en la residencia."

"Él tiene al bastardo contenido", murmuro Kiril ácidamente. "Dudo que Lex pudiera contener su propio culo aunque estuviera usando ambas manos."

Los otros guardias se rieron entre dientes cautelosamente.

"Venga", dijo Kiril. "Tratemos de poner al guerrero en sus pies de este modo la Agencia puede tomarlo para sacarlo de aquí."

La esperanza surgió en el pecho de Niko. Si ellos lo liberaban de las restricciones, él podría tener una pequeña posibilidad de escapar. Muy pequeña, teniendo en cuenta los golpes cercanos de las botas y la capacidad armamentista que se dirigía en su dirección desde el exterior de la casa, pero pequeña era un infierno muchísimo mejor que ninguna.

Él mantuvo su hundimiento sin vida en la silla, incluso mientras Kiril se agachaba delante de él y quitaba las cadenas que estaban alrededor de sus tobillos. La impaciencia lo corroía. Cada impulso de Nikolai le decía que levantara su rodilla y golpear al guardia por debajo la mandíbula.

Él tuvo que reprimirse con los dientes mordiéndose la lengua para mantenerse a sí mismo inmóvil, con la respiración mas superficial como el pudiera, esperando la mejor oportunidad mientras el guardia daba la vuelta desde detrás de él y recogía las cerraduras que ataban las cadenas a su torso y sus muñecas. Un giro de la llave. Un chasquido crujiente del carburo de acero cuando la cerradura quedo abierta.

Nikolai flexiono sus dedos, tomó una respiración profunda, sin restricciones.

Él abrió los ojos. Sonrió abiertamente a los compañeros de Kiril un instante antes de que él llevara sus brazos a su alrededor y agarrara la cabeza grande de Kiril con ambas manos.

Dentro del movimiento fluido, él dio un giro violento y saltó hacia arriba fuera de la silla. Las cadenas cayeron y Nikolai estaba de pie con el fuerte chasquido del rompimiento del cuello de Kiril.

"¡Santo Cristo!"- gritó uno de los guardias restantes.

Alguien lanzó un disparo frenético. Los otros dos escarbaron por sus armas.

Niko tiro bruscamente de la pistola de Kiril fuera de su pistolera y devolvió el fuego, derribando a un guardia con una bala en la cabeza.

La conmoción a trajo gritos de alarma desde el pasillo. Las botas comenzaron a golpear. Un pequeño ejército de Agentes de Imposición arremetería dentro para tomar el control de la situación.

Maldita sea.

No queda mucho tiempo para hacer una fuga antes de que él estuviera contemplando los barriles de no menos de media docena de cañones, le quedaban como mucho unos pocos segundos.

Nikolai arrastro el bulto muerto del cuerpo de Kiril alrededor delante de él y lo mantuvo allí como un escudo. El cadáver tomó un par de golpes rápidos, cuando Niko comenzó a moverse hacia atrás, hacia la ventana del otro lado del extenso cuarto.

En la puerta abierta ahora, había un grupo de Agentes vestidos de negro del equipo SWAT, todos ellos erguidos con alguna arma de fuego semiautomática que lo observaban bastante serio.

"¡Quédate quieto, cabrón!"

Niko lanzó una mirada por encima de su hombro hacia la ventana que estaba a unos metros detrás de él. Esa era su mejor, su única opción. Rendirse ahora y salir pacíficamente con sus verdugos de la Agencia era una alternativa que él se negaba a considerar.

Con un rugido, Niko tomó dos conjuntos del peso muerto de Kiril y balanceo el cuerpo hacia la ventana de cristal. Él lo mantuvo cerca cuando la ventana se rompió alrededor de él, usando como escudo el cadáver del vampiro para lograr salir fuera de su alcance y así lograr atravesar el improvisado hueco.

Él escucho una orden exclamada desde detrás de él – una orden por uno de los Agentes para que abrieran fuego.

Él sentía el aire fresco de la noche sobre el rostro, en su cabello húmedo por el sudor. Pero, antes de que él pudiera tan solo registrar el más pequeño sabor de la libertad-

¡Pow! ¡Pow! ¡Pow!

Su espalda desnuda se encendió como si ella estuviera en llamas. Sus huesos y los músculos se sintieron flexibles, disolviéndose dentro de él cuando una oleada de bilis y ácido chamuscó la parte posterior de su la garganta. La visión de Nikolai nado hacia una oscuridad repentina, que lo devoraba. Él sintió la tierra surgir rápidamente por debajo de él, cuando él y el cadáver de Kiril cayeron en la tierra que estaba debajo de la ventana.

Entonces él ya no sintió nada más.

CAPÍTULO CATORCE

Traducido por Laura

Lex permaneció con Edgar Fabien bajo los aleros del casa principal, mirando como los Agentes de la Ley deslizaban el cuerpo del guerrero hacia la parte trasera de una furgoneta negra sin matricula.

“¿Cuanto tiempo le harán efecto los sedantes?” Preguntó Lex, decepcionado de saber que el arma con la que Fabien les había ordenado abrir fuego sobre Nikolai contenía dardos tranquilizantes en lugar de balas.

“No espero que el prisionero despierte hasta más tarde de que seguramente sea alojado en la prisión de contención de Terrabonne”.

Lex miró al líder del Darkhaven. “¿Una prisión de contención? Pensé que esos lugares eran usados para procesar y rehabilitar a los adictos a la sangre- algunos agentes de la ley tienen depósitos para vampiros Renegados.”

La sonrisa de Fabien era tensa. “No hay necesidad de enredarte con los detalles, Alexei. Hiciste lo correcto avisándome sobre el guerrero. Obviamente, un individuo tan peligroso como el ha resultado ser arrestado con consideraciones especiales. Yo personalmente veré que sea tratado de la debida manera. Estoy seguro de que tienes suficiente en tu mente durante estos momentos de inimaginable y trágica perdida”.

Lex gruñó. “Todavía está el asunto de nuestro…acuerdo”.

“Sí”, contestó Fabien, dejando que la palabra saliera lentamente entre sus delgados labios. “Me has sorprendido, Alexei, debo admitirlo. Hay algunas presentaciones que me gustaría hacer en tu nombre. Presentaciones muy importantes. Naturalmente esto requerirá la más completa discreción”.

“Sí, por supuesto”. Lex apenas podía contener su entusiasmo, su codicia por saber más- por saber todo lo que había que saber- justo aquí y ahora. “¿A quien necesito conocer? Puedo estar en tu casa a primera hora mañana por la noche…”

La risa condescendiente de Fabien fue crispante. “No, no. estoy hablando sobre algo tan publico como esto. Esto requerirá una reunión especial. Una reunión secreta, con unos pocos de mis socios. Nuestros socios” el corrigió con una mirada conspiratoria.

Una audiencia privada con Edgar Fabien y sus coetáneos. Lex Estaba prácticamente salivando con solo la idea. “¿Donde? ¿Y cuando?”

Dentro de tres noches. Te enviaré mi coche a recogerte y te traeré al lugar como mi invitado personal”.

“Estoy deseándolo con anticipación” dijo Lex.

El ofreció su mano al macho Darkhaven – su poderoso y nuevo aliado- pero la mirada de Fabien se había desviado desde el hombro de Lex a la ventana rota de la gran habitación del edificio. Esos astutos ojos se estrecharon, y la cabeza de Fabien se movió a los lados.

“¿Tienes a una niña ahí fuera?” preguntó el, con algo oscuro brillando con su mirada rapaz.

Lex se giro, justo a tiempo de ver a Mira intentando eludirse fuera de su vista, su corto velo negro agitándose con el rápido movimiento. “La mocosa sirvió a mi padre o eso le gustaba pensar” dijo desdeñosamente. “Ignórala. No es nadie”.

Las pálidas cejas de Fabien se alzaron ligeramente. "¿Es ella una compañera de Raza?" "Sí", dijo Lex. "Una huérfana que mi padre recogió hace algunos meses."

Fabien hizo un ruido bajo en el fondo de su garganta, en algún lugar entre un gruñido y un carraspeo. “¿Cuál es el talento de la chica?”

Ahora era Fabien quien parecía incapaz de ocultar su ávido interés. El estaba todavía mirando la ventana abierta, estirando su cuello y buscando como si la servicial Mira fuera a aparecer allí de nuevo.

Lex consideró esa entusiasta mirada por un momento, entonces dijo, “¿Te gustaría ver lo que ella puede hacer?”

La mirada brillante de Fabien fue suficiente respuesta. Lex lideró el camino de vuelta a la casa principal y encontró a Mira arrastrándose por el pasillo hasta su dormitorio. El subió y la cogió por el brazo, empujándola para que diera la cara ante el líder Darkhaven. Ella gimoteó un poco ante su áspero tratamiento, pero Lex ignoró las quejas de la mocosa. El quitó su velo y la empujó enfrente de Edgar Fabien. "Abre tus ojos," ordenó él. Cuando ella no accedió inmediatamente, Lex la persuadió con un golpe de sus nudillos contra su pequeña nuca rubia. “Ábrelos, Mira”.

El supo que ella lo hizo porque en el siguiente momento, la expresión de Edgar Fabien pasó de una curiosidad moderada a una declarada de maravilla y sorpresa. El se quedo, paralizado, con la mandíbula floja.

Entonces el sonrió. Una amplia y atemorizada sonrisa. “Dios mío”, respiro él, incapaz de apartar su mirada de los ojos embrujadores de Mira.

“¿Qué ves?” preguntó Lex.

Tomó a Fabien un tiempo antes de responder. “¿Es esto… puede ser posible que esté viendo mi futuro? ¿Mi destino?”

Lex apartó a Mira lejos de él ahora, sin perder el reflexivo agarre de Fabien en la chica, como si el no estuviera preparado para soltarla todavía. “Los ojos de Mira de hecho reflejan hechos futuros” dijo el, colocando el corto velo de nuevo sobre su cabeza. “Ella es una niña notable”.

“Hace un minuto dijiste que ella no era nadie” le recordó Fabien. Los ojos estrechos y calculadores viajaron sobre la chica. “¿Qué estarías dispuesto a aceptar por ella?”

Lex vio la cabeza de Mira girar en su dirección, pero su atención estaba fijada sólidamente en la transacción rápidamente ofrecida enfrente de el. “Dos Millones” dijo el, soltando la cifra de forma casual, como si fuera una cifra trivial. “Dos millones de dólares y ella es tuya”.

"Hecho," dijo Fabien. "Llama a mi secretaria con un numero de cuenta bancaria y la suma te será ingresada en una hora."

Mira se estiró y cogió el brazo de Lex. "Pero no quiero ir a ningún lugar con el. No quiero dejar a Rennie-"

"Cálmate, cálmate, ahora, corazón," arrulló Fabien. El pasó su palma por la parte alta de su cabeza. “Ve a dormir, niña. No más ruido. Duermete ahora”.

Mira cayó hacia atrás, cogida en el trance del vampiro. Fabien la cogió entre sus brazos y la acunó como un bebé. “Un placer hacer negocios contigo, Alexei”.

Lex asintió. "Lo mismo digo," contestó él, siguiendo al líder Darkhaven fuera de la casa y esperando mientras el y la chica desaparecían en un sedan oscuro que estaba parado en el camino.

Mientras la flota de coches viraba, Lex consideró el giro sorprendente de hechos de la tarde. Su padre estaba muerto. Lex era libre de culpas y preparado para tomar el control de todo lo que había merecido durante tanto tiempo. El pronto estaría acompañado por el circulo de elite de poder de Edgar Fabien, y el era repentinamente dos millones de dólares más rico.

No estaba mal para una noche de trabajo.

Renata giro su cabeza a un lado de su almohada y abrió un ojo, una pequeña prueba para ver si la repercusión había pasado finalmente. Su cráneo se sentía como si hubiera sido vaciado y relleno de algodón húmedo, pero era una mejoría sobre la agonía martilleante que había sido su compañero durante las pasadas pocas horas.

Un diminuto pinchazo de luz diurna brilló a través de un pequeño agujero en el postigo de pino. Era de mañana. Fuera de su habitación, la casa estaba tranquila. Tan tranquila que durante un segundó se preguntó si acababa de despertarse de un horrible sueño.

Pero en su corazón, ella sabía que todo era real. Sergei Yakut estaba muerto, asesinado en un asalto sangriento en su propia cama. Todas las grotescas, imágenes empapadas de sangre actuando a través de su mente habían ocurrido. Y lo mas inquietante de todo, era Nikolai quien permanecía acusado y arrestado por el asesinato.

El arrepentimiento corroía la conciencia de Renata. Con el beneficio de una cabeza clara y estando algunas horas quitadas de la sangre y el caos del momento, ella tenía que preguntarse si ella podría haber sido demasiado precipitada al dudar de el. Quizás todos ellos habían sido demasiado precipitados en condenarlo – Lex en particular.La sospecha de que Lex podría haber tenido algo que ver en la muerte de su padre- como Nikolai había insistido- puso un nudo de malestar en su estómago.

Y entonces estaba la pobre Mira, demasiado joven para ser expuesta a tanta violencia y peligro. Una parte mercenaria de ella se preguntaba si ambos podrían ser mejores ahora. La muerte de Yakut había liberado a Renata de su control sobre ella. Mira era libre también. Quizás esta era la oportunidad que ambas necesitaban- una oportunidad de ir a algún lugar más allá del recinto y sus muchos horrores.Oh, Dios. ¿Se atrevía a desearlo?

Renata se sento, colgando sus piernas sobre el lado de la cama. La esperanza la mantenía a flote, aumentando en su pecho.

Ellas podían irse. Sin Yakut para que las siguiera, sin el vivo y capaz de usar su conexión de sangre, ella era finalmente libre. Ella podía tomar a Mira y dejar este lugar, de una vez por todas.

“María madre de dios” suspiró ella, juntando sus manos en una oración desesperada. “Por favor, danos esta oportunidad. Déjame tener esta oportunidad- por el destino de esa niña inocente”.

Renata se incline cerca de la pared que compartía con el dormitorio de Mira. Ella golpeó sus nudillos ligeramente sobre los paneles de Madera, esperando oír el golpe de respuesta de la chica.

Solo silencio.

Ella golpeó de nuevo. “¿Mira, estás despierta, niña?”

No hubo respuesta. Solo una larga tranquilidad se sentía como un repique mortal.

Renata todavía llevaba las ropas de la noche anterior, una camiseta negra de manga larga arrugada por el sueño y unos jeans oscuros de Denia. Ella se puso un par de botines y se lanzó hacia el pasillo. La puerta de Mira estaba solo a un par de pasos… y permanecía entreabierta.

"¿Mira?" ella llamó, caminando adentro y echando una rápida mirada alrededor.

La cama estaba deshecha y arrugada desde donde la niña había estado en un punto durante la noche, pero no había señal de ella. Renata giro y corrió al baño que compartían al otro lado del pasillo.

"¿Mira? ¿Estás ahí dentro, ratoncito?" Ella abrió la puerta y encontró la pequeña habitación vacía. ¿Adonde podría haber ido? Renata giró alrededor y se dirigió de nuevo al corredor de paneles hacia la zona vital del edificio, un terrible pánico comenzando a apoderarse de su garganta. “¡Mira!”

Lex y un par de guardias estaban sentados alrededor de la mesa en la gran sala mientras Renata corría al interior desde el pasillo. El le dirigió la más breve mirada entonces continuo hablando con los otros hombres.

“¿Donde esta ella?” exigió Renata. “¿Qué has hecho con Mira? Juro por Dios, Lex, que si la has hecho daño…”

El le lanzó una mirada mordaz. “¿Dónde esta tu respeto, hembra? Acabo de volver de liberar el cuerpo de mi padre al sol. Este es un día de luto. No oiré una palabra tuya hasta que este malditamente bien y listo”.

“Al infierno contigo y tu falso luto” estalló Renata, cargando contra el. Era casi imposible evitar que le golpeara con una ráfaga del poder de su mente, pero los dos guardias que se levantaron a cada lado de Lex, dirigiendo sus armas contra ella, ayudaron a controlar su ira. “Dime que hiciste, Lex. ¿Dónde esta ella?”

“La vendí”. La respuesta fue tan casual, que podría haber estado hablando de unos viejos zapatos.

“Tu… ¿tu hiciste qué?” los pulmones de Renata se retorcieron, perdiendo tanto aire que apenas pudo tomar otra respiración. “¡No puedes estar hablando en serio! ¿La vendiste a quien- a esos hombres que vinieron por Nikolai?”

Lex sonrió, le dio un vago encogimiento de hombros de admisión.

“¡Bastardo! ¡Cerdo asqueroso!” La total y fea realidad de todo lo que Lex había hecho la golpeó. No solo lo que había hecho a Mira, sino a su propio padre, y, mientras ella veía con atroz claridad ahora, lo que había hecho también a Nikolai. “Dios mío. Todo lo que el dijo sobre ti, ¿era verdad, no? Fuiste el único responsable de la muerte de Sergei, no Nikolai. Fuiste tu quien trajiste adentro a los Renegados. Tu planeaste todo”.

“Ten cuidado con tus acusaciones, hembra” la voz de Lex era un gruñido quebradizo. “Soy el único al mando ahora. No cometas errores, tu vida me pertenece. Jodeme y puedo eliminar tu existencia tan rápido como envié a ese guerrero a su muerte”.

Oh, Dios…no. El shock recorrió todo su pecho en un dolor agudo. "¿Está muerto?"

"Lo estará pronto," dijo Lex. “O deseando que él lo estuviera, una vez que los buenos médicos en Terrabonne tenga su diversión con el."

"¿De que estas hablando? ¿Que doctores? Pensé que le habías arrestado."

Lex se rió entre dientes. "El guerrero esta camino de a una cárcel de contención dirigida por la Agencia de Imposición. Estoy seguro al decir que nadie oirá de él de nuevo."

El desprecio hervía dentro de Renata por todo lo que estaba oyendo, y por su propio papel al ver a Nikolai erróneamente acusado. Ahora ambos el y Mira se habían ido, y Lex permanecía allí sonriendo con petulante vanidad por el engaño que había orquestado. “Me das asco. Eres un jodido monstruo, Lex. Eres un asqueroso cobarde”.

Ella dio un paso hacia el y Lex indicó a los guardias con un movimiento de barbilla. La bloquearon, dos enormes vampiros mirándola. Obligándola a hacer un movimiento en retroceso.

Renata les miró, observando sus duras miradas los años de animosidad que este grupo de vampiros de la raza sentían por ella -animosidad que venía más intensamente en Lex. La odiaban. Odiaban su fuerza, y estaba claro que cualquiera de ellos daría la bienvenida a la oportunidad de poner una bala en su cabeza.

"Sacadla fuera de mi vista," ordenó Lex. "LLevad a la puta a su habitación y encerradla durante el resto del día. Ella puede proporcionarnos entretenimiento durante la noche”.

Renata no dejó que los guardas pusieran un dedo sobre ella. Mientras ellos se movían para cogerla, ella les empujó con un agudo golpe mental. Ellos gritaron y saltaron lejos, retrocediendo del dolor.

Pero no antes de que se hubieran caído, Lex surgió sobre ella, completamente transformado y escupiendo furia. Duros dedos se curvaron sobre sus hombros. Su pesado cuerpo la martilleó hacia atrás, cayendo. El estaba furioso, empujándola como si no fuera nada excepto plumas. Su fuerza y velocidad la propulsaron con el a través del suelo y dentro de la ventana en la pared opuesta.

Leños sólidos e inamovibles golpearon contra su espina dorsal y muslos. La cabeza de Renata se estrelló contra los gruesos postigos con el impacto. Su respiración la dejó sobre un jadeo roto. Cuando abrió sus ojos, la cara de Lex surgió justo contra la suya, sus delgadas pupilas bullendo atrocidades desde el centro de sus fieros iris ámbar. El levantó una mano y cogió su mandíbula en un ruidoso alcance. Forzó su cabeza hacia un lado. Sus colmillos eran enormes, afilados como dagas y desnudos peligrosamente cerca de su garganta.

“Eso fue una cosa muy estúpida de hacer” gruñó, dejando esos dientes puntiagudos rozar su piel mientras el hablaba. Debería sangrarte para eso. De hecho, pienso que lo hare…”

Renata reunión cada pizca de poder que tenía y la convirtió para soltarla sobre el, volando la mente de Lex en una larga e implacable ola de angustia.

"¡Aaagh!" Su aullido se escucho como el grito de un banshee.

Y aun así Renata siguió atacándole. Vertiendo dolor en su cabeza hasta que el la soltó y se desmoronó en el suelo extendido por completo.

"¡Co-cogedla!" dijo a los guardias, quienes estaban recuperándose ahora de los golpes mas pequeños que Renata les había propinado.

Uno de ellos alzó su pistola contra ella. Ella lo bombardeo, entonces dio al segundo guardia otra dosis también.

Maldita sea, tenia que salir de allí. No podía arriesgarse a usar más su poder cuando ella pagaría por cada golpe. Y ella no tendría tiempo ante la atroz ola que rugía sobre ella.

Renata giro alrededor, cristales rotos chascando bajo sus botas desde el caos de la noche anterior. Ella sintió una pequeña brisa cortando a través de los postigos cerrados. Se dio cuenta que amanecía: no había ventana tras ella, solo libertad. Ella tomó el soporte de los paneles de Madera y dio un fuerte tirón. Las bisagras gimieron pero no cedieron bastante.

"¡Matadla, jodidos imbéciles!" jadeó Lex por detrás de ella. "¡Disparad a la puta!"

No, Renata pensó, desesperada mientras tiraba del estucado de madera.

Ella no podía dejar que la detuvieran. Ella tenía que salir de allí. Tenia que encontrar a Mira, llevarla a algún lugar seguro. Después de todo, se lo había prometido. Ella había hecho una promesa a esa niña y Dios la ayudara, ella no fallaría.Con un grito, Renata puso todos sus músculos y peso en desmontar los postigos.

Finalmente cedieron. La adrenalina aceleraba a través de ella, ella las arrancó completamente y puso los postigos a un lado.

La luz del sol se vertía sobre ella. Cegadora, brillante, llenando la gran habitación del edificio. Lex y los otros vampiros chillaron, siseando mientras intentaban ocultar sus sensibles ojos y moviéndose fuera del sendero de la luz.

Renata escaló fuera y golpeó el suelo corriendo. El coche de Lex estaba en el camino de grava, con el seguro quitado, las llaves colgando del contacto. Ella saltó adentro, arrancó el motor y lo condujo hasta la clara- pero temporal- seguridad de la luz diurna.

CAPÍTULO QUINCE

Traducido por Sheilita Belikov

La ronda más reciente de tortura había terminado hace un par de horas, pero el cuerpo de Nikolai se tenso en reflejo cuando escucho el suave chasquido de la cerradura electrónica en la puerta de su habitación. No tenia que adivinar donde estaba-las paredes blancas clínico y el conjunto de aparatos médicos al lado de su cama con ruedas era pista suficiente como para decirle que lo habían llevado a una de las instalaciones de contención de la Agencia de Control.

Las restricciones de acero de grado industrial afianzadas firmemente en sus muñecas, el pecho, y los tobillos le dijeron que sus actuales comodidades personales eran cortesía de ser tratado como renegado e instalado en el ala de rehabilitación.

Que, en caso de que hubiera habido cualquier pregunta antes, significaba que era como si estuviera muerto. Que era igual el equivalente de la Raza de un Roach Motel [2], una vez que pasas a través de estas puertas, nunca regresas.

No es que sus captores tuvieran la intención de dejarlo disfrutar de su estancia por cualquier periodo de tiempo. Nikolai tenía la clara impresión de que su paciencia con él estaba cerca de su fin. Lo habían golpeado casi dejándolo inconsciente después de que paso el efecto de los tranquilizantes, trabajando sobre él para obtener su confesión de haber matado a Sergei Yakut. Cuando con eso no lo llevaron a donde querían, comenzaron con las Taser [3] y otras electrónicas creativas, al mismo tiempo que lo mantenían bastante drogado podía sentir cada sacudida y golpe todavía demasiado sedado para luchar.

El peor de sus torturadores era el macho de la Raza que ahora entraba en la habitación. Niko había escuchado a uno de los Agentes de Ejecución llamarlo Fabien, hablándole con bastante respeto indicando que el vampiro estaba alineado bastante alto en la cadena de mando. Alto y delgado, con pequeñas y estrechas características, sus ojos punzantes bajo su pelo peinado hacia atrás, Fabien tiene una vena sádica desagradable apenas escondida bajo la apariencia de su elegante traje y el comportamiento de civil agradable. El hecho de que había llegado solo esta vez no podía ser una buena señal.

"¿Cómo le fue en su descanso?" le preguntó a Niko con una sonrisa amable. "Tal vez está listo para charlar conmigo ahora. Sólo nosotros dos en esta ocasión, ¿qué dice?"

"Que te jodan" Nikolai gruñó a través de sus colmillos extendidos. "Yo no mate a Yakut. Le dije lo que pasó. Usted arrestó al hombre equivocado, pendejo".

Fabien sonrió mientras caminaba hacia el lado de la cama y lo miró hacia abajo. "No hubo ningún error, guerrero. Y personalmente me importa un bledo si eres o no tú el que voló los sesos de ese Gen Uno por todo su pared. Tengo otras, más importantes preguntas que hacerte. Preguntas que responderás, si tu vida significa algo para ti en absoluto."

Este varón evidentemente sabía que él era un miembro de la Orden dándole un nuevo giro peligroso al encarcelamiento de Nikolai. Al igual que el brillo del mal en esos ojos astutos como de ave rapaz.

"¿Qué sabe exactamente la Orden sobre los asesinatos de los Gen Uno?"

Nikolai le dirigió una mirada, en silencio apretando su mandíbula."¿De verdad crees que pueden hacer algo para detenerlos? ¿Crees que la Orden es tan poderosa que puede impedir que la rueda gire cuando ya ha estado en marcha en secreto durante años?" Los labios del macho de la Raza se difundieron en la caricatura de una sonrisa. "Vamos a exterminarlos uno por uno, como estamos haciendo con los últimos miembros de la primera generación. Todo está en su lugar, y lo ha estado durante mucho tiempo. La revolución, como ves, ya ha comenzado."

La rabia se enrollo en el estomago de Nikolai cuando se dio cuenta de lo que había oído.

"Hijo de puta. Estás con Dragos."

"Ah… ahora empiezas a entender" dijo Fabien agradablemente.

"Eres un puto traidor a su propia raza, eso es lo que entiendo."

La fachada de la conducta civil cayó como una máscara. "Quiero que me hable de las misiones actuales de la Orden. ¿Quiénes son sus aliados? ¿Qué sabe sobre los asesinatos? ¿Cuáles son los planes de la Orden en lo que a Dragos se refiere?"

Nikolai se burló. "Chúpamela. Dígale a su jefe que puede chupármela también."

Los ojos crueles de Fabien se redujeron. "Usted ha puesto a prueba mi paciencia el tiempo suficiente."

Se levantó y caminó hacia la puerta. Una ola cortante de su mano trajo al oficial de guardia al interior. "¿Sí, señor?"

"Es tiempo."

"Sí, señor."

El guardia asintió y desapareció, para volver un momento después. Él y un asistente de instalación trajeron sobre ruedas a una mujer atada a una cama estrecha. Ella había sido sedada también, y sólo llevaba una fina bata de hospital sin mangas. Acostado junto a ella estaba un torniquete, un paquete de agujas gruesas, y un tubo IV en espiral.

¿Qué demonios era eso?

Pero él lo sabía. Sabía que tan pronto como el asistente levantara el brazo blando del ser humano y fijara el torniquete alrededor de la zona de la arteria braquial. La aguja y el tubo del sifón serian los siguientes.

Nikolai trató de ignorar el proceso clínico que tenia lugar junto a él, pero incluso el más sutil aroma de la sangre encendía sus sentidos como luces de días festivos. La saliva aumento en su boca. Sus colmillos se extendieron más en anticipación de la alimentación. No quería tener hambre, no como esta, no cuando estaba seguro de que la intención de Fabien era utilizarla contra él. Trató de ignorar su sed, pero ya estaba en aumento, respondiendo a la necesidad visceral de alimento.

Fabien y los otros dos vampiros en la habitación no eran inmunes tampoco. El empleado trabajó oportunamente, el guardia mantuvo la distancia cerca de la puerta, mientras Fabien veía al anfitrión de la sangre que era alistado para la alimentación. Una vez que todo estaba en su lugar, Fabien despidió al asistente y envió de vuelta al guardia a su puesto afuera.

“¿Tienes hambre, verdad? " Preguntó a Niko cuando los demás se habían ido. Sostuvo el tubo de alimentación en una mano, los dedos de su otra mano posados sobre la válvula que comenzaría el flujo de sangre del brazo de la mujer. "Usted sabe, esta es la única manera de alimentar a un vampiro renegado en contención. La ingesta de sangre debe ser estrechamente monitoreada, controlada por personal capacitado. Muy poco y se muere de hambre; demasiado y su adicción se hace más fuerte. El Sed de Sangre es una cosa terrible, ¿no te parece?"

Niko gruñó, querer tan malditamente saltar de la cama y estrangular a Fabien. Luchó para hacer exactamente eso, pero fue un esfuerzo inútil. La combinación de sedantes y las restricciones de acero lo sujetaban. "Te voy a matar" murmuró, sin aliento por el esfuerzo. "Te prometo, que te voy a joder."

"No" dijo Fabien. "Es usted quien va a morir. A menos que comience a hablar ahora, voy a poner este tubo en su garganta y abrir la válvula. No voy a cerrarla hasta que me indique que está listo para cooperar."

Jesucristo. Él lo estaba amenazando con una sobredosis. Los vampiros de la Raza no pueden manejar mucha sangre a la vez. Esto significaría Sed de Sangre casi segura. Lo que lo volvería un Renegado, un billete de ida a la miseria, la locura y la muerte.

"¿Te gustaría hablar ahora, o comenzamos?"

Él no era idiota como para pensar que Fabien o sus compinches lo liberarían, incluso si escupía detalles acerca de las tácticas de la Orden y las misiones en curso. Infierno, podría tener una garantía sólida de quedar libre, pero que lo condenaran si traicionaba a sus hermanos sólo para salvar su propio cuello. Así pues, así era, entonces. A menudo se había preguntado cómo se iría.

Había imaginado que se iría en un resplandor de gloria, una lluvia de balas y metralla, había esperado tener una docena de mamadas. Él nunca se imaginó que sería algo tan lamentable como esto. El único honor era el hecho de que moriría manteniendo los secretos de la Orden.

"¿Estás listo para decirme lo que quiero saber?" Fabien preguntó.

"Vete a la mierda" Niko soltó, más enojado que nunca. "Tanto usted comoDragos pueden irse directamente al infierno."

La mirada de Fabien chispeó de rabia. Obligó a Nikolai a abrir la boca y le metió el tubo de alimentación en la profundidad de su garganta. Su esófago se contrajo, pero incluso su reflejo nauseoso era débil debido a los sedantes que corrían a través de su cuerpo.

Hubo un suave clic cuando la válvula en el brazo del humano se abrió. La sangre se derramo en la parte posterior de la boca de Nikolai. Se atragantó con ella, trató de cerrar la garganta y rechazarla, pero había demasiada-un flujo interminable que bombeaba rápidamente de la arteria del anfitrión de sangre.

Niko no tenía más remedio que tragar.

Se tragó el primer bocado. Luego otro.

Y aún más.

Andreas Reichen estaba en su oficina de Darkhaven examinando las cuentas y los e-mails recibidos en la mañana cuando notó el mensaje que esperaba de Helene en su bandeja de entrada. El tema era un simple puñado de palabras que hicieron a su pulso golpetear con interés: encontré un nombre para ti.

Hizo clic en abrir el correo electrónico y leyó la breve nota.

Después de algunos trabajos de investigación determinados, Helene había conseguido el nombre del vampiro que su desaparecida chica del club había estado viendo recientemente.

Wilhelm Roth.

Reichen lo leyó dos veces, cada molécula en su torrente sanguíneo cada vez haciéndose más frío mientras el nombre se hundió en su cerebro. El e-mail de Helene indicaba que todavía estaba cavando en busca de más información y que le informaría tan pronto como tuviera más.

Jesús.

Ella no podía saber la verdadera naturaleza de la víbora que había descubierto, pero Reichen sabía mucho.

Wilhelm Roth, el líder del Darkhaven de Hamburgo y uno de los individuos de mayor poder en la sociedad de la Raza. Wilhelm Roth, un gángster de primer grado, y alguien a quien Reichen conocía muy bien, o lo había hecho en un tiempo.

Wilhelm Roth, quien estaba emparejado con una ex amante de Reichen-la mujer que había tomado un pedazo del corazón de Reichen cuando ella lo dejó para estar con el rico, macho de segunda generación de la Raza que podía darle todas las cosas que Reichen no podía.

Si la empleada desaparecida de Helene había estado asociada con Roth, era seguro que la muchacha estaba muerta. Y Helene… buen Cristo. Estaba ya muy cerca del canalla sólo por haber aprendido su nombre. ¿Si ella continuaba la búsqueda de información más cercana sobre él…?

Reichen cogió el teléfono y marcó a su celular. No hubo respuesta. Él trató en su piso en la ciudad, maldiciendo cuando la llamada se fue a buzón de voz. Era demasiado temprano para que ella estuviera en el club, pero marcó de todos modos, maldiciendo la luz del día que lo mantenía atrapado en su Darkhaven e incapaz de conducir para hablar con ella en persona. Cuando todas las opciones fracasaron, Reichen devolvió una respuesta por correo electrónico.

No hagas nada más en lo referente a Roth. Él es muy peligroso. Contáctame tan pronto como recibas este mensaje. Helene, por favor… ten cuidado.

Un camión de equipo médico se detuvo en la puerta de entrada de un modesto, edificio de dos pisos de ladrillo a unos cuarenta y cinco minutos del centro de Montreal. El conductor se asomó a la ventana y escribio una breve secuencia en un teclado electrónico situado en el quiosco de la seguridad exterior. Después de un momento o dos, la puerta se abrió y el camión rodó en su interior.

Debía ser día de entregas, ya que era el segundo vehículo de suministro que Renata había observado que entraba o salía desde la posición especial que tenía desde que llego hace poco tiempo. Ella había pasado la mayor parte del día en la ciudad, escondida en el coche de Lex mientras se recuperaba de su peor reverberación de la mañana. Ahora era el final de la tarde. Ella no tenía mucho tiempo-sólo unas pocas horas antes de que cayera la tarde y creciera el espesor de la noche con depredadores. No mucho antes de convertirse en la presa.

Ella tenía que hacer la mayor parte esta vez, por lo que se encontraba vigilando en el camino aislado, la puerta con cámara monitoreada de un edificio peculiar en la ciudad de Terrabonne. No tenía ventanas, ni señalización en el frente. Aunque ella no podía estar segura, su instinto le decía que la losa cuadrada de hormigón y ladrillo en el final del camino de acceso privado era el lugar que Lex había mencionado-las instalaciones de contención, donde Nikolai estaba detenido.

Ella rogó que fuera, porque en este momento, el guerrero era lo único cercano a un aliado que tenía, y si ella quería encontrar a Mira, si quedaba alguna posibilidad de recuperar a la niña del vampiro que la tenia en este momento, ella sabía que no podía hacerlo sola. Pero eso significaba encontrar a Nikolai en primer lugar, y rezar por encontrarlo vivo.

¿Y si estaba muerto? ¿O si estaba vivo, pero se negaba a ayudarla? ¿O si decidía matarla solo por su papel en su arresto ilícito?

Bueno, Renata no quería considerar donde la dejaría cualquiera de esas potencialidades. Peor aún, donde dejaría a una niña inocente que dependía de Renata para mantenerla a salvo.

Así que, ella esperó y vio, calculando una manera de pasar más allá de la puerta de seguridad. Otro camión de abastecimiento rodó a la entrada. Llegó a una parada y Renata aprovechó la oportunidad.

Saltó del coche de Lex y cayó en el suelo, ella corrió a lo largo de la parte trasera del vehículo. Mientras que el conductor tecleaba su código de acceso, saltó en el parachoques trasero. Las puertas del remolque estaban cerradas, pero ella pasó sus dedos alrededor de las asas y se mantuvo mientras la puerta se abría y ruidosamente el camión se tambaleaba a través de ella. El conductor dio la vuelta en la parte trasera del edificio, después de un tramo de asfalto que llevaba a un par de embarques y compartimiento de recepción. Renata se subió al techo de la caravana y se colgó con fuerza mientras el camión volvía a dar vuelta y comenzaba a retroceder en un muelle vacío. Al acercarse al edificio, un sensor de movimiento hizo clic y la puerta de recepción se levanto. No había nadie esperando en la luz del día que llenaba la apertura del hangar, pero si el lugar estaba en poder de la Raza, cualquier persona en esta área se estaría curruscando después de algunos minutos en el trabajo.

Una vez que el camión estuvo en el interior por completo, la gran puerta empezó a descender. Hubo un segundo de oscuridad entre el cierre del compartimiento y el revoloteo electrónico de las luces fluorescentes de arriba viniendo.

Renata bajó y saltó del parachoques trasero mientras el conductor bajaba del camión. Y ahora, saliendo de una puerta de acero en el otro lado del espacio, estaba un hombre musculoso en un uniforme oscuro estilo militar. El mismo tipo de uniforme como los usados por los Agentes de Ejecución que Lex había llamado para detener a Nikolai anoche. Completado con una pistola semiautomática enfundada en su cadera.

"Hey, ¿cómo te va?" El conductor dijo en voz alta al guardia.

Renata se deslizó por el lado del camión antes de que el vampiro o el humano pudieran detectarla. Esperó, escuchando el tintineo de la cerradura que era liberada. Cuando el guardia se acercó, ella le envió un poco de su hola propio, una sacudida mental que le hizo balancearse sobre sus talones. Otra pequeña explosión lo tenía abrumado. Apretó las sienes con sus manos y jadeó una maldición viva.

El conductor humano se volvió a ocuparse de él. "Whoa. ¿Estás bien ahí, amigo?"

La breve falta de atención era la oportunidad que Renata necesitaba. Ella se precipito en silencio a través del amplio compartimiento y se deslizó dentro de la puerta de acceso que el guardia había dejado sin garantía. Se agachó delante de una oficina vacía con una estación de trabajo con monitores que podían visualizar la puerta de entrada. Más allá de eso, un estrecho pasillo ofrecía dos posibilidades: una curva que parecía conducir hacia el frente della construcción o, más abajo en el pasillo, una escalera al segundo piso.

Renata opto por la escalera. Ella corrió hacia ella, más allá de la ramificación a un lado. Otro guardia estaba en ese tramo del pasillo.

Maldita sea.

Él la vio correr. Sus botas retumbaron cerca. "¡Alto!" Gritó, viniendo de la esquina del pasillo. "Esta es una zona restringida."

Renata se volvió y le llego con una dura explosión mental. Mientras él se retorcía en el suelo, ella se lanzó a la escalera y corrió la trayectoria con destino a la planta superior.

Por que no era la primera vez, ella se regañó a sí misma por haber dejado la casa de campo sin armas. Ella no podía dejar consumir su energía antes de que ni siquiera supiera si Nikolai estaba aquí. Ella tenía que operar solo con cerca de la mitad de su resistencia como lo hacia, para recuperarse plenamente de la descarga en Lex esta mañana, probablemente era necesario apuntalar el resto del día.

Lamentablemente, no una opción.

Ella miró a través del cristal reforzado de la puerta de la escalera, pasando por el diseño clínico del lugar. Un puñado de machos de la Raza en batas blancas paseaban en su camino a una de las muchas habitaciones que se ramificaban del pasillo principal. Demasiados para que ella los detuviera por sí misma, incluso si operaba en todos los cilindros.

Y luego estaba el pequeño asunto del Agente de Ejecución armado en el otro extremo del pasillo. Renata se apoyó contra la pared interior de la escalera, depósito su cabeza hacia atrás y en silencio exhalo una maldición. Ella había llegado lejos, ¿pero qué demonios le hizo pensar que podía penetrar en una instalación segura como esta y sobrevivir?

La desesperación era la respuesta a esa pregunta. La determinación de que se negaba a aceptar que esto podría ser hasta donde podría llegar. Ella no tenía más opción que seguir. En el fuego, si eso es lo que haría.

Fuego, pensó, su mirada se volvió hacia el pasillo fuera de la escalera. Montado en la pared frente a ella había una alarma de emergencia roja.

Tal vez había una oportunidad, después de todo…

Renata se deslizó de la escalera y tiró de la palanca hacia abajo. Una campana pulsante dividió el aire, envío al lugar a un caos instantáneo. Se deslizó en el cuarto del paciente más cercano y vio como los asistentes y los médicos navegaban alrededor de la confusión. Cuando parecía que todos estaban ocupados con la situación de emergencia falsa, Renata salió al pasillo vacío para comenzar la búsqueda de su habitación-de la habitación de Nikolai. No era difícil decidir dónde podría estar. Sólo había una habitación con un Agente de Ejecución armado asignado a ella. Ese guardián estaba todavía allí, ocupando su puesto a pesar de la alarma que había enviado al resto de asistentes a dispersarse por el piso.

Renata miró el arma montada en la cadera del guardia y espero un infierno que no estuviera cometiendo un enorme error.

"Oye" dijo, acercándose a él en un paso fácil. Ella sonrió brillantemente a pesar de que en ese mismo instante él estaba con el ceño fruncido y alcanzando su arma. "¿No oíste la alarma? Tiempo para que tomes un descanso."

Ella le golpeó con una explosión súbita, de tamaño considerable. Cuando el gran macho se desmoronó en el suelo, ella corrió a mirar dentro de la habitación detrás de él.

Un vampiro rubio estaba atado a una cama, desnudo, convulsionándose y esforzándose contra las ataduras de metal que lo sujetaban. Las marcas de la piel de la Raza arremolinándose y formando arcos sobre su pecho y en sus abultados bíceps y los muslos lívidos con color vibrante, parecía casi viva la manera en que las saturaciones se transformaban de tonos carmesí y púrpura oscuro a negro más oscuro. Su rostro era apenas humano, completamente transformado por la presencia de sus colmillos y de las brasas de sus ojos.

¿Podría ser Nikolai? Al principio, Renata no estaba segura. Pero luego levantó su cabeza y sus ojos ambarinos salvajes se fijaron en ella. Ella vio un destello de reconocimiento en ellos, y una miseria que era palpable, incluso desde la distancia. Su corazón se retorció, y ardió con pesar.

Buen Señor, ¿qué le habían hecho?

Renata tomó la mayor parte del guardia inconsciente y lo arrastro con ella en la habitación. Nikolai se sacudía sobre la cama, gruñendo incomprensiblemente, palabras que sonaban cerca de la locura.

"Nikolai" dijo, yendo a su lado. "¿Puedes oírme? Soy yo, Renata. Voy a sacarte de aquí."

Si la entendió, no podía estar segura. Él gruñó y lucho con sus ataduras, flexionando los dedos y empuñándolos, cada músculo tenso.

Renata se inclinó hacia abajo para quitar un juego de llaves del cinturón del guardia. Ella tomó su pistola también, y juró cuando se dio cuenta que era simplemente una pistola de tranquilizante cargada con menos de la mitad de una docena de rondas. "Creo que los mendigos no pueden ser selectivos" murmuró, atestando el arma en la cintura de sus vaqueros.

Volvió a Nikolai y comenzó a sacar sus restricciones. Cuándo liberó su mano, se sorprendió al sentirla oprimiendo alrededor de la suya.

"Vete” rugió ferozmente.

"Sí, eso es lo que estamos trabajando aquí" Renata replicó. "Suéltame para que pueda abrir el resto de estas malditas cosas."

Él tomó aliento, un silbido bajo que hizo a los pelos en su nuca punzar en atención. "Tú… vete… no yo."

"¿Qué?" Frunciendo el ceño, sacó su mano libre y se inclinó sobre él para aflojar la otra restricción. "No trates de hablar. No tenemos mucho tiempo."

Él agarró tan fuerte su muñeca que pensó que la rompería. "Deja. A mí. Aquí".

"No puedo hacer eso. Necesito tu ayuda."

Esos ojos ambarinos salvajes parecían mirar a través de ella, calientes y mortales. Pero su asimiento que castigaba disminuyo. Se dejó caer sobre la cama cuando otra convulsión lo aquejó.

"Casi hecho" Renata le aseguró, trabajando rápidamente para abrir la última de sus ataduras. "Vamos. Voy a ayudarte."

Ella tuvo que tirar de él a sus pies, y aún así no parecía lo suficiente estable para permanecer de pie, y mucho menos para la difícil carrera que su fuga requería. Renata le dio su hombro. "Apóyate, Nikolai" ella le ordenó. "Voy a hacer la mayor parte del trabajo. Ahora vámonos a la mierda de aquí."

Él gruñó algo indescifrable cuando ella misma se acuño bajo su corpulencia y empezó a caminar. Renata se precipitó a la escalera. Los escalones eran difíciles para Nikolai, pero se las arreglaron para bajar por todos ellos con sólo en unos pocos tambaleándose.

"Quédate aquí" le dijo al llegar a la parte inferior. Lo sentó en el último escalón y salió corriendo para despejar su camino hacia el embarque y compartimiento de recepción. La oficina en el extremo de la sala estaba vacía. Más allá de la puerta de acceso, sin embargo, el conductor seguía hablando con el guardia en turno, ambos ansiosos debido al balido de la alarma de incendio sonando por todo su alrededor.

Renata dio un paseo hacia fuera con la pistola tranquilizadora en la mano. El vampiro la vio venir. Antes de que ella pudiera reaccionar, él había sacado su pistola y le disparó un tiro. Renata lo golpeó con una explosión mental, pero no antes de que ella sintiera un golpe de calor que rasgo en su hombro izquierdo. Ella olio la sangre, sintió el chorro caliente que se escapaba por su brazo.

¡Maldita sea!-le habían disparado.

Bien, ahora estaba realmente cabreada. Renata bombardeó al vampiro de nuevo y él se tambaleó en una rodilla, dejando caer su arma. El conductor humano gritó y se lanzó detrás del camión para cubrirse mientras que Renata se adelantó y le disparó al vampiro dos rondas de tranquilizantes. Él se fue abajo con apenas un gemido. Renata caminó alrededor para encontrar al conductor encogido en la llanta.

"¡Oh, Jesús!" Él gritó cuando ella se paró delante de él. Puso sus manos en alto, su cara ceñida de miedo. "¡Oh, Jesús! ¡Por favor no me mate!"

"No lo hare" respondió Renata, y luego le disparó en el muslo con el tranquilizante.

Con ambos hombres en tierra, volvió corriendo para llegar a Nikolai. Ignorando el dolor estridente en su hombro, ella se apresuró en el compartimiento de recepción y lo empujó hacia la parte trasera del camión de abastecimiento, donde estaría a salvo de la luz del día afuera.

"Encontrare algo para resguardarte" le dijo. "Las cosas van a ponerse agitadas ahora."

Ella no le dio la oportunidad de decir nada. Trabajando rápidamente, cerró la puerta y echó la aldaba, sellándolo adentro. Luego, saltó a la cabina desocupada y puso el vehículo en marcha.

Mientras ella estrellaba el camión a través la puerta del compartimiento de recepción y aceleraba la unidad hacia la fuga, tuvo que preguntarse si ella sólo había salvado la vida de Nikolai o condenado la de ambos.

CAPÍTULO DIECISÉIS

Traducido por Lizeth

Su cabeza estaba latiendo como un tambor. El constante, ritmo palpitando llenaba sus oídos, tan ensordecedor que lo arrastraba hasta volver en si después de lo que parecía un sueño sin fin, incierto. Su cuerpo dolía. Estaba tendido en el suelo de algún lugar? Sentía el metal frio debajo de su cuerpo desnudo, el pesado bulto de cartón enviando a clavar cajas en su columna vertebral y hombros. Una delgada capa de plástico lo cubría como un manto provisional.

Intento levantar su cabeza pero apenas tenía la fuerza, su piel se sentía dolorida, pulsando de la cabeza a los pies. Cada centímetro de él se sentía desvaneciendo, extendido firmemente, caliente de fiebre. Su boca estaba seca, su garganta reseca y cruda.

El tenía sed.

Aquella necesidad era en todo lo que podría enfocarse, el único pensamiento coherente nadando a través de su golpeado cráneo.

Sangre.

Cristo, moría de hambre por ello.

Podría saborear el hambre – de negro, consumiendo la locura – en cada aliento bajo que pasaba a través de sus dientes. Sus colmillos llenaron su boca. Sus encías latían donde los enormes caninos descendían, como si sus colmillos hubieran estado allí durante horas. En algún lugar distante, la parte sobria de su lógica noto las falencias en ese cálculo, los colmillos de un vampiro de Raza normalmente salían solo en momentos de mayor respuesta física, ya sea reaccionando por la presa, o la pasión o la pura rabia de animal.

El tambor que seguía golpeando lejanamente en su cabeza solo hacía que el latido de sus colmillos se hiciera más profundo. Fue la palpitación que lo despertó. La palpitación que no lo dejaba dormir ahora. Algo estaba mal con él, pensó, incluso mientras abría levantando sus ardientes ojos y capturo detalles demasiado – vivos, un ámbar – bañaba su entorno.

Un pequeño y limitado espacio. Oscuro. Una caja llena de más cajas.

Y una mujer.

Todo lo demás se desvaneció una vez que su mirada encontró la suya. Vestida en una camisa negra de manga larga y jeans oscuros, ella estaba en posición fetal* (las piernas encogidos sobre el pecho y la cabeza entre las manos) en frente de él, los brazos y piernas envueltas herméticamente en la curva de su torso. La mayor parte de su barbilla – y el largor de su oscuro cabello habia caído sobre el lado de su cara, ocultando sus rasgos.

El la conocía… o sentía que debería.

Una parte menos consiente de él sabía solo que ella era cálida y saludable e indefensa. El aire estaba teñido con el mero rastro de sándalo y lluvia. El olor de su sangre, algún instinto débil despertó para decirle. El sabía instantáneamente quien era ella – con una certeza que parecía grabada en su propia medula. Su boca seca estaba repentinamente húmeda por la anticipación de alimentarse. La necesidad junto con la oportunidad le prestó la fuerza que no tenía hace un momento. Silenciosamente se levanto a si mismo del suelo y se acomodo agachándose.

Sentado sobre sus caderas, inclino su cabeza, mirando dormir a la hembra. Se arrastro más cerca, un lento avanzar depredador que lo llevo encima de ella. El destello ámbar de sus iris la bañaba en una luz dorada mientras el dejaba vagar su mirada hambrienta sobre su cuerpo.

Y ese tamborileo incesante era más fuerte aquí, una vibración tan clara que podría sentirlo en la planta de sus pies descalzos. Golpeándolo en su cabeza, comandando toda su atención. Llevándolo más cerca, y luego más cerca todavía.

Era su pulso, mirándola ahí abajo, podría ver el suave tictac de su palpitar temblando al lado de su cuello. Estable, fuerte.

El mismo punto que él quería coger entre sus colmillos.

Un bajo estruendo – de un gruñido emanando de su propia garganta – se expandió a través de la quietud del lugar.

La mujer se movió debajo de él.

Sus parpados se abrieron de golpe, sobresaltada, luego fueron más amplios. “Nikolai”.

Al principio apenas registro el nombre. La niebla en su mente era tan espesa, su sed tan completa, no sabía nada más que el impulso de alimentarse. Era más que un impulso – era una obligación insaciable. Ciertamente una condenación.

Sed de sangre.

La palabra viajo por su mente sumergida – en hambre como un fantasma. Él lo oyó, lo supo instintivamente para temerlo. Pero entes de que pudiera comprender completamente lo que la palabra significaba, estaba viendo doble, y regresando a las sombras.

“Nikolai,” dijo la mujer de nuevo. “Cuanto hace que has estado despierto?”

Su voz le era familiar de algún modo, un peculiar alivio para él, pero no podía enfocarla realmente. Nada parecía tener sentido para él. Todo lo que tenía sentido era aquel porrazo tentativo de su arteria carota y la completa hambre que lo obligo a extender el brazo y tomar lo que necesitaba.

“Estas a salvo aquí,” le dijo ella. “Estamos en la parte de atrás el camión de suministros que tome de la instalación de contención. Tuve que parar y descansar por un tiempo, pero estoy bien para arrancar ahora. Va a oscurecer pronto. Debemos seguir avanzando antes de que seamos descubiertos.”

Mientras hablaba, imágenes pasaron por su memoria. La instalación de contención. El dolor. La tortura. Las preguntas. Un macho de Raza llamado Fabien. Un macho que él quería matar. Y esta valiente mujer…estaba allí también. Increíblemente, ella lo habia ayudado a escapar.

Renata.

Si. El sabía su nombre después de todo. Pero no sabia porque ella habia venido por él, o porque iba a intentar salvarlo. Tampoco importaba.

Ella habia llegado demasiado tarde.

“Me obligaron,” rugió, su voz sonaba distanciada de su cuerpo. Áspera como la grava. “Demasiada sangre. Me obligaron a beberla…”

Ella lo miro fijamente. “Que quieres decir, con que ellos te obligaron?”

“Intentaron…llevarme a una sobredosis. De adicción.”

“Adicción a la sangre?”

Hizo un vago asentimiento y tosió, el dolor atormentando su pecho. “Demasiada sangre… Llevándome a una sed de sangre. Me hicieron preguntas… querían que traicionara la Orden. Me negué, así que…ellos me castigaron.”

“Lex dijo que ellos te iban a matar,” murmuro ella. “Nikolai, lo siento.”

Ella levanto su mano como si quisiera tocarlo.

“No,” gruño, cogiéndola por la muñeca. Ella jadeo, tratando de soltarse. El no la dejo ir. Su cálida piel quemaba la yema de sus dedos y las palmas de sus manos, donde fuera que él la tocaba. Podía sentir el movimiento de sus huesos y delgados músculos, el pasar de su sangre mientras corría por las venas de sus brazos.

Sería tan fácil llevar esa muñeca sensible hasta su boca.

Demasiado tentado a fijarla debajo de él y beber el mismo directamente de la condena.

Supo el momento preciso en que ella fue de la sorpresa a la aprehensión. Su pulso se acelero. Su piel se tenso en su agarre.

“Suéltame, Nikolai.”

El espero, la bestia en el preguntándose si empezar en su muñeca o en su cuello. Su boca se hizo agua, sus colmillos ansiando perforar su delicada carne. Y tuvo hambre de ella en otra forma también. No habia ocultado su fuerte necesidad. Sabía que era la sed de sangre la que manejaba, pero eso no lo hacía menos peligroso.

“Suéltame,” dijo ella de nuevo, y cuando el finalmente la soltó, ella se echo hacia atrás, poniendo algo de distancia entre ellos. No habia demasiada distancia adonde ella pudiera ir. Las cajas apiladas la encerraron por detrás, más allá de aquella pared del interior del camión. La manera en que ella se movió, deteniéndose y siendo cuidadosa, hizo que el depredador en el notara que estaba débil.

Estaba ella en alguna clase de dolor? Si era así, sus ojos no lo reflejaron. Su color pálido parecía profundo mientras ella lo miraba fijamente. Desafiante.

Miro hacia abajo y sus salvajes ojos se posaron en el brillante cañón de la pistola.

“Hazlo.” Murmuro él.

Ella sacudió su cabeza. “No quiero hacerte daño. Necesito tu ayuda, Nikolai.”

Demasiado tarde para eso, pensó él. Ella lo habia sacado del purgatorio y de las manos de su captor, pero el ya habia probado el sabor del infierno. La única salida de la adicción era pasar hambre, negarse a tomar un completo sustento. No sabía si era lo suficientemente fuerte para luchar contra su sed.

El no lo seria, en tanto Renata estuviera cerca de él.

“Hazlo… por favor. No sé cuanto más podre aguantar…”

“Niko-”

La bestia en el exploto. Con un rugido, libero sus colmillos y se balanceo sobre ella.

El disparo sonó en aquel instante después, un estruendo aturdidor que finalmente, y por sin, silencio su miseria.

Renata se sentó sobre sus talones, el arma tranquilizante todavía empuñada en sus manos. Su corazón palpitando a toda carrera, parte de su estomago todavía alojado en su garganta después de que Nikolai habia saltado sobre ella con sus enormes colmillos al descubierto. Ahora yacía en una expansión en el suelo, inmóvil excepto por su baja y dificultosa respiración. Aparte de sus marcas superficiales en la piel, con sus ojos cerrados y sus colmillos ocultos detrás de su boca cerrada, no habia manera de decir que él era la misma criatura violenta que podría haber rasgado su yugular.

Mierda.

Que demonios está haciendo ella aquí? Que demonios estaba pensando, aliándose con un vampiro, imaginando que realmente podría ser capaz de confiar en uno de su clase? Ella sabía de primera mano cuan traicioneros eran – como de letales podrían volverse en un instante. Podría haber muerto justo ahora.

Hubo un momento en que ella realmente pensó que lo estaría.

Pero Nikolai habia intentado advertirle. No quería hacerle daño; ella habia visto aquel tormento en sus ojos, lo habia oído en su voz rota en aquel instante antes de que él hubiera saltado sobre ella. El era diferente de los otros como él. Tenía honor, algo que ella habia asumido carecía en la Raza entera. Dado que sus ejemplos estaban limitados a Sergei Yakut, Lex, y aquellos que les sirvieron.

Nikolai no podría haber sabido que su arma no tenía balas, y aun así él la habia obligado a que le disparara. Pidiéndole eso. Ella habia pasado por algunas cosas bastante difíciles en su vida, pero Renata no conocía aquella clase de tormento y sufrimiento. Estaba bastante segura de que esperaba que nunca lo tuviera.

La herida en su hombro quemaba como el infierno. Estaba sangrando de nuevo, peor aún, después de esta confrontación física dura. Al menos la bala habia pasado a través limpiamente. El horrible agujero que le dejo detrás iba a requerir asistencia médica, aunque no veía un hospital en su futuro cercano. También pensó que no era sabio quedarse cerca de Nikolai ahora, especialmente mientras estuviera sangrando y la única cosa que lo mantenía alejado de su arteria carota era aquella sola dosis de sedantes.

El arma tranquilizante estaba vacía.

La noche estaba cayendo, ella estaba con una herida de bala sangrante y la ventaja adicional de su reverberar persistente. Y quedándose en el camión robado era como esconderse con el gran objetivo como blanco sobre sus espaldas.

Necesitaba deshacerse del vehículo. Luego necesitaba encontrar algún lugar seguro donde pudiera coserse bastante bien como para poder seguir adelante. Nikolai era un problema más. No estaba dispuesta a dejarlo, pero él era inútil para ella en su condición actual. Si pudiera logar superar las terribles consecuencias de su tortura, entonces quizá. Y si no…?

Si no, ella acaba de perder el tiempo más valioso que hubiera querido considerar.

Moviéndose cautelosamente, Renata salió por la parte trasera del camión y aseguro las puertas detrás de ella. El sol se habia puesto, y el atardecer se acercaba rápidamente. En la distancia, las luces de Montreal brillaron.

Mira estaba en algún lugar de aquella cuidad.

Desamparada, sola…asustada.

Renata subió al camión y encendió el motor. Condujo de vuelta a la cuidad, sin saber a dónde se estaba dirigiendo hasta que finalmente se encontró en terreno familiar. Nunca pensó que estaría de vuelta.

Ciertamente nunca así.

El barrio de la vieja cuidad no habia cambiado mucho en los años en los que se habia ido. Viviendas apiñadas y modestas casas post – Segunda Guerra Mundial alineadas en la oscura calle. Algunos de los jóvenes saliendo de la tienda abierta las veinticuatro horas echaron un vistazo al camión de suministros médicos mientras Renata pasaba conduciendo.

No reconoció a ninguno de ellos, ni a ninguno de los desapercibidos, ojos adultos – que vagaron desde este tramo de sus casas de concreto. Pero Renata no estaba buscando rostros familiares aquí afuera. Solo habia una persona que ella rogaba estuviera todavía alrededor. Una persona que podría ser de confianza para ayudarla, con pocas preguntas.

Mientras ella pasaba por una casa pequeña amarilla con su enrejado de rosas rosadas floreciendo en el frente, una extraña tensión se enrollo en su pecho. Jack aun estaba aquí, las amadas rosas de Anna, bien cuidadas y floreciendo, era bastante evidente eso. Y también estaba la pequeña señal de herradura que Jack se habia hecho para colgar al lado de la puerta principal, proclamando el alegre lugar de la casa de Anna.

Renata redujo la marcha del camión para parar en la acera y apago el motor, mirando a la mitad de la conservada casa en la que ella habia estado tantas veces pero en realidad nunca habia entrado. Las luces estaban encendidas en el interior, arrojando un acogedor, brillo dorado.

Debería estar cerca la hora de cenar porque a través del gran marco de la ventana de en frente podría ver aquellos dos adolecentes – clientes de Jack, aunque él prefería llamarlos sus “Pequeños”- que estaban poniendo la mesa para la comida de la noche.

“Maldita sea,” murmuro ella bajo su respiración, cerrando sus ojos y posando su frente en el volante.

Esto no estaba bien. Ella no debería estar aquí. No ahora, después de todo este tiempo. No con los problemas que estaba enfrentando. Y definitivamente no con el problema que estaba llevando actualmente en la parte trasera del camión.

No, tenía que lidiar con esto por su propia cuenta. Encender el motor, girar el volante del camión, y tomar sus posibilidades en la calle. Demonios, ella no era una extraña en eso. Pero Nikolai estaba en mal estado, y ella no estaba exactamente en la cima de su juego tampoco. No sabía cuánto tiempo más podría conducir antes-

“Buenas,” la amistosa, e inconfundible acento de Texas llego directamente al lado de ella, de la ventana de al lado del conductor abierta. Ella no lo vio acercarse, pero ahora no habia forma de evitarlo. “Puedo ayudarte… con… algo?”

La voz de Jack se apago mientras Renata levantaba su cabeza y giraba para enfrentarlo. Estaba un poco más canoso de lo que recordaba, su casi rapado, corte estilo – militar lo hacían parecer más delgado, sus mejillas y quijada un poco mas redondas que la última vez que lo habia visto. Pero aun era un oso jovial de hombre, con más de seis pies de alto y constituido como un tanque a pesar del hecho de que estaba llegando fácilmente a los setenta.

Renata esperaba que su sonrisa pareciera mejor que la mueca de dolor que fue. “Hola, Jack.”

El la miro fijamente – boquiabierto, en realidad. “Bueno, malditamente sorprendido,” dijo, lentamente sacudiendo su cabeza. “Ha pasado mucho tiempo, Renata. Esperaba que hubieras encontrado una buena vida en alguna parte… Cuando dejaste de venir hace un par de años, me preocupaba que tal vez-” se detuvo de completar el pensamiento, dándole a cambio una gran y vieja sonrisa. “Bueno, demonios, no importa por lo que me preocupaba porque estás aquí.”

“No puedo quedarme,” le espeto, sus dedos agarrando la llave en el encendido, dispuesta a darle un giro. “No debería de haber venido,”

Jack frunció el ceño. “Dos años después de la última vez que te vi, te apareces como caída del cielo solo para decirme que no puedes quedarte?”

“Lo siento,” murmuro ella. “Me tengo que ir.”

El puso las manos en la ventana abierta del camión, como si quisiera físicamente retenerla allí. Ella miro el bronceado, degradado en las manos que habían ayudado a salir a tantos jóvenes de problemas en las calles de Montreal – las mismas manos que habían servido a su país de origen en la guerra hace cuatro décadas pasadas, y que ahora cuidaban y protegía aquel enrejado de rosas rojas como si fueran más valiosos para el que el oro.

“Que está pasando, Renata? Sabes que puedes hablar conmigo, que puedes confiar en mí. Estas bien?”

“Si,” Dijo. “Sí, estoy bien, en serio. Solo pasaba.”

La mirada en sus ojos le dijo que él no le creía ni por un segundo. “Alguien mas esta en problemas?”

Ella sacudió du cabeza. “Por qué piensas eso?”

“Porque esa es la única manera en que venias aquí antes. Nunca por ti, sin importar que tal mal personalmente hubieras necesitado una mano.”

“Esto es diferente. No es algo en lo que deberías estar involucrado.” Ella encendió el motor. “Por favor, Jack… Solo olvídate de que incluso me viste esta noche, de acuerdo? Lo siento. Me tengo que ir.”

Apenas agarro la palanca de cambios para poner el camión en marcha la fuerte mano de Jack vino a descansar sobre su hombro. No fue un apretón fuerte, pero incluso la más pequeña presión sobre su herida la hizo prácticamente saltar fuera de su piel. Contuvo el aliento mientras el dolor se lanzo a través de ella.

“Estas herida,” dijo él, aquellas cejas canosas y pobladas se unieron de una.

“No es nada.”

“Nada, mi culo.” Abrió la puerta y se subió adelante para tener una mejor vista de ella. Cuando vio la sangre, murmuro una fuerte maldición. “Que paso? Te apuñalaron? Algunos pandilleros trataron de tumbarte por tu camión o tu carga? Jesús, esto parece una herida de bala, y ha estado sangrando por algún tiempo, ahora-”

“Estoy bien,” insistió ella. “No es mi camión, y nada de esto es lo crees.”

“Entonces podrías decirme todo esto mientras te llevo al hospital.” El se adentro aun mas en la cabina, gesticulando para que ella le hiciera sitio. “Muévete, yo conduciré.”

“Jack,” puso su brazo sobre su grueso, antebrazo de cuero. “No puedo ir al hospital, o a la policía. No estoy sola aquí. Hay alguien en la parte de atrás del camión y el también está en malas condiciones. No puedo dejarlo.”

El la miro fijamente, incierto. “Has hecho algo en contra de la ley, Renata?”

Exhalo su risa débil, llena de cosas que ella no podía decir. Cosas que él no podría saber y segura como el infierno que no creería si le contara. “Desearía que fuera solo ley con la que tuviera que lidiar. Estoy en peligro, Jack. No puedo decirte más que eso. No quiero que te involucres.”

“Necesitas ayuda. Esa es toda la información que necesito.” Su rostro estaba serio ahora. Y más allá de las arugas, de su cara delgada, y el pelo canoso, vio un destello del Marino inquebrantable que habia sido todos aquellos años. “Ven adentro y conseguiré que tu y ti amigo descansen en algún lugar por un rato. Conseguiré algo para tu hombro también. Vamos, adelante, hay mucho espacio en la casa. Déjeme ayudarte – por una vez, Renata, deja que alguien te ayude.”

Ella quería eso tan malditamente, en lugar de enterrar en lo profundo de su interior ese dolor. Pero llevar a Nikolai a un lugar público era un riesgo demasiado grande, para él y para cualquiera que pudiera verlo. “Tienes algún otro lugar en vez de la casa? Un lugar tranquilo, con menos personas adentro y afuera. No tiene que ser muy grande.”

“Hay un pequeño apartamento en el garaje de atrás. He estado usándolo para guardar todo en su mayoría desde que Anna se ha ido, pero eres bienvenida.” Jack salió del camión y le ofreció su mano para ayudarla a bajar. “Vamos a llevarte a ti y a tu amigo adentro para así poder echar un vistazo a la herida.”

Renata bajo del asiento a el pavimento. Y en cuanto a mover a Nikolai? Estaba segura de que todavía estaba durmiendo bajo efectos del tranquilizante, que ayudaba a ocultar lo que realmente era, pero no habia manera de que pudiera esperar que Jack no encontrara en lo más mínimo inusual el desnudo, ensangrentado y golpeado, macho inconsciente. “Mi, um, amigo está realmente muy enfermo. Está en muy malas condiciones, y no creo que sea capaz de caminar por su propia cuenta.”

“He cargado más que un hombre de la selva en mi espalda,” dijo Jack. “Mis hombros pueden ser un poco debiluchos ahora, pero son lo bastante anchos. Tendré cuidado de él.”

Mientras caminaban juntos a la parte de atrás, Renata agrego, “Hay una cosa más, Jack. El camión, necesita desaparecer. No importa en donde, pero cuanto antes mejor.”

El dio una breve inclinación de cabeza. “Considéralo hecho.”

CAPÍTULO DIECISIETE

Traducido por Ale

Como Nikolai se despertó, se preguntó por qué no había muerto. Se sentía como el infierno, lento para abrir los ojos en la oscuridad, sus músculos lentos mientras hacia un inventario de su estado actual. Él recordó la sangre y la agonía, la detención y la tortura en las manos de un bastardo llamado Fabien. Él recordó correr o, más bien, alguien corriendo mientras luchaba, y tropezó por mantenerse erguido.

El recordó la oscuridad a su alrededor, el frío metal debajo de él, la batería golpeando sin descanso en su cabeza. Y él recordaba claramente una pistola que se apuntaba en su dirección. Una pistola que se marcho de su propio orden.

Renata.

Ella era la que sostenía el arma de fuego. Dirigiéndolo hacia él para evitar que un monstruo como el la atacara. ¿Pero Por qué no lo mató, como ella había querido? Por lo demás, ¿pero en primer lugar por qué había venido ella a buscarlo en la instalación de contención? ¿No se dio cuenta que el podría haberla matado sin interrupción estando a solas con el?

El quería parecer furioso, ella había sido demasiado imprudente, pero una parte mas razonable de el, agradecía justamente solo por estar condenado a respirar. Incluso si la respiración era todo lo que era capaz de hacer en este momento.

Gemía y se dio la vuelta, esperando sentir el duro piso de la camioneta bajo su cuerpo. En su lugar se sentía un colchón blando, una almohada mullida acunando su cabeza. Una manta ligera de algodón cubría su desnudez.

¿Qué diablos? ¿Dónde estaba ahora?

Saltó hasta posicionarse sentado y fue recompensado con una violenta sacudida de sus entrañas. "¡Ah, carajo", murmuró, enfermo y mareado.

"¿Estás bien?" Renata estaba allí con él. Él no la vio en un principio, pero ahora ella se levantaba de la silla hecha jirones donde había estado hacia un momento. Ella relleno la cama. "¿Cómo te sientes?"

"Como la mierda", dijo, con su lengua gruesa, y su boca seca como el desierto. El se estremeció al ver que ella hizo clic con una lámpara a su cabecera.

"Te ves mejor. Mucho mejor, en realidad. Sus ojos han vuelto a la normalidad y sus colmillos han retrocedido."

"¿Dónde estamos?"

"En un Lugar seguro".

Miró a su alrededor la mezcla ecléctica de la sala: muebles revueltos, estanterías de almacenamiento contra una de las paredes, una pequeña colección de los lienzos en diversas etapas de finalización apoyados entre dos archivadores, un pequeño armario de un cuarto de baño con toallas de adornos florales y una bañera de patas pintorescas. Pero eran las persianas de las ventanas, directamente acomodadas en la habitación desde la cama que incluía la profundidad de la noche en el otro lado del vidrio en ese momento, pero por la mañana la sala se vería inundada con la luz de los rayos UV.

"Esta es una residencia humana". Él no quiso sonar en acusación, sobre todo cuando era su propia maldita culpa estar en esta situación. "¿Dónde diablos estamos, Renata? ¿Qué está pasando aquí?"

"Usted estaba en mal estado. No era seguro para nosotros seguir viajando en el camión de suministro cuando la Agencia de Control y, posiblemente, Lex, estarían buscándolo tan pronto como se pusiera el sol-"

"¿Dónde estamos?" exigió.

"En Un refugio para niños de la calle y se llama Plaza de Anna. Sé que del hombre que lo ejecuta. O yo lo conocía, es decir… de antes. "Algunos atisbos de emoción invadieron su rostro. "Jack es un buen hombre, digno de confianza. Estamos a salvo aquí".

"Es humano".

“Sí. "

Justamente un jodido encantador. “¿ Y el sabe lo que soy? ¿Me vio él… como yo estaba?

“No. Te mantuve cubierto como mejor pude con la lona plástica del camión. Jack me ayudo a traerte aquí, pero usted todavía dormía por el tranquilizante que le pegue con el tiro. Le dije que usted estaba afuera porque estaba enfermo”.

“Gracias. Bueno, al menos esto respondía la pregunta de por qué él no esta muerto.”

"Él no vio tus colmillos o tus ojos, y cuando me preguntó acerca de tus glifos, le dije que eran tatuajes.” Ella Hizo un gesto señalando una camisa y negro avivado de pliegues sobre la mesita de noche. “Él trajo algo de ropa. Después de que él vuelva de reparar las zanjas del camión para nosotros, él va a buscar un par de zapatos que puedan adaptarse a ti. Hay un kit de aseo en el compartimiento del baño de su carro de bienvenida para los recién llegados a la casa. Que sólo tiene un cepillo de dientes de sobra, así que espero que no te importe compartir."

"Jesús," Niko silbó. Esto sólo estaba empeorando.

"Tengo que salir de aquí”.

Él se quitó la manta y tomo la ropa de la mesita. Él no estaba muy seguro sobre sus pies cuando trataba de entrar en los pantalones de nylon. Él cayó hacia atrás, su trasero desnudo plantado en la cama. La cabeza le daba vueltas. "Maldita sea. Tengo que informar a la Orden. ¿Cree que su buen amigo Jack tiene una computadora o un teléfono celular que podría pedir prestado?”

"Son las dos de la mañana", señaló Renata.

"Todos en la casa están durmiendo. Además, ni siquiera estoy segura de que está lo suficientemente bien como para hacer que baje por las escaleras del garaje. Necesitas descansar un poco más"

"Al carajo. Lo que necesito es volver a Boston lo antes posible.” Todavía sentado en la cama, se deslizo en el avivado y logro subirlo por encima de sus caderas, tirando del cordón apretado a la cincha de la cintura extra-grande. "He perdido demasiado tiempo ya. Necesito que alguien venga y lleve mi trasero hasta allá"

La Mano de Renata cayó sobre él, lo sorprendió el contacto. "Nikolai. Algo le ha pasado a Mira."

Su voz sonaba tan sobria como él nunca la había oído. Ella estaba tan preocupada como un hueso en la profundidad, y por primera vez, se dio cuenta de la más pequeña fisura en su forma de ser inquebrantable, disfrazada de una fachada de hielo que a todos presentaba.

"Mira está en peligro", dijo ella. "Se la llevaron con ellos cuando vinieron a arrestarte a ti en el recinto. Lex la entrego con un vampiro llamado Fabien. Él… él la vendió a él".

"Fabien". Niko cerró los ojos, exhalando una maldición. "Entonces ella esta, probablemente, ya está muerta."

Èl no esperaba un grito ahogado de Renata. El sonido crudo de su grito le hizo sentir como un imbécil insensible para hablar en voz alta sus pensamientos sombríos. Para la fuerza e independencia resistente de Renata ella tenia un punto sensible reservado, notable para esa niña, inocente.

"Ella no puede estar muerta." Su voz adquirió un tono de duro, pero sus ojos estaban salvajes, desesperados. "Le prometí a ella, ¿me entiendes? Le dije que sería su protectora, Nunca deje que nadie le hiciera daño. Me refería a eso. Mataría para mantenerla segura, Nikolai. Moriría por ella”.

Escuchó, y, Dios lo ayude, que el conocía mejor el dolor mas de lo que ella podía nunca adivinar. Cuando era niño, él había hecho un pacto similar con su hermano menor – Cristo, hace mucho tiempo-y esto casi lo había destruido por haber fallado.

"Es por eso que me siguió en las instalaciones de contención", dijo, comprendiéndolo ahora. "Usted corrió el riesgo de romperse el cuello al sacarme de allí, porque cree que puedo ayudarla a encontrarla?"

Ella no dijo nada, pero termino sosteniendo su mirada fija en un silencio que parecía estirarse para siempre. "Tengo que recuperarla, Nikolai. Y no creo que… estoy, simplemente no estoy segura de que puedo hacerlo por mi cuenta."

Una parte de él quería decirle que el destino de una niña perdida no era su problema. No después de que el bastardo de Fabien acabara de ponerlo en las instalaciones de contención. Y no cuando la Orden tenía sus manos llenas con otras misiones más críticas. Vida y la muerte en una escala masiva, con la puerta verdadera-mueren, salvan-el-la especie mundial de mierda.

Pero cuando abrió la boca para decírselo, descubrió que no tenía corazón para decírselo en voz alta a Renata ahora.

"¿Cómo está tu hombro?" -le preguntó, indicando la herida que había estado sangrado hace unas horas en el camión y al volante de su ya débil control casi hasta el borde. En la superficie, parecía mejor, vendada en gasa blanca y limpia y con un olor ligeramente a antiséptico.

"Jack me vendó", dijo ella. "Él era un médico de la Infantería de Marina, cuando sirvió en Vietnam."

Niko vio la ternura de su expresión cuando habló del humano, y se preguntó por qué debería sentir la menor punzada de celos, en particular cuando el servicio militar de aquel macho humano lo hacia tan viejo para los años del Protocolo de Resolución de Direcciones AppleTalk… "Así que, él es un Marino, ¿eh? Como pudo terminar trabajando en un refugio para jóvenes aquí en Montreal?"

Renata sonrió con un poco con tristeza. "Jack se enamoró de una muchacha local llamada Anna. Se casaron, luego compraron esta casa juntos y han vivido aquí por más de cuarenta años… hasta que murió Anna. Ella fue asesinada en un robo. El niño sin hogar que la apuñaló por su cartera lo hizo mientras estaba drogado con heroína. Estaba buscando dinero para su dosis siguiente, pero sólo encontró cinco dólares en el cambio."

"Jesús," Niko exhalado. "Espero que el pedazo de mierda no se salga con la suya".

Renata sacudió la cabeza. "Fue arrestado y acusado, pero se ahorcó a sí mismo en la cárcel en espera de juicio. Jack me dijo una vez cuando se enteró de las noticias, entonces fue cuando decidió hacer algo para ayudar a prevenir otro actocomo la muerte de Anna, o que otro niño se pierda en las calles. Abrió de su casa-el Refugió de Anna- a cualquier persona que necesitara vivienda, y dio a los niños comidas calientes y un lugar de pertenencia".

"Suena Jack como un hombre generoso," Niko dijo. "Un infierno de mucho más de perdón de lo que podía ser”.

Tenía la fuerte necesidad de tocarla, de dejar que sus dedos se detuviesen en su piel. Quería saber más acerca de ella, más de su vida antes de que ella se mezclara con Sergei Yakutia. Tenía la sensación de las cosas no resultaron fácil para ella. Si Jack había contribuido a suavizar su camino, a continuación, Nikolai no tenía nada, mas que el respeto por el hombre. Y ahora, si ella podía confiar en el humano, el también lo haría. El espero como el infierno Jack era todo, Renata creía todo lo que el era. Esto sería un infierno si él demostraba las cosas de otra manera.

"Déjame echar un vistazo a su hombro," dijo él, feliz de cambiar el tema.

Cuando él se acercó a ella, Renata vaciló. ¿Estás seguro de que usted puede manejar esto? Porque estoy recién salida de las rondas tranquilizantes, y no parece deportivo acercarme a la mente en explosión de un vampiro en su condición débil."

“¿Estas bromeando?” Se rió, sorprendido por su sentido del humor, especialmente cuando las cosas se veían más que un poco tristes para ambos. "Ven aquí y déjame ver la obra de Jack”.

Ella se inclinó adelante para darle mejor acceso a su hombro. Niko movió a un lado de la manta de algodón suave en la que estaba envuelta, dejando al borde de la tela deslizarse hacia debajo de su brazo. Con el mismo cuidado el levanto el vendaje e inspeccionó la limpieza de la sutura bajo la misma, él todavía sentía a Renata estremecerse con la incomodidad.

Ella se comportaba perfectamente tranquila mientras cuidadosamente controlaba ambos lados de su hombro. La hemorragia se había reducido al mínimo, pero incluso ese pequeño riachuelo escarlata le golpeaba con fuerza. Estaba fuera de los bosques por lo que ahora ansiaba sangre, pero aún el era de la Raza, y el dulce olor a madera de sándalo y la lluvia de la sangre toxica de Renata -sobre todo al estar tan cerca.

"En general, parece decente", murmuró, obligándose a retirarse. Él cambio las vendas y se sentó en el borde de la cama. "La salida de la herida todavía esta muy pálida."

"Jack dice que tengo suerte que la bala atravesara y no afectara mis huesos”.

Niko gruñó. Tuvo la suerte de tener sangre unida a un Gen Uno macho. Sergei Yakutia podía ser un vicioso, un hijo de puta bueno para nada, pero de la presencia de su sangre de pura raza en su sistema debió haber acelerado la curación como nada. De hecho, se sorprendió al verla tan cansada. Entonces otra vez, esta había sido una noche tan larga hasta ahora bajo cualquier norma.

Basado en los círculos oscuros bajo sus ojos manchados, no había dormido nada. Ella no había comido bien. Una bandeja de comida estaba intacta en la bandeja de metal mesa cercana.

Él se preguntó si era el dolor por la muerte de Yakutia añadida a su fatiga. Era evidente que se tratara de Mira, pero por todos los derechos, y tan duro como lo fue para que acepte la idea, ella también era una mujer que recientemente había perdido a su compañero.Y allí estaba ella, cuidando una herida de bala en su hombro, solo por haber ido en su ayuda.

"¿Por qué no descansas un rato", sugirió Nikolai. "Toma la cama. Trata de dormir un poco. Es mi turno vigilar"

Ella no discutió, para su gran sorpresa. El levantó la manta para que ella subiera y luchó mientras acomodaba la manta bajo su hombro herido.

"La ventana", murmuró, señalando en ella. "Yo iba a cubrirla para usted."

"Yo me encargaré de eso".

Ella se quedó dormida en menos de un minuto. Niko observó durante un momento, y después, cuando estaba segura de que ella no iba a sentir, tubo la necesidad de tocarla. Sólo una breve caricia de su mejilla, sus dedos deslizándose en la seda negra de su cabello.

Era un error desearla, y él lo sabía.

En su condición, en lo que era más o menos la peor de las circunstancias posibles, era probablemente estúpido como el infierno para él ansiar a Renata de la manera en que él lo hacia – de la forma que él hizo casi a partir del primer instante en que él puso sus ojos en ella.

Pero en aquel momento, ella abrió sus parpados y lo encontró allí al lado de ella, nada le habría impedido tirarla en sus brazos.

Un par de rayos altos de halógeno perforaron la manta de niebla que se derramó abajo en el camino de Vermont Green Mountains. En el asiento trasero, el pasajero del vehículo con chofer miraba con impaciencia el paisaje oscuro, sus ojos de la Raza lanzaban reflejos de ámbar en el vidrio opaco. Estaba enojado, y después de hablar con Edgar Fabien, su contacto en Montreal, tenía motivos para sentirse molesto. El único rayo de promesa había sido el hecho de que en medio de todas las circunstancias recientes y los desastres poco aislados, de alguna manera, Sergei yakuto estaba muerto y, en el proceso, Fabien había logrado una red de miembros de la Orden.

Desafortunadamente, esa pequeña victoria había sido de corta duración. Sólo unas hacia pocas horas, Fabien tímidamente había informado que el guerrero de la raza se había escapado delas instalaciones de contención y en la actualidad yacía con una mujer que aparentemente le ayudo. Si Fabien esta noche no ponía un este asunto importante entre manos para lo que había sido asignado, el líder del Darkhaven de Montreal podría estar recibiéndole en una inesperada visita esta noche también. El trataría con Fabien más tarde.

Molesto por este desvío obligatorio a través de los caminos de las vacas, pero lo tenía aun más enfurecido, el mal funcionamiento de su mejor, y más eficaz instrumento.

Simplemente el fracaso no podía ser tolerado. Un error era demasiado y, como un organismo de control que de repente se convierte en propietario, sólo había una solución viable para el problema que le esperaba en este determinado tramo del camino rural de travesía: La exterminaciòn.

El vehículo redujo la marcha lentamente al hacer contacto con el asfalto, en una tierra llena de baches el área rural. Un Colonial laberinto de piedra cercano, con media docena de altos robles y arces alineados en la unidad que conducía a una casa de campo blanca, con un ancho pórtico, circulante. El coche se detuvo delante de un granero rojo grande en la parte trasera de la casa. El conductor-un siervo, salió, y caminó alrededor de la puerta del pasajero trasero, y la abrió para su Señor Vampiro.

"Señor," dijo el esclavo de mente humana con una respetuosa reverencia de su cabeza.

El macho de la Raza en el interior del coche salió, oliendo burlonamente la corrupción de ganadería en el aire supuestamente fresco de la noche. Sus sentidos no se vieron menos ofendidos como él giró su cabeza hacia la casa y vio la luz variable de una lámpara de mesa encendida en uno de los cuartos, el gimoteo necio de un programa de concursos de televisión iban a la deriva de las ventanas abiertas.

"Espera aquí," dijo dando instrucciones a su conductor.

"Esto no llevará mucho tiempo."

Las piedras crujían en sus zapatos de cuero pulido, acercándose a la grava de los escalones del porche cubierto que conduce a la puerta trasera de la casa. Pero estaba cerrada con llave, pero nada le importo. Él quiso que el cerrojo se abriera y se dirigió con su monstruosidad de un tranco dentro de la cocina azul y blanca con adornos de algodón. A medida que el entraba la puerta chirrió cerrando detrás de él, un hombre de mediana edad humano con una escopeta entró desde el pasillo.

"Maestro", dijo con voz entrecortada, estableciendo el rifle en la encimera. "Perdóneme. Yo no era consciente de que era usted, ah…él que-que venia…” El subordinado tartamudeó, ansioso, y evidentemente lo suficientemente conocedor, que esta no era una visita social. "E-¿En qué puedo servirle?"

"¿Dónde está el cazador?"

"En el sótano, señor."

"Llévame a él".

"Por supuesto". El subalterno se volvió y abrió la puerta de atrás, abriéndola de par en par. Cuando su amo había salido, se lanzó para llevarle por el camino a la entrada parecida a un ataúd en el sótano, a lo largo de la casa. "Yo no se lo que pudo haber salido mal con él, maestro. El nunca ha fallado en la realización de alguna misión antes".

Lo cierto es que, a pesar de que el solo hecho del fracaso actual de tan perfecto muestra era aun más inexcusable.

"No estoy interesado en el pasado."

"No, no. Por supuesto que no. Señor Mis disculpas." Hubo una lucha torpe con la llave y la cerradura, esta última se había instalado a fin de mantener lejos a los mortales de los ocupantes de la bodega en su interior, pero más como una medida. Las Cerraduras eran innecesarias cuando había otros, métodos más eficaces para asegurar que no estuviesen tentados de desviarse del rumbo.

"Por aqui," dijo el subordinado, abriendo las puertas de acero para revelar un hoyo sin luz que se abrió en la tierra debajo de la vieja casa.

Un tramo de escaleras de madera descendía en la oscuridad húmeda y mohosa. El viejo subalterno avanzo, tirando de una cuerda atada a una bombilla de luz para ayudar a ver el camino. El vampiro detrás de él veía bastante bien sin ella, al igual que lo que albergaba aquí el espacio vacío, sin ventanas. El sótano no contenía muebles. No había distracciones. No se observaban efectos personales. Por deliberado que fuese el diseño, no contenía comodidades de ningún tipo. Estaba lleno de precisamente nada, el recordatorio a su inquilino que él también no era nada más allá del que él fue convocado aquí para hacer. Su misma existencia debía ser simplemente servir, seguir órdenes.

Actuar sin piedad o error.

Para no revelar fuentes, ni esperar ningún cambio.

Mientras caminaban hacia el centro del sótano, el macho de la Raza enorme sentado tranquilamente en el suelo de tierra desnuda levantó la vista. Estaba desnudo, con sus codos apoyados sobre las rodillas, la cabeza rapada. No tenía nombre, ni identidad alguna, excepto el que le fue dado cuando él nació: Hunter. Estaba provisto de un collar electrónico negro alrededor de su cuello que había llevado consigo durante toda su vida.

En verdad, era su vida, por si alguna vez debía resistir instrucciones, o manipular el dispositivo de vigilancia de algún modo, un sensor digital de viaje y el Arma UV contenidos en el cuello detonarían.

El gran macho se puso de pie con su controlador cuando el subalterno hizo un gesto para que se levantase. Él era impresionante, un Gen uno de seis pies y medio, todos muscular y fuerza formidable. Su cuerpo estaba cubierto de una red de dermaglifos del cuello a los tobillos, las marcas de la piel heredada a través de la sangre, pasando de padre a hijo en la Raza.

Que él y este vampiro tenían en común patrones similares era de esperarse; después de todo, ellos habían nacidos de la misma línea Antigua paternal. Ambos tenían la sangre del mismo guerrero alienígena que nadaba en sus venas, uno de los padres originales de la raza de vampiros sobre la tierra. Ellos Eran familiares, aunque sólo uno de ellos lo sabía. El que había estado pacientemente esperando el tiempo, que vivía detrás de innumerables máscaras y engaños, mientras que con cuidado la organización tejía las piezas sobre un tablero enorme y complejo. El momento de manipular la suerte era adecuad para que, el finalmente, con justicia, la subida a su lugar de tanto poder sobre la raza y la humanidad por igual.

Ese tiempo se avecinaba.

Estaba próximo, lo podía sentir en sus huesos.

Y él no cometería errores en la subida a su trono.

Ojos tan de oro como un halcón hallado y sosteniéndole su mirada fija en la luz variable del sótano. Él no apreciaba el orgullo que vio allí – el rastro de desafío en uno que había sido levantado para servir.

“Explíqueme por qué usted falló en realizar su objetivo, " exigió él.

“Usted fue enviado a Montreal con una misión clara. ¿Por qué usted fue incapaz de ejecutarlo?

“Había un testigo " Esa fue la respuesta fría.

"Eso nunca te ha detenido antes. ¿Por qué ahora?"

Aquellos ojos resueltos de oro no mostraron ninguna emoción en absoluto, pero allí eran el desafío en el levantamiento sutil de la mandíbula cuadrada del Cazador. "Era una niña, y una hembra joven"

"Una niña, dices." Se encogió de hombros, indiferente. "Incluso más fácil de eliminar, no te parece?"

El cazador no dijo nada, sólo lo miró como si esperase el juicio. Como si el esperara ser condenado y le importase un bledo.

“Usted no fue entrenado para cuestionar sus órdenes o alejarse de los obstáculos. Usted fue criado para una cosa- como lo han sido los otros como usted."

Su rígida barbilla se elevo otra pulgada, interrogándole. Con desconfianza. ¿" Qué otros?”

Él rió en entre dientes bajo su aliento. "¿Usted en realidad no pensó que era él único, verdad? Ni mucho menos. Sí, hay otros. Un ejército de otros soldados, asesinos… prendas prescindibles que he creado por el período de varias décadas, todos ellos nacidos y levantados para servirme. Otros, como usted, que viven sólo porque lo deseo. “Él echó un vistazo de forma significativa al anillo del cuello con el que rodeaba él cuello del vampiro. " Usted, como los demás, vive sólo mientras que lo desee."

"Maestro", interrumpió tratante el subalterno. "Estoy seguro que éste fue un pequeño error. Cuando usted le envíe la próxima vez, no habrá problemas, yo se lo aseguro-"

"He oído lo suficiente", el chasqueo, inclinando la mirada hacia el humano que por asociación también le había fallado. "No habrá próxima vez. Y usted ya no me es de ninguna utilidad"

En un momento de rapidez, giró sobre el siervo, y hundió sus colmillos en un lado de la garganta del hombre. No bebío, sólo perforó la arteria carótida liberándola, observando con total indiferencia, como se desplomó sobre el piso de tierra del sótano, sangrando profusamente. La presencia de tanta sangre derramanda era casi insoportable. Era difícil esperar que quedaran residuos, pero estaba más interesado en probar su punto.

Miró al vampiro Gen uno -sonreía a su lado cuando sus glifos tomaron pulso con los colores profundos de hambre del macho, con los ojos de oro, ahora totalmente de color ámbar. Sus colmillos llenaron su boca, y era obvio que todo el instinto dentro de él estaba gritando para que se lanzara sobre la presa chisporroteante hacia la fuente de la sangre del humano que había muerto.

Pero él no se movió. Se quedó allí, desafiante aún, negándose a ceder Incluso a su instinto natural, el lado salvaje de sí mismo.

Matarlo sería bastante fácil, simplemente marcando el código escrito en su teléfono celular y el rígido, orgullo intitulado sería volado en pedazos. Pero sería mucho más agradable romperlo primero. Tanto mejor si de última hora le podría servir como un ejemplo a Fabien y cualquier otra persona que podría ser suficientemente estúpida para defraudarlo.

"Fuera", él ordeno al asesino en servicio. "No he terminado contigo todavía”.

CAPÍTULO DIECIOCHO

Traducido por Aletse

Renata se situó en el lavabo de pedestal en el cuarto de baño, escupió lo último de la pasta de dientes por el desagüe, luego se enjuago con varios puñados de agua fría. Ella había despertado mucho más tarde de lo que ella pretendía. Nikolai le dijo que ella que había parecido necesitar el descanso, así que él la había dejado dormir hasta casi las diez de la mañana. Ella podría haber dormido otros diez días más y ella probablemente todavía estaría cansada.

Ella se sentía fatal. Adolorida por todas partes, con sus débiles extremidades. Inestable en sus pies. Su cuerpo con su termostato interno al parecer no podía decidir entre el frío glacial y el calor abrumador, dejándola en una atormentada alternancia de escalofríos y ondas de cuentas de sudor en la frente y la parte de atrás de su cuello.

Con su mano derecha apoyada en el lavabo, ella llevo su otra mano debajo de la corriente del grifo, con la intención de sujetar como un anillo, sus dedos fríos, mojados alrededor del horno que ardía sobre su nuca. Un pequeño movimiento de su brazo izquierdo y ella protestó de dolor.

Su hombro se sentía como si estuviera en ardiendo.

Ella hizo una mueca cuando con cuidado se desabotonaba la parte superior de la amplia camisa tipo Oxford que era préstamo de Jack. Lentamente ella encogió el hombro para sacarlo fuera de la manga izquierda para así poder quitarse la venda y examinar su herida. La cinta aguijoneo cuando ella la arranco lejos de su sensible, adolecida piel. La coagulada sangre y el ungüento antiséptico recubrían la almohadilla gruesa de la gasa, pero la herida que se encontraba abajo aún estaba hinchada y filtrándose.

Ella no necesitaba a un doctor para que le dijera que esto no eran buenas noticias. Sangre y grueso fluido amarillo se drenaba desde el inflamado círculo rojo que rodea el punto abierto por donde la bala había entrado. No era bueno en absoluto. Tampoco necesitaba un termómetro para confirmar que ella estaría probablemente hundiera en una fiebre muy alta debido a la aparición de la infección.

"Mierda", susurró ella en su rostro demacrado, pálido en el espejo. "Yo no tengo tiempo para esto, maldita sea."

Un golpe abrupto en la puerta del cuarto de baño la hizo saltar.

"Oye." Nikolai llamó de nuevo, dos golpes rápidos. "¿Todo bien allí dentro?"

– ”Sí. Sí, está todo bien". Su voz raspo como papel de lija en su garganta, poco mejor que un tono áspero de sonido. "Solo me estoy lavando los dientes".

"¿Segura que estás bien?"

"Estoy bien". Renata levanto el arrugado sucio vendaje y lo tiró en el recipiente de la basura que estaba al lado del lavabo. "Estaré afuera en pocos minutos."

La tardanza en la respuesta no le dio la impresión de que él se marchara a ninguna parte. Ella hizo girar la manivela del agua para un mayor volumen y esperó, inmóvil, con sus ojos en la puerta cerrada.

"Renata… tu herida”, dijo Nicolás a través del panel de madera. Había una gravedad en su tono. "¿No esta curada todavía? Ella debería haber dejado de sangrar ya…"

Aunque ella no hubiese querido que él supiera lo que le estaba pasando, no había ningún motivo para negárselo ahora. Todos los de su Estirpe tenían sentidos absurdamente agudos, especialmente cuando estos aparecían al descubrir sangre derramada. Renata se aclaró la garganta. "No es nada, no es gran cosa. Sólo necesito una nueva gasa y un vendaje fresco".

"Voy a entrar", él dijo, y le dio un giro de la manija de la puerta. Esta se mantuvo, cerrada desde el interior por el seguro del botón que se encontraba oprimido. "Renata. Déjame entrar"

– ”Te dije, estoy bien. Estaré afuera en solo unos…"

Ella no tuvo la posibilidad de terminar la frase. Usando lo que sólo podría haber sido el poder mental de la Raza, Nikolai acciono la cerradura y abrió la puerta ampliamente. Renata lo podría haber maldecido por haber entrado como si fuera el dueño del lugar, pero ella estaba demasiado ocupada tratando de jalar de un tirón la manga larga, suelta de la camisa para cubrirse ella misma. A ella no le importaba tanto si él veía el estado de inflamación de la herida por el arma de fuego, eran las otras marcas las que ella deseaba hacer desaparecer.

Las permanentes que habían sido quemadas en la piel de su espalda.

Ella logro conseguir llevar la suave tela de algodón alrededor de ella, pero todos los movimientos y el tironeo hizo a su hombre gritar y su estomago revolverse cuando el dolor le causo una ola de fuertes náuseas.

Jadeando ahora, inundada en un sudor frío, ella misma se dejó caer hacia abajo en la cerrada tapa del inodoro e intento actuar como si ella no estuviera a punto de derramar su estómago por todas partes sobre los diminutos azulejos negros y blancos que se encontraban bajo sus pies.

"Por crissake [4]". Nikolai, con su torso desnudo, por el prestado calentamiento que estaba ejecutado en el punto bajo de sus caderas estrechas, le echó una mirada a ella y se dejó caer en cuclillas delante de ella. "Tu estás muy lejos de estar bien aquí." Ella se sobresalto cuando él trato de alcanzar el flojo cuello abierto de la camisa. "No lo haga".

"Solamente voy a revisar tu herida. Algo no está bien. Ella debería estar curada a esta hora." Él aparto hacia fuera la tela de su hombro y frunció el ceño. "Mierda. Esto no se ve bien en absoluto. ¿Cómo se ve el punto de salida?"

Él se levanto y se inclinó sobre ella, con sus dedos cuidadosos mientras él deslizaba más de la camisa de su camino. A pesar de que estaba ardiendo, ella podía sentir el calor de su cuerpo, mientras el estaba tan cerca de ella en este pequeño espacio. "¡Ah, mierda… de este lado esta peor que del frente. Voy a sacarte de esta camisa para que pueda ver exactamente con lo que estamos tratando".

Renata se congeló, su sistema completo se agarroto. "No, yo no puedo."

"Claro que tu puedes. Yo te ayudaré". Cuando ella no se movió, quedándose sentada allí sujetando la parte delantera de la grande camiseta en un puño apretado, Nikolai sonrió abiertamente. "Si tu piensas que tienes que ser reservada conmigo, no lo hagas. Infiernos, tu ya me has visto desnudo por lo tanto es justo, ¿cierto?" Ella no se rio. Ella no podría. Era difícil mantener su fija mirada, difícil de creer la preocupación que estaba comenzando a oscurecer sus invernales ojos azules, mientras él esperaba por su respuesta. Ella no quería ver repulsión allí, ni, mucho menos, compasión. "¿Tu albedrio justamente… acaba de marcharse ahora? ¿Por favor? Permíteme encargarme de cuidar de esto yo mismo."

"La herida está infectada. Tu estás con fiebre debido a ella."

"Lo sé".

La cara de Nikolai se volvió sobria con una emoción que ella no podía distinguir. "¿Cuándo fue la última vez que tu te alimentaste?"

Ella se encogió de hombros. "Jack me trajo un poco de comida anoche, pero yo no tenía hambre."

"No comida, Renata. Estoy hablando de sangre. ¿Cuándo fue la última vez que tú te alimentaste de Yakut?"

“¿Tu te refieres a beber su sangre?" Ella no pudo ocultar su repulsión. "Nunca. ¿Por qué tu estas preguntándome eso? ¿Por qué piensas eso?”

"Él bebió de ti. Lo vi alimentándose de tu vena en su habitación en el recinto. Supongo que supuse que era un acuerdo mutuo".

Renata odiaba pensar en eso, y mucho menos recordar que Nikolai había sido testigo de su degradación. "Sergio me utilizaba por sangre cada vez que él sentía la necesidad. O cada vez que él deseaba hacer una demostración."

"Pero él nunca te dio su sangre a cambio?"

Renata negó con la cabeza.

"No me extraña que tu no estés sanando rápidamente", murmuró Nikolai. Él le dio una ligera sacudida a su cabeza. "Cuando lo vi beber de ti… pensé que tu estabas emparejada con él. Supuse que ustedes estaban unidos con el lazo de sangre entre sí. Pensé que tal vez tu sentías cariño por él".

"Tu pensaste que yo lo amaba,” dijo Renata, dándose cuenta hacia donde se dirigía. "No era eso. Ni siquiera se acercaba."

Ella exhaló un aliento agudo que resonó en su garganta. Nikolai no la estaba presionando para buscar respuestas, y tal vez precisamente debido a ello, ella quería que él entendiera que lo que ella sentia por el vampiro al que había servido era cualquier cosa menos afecto. "Hace dos años, Sergei Yakut me recogió en las afueras de una calle del centro de la ciudad y me llevaron a su refugio junto con varios otros niños que él había levantado esa noche. Nosotros no sabíamos quién era, o hacia donde íbamos, o por qué. No sabíamos nada, porque él nos había puesto a todos nosotros en una especie de trance que no levanto hasta que nos encontramos nosotros mismos encerrados juntos dentro de una gran jaula oscura".

"El interior del granero de su propiedad", dijo Nicolás, con su rostro sombrío. "Jesús Cristo. ¿Él te trajo para su juego en vivo de su club de sangre?"

"Yo no creo que cualquiera de nosotros nos diéramos cuenta de que los monstruos realmente existían hasta que Yakut, Lex, y algunos otros vinieron de afuera para abrir la jaula. Ellos nos mostraron el bosque, nos dijeron que corriéramos." Ella tragó la circulante amargura que se levanto en su garganta. "La matanza comenzó tan pronto cuando el primero de nosotros rompió hacia el bosque."

En su mente, Renata volvió a revivir el horror con absoluto detalle. Ella todavía podía oír los gritos de las víctimas cuando ellos huían, y los aullidos terribles de los depredadores que los cazaban con tal salvaje frenesí. Ella todavía podía oler el esencia fuerte veraniega de pino y amargo musgo, los aromas de la naturaleza fueron sofocados muy pronto por el de la sangre y la muerte. Ella aún podía ver la inmensa oscuridad que rodeaba el terreno desconocido, con escondidas ramas que le golpeaban las mejillas y que rasgaba su ropa mientras ella trataba de navegar su huida.

"Ninguno de ustedes tenia una posibilidad", murmuró Nikolai. "Ellos les dijeron a ustedes que corrieran solamente para jugar con ustedes. Para darse a si mismo la ilusión de que los clubes de sangre tienen algo que ver con el deporte".

"Yo sé eso ahora". Renata todavía podía saborear la inutilidad de toda aquella partida. El terror había adquirido aspecto en esa funesta noche en forma de ojos de color ámbar brillantes y expuestos, ensangrentados colmillos como nada que ella hubiese alguna vez sonado en sus peores pesadillas. "Uno de ellos me alcanzó a mí. Èl salió de la nada y comenzó a rodearme, preparándose para el ataque. Yo nunca había tenido más miedo. Estaba asustada y enojada y algo dentro de mí solamente… se rompió. Sentí un poder correr a través de mí, algo más fuerte que la adrenalina inundaba mi cuerpo."

Nikolai asintió con la cabeza. "Tu no sabias acerca de la habilidad que poseías".

"Yo no sabía acerca de un montón de cosas hasta esa noche. Todas las cosas habían girado de arriba hacia abajo. Yo sólo quería sobrevivir – la única cosa que yo sabía hacer. Así que cuando yo sentí que la energía fluía a través de mí, algún instinto visceral me indico que lo girara y dejara libre sobre mi atacante. Lo empuje hacia afuera con mi mente y el vampiro se tambaleo hacia atrás como si lo hubiera golpeado físicamente. Le lance más de él, y aún más, hasta que él estuvo abajo en el suelo gritando y sus ojos estuvieron sangrando y toda su cuerpo estaba convulsionándose de dolor." Renata se detuvo, preguntándose si el guerrero de la Raza la contemplaba en silencio juzgándola por su total falta de remordimiento por lo que ella había hecho. Ella no estaba dispuesta a pedir disculpas o dar excusas. "Yo quería que él sufriera, Nikolai. Quería matarlo, y lo hice".

"¿Qué otra opción tenías tú?", dijo él, extendiendo la mano y con mucha ternura deslizo las puntas de sus dedos a lo largo de la línea de su mejilla. "¿Y qué hay de Yakut? ¿Dónde estaba él, durante todo esto?"

"No muy lejos. Yo había comenzado a correr nuevamente cuando él se cruzo en mi camino y se dirigió hacia mí. Yo traté de derribarlo también, pero él lo resistió. Envié todo lo que yo tenia hacia él, hasta el punto de agotamiento, pero no fue lo suficiente. Él era demasiado fuerte."

"Porque él era un Gen Uno".

Renata hizo una inclinación de asentimiento con la cabeza. "Él me lo explicó más tarde, después de aquel combate inicial las repercusiones me habían dejado inconsciente durante tres días completos y me desperté para encontrarme presionada a trabajar como guardaespaldas personal de un vampiro. "

"Tu nunca trataste de marcharte?"

"Al principio, lo intenté. Más de una vez. Eso nunca le tomo demasiado tiempo para localizarme." Ella golpeó ligeramente su dedo índice contra la vena situada al lado de su cuello. "Difícil de llegar muy lejos cuando tu propia sangre es mejor que un GPS para tu perseguidor. Él utilizaba mi sangre para asegurarse de mi lealtad. Era un grillete que no podía romper. Yo nunca pude estar libre de él."

"Tu ahora eres libre, Renata."

"Sí, supongo que yo lo estoy", dijo ella, la respuesta sonando tan hueca como ella la sentía. "¿Pero qué hay con respecto a Mira?"

Nikolai la contemplo a ella durante un largo momento sin decir nada. Ella no quería ver la duda en sus ojos, no más de lo que ella quería alguna vana garantía de que allí había algo que cualquiera de ellos dos podría hacer por Mira ahora que ella estaba en manos del enemigo. Tanto peor cuando ella actualmente estaba debilitada por la herida.

Nikolai se giró hacia la bañera antigua con patas en forma de garras color blanca y les dio a las llaves gemelas una vuelta. Cuando el agua se precipitó en la bañera, él se volvió hacia donde ella estaba sentada. "Un refrescante baño debería rebajar tu temperatura. Vamos, yo te ayudare a lavarte."

"No, yo puedo manejar mi propio…-"

Él le dijo a ella que no – al levantar en respuesta una de sus cejas. "La camisa, Renata. Déjame ayudarte con ella así puedo tener una mejor visión de lo que está pasando con esa herida."

Obviamente, él no estaba dispuesto a dejarla. Renata se quedó muy quieta todavía cuando Nikolai desabrochó los últimos pocos botones de la gigantesca carpa tipo Oxford y gentilmente con cuidado la removió de ella. El algodón cayó en una aglomeración suave sobre su regazo y alrededor de sus caderas. A pesar de que ella llevaba un sujetador, la modestia arraigada en ella desde sus primeros años en el orfelinato de la iglesia la hizo levantar sus manos para resguardar sus pechos de sus ojos.

Pero él no la estaba mirando en una manera sexual en ese momento. Toda su atención estaba centrada sobre su hombro ahora mismo. El era tierno, cuidadoso, sus dedos exploraban ligeramente alrededor de la zona. Él siguió la curva de su hombro por encima y alrededor de donde la bala le había abandonado su carne. "¿Te duele cuando te toco aquí?"

A pesar de que su toque era apenas un contacto que la pasaba rozando, el dolor irradiaba a través de ella. Ella hizo una mueca, succionando hacia adentro su aliento. "Lo siento. Hay demasiado enrojecimiento e hinchazón alrededor de la herida de salida", dijo él, con su profunda voz que vibro por sus huesos mientras que su toque se seguia movía ligeramente sobre ella. "Esto no se ve muy bien, pero creo que si lo lavamos con agua por fuera y…"

A medida que su voz se apagaba, ella sabía lo que él estaba viendo ahora. No el abierto cañonazo de la herida, sino las otras dos marcas hechas de forma diferente en la suave piel de su espalda. Ella sentía las marcas arder tan encendidamente como lo habían hecho la noche en que ellas habían sido puesto allí.

"Infierno Santo." El aliento de Nikolai lo dejo salir en un suspiro lento. "¿Qué te pasó? ¿Son estas marcas de quemaduras? ¿Jesús… son ellas marcas?"

Renata cerró sus ojos. Parte de ella quería nada más que encogerse allí y desvanecerse en los azulejos, pero ella se obligó a permanecer quieta, su columna vertebral rígidamente erguida. "Ellas no son nada".

"Mentira". Él se puso de pie ante ella y le levantó el mentón con el borde de su mano. Ella dejó que su mirada elevara hacia arriba hasta encontrarse con la de él y fundirse en sus agudos pálidos ojos llenos de intensidad. No había ningún rastro de compasión en esos ojos, solo una fría indignación que la desconcertó. "Cuéntame. ¿Quién te hizo esto- fue Yakut?"

Ella se encogió de hombros. "Justamente era una de sus formas más creativas de recordarme que no era una buena idea molestar a él."

"Ese hijo de puta", dijo Nikolai furioso. "Él se merecía su inminente muerte. Sólo por esto – por todo lo que él te hizo a ti -, el bastardo maldito muy bien que se lo merecía." Renata parpadeó, sorprendida al oír tal furia, tan feroz sentido protector, procedente de él. Particularmente cuando Nikolai era uno de los de la Raza y ella era, como se le había aclarado el hecho a ella bastante a menudo en los dos últimos años, simplemente una humana. Viviendo solamente porque ella era útil. "Tú no te pareces a él en absoluto", ella murmuró. "Pensé que tu lo serias, pero tu en nada te pareces a él, o a Lex o los otros. Tu eres… yo no se… diferente”.

"¿Diferente?" Aunque la intensidad no había abandonado sus ojos, la boca de Nikolai se arqueó en la esquina. "¿Es este casi un cumplido, o simplemente la fiebre hablando?"

Ella sonrió a pesar de su estado de miseria en general. "Ambos, creo yo."

"Bien, ambos puedo manejarlos. Vamos a refrescarte antes de que tu comiences a lanzarme alrededor palabras con A".

"¿Las palabras con A?" – preguntó ella, observándolo mientras él tomaba con la mano la botella de jabón líquido del fregadero y chorreaba un poco dentro de la alargada bañera.

"Agradable", dijo él, y le lanzó una mirada irónica sobre su denso hombro.

"¿Tu no te conformarías con agradable?"

"Esa nunca ha sido una de mis especialidades".

Su sonrisa se torció y más de un pequeño y encantador hoyuelo se formo donde aquellas mejillas se curvaban sobre ambos lados. Mirándolo así, no era difícil imaginar que él era un macho de muchas especialidades, no todas ellas de la variedad las balas-y- dagas. Ella sabía de primera mano que tenía una boca muy agradable, muy diestra. Por mucho que ella quisiera negarlo, una parte de ella aún ardía por el beso que se dieron detrás de la mansión, y el calor que ella sentía nada tenía nada que ver con su fiebre.

"Desnúdate", le dijo Nikolai, y por un podrido segundo ella se preguntó si él había sido capaz de leer sus pensamientos. Él pasó su mano de atrás hacia adelante sobre el agua espumosa de la bañera, y luego la sacudió. "Ella casi se siente perfecta. Adelante, entra dentro."

Renata lo observo poner la botella de jabón en la parte trasera del fregadero, luego comenzó a buscar en el gabinete de los neceseres que estaba abajo, del cual saco una manopla doblada y una grande toalla. Mientras él estaba de espaldas a ella y estaba distraído buscando los artículos de aseo como paquetes de jabón y champú, Renata rápidamente se quitó el sujetador y las bragas luego entró en la bañera.

El agua fría era un deleite. Ella se hundió abajo con un suspiro, su fatigado cuerpo instantáneamente se tranquilizo. Mientras ella cuidadosamente se acomodaba dentro y se sumergía ella misma hasta los pechos en la espumosa bañera, Nikolai sumergía la manopla bajo el agua fría del fregadero.

Él la dobló y la presiono suavemente contra su frente. "¿Esto se sienten bien?"

Ella asintió con la cabeza, cerrando los ojos mientras él sostenía la compresa en su frente. El impulso de apoyarse hacia atrás en la bañera era tentador, pero cuando ella lo intento en ese breve momento la presión en su hombro la hizo retroceder, protestando de dolor.

"Por aquí", dijo Nicolai, poniendo la palma de su mano libre en el centro de su espalda. "Sólo relájate. Yo te sostendré".

Renata lentamente deje que su peso fuese a descansar sobre su mano fuerte. Ella no podía recordar la última vez que alguien había cuidado de ella. Ninguna como esta. ¿Dios, había habido alguna vez en todo este tiempo? Sus ojos fueron a la deriva cerrándose en señal de gratitud silenciosa. Con las manos fuertes de Nikolai en su cuerpo cansado, una desconocida, completamente extraña sensación de seguridad se extendió sobre toda ella, tan reconfortante como una manta. “¿Mejor?”, él preguntó.

"Mm-hmm. Es agradable", dijo ella, entonces abrió simplemente una rendija en uno de sus ojos y elevo la mirada hacia él. "La palabra con A. Lo siento."

Él gruñó cuando le quito la compresa fría de su frente. Él la estaba mirando a ella con una seriedad que hizo que su corazón diese pequeños golpes en su pecho. "¿Tu deseas contarme acerca de estas marcas en tu espalda?"

"No." La respiración de Renata se detuvo con la idea de exponerle aun más de ella de lo que ya había hecho. Ella no estaba lista para eso. No con él, nada semejante de eso. Era una humillación de la que ella apenas podía soportar recordar, y mucho menos poner en palabras.

Él no dijo nada para romper el silencio que se extendió sobre ellos. La mojada manopla estaba dentro del agua y atrajo un poco de la espuma jabonosa hacia su hombro bueno. La frescura fluyó sobre ella, arroyos que circulaban a través de las curvas de sus pechos y por su brazo. Nikolai lavo su cuello y su esternón, a continuación, cuidadosamente se hizo camino hacia la herida que se encontraba en su lado izquierdo.

"¿Esta todo bien?"- preguntó él, con un pequeño temblor en la voz.

Renata asintió con la cabeza, incapaz de hablar cuando su toque se sentía tan tierno y bienvenido. Ella lo dejó lavarla, mientras su mirada fue a la deriva sobre el hermoso patrón de colores que había en su pecho desnudo y sus brazos. Sus dermaglifos no eran tan numerosos o tan densamente complicados como habían sido los de Yakut. Las marcas de la Raza de Nikolai eran unos ingeniosos entrelazares de remolinos y florituras y formas relucientes que danzaba a través de su lisa piel color oro.

Curioso, y antes de que ella se diese cuenta de lo que estaba haciendo, Renata recorrió externamente uno de los diseños de arcos que se realzaban debajo de su abultado bíceps. Ella escucho el leve ingreso de su respiración, la interrupción repentina de sus pulmones cuando sus dedos juguetearon ligeramente por encima de su piel, así como el profundo estruendo de su gruñido.

Cuando él la miró, sus pequeñas cejas estaban elevadas sobre sus ojos. Sus pupilas reducidas bruscamente, y el color azul de su iris comenzaba a titilar con chispas de color ámbar. Renata retiró su mano, con una disculpa en la punta de la lengua. Ella no tuvo la oportunidad de decir una palabra.

Moviéndose más rápido de lo que podría rastrearlo, y con la gracia suave de un depredador, Nikolai cerró los pocos escasos centímetros que los separaban. En el instante siguiente, su boca se frotaba suavemente contra la suya. Sus labios eran tan suaves, tan cálidos y persuasivos. Todo lo que necesitó fue un tentador deslizar de su lengua a lo largo de las comisuras de su la boca y Renata ansiosamente, con avidez, lo dejó entrar.

Ella sintió que un nuevo calor brotaba a la vida dentro de ella, algo más fuerte que el dolor de su herida, que se convirtió en una insignificancia bajo el placer del beso de Nikolai. Él elevo su mano fuera del agua desde detrás de ella y la acuno en un abrazo cuidadoso, mientras su boca nunca abandono la suya.

Renata se fundió con él, demasiado cansada para considerar todas las razones por las que sería un error si permitía que esto fuera mas lejos. Ella quería que esto siguiera – lo deseaba tan mal que ella estaba temblando. Ella no podía sentir nada, salvo las manos fuertes de Nikolai que la acariciaban, sólo escuchaba el martillar de sus propios corazones, los latidos pesados emparejándose en un mismo ritmo. Ella solamente había probado el sabor de su seductora boca reclamándola… y sólo sabía que ella deseaba más.

Un golpe sonó desde el exterior del apartamento del garaje.

Nikolai gruñó contra su boca y se apartó. "Hay alguien en la puerta."

"Ese debe ser Jack”, dijo Renata, sin aliento, su pulso todavía palpitante. "Iré a ver lo que él quiere".

Ella intento cambar de posición en la bañera para salir y sintió que su hombro ardía de dolor.

"Al infierno que tu iras ", le dijo Nikolai, ya poniéndose de pie. "Tu vas a permanecer allí. Yo me encargaré de Jack".

Nikolai era un macho grande para los estándares, pero él se veía enorme ahora, sus claros ojos azules chisporroteaban con toques de brillante ámbar y las marcas de sus dermaglifos en sus musculosos brazos y él torso estaban reanimados con color. Por lo visto el era grande también en otros lugares, un hecho que apenas se podía ocultar por los pertinentes holgados pantalones de nylon.

Cuando el golpe sonó otra vez desde afuera, él maldijo, con las puntas de sus colmillos brillando. "¿Alguien, además de Jack sabe que estamos aquí?"

Renata negó con la cabeza. "Le solicite a él que no dijera nada a nadie. Podemos confiar en él".

"¿Yo supongo que buen un momento como cualquier otro para averiguar eso, eh?"

"Nikolai", ella dijo mientras él tomaba la camisa que ella había estado usado y encogía los hombros dentro de las mangas largas. "Apropósito de Jack… él es un buen hombre. Un hombre decente. Yo no quiero que le suceda nada a él". Él sonrió con satisfacción. "No te preocupes. Voy a tratar de ser agradable".

CAPÍTULO DIECINUEVE

Traducido por Laura

“Agradable”, exhaló Niko a través de una tensa mueca. El se sentía de todo menos agradable mientras cerraba la puerta del baño y caminaba hacia la habitación principal del apartamento.

Estando a solas con Renata mientras ella se sentaba desnuda en la bañera, tocándola -besándola, por el amor de Dios- había cambiado todos sus sistemas en una superdirecta. Pero tan torsionado estaba, su fiera erección era la menor de sus preocupaciones mientras el se acercaba a la puerta donde Jack estaba golpeando de Nuevo desde fuera. Una cosa era pretender que no había un palo de tienda de campaña erecto en sus pantalones, otra era esperar a que alguien notara que sus ojos estaban ardiendo tan brillantes como carbones quemando y lo que sus extendidos caninos podrían avergonazar a un rotweiler.

Al menos la holgada camiseta cubría sus glifos. Niko no tenía que ver su cuerpo para saber que las marcas de su piel estaban vivas y latiendo con los profundos colores de la excitación. Terriblemente duro fue intentar hacerles pasar como tatuajes ahora.

Nikolai miró a la puerta y se forzó a relajarse, calmarse. El tenía que eliminar el fuego de sus iris, y esa significativa lujuria que el roce de Renata había despertado en él. El se centró en ralentizar su pulso, una lucha atroz cuando su pene ordenaba el riego de su sangre.

"¿Hola?" dijo arrastrando el saludo hacia afuera. Jack golpeó de nuevo, la sombre oscura de su cabeza moviéndose al otro lado de la cortina de la ventana de la puerta. El parecía consciente de mantener su voz a un nivel discreto. “Renata, ¿eres tu, cielo? ¿Estás despierta?”

Mierda. No había elección excepto dejarle entrar dentro. Nikolai gruñó en voz baja mientras estiraba el brazo para tirar del cerrojo. El había asegurado a Renata que iría directo al hombre, pero las cosas podían torcerse tan pronto como el abriera la maldita puerta. Y si el humano emitía tanto como una ligera sospecha, iba a encontrarse en la corta lista para un lavado de cerebro.

Niko quitó la cerradura y giro el pomo de la puerta. El retrocedió desde el hilo de luz que se vertía en el interior por la apertura y se posicionó detrás de la puerta mientras la abría.

"¿Renata? ¿Puedo entrar un minuto?" Unas botas de cowboy marrones avanzaron sobre el umbral. “Pensé mejor en visitarte a ti esta mañana antes de estar ocupado en la casa con los niños”.

Cuando el humano entró vistiendo unos Levi’s desgastados y una camiseta interior de algodón blanco, Nikolai abrió su mano sobre la puerta y la relajó para sellar el sol de la mañana. El evaluó al hombre mayor con un vistazo, mirando la escarpada cara, los astutos ojos, y el plateado estilo militar de su ropa. El era un hombre grande, un poco suave alrededor de la mitad, un poco arqueado alrededor de las rodillas, pero sus brazos tatuados estaban bronceados y todavía firmes con el suficiente músculo para indicar que el pudiera ser Viejo, no significaba que temiera el trabajo duro.

“Debes ser Jack” dijo Nikolai, cuidadoso de hablar de manera que mantuviera sus colmillos ocultos tras sus labios.

“Correcto”. Un pequeño asentimiento mientras Niko era objeto de una evaluación similar. “Y tu eres el amigo de Renata…Ella, ah, no me dijo tu nombre anoche”.

Aparentemente el brillo ambar se había ido de los iris azules de Niko, puesto que el dudaba que Jack fuera a alcanzar a estrechar su mano en ese momento si el hombre estaba mirando a un par de ojos ultramundanos que arrojaban centellas como un horno.

"Soy Nick," dijo el, acercándose lo suficiente a la verdad por ahora. El estrechó la mano brevemente al antiguo soldado. “Gracias por ayudarnos fuera”.Jack asintió. “Tienes mejor aspecto esta mañana, Nick. Me allegro de verte levantado y en movimiento. “¿Cómo está Renata?”

“Bien. Está en el baño lavándose”.

El no vio ninguna razón para plantear la infección. Sin que tuviera sentido preocupar conseguir que el buenintencionado Jack estuviera tan preocupado que el comenzara a hablar sobre médicos o viajes al hospital. Aunque basándose en lo que Nikolai había visto en la herida de Renata, si su proceso de curación no conseguía un serio empuje -y uno pronto- no habría alternativa excepto una visita al centro de urgencias más cercano.

"No quiero preguntarte como ella terminó con una bala en su hombro," dijo Jack, mirando de cerca a Nikolai. “Desde la forma en que estábais ambos anoche, y el hecho de que tuviera que despedirme de un camión robado de provisiones médicas, me atrevería a decir que sea cual sea el problema que estáis persiguiendo está relacionado con drogas. Pero se que Renata es más inteligente que eso. No creo ni por un momento que ella se mezclara en algo como drogas. Ella no quiso decirme nada, y la prometí no presionarla. Soy un hombre de palabra”.

Niko sostuvo la Mirada del anciano. “Estoy seguro que ella aprecia eso. ambos lo hacemos”.

“Sí” dijo Jack arrastrando las palabras, sus duros ojos estrechándose. “Pero tengo curiosidad sobre algo. Ella ha sido MÍA durante el último par de años…¿tuviste algo que ver con eso?”

No fue pronunciado como una acusación abierta, pero era obvio que el anciano había estado preocupado por Renata y también tenía el sentido de que su larga ausencia no había sido necesariamente buena para ella. Hombre, si el solo supiera lo que el había pasado. La herida de bala que ella tenía ahora era solo el glaseado de lo que había sido una tarta muy desagradable.

Nikolai agitó su cabeza. "Solo conozco a Renata de unos pocos días, pero puedo decirte que tienes razón en cuanto a que es ella es demasiado inteligente para caer en problemas de drogas. Ese no es ahora el tema, Jack. Pero ella está en peligro. La única razón por la que me quedo aquí es porque ella arriesgó su cuello para apartarme de un montón de problemas ayer”.

"Eso suena a Renata," dijo Jack, su expression perdida entre el orgullo y la preocupación.

“Desafortunadamente, porque ella entró a ayudarme, ahora hay una diana en nuestras espaldas”.

Jack gruñó mientras escuchaba, las enjutas cejas tejiéndose juntas. “Ella dice que como nos conocemos el uno al otro?”

“Algo de eso” dijo Niko. “Sé que confia en ti y te respeta. Asumo que has estado aquí para ayudarla una o dos veces antes de ahora”.

“Intentado, más bien. Renata nunca quiso ayuda de mí o de nadie más. No por sí misma. Pero había muchos otros niños que ella trajo a mi casa por ayuda. Ella no podía seguir viendo a un niño sufriendo. Demonios, ella no era mucho más que una niña la primera vez que vino. Siempre guardaba para sí misma la mayor parte, una verdadera solitaria. Ella no tiene familia, ya sabes”.

Nikolai agitó su cabeza. “No, no sabía eso”.

“Las hermanas de la Misericordia Benevolente la criaron los primeros doce años de su vida. Su madre la abandonó en el orfanato de la iglesia cuando Renata era solo un bebé. Ella nunca supo de sus padres. Cuando Renata cumplió 15 años, ella estaba ya sola, habiendo dejado a las monjas para vivir en las calles”.

Jack caminó sobre un archivero metálico que permanecía con algunas de las otras cosas almacenadas en el apartamento. El pescó un juego de llaves fuera del bollsillo de sus vaqueros y puso una de ellas en la cerradura. “Sí señor, Renata era una aspera cliente, incluso desde el principio. Flacucha, cautelosa, ella parecía alguien que apenas podia mantenerse de pie ante una fuerte brisa, pero esa chica tenía una médula espinal de acero. No toma la mierda de nadie”.

"No ha cambiado mucho," dijo Nikolai, mirando al anciano abriendo el cajón del fondo. “Nunca he conocido a una mujer como Renata."

Jack miró por encima de él y sonrió. "Ella es especial, correcto. Testaruda también. Unos pocos meses antes de la última vez que la vi, ella mostraba la cara llena de moretones. Aparentemente algún borracho con el que se cruzó a la salida de un bar y tuvo la idea de que quería algo de compañía durante la noche. El vio a Renata e intentó darle un paseo en su coche. Ella luchó con él, pero el logró unos pocos buenos puños antes de que ella fuera capaz de alejarse.”

Nikolai maldijo en voz baja. “Hijo de puta debería haber estado destripado o manteniendo una mano sobre una mujer indenfensa”.

“Eso era pensar demasiado” dijo Jack, mortalmente serio, el soldado protector una vez más. El se relajó agachado y retiró un caso de Madera pulida del archivero. “La enseñé unos pasos básicos de autodefensa. Ofertado para enviarla a algunas clases en mi bicicleta, pero por supuesto ella rechazó. Unas pocas semanas pasaron y ella estuvo de vuelta de nuevo, ayudando a otro niño sin lugar. La dije que si tenía algo para ella -un regalo que yo había hecho especial para ella. Juro a Dios, si hubieras visto su cara, pensarías que ella preferiría haber disparado al trafico entrante que tener que aceptar algúna amabilidad de alguien”.

Nikolai no tenía que trabajar para imaginar esa Mirada. El la había visto una vez o dos desde que el había conocido a Renata. "¿Cual fue tu regalo para ella?"

El Viejo se encogió de hombros. “No mucho, realmente. Tenía un Viejo set de cuchillos que recogí en Nam. Les llevé a un socio artista que sabía trabajaba con metales y le tenía customizar el picaporte. El agarró cada una de las cuatro asas con parte de la fuerza que vi en Renata. La dije que eran las cualidades que la hacían única y calarían cualquier situación”.

"Fe, espanto, valentía y sacrificio," dijo Nikolai, recordando las palabras que el había visto en las espadas que Renata parecía atesorar tanto.

“¿Ella te contó sobre las espadas?”

Niko se encogió de hombros. "La he visto usarlas. Significan mucho para ella, Jack." "No lo sabía," contestó el. "Estaba sorprendido de que ella las aceptara a la primera, pero no pensé que las siguiera guardando después de todo este tiempo." El parpadeó rápidamente, después se entretuvo con la caja que había sacado fuera del mueble archivador. El abrió la tapa y Niko captó el brillo del oscuro metal descansando dentro del estuche. Jack aclaró su garganta. “Escucha, como dije antes, no voy a presionarte para que me des detalles de en que estáis involucrados. Está suficientemente claro que estás en un gran aprieto. Puedes quedarte aquí tanto tiempo como necesites, y cuando estés listo para irte, sabes que no tienes que irte de aquí con las manos vacías”.

El puso la caja abierta en el suelo en frente de mí y le dio un pequeño empujón en dirección a Nikolai. Dentro había dos inmaculadas pistolas semi automáticas y una caja de balas.

"Son tuyas si las quieres, no haré preguntas."

Niko cogió unas de las dos 45 y la inspeccionó con ojo crítico. Era un bonito y y bien cuidado Colt M1911. Probablemente armas de uso militar de su época soldado en Vietnam. "Gracias, Jack."

El Viejo guerrero humano le dio un ligero asentimiento. "Ten cuidado de ella. Mantenla a salvo."

Nikolai sostuvo esa firme mirada. "Lo haré."

"Está bien," Jack murmuró. "Está bien, entonces."

Mientras el empezó a levantarse, alguien gritó su nombre desde afuera en el camino de entrada. Un segundo más tarde, se oían pisadas en las escaleras de Madera al apartamento del garaje.

Niko lanzó a Jack una afilada mirada. "¿Sabe alguien que estamos aquí?" "No. De todos modos, es solo Curtis, uno de mis recientes niños. El está arreglando mi Viejo ordenador. Los malditos virus atacan de nuevo." Jack se dirigió hacia la puerta. "El cree que estoy buscando un disco duro aquí dentro. Me desharé de él. Mientras tanto, si piensas en algo más que vosotros dos podáis necesitas, solo pidelo”.

“¿Qué hay sobre un teléfono?” preguntó Niko, colocando la pistola junto a su compañera. Jack metió la mano en su bolsillo delantero y sacó un telefono movil. El se lo tiró a Nikolai. “Deberían quedarle algunas horas de batería. Es todo tuyo”. "Gracias." "Me reuniré contigo más tarde." Jack cogió el pomo de la puerta y Nikolai volvió a las sombras, reflejo de la luz diurnal fuera mientras era un esfuerzo por quedarse fuera de vista del indeseado visitante que había llegado a lo alto de las escaleras. “Bien, Estaba equivocado, Curtis. Comprobé todos los sitios y no hay ningún disco en ninguna de las cajas de aquí arriba.”

Niko vio la cabeza del otro humano intentando mirar por el filo de la puerta mientras Jack se acercó firmemente detrás de él. Hubo una multitude de pies en los pasos mientras Jack escoltaba al otro humano lejos.

Una vez que estuvo seguro de que se habían ido, Nikolai marcó un número de acceso remoto que era mantenido por los cuarteles centrales de la Orden en Boston. El tecleó en el móvil de Jack un número y un código que le identificaría ante Gideon, entonces esperaría que le devolvieran la llamada.

El mediodía en una comunidad que albergaba un grupo de vampiros era generalmente una zona muerta de inactividad, pero ninguno de los siete guerreros reunidos en la sala de armas de los cuarteles centrales subterráneos de la Orden pareció notar el tiempo, ni siquiera el montón de ellos suficientemente bendecidos para tener a sus encantadoras compañeras de Raza calentando sus camas. Puesto que se reagrupaban en la comunidad antes del amanecer, los guerreros se habían mantenido ocupados revisando las situaciones de misiones actuales y marcando objetivos para la noche que se acercaba. Investigando los asuntos de la Orden durante horas al final no había nada nuevo, pero esta vez no había habido nada de las habituales charlas de buen humor o bromeando sobre quien estaba cogiendo las mejores misiones.

Ahora, a unos cuantos metros de distancia, en la zona usada para objetivo práctico, un quinteto de pistolas estaban siendo disparadas una tras otra, los ojos al otro lado trituraban minúsculo confetti. La sala de tiro de la comunidad era usada más por entretenimiento que por necesidad, puesto que todos los guerreros habían muerto-sobre objetivo. Incluso así, nunca paraba a ninguno de ellos de probar a otros y patear traseros solo para mantener las cosas vívidas.

No había nada de eso hoy. Solo el firme pasillo de todo ese atronador ruido. El ruido era extrañamente cómodo, si solo fuera porque ayudaba a enmascarar el silencio, y el hecho de que la comunidad completa estaba vibrando con un bajo niel actual de malestar. Durante las pasadas treinta y seis horas, el comportamiento había sido más sobrio, envuelto en un colectivo, si no tal vez inexpresivo, terror.

Uno de lo suyos había desaparecido.

Nikolai siempre había tendido a ser algo inconformista, pero eso significaba que el hombre fuera de poca confianza. Si el decía que iba a hacer algo- o estar en algún lado- podías contar con el para seguir adelante. En cualquier momento, sin excepciones.

Y ahora, cuando el debería haber vuelto a Montreal hacía dia y medio como tenía planeado, Niko estaba apagado y fuera de contacto.

Nada bueno, pensó Lucan, sintiendo que no estaba solo ante esa sensación mientras miraba a los otros guerreros que también esperaban noticias de Nikolai y les aterraba lo que pudiera pasar.

Como Gen uno de la Raza y fundador de la Orden en la Edad Media, Lucan era el lider de este cuadro de caballeros vampiros de la era moderna. Su palabra era ley en esta comunidad. En tiempos de crisis – para mejor o peor- era su respuesta que se estableciera la voz para los otros guerreros. El estaba bien condicionado a no mostrar preocupación o duda, una destreza que venía naturalmente de esa parte de el que era virtualmente inmortal, un poderoso depredador que había estado caminando po esta Tierra durante novecientos años.

Pero la parte de el que era humana-la parte de el que había llegado a apreciar la vida más por haber conocido a su compañera de raza, Gabrielle, justo hace un verano-no podía pretender que la perdida potencial de un soldado más en esta guerra privada dentro de la nación vampírica sería algo sino catastrófico. Sin decir nada del hecho de que los guerreros de la Orden, ambos los únicos que habían estado con el desde el principio y los miembros más recientes que se habían unido a la lucha en el ultimo año, habían llegado a ser como familia para el. Tanto había cambiado en ese tiempo. Ahora había varias mujeres viviendo en la comunidad también, y para uno de los guerreros y su compañera- Dante y Tess- un bebé varios meses en camino.

Las apuestas eran más altas que cualquiera de la Orden ahora, un demonio derrotado solo para ver a otro, incluso más poderoso, alzarse en su lugar. En solo un año, la principal misión de los guerreros había ido de cazar a Rogues en un esfuerzo por mantener la paz, para perseguir a un peligroso enemigo que había estado ocultándose a plena vista por muchas largas decadas. Un enemigo que había estado pacientemente construyendo su estrategia mientras ocultaba un secreto mortal y esperaba la oportunidad de llevarlo a cabo. Si el tuviera éxito, no estarían solo las poblaciones de la raza en peligro, sino toda la humanidad también.

No le llevó mucho a Lucan recordar el salvajismo de los Viejos Tiempos, cuando la noche estaba dominada por un montón de criaturas sedientas de otro mundo, criaturas que trataban en amplia escala de terror y muerte. Se alimentaban como langostas y causaban destrucción como los maleantes más letales. Lucan había hecho de su vida la mission de erradicar las bestias, incluso aunque significara cazar al antiguo que era su propio padre.

La Orden había declarado la guerra, había blandido espadas y andado en batalla para llevarselos a todos…o eso creían ellos. La idea de que uno hubiera sobrevivido puso un profundo frío en los inmortales huesos de Lucan.

El miró a los guerreros que servían junto a el y no pudo evitar sentir algo de sus edad. El no pudo evitar sentir que habían tenido una prueba el año pasado- quizás su primera y verdadera prueba desde la formación de la Orden- y lo peor estaba por venir.

Perdido en oscuros pensamientos mientras el deambulaba por la parte trasera de la sala de armas, Lucan no se dio cuenta que las puertas de la zona de entrenamiento estaba abriéndose hasta que Gideon las atravesó a toda prisa. La cosecha del vampiro rubio se deslizó a un chirriante detención sobre el mármol blanco en frente de Lucan.

“Las espaldas de Nick estan cubiertas” el anunció, visiblemente aliviado. “Su tarjeta de identidad vino en un teléfono móvil con un intercambio de Montreal”.

“Justo a jodido tiempo” dijo Lucan, la mala contestación no engañaba a nadie de su preocupación. “¿Le Tienes en línea?”

Gideon asintió. “El está oculto en el laboratorio tecnológico. Pensé que querrías hablar con el personalmente”.

“Hiciste lo correcto”.

El disparo en la línea vino a una abrupta detención mientras uno de los otros guerreros, el otro único miembro Gen Uno de la Orden, Tegan, corría de vuelta y entregaba las noticias del contacto de Niko a los cinco hombres que disparaban sus objetivos. Los guerreros en la línea-Dante y Rio, miembros largo tiempo; Chase, quien había dejado la agencia de la ley para unirse a la Orden Aquel verano; y los dos reclutas más recientes, Kade y Brock, ambos traídos por Niko-pusieron abajo sus armas y avanzaron detrás de Tegan, todos ellos un nudo de músculos y severo objetivo.

Rio, uno de los guerreros que era más desagradable con Nikolai, fue el primero en hablar. Su cara cicatrizada estaba llena de preocupación. “¿Qué le ocurrió allí arriba?”“El solo me ha dado la version del Reader’s Digest (revista de alimentación)” dijo Gideon. “Pero es algo jodido, empezando con el asesinato de Sergei Yakut hace dos noches”.

“Maldita sea” murmuró Brock, arrastrando sus oscuros dedos por su estilizado cabello negro. “Esta oleada de asesinatos de Gen Uno se nos está yéndo de las manos”.

"Bueno," añadió Gideon, "Eso no es exactamente lo peor. Niko fue arrestado por el asesinato y llevado a las Instalaciones de la agencia de Imposiciòn”.

“Ah, mierda” contestó Kade, sus pálidos ojos plateados estrechándose. “No supondrás que él…”

“De ninguna manera” dijo Dante sin dudar un Segundo. “Dudo que el derramara un lágrima por escoria como Yakut, pero de ningún modo Nikolai formaría parte de su muerte”.

Gideon agitó su cabeza. “No. Y no fue el trabajo de un asesino, tampoco. Niko dice que el propio hijo de Yakut trajo a un Renegado para matar a su padre. Desafortunadamente para Nikolai, el hijo de Yakut tiene algún tipo de alianza con la agencia de la ley. Ellos arrastraron a Niko y lo arrojaron dentro de una sala de contención”. "¿Qué coño?" Esta vez era Sterling Chase quien hablaba. Siendo el mismo un agente antiguo, el era tan consciente como cualquiera de los guerreros en la habitación de lo desagradable que una visita a esa Agencia dominada por Renegados metidos en tanques podía ser. "Puesto que el estaba lo suficientemente consciente para telefonear, asumo que el no está todavía siendo retenido allí”.

"El escapó de alguna manera," dijo Gideon, "pero no tengo todos los detalles todavía. Puedo decirte que hay una mujer implicada, una compañera de raza que era miembro de la casa de Yakut. Ella está con Niko ahora”.

Lucan no comentó esa problemática información de última hora, aunque su oscura expresión probablmente hablaba por el. “¿Dónde están?”

“En alguna parte de la ciudad” contestó Gideon. “Niko no está seguro de la ubicación exacta, pero dice que están seguros por ahora. ¿Están preparados para la verdadera patada?”

Lucan arqueó una ceja. “Por el amor de Dio. ¿Hay más?”

“Me temo que sí. ¿El tipo que lanzó el trasero de NIko en la sala de contención y personalmente supervisó su tortura? Aparentemente durante uno de sus momentos más habladores, el hijo de una puta admitió una conexión con Dragos”.

CAPÍTULO VEINTE

Traducido por Xhiamara

Nikolai estaba en medio de una conversación por celular cuando Renata salió del baño de su larga y muy necesitado remojón. Ella evidentemente se había dormido en la tina en algún punto porque la última cosa que recordaba era escuchar la voz de Jack en el garaje del apartamento después de que Nikolai había salido para conocerlo, y no había ninguna señal de él ahora. Se detuvo dentro del cuarto, con el pelo húmedo en los extremos y que se pegaba a su cuello, su cuerpo envuelto en una toalla que Nikolai le había dado.

Estaba aturdida y adolorida, todavía demasiado caliente, pero el baño con agua fría había sido justo lo que necesitaba. El beso de Nikolai tampoco había estado nada mal tampoco.

Hablando bajo, en un tono confidencial, la miró desde donde estaba sentado a caballo en una silla plegable, cerca de una mesa de juego en el centro de la sala, sus ojos azul claro haciendo una rápida pero completa exploración de la cabeza a los pies de su cuerpo. Había un calor inconfundible en esa breve mirada, pero él era todo negocios al teléfono con lo que solo podía asumir que era la Orden en Boston. Renata escuchaba como les ofrecía un recuento eficiente de la circunstancia del asesinato de Yakut, y la clara alianza de Lex con Fabien, la desaparición de Mira, y la contenida facilidad de escape que habían llevado a Nikolai y a Renata al refugio de Jack temporalmente.

Por el sonido de este, el macho al otro lado de la línea- Lucan, ella escucho a Nikolai llamarlo así- estaba preocupado por su seguridad y alegre de que ambos estuvieran en una sola pieza, también no tan contento de que estuvieran completamente a merced de un humano. Ni decir de que Lucan estuviera entusiasmado por el hecho de que Nikolai estaba hablando de ayudar a Renata a localizar a Mira. Ella podía escuchar la vox profunda al final de la otra línea gruñendo sobre “problemas de compañeras de raza” y “objetivos de la misión actual” como si los fueran mutuamente exclusivos.

La maldición como respuesta cuando Nikolai añadió que Renata se estaba sanando de una herida de bala era audible a través de todo el cuarto.

“Ella es fuerte,” dijo, mirándo hacia ella ahora, “pero ella se llevó un fuerte golpe en su hombro y no se ve muy sano. Sería buena idea que alguien los recogiera, y tomar a Renata bajo la protección de la Orden hasta que todo se calme aquí.”

Renata miraba con desaprobación y dio una sacudida de su cabeza. Gran error. Incluso ese pequeño zarandeo hizo que su visión nadara, y era lo único que podía hacer antes de dejarse caer sobre la cama antes de que sus piernas colapsaran debajo de ella. Se dejo caer sobre el colchón, luchando contra un círculo vicioso de ola de calor frío.

Trató de ocultar su miseria de Nikolai, pero la mirada que le dio le dijo que no pretendiera que no estaba en buen estado.

“Gideon todavía no tiene nada de Fabien?”- preguntó, levantándose para pasear por el cuarto. Escucho por un minuto, después exhalo un suspiro. “Mierda. No puedo decir que me sorprende. Apestaba a político. Así que tuve la sensación que el cabrón estaba bien conectado. Qué más tenemos?”

Renato contuvo la respiración en el silencio que se extendió. Se podía ver que las noticias al otro extremo de la línea no eran buenas.

Nikolai dejó escapar un profundo suspiro y se pasó la mano por el pelo. “Cuánto tiempo cree Gideon que nos tomará indagar en los archivos restringidos y obtener su dirección? Mierda, Lucan, no estoy seguro de que deberíamos esperar tanto tiempo, teniendo en cuenta – Sí, te oigo. Tal vez, mientras que Gideon hackea en ello le haré una visita a Alexei Yakut. Podría apostar mi huevo izquierdo que Lex sabe dónde encontrar a Fabien. Diablos, no me cabe duda de que Lex ha estado ahí una vez o dos el mismo. Estaría encantado de sacarle la información, después le haré frente a Fabien personalmente.”

Nikolai escucho por un momento antes de gruñir una maldición en voz baja. “Si, claro, yo sé… por mucho que quiera hacerle pagar a ese hijo de puta, tienes razón. No podemos arriesgarnos a asustar a Fabien antes de tener una sólida ventaja sobre sus vínculos con Dragos.”

Renata miró a tiempo para tomar la mirada sombría de Nikolai. Ella lo esperó a que añadiera que nada era más importante que garantizar la seguridad de Mira y el rastrear al vampiro que la retenía. Ella espero, pero esas palabras nunca dejaron sus labios.

“¡Sip!,” murmuró. “Que me llame cuando sepa algo. Voy a salir esta noche y hacer algo de reconstrucción de este lado también. Veré si consigo algo útil. Estaré en contacto.”

Terminó la llamada y dejó el celular en la mesa de cartas. Renata lo miró mientras se acercaba a la cama y si agachaba en frente de ella.

“Cómo te sientes?”

El extendió su mano como si fuera a checar su hombro- tal vez simplemente a acariciarla, pero Renata se apartó de ella. No podía sentarse allí y actuar como si sintiera solo un poco confundida y molesta en este momento. Traicionada, incluso, ridícula al haber pensado que pudiera contar con el en primer lugar.

“Ayudó en algo el agua fría a la fiebre?” preguntó, con el ceño fruncido. “Todavía luces pálida y temblorosa. Aquí, déjame echar un vistazo-”

“No necesito tu preocupación,” dejo salir. “Y no necesito tu ayuda tampoco. Olvídate de que la pedí. Solo… olvida todo. No me gustaría que mis problemas interfieran con ninguno de los objetivos de tu actual misión.”

Su ceño fruncido se profundizó. “De qué estas hablando?”

“Tengo mis prioridades, y tu claramente tienes las tuyas. Sonó como si tu compañero Lucan tuviera la última palabra.”

“Lucan es uno de mis hermanos de – armas. Además el es el líder de la Orden, así que sí, se ha ganado el derecho de tener la última palabra cuando se trata de asuntos de la Orden.” Nikolai se puso de pie, cruzando los brazos sobre su pecho. “Algo grande esta por venir, Renata. El asesinato de Yakut fue solamente una pequeña parte de eso, y el no fue el primero. Ha habido varios asesinatos de Gen Uno que han tenido lugar en los Estados Unidos y en el extranjero. Alguien los ha estado sacando a los más viejos en silencio, los miembros más poderosos de la Raza.”

“Para qué?” Lo miró, curiosidad contra su voluntad.

“No estamos seguros. Sin embargo, creemos que todo se relaciona a un solo individuo, a un muy peligroso segunda-generación macho de la raza llamado Dragos. La Orden lo sacó de su escondite hace unas semanas, pero se las arregló para huir de nosotros. Ahora está escondido otra vez. El hijo de puta ha estado mintiendo bajo nuestras narices. Cualquier cosa que descubramos y que nos acerque a él es importante. Tiene que ser detenido.”

“Sergei Yakut mató docenas de seres humanos- solo por deporte,” Renata señaló. “Por qué tu o el resto de la Orden no lo pararon?”

“Hasta hace poco, nosotros no sabíamos donde encontrarlo, mucho menos sabíamos de sus actividades extracurriculares. Incluso si hubiéramos sabido, el es un Gen Uno, y por mucho que lo odiemos, la Orden no hubiera sido capaz de detenerlo por un montón de mierda burocrática en nuestro camino."

Los pensamientos de Renata se oscurecieron, volviendo al tiempo que había vivido bajo el control de Yakut. “Había veces en las que Yakut bebía de mí… cuando me usaba por mi sangre, veía algo monstruoso en él. Quiero decir, se lo que era- lo que son todos los de su especie. Pero de vez en cuando, veía en sus ojos y lo juro no había humanidad en él. Todo lo que podía ver en su mirada era algo verdaderamente malvado.”

“El era Gen Uno,” Nikolai dijo como si eso lo explicara. “Solo la mitad de sus genes son humanos. La otra mitad son algo… más.”

“Vampiro,” murmuró ella.

“De otro mundo,” dijo Nikolai corrigiendo.

La miró mientras lo decía y Renata tenía el brusco impulso de reír. Pero ella no podía, no cuando su expresión era tan grave. “A Lex le gusta jactarse de que él es hijo de un rey conquistador de otro mundo. Siempre supuse que era mierda. Me estás diciendo que lo que el dijo es realmente cierto?”

Nikolai se burló. “Un conquistador, si, pero un rey, no. Los ocho ancianos que llegaron hace miles de años y padres de hijos con mujeres humanas eran salvajes sedientos de sangre, violadores… criaturas mortales que diezmaban ciudades entras. La mayoría de ello fueron eliminados por la Orden en la Edad Media. Lucan condujo la misión contra ellos después de que su madre fuera asesinada por la criatura que lo engendró.”

Renata solo escuchaba ahora, demasiado sorprendida para preguntar todas aquellas preguntas que se arremolinaban en su cabeza.

“Como resultado,” Nikolai añadió, “uno de los ancianos sobrevivió a la guerra de la Orden contra ellos. Fue escondido por uno de sus hijos- un vampiro Gen Uno llamado Dragos. Tenemos buenas razones para creer que el Anciano sigue vivo hoy y que el último hijo sobreviviente de Dragos, su tocayo y el bastardo que intentamos detener, solo esta esperando una oportunidad para liberarlo en el mundo.”

“Hace dos años estaba segura que los vampiros no existían realmente. Sergei Yakut me hizo cambiar de opinión. El me demostró que no solo existen los vampiros, sino que son más temibles y peligrosos que cualquier cosa que yo hubiera visto en libros o películas. Ahora me estás diciendo que hay aún algo peor que él allí afuera?”

“No estoy tratando de asustarte, Renata. Solo creo que deberías saber los hechos. Todos ellos, Estoy confiando en ti con eso.”

“Por qué?”

“Porque quiero que entiendas,” el dijo, las palabras demasiado gentiles.

Como si se estuviera disculpando con ella de alguna forma.

Renata levantó la barbilla, una frialdad parecía haberse establecido en su pecho. “Quieres que entienda… qué? Que la vida de una niña desaparecida no significa nada en comparación con esto?”

Maldijo por lo bajo entre dientes. “No, Renata-”

“Está bien. Ahora lo entiendo, Nikolai.” No podía mantener la amargura de su voz, ni siquiera cuando estaba luchando por absorber todas las cosas sorprendentes que acababa de oir. “Hey, no es gran cosa. Después de todo, tu nunca has estado de acuerdo conmigo para nada y estoy acostumbrada a ser defraudada. ¿La vida apesta, verdad? Es bueno saber dónde estamos ambos antes de dejar las cosas ir más lejos.”

“Qué está pasando aquí, Renata?” Miró hacia ella, con una mirada muy penetrante, como si pudiera ver a través de ella. “¿Es esto realmente sobre Mira? O estas molesta por lo que ha pasado entre nosotros?”

Nosotros. La palabra clavada en su cerebro como un objeto extraño. Se sentía tan desconocido, tan peligroso. Demasiado íntimo. Nunca había habido un “nosotros” para Renata. Siempre había dependido solamente de ella, sin pedir nada a nadie. Era más seguro de esa forma. Más seguro ahora también.

Había roto su propia regla cuando había ido tras Nikolai para pedirle ayuda al buscar a Mira. Mira a lo que la había llevado: una herida de bala infectada, tiempo crucial perdido, y ni un paso cerca de encontrar a Mira. De hecho, ahora esa palabra estaba ciertamente fuera de su complicidad en la fuga de Nikolai de la custodia de Fabien, ella se quedó con muy pocas esperanzas de acercarse a los vampiros que la tenían. Si Mira estaba en peligro antes, Renata tal vez había hecho las cosas peor para la niña.

“Tengo que salir de aquí,” dijo inexpresiva. “Ya he perdido mucho tiempo. No podría soportar si algo le pasa a esa niña por mi culpa.”

Preocupación y frustración la hizo levantarse de la cama. Se puso de pie- demasiado rápido.

Antes de que se pudiera alejar dos pasos de Nikolai, sus rodillas flagearon. Su visión se oscureció por un segundo y de repente se estaba hundiendo hacia adelante. Sintió unos brazos fuerte sosteniéndola, la voz tranquila de Nikolai junto a su oído mientras la cogía y la levantaba sobre la cama.

“Deja de pelar, Renata,” dijo él, mientras salía de su debilidad y parpadeaba. Posicionado sobre ella, recorrió con la punta de sus dedos a lo largo del lado de su cara. Tan tierno, relajado. “No necesitas correr. No necesitas pelear… no conmigo. Estas a salvo conmigo, Renata.”

Quería cerrar sus ojos y encerrar sus gentiles palabras. Estaba tan asustada de creerle, de confiar. Y se sentía tan culpable de aceptar su comodidad sabiendo que una niña podría estar sufriendo, probablemente llorando por ella en la oscuridad y preguntándose por qué Renta había roto su promesa.

“Mira es todo lo que me importa,” susurró. “Necesito saber que ella esta a salvo, y que siempre lo estará.”

Nikolai dio un asentimiento solemne. “Se lo mucho que ella significa para ti. Y se lo difícil que es para ti el pedir ayuda a alguien. Jesucristo, Renata… conscientemente arriesgaste tu vida para sacarme del instalación de encarcelamiento. Nunca seré capaz de pagarte lo que hiciste.”

Volvió la cabeza sobre la almohada, incapaz de soportar su penetrante mirada. “No te preocupes, no me estás obligado a nada conmigo. No me debes nada, Nikolai.”

Dedos calientes se deslizaron a lo largo de su mandíbula. El tomó su barbilla en la palma de su mano y gentilmente guió su cara de nuevo a él. “Te debo mi vida. De donde vengo, eso no es una cosa pequeña.

La respiración de Renata se detuvo mientras lo miraba a los ojos. Se odiaba por la esperanza que encendía su corazón, la esperanza de que ella no estaba realmente sola en estos momentos. Esperanza de que este guerrero le aseguraría que todo saldría bien, y que no importaba que monstruo tuviera a Mira, la encontrarían, y que ella estaría bien.

“No dejare que le paso algo a Mira,” el dijo, forzándola a que sostuviera su mirada. “Tienes mi palabra en eso. No voy a dejar que nada te pase a ti tampoco, por lo cual voy a buscarte atención médica en cuanto oscurezca.”

“Qué?” Ella trató de levantarse e hizo una mueca por la punzada de dolor. “Estaré bien. No necesito un doctor-”

“No estás bien, Renata. Te pones peor cada hora.” Su expresión era grave mientras veía la herida punzante en su hombro y de regreso a sus ojos. “No puedes continuar así.”

“Sobreviviré,” insistió. “No me daré por vencida ahora, cuando la vida de Mira esta en juego.”

“¿Tu vida también está en juego. Entiendes?” Sacudió su cabeza y murmuró algo oscuro y desagradable por lo bajo. “Podrías morir si esa herido no es tratada. No dejaré que eso suceda, eso significa que tienes una cita con la sala de emergencia más cercana esta noche.”

“Qué hay de la sangre?” Ella vio como cada musculo en el cuerpo de Nikolai se tensaba en el momento en que las palabras dejaron sus labios.

“Que pasa con eso?” el preguntó, su voz neutra, ilegible.

“Me preguntaste si alguna vez había tomado la sangre de Sergei. Estaría sanada ahora si lo hubiera hecho.”

Levantó los hombros en gesto vago, pero la tensión en su gran cuerpo permanecía. Cuando levantó su mirada hacia ella, había destellos de fuego color ámbar en el azul invernal de su iris. Sus pupilas se estrecharon cuando él la miró.

“¿Estaría curada ahora si el me hubiera dado de su sangre, Nikolai?”

“¿Me estás pidiendo eso?”

“¿Si lo estuviera, me la darías?”

Él exhalo entrecortadamente, y cuando sus labios se separaron para tomar otro aliento, Renata vió las puntas filosas de sus colmillos. “No es una pregunta sencilla como tal vez piensas,” replicó, un tono áspero en su voz. “Estarías ligada a mí. De la misma manera que Yakut estaba ligado a ti a través de tu sangre, tu estarás ligada a mí. Me sentirás en tu sangre. Serás consciente de mi siempre, y no puede ser deshecho, Renata – no inclusive si bebes de la vena de otro macho de Raza. Nuestro lazos estarán por encima de cualquier otro. No puede ser destruido, no hasta que uno de los dos este muerto.”

Esto no era una cosa pequeña; ella entendía eso. Diablos, ella difícilmente creía que pudiera estar considerando todo eso. Pero muy adentro, loca como pudiera estar, confiaba en Nikolai. Y realmente no le importaba el costo para ella. “¿Si hacemos esto, seré capaz de salir caminado esta noche y buscar a Mira?”

Su mandíbula se apretó lo suficiente para que un musculo de su mejilla quedara tirante. El la miró, sus rasgos más salvajes por el momento. Poco a poco, el azul de sus ojos fue envuelto por el resplandor del fuego.

Cuando parecía que no le iba a contestar, Renata extendió su mano y la puso firmemente sobre su brazo. “¿Tu sangre me sanaría, Nikolai?”

“Si,” dijo él, la palabra sono atrapada en su garganta.

“Entonces quiero hacerlo.”

Mientras le sostenía la mirada en un silencio intenso, pensó en todas las veces en las que Sergei Yakut se había alimentado de sus venas, cuan degradada y usada se sentía… se revolvía por la idea de que había alimentado a algo tan cruel, un ser monstruoso. Nunca había considerado el tomar alguna parte adentro de ella, ni siquiera cuando se hubiera tratado de su propia sobrevivencia. Eso hubiera matado una pieza de su alma al poner por su voluntad su boca en el cuerpo de Yakut. Para beber de él? Ni siquiera estaba segura que su amor por Mira pudiera superar algo tan vil como eso.

Pero Nikolai no era un monstruo. Era honorable y justo. Era tierno y protector, un hombre que se sentía más y más un compañero para ella en este viaje incierto. Era su mejor aliado ahora mismo. Su más grande esperanza para recuperar a Mira.

Y más profundamente aún, en un lugar como toda mujer, con necesidades y deseos que ella apenas se atrevía a examinar muy de cerca, anhelaba el saborear a Nikolai. Lo anhelaba más de lo que tenía derecho.

“¿Estas segura, Renata?”

“Si me das tu sangre, entonces si,” dijo. “Quiero tomarla.”

En un largo silencio que siguió, Nikolai se echó hacia atrás de ella en la cama. Ella vio como se desabrochaba la gran camisa, esperando por ella con incertidumbre- su aprensión- empeorando. Eso no pasó. Mientas Nikolai se quitaba la camisa y se sentaba delante de ella- con el torso desnudo, sus dermoglifos pulsando, cada arco y curva saturados con variedad de sombras en colores rojo oscuro, no se sentía inquieta para nada. Cuando se arrastró hacia ella y levantó su brazo derecho a su boca, mostrando los enormes colmillos, entonces los hundió en su muñeca, no sentía ni siquiera un poco de temor.

Y cuando, en ese momento, puso sus puntos sangrantes justo a sus labios y le dijo que bebiera, no tenía ninguna inclinación por rechazarlo.

La primer probada de la sangre de Nikolai en su lengua fue un shock.

Ella esperaba ser arrastrada por el amargo sabor cobre, pero en su lugar probó especias y un poder que se esparció a través de ella como electricidad líquida. Podía sentir su sangre bajando por su garganta, por cada fibra de su cuerpo. Luz se filtraba en sus miembros desde adentro, y el dolor de su hombro herido se redujo cuando obtenía mas de Nikolai sanando sus fuerzas desde adentro.

“Eso es,” él murmuro, sus dedos acariciando su cabello húmedo quitándolo de su mejilla. “Ah, Cristo, eso es, Renata… bebe hasta que sientas que es suficiente.”

Succionó fuerte y largo de su vena, con un instinto que nunca había sabido que tenía. Se sentía bien el beber de Nikolai así. Se sentía más que bien… se sentía increíble. Mientras más tomaba de él, más viva se sentía. Cada terminación nerviosa parpadeó como si un interruptor hubiera sido puesto en su centro.

Y mientras el continuaba acariciándola, alimentándola y sanándola, Renata comenzó a sentir una nueva sensación de calor creciendo rápidamente en su interior. Gimió, arrastrada por una ola de lava fundida que atravesaba sobre ella. Se retorcía, y sabía sin ningún error lo que esto era… deseo. Un deseo que había estado tratando de negar desde que conoció a Nikolai, y que ahora aumentaba queriendo consumirla.

No podía resistirse para succionar más fuerte.

Necesitaba más de él.

Necesitaba todo de él, y lo necesitaba ahora.

CAPÍTULO VEINTIUNO

Traducido por Lizeth

Nikolai se apoyo sobre el borde de la cama, tanteando su mano libre sobre la sabana y manteniéndola allí como una línea atada mientras Renata continuaba alimentándose.

Ella bebió de él como hacia todo lo demás: con intrépida fuerza y feroz convención. Sin ninguna ansiedad cercana en sus ojos verdes – claros, ni la incertidumbre en su firme agarre de su brazo. Y cada tirón de su boca en su vena abierta, cada conveniente, barrida succionada de su lengua a través de su piel, forzándolo aun más que cualquier cosa que alguna vez haya sentido antes.

De todas las cosas que ella puso en su mente, Renata era una fuerza a tener en cuenta. Ella era diferente de cualquier mujer que Niko hubiera conocido – en muchos sentidos, tanto una guerrera como cualquier macho de Raza que habían servido junto a él en la Orden. Ella tenía el corazón de un guerrero y el honor de un guerrero, y una determinación inquebrantable que exigía su total respeto. Renata habia salvado su vida, y por eso el le debía. Pero infierno santo… lo que estaba pasando entre ellos aquí no tenía nada que ver con el deber u obligación.

El estaba empezando a preocuparse por ella – más de lo que cómodamente quería admitir, incluso a sí mismo.

El la quería también. Cristo, era totalmente cierto, su necesidad se hizo aun peor por la erótica succión de su boca mientras permanecía en su vena, su esbelto cuerpo ondulándose en reacción ardiente a su sangre de otro mundo, alimentando sus células inexpertas.

Renata gimió, un ronroneo profundo de excitación mientras ella se movía más cerca hacia él en el colchón, cada movimiento de roce de su cuerpo aflojaba la toalla que la cubría. Ella no parecía notarlo, o preocuparse en absoluto por que la mirada ámbar de Nikolai estaba viajando detalladamente por la casi desnudez suya. Su herida de hombro se veía mucho mejor ya. La hinchazón y el enrojecimiento se desvanecían, y el color demasiado – pálido del resto de su piel parecía más saludable por minuto. Renata estaba cada vez más fuerte, más vibrante y exigente, una fiebre siendo sustituida por otra.

Probablemente el debería haberle dicho que aparte de su nutrición y propiedades curativas, la sangre de Raza era también un potente afrodisiaco. Supuso que podría manejar cualquier cosa que pudiera pasar, pero maldición… nada podría haberlo preparado para la respuesta ardiente de Renata.

Avanzando lentamente contra el ahora, todavía succionando de él, se acerco con una mano y libero su puño apretado en la enredada sabana. Dirigió sus dedos bajo los pliegues de la toalla de baño hacia sus pechos. El no podía resistirse a pasar la yema de sus dedos sobre uno de los firmes pezones, y luego el otro. Su respiración se acéreselo mientras el acariciaba su calurosa, y tierna piel, la fuerte vibración del latido de su corazón contra su mano mientas impacientemente ella lo dirigía a bajar… sobre el suave y llano de su abdomen a la sedosa coyuntura de sus muslos.

Ella estaba mojada y caliente, la hendidura de su sexo como el satín caliente, y mojado mientras el deslizaba un dedo a lo largo de su centro. Ella apretó sus piernas a su alrededor, manteniéndolo allí como si él tuviera algún pensamiento del todo para salir. Tomo otra succión de su muñeca, el tirón tan profundo que él lo sintió todo el camino hasta sus pelotas. Apretando sus ojos hasta cerrarlos, dejo caer su cabeza hacia atrás y silbo un lento y mudo gemido, los tendones en su cuello se tensaron como cables. Su polla estaba solida como una – roca y aclamando completa atención entre sus piernas. Otro minuto de este tormento y el iba a correrse allí mismo en sus pantalones deportivos prestados.

“Ah, carajo!” gruño él, alejando su mano de la dulce tentación de su excitado cuerpo. Lentamente bajo su barbilla para mirarla. Cuando sus parpados se levantaron, el calor de sus iris transformados bañaba a Renata en un ardiente – resplandor brillante. Estaba gloriosamente desnuda, sentada delante de él como una oscura diosa, sus labios sujetos a su muñeca, sus ojos claros oscureciéndose mientras ella lo miraba fijamente, sin vergüenza.

“No más,” murmuro él, su voz ronca, las palabras espesas por la presencia de sus colmillos. Le faltaba la respiración, cada terminación nerviosa electrizada. “Tenemos que parar… Jesucist… Será mejor que paremos ahora.”

Ella gimió en señal de protesta, pero muy suavemente, Nikolai retiro su muñeca del agarre y del sustento de Renata y llevo sus dos pinchazos a sus labios. Una pasada de su lengua por las heridas y las selló.

Con los ojos ensimismados y hambrientos, ella lo vio lamer el lugar donde su boca habia estado, su propia lengua salió precipitadamente para lamer sus labios. “Que me está pasando?” pregunto ella, pasando las manos sobre sus pechos, su columna vertebral estirándose y arqueándose con gracia felina. “Que me… Hiciste? Dios mío…me estoy quemando.”

“Es el vinculo de sangre,” dijo él, apenas capaz de formar una oración completa para la manera en que sus sentidos estaban palpitando por la conciencia – y la necesidad – de esta mujer. “Debería haberte advertido… lo siento.”

El comenzó alejarse pero ella agarro su mano y la sostuvo. Dándole una sacudida casi imperceptible a su cabeza. Su pecho subió y bajo con cada bombeo de sus pulmones, y los pesados – parpados que ella fijo en el parecían cualquier cosa menos ofendidos. Sabiendo que no debería tomar ventaja de la situación, Nikolai se acerco y acaricio el rosado sonrojo que lleno su mejilla.

Renata gimió mientras su toque se prolongo, girando su cabeza en la palma de su mano. “Es…Es siempre así cuando dejas a una mujer beber de ti?”

El sacudió su cabeza. “No lo sé. Eres la primera.”

Ella lo miro fijamente, con el pequeño ceño fruncido en la frente. Podía ver el registro de sorpresa detrás de la lujuria de sangre – inducida que lleno su mirada. Un silencioso lamento se deslizo de sus labios y luego ella estaba moviéndose hacia el sin ninguna vacilación, sus manos llegaron para enmarcar su cara.

Lo beso, largo, fuerte y profundamente.

“Tócame, Nikolai,” murmuro contra su boca.

Era tanto una exigencia como una urgente presión de sus labios contra los suyos, su lengua paso presionando sus dientes. Niko pasó sus manos por su piel desnuda, encontrando su beso de empujón en empujón, su cuerpo tan hambriento como el de ella lo estaba, y el no podría culpar su feroz necesidad en respuesta natural de la unión de sangre. Su hambre por Renata era completamente algo más, aunque justamente consumidor.

Avariciosamente, el llego de nuevo al refugio de su sexo. Esta vez, no podía limitarse a tocarla, no cuando su olor estaba embriagándolo tanto como la febril seda de su centro estaba volviéndolo loco. Le acaricio sus mojados pliegues, penetrándolos con sus dedos y separando su abertura para él como una flor. Ella se arqueo al encontrarlo mientras él la penetro con su primer dedo, luego otro. Llenándola, deleitándose en la firme presión de su cuerpo, los sutiles movimientos ondeantes de sus músculos internos mientras él la acariciaba y la llevaba hacia el clímax.

Estaba tan absorto en su placer que apenas noto que sus manos estaba moviéndose hasta que sintió que ella tiraba del cordón de sus pantalones. El siseó cuando ella se deslizo debajo del cinturón y encontró su rígida polla. Palmeo la cabeza de él, recorriendo sus dedos con la gota húmeda de fluido, y luego torturándolo con un movimiento lento y constante de su mano a lo largo de su eje.

“Me deseas también,” dijo ella, no era exactamente una pregunta cuando la respuesta esta desbordándose de su mano.

“Oh, sí,” Niko respondió de todos modos. “Al demonio que si… te deseo, Renata.”

Ella sonrió hambrientamente y lo empojo de espaldas sobre la cama. Saco lentamente sus pantalones deslizándolos de sus caderas, pero solo lo hicieron hasta llegar a sus rodillas. Con su gruesa erección sobresaliendo como un orgulloso soldado, Nikolai miro cautivado como Renata se subió encima y lo monto. Sabía muy bien que no esperaba cualquier momento de timidez o vacilación. Era intrépida e imparable, y él nunca habia sido más feliz en su vida. Sus ojos se posaron fijamente sobre los suyos, Renata descendió por su polla en un largo, y lento desliz.

Buen Cristo, ella se sentía increíble sobre él. Tan caliente y apretada, tan malditamente mojada.

Se dijo a si mismo que era solo la reacción del vinculo de sangre que la hacía tan poco resistente sexualmente, que habría reaccionado de la misma manera con cualquier macho de Raza que la alimentara. Que era solo una reacción física, como el fuego ardiendo se mantiene demasiado cerca a una llama. Su conciencia de él en este momento estaba probablemente y a lo mejor en su subconsciente – ella tenía una picazón y él era el arañazo que ella necesitaba, simple y llanamente. Bien por él, no necesitaba convertirse en algo más complicado, y no era lo bastante idiota como para querer que lo fuera. El sexo entre ellos en este momento no era algo personal, y Niko se dijo a si mismo que estaba bien con eso.

Se dijo un montón de cosas de mierda mientras puso su cabeza hacia atrás con un gemido y dejo que Renata tomara todo lo que necesitaba de él.

Renata jamás se habia sentido más viva. La sangre de Nikolai era fuego en sus sentidos, cada matiz del momento la sacudía con la vivida conciencia. La herida en su hombro no le daba ningún dolor ahora, su necesidad por Nikolai era todo lo que sabía.

El sostenía sus caderas mientras ella se fundía en su sexo, su mente perdida del todo pero el calor de él llenándola, la belleza masculina de su gran cuerpo moviéndose a igual ritmo debajo de ella. A través de la sumergida niebla de su deseo, admiro los músculos entrelazados de sus brazos y pecho, una sinfonía de fuerza, flexionándose y contrayéndose, el poder hacia aun más sorprendente los artísticos colores y los modelos de sus demoligrafos cambiantes.

Incluso sus colmillos, que por derecho debería haberla aterrorizado, tomaba una letal belleza ahora. Las afiladas puntas de ellas brillaban con cada aliento entrecortado que se arrastraba a través de sus dientes. La sangre que habia tomado de él debió haberla puesto un poco chiflada, porque alguna remota parte de ella quería que sus letales colmillos se posaran y penetraran su cuello. Perforando su carne mientras ella lo montaba.

Todavía podía saborear su sangre en su lengua, dulce, salvaje y oscura, un zumbido eléctrico se extendió a través de ella y la encendió desde su centro. Ansiaba más de ese poder, más de él…

Todo de él.

Renta clavo sus dedos en sus gruesos bíceps y fue más profundo, más fuerte, siguiendo esa peligrosa necesidad que su sangre habia desatado en ella. El tomo cada impulso desesperado de sus caderas, sosteniéndola firme mientras el estallido del orgasmo se cerro de golpe en ella. Grito mientras el placer se apodero de ella, un grito de liberación que no podría haber contenido incluso si su vida dependiera de ello. La intensidad era demasiada para soportar. Temblaba, impresionada por la fuerza de su pasión por el – una pasión que habia estado atemorizada de sentir en mucho tiempo.

No sentía miedo de Nikolai.

Ella lo deseaba.

Confiaba en el.

“Estas bien?” le pregunto a ella, un poco más que un gruñido mientras el seguía meciéndose con ella. “Sientes algún dolor ahora?”

Ella negó con su cabeza, incapaz de hablar cuando cada terminación nerviosa en su cuerpo aun estaba tensa de necesidad y vibrando por la sensación.

“Bien,” murmuro él, y resbalo su mano alrededor de la parte posterior de su cuello para tirar de ella por un beso. Su boca estaba caliente sobre la suya, sus colmillos rozando sus labios y lengua. El se sentía tan bien… Sabía tan bien.

El fuego que habia ingresado un tanto con su liberación se encendió de nuevo a una furiosa vida. Gimió mientras la necesidad se inicio de nuevo, moviendo sus caderas al tiempo que el hambre pulsaba en su centro. Nikolai no la dejo esperar mucho tiempo, se meció junto a ella, incrementando su ritmo hasta que se corrió de nuevo, flotando a la deriva después de una ola de placer. Luego él se hizo cargo por completo, llenándola y retirándose, cada movimiento aparentemente a tocar aun más profundo algún lugar dentro de ella, y aun más profundo. Llego con un grito ronco, su columna arqueándose debajo de ella, su pelvis llenándola con la fuerza de su liberación. El clímax de Renata se le unió un momento después, una prolongada desintegración que la dejo temblando y sudando en sus brazos.

Y todavía quería más.

Ella quería más, incluso después del siguiente orgasmo y el siguiente. Incluso después de que ella y Nikolai, los dos estaban sudando y agotados, ella ansiaba todavía más.

Edgar Fabien sentía seis pares de astutos ojos mesurando sobre él mientras su secretario susurraba un urgente mensaje en su oído. Una interrupción a esta hora – en medio de tal importante compañía como aquellos especiales dignatarios invitados de Raza que habían llegado a Montreal de Estados Unidos y el extranjero – prácticamente gritando malas noticas. Y lo eran, aunque Fabien no permitía tal indicación en el exterior.

Los machos congregados en privado habían estado evaluándose el uno al otro cuando habían llegado uno por uno esta noche, todos ellos convocados a la residencia del Refugio Oscuro de Fabien a la espera del transporte para una reunión exclusiva a tomar en otro lugar. Para conservar su anonimato, el grupo habia sido instruido para ponerse mascaras encapuchadas negras todo el tiempo. Les había sido prohibido hacer preguntas personales los unos a los otros, o discutir sus problemas personales con el macho de Raza que habia organizado esta reunión y establecido los términos de su asistencia encubierta. Dargos habia dejado más claro que nunca que estaría vigilando por alguna debilidad, o por la mas mínima razón para juzgar a Fabien o a sus otros terratenientes parados en esta indigna habitación del glorioso futuro que él estaba planeando revelar en esta reunión formal.

Mientas el secretario susurraba el resto de su mensaje, Fabien se alegraba por que aquella capucha oscura ocultaba su reacción de los otros. Mantuvo su postura relajada, cada musculo suelto y a gusto, mientras se le informaba que uno de sus Secuaces de la cuidad estaba esperando afuera con inesperadas, pero criticas, noticias que no podían ser retrasadas. Noticas acerca de un macho de Raza y una mujer herida en su compañía, que, desde la descripción, podría ser nada más que la pareja que habia escapado de las instalaciones de contención.

“Me disculparan?” dijo Fabien, su sonrisa firme bajo su fachada. “Pero tengo un pequeño problema que atender afuera. Estaré de regreso en un momento.”

Unas pocas cabezas oscuras se inclinaron mientras Fabien giro para salir del cuarto. Una vez que la puerta de la sala de recepción estaba cerrada y el y su secretario habían caminado varios metros por el largo pasillo, Fabien bajo su capucha.

“Donde esta?”

“Esperándolo en el vestíbulo principal, señor.”

Fabien se dirigió en aquella dirección, retorciendo la capucha negra en sus manos. Cuando llego a la puerta, su secretario se apresuro adelante para sostenerla abierta para él. El Secuas estaba apoyado contra la pared, absorto en mordisquear sus uñas rápidamente, su desaliñado, flequillo demasiado largo colgaba sobre sus ojos. Cuando alzo la vista y vio a su Amo entrar, el repúgnate y perezoso humano fue sustituido por un sabueso impaciente por agradar.

“He traído algunas noticias para usted, Amo.”

Fabien gruño. “Eso he oído. Habla, Curtis. Dime lo que viste.”

El Secuas explico que temprano en el día habia ido hacer algunas preguntas a su empleado humano – un operador callejero resguardado que contrato Curtis para trabajar en sus computadoras – e inesperadamente descubrió que el vampiro guerrero estaba escondido en el garaje de un apartamento en un refugio. Curtis no habia sido capaz de acercarse a mirar, pero habia llegado lo bastante cerca para decir que el enorme macho era de Raza. No fue hasta hace poco tiempo que habia confirmado sus sospechas. Aparentemente el guerreo y la mujer que estaba con él, habían llegado a estar bastante amistosos. La pareja estaba demasiado ocupada en la cama para notar cuando Curtis salió furtivamente después por la parte de atrás del garaje y los espió juntos a través de la ventana.

El Secuas habia conseguido un vistazo, y fue capaz de proporcionar una muy detallada descripción física de los dos, el guerrero Nikolai y la Compañera de Raza Renata.

“Estas seguro de que ninguno de ellos es consciente de que estabas allí?” Pregunto Fabien.

El Secuas se rio entre dientes. “No, Amo. Confié en mí, no estaban prestando atención para nada que no fueras ellos.”

Fabien asintió y miro su reloj. Estaría atardeciendo dentro de una hora. Ya habia asignado a un equipo de Agentes de Ejecución encabezados a dirigir otra tarea de limpieza para el esta noche. Tal vez debería enviar una segunda unidad a la cuidad con Curtis. Bastante malo era que el guerrero hubiera conseguido escapar de él en las instalaciones de contención. La noticia no habia ido bien cuando Fabien habia informado a Dargos del problema, pero la metida de pata seria amortiguada un poco si pudiera asegurarle que el guerrero habia sido capturado – rápido y permanentemente.

Si, pensó Fabien, mientras metía la mano en el bolsillo de su chaqueta por su teléfono celular y marco detalladamente a la Agencia de Ejecución informándole. Esta noche limpiaría de la pizarra un par de recientes errores, y cuando él se presentara a Dargos en la reunión, lo haría llevando fortuitas noticias y un pequeño y encantador regalo que su nuevo comandante estaba seguro de disfrutar.

CAPÍTULO VEINTIDOS

Traducido por Ale

¿Crees que el le hará daño?" la voz de Renata era tranquila, rompiendo el silencio prolongado en el húmedo apartamento. Ella estaba sentada frente a Nikolai en la mesa de juego, ella usaba una extra-camiseta- gris y sus propios pantalones vaqueros, que lavó y regresó temprano en el día, por cortesía de Jack. Su herida en el hombro se veía un infierno mucho mejor, y cada vez que Niko le preguntaba, ella insistía en que no sentía mucho dolor. Se dio cuenta de su sangre la mantendría unas pocas horas como mínimo. Habían estado fuera de la cama durante un tiempo, ambos se bañaron y vistieron, y evitando cuidadosamente el tema de todo lo que había ocurrido entre ellos hoy.

En cambio Nikolai se mantuvo ocupado en la limpieza de su ametralladora de 45s, mientras el y Renata hacían planes para su pronto regreso al alojamiento de Yakuta, aunque Niko dudaba que Lex le contase algo sobre su alianza con Edgar Fabien, pero tenia el presentimiento que algunas técnicas estratégicas le aflojarían la lengua al bastardo.

Así lo esperaba, ya que sin una solida ventaja sobre la ubicación del líder del Dark Heaven, las probabilidades de hallar a Mira ilesa de las torcidas propensiones de Fabien disminuían cada segundo.

¿Piensas que el va… a hacerle algo?

Niko volteo y vio el pánico en los ojos de Renata.

Fabien no es un buen hombre… francamente no se cuales sean sus intensiones para con ella.

Ella dirigió su mirada hacia abajo, sus delgadas cejas estaban unidas frunciendo el seño.

"tu no me dijiste todo lo que tus amigos de Boston aprendieron sobre el"

Mierda. Él debería haber sabido que Renata le preguntaría sobre esto. Él deliberadamente había pasado rozando sobre lo peor que Gideon había dicho sobre él, el cálculo los detalles sórdidos que no les ayudarían a localizar a Mira y solo harían que Renata se preocuparse más. Pero él la respetaba demasiado para mentirle.

"No, yo no te dije todo", admitió. "¿Realmente quieres saber todo de él?"Creo que necesito saberlo". Ella puso su mirada fija de nuevo, sus ojos de color verde pálido sobrio, tan firme como un guerrero ceñido para la batalla.

"¿Qué averiguo la Orden sobre él?"

"Es la segunda generación de la raza, fácilmente varios cientos de años," dijo, Niko, comenzando con el menor de los delitos de Fabien.

"Ha sido el líder de el Darkhaven de Montreal por el último siglo y medio, y él también ahora desea llegar a los lazos de las zonas altas de la Agencia de Ejecución, lo que significa que está políticamente conectado también". Renata se burló en voz baja. "Eso es un currículum vitae, Nikolai. ¿Sabes lo que estoy preguntando. Dámelo directamente." -Muy bien-.

“Él asintió con la cabeza, sin ocultar la admiración. De su preocupación. "A pesar de que tiene un montón de amigos en lugares altos, Edgar Fabien no es lo que podríamos llamar un ciudadano modelo, al parecer tiene un montón de torcidos (malos actos), que lo hacen un enfermo, causándole problemas a lo largo de los años.

‘los torcidos’, dijo Renata, todos menos escupir la palabra. "Sus gustos tienden a correr por el lado sádico, y él… bueno, él ha sido conocido porque le gusta disfrutar de la compañía de los niños de vez en cuando. Especialmente de las chicas, en particular jóvenes”.

“Jesucristo, " Renata exclamó en una prisa apretada de su aliento. Ella cerró sus ojos y desvió su cara, todo en ella se aquietaba, Cuando ella finalmente miró hacia atrás a Niko, había un brillo asesino en sus ojos color verde jade observándole sin parpadear. "lo voy a matar. Te lo juro, Nikolai. Lo mataré si le ha hecho algo a ella"

"Vamos a por él", el le aseguró. "Vamos a encontrarlo, y vamos a recuperar a Mira. "No puedo decepcionarla, Nikolai."

" ¡Eh!, " él dijo, cubriendo con su mano la de ella, ‘No vamos a fallarle’

¿Entendido? Estoy contigo en esto. No vamos a darle la espalda. "Ella le miró en silencio durante un largo rato. Luego, muy lentamente, volteado su mano sobre sus dedos vinculados a través de él.

"Ella va a estar segura… ¿verdad? " hubo Una traza de incertidumbre, era una de las primeras veces que lo había oído en su voz. Él quería borrar esas dudas para ella, y la preocupación, pero todo lo que podía ofrecerle era su promesa. "Vamos a traerla de vuelta, Renata. Tienes mi palabra sobre eso".

"Muy bien", dijo. Luego, más resueltamente: "Bueno, Nikolai. Gracias." "Tú realmente debes saber algo, sabes que?" Ella comenzó a sacudir la cabeza en la negación, pero Niko le dio a la mano un apretón apacible, manteniendo su centrado. "Tú eres fuerte, Renata. Más fuerte de lo que crees. Mira tiene la suerte de tenerte de su lado. Demonios, y yo también”

Su risa de contestación estaba débil y ligeramente triste.

“Espero que usted tenga razón."

“Estoy casi nunca en lo incorrecto, " dijo él, sonriendo abiertamente para ella y apenas resistiéndose al impulso de inclinarse a través de la pequeña mesa y besarla. Pero esto sólo conduciría a una cosa – algo que su libido ya se imaginaba en el detalle explícito.

"Así que, ¿cuánto tiempo vas a acariciar tus armas antes de dejar echar un vistazo? Niko se recostó en la silla plegable de metal y se rió.

"toma a tu selección. Está seguro de que sabe cómo manejar-"No tuvo la oportunidad de terminar el pensamiento. Cuando Renata extendió la mano a la pistola mas cercana y a un cargador lleno de balas. Tenía el arma cargada, cerrada, y lista para la acción en menos de tres segundos. Niko nunca había visto algo más sexy en toda su vida. "Impresionante". Puso la pistola sobre la mesa y arqueó una de sus delgadas cejas. "¿Quieres ayudar con la tuya también?" Se echó a reír, pero se tragó el sonido antes de que saliera de su boca. No estaban solos. Renata siguió su mirada hacia arriba, hacia donde Nikolai podría jurar que escuchó un ruido sordo mudo. Se volvió, entonces un pequeño crujido en el techo del garaje. "Tenemos compañía", le susurró a ella. Renata le dio una inclinación de cabeza, levantándose de su silla. Le deslizó la 45s a él a través de la mesa y se movió en silencio rápida y eficazmente a cargar otra. Apenas Nikolai cogió el arma de la puerta del apartamento de garaje estalló hacia adentro, iniciando sus goznes. Un vampiro enorme en el SWAT negro marchaba de la Agencia de Control precipitándose en el interior, la mirada del láser de su fusil automático silenciado fue bloqueada en Renata. "Hijo de puta!" Niko gritó. "Renata, ¡Dispárale!" Para un segundo horrible, ella no se movió. Nikolai pensó que se había congelado en estado de shock, pero luego el agente dejó escapar un grito de dolor dejando caer su arma para aferrarse a las sienes. Cayó de rodillas, pero estaban dos hombres armados justo detrás de él. Se saltaron por encima del obstáculo a gritar abriendo fuego en el pequeño espacio.

Renata se cubrió detrás de uno de los archivadores metálicos, disparando contra el agente en la cabeza. Niko dirigió su tiro al segundo recién llegado pero su tiro fue salvaje contra la pequeña ventana encima de la cama y otro contra el Agente de Ejecución cayó en la refriega, armados hasta las branquias. "Nikolai-detrás de ti!" Renata llamo.

Ella golpeó este último llegado con una ráfaga debilitante del poder de su mente, y el bastardo cayo arrugado al piso, retorciendo y convulsionando antes que Niko asestara contra el unos golpes en la cabeza. Renata mutiló uno de los otros con un tiro a la rodilla, luego lo sacó completamente con una bala al objetivo muerto entre los ojos. Nikolai mató el otro, y comprendió tarde que él había perdido completamente de vista al primer macho que había atravesado la puerta.

El hijo de perra más gimoteaba cuando Renata lo había dejado caer. El horror de Niko, fue enorme cuando vio que el vampiro tenía Renata en sus manos, levantándola de la tierra y lanzándola en la pared más cercana. La fuerza del macho de Clase era inmensa, como todos los de su clase. Renata se estrelló contra la superficie sólida, luego cayó con fuerza al piso. Dejándola inmóvil, obviamente demasiado aturdida para tomar represalias. El rugido de Nikolai de furia agitó la mesa débil y las sillas. Su visión fue nuclear con la inundación repentina de ámbar en sus ojos, y sus colmillos perforaron con fuerza sus encías, estirándolas largas y agudas en su cólera.

Él saltó sobre el otro vampiro por detrás, agarrándole de la cabeza en sus manos y torciéndola ferozmente. El terrible crujido de hueso y tendones desfibrados no eran suficientes para él. Ha Como el Agente sin vida cayó, Niko dio patadas a su cuerpo lejos de Renata y estallo su cráneo a punta de plomo.

"Renata", dijo, acurrucándose delante de ella y tirando de ella sus armas. "¿Puedes oírme? ¿Estás bien?"

Ella gimió, pero manejó su cabeza inestable. Sus ojos abiertos, luego fueron ampliados cuando miró fijamente por delante de él la entrada arruinada. Niko balanceó su cabeza alrededor y cerró miradas fijas con un macho humano él lo había visto una vez antes – al humano que había tratado de conseguir una mirada en Nikolai cuando Jack había pasado al apartamento esa mañana. Jack le había llamado Curtis, dijo que el niño hacía algún trabajo por él en la casa. Como Niko examinó aquella cara impasible que no mostró ninguna reacción en absoluto a los ojos encendidos de Niko y excluyó sus colmillos, él sabía lo que veía ahora… “El subalterno," gruñó. Él liberó a Renata con cuidado regresándola a sus pies."Quédate aquí. Yo me encargaré de él"

El Subalterno sabía que él había cometido un grave error mostrando su cara después del tumulto que él probablemente había instigado. Él giró hacia fuera y comenzó a bajar la escalera dos a la vez. Nikolai gruñó, rojo de ira salió disparado de la vivienda en la búsqueda… Él saltó sobre el pasamano de la escalera del segundo piso, yendo aerotransportado como los pies del Subalterno justo cuando conseguían tocar de pavimento. Nikolai aterrizó directamente encima de él, abordándolo abajo del asfalto negro del camino de entrada. ¿" Quién le hizo? “él exigió, golpeando la cara del humano contra el pavimento áspero.

"¿Quién es tu Maestro, maldita sea! ¿Es Fabien?"El siervo no contestó, pero Niko sabía la verdad de todos modos. Pasó sobre el y le golpeó la columna con fuerza. "¿Dónde está? ¡Dime dónde encontrar a Fabien. Habla, hijo de puta, o te fulmino aquí y ahora".A lo lejos, Nikolai oyó el golpe de una puerta. Pisadas a través de la hierba.

Entonces la voz de Renata resonó desde arriba destrozando la puerta del piso del garaje. "Jack, no! Vuelve adentro!"Nikolai miró por encima del hombro, justo a tiempo para ver al viejo con una expresión espantosa. Los ojos de Jack, mostraban en su incredulidad, su mandíbula gris descolgada.

"Jesucristo", murmuró, con los pies desaceleración a detenerse. "¿Qué… el infierno… "Y luego, debajo de él, Niko sintió retorcerse al subalterno.Se registró el destello breve de una hoja de sólo medio segundo antes de que el esclavo de mente humana se acuchillara en su propia garganta.

Renata bajó las escaleras de madera en estado de pánico y afligida. "Jack, por favor! ve de vuelta en la casa ahora!"Pero él simplemente estaba allí, congelado en el lugar como si no pudiera oírla, no pudiera verla. No ha podido procesar todo lo que estaba pasando alrededor él en estos últimos minutos de caos total y absoluto. Jack era mudo, la estatua inmóvil en la calzada.Y Nikolai…¡Dios mío, Nikolai parecía la peor pesadilla de cualquier persona.Empapado de sangre, inmenso, su rostro una máscara aterradora de colmillos letales y feroces, ojos brillantes. Cuando se levantó el cuerpo del muerto subalterno dio media vuelta a la cara de Jack, que no podía parecer más depredadora, e inhumana, su respiración a través de sus aserrados dientes, su enorme pecho y hombros temblaban de la lucha.

“Dulce María, Madre de Dios,” murmuro Jack, persignándose mientras Nikolai daba un par de pasos de distancia del cadáver del Secuas. Tardíamente echo un vistazo y vio que Renata corría hacia él a través del camino de entrada.

“Renata, sal de aquí!”

Renata corrió para ponerse entre los dos hombres – Nikolai a su espalda, y Jack mirándola boquiabierto como si acabara de entrar en medio de un campo de mina activado.

“Oh, Jesús…Renata, cariño… que estás haciendo?”

“Está bien, Jack,” le dijo ella, tranquilamente sosteniendo sus manos en frente de ella. “Todo está bien, te lo prometo. Nikolai no te hará daño. No le hará daño a ninguno de nosotros.”

La cara del anciano se arrugo por la confusión. Pero luego miro más allá de ella a Nikolai y una tenue chispa de reconocimiento parpadeo por sus rasgos. Su palidez era de un blanco fantasmal contra la noche a sus alrededor, y sus piernas parecía que podrían ceder debajo de él. “Eres tu…pero como? Simplemente que demonios eres?”

“No es seguro para ti saber eso,” intervino Renata. “Sería demasiado peligroso, también para nosotros-”

“Demasiado tarde.” La voz de Nikolai era un bajo gruñido detrás de ella. “Ya ha visto demasiado aquí. Tenemos que controlar esta situación, y no tenemos mucho tiempo antes de que mas humanos se vuelvan curiosos y hagan cosas peores.”

Renata asintió. “Lo sé.”

La mano de Nikolai se poso suavemente sobre su hombro bueno. “Eso incluye a Jack también. No puedo dejarlo alejarse con su memoria en este estado. Todo tiene que ser lavada – empezando con nuestra llegada la noche anterior. No puede recordar que tu y yo estuvimos alguna vez aquí.”

Ella se estremeció, pero no podía discutir. “Tengo un minuto para decirle adiós?”

“Un minuto,” dijo Nikolai. “Pero eso es todo lo que podemos arriesgar.”

“Que demonios está pasando aquí?” murmuro Jack, desapareciendo algo de su neurosis y el guerrero jubilado en el llegando en llegando en línea. “Renata… en que clase de malditos problemas estas metida, muchacha?”

Ella le ofreció una débil sonrisa mientras se movía hacia adelante y tiro de él para un abrazo. “Jack, quiero darte la gracias – por ayudarnos la noche anterior, pero aun mas, por simplemente ser como eres,” se aparto de él para mirar sus viejos y amables ojos. “No podrías comprender esto, pero fuiste mi ancla muchas veces. Siempre que perdía la fe ene la humanidad, tu bondad lo compenso. Has sido un verdadero amigo, y te quiero por eso. Siempre lo hare.”

“Renata, necesito que me digas que está pasando. Este hombre con el que estas… esta criatura. Por dios, estoy perdiendo mi mente, o el es una clase de-”

“El es mi amigo,” dijo ella, queriéndolo decir tan sinceramente que incluso estuvo desconcertada por su convicción. “Nikolai es mi amigo. Eso es todo lo que necesitas saber.”

“Tenemos que irnos ahora, Renata.”

La voz de Nikolai estaba en calma, toda seriedad. Ella asintió, y cuando echo un vistazo hacia él, vio que ahora estaba de nuevo en su estado normal. Jack chisporroteo en la confusión, pero Nikolai meramente alcanzo la mano del humano.

“Gracias por todo lo que has hecho, Jack. Eres un buen hombre.” Nikolai no espero por una respuesta. Con su mano libre, levanto la palma de su mano sobre la frente de Jack y la presiono por un largo momento. “Vuelve a la casa y ve a la cama. Cuando despiertes en la mañana, olvidaras que estuvimos aquí por completo. Descubrirás que hubo un robo – en el apartamento de arriba – y que Curtis e relacionaba con algunas malas personas, el atraco se salió de las manos, y el fue asesinado.”

Jack no dijo nada, pero asintió en acuerdo.

“No nos veras cuando abra tus ojos, “ le dijo Nikolai. “No veras nada de sangre en el cristal. Vas a darte la vuelta, dirigirte de nuevo a tu casa, y subirte a la cama donde te quedaras por el resto de la noche.”

Una vez más Jack asintió con su cabeza en complacencia. Nikolai retiro su mano de la frente del anciano. Los ojos de Jack parpadearon abriéndose, tranquilos y sin molestarse. Miro a Renata, pero fue una mirada vacía que pareció pasar derecho a través de ella. Ella se quedo allí parada, mirando con tristeza como su viejo y querido amigo giraba en torno en el silencio y comenzó el lento caminar de regreso a la casa.

“Estas bien?” le pregunto Nikolai, poniendo su brazo alrededor de su cintura, mientras esperaban en la entrada a que Jack desapareciera.

“Sí, estoy bien,” dijo en voz baja, permitiéndose reconfortarse en su fuerte abrazo. “Limpiemos este desastre y salgamos de aquí.”

CAPÍTULO VEINTITRÉS

Traducido por Aletse

“¡Ya era la maldita hora de que él llegara aquí", Alexei Yakut se quejó a sí mismo cuando vio un par de haces de luz saliendo de los árboles fuera de la casa principal. Irritado por haber sido obligado a esperar esta ultima media hora, Lex se alejó de la ventana del cuarto de su padre, ex-cuarto que ahora le pertenecía a él, como todo lo demás que su difunto padre había dejado.

El vehículo negro merodeando por el camino era enorme, indudablemente, un SUV. Lex rodo sus ojos con disgusto. Había esperado que un macho del estatus de Edgar Fabien viajara en algo más elegante que una prestada Humvee tomado directamente de la flota de la Agencia de Imposición. Las propias normas de Lex exigían mucho más de tal utilitarista modo de transporte, especialmente para un evento tan importante como el que él asistiría con Fabien. Por el amor de Dios, ellos bien podrían llegar a la reunión en una camioneta que declaraba a todos que los que iban en ese vehículo carecían de elegancia.

Si él estuviese a cargo de las cosas – como él estaba a cargo, Lex mentalmente enmendó- él no llegaría a ninguna parte sin una apropiada caravana de vehículos acorde con su rango de elite.

Él salió a zancadas de sus habitaciones en una rabieta impaciente, ajustando la línea de su abrigo al nivel de sus pulidos mocasines de piel de cocodrilo que suavemente repiqueteaban a través de los amplios tablones de las vigas del piso. Sabía que tenía buen aspecto – ese era el punto- pero él estaba mucho más acostumbrados a su antiguo uniforme de servicio de botas y cuero. Él era un sujeto adaptable, él no pensaba que requiriese demasiado esfuerzo para acostumbrarse a su nueva identidad.

En las afueras de la grande habitación, los dos guardias restantes de la casa estaban sentados en una mesa jugando a las cartas. Uno de ellos hecho un vistazo cuando Lex entro, la sutil elevación de su mano no fue del todo bastante rápida para ocultar su sonrisa divertida.

"Esa corbata parece que te está cortando el aire, Lex", bromeó el otro guardia, riendo de su propia broma. "Es mejor aflojar esa mierda antes de que te desmayes." Lex lo fulmino con la mirada mientras el pasaba el dedo a lo largo del borde del cuello demasiado ajustado de su camisa de quinientos dólares. "Haga volar su culo, cretino. Y abra la maldita puerta. Mi transporte está aquí".

Cuando el guardia se movió pesadamente para llevar a cabo la orden, Lex se pregunto cuánto tiempo él debería mantener a esos dos cabezas huecas a su alrededor. Seguro, ellos habían servido a su lado en el trabajo de su padre todos los días durante la mayor parte de una década, pero un macho como Lex merecía respeto. Tal vez él les enseñara a ambos una lección cuando regresara nuevamente en un par de noches de la reunión de este fin de semana.

Lex forzó una sonrisa de bienvenida para Fabien cuando el guardia abrió la puerta… excepto que no estaba allí Edgar Fabien para saludarlo. Era un agente de Imposición uniformado, con tres más detrás de él.

"¿Dónde está Fabien?" exigió Lex.

El enorme Agente que se encontraba adelante le dirigio a Lex una pequeña inclinación de su cabeza. "Vamos a encontrarnos con el con el Sr. Fabien en un lugar diferente, Sr. de Yakutia. ¿Necesita ayuda con alguna cosa antes de que lo escoltemos hasta el vehículo?"

Lex gruñó, su ego tranquilizándose un poco por el tono respetuoso del Agente. "Tengo un par de maletas en la otra habitación", dijo él con un gesto desdeñoso en dirección de su alojamiento. "Uno de sus hombres pueden traerlos para mí."

Otra inclinación en reverencia del que estaba al frente. "Me ocupare de sus cosas personalmente. Después de usted, señor."

"Por aquí," dijo Lex, permitiéndole al destacado escolta entrar en la casa mientras él por delate del líder hacia sus habitaciones que estaban por el pasillo. Una vez dentro, él se detuvo cerca de la cama para señalar las cosas que él deseaba llevar. "Agarra la maleta de ropa y la lona de cuero que se encuentra en el suelo allí".

Cuando el agente no se movío para recoger las bolsas, simplemente se quedó allí junto a él, Lex se volvió con una mirada indignada de él. "¿Bueno, qué diablos estás esperando, idiota?"

La mirada de contestación que él recibió fue plana como una daga, e igualmente fría. Y entonces Lex comprendió la frialdad, porque en ese siguiente instante, él escucho el rompimiento de la música por varios pop de los disparos apagados en el otro cuarto y su sangre corrió helada en sus venas.

El agente de Imposición que estaba de pie a su lado río con una sonrisa agradable.

"Él Sr. Fabien me pidió que le entregara personalmente un mensaje de él, Sr. de Yakutia."

Renata parecía cansada cuando Nikolai se acercó a ella desde el terreno donde ellos habían arrojado los cadáveres de los agentes de Imposición muertos. En pocas horas, el amanecer borraría todas las huellas de los vampiros, no es que alguien aparte de la fauna local se fijara en esta remota desviación de la carretera más cercana y tan lejana de la ciudad.

"Lance sus uniformes y equipo en la parte trasera del vehículo", Renata le dijo cuando el se acercaba. "Las armas adicionales están detrás de los asientos delanteros. Llaves están puestas en la ignición." Niko asintió con la cabeza. Después de limpiar todas las pruebas del asalto de la Raza en el garaje apartamento, él y Renata se habían apropiado del SUV de la Agencia, que sus atacantes habían sido bastante atentos como para dejarlo estacionado a lo largo de la calle lateral cerca del Refugio de Jack.

"¿Te agotaste allí?", preguntó, al ver el cansancio en sus ojos. "Podemos esperar aquí y descansar un rato si tu lo necesitas."

Ella sacudió la cabeza. "Quiero seguir moviendome. Estamos a sólo unos kilómetros de la Recinto."

"Sí," Niko dijo. "Y no estoy esperando que Lex despliegue una alfombra roja para nosotros cuando lleguemos allí. Las cosas podrían ponerse feas verdaderamente muy rápido. Han pasado un par de horas desde que tú bombardeaste las malditas mentes de esos agentes. ¿Cuánto tiempo hay antes de que tu reverberación comience?"

"Probablemente, no mucho tiempo", admitió ella, mirando hacia abajo a la hierba iluminada por la luna que había en su pies.

Niko levantó su mentón y no pudo contenerse de acariciar la delicada línea de su mejilla. "Razón de más para quedarnos un rato aquí por un tiempo."

Ella se apartó de él, obstinada con la determinación. "Razón de más para seguir antes de que lleguen los golpes de la reverberación. Descansare después de que recuperemos a Mira. "Ella giró sobre su eje alrededor y empezó a caminar hacia el vehículo. "¿Quién conduce, tú o yo?"

"Oye", dijo él, agarrando su mano antes de que pudiera llegar muy lejos. Se acercó a ella y envolvió en sus brazos alrededor de su pequeña espalda, conteniéndola entre su abrazo.

Dios, ella era tan hermosa. Cualquier idiota podía apreciar la frágil, femenina perfección de su rostro: los ojos claros, en forma de almendra que brillaban intensamente como piedras de luna debajo del fleco entintado de sus pestañas, su nariz traviesa y su exuberante, sexy la boca, la piel lechosa que se semejaba al perfecto terciopelo en contraste con el brillo de ébano, de su cabello. La belleza física de Renata era aturdidora, impresionante, pero era su coraje – su honor inquebrantable -, lo que realmente liquido a Niko.

De alguna manera, en el poco tiempo en que ellos se había visto obligado a estar juntos, Renata se había convertido en un verdadero compañero para él. Él la valoraba, confiaba en ella, tanto como lo hacia con cualquier de sus hermanos en la Orden.

"Oye", repitió él, ahora más tranquilo, mirando fijamente su valiente, bello rostro y asombrándose de nuevo por esta extraordinaria mujer que estaba demostrando ser un vital aliado para él. "¿Hicimos un equipo bastante bueno allá atrás, no es cierto?". "Estaba asustada como el infierno, Nikolai", confesó ella en voz baja. "Ellos vinieron a nosotros tan rápidamente. Debería haber reaccionado más rápido. Debería haber…"

"Tu eres increíble". Él aliso un mechón errante de su cabello que estaba en su rostro y lo coloco detrás de la oreja. "Tu eres increíble, Renata, y estoy condenadamente alegre de saber que te tengo a mi espalda."

Ella le dio una pequeña, casi tímida sonrisa. “Lo mismo digo."

Tal vez no era el momento ideal para que él deseara besarla, estando de pie en un tramo olvidado de la mano de Dios en las afueras de la autopista, con un rastro de sangre y muerte detrás de ellos y más de los mismo seguramente por venir en el futuro antes de que este hubiese terminado. Pero todo lo que Nikolai deseaba hacer ahora mismo-lo que él necesitaba, aquí y ahora, en este preciso momento – era sentir los labios de Renata presionándose contra los suyos.

Dejándose ceder por la tentación, se inclino abajo y tomo su boca en un sensible, lento beso. Sus brazos lo rodearon, tímidamente al principio, pero sus manos estaban calientes y lo demostraron cuando ella le acarició la espalda y lo sostuvo contra ella, incluso después de que el beso se hubiese terminado y colocando su mejilla contra su pecho.

Cuando ella habló, su voz era apenas un susurro. "¿Vamos a encontrarla, Nikolai?

Él presiono sus labios sobre la parte superior de su cabeza. "Sí, vamos".

"¿Crees que ella este bien?" Su vacilación fue breve, pero suficientemente larga para que Renata se trasladara fuera de sus brazos. Ella frunció el ceño, sus ojos oscureciéndose con el dolor. "¡Oh, mi Dios… tu no crees que ella este! Puedo sentir tu duda, Nikolai. Tu crees que algo le ha pasado a Mira"

"Es el vínculo de sangre lo que tu sientes", dijo él, ni siquiera cerca de una negación de lo que Renata había leído con tanta precisión en él.

Ella estaba retrocediendo ahora, con sus pies arrastrándose en la oscura hierba mientras se movía hacia la SUV. Su rostro había tomado una mirada afligida. "Tenemos que ir ahora. ¡Nosotros tenemos que encontrar a Lex y obligarlo a decirnos donde esta ella!"

"Renata, todavía pienso que tu deberias esperar aquí un rato y descansar. Si la nueva reverberación te golpea…"

"¡A la mierda la reverberación!" – gritó ella, sacudiendo la cabeza en pánico creciente. "Voy al Recinto de Yakut. Tu puede viajar a lo largo o quedarte atrás, pero yo me estoy largando justamente jodiendo ahora".

Él podría haberla detenido.

Si hubiese querido, él podía haber estado encima de ella mas rápido de lo que podía rastrear, físicamente impidiéndole avanzar otro paso hacia el vehículo. Él podría ponerla en trance con una pasada simple de su mano por el rostro y así obligarla a esperar a que el dolor que probablemente la acabaría completamente no mucho tiempo después de que ellos llegaran al Recinto.

Él podría haber retenido su trasero con alguna diferente manera, pero en cambio él dio vuelta alrededor del lado del conductor de la Humvee negro antes de que ella llegara y le bloqueó la entrada con su cuerpo.

"Voy a manejar", dijo él, sin darle la oportunidad de discutir. "Tu estas pulverizada."

Renata lo miró por un segundo, entonces camino por encima y se subió a el asiento del pasajero.

Ellos encontraron su camino de regreso a la carretera y condujeron la pequeña distancia hacia la propiedad arbolada de Yakut en silencio. Niko apagó las luces mientras se acercaban a un ritmo lento de movimiento. Él estaba a punto de sugerir que deberían ellos salieran afuera y se movieran hacia la casa a pie cuando se dio cuenta que algo estaba fuera de lugar.

"¿Esta siempre así de tranquilo?"

"Nunca", dijo Renata, disparándole una mirada serie. Ella alcanzo detrás de los asientos para tomar algunas de las armas de la Agencia. Ella paso la correa de un fusil automático por su cabeza y luego le entregó a Nikolai uno para sí mismo. "A Lex sólo le habían quedado dos guardias, pero no parece que alguien este por aquí en absoluto."

Y aunque desde esta distancia, Niko detectó el olor de la sangre derramada. Sangre de la Raza, procedentes de más de una fuente.

"Espera aquí mientras voy a echar un vistazo a las cosas".

Ella le dirigió una insubordinada mofa que él podría haber predicho lo que se avecinaba.

Ambos salieron del vehículo y se trasladaron juntos hacia la oscura casa principal. La puerta principal estaba abierta de par en par. Huellas de neumáticos frescos estaban presenten en el camino de grava, anchas, profundas huellas como del tipo que un SUV de gran tamaño dejaría detrás.

Niko tenía la sensación de que la Agencia de Imposición había estado aquí también. La casa estaba completamente en silencio, apestando con el hedor de las recientes muertes de vampiros. Él no tenia la necesidad de encender las luces para ver la carnicería. Su aguda visión se mancho con los dos machos muertos solos en el interior, ambos con tiros a quemarropa en la cabeza de varias rondas.

Él guio a Renata alrededor de los cadáveres, siguiendo a su nariz por la parte posterior de la lugar, a los aposentos privados de Yakut. Él sabía lo que iba a encontrar allí dentro, como bien. Aún así, entró en la habitación y soltó una maldición furiosa.

Lex estaba muerto.

Y con él, su mejor esperanza de localizar a Edgar Fabien esta noche.

CAPÍTULO VEINTICUATRO

Traducido por Laura

La respiración de Renata se paralizó con el sonido de la maldición murmurada de Nikolai. Ella extendió la mano hasta el interruptor de la luz cerca de la puerta abierta del dormitorio de Yakut. Lentamente la encendió.

Ella no pudo hablar mientras miraba el cuerpo sin vida de Lex, sus ojos vacíos y nublados por la muerte, tres grandes agujeros de bala en su cabeza. Ella quiso gritar. Santo cielo, ella quiso caer de rodillas, pasar sus manos por su pelo, y arañar las vigas- no con dolor o estupefacción, sino con completa y concienzuda ira.

Pero sus pulmones estaban angostos en su pecho.

Sus miembros estaban decaídos, brazos y piernas demasiado pesados para moverlos.

Que esperanza había estado ella albergando -tan pequeña como era- que ellos podrían venire aquí y conseguir una sólida correa sobre la ubicación de Mira filtrándose fuera de ella, tan segura como la sangre de Lex que se escurría entre los baldosines del suelo de la habitación de su padre.

"Renata, encontraremos otra manera," dijo Nikolai desde algún lado cerca de ella. El se inclinó sobre el cuerpo y sacó un teléfono móvil del bolsillo del abrigo de Lex, lo abrió y apretó algunas teclas. Contactaré con Gideon y le dire que les persigan. Tenemos que hacer algo con Fabien muy pronto. Le atraparemos, Renata”.

Ella no pudo responder; no tenía palabras. Girándose lentamente, ella caminó fuera de la habitación, apenas consciente de que sus pies se movían. Ella deambuló a través del oscuro edificio, dejando de lado los cuerpos tirados en la gran habitación y en el vestíbulo…insegura de donde dirigirse, todavía inmune cuando se descubrió de pie en el centro de la diminuta habitación donde Mira había dormido.

La pequeña cama estaba justo como ella la había dejado, como si esperaba que su ocupante regresara. Sobre la achaparrada Mesilla de noche, había una flor Silvestre que Mira había recogido a principios de la semana, en una de las raras veces que Sergei Yakut había permitido que la niña se aventurara fuera. La flor de Mira estaba marchita ahora, los frágiles petalos blancos caían sin vida, tallo verde tan mustio como un hilo.

"Oh, mi dulce ratón," Renata susurró en la oscura y vacía habitación. "Lo siento…Lamento no haber estado aquí a tiempo…"

"Renata." Nikolai permanecía de pie fuera de la habitación. "Renata, no te hagas esto a ti misma. No tienes la culpa. Y esto no ha acabado, todavía no”.

Su profunda voz era tranquilizadora, cómoda solo por oírle, y saber que el estaba allí con ella. Ella necesitaba esa tranquilidad, pero porque ella no la merecía, Renata rehusó correr a sus brazos como tan desesperadamente quería hacer. Ella permaneció donde estaba, rigida y sin moverse. Deseando poder dar marcha atrás a todos sus fallos.

Ella no podia atreverse a permaencer en el edificio durante otro minuto. Había demasiados recuerdos oscuros aquí.

Demasiada muerte alrededor de ella.

Renata dejó que la flor muerta cayera fuera de sus dedos y sobre la cama. Ella dio la vuelta alrededor de la puerta. “Tengo que salir de este lugar” murmuró ella, culpabilidad y angustia retorciendose en su pecho. "No puedo…Me estoy asfixiando aquí…no puedo…respirar”.

Ella no esperó a que el contestara- no podia esperar allí, ni un minuto más. Empujandole, corrió fuera de la habitación de Mira. Ella no dejó de correr hasta que sus pies la habían llevado fuera de la parte trasera del edificio principal y dentro del bosque cercano. Y aún así sus pulmones se retorcieron como si fueran aplastados por un torno.

Detrás de su cráneo, ella pudo sentir un dolor de cabeza floreciendo. Su piel no le dolía todavía, pero estaba cansada hasta los huesos y sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que el cansancio la noqueara. Al menos su hombro se sentía decente. La herida de disparo todavía estaba allí, aún un profundo latido en sus músculos, pero la sangre de Nikolai había hecho algún tipo de magia en la infección.

Renata se sintió lo suficientemente fuerte cuando echo un vistazo y vio el parquet cerrado -el edificio anexo donde ella y tantos otros habían sido traídos como cebo para el deporte enfermo de sangre de Yakut -ella no pensó dos veces en saltar y tirar el rifle del agente de la ley alrededor de donde había sido movida hasta su espalda. Ella disparó el pesado cerrojo hasta que se rompió y cayó al suelo. Entonces ella abrió la puerta y la dejó suelta con más disparos desde dentro, salpicando el gran redil, las paredes y vigas- todo ello- con un destructor pedrisco de balas.

Ella no soltó el gatillo hasta que el caragdor estuvo vacío y su garganta estaba seca de sus gritos. Sus hombros pesaban, el pecho serrandola como un bramido.

“Debería haber estado aquí” dijo ella, oyendo a Nikolai acercarse a ella por detrás. “Cuando Lex la arrojó sobre Fabien, debería haberle detenido. Debería haber estado allí por Mira. En vez de eso yo estaba en la cama, demasiado débil e…inútil”.

El hizo un pequeño ruido, un rechazo sin palabras a su culpabilidad. “No podías saber que ella estaba en peligro. No podías evitar nada de lo que ocurrió, Renata”.

“¡Nunca debería haber abandonado el edificio!” gritó ella, el propio desprecio quemándola como acido. “Huí lejos, cuando debería haberme quedado aquí todo el tiempo y conseguir que Lex me dijera donde estaba ella”.

“No huiste. Fuiste a pedirme ayuda. Si no lo hubieras hecho, estaría muerto.” Sus pisadas se movían más cercanas, viniendo con cuidado detrás de ella. “Si te hubieras quedado aquí todo este tiempo, Renata, entonces habrías muerto esta noche junto a Lex y los otros guardias. Lo que ocurrió aquí fue un plan ejecutado a sangre fría, y lleva escrito el nombre de Fabien”.

El tenía razón. Ella sabía que el tenía razón, en todo. Pero eso no hizo que la doliera menos.

Renata miraba fijamente, sin mirar, hacia el abismo lleno de pólvora de la granja. “Tenemos que volver a la ciudad y comenzar a buscarla. Puerta a puerta, si es necesario”. “Sé lo que sientes” dijo Nikolai. El tocó su nuca y ella se obligó a alejarse de su ternura. “Maldita sea, Renata, ¿no crees que si pensara tirar a patadas todas las puertas de aquí al Puert Viejo para acercarnos más a Fabien, estaría contigo? Pero eso no nos ayuda. Especialmente no con el amanecer justo a unas horas y escalando justo sobre nuestros talones”.

Ella agitó su cabeza. "No necesito preocuparme sobre la luz del día. Puedo volver a la ciudad por mí misma."

"Como demonios lo harás." Sus manos estaban asperas mientras el la hizo girar para verla la cara.

Sus ojos brillaban con destellos ambar, y una emoción que se parecía remarcablemente al miedo, incluso en la oscuridad. “No vas a ningún lado donde esté cerca Fabien sin mí." El acarició su ceja, sus fieros ojos quemando dentro de los de ella. “Estamos juntos en esto, Renata. Sabes eso, ¿no? ¿Sabes que puedes confiar en mí?"

Ella miró fijamente la cara de Nikolai y sintió una emoción que comenzaba a crecer dentro de ella, sintiendo como se alzaba sobre ella como una enorme ola que no podía hacer retroceder si lo intentaba. Las lágrimas corrieron por sus ojos, entonces les inundaron. Antes de que pudiera parar la inundación, ella estaba frotándose los ojos mientras un dique había estallado dentro de ella y todos las heridas que había sentido- todo el dolor y vacío de su completa existencia- salió veloz fuera de ella en grandes y pesados sollozos.

Nikolai la rodeó con sus brazos y la sostuvo cerca. El no intentó hacer que sus lágrimas pararan. El no alimentó sus suaves mentiras para hacerla sentir mejor, o darlas falsas promesas para acomodar su desesperación.

El solo la sostuvo.

La sostuvo y la dejó sentir que ella era entendida. Que ella no estaba sola y que quizás, de alguna pequeña manera, ella merecía la pena ser querida.

El la cogió, levantándola en sus brazos, y comenzó a alejarla de la granja. “Busquemos un lugar para que descanses un rato”, dijo el, su relajante voz vibrando en su pecho, vibrando contra ella mientras ella se aferraba a él.

“No puedo volver al edificio, Nikolai. No me quedaré allí”.

“Lo sé” murmuró el, adentrándose más en los bosques. “Tengo otra idea”.

El la dejó sobre un lecho de hojas secas entre dos altísimos pinos. Renata no sabía que esperar, pero ella nunca habría imaginado de lo que sería testigo en esos próximos momentos.

Nikolai se arrodilló junto a ella y esparció sus brazos, su barbilla baja, su inmenso y musculoso cuerpo situado en un estudio de tranquila concentración. Renata sintió la energía alrededor de ellos crujir. Ella olía a rica y fértil tierra, como el bosque después de una tormenta. Una brisa cálida cosquilleaba en su nuca mientras Nikolai posaba sus yemas sobre el suelo a cada lado de él.

Había un tranquilo susurro de movimiento en el césped cercano-un susurro de vida. Renata vio algo serpentear de arriba abajo de las manos de Nikolai y no pudo evitar jadear asombrada cuando se dio cuenta de lo que estaba viendo.

Diminutas parras, disparando a través del suelo, corriendo hacia los pinos gemelos a cada lado de ella.

“Oh, dios mío”, murmuró ella, embelesada. “Nikolai…¿qué está ocurriendo aquí?”

“Está bien” dijo el, mirando las parras- ordenándolas, díficil como era de creer.

Los zarcillos hacían espirales alrededor de los troncos de los árboles y escalaban más alto, llenándolos con hojas que multiplicaban exponencialmente mientras ella miraba. Por encima de su cabeza a unos dos metros y medio de altura, las parras saltaban el espacio entre los pinos. Se retorcían juntas, entonces enviaban disparos largos de vegetación, creando un vívido dosel que se extendía por todo el camino hasta el suelo donde Renata y Nikolai estaban sentados.

“¿Estás haciendo tu esto?” preguntó ella, incredula.

El la dio un asentimiento pero mantuvo su concentración en ello, más y más hojas desdoblandose sobre las parras. Gruesas paredes de fragrante aroma formaban un refugio alrededor de ellos, el exuberante follaje intercalaba con las diminutas flores blancas que Renata había encontrado en la habitación de Mira.

"Está bien…¿cómo estas haciendo esto?"

El crujido de plantas creciendo se ralentizó y Nikolai giró una mirada despreocupada sobre ella. "Regalo de mi madre, heredado a sus dos hijos."

"¿Quién es tu madre, la Madre Naturaleza?" dijo Renata, riendo, sorprendida a pesar de saber cnocimiento de que las bellas flores y parras eran solo un velo temporal. Afuera, toda la fealdad y violencia permanecían.

Nikolai sonrió y agitó su cabeza. "Mi madre era una compañera de raza, como tu. Tu talento es el poder de tu mente. Este era su talento."

"Es increible." Renata pasó su mano sobre las frescas hojas y delicados petalos.

"Dios, Nikolai, tu habilidad es…Quiero decir es sorprendente, pero eso ni siquiera se acerca."

El se encogió de hombros. "Nunca lo usé mucho. Dame un fragmento lleno de agujeros o unos bloques de C-4 cualquier día. Entonces te mostraré algo sorprendente.”

El estaba presumiendo, pero ella sentía que su labia ocultaba algo más oscuro. “¿Qué hay sobre tu hermano?”

"¿Qué sucede con el?"

"¿Tú dijiste que el tambien puede hacer esto?"

"El puede, sí," dijo Nikolai, las palabras sonaron algo huecas. "Dmitri era más joven que yo. El está muerto. Sucedió hace mucho tiempo, en Rusia.”

Renata se estremeció. "Lo siento."

El asintió, arrancó una hoja de la masa de vegetación, y la hizo pedazos. "El era solo un niño-un niño bueno. El era un par de decadas mas joven que yo. Solía seguirme como un maldito cachorro, queriendo hacer todo lo que yo hacía. No tenía mucho tiempo para él. Me gustaba vivir al límite, supongo que todavía me gusta. De todos modos, a Dimitri se le metió en la cabeza que necesitaba impresionarme.” El exhaló una maldición ahogada. “Estúpido niño. El habría hecho cualquier cosa para que me diera cuenta de su presencia, ¿sabes? Para oírme decir que lo aprobaba, que estaba orgulloso de él”.

Renata le miró en la oscuridad, viéndole con la misma culpabilidad que ella sentía cuando pensaba en Mira. Ella vio el mismo terror en el, la misma condena interior que un niño que esta en grave peligro- que podría incluso estar muerto ya- todo porque alguien en quien ellos confiaban les había fallado.

Nikolai conocía ese tormento. El mismo lo había vivido.

"¿Que le ocurrió a Dmitri?" Renata le preguntó con cuidado. Ella no quería abrir viejas heridas, pero necesitaba saber. Y ella podía ver el peso que le había costado llevar a Nikolai ese dolor durante tanto tiempo. "Puedes contármelo, Nikolai. ¿Que le ocurrió a tu hermano?"

"El no era como yo," dijo el, las palabras contemplativas, como si se hundiera por su historia. “Dimitri era inteligente, un estudiante modelo. Amaba sus libros y la filosofía, le encantaba quitar las capas a las cosas, descubrir como funcionaba todo alrededor de el para poder unirlo de Nuevo. El era brillante, verdaderamente superdotado, pero el quería ser como yo.”

"¿Y como eras tu entonces?"

"Salvaje," dijo el, diciéndolo mas como un epíteto que presumiendo. "Soy el primero en admitirlo. He sido siempre un poco temerario, sin preocuparme donde terminaría mañana mientras yo estuviera pasando un buen rato hoy. Dimitri le gustaba la contemplación, a mi me gusta la adrenalina. El disfrutaba uniendo cosas; a mí me gusta romperlas.”

"¿Fue eso por lo que te uniste a la Orden, por la adrenalina de la lucha?"

"Ese es parcialmente el por qué, sí." El posó sus codos sobre sus rodillas y miró al suelo. "Después del asesinato de Dimitri, tenía que alejarme. Me culpé por lo que ocurrió. Dejé el país y vine a los EEUU. Asociadome con Lucan y los otros en Boston no mucho tiempo después de eso”.

Ella no dejó de lado el hecho de que el había dicho que su hermano fue asesinado, no meramente muerto. “¿Qué ocurrió, Nikolai?”

El exhaló un largo suspiro. “Tenia una conversación mutual de odio con un gilipollas Darkhaven fuera de Ucrania. Llegamos a un serio mano a mano de vez en cuando, solo por aburrimiento principalmente. Excepto que una noche Dimitri oyó a este chupasangre en una taberna hablando estupideces sobre mí y decidio llamarle la atención. Dimitri sacó una espada y cortó al tipo delante de sus amigos. Fue un golpe de suerte de D – con armas. De todos modos, el cabreó al bastardo y dos minutos después, mi hermano estaba tumbado en una piscina con su propia sangre, su cabeza separada de su cuello”.

“Oh, dios mío” Renata dijo con respiración entrecortada, sintiéndose enferma en su corazón. “Lo siento mucho, Nikolai."

"Yo también." El se encogió de hombros. "Después, salí y perseguí al asesino de Dimitri. Tomé su cabeza y se la traje a mis padres a modo de disculpa. Me dejaron de lado, dijeron que debería haber sido yo quien estuviera muerto, no D. No podía culparles por ello. Demonios, tenían razón, después de todo. Así que huí y nunca miré atrás."

"Lo siento, Nikolai."

Ella no sabía que mas decir. Ella tenía poca experiencia ofreciendo consuelo, e incluso si la tuviera, ella no estaba segura de que el la quisiera o necesitara. Como un hombro repentinamente incómodo en su propia piel, Nikolai se quedó callado durante un largo rato.

El aclaró su garganta, entonces corrió una mano sobre su melena y se puso de pies. “Debería salir y echar otro vistazo alrededor del edificio. ¿Estarás bien durante unos minutos?"

"Sí. Estoy bien."

El la miró fijamente, buscando su cara. Ella no sabía que quería que le dijera, pero la mirada en sus ojos parecían indescifrables. “¿Que estas haciendo? ¿No hay ninguna señal todavía?"

Renata se encogió de hombros. "Un poco, pero no demasiado malo."

"¿Y tu hombro?"

"Bien," dijo ella, flexionando su brazo izquierdo para mostrarle que ya no tenía dolor. “Lo tengo mucho mejor ahora”.

Un silencio más largo y cobarde se extendió entre ellos, como si ninguno supiera como superarlo o hacer la cosa más facil y dejarlo durar. No fue hasta que Nikolai comenzó a separar algunas de las gruesas parras para dejar que Renata extendiera la mano para tocarle.

"Nikolai…yo, um…quería darte las gracias," dijo ella, consciente del hecho de que aunque el se había detenido, ella seguía con su mano en su brazo. “Necesito agradecerte…por darme tu sangre hoy”.

El se giró hacia ella, dio un dulce movimiento de cabeza. “La gratitud es agradable, pero no la necesito. Si nuestras situaciones estuvieran invertidas, se que habrías hecho lo mismo por mi”.

Ella lo habría hecho; Renata podia decirlo sin la más ligera duda. Este hombre quien había sido un extranjero para ella hace menos de una semana-este guerrero que tambien parecia ser un vampiro- era ahora su más fiable e intimo amigo. Si ella tuviera que ser honesta consigo misma, ella tendría que admitir que Nikolai iba más alla de eso, y había sido incluso antes de que el compartiera su sangre con ella. Incluso antes del sexo que aún así hacía que sus pies se retorcieran solo con pensarlo.

“No estoy segura de como hacer esto…”Renata alzó la vista hacia el, luchando con las palabras pero necesitando decirlas. “No estoy acostumbrada a contar con nadie. No se como estar con alguien así. No es algo que haya hecho antes, y solo…siento como que todo lo que pensé lo sabía, todas las cosas que una vez me ayudaron a sobrevivir, están huyendo de mi. Estoy a la deriva…estoy aterrada”.Nikolai acarició su mejilla, entonces la rodeó con un abrazo. "Estas a salvo," dijo el tiernamente detrás de su oreja. “Te tengo, y voy a protegerte”.

Ella no se dio cuenta cuanto necesitaba oír esas palabras hasta que Nikolai se las dijo. Ella no sabía cuanto se moría por tener sus brazos alrededor de ella o lo profundo que ella podía ansiar su beso hasta que Nikolai la acercó mas y pusó su boca sobre la de ella. Renata le besó con despreocupación, dejándose llevar en el momento porque Nikolai estaba con ella, sosteniéndola, dándola seguridad. Su beso creció más apasionado, el se incline sobre la tierra almohadillada de su refugio. Renata reveló el sentimiento de su peso sobre ella, sus cálidas y seguras manos acariciándola. El ahondó bajo su suelta camiseta, pasando sus dedos por su estomago y por encima de sus pechos.

El dio a su labio un pequeño y burlón roce de sus colmillos mientras el se apartaba de besarla. Sus ojos brillaban como ascuas bajo la pesada caída de sus párpados. Ella no necesitaba ver su cara transformada para saber que el la quería. La muy dura evidencia de eso apretaba insistentemente contra su cadera. Ella movió sus manos por encima de su médula espinal y el gimió, su pelvis golpeando con un reflexivo empujón.

Su nombre fue un gemido gutural mientras el movía su boca bajo su barbilla y por su cuello. El subió su camiseta y Renata arqueó su espalda para recibir sus labios mientras el descendía sobre sus pechos desnudos y la suave planicie de su estómago. Ella estaba perdida en el placer de su beso. Sintiendo el dolor de su piel contra la suya.

Con hábiles dedos, desabrochó sus vaqueros y los deslizó por sus muslos. Su boca siguió su progreso, quemándola desde la cadera hasta el tobillo mientras el separaba sus piernas y empujaba sus ropas a un lado. Ella gritó mientras el entonces se inclino entre sus muslos y se los chupó, su lengua y colmillos llevándola a una velocidad de exquisita tormenta.

"Oh, Dios," jadeó ella, sus caderas alzándose del suelo mientras el enterraba su boca en su sexo.

Ella no sabía como el lo lograba tan rápidamente, pero un momento más tarde el estaba desnudo también. El se avecinó sobre ella, algo más que humano, algo más que simplemente un hombre, y cualquier mujer en la situación de Renata temblaba de deseo. Ella abrió sus piernas a él, ansiosa por sentirle dentro de ella, llenando el vacío con su fuerza y calor.

"Por favor," ella gimió, jadeando de necesidad.

El no se lo hizo pedir dos veces.

Moviéndose para cubrirla, Nikolai apretó sus rodillas entre sus piernas y la desplegó debajo de él. La punta de su pene golpeó ligeramente el interior del agujero oscuro de cuerpo, entonces se sumergió, largo y lento y profundo.

Su gruñido mientras el se hundía dentro de ella fue fiero, un redoble de truenos que hacían eco en sus huesos y en su sangre. El comenzó a empujar lentamente, tomándose su tiempo al principio, aunque estaba claro que la paciencia era una tortura. Renata podía sentir la intensidad de su hambre por ella, la profundidad de su placer mientras el cuerpo de ella le cubría, de cabeza a testículos.

"Te siento tan bien," el murmuró entre dientes mientras se retiraba para empezar de nuevo, más profundo que antes. El empujó fuerte, estremeciéndose con el esfuerzo. "Jesus, Renata… te siento tan jodidamente bien."

Ella unió sus tobillos alrededor de su espalda mientras el caía en un ritmo más frenético.

“Más fuerte” susurró ella, queriendo sentir que el machacaba sus miedos, un martillo para aplastar toda su culpabilidad y dolor y vacío. “Oh, Dios, Nikolai… fóllame más fuerte."

Su gruñido de respuesta sonó tan entusiasta como salvaje. Deslizando su brazo por debajo de ella, el la inclino para encontrar sus caricias, conduciéndola con toda la ira que ella tan desesperadamente necesitaba. El barrió de su boca un beso febril, cogiendo su grito mientras su climax rugía sobre ella como una tormenta. Renata tembló y se estremeció, agarrándole mientras el continuaba empujando, cada músculo de su espalda y hombros volviéndose tan fuertes como el granito.

"Ah, Christo," el dijo entre sus dientes y colmillos, sus caderas moviéndose de forma estrepitosa contra su rápido y temerario ritmo, que se sentía tan bien. Tan lleno de vida y alegría.

Su vulgar grito de liberación se hizo eco en la voz de Renata mientras ella volvía de Nuevo, aferrándose a él mientras ella se perdía en este delicioso nuevo sentido de despreocupación.

Ella verdaderamente estaba a la deriva, pero en este momento no sentía miedo. Ella estaba a salvo con este hombre salvaje y temerario-ella verdaderamente creía eso. Ella confiaba en Nikolai con su cuerpo y con su vida. Mientras ella permanecía allí con el en una postura intima, no era tan dificil imaginar que ella podía confiar en el con su corazón también.

Lo que ella podría, de hecho, estarse enamorando de el.

El golpeteo fue insistente- un frenético latido en la solida puerta de roble del Darkhaven de Andreas Reichen en Berlin.

"¡Andreas, por favor! ¿Estás ahí? Es Helene. ¡Debo verte!"

Eran más de las 4 A.M., solo un breve rato antes de que el sol apareciera sobre el horizonte, solo unos pocos rezagados en la casa permanecían despiertos. El resto de familiares de Reichen-cerca de una docena de ellos, jovenes hombres de la raza y parejas con niños pequeños, algunos de ellos recien nacidos- ya habían comenzado a irse a la cama durante el día.

"¿Andreas? ¿Alguien?" Otra serie golpes llenos de pánico, seguidos por un grito aterrado. "¡Hola! Alguien, por favor… ¡Déjenme entrar!"

Dentro de la mansión, un hombre de la raza salió de la cocina donde el había estado calentando un vaso de leche para su compañera de raza que le esperaba en la planta de arriba en la enfermería, donde estaba atendiendo a su exigente bebé. El conocía a la mujer humana que estaba en la puerta. La mayoría del Darkhaven la conocían, y Andreas había dejado claro que Helene era siempre bienvenida en su casa. Que ella había llegado sin avisar a horas tardías, y mientras Andreas estaba lejos en negocios privados durante dos noches, era raro. Incluso más raro era el hecho de que la típica ejecutiva bajo control estaba tan obviamente asustada.

Inundada de preocupación por lo que podia haber ocurrido a la compañera humana de Andreas, el hombre del Darkhaven dejó la taza de leche y corrió por el suelo de mármol del vestíbulo, su ropa de baño volando detrás de el como una vela. "Voy," el gritó, alzando su voz para ser oído por el golpe incesante y las súplicas llorosas de Helene de ayuda al otro lado de la puerta. Sus dedos volaron sobre el teclado del sistema de seguridad de la mansión. “¡Un momento!” Estaré ahí, Helene. Todo va a estar bien”.

Cuando la luz electrónica parpadeó para indicar que los sensors estaban deshabilitados, el quitó los cerrojos y abrió la puerta.

"¡Oh, gracias a Dios!" Helene corrió hacia el, su maquillaje movido, manchas negras moviéndose por sus mejillas. Ella estaba pálida y temblorosa, sus habítuales ojos astutos parecían de alguna manera vacíos mientras ella hacía una rápida búsqueda visual del vestíbulo.

"Andreas…¿dónde está el?"

"Se fue a Hamburgo por negocios hasta mañana por la noche. Pero tu eres bienvenida aquí." El retrocedió para dejarla espacio y que entrara en la mansión. "Entra, Helene. Andreas no querría que te rechazaramos."

"No," dijo ella de alguna manera débil. "Sé que el nunca me rechazaría."

Entró al vestíbulo y pareció instantáneamente más calmada.

"Ellos sabían que el nunca me rechazaría…"

Fue en ese momento cuando el joven Darkhaven se dio cuenta de que Helene no estaba sola. Detrás de ella, apresurándose ahora antes de que el pudiera hacer algo como dar la voz de alarma, había un equipo de agentes de la ley pesadamente armados vestidos de cabeza a pies de negro.

He agitó alrededor su cabeza para mirar a Helene incrédulo. Con complete horror.

"¿Por qué?" preguntó el, pero la respuesta estaba en sus ojos vacíos.

Alguien había conseguido controlarla. Alguien muy poderoso.

Alguien que había convertido a Helene en un Subordinado.

El pensamiento se registró antes de que el primer disparo le golpeara. El oyó cargadores siendo disparados, oyó los gritos de su familia mientras el Darkhaven despertaba con terror.

Pero entonces otra bala golpeó su cráneo, y su mundo y todo en el se volvió silencioso y negro.

CAPÍTULO VEINTICINCO

Traducido por Chiamara

Nikolai se sentó dentro a la sombra del refugio de vid y observó como un único haz de luz a través de las hojas iluminaba el cabello oscuro de Renata mientras dormía. La luz ultravioleta es tóxica para los de su especie después de media hora de exposición continua, pero no resistía el deseo de dejar aquel pequeño agujero entre la vegetación, y dejar fuera al terco rayo.

En cambio, por los pasados minutos, había estado sentado junto a Renata observando, admirando, demasiado intrigado, como la luz empapaba su cabello de éban, la infusión de hilos de seda con una docena de tonos diferentes, cobre, bronce y Borgoña.

¿Qué diablos le pasaba?

Estaba sentado, mirando su cabello, por el amor de Dios. No solo mirándolo, sino mirándolo con total fascinación. Para Niko, eso indicaba uno de dos hechos preocupantes: o bien debía considerar muy seriamente tomar cursos con Vidal Sassoon*, o el estaba completamente perdido por esta mujer.

Lejos como el pasado, para siempre, arruinado por ningún otro más que él.

En algún lugar, de alguna manera, se había dejado enamorar de ella.

Lo que explicaba por qué no podía mantener sus manos y otras partes, lejos de ella. También explicaba por qué había pasado toda la noche – con excepción de su viaje rápido al refugio antes del amanecer – tumbado junto a Renata, sosteniéndola en sus brazos. Y si necesitaba una explicación del por qué su pecho se había sentido tan constreñido y pesado cuando rompió a llorar ayer por la noche, o por qué se había sentido obligado a compartir con ella su sentimiento de culpa por la pérdida de Dimitri hace tantos años, se suponía que el estar enamorado de ella lo explicaba.

Por mucho que tratara de convencerla de que estaba a salvo con él, Nikolai se sentía a salvo con ella también. Confiaba en ella plenamente. Mataría por protegerla, moriría por ella, sin dudar ni un segundo si llegara a ello. Tal vez ella no ha sido parte de su vida por mucho tiempo, pero él no se imaginaba no teniéndola.

“Oh! Mierda.”

Realmente se había enamorado de Renata.

“Jodidamente brillante,” murmuró, hizo una mueca cuando ella se agito por el sonido de su voz.

Ella abrió los ojos, sonrió cuando lo vio sentado ahí. “Hola!”

“Buenos días,” dijo, casualmente alcanzando un rama de vid para cerrarla y dejar fuera el último rayo de sol.

Encontró su estiramiento, gatuno aun más fascinante que su pelo. Estaba usando la camisa de algodón tipo Oxford que le había llevado la noche anterior, la mitad de los botones esparcidos por el piso del refugio. La gran camisa estaba abierta a la mitad hacia abajo al frente, apenas cubriendo su desnudez. Ninguna queja por él.

“Cómo te sientes?”

Ella pareció considerarlo por un segundo, después miró hacia él con el ceño fruncido. “Me siento realmente bien. Quiero decir, anoche estaba…” Se sonrojó, un dulce color rosa llenó sus mejillas. “Anoche fue increíble, pero creo pensé que estaría fuera de combate después del ataque ahora. No entiendo… nunca se me ocurrió para nada. Quiero decir, tuve un poquito de dolor, pero basado en lo que pasó durante el ataque en el lugar de Jack, debí estar agonizando toda la noche.”

“Eso nunca había pasado antes?”

Ella sacudió su cabeza. “Nunca. Cada vez que usaba mi habilidad, el efecto me revotaba.”

“Pero anoche no.”

“No anoche no,” ella dijo. “Nunca me había sentido mejor.”

Niko tal vez hubiera hecho una broma sobre los efectos milagrosos de sus proezas sexuales, pero el sabía el tipo de magia que había hecho a Renata soportar el efecto rebote de su poder. “Bebiste de mi sangre ayer. Eso es lo que es diferente.”

“Crees que tu sangre ayudó a sanar mi hombro, pero además ayudo a esto? Es eso posible?”

“Es definitivamente una posibilidad. La compañera de raza que bebe regularmente la sangre de vampiro se vuelve mucho más fuerte de lo que sería sin ella. El envejecimiento se desacelera a un paso de tortuga. Las células del cuerpo, músculos y todo el metabolismo llega a un estado físico óptico y saludable. Y sip, muchas veces la sangre de un compañero impacta su habilidad psíquica también.”

“Eso es por qué Sergei nunca me dejó beber de él,” Renata dijo, su mente a exceso de velocidad para llegar a la misma conclusión a la que había llegado Niko. “No hizo secreto que le gustaba que mi poder era limitado a pequeñas ráfagas. El par de veces que intenté golpearlo con ella, nunca podía mantenerla el tiempo suficiente para tumbarlo, y al final el esfuerzo siempre me costaba caro después de que me rebotara mi habilidad.”

“Sergei Yakut era Gen Uno,” Niko le recordó. “Su sangre en tu sistema podría haberte hecho prácticamente imparable.”

Renata se burló en voz baja “Solo un grillete más mantuvo en mí. Debió saber que lo mataría si hubiera tenido la más pequeña esperanza de tener éxito.” Guardó silencio durante un minuto, con los brazos cruzados arrancó una brizna de hierba del piso del refugio improvisado. “Traté de matarlo… el día en que Mira y yo huimos juntas de la guarida. Ese día me puso el morillo caliente en mi espalda. Hizo otras cosas también, ese día.”

Nikolai no tenía que preguntarle más sobre lo que había sufrido. Las cicatrices de las marcas que fueron quemadas en su espalda eran atroces, pero pensar en el castigo de Yakut era peor… La sangre de Niko hervía de indignación. Puso su mano sobre la de ella. “Dios, Renata, Lo siento.”

Lo miró, una firme mirada que no buscaba simpatía. “Su misericordia era que no forzaba a Mira a ver lo que me hacía. Pero Sergei me dijo que si ella o yo tratábamos de escapar otra vez Mira pagaría de la misma forma en que yo lo había hecho. Prometió que sería peor para ella, y sabía que lo decía en serio… así que me quedé, y lo obedecía, y cada hora de cada día rezaba por un milagro que eliminara a Sergei Yakut de mi vida.” Se detuvo, acariciando su rostro. “Entonces llegaste y todo cambió. Supongo que en muchos sentidos, eres mi milagro.”

Nikolai capturó su mano y plantó un beso en el corazón de su palma.

“Los dos somos afortunados.”

“Me alegra que Sergei este muerto,” confesó ella suavemente.

“Debió sufrir más,” Niko dijo, sin intentar de ocultar el tono oscuro de su voz. “Pero se ha ido.”

Renata asintió. “Y ahora Lex esta muerto también. Los guardias de Yakut. Todos ellos.”

“Para esta hora de la mañana, el y los demás en la guarida no son más que ceniza,” Niko dijo al estirarse a enganchar uno de sus cabellos e color negro brillante detrás de la oreja. “Después de que te dormiste ayer por la noche regrese y abrí todas las persianas para que entrara la luz del sol. También llamé a Boston para darles los números en el celular de Lex. Gideon nos llamará cuando haya hecho el rastreo para darnos los detalles.”

Otro asentimiento, su voz suave esperanzada. “Esta bien.”

“Mientras estaba ahí, te traje algo que pienso que podría faltarte.”

Se inclinó hacia el alijo de armas y otros instrumentos de los que se había surtido y recuperado y recogió el paquete de seda y terciopelo que le pertenecía a Renata.

“Mis dagas,” – dijo ella, su rostro se iluminó de alegría cuando tomó el paquete en sus manos. Desató las cintas que las aseguraban y desenrolló todo el terciopelo que cubría cuatro puñales grabados de forma personalizada.”Jack me los dio…”

“Lo sé me dijo que los había hecho para ti, un regalo. Me dijo que no estaba seguro de que los hubieras conservado.”

“Son muy apreciadas para mí.” Murmuró, siguiendo el labrado de la empuñadura a la punta con el dedo.

“Le dije que aún las tenías. Se alegró al escuchar lo mucho que significan para ti.”

Su mirada llena de gratitud lo bañó. “Nikolai… gracias. Por hacer eso por Jack, y por regresármelas. Gracias.”

Ella se acercó a él y lo besó. La suave presión de sus labios fue algo profundo. Nikolai tomó su cara entre sus manos, acariciando su mandíbula con los pulgares, el delicado ángulo de sus pómulos. Ella separó sus labios mientras su lengua recorría la comisura de sus labios, soltó un dulce quejido cuando se adentró en su interior.

Sus colmillos se extendieron puntiagudos por la lujuria que corría a través de él como fuego. Entre sus piernas, su sexo era una columna de granito, pasando rápidamente a la idea de tener a Renata debajo de él. Cuando su mano se arrastró hacia abajo más allá de la cintura del pantalón para tocarle, su polla codiciosa saltó, aumentando más bajo el calor de la palma de su mano mientras ella lo acariciaba.

“Qué hora es?” murmuró ella contra su boca febril.

Él gruñó, demasiado absorto en sus tormentosas caricias como para procesar de inmediato su pregunta. A través de su respiración entrecortada logró responder. “Es temprano. Probablemente alrededor de las nueve.”

“Bueno, diablos, supongo que es muy temprano.” Ella murmuró, moviendo lejos la boca y dejando un rastro de besos a lo largo de su garganta, jugando sobre el montículo de la manzana de Adan. “No puedes salir a luz del sol, verdad?”

“Nop.”

“Hmm.” Sus labios húmedos descendieron, sobre su pecho desnudo. Se recostó sobre sus codos mientras ella seguía el contorno de de sus dermoglifos con la punta rosada de su lengua, trazando los arcos y remolinos alrededor de su pezón y a través del plano de su estómago. Cuando habló, su voz vibraba en todos sus huesos. “Así que, supongo que eso significa que estamos atrapados aquí por un rato, huh?”

“Sip.” La palabra salió como un jadeo. Su beso viajó despacio hacia abajo, más allá de su ombligo, aun siguiendo las líneas de sus dermoglifos, sudando por el esfuerzo, palpitando por la necesidad de sentir sus labios húmedos y calientes apretarse a su alrededor.

“Supongo que estamos atascados aquí hasta la lo noche.”

“Uh – huh.” Ella tomo el extremó del cordón de sus pantalones entre sus dientes y le dio un fuerte tirón. El nudo cayó suelto, y le bajó los pantalones lo suficiente para que la cabeza de su polla desnuda saliera ansiosa. Ella lo lame, observando su rostro mientras arremolina su lengua diabólica alrededor de su carne, succionando una gota del líquido que salé de ahí.

“Ah, Cristo…”

“Así que,” ella murmura, su aliento flotando a través de su piel húmeda, atormentándolo aún más. “Qué vamos a hacer aquí todo el día mientras esperamos a que se haga de noche?”

Niko rió entre dientes. “Cariño, puedo pensar en cientos de cosas que me gustaría hacer contigo.”

“Ella sonrío desafiante. “Sólo cien?”

Antes de que pudiera darle una réplica inteligente, ella envolvió sus labios alrededor de su pene y lo tomo profundamente dentro de su boca. El cuerpo de Niko hizo explosión nuclear de placer, se encontraba rezando para que el tiempo y los días a solas con esta increíble mujer – su mujer – pudieran extenderse para siempre.

CAPÍTULO VEINTISÉIS

Traducido por Lizeth

Renata camino hacia la puerta trasera del alojamiento y se detuvo justo en el umbral. Habia dejado a Nikolai en el refugio, decidiendo que su mayor prioridad era un baño, una ducha caliente, y una muda de ropa que realmente le quedaba era mejor que su resistencia de permanecer incluso de nuevo bajo el dominio de Sergei Yakut.

Ahora dudaba. A tempranas horas de la tarde el sol era una presencia calidad en su espalda, alentadoramente complaciente, pero dentro del alojamiento era oscuro y frio. Sombras jugando sobre el derribado mobiliario y extendiéndose a través de los ordinarios tablones del suelo. Avanzo y camino hacia el lugar donde Lex habia caído.

Su cuerpo se habia ido, la sangre también. Nada más que el pequeño rastro de ceniza dejado atrás – justo como Nikolai habia prometido. Las persianas sobre la ventana de la habitación estaban abiertas de par en par, pero el sol ya habia pasado. Una fresca brisa llevo el aroma de resina de pino y el aire fresco del bosque en la calma húmeda del lugar. Renata respiro profundamente en sus pulmones, dejando la fragancia de un nuevo día impregnar sus recuerdos de toda la muerta, la sangre y la violencia que habían cubierto el albergue anoche.

Hoy, en esta nueva luz, parecía tan diferente para ella.

Ella misma parecía diferente, y sabia la razón del por qué

Estaba enamorada.

Por primera vez en mucho tiempo, tal vez en toda su vida, sabía el verdadero sentido de la esperanza. Acomodándose en su corazón – creyendo que su futuro mantenía algo más que la mera supervivencia, que podría en algún momento medir la felicidad de años, no en raros y fugases momentos. Estar con Nikolai, siendo en sus brazos o parada a su lado, le hacían creer que muchas cosas fueran posibles.

Renata camino en la grande sala, apoyándose en el hecho de que esta sería la última vez que necesitaría ver el lugar.

Esto era un adiós.

Cuando ella y Nikolai salieran de aquí para continuar su búsqueda de Mira, este albergue, el terrible granero y el corral que se encontraba en la parte de atrás, incluyendo Sergei Yakut, Lex, y todos los demás que marcaron los últimos dos años de su vida seria historia. Dejaría todo aquí, la fealdad y el dolor desterrados de alguna parte de su futuro.

Esta parte de su vida habia terminado.

Anduvo por el pequeño baño que habia compartido con Mira, en paz con ella misma y su entorno mientras conecto el agua caliente para la ducha. Cuando el vapor húmedo comenzó a rodar fuera de la cortina, desabrocho unos pocos botones de la camisa prestada de Oxford de Jack y se quedo allí parada por un momento, desnuda, contemplando su futuro con nuevos ojos. No sabía lo que le esperaba una vez la noche cayera y la nueva jornada de este tramo comenzara, pero estaba dispuesta a hacerle frente.

Con Nikolai a su lado – con la esperanza y el ardiente amor tan resplandeciente como una llama en su corazón – estaba preparada para asumir cualquier cosa.

Como un caballero destinado a una – batalla buscando armonía y bendición, Renata dio un paso bajo el agua caliente de la ducha. Cerró sus ojos en una solemne oración mientras la reconfortante agua vertía sobre ella.

Nikolai se quedo a la sombra de la plata refugiándose mientras los pasos de Renata se acercaban desde afuera.

“Toc, toc,” ella lo llamo a trasvés de las hojas. “ven, así podrás mirar la luz del día. No querrás ponerte crujiente por mí.”

Separo algunas hojas verdes y avanzo, pronunciando una rapida disculpa cuando noto que él tenía el teléfono celular de Lex en su oído. Niko habia llamado a la Orden poco después de que ella habia salido del resguardo a limpiarse. Las noticias de Boston eran una mescla entre buenas y malas, junto con una ayuda extra de serios y jodidos problemas.

La buena? Uno de los números del teléfono de Lex era, de hecho, de Edgar Fabien. Usando poco intelecto, Gideon habia sido capaz de piratear en los registros de la base de datos de identificación internacional de Fabien. Ahora, la Orden tenía las direcciones de la residencia del líder del Refugio Oscuro de Montreal, su casa rural, así como los datos de todas sus otras propiedades privadas, tanto de negocios y personales. Gideon tenía acceso a los números del teléfono celular de Fabien, licencia de conducción, archivos de la computadora, incluso del hijo de puta del equipo de vigilancia electrónica de Refugio Oscuro de Montreal.

Y ahí es donde lo malo habia llegado.

Edgar Fabien no estaba en casa. Gideon pirateando habia conectado un canal de video de temprano en la noche mostrando un grupo de siete machos de Raza – uno de ellos probablemente Fabien – dejados en el Refugio Oscuro en compañía de un escolta armado de la Agencia de Ejecución. Habia sido difícil decir quiénes eran los visitantes de Fabien, cuando todos sus lujosos trajes parecían iguales y sus caras habían sido completamente ocultas por capuchas oscuras.

En cuanto a la maldita seriedad del episodio, el grupo de vampiros habia salido con una niña a cuestas. Una joven que evidentemente no habia tenido nada de paz. La descripción de Gideon de la hembra chiquita rubia no dejaba ninguna duda en lo absoluto de que era Mira.

“Aun estás conmigo?” Gideon pregunto en el otro extremo de la línea.

“Si, sigo aquí.”

“Lucan quiere que Fabien sea traído a Boston para un interrogatorio. Eso significa que lo necesitamos vivo, mi hombre.”

Niko exhalo una maldición. “Primero tenemos que encontrar a ese bastardo.”

“Sí, bueno, estoy en eso. Rastre el GPS del teléfono celular de Fabien. Conseguí una señal de un lugar aproximadamente a una hora al norte de Yakut – una de las propiedades registradas por Edgar Fabien. Tiene que ser el.”

“Estas seguro?”

“Bastante seguro, ya hemos enviado refuerzos a tu camino. Tegan, Rio, Brock, y Kade se dirigen al norte para encontrarse contigo mientras hablamos.”

“Refuerzos en camino?” pregunto Niko, ojeando una parte de luz UV que se asomaba a través de las hojas del refugio. La Orden tenía trajes de protección solar para situaciones de emergencia, pero incluso una generación – antigua de vampiros vestidos de pies – a – cabeza con trajes UV podría ser capaz de resistir la luz solar que lo golpearía en el asiento del conductor en un viaje de casi siete horas. “Jesús, no puedes estar hablando en serio. Quien derramo la gota q’ colmo el vaso para aquella misión?”

Gideon se rio. “Hembras testarudas, mi hombre. En caso de que no te hayas dado cuenta, hemos sido invadidos por ellas en los últimos tiempo.”

“Si, lo he notado.” Niko no podía menos que echar un vistazo a Renata, que estaba verificando algunas de las armas que habían reunido de Lex y los demás.

“Cual es la situación, entonces?”

“Dylan esta condiciendo con los chicos a borde de la Rover y con Elise montando la escopeta. Su hora estimada de llegada (ETA) por tu área será cerca de las nueve en punto, justo después de la puesta de sol. Desde que Fabien tiene varios socios desconocidos con él, vamos a necesitar entrar y salir de allí airosamente, sin victimas innecesarias.” Gideon hizo una pausa. “Escucha, se que estas preocupado por la niña. Su seguridad es importante, sin duda, pero esto es grande. Niko. Si Fabien puede llevarnos a algún lugar cerca de Dargos, tenemos que asegurarnos de capturarlo esta noche. Esa es la misión número uno, directamente de Lucan.”

“Si,” dijo Nikolai. Sabía la misión. También sabía que no podía decepcionar a Renata, o Mira de hecho. “Mierda… de acuerdo. Gideon, te escucho.”

“Te llamare si Fabien se mueve entre ahora y la puesta de sol. Entretanto, estoy trabajando en un punto de encuentro para que te reúnas con los chicos esta noche y poner en marcha un plan de infiltración. Debería tener algo en una hora o dos. Te llamo entonces.”

“Correcto. Después.”

Nikolai cerró el teléfono y lo coloco junto a él.

“Gideon pudo sacar algo de aquellos números telefónicos?” pregunto Renata, mirándolo cuidadosamente. “Tenemos alguna pista del Refugio Oscuro de Fabien?”

Niko asintió. “Tenemos su dirección-”

“Gracias a Dios,” ella respiro. El alivio cedió el paso rápidamente a la determinación. Tan feroz como alguna vez lo habia visto en ella. “Donde está el? En su Refugio Oscuro privado en la cuidad, o en las afueras de alguna parte? Puedo hacer una cubierta allí ahora mismo para tener una vista del terreno. Demonios, me siento de una manera – sin pulsaciones, mi hombro debe estar mejorando – tal vez debería caminar directamente hasta el frente de su puerta y golpearlo con una explosión de-”

“Renata.” Niko puso su mano sobre la suya y sacudió su cabeza. “Fabien está en movimiento. No está más en la cuidad.”

“Entonces donde?”

Podría decirle sobre la señal del GPS que Gideon estaba rastreando. Podría decirle que Fabien tenía a Mira en su custodia y que la niña estaba probablemente a solo una hora al norte de donde estaban sentados justo ahora. Pero también sabía que si le decía a Renata eso – si le diera algo mínimo de certeza sobre el paradero de la niña que tanto significaba para ella no podría detenerla de salir por su propia cuenta justo ahora para salir a encontrarla.

La promesa de Niko a la orden era su deber – su vida – su honor jurado – pero y Renata? Esta mujer era su corazón. No podía poner en peligro la misión de sus hermanos más que permitir a la mujer que amaba marchar precipitadamente al peligro sin el allí para verla. El pensamiento de Machoprehistorico, quizás, espacialmente teniendo encueta que Renata era una mujer que sabia como manejar por si misma casi cualquier situación. Estaba bien entrenada y capaz, definitivamente valiente, pero maldita sea…ella significaba mucho para que el tomara esa clase de riesgo. Por sobre todo, no era una opción.

“Estamos esperando una localización solida del Intel sobre donde ha estado Fabien,” dijo él, la mentira amarga sobre su lengua, independientemente de sus buenas intenciones. “Entretanto, la Orden está enviando refuerzos. Nos reuniremos con ellos esta noche.”

Renata escucho, claramente confiando en él y en su palabra. “La Orden tiene alguna idea de si Mira podría estar con Fabien dondequiera que este ahora?”

“Estamos trabajando en ello.” Nikolai encontró difícil sostener su mirada verde claro sin pestañear. “Cuando encontremos a Fabien, encontraremos a Mira. Ella va a estar bien. Te prometí eso, recuerdas?”

Cuando el pensó que ella solo podría asentir con la cabeza y apartar la mirada, Renata en cambio extendió su mano para atrapar su rostro en la palma de su mano. “Gracias… por estar ahí para apoyarme en todo esto. No sé como seré capaz de pagarte, Nikolai.”

El llevo su mano a la suya y puso un tierno beso en su palma. El iba a decir algo sencillo, una de las bromas sin sentido habituales que usa tan a menudo siempre a su alrededor son demasiados reales y emotivas o demasiadas crudas de honestidad. Tenía sus métodos bajo la manga: desviar con humor. Desamar con indiferencia. Atacar y correr como el infierno a la primera indicación de su propia vulnerabilidad. Pero todas aquellas viejas, y confiables armas que habia perfeccionado afilando le fallaban ahora.

Acaricio con su dedo pulgar el dorso de la mano de Renata y se dejo perder en el refugio verde de sus ojos.

“No soy muy bueno en esto,” murmuro él. “Quiero decirte algo… mierda. Me voy a cabrear probablemente, pero quiero que sepas que me preocupo por ti. Me preocupo… endemoniadamente mucho, Renata”

Ella lo miro fijamente, yendo tan lento y silencioso que ni siquiera estaba seguro de que ella estuviera respirando.

“Me preocupo,” soltó, frustrado consigo mismo por la torpeza de las palabras que él quería que fueran perfectas para ella. “No sé como sucedió, o lo que incluso significará para ti – si algo – pero necesito decirlo al fin y al cabo, porque esto es real. Es real, y nunca me he sentido de esta manera antes. No con nadie.”

Su boca se suavizo en la más pequeña sonrisa mientras el divagaba con torpeza, intentando encontrar una manera de decirle la profundidad de lo que estaba en su corazón. Intentar y fallar miserablemente.

“Lo que intento decirte es…” sacudió su cabeza, sintiéndose como molesto de mierda, pero el suave toque de Renata en su rostro lo tranquilizo. Su clara mirada lo trajo de vuelta, directo y centrado, conectándolo don la tierra. “Lo que intento decirte es, que estoy enamorado de ti…realmente enamorado. No estaba buscando que esto pasara. No pensé que alguna vez realmente lo quería, pero…ah, Cristo, Renata, cuando miro tu ojos, una palabra salta en mi mente cada vez. PARA SIEMPRE.”

Ella exhalo despacio y su pequeña sonrisa se extendió de radiante alegría.

Niko pasó sus manos sobre su suave piel, y su pelo húmedo. “Estoy enamorado de ti, Renata. Sé que no soy un poeta – mierda, ni siquiera me acerco. No tengo todas aquellas finas palabras que desearía poder decirte… pero quiero que sepas que lo que siento por ti es real. Te amo.”

Ella rio suavemente. “Que te hace pensar que quiero poesía o palabras finas? Acabas de decir exactamente lo que quiero oír, Nikolai.” Ella deslizo su mano por la parte de atrás de su cuello y tiro de él hacia ella por un largo, y apasionada beso. “También te amo,” susurro contra su boca. “Me asusta como el infierno admitir eso, pero es cierto. Te amo, Nikolai.”

El paso sus labios sobre los de ella y la abrazo, deseando nunca tener que alejarse. Pero el atardecer llegaría antes de tiempo, y todavía habia una cosa que el necesitaba hacer. “Tienes que hacer algo por mí.”

Renata se acomodo contra él. “Cualquier cosa.”

“No sé que va a pasar esta noche, pero necesito saber que vas a ir a esto tan fuerte como puedes ser. Quiero que tomes algo más de mi sangre.”

Ella se soltó de su abrazo y juguetonamente arqueo una ceja frente a él. “Estas seguro que no estás solamente tratando de entrar en mis pantalones de nuevo?”

Niko rio entre dientes, una sacudida de calor arremolinándose directamente en su ingle como una buena idea.

“Yo no lo rechazaría la invitación. Pero lo digo en serio… Quiero que bebas de mí de nuevo ahora. Harías eso por mi?”

“Si, por supuesto.”

El aparto un mechón oscuro de su frente. “Hay una cosa más, Renata. Cuando nos movamos sobre Fabien esta noche, me mataría si algo…bueno, simplemente no puedo arriesgarme a estar separado de ti, voy a necesitar saber que estas bien todo el tiempo, o mi concentración va hacer para mierda. Necesito tener un enlace de ti. Se como te sentías con Yakut, usando tu sangre como una traba para ti, y te prometo que eso no es lo que-”

“Si, Nikolai.” Dijo ella, interrumpiéndolo con un movimiento suave de sus dedos sobre su boca. “Si…puedes beber de mi.”

Su maldición como respuesta fue baja de alivio. “Es para siempre,” le recordó firmemente. “Necesitas entender eso. Al igual que el vinculo de sangre que tienes de mi ahora, si bebo de ti, no podemos deshacerlo nunca.”

“Entiendo,” dijo ella, sin vacilación en lo absoluto. Se hacerlo a él y lo beso, largo y profundo. “Entiendo que el vinculo es para siempre… y sigo diciendo que si.”

Niko gimió. El fuego iluminándose en sus venas. Sus colmillos se alargaron, y su sexo se elevo por atención inmediata, todo de él ansioso por reclamar a Reata como suya propia. El la beso, su corazón golpeando fuertemente contra su caja torácica cuando ella paso su lengua por su s labios para jugar con las puntas afiladas de sus colmillos.

“Te quiero desnuda para esto.” Dijo él, incapaz de contener el borde de mando que se filtraba en su voz. El era parte humana, pero habia otra parte de él – una parte más salvaje – que sabia ser menos paciente de lo que le gustaría.

Niko miro con ojos llameantes de ámbar como Renata lo obedecía rápidamente, despojándose de su ropa y tendiéndose sobre el piso de césped sombreando del refugio, sus muslos dejándose abrir, presentándose a él sin una pizca de inhibición.

“Oh, sí,” Niko gruño. “Eso es mucho mejor.”

El era desenfrenado por la necesidad de ella. Arrancándose su propia ropa y dejándola a un lado, se subió sobre sus caderas y la monto. Su polla empujó hacia afuera, pataleando mientras ella lo acariciaba torturándolo, una rendija de luz – se filtraba, el sostuvo sus ardiente mirada mientras llevo su muñeca hasta su boca y mordió su propia carne.

“Déjame probarte de nuevo,” dijo ella. Subiendo hasta encontrar su vena mientras él llevaba sus perforaciones a su boca. Gotas carmesí salpicaron hasta caer sobre sus pechos, tan vivido contra su cremosa piel. Ella gimió, cerrando sus ojos mientras lo succionaba, saboreándolo.

Niko la miraba beber, mirando su cuerpo empezar a retorcerse por la excitación. Con su mano libre, él la acarició, incapaz de resistir pasar sus dedos por la sangre que habia derramado sobre ella. La perspectiva de su sangre marcando su piel era tan erótica como nada que hubiera visto. Su toque atrevido más abajo, ene l centro fundido de ella estaba tan listo para él. Sus brazos sujetaron su muñeca, sosteniéndolo contra ella mientras el primer orgasmo se disparo a través de ella.

Niko gruño de pura adoración masculina mientras alimentaba a su hembra de su cuerpo y la sentía a ella clamar para tenerlo. El la dejo beber durante varios minutos, hasta su cuerpo estaba ardiendo de nuevo debajo de él.

El también estaba ardiendo.

Cuidosamente el tomo su muñeca de su boca y cerro las perforaciones con una pasada de su boca. Renata todavía estaba arqueándose y retorciéndose, todavía gimiendo por él, mientras él se preparaba sobre ella y se sumergía en casa, sus uñas sus se cernía sobre sus hombros en un dolor delicioso.

Nikolai le hizo el amor tan despacio como pudo – tan despacio como la fiebre de su cuerpo se lo permitía. Ella se corrió de nuevo, fijándose alrededor de él y retorciéndose de una furiosa liberación de él también. Difícilmente reduciendo la embestida. Todavía estaba duro dentro de ella, todavía hambriento por esta mujer… su mujer.

Con una mano temblorosa, Nikolai suavizo los pinchazos oscuros ya cerrados de un lado de la hermosa garganta de Renata. “Estas segura?” él le pregunto, su voz apenas reconocible para el mismo, estaba tan seca y desesperada. “Renata… Quiero que estés segura.”

“Si,” ella se arqueo hasta confírmalo con su empuje, su constante mirada suplicante. “Si.”

Con un gruñido salvaje enroscándose en su garganta, Nikolai desnudo sus colmillos y descendió sobre ella.

El dulce sabor de la sangre de Renata surgiendo en su boca lo nielo totalmente como patada rotunda en el estomago. Ah, Cristo, ahora lo sabía. Cuantas veces habia especulado el trasero de otros guerreros acerca de estar emparejados y encontrar a una hembra que los haría deslumbrar a cualquier otro? Fácilmente cientos de veces. Miles, probablemente.

Que mierda de desorientado habia estado.

Ahora lo sabía. Renata lo tenía, incluso antes de que el mismo se hubiera dado con su mordedura. Estaba de rodillas ante esta mujer, y con gusto se quedaría allí por el resto de su vida.

Niko bebió aun más, ahogándose en el placer del vínculo que habia forjado a través de la unión de sangre y el ritmo desorbitado de sus cuerpos unidos. Sus dientes que todavía la mantenían debajo de él mientras tomaba su último trago de ella, Nikolai se corrió de nuevo, esta vez mas fuerte, una descarga asombrosa que lo golpeo como un tren de carga. Se aferro a ella, estremeciéndose con intensa satisfacción. Aunque pudiera haber bebido a sorbos de su vena durante toda la noche, Nikolai se obligo alejarse, sellando sus heridas con una tierna barrida de su lengua.

El se quedo mirándola, su iluminada mirada en su piel. “Te amo,” jadeo e, necesitando que lo escuchara y le lo creyera. Quería que ella lo recordara después de esta noche, después de que lograran ubicar a Fabien al norte y Nikolai la explicara por qué habia sentido la necesidad de mentirle hoy. Beso su mentón, su mejilla, su frente. “Te amo. Renata.”

Ella le sonrió soñolientamente. “Mmmm… me gusta realmente como suena eso.”

“Entonces tendré que asegurarme de que lo oigas mucho.”

“De acuerdo.” Murmuro ella, sus dedos jugando con su cabello – empapado de sudor sobre su nuca. “Eso fue increíble, por cierto. Siempre va hacer así de bueno?”

El gimió. “Tengo la sensación de que solo podría mejorar.”

Ella rio, y la vibración hizo despertar de nuevo su sexo. “Si continuas así, voy a tener que volver a entrar y tomar otra ducha.”

Él le dio un movimiento sexi y poderoso a su pelvis, encaminando su erección aun más profunda.

“Oh, puedo continuar. No te preocupes, eso nunca va hacer un problema cundo estés cerca.”

“Mejor deberías tener cuidado, o yo podría obligarte a eso.”

Niko rio entre dientes a pesar de su pesado humor. “Corazón, me puedes obligar de cualquier manera que quieras.”

La beso de nuevo, y gruño de placer cuando ella envolvió sus piernas alrededor de él y lo hizo rodar en su espalda para comenzar una lenta, y tortuosa embestida.

CAPÍTULO VEINTISIETE

Traducido por Sheilita Belikov

Hubo una época en que Andreas Reichen con casi trescientos años de andar en esta Tierra cuando la muerte había llovido sobre él como un diluvio. En otro tiempo, cuando una disparatada, ola brutal de masacre había visitado de otra manera su dominio pacifico.

En aquel entonces, en el verano húmedo de 1809, había sido una manada de vampiros Renegados que habían forzado su entrada a este mismo Darkhaven violando y matando a varios de sus familiares. El ataque había sido una cosa al azar, la mansión y sus residentes sólo tuvieron la mala suerte de estar en el camino de una pandilla de Renegados adictos a la sangre. Habían maltratado su entrada mas allá de las puertas sin protección y ventanas, alimentándose y matando a demasiados inocentes… a pesar de todo hubo sobrevivientes. Los Renegados habían dado rienda suelta a su horror y pasado como la peste que eran, finalmente fueron cazados y destruidos por un miembro de la Orden que había venido a ayudar a Reichen.

La matanza en ese entonces había sido insoportable, pero no había sidocompleta.

Lo que enfrento Reichen a su regreso a casa esta noche había sido un ataque calculado. No una entrada de fuerza bruta, sino traición. Un enemigo bienvenido dentro como un amigo. Y la masacre que había ocurrido aquíen esta ocasión-probablemente en las primeras horas de la mañana, justo antes de la salida del sol-había sido una aniquilación total.

Nadie se había salvado.

Ni siquiera el alma más joven en la residencia.

Con un terrible silencio que impregnaba el aire como una enfermedad, Reichen caminó a través de la sangre y la destrucción como uno de los mismos muertos. Sus pasos siguieron la pista de manchas pegajosas escarlatas en el mármol del vestíbulo y la sala, más allá de su joven sobrino, que había estado tan contento de nombrar a Reichen padrino de su hijo recién nacido hace apenas unas semanas. El nuevo padre pelirrojo tendido en la puerta había sido el primero en morir, Reichen adivinó, incapaz de mirar la cara sin vida que miraba sin ver la escalera llena de balas que conduce a los dormitorios de los Darkhaven en los pisos superiores.

Más muerte esperaba en el pasillo fuera de la biblioteca, donde otrosmachos habían sido cortados a medio paso. Aún más vidas extinguidas cerca de la escalera a la bodega, uno de los primos de Reichen y su Compañera de Raza, ambos muertos mientras trataban de escapar de los disparos.

No vio el cuerpo del niño hasta que casi tropezó con él-un niño vampiro de cabello revoltoso que evidentemente había intentado esconderse en uno de los gabinetes del aparador en el comedor. Sus asaltantes lo sacaron y lo mataron como a un perro en la antigua alfombra persa.

"Buen Cristo" Reichen sofocado, cayó en sus rodillas y levanto lamano blanda del niño a su boca para acallar su gutural grito. "Por el amor deDios… ¿por qué? ¡Por qué ellos y no yo!”

"Él dijo que sabrías por qué."

Reichen cerró los ojos ante el sonido rígido de la voz de Helene. Ellahablaba muy despacio, las sílabas demasiado planas… carente de matices.

Despiadada.

Él no tenía necesidad de darse la vuelta para hacerle frente para saber que sus ojos parecerían extrañamente muertos para él ahora. Muertos porque toda su calidez-toda su humanidad-había sido recientemente purgada fuera de ella.

Ya no era su amante, ni su amiga. Ella era un Subordinado.

"¿Quién te convirtió?" él preguntó, dejando ir la mano del niño muerto."¿A quién perteneces ahora?"

"Tú debes saberlo, Andreas. Tú me enviaste a él, después de todo."

Hijo de puta.

Reichen apretó su mandíbula, los molares casi agrietándose por la presión."Wilhelm Roth. Te envió aquí para hacerme esto. Él te utilizó para destruirme."

Que Helene no dijera nada solo hizo la comprensión del golpe más profunda. Tan desgarrador como sería mirar los ojos de su ex amante y ver una apariencia sin alma de la mujer que él había cuidado, Reichen tenía que verlopor sí mismo.

Se levantó y se volvió lentamente. "Oh, Cristo. Helene…"

Sangre seca salpicada en su cara y ropa-casi cada pulgada cuadrada de ella, cubierta en la sangre de sus más apreciados amigos y familiares. Ella debe haber estado allí en el centro de toda la masacre, un insensible, testigo no afectado en todo esto.

Ella no dijo nada cuando lo miró fijamente, con la cabeza inclinada un poco hacia un lado. Sus ojos una vez brillantes y astutos ahora como vacíos y fríos como un tiburón. Abajo a su lado, ella sostenía un gran cuchillo de carnicero de la cocina en su mano. La hoja ancha brillaba a la luz de la lámpara araña de cristal del comedor.

"Lo siento" él murmuró, su corazón retorcido en un torno. "Yo nosabía… cuando enviaste el e-mail y me dejaste el mensaje con el nombre de Roth, trate de advertirte. Traté de llegar a ti…"

Él dejó que las palabras se desvanecieran, sabiendo que las explicaciones no importaban. No ahora.

"Helene, sólo sé que lo siento." Tragó la bilis que subió en el fondo de su garganta. "Sólo sé que realmente me importabas. Te amab-"

Con un grito de banshee [5], la Subordinada se abalanzó sobre él.

Reichen sintió el filo de la hoja cortando a través de su pecho y brazo,un profundo corte castigador. Ignorando el dolor, haciendo caso omiso de la inhalación repentina del olor de su propia sangre, agarró el violentamente agitado brazo esclavo de la mente de Roth y lo torció detrás de ella. Ella gritó, oponiéndose y luchando mientras él trajo su brazo izquierdo hacia abajo y bloqueo ambos miembros ajustados a sus costados. Ella maldijo y gritó, llamándole con nombres viles, escupiendo en furia.

"Shh" Reichen susurró al lado de su oído. "Shh ahora… cállate."

Como un animal salvaje, Helene se mantuvo retorciéndose, permaneció gritando para que él la dejara libre.

No, se corrigió. No Helene. Esta ya no era la mujer que él conocía. Se había ido, muerta para él en el momento en que trajo al escuadrón de la muerte de Wilhelm Roth dentro de este Darkhaven. En realidad, por muchas razones, ellanunca fue suya para reclamar. Pero Dios se apiade de ella, no merecía ese fin. Ninguno de los caídos aquí merecía tal horror.

"Todo está bien ahora" él murmuró, trayendo su mano derecha hastaacariciarle sus frías mejillas manchadas de sangre. "Es todo ahora, querida."

Un grito salió disparado de su garganta mientras ella tiraba bruscamente su cara fuera de su alcance. "¡Bastardo! ¡Déjame ir!"

"Sí" él dijo. Le arrebató el cuchillo de carnicero de su agarre. "Se haterminado ahora. Voy a dejarte ir."

Con el dolor estrangulándolo, Reichen giro el mango en torno a sus dedos y llevó la punta a su pecho.

"Perdóname, Helene…"

Sosteniéndola apretada contra el, hundió la hoja profundamente en supecho. Ella no hizo ningún sonido mientras moría, sólo dejó escapar un suspiro largo y lento mientras se desinflaba en sus brazos y colgaba allí, floja como una muñeca de trapo. Tan suavemente como pudo, Reichen aflojo su cuerpo en el suelo. El cuchillo cayó de de su mano y cayó al lado de ella, revestido con el carmesí brillante de sus sangres mezcladas.

Reichen dio una larga e inquebrantable mirada a los restos que habían sido su hogar. Ahora que todo había terminado, quería memorizar cada mancha de sangre, cada vida que se había interrumpido a causa de su falta de atención. Su error. Él necesitaba recordarlo, porque en poco tiempo nada de estoexistiría.

No podía permitir que nada de ello permaneciera, no como esto.

Tampoco iba a dejar que estas muertes se fueran insatisfechas.

Reichen dio media vuelta y se alejó de la matanza. Sus botas hicieron eco hueco en el piso de madera en la sala, sus pasos el único sonido en lo que se había convertido en una espeluznante tumba masiva. En el momento en que llegó al jardín de enfrente de la propiedad, su pecho no estaba mas apretado sino frío.

Tan frío como una piedra.

Tan frío como la venganza él tenía la intención de visitar a Wilhelm Roth ya todos los asociados con él.

Reichen se detuvo brevemente afuera en la hierba iluminada por la luna. Él hizo frente a la mansión y, por un momento, simplemente la vio en su perfecta y extraña quietud. Entonces susurró una oración, palabras antiguas que se sentían oxidadas en su lengua por su abandono.

No es que la oración le hiciera ningún bien ahora. Estaba abandonado, ahoramás que nunca. Realmente solo.

Reichen bajó su cabeza hasta su pecho, invocando su terrible talento. Se hincho en su interior, un calor que rápidamente se intensificó, apelotonándose en un fundido y revuelto orbe en sus entrañas.

Él lo dejó crecer. Lo dejó girar y ganar fuerza hasta que su interior se sentíaabrasado por su furia.

Y todavía lo contuvo.

Lo mantuvo en su interior hasta que la bola de fuego golpeó contra su caja torácica, humo y ceniza flotando hasta quemar el fondo de su garganta. Hasta que la bola de fuego lo consumió, iluminando todo su cuerpo con un resplandor muy caliente. Se tambaleó sobre sus talones, luchando por mantener la construcción hasta que él supiera que desataría la total destrucción instantánea.

Por último, con un rugido lleno de dolor, Reichen soltó el poderdentro de él.

Un disparo de calor salió de su cuerpo, volcándose y girando mientras avanzaba hacia adelante, una esfera de pura energía explosiva. Como un misil desplegado en un objetivo apuntado por un laser, el orbe se disparo dentro de la puerta abierta de la mansión Darkhaven. Un segundo después, se detonó, una cosa de impresionante, belleza infernal.

Reichen fue golpeado de vuelta con el estallido sónico de la explosión.

Se acostó en la hierba, observando con satisfacción desinteresada como las llamas y las chispas y humo devoraban incluso los más pequeños pedazos de lo que había sido su vida.

CAPÍTULO VEINTIOCHO

Traducido por Aletse.

Estamos cargados y listos para rodar, Renata. ¿Necesitas más tiempo antes de que nos dirijamos fuera?"

Estando de pie en el camino de grava delante de la casa principal, Renata se giro cuando Nikolai se le acercó por detrás. "No, no necesito más tiempo aquí. Estoy lista para dejar este lugar”.

Él envolvió sus brazos alrededor de ella, envolviéndola en su fuerza. "Acabo de hablar con Gedeón. Tegan, Río, y los otros están haciendo buenos progresos. Ellos deben estar en nuestro punto de encuentro en una hora."

"Está bien. Bueno."

Renata se inclino en su abrazo, feliz por la calidez de su refugio… y su amor. Nikolai la había mantenido cerca de él en el refugio de la vid hasta que el sol se había puesto, calmando sus temores con su cuerpo, transportándola lejos de la fea realidad de lo que originalmente los había unido -y lo que les podrías esperar a ellos esta noche, cuando ellos finalmente tenían la oportunidad de enfrentarse a Edgar Fabien.

La verdad era, que ella estaba preocupada por lo que podrían encontrar. Una preocupación profunda hasta los huesos, y si bien Nikolai no había dicho nada que sugiriera que él tuviese dudas también, ella podía decir que su mente estaba cargada de pensamientos que parecían decididos a esconderse de ella.

"Tu me lo puede decir, tú lo sabes." Ella salió de sus brazos y lo enfrentó. "Si tienes un mal presentimiento acerca de esta noche… me lo puedes decir. "

Algo cruzó por su expresión, pero él no dijo nada. Él sacudió su cabeza. Colocando un casto beso a su frente. "No sé lo que nosotros nos puédanos encontrar con Fabien. ¿Pero puedo decirte que pase lo que pase, voy a estar justamente allí contigo, vale? Vamos a salir de esto."

"Y una vez que tengamos a Fabien, vamos a ir a buscar a Mira," dijo ella, buscando sus ojos. "¿Cierto?

"Sí", dijo él, con su inquebrantable, acerada mirada que sostuvo estable. "Sí, yo lo prometí. Te di mi palabra al respecto. No voy a defraudarte."

Él la atrajo con él una vez más, capturándola en un asimiento que parecía poco dispuesto a dejarla ir. Renata lo sostuvo también, escuchando el fuerte, rítmico palpitar de su corazónpor debajo de su oreja… y preguntándose por qué su propio pulso parecía estar sonando una advertencia en sus venas como una sentencia de muerte.

En una remota parcela de cien hectáreas de tierra sin dueño a un par de horas al norte de Montreal, el bosque por la noche se estremeció con el quejido del zumbido de un motor de combustión interna a exceso de velocidad de un bote que pasaba atreves del lago que estaba generalmente deshabitado. La tierra y el lago, como el transporte proporcionado a Dragos para llegar a este lugar, pertenecían a Edgar Fabien.

Aunque Fabien había resultado una decepción recientemente, Dragos supuso que el Líder Darkhaven merecía alguna medida de crédito por el acercamiento de dos vertientes para esta reunión importante. Mientras que el resto de los asistentes llegaron anoche por automóvil, esta noche, un bote rápido había sido enviado para llevar a Dragos desde el pequeño lugar del muelle que se encontraba en la parte trasera, después de que un hidroavión, lo había traído de la ciudad por otro cuerpo interno de agua sobre la característica propiedad de Fabien. Después del revés sufrido hace unas pocas semanas, durante la reunión de Dragos con la Orden, él se había convertido mucho más cauteloso sobre cómo viajaba al aire libre, entre otras cosas. Él había llegado demasiado lejos ahora para correr riesgos. Había arriesgado maldita sea mucho para tirarlo todo por un descuido o la incompetencia de los demás.

Lanzó una mirada despectiva hacia el otro pasajero sentado en el barco con le. El rostro del Cazador permanecía impasible en el resplandor lechoso de la Luna sobre sus cabezas, su enorme cuerpo perfectamente inmóvil aun cuando el conductor giro la rueda y el cigarrillo de la proa del barco conecto directamente con el agua para desviarse hacia el muelle solitario que se encontraba más adelante en la costa.

El Cazador probablemente sabía que se dirigía hacia su propia muerte. Había fracasado en su misión de matar a los Gen Uno en Montreal, y que pedía un increíble castigo. Él sería tratado esta noche, y si Dragos podía usar este castigo como una demostración adicional de su poder ante los tenientes que estaban reunidos para darle la bienvenida ahora, tanto mejor.

El motor del bote cambio a una marcha inferior, cuando ellos llegaron al muelle no iluminado, modesto de madera donde Edgar Fabien le esperaba para saludarlo. Los vapores del gas se arremolinaron fuera del agua, asquerosamente dulces. La reverencia profunda de Fabien y la bienvenida aduladora tenia un efecto similar.

"Mi Señor, es el honor de toda una vida darle la bienvenida en mis dominios".

"De verdad," Dragos arrastro las palabras mientras daba un paso fuera de la nave sobre los tablones de madera oscura, del muelle. Él hizo un gesto para que el cazador lo siguiera, y no se perdió de la reacción de Fabien cuando divisó el tamaño y la inmensidad del Gen Uno que prestaba servicios a la orden de Dragos. "¿Está todo el mundo reunidos en el interior?"

"Sí, Señor." Fabien salió de su reverencia y se precipitó a caminar al lado de Dragos. “Tengo buenas noticias. El guerrero que escapó de la contención ha sido eliminado. Tanto él como y la mujer que le ayudó. Uno de mis subalternos agarro al par, y anoche envió uno equipo de mis mejores agentes para limpiar el problema". "¿Estás seguro de que el guerrero está muerto?"

La sonrisa de suficiencia de Fabien resonó. "Me juego mi propia vida con ello. Envié capacitados profesionales para la tarea. Confío en su habilidad de forma implícita." Dragos gruñó, sin dejarse impresionar. "¡Qué gran comodidad debe tener ese tipo de confianza en tus subordinados".

La confianza de Fabien vaciló con el pinchazo, y se aclaró la garganta con torpeza. “Mi Señor… en otro momento, si usted quisiera".

Dragos desestimó el Cazador de su presencia con un gesto cortante. "Acérquese a la casa y me esperas. No hables con nadie”.

Cuando el asesino Gen Uno camino a pasos agigantados hacia adelante, Dragos hizo una pausa para girar una mirada impaciente hacia Fabien.

"Mi señor, yo esperaba, es decir, pensé que un regalo podría ir en orden", tartamudeo él. "Para celebrar este importante evento."

"¿Un regalo?" Antes de que le pudiese preguntar a Fabien lo que pensaba que Dragos podría necesitar posiblemente de él, Fabien chasqueo los dedos y un agente de ejecución surgió de las sombras de los árboles circundantes, dirigiendo a una niña delante de él. La niña parecía perdida en la oscuridad, su cabello rubio brillando como barbas de Maíz, su pequeña la cara se sumergía debajo de él. "¿Cuál es el sentido de esto?"

"Una joven Compañera de Raza, Mi Señor. Mi regalo para usted."

Dragos contemplo a la niña desamparada, en general impresionado. Las compañeras de raza eran un acontecimiento bastante raro entre las poblaciones humanas, eso era cierto, pero él prefería sus reservas para ser fértiles, en edad de procrear. Esta chica no estaría lista hasta varios años más, lo que sin duda era que a Fabien le había intrigado algo más acerca de ella.

"Tu puedes mantenerla", dijo Dragos, reanudando su viaje hacia la reunión. "Tenga a su hombre conduciendo el barco a través del lago mientras nos encontramos. Lo llamare por la radio cuando lo vuelva a necesitar."

"Vaya", Fabien ordenó en respuesta, entonces el volvió nuevamente al lado de Dragos, tan ansioso como un perro mendigando por las sobras. "Mi Señor, sobre la niña… en realidad, usted debe ver por si mismo. Ella está dotada de un talento extraordinario que estoy seguro que sabrán apreciar. Ella es un oráculo, mi Señor. He sido testigo por mí mismo."

En contra de su voluntad, la curiosidad picó su atención. Sus pasos se desaceleraron, a continuación, se detuvo. "Tráela."

Cuando él giro alrededor, la sonrisa impaciente de Fabien se ensanchó aún más amplia. "Sí, Señor."

La niña fue conducida a él una vez más, resistiéndose en sus pasos, sus obstinados talones clavándose en las viejas agujas de pino y la arena que llenaban la pequeña pendiente desde el muelle. Ella trató de luchar contra el guardia vampiros que la sostenía, pero era un esfuerzo inútil. Él simplemente la empujó hacia adelante hasta que ella estuvo de pie directamente frente a Dragos. Ella mantuvo su barbilla tirado hacia abajo, con su mirada puesta en el suelo a sus pies.

"Levanta la cabeza," Fabien le ordenó, apenas esperando a que ella obedeciera, antes de que él le tomara la cabeza con ambas manos y la obligara a mirar hacia arriba. "Ahora, abre tus ojos. ¡Hazlo!"

Dragos no sabía muy bien qué esperar. Él no estaba en absoluto preparado para la palidez sorprendente de su mirada. Los iris de la niña estaban tan claros como espejos de cristal e impecables que inmediatamente le fascinaron e hipnotizaron. Él era vagamente consciente de que Fabien siseó de emoción, pero toda la atención de Dragos estaba arraigada en la niña y el brillo tenue increíble de sus ojos.

Y entonces él lo vio… un destello de movimiento en la meditación pacifica. Vio una forma moviéndose a través de las espesas sombras – un cuerpo que creyó reconocer como suyo propio. La imagen se hizo más clara cuanto más miraba fijamente, absorto e impaciente por ver más del el regalo que Fabien había descrito. Era él.

Era su refugio también. Incluso envuelto en la niebla oscura, las imágenes que se mostraban atrás de él le eran íntimamente familiares. Vio el laboratorio subterráneo, las cedas de contencion… la jaula de luz UV que contenía su mayor arma en la guerra que había estado preparando durante todos estos siglos. Todo estaba allí, revelándose a él a través de los ojos de esta niña Compañera de Raza.

Pero entonces, un momento de alarma sorprendente.

Su laboratorio prístino, tan rígidamente asegurado y ordenado, estaba en ruinas. Las celdas de contención habían sido dejadas abiertas. Y la jaula de luz UV… estaba vacía.

"Imposible", murmuró él, golpeado con un temor sombrío, furioso.

Él parpadeó con fuerza, varias veces, queriendo despejar la visión de su cabeza. Cuando abrió los ojos otra vez, vio algo nuevo en los ojos malditos de la niña… algo aún más incomprensible.

Se vio a sí mismo, pidiendo por su vida. Llorando, abatido.

Lamentable. Derrotado. "¿Es esto algún tipo de puta broma?" Su voz temblaba – tanto con la rabia como con otra cosa demasiado débil para admitir. Arranco su mirada de la muchacha y la fijó en Fabien. "¿Qué diablos significa de esto?"

"Su futuro, Señor." La cara de Fabien se había puesto completamente pálida. Su boca se movío durante un momento sin expresar sonido alguno, entonces, finalmente farfulló, "La niña… vio usted, ella es una Oraculo. Ella me mostró estando de pie aquí, en esta gran reunión, presentándole una visión de su futuro que lo complacía enormemente. Cuando lo vi, supe que tenía que salvarla para usted, mi señor. Tenia que ofrecérsela a usted, no importaba el costo".

La sangre de Dragos se sentía como lava ardiendo por sus venas. Él debería matar a este idiota aquí y ahora, sólo por este insulto. "Es obvio que malinterpretaste mal lo que viste."

"¡No!" Fabien exclamó, agarrándose de la niña y girando alrededor de ella. Él le dio a ella una sacudida fuerte. "¡Muéstrame otra vez! ¡Demostradle que no me equivoco, maldita!"

Dragos, observo tan inmóvil como una piedra, mientras Fabien miraba detenidamente a sus ojos. El grito horrorizado del líder Darkhaven le dijo todo lo que él tenia que saber. Él se tambaleo hacia atrás, tan blanco como una hoja. Como golpeado como si él hubiese atestiguado su propia muerte.

"No entiendo", murmuró Fabien. "Todo cambió. ¡Usted tiene que creerme, señor! ¡No sé cómo ella ha cambiado la visión, pero la pequeña bruja esta mintiendo ahora. Ella tiene que ser!"

"Sáquela de mi vista," Dragos le gruñó al guardia de la Agencia de Ejecución que la sostenía. "La llevare conmigo cuando me vaya, pero hasta entonces, no quiero ver ni un cabello de ella."

El guardia asintió con la cabeza y alejo a la niña, prácticamente arrastrándola hasta la casa.

“Señor, te lo ruego", suplico Fabien. "Perdóname por este… lamentable error".

"Tratare contigo más tarde", dijo Dragos, sin preocuparse de externar la amenaza reflexiva que montaban el trasfondo de sus palabras.

Él reanudó su marcha hacia la reunión, más decidido que nunca para hacer que su autoridad, – incomparable poder – fuese comprendido por todos.

CAPÍTULO VEINTINUEVE

Traducido por Laura

Estaba completamente oscuro cuando Niko y Renata llegaron a las coordenadas que Gideon había proporcionado de la finca de Edgar Fabien al norte. El líder Darkhaven evidentemente poseía un pedazo considerable de terreno boscoso, lo suficientemente lejos lejos de Montreal para que la zona de alrededor permaneciera ampliamente sin explotar: acre tras acre de enormes coníferas y zones verdes, sin un alma viva a la vista excepto por el ocasional venado o alce americano que se erguía con el primer aroma del pesadamente armado vampiro arrastrándose a través de su santuario natural.

Nikolai había estado corriendo solo para reconocer la zona durante los últimos pocos minutos. Una casa de dos plantas hecha de troncos y piedra estaba metida en una gruesa esquina del bosque. Un estrecho paseo sin pavimentar, apenas lo suficientemente ancho para un vehículo, cortaba un sendero serpenteante a través de los árboles en la parte delantera de la casa. Niko saltó ese paseo desde el cobijo de los bosques, tomando nota de los dos agentes de la ley vestidos como SWAT, posteados en medio del camino y los tres grandes Humvees aparcados en formación de única fila justo afuera de la puerta principal de la zona. Tres guardias vampiros más, rifles M16 a punto, cubrían la entrada. Los lados este y oeste estaban también bajo vigilancia con un centinela armado.

Aunque no figuraba que ellos dejarían la parte trasera del lugar vulnerable a infiltraciones, Niko se movió alrededor de ese camino para hacerse una idea de la extension del terreno. El oyó la suave capa de agua incluso antes de ver el tranquilo lago y el muelle vacío en la orilla unos trescientos metros detrás de la casa. En la parte trasera del lugar otro duo de agentes de la ley permanecía de guardia.

Maldita sea.

Entrar en el emplazamiento para coger a Fabien no iba a ser fácil. A menos que el y la Orden pasaran por encima, si ellos querían sacar al socio de Dragos fuera de allí, iban a tener que acribillar a unos cuantos guardias de la agencia en el proceso. Y eso no era ni siquiera considerando el grupo desconocido de vampiros de la raza que habían acompañado al líder del Darkhaven de Montreal aquí anoche. Lllevarse a Fabien esta noche sin muchas bajas civiles podia rayar en lo imposible. Dobla ese cálculo cuando el problema de rescatar a Mira esta añadido a la combinación. Así que, básicamente la red de su reconocimiento era que la mierda era probable a conseguir mucho enredo aquí, no dos días.

Y entonces estaba la situación con Renata.

Una de las cosas más duras que Nikolai había hecho alguna vez era pasar el día completo con ella, sabiendo que el la había engañado. El quería decirla- después de que hicieron el amor, después de que ella le hubiera honrado con el regalo de su sangre y el vínculo completo que ahora les unía eternamente. El había querido decirselo una docena de veces, en una docena de momentos diferentes, pero egoístamente, el mantenía la verdad oculta por su propia protección. El todavía mantenía la esperanza de que ella entendería su cautela- que ella incluso podría estar agradecida de que el la hicier esperar para conocer la ubicación de Mira hasta que e y los otros guerreros tuvieran una oportunidad de resolver una sólida estrategia de evacuación.

Sí, el seguía diciendose eso, porque el no quería considerer otras alternativas.

Alejando el arrepentimiento que perseguía sus pasos y el miedo que seguía amenazando con arrastrarse por detrás de su cuello, Nikolai se movió a un mejor posición de ventaja al abrigo de los bosques. El miró a través de las ramas de pino, mirando a varios de los ocupantes de la casa mientras pasaban por una ventana en la planta baja. El tomó un rápido recuento de personas de los vampiros de la raza encapuchados mientras andaban a zancadas como un grupo hacia otra zona del lugar. Cinco, seis, siete…y entonces otro, este sin la capucha negra cubriéndole.

Oh, Cristo.

Nikolai le conocía. El había visto al hijo d eputa de cerca y personalmente solo unas pocas semanas antes, cuando una mission para la Orden había enviado a Niko a encontrarse con uno de los oficiales de más alto rango en la agencia de la ley. En ese momento, el hombre se atenía a un alias de larga permanencia- uno de los dos falsos nombres que la Orden había destapado no hacía mucho. Ahora ellos conocían al bastardo por su verdadero nombre, el único cuyo traidor padre Gen Uno antes que el lo había llevado también.

Dragos. Maldita…sea.

Durante semanas la Orden había estado investigando exhaustivamente durante incluso el más mínimo minuto para engañar a Dragos, todo sin éxito. Ahora el estaba aquí, tirado enfrente de ellos como un pez en un barril. El cabrón estaba aquí. Y maldita sea, el iba a caer- esta noche.

Niko se tranquilizó de vuelta en el matorral, entonces arrastró el trasero en dirección sur, donde el habia dejado a Renata con su coche deportivo robado de la agencia. El no podía esperar a llamar a Tegan y Rio y darles estas buenas noticias.

La confusion y angustia de Edgar Fabien sobre el debacle de su regalo estropeado para Dragos le sentó como un espectro mientras el y los otros seguían a su recien llegado líder a la sala de conferencias del refugio norte. El sabía que era peligroso, generalmente mortal, para desagradar a Dragos, algo que hubiera evitado muy bien hasta ahora. Pero el tambien sabía- mientras asumía que el resto de los vampiros de la raza se reunían aquí para este encuentro -que Dragos les había comprado a todos ellos juntos por un objetivo específico. Esta iba a ser una noche histórica. Una recompense, Dragos había prometido, durante sus años de sociedad encubierta y lealtad hacia un objetivo común.

Después de tanto tiempo y esfuerzo pasados congraciándose de Dragos durante decadas pasadas, Fabien solo rezaba porque no hubiera arrojado lejos ese desafortunado isntante cerca del muelle.

“Quédate sentado," Dragos les ordenó mientras ellos se presentaban y el tomaba su sitio en frente de la sala de reuniones. El vigilaba mientras Fabien y los otros seis, todos ocultos detrás de sus capuchas negras, ocupaban las sillas que estaban reunidas alrededor del bloque de granito pulido que servía como mesa de conferencias. “Todos nosotros nos reunimos aquí en esta habitación que comparte un interés común- que es el de ser el actual y futuro estado de nuestra raza”.Fabien asintió de acuerdo bajo su capucha, al igual que hicieron el resto de la mesa. "Compartimos un rencor común por la corrupción de nuestras líneas de descendencia por la mancha de humanidad y por la manera codiciosa en que estos en el poder dentro de la raza han elegido para gobernarnos con respeto a la inferioridad humana. Desde que las primeras semillas de la raza fueran sembradas en este planeta, el vampirismo ha degenerado en una gran y disciplente vergüenza. Con cada nueva generación nacida, nuestra descendencia crecía más y más mezclada con humanidad. Nuestros líderes prefieren que nosotros procurábamos ocultarnos del mundo de los Homo sapiens, todos ellos con miedo de ser descubiertos, y enmascarando esa cobardía con leyes y políticas puestas en lugar supuestas para proteger el secreto de nuestra existencia. Hemos estado debilitados por el miedo y el secreto. Ya es hora de que cambiara, y necesitamos un Nuevo y poderoso líder."

Ahora los asentimientos llegaron a ser más vigorosos, los acuerdos murmurados más fervientes.

Dragos comenzó sin prisas enfrente de la sala, sus manos juntas sin apretar a la espalda. “No todos compartis nuestro deseo de cambiar radicalmente los fallos pasados y restaurar la raza a una posición de poder. No todos veis el futuro que nosotros vemos. Algunos dirían que el precio es demasiado alto, los riesgos demasiado grandes. Mil excusas para explicar por qué la raza debería mantener su status quo y no tomar los pasos valientes requeridos para aprovechar el tipo de futuro al que tenemos derecho."

"Oye, oye," Fabien interfirió, ansioso por ese futuro lamiéndole como una llama.

“Estoy encantado de que todos vosotros en esta sala entendáis el hecho de que deben tomarse pasos valientes” dijo Dragos. “Cada uno de vosotros individualmente ha jugado un papel en avanzar nuestra vision a su siguiente nivel. Y lo habeis hecho sin preguntas, sin conocer al otro…hasta ahora. Nuestro propio momento de secretismo ha acabado. Por favor” dijo el, “quitaos vuestras capuchas, y dejadnos comenzar la fase más nueva de nuestra alianza”.

Fabien extendió la mano hacia el paño negro que cubría su cabeza, la inseguridad haciendo a sus dedos dudar. El se detuvo hasta que un par de los otros asistentes se habían quitado sus capuchas antes de encontrar el valor para quitarse la suya.

Por un momento, ninguno de los vampiros de la raza dijo una palabra. Las miradas pasaron alrededor de la mesa, algunos engreídos con reconocimiento de miradas conocidas, otros cautelosos de los extraños que tenían ahora, con esta confesión de malintencionada traición, llegaron a ser sus más profundos aliados. Fabien conocía a varias de la media docena de caras que le devolvieron la Mirada- todos ellos Darkhaven de alto rango u oficiales de la agencia de la ley, algunos de EEUU y otros de fuera.

“Somos un consejo de ocho” anunció Dragos. “Justo como los Antiguos que llegaron aquí hace tanto tiempo. Somos, todos nosotros, segunda generación de hijos para esos poderosos ultramundos. Pronto, una vez el ultimo vampiro Gen Uno sea eliminado, estaremos entre los más ancianos y más poderosos de nuestra raza. Cada uno de vosotros ha ayudado con ese esfuerzo, o proporcionando las ubicaciones de los miembros que quedaban de nuestra primera generación o apoyando la causa con compañeras de raza para llevar las semillas de nuestra revolución”.

“¿Qué hay sobre la Orden?” preguntó uno de los asistentes europeos, su acento alemán era afilado como una cuchilla de afeitar. “Esos dos guereros Gen Uno con los que todavía tenemos que lidiar”.

“Y lo haremos” dijo Dragos sin problemas. “Estaré planeando as altos directos en la Orden muy pronto. Después de su reciente golpe contra mí, será un placer personal enterrar su operación y ver a los guerreros -y a sus compañeras- encontrarse con la muerte.”

Un director de la agencia de la ley de la Costa Oeste de EEUU se inclinó hacia atrás en su silla y arqueó sus cejas castañas. "Lucan y sus guerreros han sobrevivido a otros ataques antes. La Orden ha existido desde la Edad Media. No caerán sin una lucha- una muy dura y sangrienta.”

Dragos se rió entre dientes. "Oh, ellos sangrarán. Y si todo sale como yo espero, pedirán misericordia y no recibirán ninguna. No del poderoso ejército que tendré a mis ordenes.”

"¿Cuándo comenzaremos a crear ese ejército?" alguien más en el grupo preguntó. La sonrisa de Dragos se llenó de malicia. "Comenzamos hace cincuenta años. En verdad, esta revolución comenzó incluso hace mucho más tiempo que eso. Mucho más.”

Todos los ojos estaban clavados en él mientras el paseaba a zancadas hasta un ordenador portátil que el había ordenado a Fabien tener listo en la sala. Mientras el mecanografiaba una orden en el teclado, el gran monitor plano de la sala de conferencias se alzó desde el suelo. Dragos dio más instrucciones y pronto ese oscuro monitor parpadeó, mostrando lo que parecía ser un laboratorio de investigación.

"Un satelite conecta con una de mis fortalezas," explicó, usando el control táctil para controlar la camara al otro lado de la conexión. “Es aqui donde he estado colocando las piezas”. El ojo de la camara vagaba hacia una pared de bidones codíficados criogénicos, después pasó una flota de microscopios, ordenadores, y vasos contenedores de ADN alineados en filas de mesas. En medio de todo este equipo científico estaban varios subordinados vestidos con mascaras y batas de laboratorio blancas.

"Parece un laboratorio de genética," dijo el alemán.

"Así es," contestó Dragos.

"¿Qué tipo de experimentos estás dirigiendo?"

"De todo tipo." Dragos volvió al teclado y tecleó otra secuencia de commandos. La camara de laboratorio se volvió oscura, solo para ser sustituida con otra vista, esta era un angulo en panoramica de un largo corridor alineado con celdas de prisión. Aunque desde la posición de la camara era dificil distinguir algo excepto las más rudimentarias formas, era obvio que las celdas contenían mujeres, algunas de ellas cargadas con niños.

"Compañeras de raza," tomó aliento Fabien. "Debía haber veinte o más allí." "No siempre sobreviven a los procedimientos y pruebas, así que el número tiende a fluctuar," dijo Dragos en tono de conversación. "Pero hemos tenido nuestros éxitos con el proceso de reproducción. Esas mujeres y las que estuvieron antes que ellas están dando a luz al ejército más grande que este mundo jamás conocerá. Una armada de asesinos Gen Uno que están bajo mis ordenes”.

Un silencio tan grande como una capa de invierno cayó sobre la reunión.

"¿Gen Uno?” preguntó el director de la Costa Oeste. “Eso no puede ser posible. Necesitarías a uno de los Antiguos para producir una primera generación de vampiros de la raza. Todos los de otros mundos fueron exterminados por la Orden hace unos setecientos años. El propio Lucan declaró Guerra a todos los Antiguos y vio que ninguno sobrevivió”.

“¿Lo vio?” sonrió Dragos, enseñando las puntas de sus colmillos. “Creo que…no”.

Con unos pocos golpes más de teclado, el mostró la vista de otra camara en la conexión satelite. Esta vez el foco se ubicaba en un gran sala llena de seguridad, que tenía en su centro una celda cilíndrica construida con haces de luz. Los rayos ultravioleta emitiendo desde esa jaula de barras verticales estaban casi parpadeando, incluso en la pantalla.

Y contenía dentro de esa jaula de rayos ultravioleta a una criatura desnuda y sin pelo que de pie mediría dos metros. Su cuerpo desnudo era inmenso, cada pulgada de él cubierto de dermaglifos. El alzó la vista mientras las lentes de la camara zumbaban sobre él desde algún lugar de la habitación. Pupilas y ojos ambar pero devoradas por el fuego que ardía fuera de sus órbitas, reducido con letal conciencia. La criatura salió fuera de su posición de cuclillas y se preparó para atacar, solo para recibir de Nuevo el calor de las barras ultravioleta que le tenían prisionero. Abrió su boca y dejó salir un furioso rugido que no necesitó ser oído para ser entendido.

“Dios mío” más de uno de los asistentes jadeó.

Dragos lanzó una mirada mortalmente sobria sobre el grupo. “Contemplad…nuestra revolución."

El telefono movil de Lex vibró en el centro de la consola del coche deportivo. Renata lo cogió y miró la pantalla digital: Llamada desconocida.

Mierda.

Ella no podía estar segura de si la llamada era para Lex o si era para Nikolai, puesto que el estaba usando el teléfono para llamar y recibir llamadas de la Orden. Ella no sabía cuanto tiempo estaría el fuera en reconocimiento, y ella estaba a punto de perder la cabeza refrescando sus talones esperando por él. Ella necesitaba estar haciendo algo. Al menos sentir que ellos estarían haciendo algun progreso bueno para encontrar a Mira pronto…

El teléfono móvil siguió vibrando en su mano. Ella presionó el botón de Contestar pero no dijo nada. Solo abrió la linea y dejó que el que llamaba se revelara primero.

“¿Hola? Niko, ¿estás ahí, amigo?” La profunda voz denotaba un acento español, tan cálido y suave como el caramelo. “Soy Rio, mi hom-”

“El no está aquí” dijo Renata. “Estamos en posición en el lado norte de la ciudad, esperando a que vosotros lleguéis. Nikolai esta fuera en reconocimiento. El no debería tardar mucho”.

“Bien” dijo el guerrero. “Ya casi estamos, hora estimada de llega sobre 45 minutos. Debes ser Renata”.

“Sí”.

“Quiero darte las gracias por salvar el trasero de nuestro chico allí. Lo que tu hiciste fue…bien, el es afortunado de tenerte trabajando de su lado. Todos lo somos”. Ella podía oír la genuina preocupación y gratitud en la voz del vampiro, y ella se encontró muy curiosa de conocer a los otros guerreros a los que Nikolai llamaba amigos. “¿Está todo bien en ese lado? ¿Qué hay de ti? Haciendo todo bien, ¿perseverando allí?”

“Estoy bien. Solo ansiosa por que todo esto acabe esta noche”.

“Entiendo” contesto Rio. “Niko nos dijo sobre la niña- Mira. Lamento por lo que has pasado, sabiendo que un enfermo como Fabien está reteniéndola. Sé que no puede haber sido fácil para ti esperar todo el día para encontrarte con nosotros”.

“No, no lo ha sido. Me siento tan inútil” confesó ella. “Odio ese sentimiento”.

“Lamento todo eso. No vamos a dejar que nada le ocurra esta noche cuando entremos allí, Renata. Estoy seguro que Nikolai te explicó que poner nuestras manos sobre Edgar Fabien es crítico para la Orden, pero vamos a dar lo mejor de nosotros para que la niña salga de toda esta situación bien.”

Un súbito frío impregnó su pecho mientras las palabras de Rio se hundían. “¿Qué dijiste?”

“Ella va a estar bien”.

"No…eso de que no dejaríais que nada la ocurriera esta noche…allí dentro…”

Al otro lado de la línea, un largo silencio se marcó. “Ah, Cristo. ¿Niko no te dijo nada sobre el video que tenemos del Darkhaven de Fabien anoche?”

El escalofrío en ella se volvió más frío ahora, el hielo extendiéndose de su pecho a sus miembros. “Un video…de anoche” contestó ella paralizada. “¿Qué había en el? ¿Viste a Mira? Oh, Dios. ¿La ha hecho Fabien algo? Dime.”

"Madre de Dios," dijo en el con una larga exhalación. “Si Niko no te lo dijo…no estoy seguro de que sea cosa mía contarte ahora”.

“Dime, maldita sea”.

Ella oyó un estruendo de conversación rápida al fondo antes de que Rio finalmente cediera. “La niña está con Fabien y otros que todavía no hemos identificado. Recogimos la información de una cámara de seguridad en el Darkhaven de Fabien. Se fueron anoche y les seguimos hasta la propiedad donde estás ahora”.

“Anoche” murmuró Renata. “Fabien ha estado reteniendo a Mira aquí…desde anoche. Y que hay sobre Nikolai…¿Vas a decirme que él lo sabía? ¿Cuándo el oyó todo esto? ¡Cuando!”

“Tengo que pedirte que aguantes ahí un rato más” dijo Rio. “Todo va a ir bien…”

Renata sabía que el guerrero estaba todavía hablando, todavía dándola consuelo, pero su voz se apagó lentamente de su conciencia como hueso -una profunda ira y miedo- un dolor tan profundo que ella creía que podría destruirla en pedazos-sepultarla. Ella cerró el teléfono, cortando la llamada y cayendo el artilugio sobre el suelo a sus pies.

Mira estaba aquí desde anoche, con Fabien.

Todo este tiempo.

Y Nikolai lo sabía.

El los sabía, y se lo ocultó. Ella podría haber estado aquí hace horas -en las horas de sol- haciendo algo, cualquier cosa, para ver a Mira a salvo. En vez de eso, Nikolai le había ocultado deliberadamente la verdad y, como resultado, ella no había hecho nada.

No totalmente nada, ella admitió, golpeada con culpabilidad por el placer que había disfrutado con el mientras Mira estaba solo a una hora de su alcance.

“¡Oh, Dios!” susurró ella, sintiéndose enferma con el pensamiento.

Ella era vagamente consciente de los pasos acercándose al vehículo, sus sentidos alzándose antes de que su mente pudiera procesar el sonido. El vínculo de sangre que ahora compartía con Nikolai la dijo que era él antes de que su oscura forma apareciera en la ventanilla. El abrió la puerta del coche deportivo y entró dentro como si le pisaran los talones.

"Es Dragos," dijo el, buscando en la consola, salpicadero y asiento para el telefono móvil. “Maldita sea, no me lo puedo creer, pero era él. Solo vi al hijo de puta dentro de la casa con Fabien y los otros. Dragos está aquí- justo en nuestra mano. ¿Dónde demonios está ese teléfono?”

Renata le miró fijamente, mirando como una extraña mientras el se inclinaba hacia adelnate y extendía la mano hacia el telefono movil donde permanecía a los pies de ella en el suelo del vehículo. Ella apenas oía lo que el estaba diciendo. Apenas le preocupaba ahora.

“Me mentiste”.

El se echó hacia atrás, el telefono de Lex sujeto en su mano. El crujido de adrenalina que había estado iluminando sus ojos se redujo un poco cuando el encontró su mirada. “¿Qué?”

“Confiaba en ti. Me dijiste que podía confiar en ti-que podía contar contigo- y lo hice. Creí en ti, y me traicionaste”. Ella tragó saliva pasando el terrible nudo de su garganta y forzándose a sí misma a sacar las palabras fuera. “Mira está aquí. Ella ha estado aquí con Fabien desde anoche. Sabías eso…y no me lo dijiste”.

El estaba tranquilo, pero ni siquiera intentaba negar lo que ella decía. El miró el telefono en su mano como si el acabara de darse cuenta de cómo ella había descubierto su engaño.

“Podía haber estado aquí, Nikolai. ¡Hace horas, podía haber estado aquí, haciendo algo para sacar a Mira de las manos de ese monstruo!”

“Lo que es exactamente por lo que no te lo dije” dijo el amablemente.

Ella se sentía un hazmerreír, con el corazón roto. “Me traicionaste”.

“Lo hice para protegerte. Porque te quiero”.

“No” dijo ella, agitando su cabeza para evitar ser tomada por tonta de nuevo. “No. No me digas eso. ¿Cómo puedes decir eso cuando usaste todas esas palabras para mantenerme distraida- para hacerme creer que realmente te preocupabas por mi mientras tu y tus amigos de la Orden hacíais planes alrededor mío?”

“No es así. Nada de lo que ocurrió entre nosotros hoy-nada de lo que te dije- tuvo nada que ver con la Orden. Hoy era sobre ti y sobre mi…era sobre nosotros”.

“¡Joder!” El extendió la mano hacia ella y ella retrocedió, fuera de su alcance. Ella abrió la puerta y salió del coche deportivo. El estaba fuera del vehículo y a su lado, bloqueándola con su cuerpo, todo ocurriendo tan rápido que ella incluso no pudo empezar a dar un paso. “Aléjate de mí, Nikolai”.

“¿A dónde vas?” preguntó él amablemente.

“No puedo sentarme aquí por más tiempo y no hacer nada”. Ella dio un paso alrededor de el pero el seguía plantado allí de nuevo. La sutileza en el aparecía rápido, sustituida por una firmeza que decía que el la mantendría allí con grilletes si el pensaba que lo necesitaba.

“No puedo dejar que hagas eso, Renata”.

“Esa no es tu elección” ella lanzó, temblando con miedo e indignación. “Maldita sea, ¡nunca fue tu elección follarme!”

El gruñó una maldición y la agarró.

Renata apenas sabía lo que había hecho hasta que el se quedó paralizado a medio camino, sujetando su cabeza entre sus manos. El siseó, sus ojos arrojando destellos ambar mientras el la dirigía una mirada horrorizada y furiosa. “Renata. No lo hagas”.

Ella le atacó de nuevo, todo su miedo por Mira y su dolor por su traición se vertieron fuera de ella en una corriente castigadora de dolor mental. Nikolai cayó de rodillas, rugiendo y retorciendose por el dolor que ella había desencadenado en él.

Renata se alejó de él, en el bosque, antes de que ella se permitiera a sí misma ser disuadida por el arrepentimiento que ya estaba creciendo en ella.

CAPÍTULO TREINTA

Traducido por Ale

La casa estaba bajo vigilancia fuertemente armada, vigilada por todos lados. Era Imposible una violación sin ser visto por al menos uno de los agentes del orden marcados con el equivalente de un vampiro equipo SWAT antiterrorista.

Cada uno de ellos llevaba un tiroteo como primeras pregunta – y más tarde la actitud, de sus oscuros cascos de visera negro y luchaban contra la artes de pesca, hasta la trituración del -hueso con sus fusiles automáticos que tenían en la lista. Gracias a los agentes que había allanado el lugar de Jack la otra noche, Renata y Nikolai habían salido con el transporte, uniformes, y armas.

Ella no pensaba que iba a tener la suerte de hallar un falso camino en el edificio, pero a primera vista, vestida como ellos, los agentes en el reloj podrían pensar que eran uno de los suyos. Se puso el casco que había tenido con ella de la camioneta y bajó la visera de color. Adoptando la mayor cantidad de arrogancia de un soldado mientras se pudiera gestionar, Renata salió del bosque y se acercó a la protección del vampiro del lado oeste de la casa.

El agente la vio de inmediato.

"Henri? ¿Qué demonios estás haciendo allí? "

Renata se encogió de hombros, levantó su brazo sano haciendo un gesto como en un infierno. Ella no podía arriesgarse a hablar con él-no más de lo que podría correr el riesgo utilizando su arma para cortar este obstáculo hacia abajo. Dejando fuera un montón de rondas, que se tenían en detalle de seguridad en todo el culo. No, tenía que mantener la calma y seguir caminando hacia él con la esperanza de que no fuese descubierta basada en la suspicacia de haber sido criada sola.

"¿Qué te pasa, idiota?"

Renata se encogió de hombros. Cada vez más cerca. Sus dedos se morían de ganas de dejar que las hojas rápidas como moscas diesen en un blanco fácil de pie, inmóvil como un tronco, pero el más mínimo olor de la sangre derramada llamaría la atención de cada vampiro en las inmediaciones. Renata sabía que ella tenía que acercarse lo suficiente para llegar a él con su mente. Su única opción era golpearlo con una explosión rápida y sólida.

"¡Ingrato de mierda, Henri, vuelve a tu puesto," el agente gruñó. Llegó a un dispositivo de comunicación recortado en su cinturón.

"Voy a llamar a Fabien a reportar. Si quieres mear fuera de él, ve por delante, pero yo no quiero ser parte de-"

Utilizando todo el poder a su mando, Renata desató un rayo salvaje de la energía de su mente y lo envió estrellándose en la posición de varios vampiros antes de ella. Sus palabras se atragantaron con un gruñido y bajó como una piedra.

Siguió volando hasta que él estaba en silencio. Cuando ella estubo segura de que estaba muerto, se agachó y lo liberó de sus armas y de sus dispositivos de comunicación. Renata abrió la puerta de entrada al lado de una astillada desnuda e hizo una rápida vista de la zona justo en el interior. Estaba claro. Se deslizó en el interior, Su corazón dabamartillazos en el pecho, su respiración vaporosa en contra de la visera de su casco.

Para todos su furia era por Nikolai por no decirle que Mira estaba aquí con Fabien, ahora sólo conocía la gratitud de la Orden que tenía una prueba visual de la ubicación de la niña. Era demasiado tarde para adivinar cómo había dejado las cosas con Nikolai. Demasiada tarde para preocuparse de que tal vez debería haber esperado a que él y sus hermanos de armas estuvieran allí para volver a levantarse.

Parte de ella sabía que había sido injusta, pero había ido demasiado lejos para retirarlo. Se había hecho una impulsiva decisión emocional sobre la base de sus heridos sentimientos. Fue una decisión que podría costarle la amistad que tenía con Nikolai-tal vez incluso su amor, pero todo lo que lamenta era que ya, no podía deshacerse de eso ahora. Nikolai nunca podría perdonarla por poner en peligro su misión, y se entendería si no podía. Ahora sólo podía rezar para que Mira no terminara pagando el precio.

Niko despertó, con el zumbido persistente de un teléfono celular junto a su cabeza. Él estaba en el suelo junto al vehículo. Ni idea de cuánto tiempo llevaba allí. El teléfono celular vibró de nuevo, balanceándose en la hierba y en las hojas viejas que cubrían el suelo del bosque. Tuvo que pasar casi todo su esfuerzo para mover su mano para agarrar la maldita cosa.

Torpemente lo abrió. Intentó decir algo, pero sólo consiguió un seco graznido.

"Sí," dijo una vez más, obligando a sus miembros para arrastrarse hasta fuera del suelo en una caída sentado contra la rueda delantera de la camioneta.

"Niko?" La Voz de Río llegó a través del receptor, cargado de preocupación.

"Hablas como la mierda, amigo. Dime. ¿Qué está pasando? "

"Renata", dijo, golpeando con la cabeza entre las manos. "Se ha ido… "

Río maldito.

"Sí, se que se reunieron. Es mi culpa, hombre. No me di cuenta que ella no fue puesta al tanto de la niña sobre el ser trasladada anoche”

"Se ha ido," Niko dijo. Cuando pensaba, todos sus sentidos empezaron a llegar de nuevo en línea como un interruptor en un generador de reserva hubiera sido arrojado dentro de él.

"¡Ah, carajo, Río… yo enojado me retiro y ahora se ha ido después tras de Mira por su cuenta. "

"Madre de Dios." En el otro extremo de la línea, oyó dar a Río y los otros un rápido resumen de la situación.

"Eso no es lo peor, mi hombre", Nikolai añadió, ignorando el dolor punzante en la cabeza mientras se levantaba de la tierra, e hizo una carrera impresionante para la parte trasera de la camioneta.

"Esta en una reunión de Fabien? Es más grande de lo que nos damos cuenta… Dragos está ahí también”.

"¿Estás seguro de eso?"

"Vi el bastardo con mis propios ojos. Él está ahí."

Nikolai agarro sus armas automáticas de la espalda tan rápido como sus brazos lentos podían moverse. Él cubrió su cuerpo con los fusiles, una pistola de peluche en la parte de atrás de su uniforme robado de la Agencia de Ejecución y en la otra una pistolera.

"La casa está rodeada por guardias, por lo que cuando llegue ahí, vendrán a pie y se separaran."

"Niko, ¿qué estás haciendo?" Él no contestó a eso, no creyó que a su viejo amigo le fuese a gustar su respuesta. En su lugar, sacó revistas extra y clips del vehículo cargados de munición, como todo lo que pudo llevar.

"Tienes dos hombres en el punto intermedio en la unidad y tres en la parte delantera del lugar. Sacarlos primero y tendrá la forma más limpia de ingresar "

"Nikolai." La Voz de Río fue baja con una advertencia.

"Amigo, lo que que estás pensando ahora… no."

"Ella está allí, Río. Entre Dragos y Fabien, y Dios sabe… Quién más… y ella está sola. Voy detrás de ella."

Río hablo algo poco en un desagradable español.

"No te muevas. No estamos ni siquiera a diez minutos de distancia de usted y estamos arrastrando el culo, mi hombre."

Niko cerró la parte de atrás de la camioneta.

"Estoy en la plataforma que va a algún tipo dedesviación del perímetro”

"¡Maldita sea, Nikolai, si esta mujer quiere matarse a sí misma, no es tu problema. Nosotros le ayudaremos Sin embargo, podemos, pero-"

"Ella es mi compañera, Río."

Nikolai echó una maldición madura.

"Estamos unidos por la sangre… y la amo. La amo más que la vida misma”.

El Suspiro tras la respuesta del guerrero que sonó pesada entre la comprensión, y la derrota.

"Supongo que no hay punto para decirte que estas desafiando Órdenes directas de Lucan, si usted va allí ahora mismo. Si Dragos está en el sitio, que hace esta mierda aún más crítica y lo sabes. Necesitamos que te quedes y esperar para la copia de seguridad."

"No se puede hacer eso", respondió Nikolai.

Cerró el teléfono y lo arrojó a la cara abierta de la ventana del conductor.

Luego se dirigió a buscar a su mujer.

CAPÍTULO TREINTA Y UNO

Traducido por Lizeth

Dragos se permitió deleitarse con el temor de sus subordinados cuando quedaron asombrados con el Antiguo atrapado en su celda UV de la prisión en la pantalla. Desde el asombro de sus caras – la absorta incredibilidad – uno pensaría que el habia logrado coger un relámpago en una botella. Y de verdad, lo que habia logrado en estas pasadas y largas décadas era algo incluso mayor que eso.

Los sietes machos de Raza reunidos con él en la sala ahora lo miraban como un Dios, y con razón. Era el arquitecto de una revolución que le daría la vuelta al planeta entero sobre sus cabezas. Esta noche estaban presenciando la historia, el principio de un futuro que él personalmente habia diseñado.

“Como puede ser esto?” pregunto alguien. “Si ese es realmente uno de los Antiguos que engendro nuestra raza, como puedo sobrevivir a la guerra con la Orden?”

Dragos sonrió mientras caminaba más cerca a la pantalla. “Mi padre fue un miembro original de la Orden… pero era, por encima de todo, este hijo de la criatura. Durante el derramamiento de sangre perpetrado por la Orden cuando Lucan declaro la guerra a los Ancianos, mi padre y su padre de otro mundo hicieron un pacto.(Se refiere al padre de su padre, ósea su abuelo, como decimos en el planeta de los humanos. J). A cambio del poder compartido en el futuro, mi padre lo escondería hasta que la histeria se acabara. Desafortunadamente, después de hacer su generosa promesa, mi padre no sobrevivió a la guerra. Pero el Antiguo si lo hizo, como pueden ver.”

“Así que, piensas continuar con el pacto de tu padre con esta… cosa?” pregunto Fabien, su expresión caía como un perro faldero que acababa de perder su hueso a un lobo salvaje

“El Antiguo está completamente bajo mi control. Es una herramienta de la cual hago uso siempre y cuando me convenga a mí y nuestra causa.”

“Como es eso?” pregunto otro del grupo.

“Permíteme mostrarte.” Dragos se acerco a la puerta de la sala de conferencias. Chasqueo sus dedos al Cazador que esperaba afuera, luego giro de nuevo hacia sus socios como el gran Gen Uno seguido obedientemente por detrás de él. “Quítate la camisa,” le ordeno al Cazador.

El enorme macho obedeció en silencio, dejando el descubierto los macizos hombros y un pecho sin pelo cubierto en una densa red llena de glifos. Más de una cabeza giro de nuevo al monitor para comparar aquellas marcas de piel hereditarias de la criatura contenida dentro de la celda UV.

“Ellos tienen demoligrafos parecidos,” jadeo Fabien. “Este macho es descendiente del Antiguo?”

“Un hijo Gen Uno, criado con el único propósito de servir a la causa,” dijo dragos. “Todos los Cazadores en mi ejercito personal son los más fuertes, las armas más letales en el mundo. Han sido especialmente criados y entrenados bajo mi dirección. Son impecables asesinos, y son determinantemente fieles a mí.”

“Como puedes estar tan seguro de eso?” Pregunto el líder del Refugio Oscuro de Hamburgo, un macho listo que sin duda apreciaría la demostración en tiempo real de que lo Dragos tenía en mente

“Notaras que este Cazador lleva un collar. Es un dispositivo GPS de seguimiento, también solo este collar está equipado con un laser ultravioleta. Cada Cazador lleva uno, desde el momento en que pueda caminar. Puedo rastrear todos sus movimientos, localizarlo en un instante. Y si él no me agrada de ninguna manera,” dijo Dragos, lanzando una mirada significativa al Cazador parado rígidamente al lado de él. “Todo lo que se necesita es un simple control – remoto y el laser se activa. Enviando una luz UV tan delgada como un navaja por el cuello del Cazador. Cortándole la cabeza.”

Uno de los machos en la mesa intercambiaron miradas incomodas. Fue el alemán que hablo primero, su mirada brillando de interés.

“Que sucedería si el collar es alterado, o removido?”

Dragos sonrió, no al alemán, si no al Cazador mismo. “ Vamos averiguarlo, empezamos?”

Aunque cada instinto suyo le gritaba deslizarse como un ladrón en acecho, Renata se dirigió por el corredor oriental de la guarida de sus enemigos como si ella tuviera derecho de estar allí. Escucho el murmullo bajo de conversaciones masculinas procedentes de una de las salas grandes de atrás. En otras partes de la casa, no habia nada más que tranquilidad, hasta que… suaves lloriqueos de un niño, se dirigirían hacia ella desde la escalera que conducía al segundo piso.

Mira.

Renata voló a pasos agigantados y siguió los gritos al final del pasillo.

La puerta de la habitación habia sido bloqueada desde afuera. Paso su mano por la parte de encima del marco pero no encontró la llave.

“Maldita sea,” Susurro, sacando una de sus cuchillas de las funda a sus costados.

Clavó la punta de la hoja entre la puerta y la manija sobre la cerradura y le dio un fuerte tirón. La madera crujió, aflojando solo un poco. Dos veces más y finalmente tenía suficiente espacio para forzar la cosa esa sin problemas. Con una sacudida, y manos ávidas, Renata abrió la puerta.

Mira estaba allí, gracias a Dios.

Su velo se habia ido, y como tan pronto levanto la vista vio la figura vestida de negro entrando en la habitación, ella se acurruco en la esquina completamente asustada.

“Mira, so yo,” dijo Renata, quitándose su capa oscura. “Todo está bien ahora, pequeña. Aquí estoy para llevarte a casa.”

“Rennie!”

Arrodillándose, Renata extendió sus brazos. Con un pequeño grito de emoción, Mira voló a su abrazo.

“Oh, ratoncito,” susurro Renata, presionando un suave beso en la parte superior de su rubia cabeza. “He estado muy preocupada por ti. Lo siento por no venir antes. Te encuentras bien, amorcito?”

Mira asintió, sus pequeños brazos envueltos fuertemente en el cuello de Renata. “También estaba preocupada por ti, Rennie. Estaba asustada de que nunca te volviera a ver de nuevo.”

“También yo, pequeña, también yo.” Odiaba irse y dejar todo así, pero tenían que salir de allí antes de que Fabien y sus matones las atraparan. Renata se puso de pie, levantando a Mira en sus brazos. “Tenemos que correr ahora, agárrate de mí, bien?”

Renata ni siquiera habia dado dos pasos con la niña antes de que dos rápidas explosiones de armas automáticas estallaran de todas direcciones en algún lugar fuera de la casa.

Dragos estaba impaciente por demostrar la belleza de tecnología del collar UV del Cazador cuando se desato el infierno afuera de la reunión. Le disparo una mirada asesina a Edgar Fabien mientras el grupo saltaba de sus sillas en una alarma aturdidora.

“Que está pasando ahí afuera?” pregunto a su anfitrión. “Es otra de tus maricaditas?”

La cara estrecha de Fabien adquirió un tono pálido enfermizo “N-no lo sé, señor. Sea lo que sea, estoy seguro de mis agentes se encargar-”

“Malditos inútiles tus agentes!” bramo Dragos. Saco la radio y ladro una orden al encargado de manejar el barco, y luego fue justo en frente del rostro del Cazador. “Sal, ahora, controla esto. Mata a cualquiera que se cruce en tu camino.”

El Cazador – su altamente entrenado, y perfectamente obediente soldado – se quedo allí, tan inmóvil como un pilar de piedra.

“Sal afuera. Te lo ordeno!”

“No.”

“Que?” dragos no podía creer lo que sus oídos escuchaban. Sintió la mirada de sus subordinados posarse sobre él. Podría probar su incredulidad, sus dudas. Un silencio floreció, creciendo con moderada expectativa. “Le di una orden directa, Cazador. Hazlo, o te voy acabar aquí y ahora.”

Con más tiroteos sonando justo afuera de las paredes de la casa, el Cazador tuvo la audacia de buscar la mirada de Dragos y sacudir su cabeza.

“De cualquier manera, estoy muerto. Si quieres que luche para que puedas vivir, desactiva el collar.”

“Como te atreves incluso a sugerir-”

“Pierdes el tiempo,” dijo él, aparentemente sin preocuparse por el caos creciendo alrededor de ellos. “Libérame de este grillete, arrogante hijo de puta.”

Justo entonces, uno de los inútiles vigilantes de Fabien llego precipitándose a la entrada de la puerta. “Señor, tenemos tiros llegando desde todo el perímetro. No podemos estar seguros aun, pero debe de haber un maldito ejercito acercándose a nosotros desde el bosque.”

“Oh, Jesús,” jadeo Fabien. “Oh, adorado Cristo! Todos vamos a morir!”

Dragos gruño con furia, no confiaba para nada en que los guardias de Fabien pudrieran encontrar sus propios traseros, y mucho menos proporcionar una encubierta adecuada para el grupo de machos de Raza de alto-rango que estaban actualmente mirando a Dragos como su líder para ayudarles a escapar. Esperando a que el ordenará disparar o de lo contrario los mantendría o tomaría y su incipiente revolución se vendría abajo.

“Hemos terminado aquí,” gruño él. “Todo el mundo salga por la puerta de atrás, hacia el barco, síganme.”

Cuando el grupo comenzó a formar una línea alrededor de él, Dragos lanzo una mirada furiosa sobre su hombro al Cazador. Ni el macho dijo una palabra -pero si le dio una mirada bastante furiosa para leer en sus ojos – mientras dragos metía la mano en su bolsillo y sacaba el dispositivo que controlaba el cuello del Cazador y tecleo el código que lo desactivaría.

Al instante el collar hizo clic, el Cazador lo cogió y lo arranco de su cuello. Luego, con una mirada que era en parte escepticismo, y en parte fría determinación, se dirigió a la puerta y hacia el corazón de la revolución afuera.

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

Traducido por Sheilita Belikov

Nikolai sonrió para sí mismo cuando su táctica de distracción creó confusión repentina y masiva en todo el lugar. Los agentes en guardia corrían precipitadamente alrededor en pánico total, más de uno recibió un golpe de la explosión de disparos desde todas las direcciones del bosque. Niko convocó a una vid del enredo de ramas sobre su cabeza en el bosque y ordenó al zarcillo serpenteante enrollarse alrededor del gatillo de su última M16* escondida.

Mientras la vid hizo su cosa como las anteriores, sosteniendo el rifle en alto y aplicando más y más presión al gatillo mientras el corredor verde enrollado se hacia más y más fuerte, Niko corrió a la entrada lateral de la casa.

No fue difícil encontrar a Renata. Su vínculo de sangre fue una guía para él, llevándolo a través de la parte posterior del lugar a un tramo de escalones ascendentes. Renata estaba precisamente bajando por ellos, Mira sostenida firmemente en sus brazos. Ella encontró su mirada y, por un instante sin fin, ninguno de ellos dijo una palabra. Nikolai quería decirle cuánto lo sentía. Cuánto le aliviaba que ella hubiera encontrado a la niña sana y salva.

Había miles de cosas que quería decirle a Renata en ese momento,no el menor de las cuales era que la amaba y que siempre lo haría.

“Date prisa" él se oyó murmurar. "Necesitas salir de aquí ahora."

"El tiroteo está en todas partes" dijo Renata, la preocupación grabada en sus rasgos. "¿Qué está pasando?"

"Solo una distracción. Tuve que crear una ventana de oportunidad para conseguir que ambas salieran de aquí.”

Parecía aliviada, pero sólo por un segundo. "Fabien y los otros… oí a hombres saliendo por la parte trasera hace un par de minutos."

"Estoy en ello" dijo Niko. "Ahora vete. No te detengas para nada. Lleva a Mira de vuelta al vehículo. La Orden debe allanar en cualquier momento.”

"Nikolai." Él se detuvo brevemente, manteniendo la mirada fija de Renata, con la esperanza de escuchar perdón si no una afirmación de que aún podría amarlo después de todo lo que había ocurrido. Ella sostuvo su mirada, una arruga formándose entre sus cejas. "Sólo… ten cuidado."

Le dio un movimiento de cabeza severo, no sintiendo ninguno de sus habituales altos de adrenalina precipitándose a la espera del combate. Esos días parecían años detrás de él, de regreso a cuando nada importaba mucho para él excepto la gloria de la batalla y el triunfo de ganar, sin embargo sin sentido la contienda.

Ahora todo importaba-especialmente cuando se trataba de Renata. Su seguridad y felicidad eran todo lo que importaba, incluso si eso significaba que podría no estar en la imagen.

"Lleva a Mira de vuelta al vehículo" él le dijo otra vez. "Mantengan la cabeza abajo y permanezcan a salvo. Vamos a salir ambos de aquí."

Esperó hasta que Renata salió corriendo, luego corrió hacia la parte trasera de la casa donde sus enemigos habían huido.

La lancha estaba apenas acercándose a la parte posterior del muelle cuando Dragos y los otros se apresuraron a bajar la pendiente para encontrarla. En todo el alrededor de ellos en el bosque y arriba cerca de la casa, los Agentes de Ejecución de Fabien estaban revueltos como hormigas que acababan de recibir un pisotón en su colina. Disparos iluminaban la noche, de manera casual, era imposible decir qué rondas venían de los amistosos y cuales de los evidentes intrusos.

Todo Dragos sabía que él no se plantaría alrededor para dejar a la Orden o a cualquier otra persona derrotarlo.

Cuando él y su grupo comenzaron a acumularse en la lancha, Dragos se puso en el camino de Edgar Fabien.

"No hay lugar a bordo para usted" él dijo al líder Darkhaven de Montreal. "Nos ha puesto en bastante peligro con su idiotez. Quédese aquí."

"Pero… señor, yo-por favor, le puedo asegurar que no lo defraudaréde nuevo."

Dragos sonrió, dejando al descubierto la punta de sus colmillos. "No, no lo harás."

Con eso, él levanto una pistola 9mm y disparó un balazo mortal exactamente entre los ojos pequeños y brillantes de Fabien.

"¡Vámonos!" él ordenó al conductor de la lancha, Edgar Fabien apartado completamente de su mente mientras el motor rugía y la elegante embarcación aceleraba hacia el hidroavión que esperaba en el otro extremo del lago.

Él estaba demasiado jodidamente retrasado.

Niko sacó a un par de agentes en su camino hacia abajo al lago, pero para el momento que él llegó allí, la lancha hacia un golpe de salida-fuera-del-infierno era poco más que una estela revuelca en el agua. Nikolai disparo varios tiros tras ellos, pero sólo estaba perdiendo rondas. El cadáver de Edgar Fabien yacía en el muelle de madera. Dragos y los otros estaban a más de la mitad del lago ahora.

"Maldita sea."

La furia y la determinación lo accionaron, Nikolai empezó a correr a lo largo de la orilla, convocando a la velocidad sobrenatural que todos los de su especie tenían cuando la necesitaban. La lancha era rápida, pero el agua estaba cercada de tierra. En algún punto Dragos y sus compinches tendrían que desembarcar y tomar otro medio de escape. Con algo de suerte, podría alcanzarlos antes de que ellos escaparan totalmente.

No sabía hasta donde había corrido-fácilmente una milla- cuando de repente su pecho se enfrío de espanto.

Renata.

Algo estaba mal. Terriblemente mal. Podía sentir su emocióntranscurriendo a través de él como si fuera suya. Ella, su valiente, imperturbable Renata, estaba en ese momento asustada por la muerte.

Ah, Cristo.

Si algo le sucedía a ella…

No. Ni siquiera podía pensar en ello.

Empujo a un lado todos los pensamientos de Dragos, Nikolai dio la vuelta alrededor y golpeó sus pies a toda marcha, rogando como el infierno que pudiera llegar a tiempo.

Ella absolutamente no había visto el enorme vampiro que venia.

Un minuto ella estaba corriendo precipitadamente en la oscuridad del bosque con Mira sostenida firmemente en sus brazos, y al siguiente se encontró a si misma mirando fijamente el rostro implacable y los despiadados ojos dorados de un inmenso varón de la Raza cuyo torso desnudo, hombros y brazos estaban camuflados por un grueso patrón de dermaglifos.

Él era un Gen Uno; Renata lo supo instintivamente. Su instinto tambiénle dijo que este macho era más letal que la mayoría, extremadamente frío.

Un asesino.

El terror se levantó sobre ella como una marea negra. Ella sabía que si lo bombardeaba, era mejor tener la certeza de que podía matarlo rápidamente, sino ella y Mira ambas estarían muertas en ese mismo instante. Ella no se atrevió a intentarlo cuando podría hacer sufrir a Mira si ella fracasaba.

Madre María, al haber llegado tan lejos-hasta tener finalmente a Mira salvaguardada en sus brazos, a meros pasos lejos de la libertad…

"Por favor" murmuró Renata, desesperada por apelar incluso a su menor indicio de misericordia. "No la niña. Déjela ir… por favor."

Su silencio era inquietante. Mira trató de levantar su cabeza del hombro de Renata, pero Renata aligero suavemente su espalda hacia abajo, no queriendo que ella se asustara por el mensajero de la muerte que sin duda había sido enviado por Edgar Fabien o Dragos mismo.

"Voy a ponerla abajo ahora" Renata dijo, ni siquiera segura de queél comprendía, y mucho menos que se conformaría. "Sólo… déjela ir. Yo soy lo que quiere, no ella. Solo yo."

Los ojos dorados de halcón siguieron todos sus movimientos mientras Renata cuidadosamente desprendió a Mira de su asimiento y lentamente puso los pies de la niña sobre el terreno. Renata se puso entre el asesino y la niña, rogando que su muerte fuera suficiente para satisfacerlo a él y a su amo malvado.

"Rennie, ¿que está pasando?" Mira preguntó desde detrás de sus piernas, sus pequeñas manos agarrando las perneras de los pantalones del uniforme de la Agencia de Ejecución de Renata mientras ella miraba con atención a su alrededor. "¿Quién es ese hombre?"

El vampiro dejó que su mirada glacial viajara hasta la fuente de esa pequeñita voz. Él miró fijamente. Su cabeza rapada ladeándose lentamente hacia un lado. Luego frunció el ceño.

"Usted" dijo con una voz tan profunda que retumbó todo el camino hasta la médula de Renata. Algo oscuro pasando a través de su rostro. "Déjeme verla."

"No" declaró Renata, sosteniendo a Mira detrás de ella y bloqueándolo de ella como un escudo. "Ella es solo una niña. Ella no ha hecho nada en contra de usted o cualquier otra persona. Ella es inocente.”

Él golpeó a Renata con una mirada tan violenta que casi la tiró sobre sus talones. "Déjeme. Ver. Sus. Ojos."

Antes de que pudiera negarse de nuevo, antes de que pudiera pensar en alguna manera de agarrar a Mira y huir tan rápido y tan lejos como pudieran conseguir, Renata sintió a Mira dar un paso fuera de detrás de ella.

“Mira, no-”

Demasiado tarde para detener lo que iba a ocurrir, Renata sólo podía mirar con temor como Mira caminó a la derecha hacia fuera y miró hacia arriba, hacia arriba, a la dura mirada del mortal vampiro Gen Uno.

"Usted" dijo de nuevo, mirando duramente la dulce cara de Mira.

Renata podría decir el momento en que comenzó a ser testigo del regalo de Mira. Sus ojos dorados volviéndose tormentosos, y él miró, absorto, como la niña le mostró ciertos acontecimientos a suceder. Él se acercó -demasiado cerca, hasta donde sus enormes brazos podrían atacar y destrozar a Mira sin un toque de advertencia.

"No lo ha-" ella dijo súbitamente, pero él ya estaba alcanzando a Mira.

"Está bien, Rennie" Mira susurró, de pie ante él tan inocente como un bebé que vaga en la boca del lobo.

Y fue entonces cuando Renata se dio cuenta de que algo extraordinario estaba a punto de suceder.

"Usted me salvó" él susurró, sus enormes manos empequeñecían los pequeños hombros de Mira. El vampiro se dejó caer de rodillas, llevándose a si mismo a su nivel. Cuando habló, esa profunda, voz mortal estaba tranquila con temor y confusión. "Usted me salvó la vida. Yo lo vi, hace un momento en sus ojos. Lo vi esa noche también…"

CAPÍTULO TREINTA Y TRES

Traducido por Aletse

Él corazón de Nikolai se congeló en su pecho, asolado, con un nudo de miedo frio. Con disparos haciendo aún en erupción en la zona, él había logrado regresar a través del bosque, todo el camino hacia el lugar donde su vinculo de sangre le indicaba que encontraría a su aterrorizada compañera.

Renata estaba allí. Estaba de pie en la oscuridad, iluminada por la luna del bosque, inmóvil como una estatua y mirando como un inmenso vampiro Gen Un estaba agazapado ante Mira, sujetando a la niña con sus manos castigadoras.

Jesucristo. Niko se acerco con pasos silenciosos, deslizándose sigilosamente mas cerca y tratando de encontrar una posición adecuada para disparar sin poner a Renata o la niña en el fuego cruzado.

Bombardéelo, Renata.

Derribe al jodido y largarse de ese infierno.

Ella no utilizo el poder de su mente en él. Ella tampoco movió un solo dedo de sus manos hacia cualquiera de sus armas, las psíquicas o cualquier otra. No, para su horror, ella no hizo ningún movimiento. Solo permaneció allí de pie, en el centro de lo que podría convertirse muy rápidamente en una tormenta infernal de derramamiento de sangre y violencia.

Él propio miedo de Niko en ese momento era insondable. Lo único que él sabía era que el terror estaba triturándolo desde el interior, congelándole los huesos, con una desesperación tan salvaje y completa que puso a su corazón martillear como si tuviese un tambor en su pecho.

Él saco sus pistolas gemelas de 9 milímetros de sus fundas a los costados y camino hacia adelante. A pesar de que él se movió a una velocidad que sólo los de la Razas podían utilizar, Renata miro su dirección. Ella lo sintió, agitando el aire a su alrededor, incluso aunque sus ojos no podían registrar su velocidad. Su sangre le dijo que él estaba cerca, así era como siempre la encontraría.

Él estaba demasiado consumido por la ira para notar completamente que ella estaba mirándolo con alarma – alarma dirigida mas a él que al vampiro enemigo que se encontraba frente a ella.

Nikolai cargo hacia delante como un destello de movimiento, totalmente preparado para matar. Él dibujo un alto justamente detrás del gran Gen Uno, ambos cañones sosteniéndose firmemente apretados contra los glifos que ascendían hasta la parte posterior del cráneo afeitado del vampiro.

Todo sucedió en un parpadeo de tiempo, pero esos juegos de cuadros en cámara lenta enloquecieron la conciencia de Nikolai.

Él amartillo a las nueves, sus dedos en los gatillos.

Los ojos de Renata se abrieron ampliamente. Ella negó con la cabeza. "Niko… espera… no!"

El Gen Uno solto a Mira, dejando caer sus manos grandes a sus lados. Él ni siquiera reacciono a los cañones que estaban apuntándose sobre su cabeza. Su pecho se expandió cuando él tomo en un largo suspiro, luego lo dejó escapar en un suspiro resignado.

Él no iba a luchar contra su muerte.

A él no le importaba si moría.

Y en ese momento Mira grito, la voz de la niña sonó alta con el miedo. "¡No! ¡No lo lastimes! "

Nikolai observó con aturdida incredulidad – con total asombro- cuando Mira se abalanzó hacia delante y lanzó sus brazos alrededor de los amplios hombros del Gen Uno.

"Por favor, no le hagas daño!" – ella gritó, mirando hacia arriba Niko de forma suplicante mientras ella trataba de proteger al vampiro corpulento con su pequeño cuerpo. * * *

"Nikolai". Renata atrapo su mirada cuando el alzo la vista, incrédulo, aun con las dos grandes pistolas todavía amartilladas y listas, estabilizadas en torno a la cabeza del Gen Uno. "Nikolai… por favor, está bien. Simplemente espera un segundo." Él frunció el ceño dudando, pero su postura guerrera un poco relajada. “Levántate",ordenó al vampiro. "Levántate, y aléjate de la niña".

El Gen Uno obedeció sin comentarios, despegando lentamente los brazos de Mira de alrededor de su cuello y colocándolos mientras el se ponía de pie.

Niko se movío para estar frente a él, las armas aún fijas sobre él mientras se dirigía a la vez hacia Renata y Mira que estaban de pie detrás de él. "¿Quién demonios eres?"

Los ojos sobrios, inexpresivos contemplaron el suelo. "Me llamo Hunter."

"Usted no es de la Agencia de Ejecución”, dijo Nicolai con cautela.

"No. Yo soy un cazador."

Renata acerco a Mira, sosteniéndola cerca mientras el caos de la interrupción que estaba curso en el bosque y en la casa se estaba extinguiendo en torno a ellos. "Sus ojos, Nikolai,”, dijo ella, entendiendo todo ahora. "Él es el asesino de ojos dorados que intentó matar a Sergei Yakut aquella noche. Él es el único que vio a Mira en el Recinto."

La expresión de Nikolai se oscureció. "¿Es verdad eso? ¡Usted es un asesino a sueldo?" "Yo era". El cazador dio una sombria inclinación de cabeza y finalmente levantó su mirada. "La niña me salvó. Algo… cambió en mí después de ver la visión en sus ojos esa noche. La vi salvar mi vida, precisamente como sucedió hace un momento. " En ese instante, el bosque circundante cobró vida con hombres armados que se dirigían hacia ellos desde todas las direcciones. Nikolai tenía sus armas en la mano, pero no hizo ningún movimiento para disparar con la próxima nueva amenaza. El pulso de Renata se aguijoneo con pánico. "¡Oh, mierda. Niko-"

"Esta bien". Él la calmo con una mirada tranquilizadora y unas cuantas palabras suaves. "Estos son los tipos buenos, mis amigos de la Orden."

Ella observo con alivio cuando cuatro de los compañeros guerreros de Nikolai entraron en la zona. Todos ellos eran formidables en tamaño y actitud, un cuadro de músculos y fuerza que parecían absorver todo el aire de los bosques por su sola presencia.

"¿Cómo te va, amigo? ¿Todo bien aquí?" – preguntó la suave voz acaramelada que Renata ahora recordaba como perteneciente a Río.

Nikolai asintió con la cabeza, mientras sus ojos y armas siguian enfocados sobre el Gen Uno que estaba en el centro. "Tengo esto bajo control, pero la situación en la casa esta completamente jodida. Edgar Fabien está muerto, y Dragos y los demás se escaparon por la parte trasera. Se fueron en barco hacia la otra orilla del lago. Traté de seguirlos, pero…" El miró hacia Renata. "Tenía que asegurarse de que todo estaba bien en esta zona primero."

"Escuchamos el zumbido de una aeronave de motor pequeño que volaba en lo alto cuando llegamos", dijo Río.

"Mierda", silbó Nikolai. "Esos seguramente eran ellos, sin ninguna duda. Se han ido. ¡Maldita sea!, Dragos estaba aquí mismo y hemos perdido el hijo de puta".

"Déjame ayudarte a encontrarlo."

Todas las miradas se volvieron hacia el vampiro que aún permanecen en punto de mira de Nikolai.

"¿Por qué deberíamos confiar en usted?" preguntó Nikolai, estrechando la mirada. "¿Por qué estarías tu dispuesto a ayudarnos a encontrar a Dragos?"

"Porque él es el que me creó". No hubo ninguna calidez en el matiz dorado de los ojos del asesino Gen Uno cuando respondió a la pregunta, solamente frio odio. "Él me hizo lo que soy. A mí, y a todos los otros Cazadores de la Raza criados para matar a por él".

"¡Oh, mí Dios," suspiro Renata. "¿Quieres decir que hay más como tu?"

La rapada cabeza asintió con la cabeza sobriamente. "No sé cuántos son, o donde se encuentran todos ellos, pero el mismo Dragos me dijo que yo no soy el único de mi especie. Allí hay otros".

"¿Por qué deberíamos creerle?", preguntó otro de los guerreros, este casi tan obscuro como la noche que estaba alrededor de ellos, sus dientes y colmillos brillaban como perlas haciendo contraste con su piel morena.

Otro guerrero intervino entonces, sus ojos rápidos y astutos, astutos como los de un lobo debajo de las puntas de color ébano de su cabello corto. "Permite a Tegan nos diga si podemos confiar en él."

Renata miro con asombro y no sin un poco de temor cuando el más grande del grupo- un guerrero que se había mantenido alejado del resto como un fantasma acechando en las sobras – dio unos pasos hacia adelante. Inmenso, con cabello leonado que se alcanzaba a observar debajo del gorro tejido de color negro que el llevaba, el era amplio, una losa elevada de músculos y oscura energía. Fácilmente tan grande como el Gen Uno que se encontraba delante de él, esperando su sentencia. Sin decir nada, el guerrero llamado Tegan tendió su gran mano. El Cazador latomó, sus ojos tan firmes como su asimiento.

Después de un largo momento, Tegan dio una enigmática inclinación de cabeza. "Él viene con nosotros. Vayamos a asegurar este sitio y larguémonos de aquí. "

Renata sintió retirarse un peso encima de ella cuando la tensión del momento dio paso a un nuevo propósito. El grupo se dividió, la mayor parte de los guerreros se marcharon a tomar cuidado de las cosas en el lugar de Fabien mientras que Rio y Nikolai llevaban a Renata, Mira, y su compañero inesperado de regreso a los vehículos que esperaban a la Orden.

Llegando a la mitad del camino, Nikolai capturado la mano de Renata en la suya. "En un momento te alcanzamos, Río. "

El guerrero asintió con la cabeza. A medida que ellos avanzaban, Renata miraba con asombro temeroso como Mira deslizaba su pequeña mano sobre la palma más grande del cazador.

"Dios mío", le dijo ella a Nikolai. "¿Qué justamente ocurrió?"

Él sacudió su cabeza, evidentemente apenas tan sorprendido como ella lo estaba. "Me va a tomar algo de tiempo averiguarlo, creo. Pero primero quiero resolver las cosas entre nosotros".

"Nikolai, lo siento-"

Él la hizo callar con un beso largo, dulce, atrayéndola en sus brazos cálidos. "Yo estoy alegre, Renata. Tenía tanto miedo de perderte por haberte alejado de mí como un estúpido, con una mentira imprudente. Nunca me hubiera perdonado a mí mismo si algo te hubiese pasado a ti, o a Mira. Tú eres mi Corazón, Renata. Tú eres mi vida." El acarició su mejilla, su mirada fija envolviéndola, bebiendo de ella. "Te amo tanto…No quiero vivir un solo momento sin ti a mi lado."

Ella cerró sus ojos, abrumada por la emoción. "Nunca he querido nada más ", susurró ella, su garganta estrechada por la alegría. " Te amo también, Nikolai. Pero tienes que entender, yo soy un paquete completo. Mira no es mi hija por sangre, pero ella es la hija de mi corazón. La amo como si fuese mi propia hija."

"Lo sé", contesto él sobriamente. "Tu has demostrado eso con creces."

Renata lo miró, incapaz de contener la esperanza que azotaba en torno a su pecho. "¿Crees que puedas encontrar espacio en tu vida- en tu corazón, para nosotras dos?"

"¿Qué te hace pensar que no lo he hecho ya?" Él volvió a besarla, tiernamente esta vez. Cuando la miró a los ojos, su propia mirada estaba tan llena de amor que hizo barrer su aliento. "Marchémonos de aquí ahora. Quiero llevar a mis muchachas a casa."

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

Traducido por Laura

Boston. Tres noches más tarde.

La comunidad de la Orden le parecía bastante diferente a Nikolai mientras caminaba por el corredor que se extendía desde el laboratorio tecnológico donde el había estado reunido con los otros guerreros. La misión para frustrar a Dragos había tomado un giro importante hacía varias noches, pero ellos también se habían alejado con una ventaja muy inesperada en su búsqueda por localizarle y cerrar su operación.

Desafortunadamente, mientras Hunter estaba desarrollándose para ser un activo importante, la Orden también había perdido un aliado crucial y un amigo leal: Andreas Reichen se había salido del molde completamente, y la palabra fuera de Berlin era la peor de las noticias. Nadie sabía si el líder del Darkhaven alemán había sobrevivido al ataque en su residencia. Basándose en la matanza de toda su familia y el fuego que consumió toda la propiedad, la Orden tenía pocas esperanzas por su amigo.

Personalmente, Nikolai pensaba que sería una suerte si Reichen había perecido en el asalto. El no sabía cuantas perdidas se habían alcanzado. Claramente ningún humano, de la Raza o demás, sería lo suficientemente fuerte para alejarse ileso de tan brutal golpe al alma. Como guerrero, Nikolai comprendía las bajas del combate. Todos los guerreros caminaban en la batalla sabiendo que el o su hermano no podría regresar a la base.

Pero perder la familia de uno… EL ni siquiera quería considerer lo que haría eso a un hombre. En lugar de eso Nikolai se centró en las ventajas que tenía- una de las cuales podia ser oída hablando suavemente mientras el se acercaba a la puerta abierta de sus habitaciones privadas.

Renata estaba dentro, sentada en el sofa del salón, leyendo a Mira. Por un momento, mientras Niko llegaba a la entrada, el se inclinó sobre la jamba simplemente para escuchar y festejar sus ojos sobre la bella mujer que era ahora su compañera. Le encantaba que Renata estuviera tan cómoda acurrucada con un libro mientras sostenía un arma. Ella tenía una dulzura que el admiraba, e inteligencia que continuamente le desafiaba, y una fuerza interior que le hacía esforzarse por ser un hombre digno de su devoción.

No le dolía que ella estuviera también más caliente que el infierno, especialmente cuando ella bajaba la vista al canon de una gran 9 mm o entrenandose con sus amadas espadas. Kade y Brock habían estado casi siempre unidos en la sala de armas los anteriores días, si tan solo tuviera la oportunidad de entrenarme con Renata o verla en acción. Nikolai apenas podia echarles la culpa. Pero si el estaba tentado de sentir el más ligero pellizco de celos, todo lo que le tomó fue una maliciosa Mirada desde su mujer para hacerle sentir comodo. Ella le quería, y por lo que contaba para Nikolai, el era el hombre más malditamente afortunado del planeta.

"Hola," dijo ella ahora, mirando por encima mientras giraba la última pagina de un capítulo y se detenía a saludarle.

"Hola, Niko," Mira se metió en la conversación bajo la caída de su corto velo. “Te has perdido buena parte de la historia”.

"¿Lo hice? Quizás pueda hablar con Renata para que me lo lea más tarde," dijo el, inclinando una ardiente mirada y agachándose en frente de Mira. “Tengo algo para ti”.

“¿De verdad?” Su diminuta cara se iluminó con una sonrisa. “¿Qué es?”

“Algo que le pedí a Gideon que te consiguiera. Quítate tu velo y te lo enseñaré”.El no perdió de vista la Mirada protectora de Renata mientras Mira alejaba la tela negra de su cara. “¿Qué es esto?”

"Está bien," dijo el, sacando una pequeña caja de plástico del bolsillo de sus vaqueros. "Ya sabes, puedes confiar en mí. Ambas podéis confiar en mí”.

Renata se relajó con el recordatorio, y miró mientras Nikolai desenvolvía la tapa de un envase de lentes de contacto. “Hay lentes especiales que Gideon piensa que ayudarán a tus ojos. ¿Te gustaría si no tuvieras que llevar ese velo de nuevo?”

Mira asintió entusiasmada. "¡Déjame verlas, Niko!" "¿Qué tipo de lentes son?" Renata asked, cautelosamente prudente. "Iris opaco para ocultar el efecto espejo en los propios ojos de Mira. Ella podrá ver a través de ellos, pero nadie mirándola se dará cuenta de nada inusual en sus ojos. Sus iris estarán cubiertos, de la misma manera que el velo los cubría. Pensé que esto sería mejor.”Renata asintió, sonriéndole cálidamente. "Mucho mejor. Gracias." "¿Puedo probármelas?" Mira preguntó, animada viendo la pequeña caja en la mano de Niko. "Mira, Rennie, ¡son moradas!" "Es tu color favorito," dijo ella, girando una Mirada interrogativa a Nikolai. El se había acentuado a sí mismo para acelerar mucho los días anteriores, tomando un papel que el nunca se había imaginado, imaginando que se adaptaría tan comodamente a el. El era un hombre vinculado con la sangre a una compañera de raza que le quería y una niña que educaría como suya. Y el saboreaba la idea de ambas.

El, el inconformista, el imprudente, tenía una familia propia ahora. Era alucinante para él, sin mencionar para el resto de la comunidad. Era la última cosa que hubiera soñado alguna vez querer o necesitar, y ahora, solo durante unos días en ello, el no podia imaginar la vida de otra manera.

Su corazón nunca se había sentido tan lleno. "Dejame ayudarte," dijo Renata, tomando las lentes de el y con cuidado ayudando a Mira a ponerselas. Cuando estuvieron colocadas durante unos cuantos segundos y el talento de la niña no afloraba, Renata tapó una pequeña carcajada con su mano. “Oh, dios mio. FUncionó, Nikolai. Las lentes funcionan maravillosamente." El miró las amplias piscinas violetas de los ojos alterados de Mira y vio…nada. Solo la feliz y despreocupada Mirada de una niña. Renata arrojó sus brazos alrededor de él. Mira estaba justo detrás de ella, y Niko las tomó a ambas en un abrazo sincero."Hay más," dijo el, esperando que disfrutarían del resto de su sorpresa. El se puso en pie y las cogió de la mano. “Venid conmigo”.

El las guio por el pasillo hasta el ascensor que subía de los cuarteles generales subterráneos hasta la gran mansion que se establecía arriba. El podia sentir el miedo de Renata en su flojo agarre y en el pincho de adrenalina que avanzaba en el riego de su sangre.

“No te preocupes," el susurró contra su oreja. "Disfrutarás de esto, lo prometo." Al menos, el esperaba que ella lo hiciera. El había estado trabajando en ello durante el día y medio anterior, tratando de conseguir todo bien. El guió a Renata y Mira al corazón de la finca, hacia calidez de las velas del ceremonioso salón. Los aromas de pan horneado y carne tostada vagaban saludándoles. Niko no tenía aprecio por la comida humana, pero las compañeras de raza que vivían en la comunidad claramente sí lo tenían, y a juzgar por las miradas de las dos mujeres caminando a su lado, ellas también.

El asombro de Renata brilló en sus ojos. “¿Cocinaste ayer?”

“Demonios, no. Creeme. Soy la última persona a la que te querrías tener a cargo de tus comidas. Pedí algunos favores a Savannah, Gabrielle, y las otras mujeres. Tu estómago está en muy buenas manos”.

“Pero estuve con todas ellas hoy temprano y nadie dijo nada sobre esto”.

“Quería sorprenderte. Ellas también quisieron sorprenderte”.

Ella no dijo más, y el no pudo evitar dares cuenta que los pasos de Renata se habían ralentizado cuando llegaron al salón. Mira, sin embargo, estaba crepitando de excitación. Tan pronto como alcanzaron la entrada arqueada, ella soltó la mano de Niko y corrió hacia la reunión, parloteando una milla por minuto como si ella hubiera vivido allí toda su vida.

Pero Renata no.

Ella estaba silenciosa, inmóvil. Ella echó una mirada dentro de la mesa llena de platos y objetos de fina porcelana y tomó una simple respiración. No dijo nada mientras miraba las caras de los guerreros y sus compañeras, cada mirada daba la bienvenida mientras ella y Nikolai permanecían en la puerta.

“Oh, dios” susurró ella finalmente, su voz rota y ronca.

Niko la siguió mientras ella retrocedía, girando en el pasillo mientras quería salir disparada.

Maldita sea. El había estado tan seguro de que ella disfrutaría de una agradable cena con todos, pero obviamente había estado equivocado.

Cuando ella le habló, su voz estaba ahogada de emoción. “Todos estan esperando allí…¿por nosotros?”

“No te preocupes”, dijo el, cogiéndola por los hombros. “Quería hacer algo especial para ti, y la fastidié. Lo siento. No tienes que hacer esto”.

"Nikolai." Ella alzó la vista hacia el, sus ojos brillando con lágrimas. “Nunca he visto nada más encantador que esa mesa allí, con todos reunidos alrededor”.

El frunció el ceño, desconcertado ahora. “¿Entonces qué sucede?”

Ella agitó su cabeza, tragándose una risa forzada. “No hay nada mal. Es solo eso. Nada va mal. Soy tan feliz. Me has hecho completamente feliz. Tengo miedo de aferrarme a este sentimiento. Nunca he sabido como era, y estoy muerta de miedo de que esto sea solo un sueño”.

“No es un sueño” dijo el dulcemente, acariciando la lágrima perdida de su mejilla. “Y puedes aferrarte a mi si sientes miedo. Voy a estar aquí junto a ti mientras que estes al mío”.

“Para siempre" dijo ella, sonriéndole. Nikolai asintió. “Sí, amor. Para siempre”.

La risa contenida de Renata salió fuera. Ella le besó fuerte, entonces se acurrucó junto a él y caminaron junto a el bajo el refugio de su brazo, de vuelta a unirse a los otros. De vuelta a unirse al resto de su familia.

Lara Adrian

***

[1] Gore: Se refiere a un gusto sanguinario. O práctica sangrienta.

[2] Roach Motel: Un motel de bajo costo o establecimiento de alojamiento comparable, por lo general es una propiedad mucho antiguas en mal estado, no afiliado a una gran cadena, y situado en una zona en decadencia de la ciudad.

[3] Taser: marca de pistolas eléctricas, Taser es un acrónimo de "Thomas A. Swift's Electric Rifle".

[4] Por crissake: Un juramento picada (también pseudo-profanidad o expletivo-deletive) es una expresión basada en un lenguaje vulgar que ha sido modificado para reducir las características censurables de la expresión original, por ejemplo, zurcir o Dang en lugar de maldición, basura en lugar de mierda, Heck en lugar del infierno, o puto, mover de un tirón, freaking, o Fricking en lugar de mierda. Casi todas las blasfemias tienen variantes picada.

[5] Banshee: Son espíritus femeninos que, según la leyenda, al aparecerse ante un irlandés, anunciaban con sus gemidos la muerte. Son consideradas hadas y mensajeras del otro mundo.